Hoy nos vamos a reír un poco, que llevamos una
temporada demasiado serios y puede sucedernos que entre por aquí gente que
se crea que esto es lo que no es. Mi amigo Mariano, seguidor irreductible del
blog, termina su último comentario choteándose de la tontería podemita de
dirigir sus speachs a todos y a todas,
a los trabajadores y las trabajadoras, etc. La verdad es que no son sólo los de
Podemos. También el PSOE y todos los demás partidos, excepto el PP. Incluso se
le escapa a alguno del PP, aunque enseguida se da bofetadas en el morro por el
fallo. Yo estuve a punto de iniciar una campaña en Change.org para pedir que los
políticos dejaran de usar la llamada duplicación de género, perversión
gramatical inútil e innecesaria, puesto que, como dice la RAE , en español el masculino
opera como inclusivo de ambos géneros. La duplicación que usan los políticos
está reñida con el principio de economía en el lenguaje, es irritante y hartiza, y
no puede mover sino a guasa.
Cualquiera con dos dedos de frente sabe que no
es el lenguaje lo que discrimina. En todo caso es el reflejo de una situación
de desigualdad (la que denunció Madonna en su discurso), que no se mitiga por
el solo hecho de disimularla con muletillas obligadas. ¿Por qué, entonces, se
ha impuesto esta moda absurda? La respuesta es sencilla. Esta tontuna colectiva
comparte aparentemente el fundamento de la llamada posverdad: a fuerza de
repetirla, algunos ingenuos e ingenuas se creen que con ello ayudan a avanzar
hacia la igualdad real de la mujer. Otros (la cínica mayoría) simplemente
quieren parecer modernos y subirse en la onda de lo que mola. Voy a empezar por
ponerles el vídeo del fragmento del programa de fin de año de la 1 de TVE, en
el que José Mota se cachondea del tema. Supongo que ya lo ha visto todo el
mundo, pero me gusta traerlo aquí, por si alguien no lo conoce o quiere
repasarlo. Después de que toda España viera esto, es difícil entender que la
tontuna continúe.
El siguiente vídeo, en cambio, no lo ha podido
ver nadie, porque me lo acabo de grabar a mí mismo en la cocina de mi casa.
Tras el éxito de mi primer vídeo-selfie en el que escenificaba las distintas
formas de santiguarse, debo recurrir otra vez a este artificio técnico para
explicarles lo que les quiero contar. Resulta que, el otro día, me tocó asistir
a la presentación en Cibeles de los llamados Foros Locales, una forma nueva de
participación ciudadana en la que seguramente me tocará colaborar (está por
ver). Presentaron el invento dos concejales, Nacho Murgui y Pablo Soto, ambos
potentes, brillantes y con discursos muy elaborados. Lo malo es que a este tipo
de actos invitan a todo tipo de personajes caducos, izquierdistas amortizados,
dinosaurios de las antiguas asociaciones de vecinos, frikis renacidos, abuelos
nostálgicos y precursores del 15-M. Fíjense si la cosa era estrambótica,
casposa y abigarrada, que incluso me habían invitado a mí. El caso es que todos
los intervinientes de la mesa (conté hasta siete u ocho), iniciaron sus
intervenciones saludando afectuosamente a todos y a todas.
Otra cosa que no puede faltar en este tipo de
actos es el traductor de los discursos al lenguaje de los mudos y sordos. Me
jugaría mi brazo sano a que en todo el salón de actos no había un solo
sordomudo, pero la cosa tenía una ventaja: cuando abrieron el turno de palabra
al público y empezó el personal a soltar sus discursos más espesos (el acto
duró más de tres horas), me entretuve observando las expresivas performances de los traductores
al lenguaje de signos, algo mucho más divertido. La coincidencia del lenguaje
de sordos con la tontuna de todos y todas, excitó mi curiosidad de comprobar
cómo hacen estos traductores para expresar, en lenguaje de signos, la tan
manida duplicación de género. El resultado de mi observación, lo pueden ver en
el vídeo de abajo. Así es como el intérprete traducía la frase: Damos la
bienvenida a todos y todas.
Por si alguien tiene curiosidad por saber qué es lo que me
ha pasado en la nariz y por qué la tengo cual ecce homo, pues se lo cuento. Resulta
que el otro día fui a entrar a un local con una gran cristalera, que tenía un
letrero en lo alto que decía Se
traspasa. Y no se traspasaba. Bueno, la verdad es que el golpe me lo di al
tratar de entrar en un bar de Vallecas regentado por chinos, para ver el último
partido del Dépor. Iba a otro bar, pero observé desde la calle que tenían un
televisor king size,
en donde se veía el partido de puta madre. Me quedé tan embelesado que se me
olvidó que entre mi nariz y el bar había un sólido cristal blindado. Nunca
había estado en ese bar y, desde luego, tuve una entrada gloriosa. Empecé a
sangrar como un cerdo y los pobres chinos se quedaron de piedra. El padre de
familia se hizo cargo de la situación, me sacó una silla para que me sentara y
trajo un botiquín con alcohol y algodón, con el que procedió a curarme. Salió
toda la familia y se distribuyeron en arco para ver mejor la operación,
incluidas un par de señoras con mandil, guantes y espumaderas en ristre,
seguramente sorprendidas en plena preparación del chop-suey de gambas. Al
final, el hombre me aplicó una ancha tirita, como las que se ponían los atletas
para respirar mejor, y pudimos ver el partido juntos, con sendas cervezas.
