jueves, 31 de julio de 2014

273. Despedidas y Egoblogs

Bueno, supongo que ya habrán notado que se ha recrudecido la carga de nuevos textos en esta última semana. No es que haya pasado nada especial que no estuviera sucediendo antes, es que les quiero compensar por la sequía que viene. No sé si será éste mi último post hasta el  ferragosto, o tendré margen de colgar algún otro en los tres próximos días. Lo que sí les puedo asegurar es que tengo un billete de ida a Bucarest para el lunes, 4 de agosto por la mañana; que no me llevo el ordenador, por lo que es altamente improbable, por no decir imposible, que pueda subir nuevas reflexiones a la carrera en esos días y, finalmente, que mi vuelta a Madrid está prevista para el día 15, fecha de la Virgen de Agosto (como decía mi padre: Dios mediando).

En el horizonte post-vacaciones planean algunos otros viajes: Este de Alemania (esperaré a que se concrete del todo para hablar de ello en este foro), Seúl, aprovechando la estancia de mi hijo Kike a partir de septiembre y, por supuesto, La Coruña, de donde me llegan cantos de sirena cada vez más irresistibles. Mañana termina para mí el curso laboral (salvo la previa escapada a Friburgo) y mañana también empieza mi penúltimo verano como trabajador activo (es un decir), antes de entrar en el veraneo eterno de la jubilación. Porque han de saber que, a partir de la reciente despedida de una compañera muy próxima y querida, no he resistido más la presión y me he constituido en las oficinas de la Seguridá Sociá.

Una vez personado ante la ventanilla correspondiente, frente a una chica con un letrerito sobrepuesto en la pechera que decía Verónica, le he dicho, así de un tirón: Vero, cielo, que vengo yo aquí a que m’expliques tú mu bien explicao hasta cuando voy a tener que seguir trabajando, que tengo yo una desazón y una angustia y un come-come que ya no me aguanto ni yo, fíjate lo que te digo, corazón, que m’han dicho a mí que hay una cosa que se llama “clases pasivas” y digo yo pa mí, osá, digo: pero ¿dónde s’ha visto una clase más pasiva que la mía, ozú, que no puedo ya ni correr ni na, con esta espalda que no me deja descansar? ¡Madre del amor hermoso! ¡Qué he hecho yo para merecer esto! Así que esta mañana m’he dicho yo pa mí, osá, digo: NADA: que me voy a ver a la Vero y que me lo especifique bien especificao…

Bien, tras una ardua gestión, he conseguido la respuesta que buscaba. Les cuento. Me toca seguir trabajando hasta cumplir 65 años y cuatro meses, de acuerdo con el escalonamiento progresivo establecido por el gobierno del señor Rajoy para alcanzar gradualmente la jubilación a los 67. Eso quiere decir que habré de seguir acudiendo a la cárcel esta de régimen abierto, hasta el día del Señor del 19 de junio de 2016. Por eso digo que este es mi penúltimo verano como activo. Algún colega sindicalista me ha recomendado que pida el reenganche hasta los 70, y luego renuncie en cuanto llegue a la fecha antedicha. Con tres objetivos: UNO dar margen a un milagro de última hora (el reenganche se pide con seis meses de antelación), DOS dejarles bien clarito que me voy cuando YO quiero, y no cuando decidan mis jefes o el señor Rajoy, y TRES dar musho por culo. Creo que lo haré, especialmente por la razón 3.

Hablando de temas escabrosos, aun no tengo el resultado del análisis anatomopatológico del urdangarín de 3 mm. que me extrajeron de mis partes íntimas, tras denuncia del ojo de Dios, introducido en mi interior por salva sea la parte, previa anestesia y orientación de mi cuerpo serrano hacia La Meca, dicho esto último sin ánimo de ofender sensibilidades en tiempos de final del Ramadán. Tengo una nueva consulta a la vuelta de Rumanía, para ver si por entonces han encontrado el dichoso informe. Quiero pensar que no news is good news, pero lo cierto es que nadie me ha dicho nada, y por eso no les había dado noticia.

