jueves, 19 de enero de 2017

602. Se rían, coño

Hoy nos vamos a reír un poco, que llevamos una temporada demasiado serios y puede sucedernos que entre por aquí gente que se crea que esto es lo que no es. Mi amigo Mariano, seguidor irreductible del blog, termina su último comentario choteándose de la tontería podemita de dirigir sus speachs a todos y a todas, a los trabajadores y las trabajadoras, etc. La verdad es que no son sólo los de Podemos. También el PSOE y todos los demás partidos, excepto el PP. Incluso se le escapa a alguno del PP, aunque enseguida se da bofetadas en el morro por el fallo. Yo estuve a punto de iniciar una campaña en Change.org para pedir que los políticos dejaran de usar la llamada duplicación de género, perversión gramatical inútil e innecesaria, puesto que, como dice la RAE, en español el masculino opera como inclusivo de ambos géneros. La duplicación que usan los políticos está reñida con el principio de economía en el lenguaje, es irritante y hartiza, y no puede mover sino a guasa.

Cualquiera con dos dedos de frente sabe que no es el lenguaje lo que discrimina. En todo caso es el reflejo de una situación de desigualdad (la que denunció Madonna en su discurso), que no se mitiga por el solo hecho de disimularla con muletillas obligadas. ¿Por qué, entonces, se ha impuesto esta moda absurda? La respuesta es sencilla. Esta tontuna colectiva comparte aparentemente el fundamento de la llamada posverdad: a fuerza de repetirla, algunos ingenuos e ingenuas se creen que con ello ayudan a avanzar hacia la igualdad real de la mujer. Otros (la cínica mayoría) simplemente quieren parecer modernos y subirse en la onda de lo que mola. Voy a empezar por ponerles el vídeo del fragmento del programa de fin de año de la 1 de TVE, en el que José Mota se cachondea del tema. Supongo que ya lo ha visto todo el mundo, pero me gusta traerlo aquí, por si alguien no lo conoce o quiere repasarlo. Después de que toda España viera esto, es difícil entender que la tontuna continúe.   


El siguiente vídeo, en cambio, no lo ha podido ver nadie, porque me lo acabo de grabar a mí mismo en la cocina de mi casa. Tras el éxito de mi primer vídeo-selfie en el que escenificaba las distintas formas de santiguarse, debo recurrir otra vez a este artificio técnico para explicarles lo que les quiero contar. Resulta que, el otro día, me tocó asistir a la presentación en Cibeles de los llamados Foros Locales, una forma nueva de participación ciudadana en la que seguramente me tocará colaborar (está por ver). Presentaron el invento dos concejales, Nacho Murgui y Pablo Soto, ambos potentes, brillantes y con discursos muy elaborados. Lo malo es que a este tipo de actos invitan a todo tipo de personajes caducos, izquierdistas amortizados, dinosaurios de las antiguas asociaciones de vecinos, frikis renacidos, abuelos nostálgicos y precursores del 15-M. Fíjense si la cosa era estrambótica, casposa y abigarrada, que incluso me habían invitado a mí. El caso es que todos los intervinientes de la mesa (conté hasta siete u ocho), iniciaron sus intervenciones saludando afectuosamente a todos y a todas.

Otra cosa que no puede faltar en este tipo de actos es el traductor de los discursos al lenguaje de los mudos y sordos. Me jugaría mi brazo sano a que en todo el salón de actos no había un solo sordomudo, pero la cosa tenía una ventaja: cuando abrieron el turno de palabra al público y empezó el personal a soltar sus discursos más espesos (el acto duró más de tres horas), me entretuve observando las expresivas performances de los traductores al lenguaje de signos, algo mucho más divertido. La coincidencia del lenguaje de sordos con la tontuna de todos y todas, excitó mi curiosidad de comprobar cómo hacen estos traductores para expresar, en lenguaje de signos, la tan manida duplicación de género. El resultado de mi observación, lo pueden ver en el vídeo de abajo. Así es como el intérprete traducía la frase: Damos la bienvenida a todos y todas


Por si alguien tiene curiosidad por saber qué es lo que me ha pasado en la nariz y por qué la tengo cual ecce homo, pues se lo cuento. Resulta que el otro día fui a entrar a un local con una gran cristalera, que tenía un letrero en lo alto que decía Se traspasa. Y no se traspasaba. Bueno, la verdad es que el golpe me lo di al tratar de entrar en un bar de Vallecas regentado por chinos, para ver el último partido del Dépor. Iba a otro bar, pero observé desde la calle que tenían un televisor king size, en donde se veía el partido de puta madre. Me quedé tan embelesado que se me olvidó que entre mi nariz y el bar había un sólido cristal blindado. Nunca había estado en ese bar y, desde luego, tuve una entrada gloriosa. Empecé a sangrar como un cerdo y los pobres chinos se quedaron de piedra. El padre de familia se hizo cargo de la situación, me sacó una silla para que me sentara y trajo un botiquín con alcohol y algodón, con el que procedió a curarme. Salió toda la familia y se distribuyeron en arco para ver mejor la operación, incluidas un par de señoras con mandil, guantes y espumaderas en ristre, seguramente sorprendidas en plena preparación del chop-suey de gambas. Al final, el hombre me aplicó una ancha tirita, como las que se ponían los atletas para respirar mejor, y pudimos ver el partido juntos, con sendas cervezas.