Lo malo de estas cosas es que al otro día llegas al trabajo
con la nariz como un pimiento morrón y tienes que dar explicaciones uno a uno a
todos y todas. De ahí que tuviera que rescatar el viejo chiste del de Lepe y el
letrero de Se traspasa.
Teniendo en cuenta que, cuando me rompí el brazo, le conté a todo el mundo que,
como estoy cada día más guapo, me había atacado un oso que me confundió con
Leonardo di Caprio, en esta ocasión nadie se sorprendió mucho por mi
explicación. Volviendo al Dépor, hace mucho que no hablo de su andadura de este
año, porque estoy tranquilo. El equipo juega muy bien, está cerca de los
puestos de descenso pero, si sigue jugando así de bien, no tardará en subir a
la zona media de la clasificación. En el mercado de invierno, el equipo se ha
reforzado con la incorporación de dos negros, que se llaman respectivamente Ola
John y Gaël Kakuta. Y ya circula por La Coruña el chiste previsible. Están dos negros
cagando en el vestuario del Depor y entre ellos se desarrolla el siguiente
diálogo:
–Ola, ke ase?
–¡Kakuta!
El chascarrillo, probablemente ideado en los colegios de
Primaria, es en realidad una versión adaptada de una anécdota cierta, la del
locutor que transmitía un partido de fútbol de la selección brasileña en la
que, por entonces jugaba un futbolista que respondía al curioso nombre de
Elano. También era miembro de esa selección, el gran Kaká, balón de oro y ex
jugador del Madrid, que apuraba sus últimos partidos como internacional y
estaba de suplente. Se lo creerán o no, pero, cuando Kaká, después de hacer sus
ejercicios de calentamiento en la banda, se despojó del chándal, el locutor
anunció impertérrito: –Va a salir Kaká por Elano. Fue algo tan sonado que hasta
le hicieron una canción, que pueden encontrar en Youtube.
Este Elano, fue un jugador de gran proyección,
fino interior izquierdo con buen disparo a puerta y miembro de una generación
de futbolistas que dieron el salto al fútbol europeo. Sin embargo, fue el único
de dicha generación que no llegó a jugar en España ni en Italia. Más de una vez
se habló de que estaba en la lista de fichajes inminentes de algunos equipos,
como el Atlético de Madrid, pero luego la cosa no cuajó. Su carrera se
desarrolló en Ucrania, Inglaterra y Turquía, antes de volver a su tierra, donde
se retiró. Yo creo que su nombre fue un handicap insalvable para que le contrataran
en España. Hay ciertos nombres que son inviables en según qué países y las
marcas comerciales lo saben. Hace tiempo que se comentaron en este blog algunos
casos peculiares. Por ejemplo, el de la marca Mitsubishi, con su modelo Pajero.
El pajero es un pequeño animal muy querido en Japón por su energía y bravura, y
por eso llamaron así a su nuevo y potente todoterreno. Pero, en los países de
habla hispana, el nombre hubo de cambiarse a Mitsubishi Montero, por motivos
obvios. También el jabon de baño Rexona se llama así en todo el mundo, excepto
en los países de habla portuguesa, en donde se llama Rexina. Así evitan la rima
chusca Rexona para la
cona.
También se ha hablado aquí del FROB, el fondo de
reestructuración bancaria creado en tiempos de Zapatero, a cuyo acrónimo se le
añadió una O (aunque era obvio que la reestructuración sería ordenada), para
evitar que su nombre sonara a pedorreta. Eran los últimos tiempos de Zapatero y
se pueden imaginar la cantidad de chistes que hubiera ideado la chusma informatizada
y cavernaria si a este señor se le ocurre salir a la palestra a presentar el
FRB. Mucha gente se cambia de nombre cuando descubre que todo el mundo hace
chistes al respecto, aunque hay otros que vencen la presión del entorno y
acaban por hacer bandera de su peculiar nombre. No hace mucho fue noticia un
gallego al que su padre bautizó como Torgas Pirracas, denominación que, con el
tiempo, se ha convertido en un orgullo para él, como pueden comprobar AQUÍ.
En resumidas cuentas: que sí, que el mundo está
muy mal, que viene Trump y los islamistas y nos acechan desgracias varias sin
cuento. Pero hemos de defendernos de todo ello sin perder el sentido del humor.
Es mejor atajar los problemas con humor, que no con la ira y el mosqueo. Seguro
que han visto el vídeo lamentable de los padres de dos futbolistas juveniles
canarios que se lían a puñetazos en la grada en pleno partido. Así no se
soluciona nada. Es mejor reírse de todo (empezando por reírse de uno mismo),
que intentar arreglar las cosa liándose a trompadas. Y, ya que hablamos de
trompadas, vean cómo se las gasta este elefante adornado para un desfile en
Kerala (India). Para verlo han de pinchar AQUÍ. Les prevengo que en el vídeo salen a veces unos molestos letreros
sobrepuestos, que impiden ver la imagen. Han de buscar con el cursor una pequeña
equis camuflada en la esquina superior derecha de cada uno de ellos, y dar
clics para eliminarlos.
Se conoce que al elefante, criatura, le
molestaban los vehículos mal aparcados que no dejaban sitio para el desfile que
se preparaba. Se cuenta que la señora Carmena estaba pensando si contrataba a
este dilecto animal para que nos ayude a terminar con la doble fila y otras
conductas impropias, frecuentes entre los conductores madrileños. Pero, al
final, se nos han adelantado los de Desguaces Latorre, que le han ofrecido un
contrato de autónomo por tres meses. Sean felices.
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