En este tiempo de despedidas, el otro día quedé con Lisardo a tomar un tinto de verano en Los Caracoles, en la Ribera de Curtidores, para desearle unas buenas vacaciones. Tras el tercer tinto de verano, compungió el rostro y reconoció que yo tenía razón cuando no quise hacerme una cuenta de Twitter. Lo que le había llevado a esa conclusión es la historia que les resumo a continuación. Resulta que le tocó ir a la boda de una sobrina, por parte de su hermana La Fina, nada menos que en Los Jerónimos, fíjese usted, don Emilio. Le apetecía cero, pero no tenía más remedio que cumplir con la familia. En el festejo subsiguiente, departiendo con parientes de esos a los que sólo se ve en bodas y entierros, le contaron que la hermana pequeña de la novia, 15 años (una niña la última vez que la había visto), se había vuelto famosa, porque tenía un Blog que era la releche.

El bueno de Lisardo se acercó a la chica y le hizo saber que él tenía un amigo que también era bloguero y además buenísimo, un crack. Preguntado por la niña sobre cuántas visitas registraba el blog de su amigo el crack, Lisardo dijo la verdad: una media de 30 a 40 visitas diarias, algunos días 100. Bueno, conociéndolo seguro que infló un poco los resultados. La joven hizo un mohín despreciativo: ella había superado las 5.000 visitas diarias y seguía creciendo. Como se pueden imaginar, el blog de esta adolescente está vinculado a una cuenta de Twitter, que avisa instantáneamente de cada nueva entrada a todos sus seguidores.

Con el mismo mohín, la chica le aclaró a su tío que lo suyo era una nueva modalidad, que se llama Egoblog. Consiste en que uno habla sólo de sí mismo, contando nimiedades, con poco texto y mucha foto de las llamadas selfies. Lisardo no me quiso dar la dirección, pero él sí había entrado al día siguiente y estaba indignado. El blog de su sobrina tenía incluso varias entradas diarias, del estilo: “esta noche me ha picado un mosquito” (foto de la picadura). O bien: me he lavado el pelo y se me ha quedado hecho un asco, voy a tener que cambiar de champú (foto de la cabeza como una escarola). Obviamente una gilipollez. Hombre, los partidarios del morbo y el cotilleo en torno a las It-girls (apunten también la palabreja), entiendo que puedan entrar de forma compulsiva en el Egoblog  de Miley Cirus, a ver si sigue sacando la lengua. Pero ¿qué sentido tiene entrar en el Egoblog de una niña medio lela que cuenta insulseces.


He leído algo al respecto en la red y parece que los seguidores de este tipo de foros son gente que aprecia por encima de todo lo auténtico. Lo que esta niña cuenta es de verdad, es exactamente lo que le pasa por la cabeza. No pretende figurar ni parecer lo que no es. He oído también que hay gente que se traga los insufribles partidos de fútbol en abierto, sólo porque son de verdad en directo. El resto de la programación es en diferido, es decir, enlatada y previamente supervisada. Hasta los telediarios se dan con cinco minutos de desfase, por si hay algo que quede muy mal y deba eliminarse. En un partido de fútbol, en cambio, se pueden ver imágenes que en diferido se censurarían (como los sempiternos mocos enérgicamente proyectados al césped, tapando un lado de la nariz). Así que si una cría aburrida e inculta se monta un Egoblog, pues la gente entra en su vida y en su intimidad y en su mente y disfruta con eso. Digo yo que también habrá un cierto morbo por ver si se tira un pedo en directo (se incluyen vídeos grabados con el smartphone) o si podemos, en un descuido, verle fugazmente la santa faz, como les pasó a los alborozados fans de Laura Pausini en un concierto reciente.

Pero lo que más indignó a mi querido Lisardo, es que su sobrina está en estos momentos en uno de los primeros lugares en el ranking nacional de blogs, por número de visitantes. Por eso reniega ahora de Twitter, y ha retrocedido unos pasitos hacia su prehistoria analógica. La verdad es que uno se entera de estas cosas y le dan ganas de volverse catalán, ejercer el derecho a decidir y convertirse en coreano (del sur, por Dios). Así que ya lo saben. No sé si mi blog, que va ya para dos años, es un Egoblog, pero yo procuro que no lo sea (este post de hoy va un poquito en la línea, pero no llega a los extremos citados). Tal vez haya que conocer estos excesos para volver un poco al pasado, como Lisardo. Yo, de momento, me voy a llevar a Rumanía una libreta de gusanillo, un lápiz Faber Castell con su correspondiente sacapuntas y una goma de borrar Milán, de las blandas. Anotaré mis impresiones de la tierra de Drácula (y Ceaucescu), para contárselas puntualmente a la vuelta.

