Bueno, intento escribir un post
en este viernes de una semana loca-loca-loca-loca como la del hit single más
bailado en las discotecas del Este de Europa que les puse en el Post #410,
porque, lo reconozco, me hace ilusión completar los doce posts planeados para
los doce meses de este año y redondear así un resultado dodecafónico, muy del
gusto de un tipo como yo que, al fin y al cabo, soy arquitecto y no me puedo
quitar de la cabeza la tontuna estética esta que me enseñaron en la Escuela.
Ahora que he vuelto a engancharme al trabajo de forma casi milagrosa, después
de tres años nefastos, es un empeño bastante improbable de conseguir, pero más
difícil era que España ganara el partido de baloncesto de ayer y ahí estamos.
Si Pau lo consiguió, yo al menos tengo que intentarlo. Veremos si lo logro.
Esta semana mis tardes han estado
bastante cargaditas también. El lunes fui al partido Rayo-Dépor, el martes nadé
e inauguré mi taller de conversación inglesa (la semana anterior se suspendió),
el miércoles salí a correr por el Retiro bajo una lluvia intensa y llegué a
casa calado, el jueves me pasé buena parte de la tarde en un funeral en la
sierra, del que no voy a dar más detalles, pero del que volví casi más agotado aun
y hoy… Bueno, pues hoy he debido atender a una delegación de la Fédératión
Suisse d’Urbanisme, con los que había quedado a la una en mi oficina. Tras mi conferencia de una hora, me
han invitado a comer en el restaurante del Santiago Bernabeu y he estado con
ellos hasta las cinco, momento en que se iban a ver los nuevos barrios del norte. Es
decir: cuatro horas ininterrumpidas de hablar sin parar en francés con el
esfuerzo que eso me supone.
Así que esta tarde me he saltado
la carrera por segunda vez en la semana (el día del Dépor tampoco salí), porque
aparte del cansancio, después de la comilona que me he pegado estoy todavía
haciendo la digestión. Y estaba ahora descansando un poquito, porque mañana sábado,
a las 8.30, he de estar en la Estación de Chamartín en donde me recogerá un
autobús para una excursión senderista de 14 kilómetros por el valle del Lozoya,
la aldea de El Atazar y otros lugares, de la que regresaré en la tarde/noche. Vamos
de adelante a atrás. La excursión de mañana es la primera de la temporada con
mi grupo habitual, y se inscribe en la Semana de la Movilidad en la que, como
de costumbre, hemos sufrido en la ciudad unos atascos morrocotudos. La visita
de los suizos es también la primera de la temporada y observarán que, con el PP
o con Podemos, a los extranjeros que nos visitan los sigue atendiendo el menda.
Mi carrera del miércoles fue
también la primera del otoño y me sirvió para sacar del armario la equipación
invernal para no helarme de frío. Como ven, en esta semana ha habido cinco principios
de temporada: partidos del Depor, taller de conversación, carreras de invierno,
delegaciones extranjeras y excursiones senderistas. Sigo hacia atrás. El taller
de conversación es cojonudo. Nos reunimos en el Martínez Bar, en la calle del Barco. El taller dura hora y media,
en la que caen, como mínimo, dos pintas de cerveza, imprescindibles para soltar
la lengua. El profesor es neoyorkino y se llama Ed. Está prohibido utilizar el
castellano y el bueno de Ed trae preparadas una serie de actividades lectivas
que tiene ensayadas de grupos anteriores y son divertidas y productivas. Y me
falta comentar algo sobre los alumnos. Lo mejor de todo. Somos nueve. Ocho
chicas y yo. Ocho personas que no sobrepasan los 30 y yo.
Así que estoy como un marajá. Lo
de la edad no me importa lo más mínimo: me gusta mucho más la compañía de la
gente joven que la de los vejestorios como yo, que son un coñazo. Pero lo del
sexo (perdón, el género) creo que merece algún comentario, porque no se trata
de un hecho aislado o casual. Me explico. Grupo senderista habitual: más o
menos paritario, pero muchas veces con mayoría femenina. Club de Lectura (no se
reanuda hasta final de octubre): cuatro o cinco varones, unas ocho o diez
señoras. Viaje a Polonia (organizado por una agencia, al que la gente se
apunta): 36 personas; nueve varones (dos de ellos niños en torno a los 12 años),
el resto mujeres. Delegación de hoy de suizos: paritaria, ligeramente más
féminas. Clases de máster en la Escuela de Arquitectura: mayoría femenina
clara. Por supuesto, no tengo datos fehacientes, pero este blog tiene más
seguidoras que seguidores.