Lo malo de estas cosas es que al otro día llegas al trabajo con la nariz como un pimiento morrón y tienes que dar explicaciones uno a uno a todos y todas. De ahí que tuviera que rescatar el viejo chiste del de Lepe y el letrero de Se traspasa. Teniendo en cuenta que, cuando me rompí el brazo, le conté a todo el mundo que, como estoy cada día más guapo, me había atacado un oso que me confundió con Leonardo di Caprio, en esta ocasión nadie se sorprendió mucho por mi explicación. Volviendo al Dépor, hace mucho que no hablo de su andadura de este año, porque estoy tranquilo. El equipo juega muy bien, está cerca de los puestos de descenso pero, si sigue jugando así de bien, no tardará en subir a la zona media de la clasificación. En el mercado de invierno, el equipo se ha reforzado con la incorporación de dos negros, que se llaman respectivamente Ola John y Gaël Kakuta. Y ya circula por La Coruña el chiste previsible. Están dos negros cagando en el vestuario del Depor y entre ellos se desarrolla el siguiente diálogo:

 –Ola, ke ase?
 –¡Kakuta!

El chascarrillo, probablemente ideado en los colegios de Primaria, es en realidad una versión adaptada de una anécdota cierta, la del locutor que transmitía un partido de fútbol de la selección brasileña en la que, por entonces jugaba un futbolista que respondía al curioso nombre de Elano. También era miembro de esa selección, el gran Kaká, balón de oro y ex jugador del Madrid, que apuraba sus últimos partidos como internacional y estaba de suplente. Se lo creerán o no, pero, cuando Kaká, después de hacer sus ejercicios de calentamiento en la banda, se despojó del chándal, el locutor anunció impertérrito: –Va a salir Kaká por Elano. Fue algo tan sonado que hasta le hicieron una canción, que pueden encontrar en Youtube.

Este Elano, fue un jugador de gran proyección, fino interior izquierdo con buen disparo a puerta y miembro de una generación de futbolistas que dieron el salto al fútbol europeo. Sin embargo, fue el único de dicha generación que no llegó a jugar en España ni en Italia. Más de una vez se habló de que estaba en la lista de fichajes inminentes de algunos equipos, como el Atlético de Madrid, pero luego la cosa no cuajó. Su carrera se desarrolló en Ucrania, Inglaterra y Turquía, antes de volver a su tierra, donde se retiró. Yo creo que su nombre fue un handicap insalvable para que le contrataran en España. Hay ciertos nombres que son inviables en según qué países y las marcas comerciales lo saben. Hace tiempo que se comentaron en este blog algunos casos peculiares. Por ejemplo, el de la marca Mitsubishi, con su modelo Pajero. El pajero es un pequeño animal muy querido en Japón por su energía y bravura, y por eso llamaron así a su nuevo y potente todoterreno. Pero, en los países de habla hispana, el nombre hubo de cambiarse a Mitsubishi Montero, por motivos obvios. También el jabon de baño Rexona se llama así en todo el mundo, excepto en los países de habla portuguesa, en donde se llama Rexina. Así evitan la rima chusca Rexona para la cona.  

También se ha hablado aquí del FROB, el fondo de reestructuración bancaria creado en tiempos de Zapatero, a cuyo acrónimo se le añadió una O (aunque era obvio que la reestructuración sería ordenada), para evitar que su nombre sonara a pedorreta. Eran los últimos tiempos de Zapatero y se pueden imaginar la cantidad de chistes que hubiera ideado la chusma informatizada y cavernaria si a este señor se le ocurre salir a la palestra a presentar el FRB. Mucha gente se cambia de nombre cuando descubre que todo el mundo hace chistes al respecto, aunque hay otros que vencen la presión del entorno y acaban por hacer bandera de su peculiar nombre. No hace mucho fue noticia un gallego al que su padre bautizó como Torgas Pirracas, denominación que, con el tiempo, se ha convertido en un orgullo para él, como pueden comprobar AQUÍ.

En resumidas cuentas: que sí, que el mundo está muy mal, que viene Trump y los islamistas y nos acechan desgracias varias sin cuento. Pero hemos de defendernos de todo ello sin perder el sentido del humor. Es mejor atajar los problemas con humor, que no con la ira y el mosqueo. Seguro que han visto el vídeo lamentable de los padres de dos futbolistas juveniles canarios que se lían a puñetazos en la grada en pleno partido. Así no se soluciona nada. Es mejor reírse de todo (empezando por reírse de uno mismo), que intentar arreglar las cosa liándose a trompadas. Y, ya que hablamos de trompadas, vean cómo se las gasta este elefante adornado para un desfile en Kerala (India). Para verlo han de pinchar AQUÍLes prevengo que en el vídeo salen a veces unos molestos letreros sobrepuestos, que impiden ver la imagen. Han de buscar con el cursor una pequeña equis camuflada en la esquina superior derecha de cada uno de ellos, y dar clics para eliminarlos. 

Se conoce que al elefante, criatura, le molestaban los vehículos mal aparcados que no dejaban sitio para el desfile que se preparaba. Se cuenta que la señora Carmena estaba pensando si contrataba a este dilecto animal para que nos ayude a terminar con la doble fila y otras conductas impropias, frecuentes entre los conductores madrileños. Pero, al final, se nos han adelantado los de Desguaces Latorre, que le han ofrecido un contrato de autónomo por tres meses. Sean felices.


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