Que pasen ustedes unas buenas vacaciones (y no dejen de consultar el blog, que ya saben que soy muy mentiroso y, cada vez que me despido, les doy gato por liebre)

lunes, 28 de julio de 2014

272. ¡El que les robaba era Pujol!

Qué canalla tienes que ser para engañar a tus seguidores con campañas como esa reciente de España nos roba, mientras te estás quedando con su dinero. Llevándotelo a dos manos. Guardándolo en Suiza o, como en el caso del padre de Artur Mas, en Liechtenstein (insisto: pronúncienlo Lij-tens-tain). Artur Mas era el Conseller de Hacienda de Pujol. No un conseller cualquiera, de Cultura o Interior, no. Era el Conseller de Hacienda. El que debía mirar para otro lado. Y lo hizo tan bien que de ahí pasó a ser el Conseller en Cap, o sea el hereu. Y luego el jefe. Creían las buenas gentes de Cataluña que los secesionistas eran inmaculados, que trabajaban sólo por el bien de su pueblo, que tras la independencia entrarían todos en una especie de Arcadia pura y virginal, sin corruptos, ni paro, ni desahucios, ni recortes a la investigación y la sanidad, donde hasta el SIDA se curaría por el simple procedimiento de hablarle en catalán al virus.

Y, de pronto, se han dado de bruces con la realidad: sus políticos son tan poco de fiar como los políticos españoles. Una decepción equivalente a la del líder simio César, del que les hablé en el post anterior, cuando constata que los monos se han vuelto tan malvados, crueles y falsos como los humanos, de los que siempre se habían querido sentir diferentes. O la de los hebreos de buena fe, cuando han visto en qué se ha convertido el Estado de Israel. El nacionalismo es también un virus (quizá más en el sentido informático, que en el clínico). Un virus que ataca a los pueblos con consecuencias fatales. Un estado mental colectivo que permite diferenciar a los canallas propios de los ajenos y disculpar a los primeros. No sé si era Robert de Niro en Uno de los nuestros el que decía: son unos cabrones, pero son nuestros cabrones.

Los nacionalistas catalanes presumen de ser un movimiento pacífico y tranquilo y hay que reconocer que, de momento, lo son. Pero antes o después saldrán de entre ellos los elementos más violentos que siempre surgen en estos procesos y que acaban por ver como enemigos a sus compañeros moderados y partidarios del diálogo. Ya han asomado la patita con las agresiones callejeras a Pere Navarro y al ministro del Interior, por no hablar de los insultos y abucheos a Raimon, figura venerable del catalanismo, a quien no consienten que tenga dudas sobre el proceso actual. Les recuerdo que, entre los insultos que más le corearon a Raimon, estaba el de ¡¡ESPAÑOL!! Pero el virus te permite explicar todo lo que sucede en clave de buenos y malos. Por ejemplo, el caso del señor Pujol, tiene una solución fácil. Salgan a la calle, vayan ante su casa y griten hasta quedar roncos: ¡¡¡¡PUJOL ESPAÑOL!!!! Luego vuelvan tranquilos a sus domicilios, cómanse una butifarra y sigan creyéndose que España les roba.

Todos estamos más o menos afectados por el virus o sus anticuerpos, como es mi caso: soy tan antinacionalista, que acabo dedicando páginas y páginas a esta mierda, cuando podría centrar mi blog en el rock’roll, la literatura o las mujeres guapas como la novia de Schweinsteiger. Al final han conseguido llevarnos a su terreno. Manda carallo. Mi querida terra galega está también infectada, aunque por una versión más benigna. Mis paisanos son demasiado listos y desconfiados como para que ciertos mensajes calen entre ellos. Sin embargo, ya he contado que mis sobrinos coruñeses y los hijos de todos mis amigos que han asistido allí a la escuela en los últimos años, a la pregunta de cuál es la asignatura más difícil de todas las que les ha tocado estudiar, contestan como un solo hombre: el gallego. Algo está pasando, pues, también allí. Porque ustedes saben que el gallego, como el catalán o el euskera, puntúa cero en el currículo, a la hora de optar a ingresar en cualquier universidad que no sea de la tierra. A mí me parece estupendo que se estudie y se fomente el gallego, pero no que su aprendizaje sea más duro que el de las Matemáticas o la Filosofía. 