Es decir que, a cualquier
actividad o cita interesante que se organice, acuden muchas más mujeres que
hombres. Que dentro de muy poco eso de las cuotas será asunto de la
prehistoria. ¿Qué no saben lo que son las cuotas? Pues esa memez que forzaba
a Zapatero a llenar su Gobierno de miembras,
como las inefables Leire Pajín y Bibiana, la ministra de Igual-da. Sin ir más
lejos, en el Ayuntamiento de Madrid ya saben quiénes son las cabezas de los
diferentes grupos políticos. Ahora Madrid: Manuela Carmena, mi admirada
alcaldesa. PP: Esperanza, la que no sabe bailar cha-cha-chá. Ciudadanos: Begoña
Villacís. El único gallo del corral era el pobre Carmona, pero se lo han
cepillado por instrucción directa de la presidencia regional del PSOE, que
ostenta una mujer, para sustituirle por otra. Este Carmona me estaba empezando
a caer bien, parecía buena persona. De su sustituta no sé nada ni he escuchado
discurso o manifestación suya alguna. Pero, así de entrada, no me gusta su
nombre (Purificación), ni su apellido (Causapié), ni su cara, que pueden buscar
en Google.
A lo que íbamos. Yo creo que en
la lucha de los géneros, ya hemos alcanzado la situación que pronosticó el
sociólogo Manuel Castells hace unos 20 años. Un mundo de mujeres fuertes y
brillantes, hombres acomplejados en retirada y jóvenes extraordinariamente
preparados. A mí me parece cojonudo que la mujer alcance las posiciones más
altas de la estructura socio-económica, durante tanto tiempo reservadas a los
varones. Siempre he sido partidario de la igualdad de derechos, sin perder
nunca la idea de que ellas son diferentes a nosotros, para bien y para mal, y que
su forma de abordar determinadas problemáticas, decididamente distinta de la
del macho, podría conducirnos a un universo más pacífico, creativo y divertido.
Lo que me preocupa es el absentismo masculino en determinadas actividades como
las que hemos reseñado más arriba. ¿Dónde coño están los tíos? Esa pregunta la planteé
en el taller de conversación, y añadí: Maybe
in the bar, talking about football and cars? A lo que Ed, con media sonrisa
añadió: And tits.
Aquí lo dejaré, porque lo del
futbol me lleva al partido del lunes. Como a mis lectoras no les interesa el
fútbol, no me voy a extender en este tema, pero hacía unos cinco años que no
veía jugar así de bien al Deportivo, merecido ganador por 1-3. Lo que sí quiero
contar es el ambiente, porque allí sí que había mayoría masculina aplastante. Y
también de gente joven. He de confesar que en su día acudí a algún partido en
Riazor en la grada de los Riazor Blues, acompañado de mis sobrinos coruñeses.
Me lo pasé de puta madre. El lunes también. Lo de la recogida de la entrada lo dejo
para el final, por lo que verán. Accedí al campo del Rayo por la puerta
reservada a la afición visitante y subí a una tribuna alta, desde la que se veía
muy bien. Entre los Blues, el partido ha de verse de pie, con un pie en el asiento y otro adelantado sobre el
respaldo del asiento de delante.
En esa incómoda posición se salta
con las ocasiones fallidas, se cantan estribillos ofensivos (celtarra el que no
bote, frente atlético asesinos, ODIO-ETERNO-AL FUTBOL MODERNO, Tebas vete ya y
otros), se cantan canciones alusivas (cuando yo me muera, quiero mi cajón,
pintao de azul y blanco, como mi corazón), se profieren aturuxos diversos e insultos al árbitro, en cada gol se funde uno en abrazos con el chaval que te pilla al lado, se hacen revoleras con la
bufanda en alto y se perpetran danzas cherokees cuidando de no caerse. A veces
alguno da un traspié y eso genera avalanchas. Se lo pasa uno muy bien, con
cierto riesgo para la integridad personal, pero ayuda a sobrevivir el
mantenerse en buena forma, como estoy yo últimamente.
Abajo les pongo dos fotos de La
Voz de Galicia de la grada donde nos desgañitamos los 500 seguidores del Dépor,
para que jueguen a Buscando a Wally,
a ver si me encuentran. Pero quiero terminar con el asunto de la entrada. Ya
saben que me la traían en un sobre a mi nombre en el bus de los Blues. Llegué
al campo del Rayo, donde no había visto ningún partido. Se me ocurrió
preguntarle a un antidisturbios que me pasaba la cabeza cuál era la puerta de
la afición visitante. Sin dudarlo, me contestó: la diecinueve. Llegué y esperé.