Otra muestra de los efectos del virus. En el post #242 “Los conciertos de rock de 1980 en Madrid”, un joven lector del blog dice en su comentario que los grupos independentistas de rock, como Hertzainak o Brams, siempre han sido los mejores (algo que es bastante cierto), y que le gusta mucho mi blog aunque esté escrito por un nacionalista español. No quise ser muy duro con él en la respuesta, porque me hace mucha ilusión que me lea la gente más joven, pero la contestación es obvia: ¿es que para ti, chaval, es bueno ser nacionalista vasco o catalán y malo ser nacionalista español? Si es así, es que estás infectado gravemente por el maldito virus. En mi respuesta intenté explicarle que yo no soy nacionalista español, sino antinacionalista. Que me dan alergia las patrias, las banderas y los uniformes. Que me encantaría que los pueblos de España formasen una federación, a la que podríamos invitar a sumarse a Portugal. ¡Qué poderosos seríamos entonces! La Federación de los Pueblos Ibéricos.

Hasta el Rey Felipe está afectado por el tema. Y no me refiero al hecho de que incluyera en su primer discurso varias frases en los idiomas citados. A mí eso me parece cojonudo, creo que debería haber dicho más cosas en catalán, gallego  y euskera, idiomas que forman parte de nuestro acervo cultural y que todos deberíamos conocer. No. A lo que me refiero es al juramento. ¿No recuerdan cómo terminó? Juro respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas. Entiendo que se lo escribieron así, y hasta puedo admitir que fuera lo más conveniente para tener la fiesta en paz. Pero a mí no me vale. No admito que los derechos de las comunidades autónomas se pongan al mismo nivel que los de los ciudadanos. A las comunidades, que les den. A quien hay que proteger es al ciudadano, coño.

Estos guiños se hacen para calmar al monstruo, pero son inútiles cuando van dirigidos a gentes que han llegado a la conclusión de que no se sienten españoles, sólo catalanes (que pobreza mental, yo estoy encantado de sentirme coruñés, gallego, español y europeo). En fin, que tendremos que seguir con este tema tan manido. Si pinchan a la derecha en la etiqueta “nacionalismo” pueden leer todo lo escrito al respecto. En alguna parte he dicho que reconozco el derecho a decidir de los pueblos, incluso el derecho a equivocarse y meter la pata hasta el corvejón. Pero, ahora que se acerca la consulta escocesa, tal vez no venga mal hacer un breve guión histórico del encuadre jurídico internacional del tema.

1.- 1980. Los separatistas del Quebec organizan una consulta para ver si siguen integrados en Canadá, o se independizan. Pierden claramente.

2.- 1995. Los separatistas del Quebec lo intentan de nuevo y vuelven a perder, pero esta vez por un margen muy estrecho. Entonces proclaman a los cuatro vientos que ya falta menos, que al siguiente intento conseguirán la ansiada independencia. El gobierno canadiense entiende que aquello es un cachondeo y pide instrucciones al Tribunal Supremo: ¿es lícito que se sigan celebrando referendums indefinidamente hasta que ganen los separatistas? ¿En qué condiciones?

3.- 2000. El Supremo del Canadá responde a la consulta formulada promulgando una ley muy sencilla: la Clarity Act. Según esa ley, el camino para que una región o nacionalidad se independice del Estado al que pertenece previamente, ha de constar de dos pasos: UNO, acuerdo entre el gobierno estatal y el gobierno regional, firmado y rubricado por ambas partes, en el que se establezcan las condiciones particulares de la secesión, y DOS, consulta posterior a los ciudadanos afectados, para que ratifiquen o no el acuerdo previo. En el documento suscrito se detallará entre otras condiciones el porcentaje de votantes requerido (puede que un 51% pelado no se estime suficiente).

4.- La Clarity Act es admitida internacionalmente como jurisprudencia internacional para los países integrantes de la ONU, salvo casos de pueblos oprimidos o machacados por una potencia ocupante (de ahí los intentos catalanes de demostrar que España les roba, o les oprime, contra lo que cualquier observador externo puede constatar).

5.- 2011. Alex Salmond, líder del Partido Nacional Escocés es reelegido presidente de Escocia con una mayoría abrumadora (antes gobernaba en coalición). Lo primero que hace es ir a hablar con David Cameron y plantearle un acuerdo al amparo de la Clarity Act. El acuerdo se firma en 2012 y es el origen de la consulta (legal) que se va a celebrar en Escocia en menos de dos meses. Por cierto que Salmond quería incluir una tercera opción (Estado federal con más competencias para Escocia), pero fue Cameron el que no la admitió: si querían una consulta, ésta tendría que dar sólo dos opciones, la independencia absoluta o quedarse como están. A Salmond no le quedó más remedio que aceptar. Ya saben que los británicos gustan de las apuestas y los órdagos.

6.- 2012. Artur Mas emprende la vía independentista tras el éxito de la Diada de ese año. Intenta acogerse a la Clarity Act, pero no llega a ningún acuerdo con el gobierno español. No consigue ni que le reciban. Entonces decide tirar por el camino de en medio. Pero su consulta no se ajusta al procedimiento fijado por la Clarity Act y, por tanto, no es homologable a la escocesa. Es una consulta ilegal.

7.- Entre medias, los habitantes de Quebec han conseguido la completa autonomía política, cultural y jurídica. En las últimas elecciones, los partidos secesionistas pierden muchos votos. Todos han comprendido que Canadá será mucho más fuerte si sigue unido, que los estados grandes son finalmente los que mejor protegen a sus ciudadanos de, entre otros enemigos, los grandes poderes económicos multinacionales, felices de que esos estados se fragmenten (para esquilmarlos mejor).

8.- En paralelo, los flamencos han conseguido que el Parlamento Belga apruebe una enmienda a su Constitución, que de hecho consagra la total autonomía, no sólo política, sino también financiera, del gobierno de Flandes a partir del día 1 de julio pasado. Poco antes, el principal partido independentista flamenco proclamó que, puesto que ya tienen lo que querían, renuncian al concepto “independencia”, que conllevaría la expulsión de Europa, etc.

Esa es la situación y Artur Mas tiene toda clase de modelos en que mirarse. Pero él sigue con su huida hacia delante, hacia el llamado choque de trenes. Sabe que solo uno de los dos trenes circula correctamente por la vía, pero a él le da igual. Es un cabezota y además no le queda otra: necesita la independencia ya mismo, antes de que se descubran más casos como el de Jorge Polluelo. Escolti, nen, que yo no le he llamado así por faltarle, ¿eh? Es que, por coherencia con el discurso nacionalista, a este señor ya no le podemos considerar catalán, sino español. ¿Cómo, si no, habría podido robarnos? 

viernes, 25 de julio de 2014

271. Monerías

Pues hablando de cambio climático, por fin ha llegado el calor asfixiante, con un mes de retraso, lo que se agradece. Hasta esta noche hemos dormido aceptablemente, entre ráfagas de aire fresquito, al menos en las horas próximas a la madrugada. Esta noche no, esta noche ha hecho un calor de la leche. No sé si ha quedado clara mi intención en el post anterior: denunciar la hipocresía que hay detrás de la frase comúnmente aceptada “nos estamos cargando el planeta”, que proclaman de forma unánime los ecologistas bienpensantes. Pues no, señores. Lo que estamos poniendo en riesgo es la supervivencia del género humano, digámoslo claro. La Tierra seguirá y se recuperará de nuestro infausto paso por su superficie, igual que superó las cinco extinciones masivas de especies que hubo antes. La actual (en curso desde 1500 y claramente provocada por las imprudentes conductas del humano) es sólo la sexta, tal como explica el artículo de hoy de El País, que pueden consultar AQUÍ.