En la acera opuesta, una masa de deportivistas con la camiseta blanquiazul
apuraban sus últimas cervezas (no dejan entrar con ellas, así que hay que
cogerse la cogorza primero) montando un escándalo considerable. A mi lado,
esperaban unos cuantos ciudadanos de aire coruñés. Me identifiqué y comprobamos
que estábamos a lo mismo.
Uno de ellos me corrigió: los
sobres no los trae el conductor, los trae Tania. Me acordé entonces de que la
Federación de Peñas del Dépor había tenido un grave problema el año pasado por
no sentirse respaldada por el Club en el tema del asesinato de Jimmy, junto al
Calderón. El Club (como yo, en el post que escribí al respecto) entendía que
las dos bandas de ultras habían quedado en Madrid Río para zurrarse y no quiso
participar en ningún homenaje al muerto. Los Blues decían que ellos iban
pacíficamente al partido y los habían emboscado los otros, que son unos
asesinos y unos nazis. Eso propició un enfrentamiento continuo que acabó con la
dimisión de la cúpula de la Federación. Entonces, se presentó una candidatura que se hizo
con el poder, encabezada por Tania Gómez, una seguidora de Curtis, pueblo
coruñés donde los haya. Había visto alguna foto suya, pero me temo que esta
chica no da bien en las fotos.
Volvamos a la puerta diecinueve.
De pronto, de la masa de hooligans medio borrachos brotó una chica que (lo
siento, no puedo decirlo de otra manera) estaba como un yogur griego Danone.
Jovencísima, guapa, arrebolada, tal vez un poco achispada. Vino a nuestro
encuentro y procedió a repartir los sobres. Cuando me llegó el turno, no pude
evitar preguntarle, aun atónito: –¿Pero tú eres Tania? Me miro con ojos burlones
y seductores, con brillos alcohólicos y respondió: –Eso dicen… Mirada,
respuesta, aspecto, acento gallego cerrado: todo me retrotrajo a la casta
inigualable de las mujeres gallegas, las que jugaban conmigo al juego de la
seducción cuando aún vivía en Coruña. La moraleja es obvia: hasta un mundo tan
masculino y machista como el que compone el entorno del futbol moderno (odio
eterno, etc.), empieza a estar ya en manos de las mujeres y, por supuesto, le
ponen su punto característico. Los tíos no tenemos remedio.
Hale, busquen un rato a Wally. Han de dar un clic sobre cada foto, para verla más grande. Si no, fijo que no me encuentran. Y que pasen un buen finde.
Yo ya te he encontrado, querido. En la primera se te ve serio y concentrado. En la otra parece que estás dando un corte de mangas. Y sorprende en ésta segunda la grada bastante vacía. ¿No erais tropecientos?
ResponderEliminarEn la segunda, el partido ya había acabado. Mucha de la gente se había marchado del campo. Pero allí nos quedamos los incombustibles aplaudiendo hasta que los jugadores del Depor salieron otra vez y vinieron a saludar. Eso es lo que yo estoy haciendo, aplaudir, no dar cortes de manga. El que da cortes de manga es Artur Mas. Yo soy mes educat..
EliminarBien la foto del mogollón.
ResponderEliminar¿Para cuando la de la tal Tania en primer plano?
¿Habrá que esperar a que venga al Bernabéu o al Calderón?
Querido Frank, eres bienvenido a este foro. Deduzco de tu comentario que eres más joven y eso me hace ilusión. No te hagas grandes expectativas con Tania, no es una modelo. A los viejos como yo, cualquier jovencita nos llama la atención. Lo que sí es, es lista y competente. Sólo con su encanto y mucha mano izquierda ha logrado terminar con la fractura entre el club y las peñas. Y también currante: venir desde Coruña al frente de un autobús de seguidores cantando rianxeiras es algo muy meritorio.
EliminarUsted siga a lo suyo, que luego nos lo cuenta y es muy divertido. Si los tíos no acuden a las citas y convocatorias que a usted le interesan, ellos se lo pierden. Tal vez las nuevas generaciones cambien esa tendencia al absentismo.
ResponderEliminarNo soy muy optimista al respecto. Antes yo creía que la desconexión entre los mundos de los dos géneros principales se debía a la educación separada como la que yo tuve que sufrir. Sin embargo, mis hijos, que han tenido una educación mixta, siguen siendo muy ajenos al mundo, las rutinas, la forma de razonar y de relacionarse que tienen las mujeres. A lo mejor es que tiene que ser así. A mí, particularmente, el mundo de las mujeres me fascina. Y, desde que soy un pre-anciano, me acerco a ellas de manera mucho más natural y relajada, porque ya no me ven como una amenaza o alguien que pretenda sólo ligar.
ResponderEliminar