A cosas como éstas hace referencia la serie de films El Planeta de los Simios, cuya última entrega vi en el cine la otra tarde, en una sala que anunciaba su proyección enriquecida con el último grito de los sistemas audiovisuales: el I-sens. Me senté en mi asiento con una cierta prevención, sin saber si me iban a obsequiar con el delicado aroma de los pedos de los monos pero, al final, la cosa no iba mucho más allá del sensurround de toda la vida. La primera película de la saga, de 1968 y con Charlton Heston de protagonista, sigue siendo la mejor de todas. Supongo que conocen la historia. Unos astronautas hibernados para un viaje de 2000 años, llegan a un planeta desconocido y despiertan. Están en un desierto, tienen provisiones para unos días y empiezan a caminar. Primero encuentran plantas y matojos, luego un río y luego la gran sorpresa: el planeta está dominado por monos vestidos con trajes medievales y armados con escopetas. Hay también humanos pero no saben ni hablar y están bajo el poder de los simios, que los tienen esclavizados y los exhiben en zoológicos.

Atacados por los monos, los demás mueren y Taylor, el personaje interpretado por Heston, es capturado y herido en la garganta por lo que pierde momentáneamente el habla y los simios creen que es uno más de los humanos del planeta. Intenta escapar y, en el forcejeo, recupera el habla y grita su ya mítica frase ¡Quítame tus sucias patas de encima, mono asqueroso! Finalmente escapa y cruza hacia lo que los monos llaman la zona prohibida, “en busca de su destino”. Un poco más allá la película termina cuando Taylor llega ante los restos de la Estatua de la Libertad, y comprende que el planeta es el mismo que él abandonó 2000 años antes. Los monos de esta película hablaban ingles (o español, después de doblada) y, a partir de ese detalle, el tipo podía haberse dado cuenta antes de que había vuelto a la Tierra, pero es comprensible que no se percatara en medio de las penalidades que sufre. También resulta comprensible que los espectadores no advirtiéramos ese error de guión, al visionar una película tan impactante (yo tenía 18 años cuando la vi en algún cine de la Gran Vía y todavía no me he recuperado de la impresión que me produjo el final del film).

El éxito de esta película generó cuatro secuelas infumables (yo sólo vi la primera), una serie de televisión también muy mala y una revisión a cargo del director Tim Burton en 2001, bastante floja según opinión unánime de los críticos a la que me sumo. Pero hace tres años se estrenó El origen del planeta de los simios, una precuela (horrible palabro adoptado por los entendidos), que es bastante interesante. La acción se desarrolla en un futuro muy cercano. Un científico pretende curar el alzheimer con un virus modificado, que prueba en monos a los que vuelve muy inteligentes. Por una serie de casualidades funestas el virus escapa de control, al tiempo que se descubre que a los humanos también les agudiza la inteligencia, reduciendo las consecuencias del alzheimer, pero con unos efectos secundarios fatales a los que los monos son inmunes. O sea, que los humanos se vuelven más listos y sin Alzheimer, pero se mueren a los dos días, mientras los monos se vuelven listos y sobreviven. Eso inicia el camino de la destrucción de nuestra civilización y la revolución de los simios, que un día terminará en el escenario apocalíptico de la película de Heston.

La nueva película El amanecer del planeta de los simios, recorre unos pasitos en esa trayectoria predeterminada. Aquí los humanos están ya bien jodidos pero resisten en pequeños núcleos aislados, mientras los simios se están empezando a organizar. Eso lleva a una serie de batallas muy espectaculares, en las que queda acreditado el carácter dañino para la Tierra del ser humano. El líder de los monos confía en que su raza sea diferente, pero al final se rinde a la evidencia de que ya son igual de crueles que los humanos. La inteligencia que les ha proporcionado ese nuevo virus, lleva aparejada la maldad. Interesantes reflexiones que se deducen de esta película que contrapone el racismo de los elementos más beligerantes de ambos bandos, con la voluntad de convivir y entenderse, compartida por los sectores más pacifistas de humanos y monos. Por cierto, el jefe simio al que ven en la imagen de arriba, tiene un inquietante parecido con el actor Willem Dafoe, a quien tienen abajo.

Es muy mono Willem Dafoe, dicho esto en sentido estricto y no en el sentido que suele atribuirse a esta expresión en la calle. Cuando yo era pequeño, se solía decir “es muy mono” para hablar de los niños guapos o simpáticos. Incluso de mujeres como la novia de Schweinsteiger se podía decir qué mona es, sin miedo a que se sintiera insultada. Me parece que se trata de una expresión un tanto en desuso, en Sudamérica usan más linda y por aquí le ha dado a la gente por decir es un pibón, tio, qué passa. Y en Catalonia-is-not-spain, pues dicen una xavala molt maca, noi, escolta.

Y ya que hablamos de guapos, aquí tienen la foto del último fichaje del Depor, que atiende por José Rodríguez y viene del Real Madrid, con cuyo uniforme posa en esta foto. ¡¡Ele!! No me dirán que es difícil averiguar de qué etnia es el angelito, por otra parte buen jugador al parecer. En su primera comparecencia ante los medios coruñeses ha declarado “estoy mu contento y mu felí con el fichaje, payo, que yo te digo a ti que me voy a dejar los pinreles y los gayumbos por el equipo, ariquitao. Que yo con el balón en la bota es como si me arrancara por soleares y no hay contrario que me pare, ariquitán-tan-tao. Ele, to’er mundo e güeno”. Vale, ya no hago más chistes, que luego me acusan de racista. A mí los calorros siempre me han caído de cine, y en pocos lugares me lo he pasado tan bien como en los conciertos del Camarón con Tomatito.

Por otra parte, en los periódicos locales destacan como su principal virtud su especial olfato de gol. Viendo la foto no cabe duda que debe de tener un olfato de gol grandísimo. El otro fichaje estelar de mi equipo del alma, se llama Isaac Cuenca y lo tienen en la imagen de abajo. También aparenta un olfato de gol superlativo. ¡Ay, Señor! ¡Qué tortura de temporada la que nos espera a los del Dépor! Que pasen un buen finde, a pesar de la caló.


miércoles, 23 de julio de 2014

270. El óptimo climático medieval y la pequeña Edad del Hielo

La semana pasada subí pocas entradas al blog, entre otros motivos, porque sigo con mis actividades como profesor en cursos de verano y sobre todo anfitrión de delegaciones extranjeras, cuya frecuencia se recrudece en estos meses por la coincidencia de los finales de curso en las universidades con unas circunstancias climáticas favorables, que animan a viajar más que en invierno. La cosa suele bajar en agosto por las vacaciones y continúa a partir de septiembre (tengo ya programadas unas cuantas visitas para esas fechas).

Este año he recibido especialmente visitas de ciudades alemanas, (Hamburgo, Frankfurt, Leipzig y otras), lo que además de mi viaje a Friburgo ha influido en que me convirtiera en forofo de la selección alemana, tras la eliminación de la española en el Mundial. El otro día añadí a la lista a dos profesoras de la Escuela de Arquitectura de Munich o, por decirlo en germán paladino, Die Fakultät für Architektur der Technische Universität München (luego dirán que el alemán no se entiende). Estas chicas están ya preparando las materias lectivas que impartirán a sus alumnos el curso que viene, de acuerdo con la costumbre alemana de planificar todo con antelación suficiente.

Para el año próximo, han decidido proponer a los alumnos un proyecto de rehabilitación de una plaza, o espacio libre urbano, adaptando los viejos edificios de su entorno a criterios de sostenibilidad ambiental y eficiencia energética. Es un tema muy en boga en Alemania, como pude comprobar en mi visita a Friburgo. Y supongo que es algo en candelero en toda Europa, que antes o después se planteará en España. El parque inmobiliario de las ciudades de la vieja Europa está deteriorándose, por una simple cuestión de edad de la edificación. Los grandes crecimientos de las ciudades se produjeron a partir de los años sesenta del siglo pasado y hay barrios enteros de casas que no funcionan bien, porque se construyeron con patrones ya pasados de moda y además están estropeadas.

Eso hace que existan bloques sin ascensor, o sin las debidas condiciones de climatización, pero, sobre todo, hablamos de viviendas en las que se desperdicia energía a manos llenas: las paredes pierden calor, las calefacciones centrales se han de poner muy altas para que no se hielen los ocupantes de los pisos peor protegidos, lo que hace que en otros la gente deba abrir las ventanas para no asarse, se malgasta agua, se desperdician las posibilidades de las llamadas aguas grises, y cuarenta calamidades más. Si a esto añadimos la crisis económica general, que únicamente el señor Rajoy piensa que estamos superando, la importancia del sector inmobiliario en el PIB de estos países y el hecho de que ya no hacen falta nuevos desarrollos urbanos porque la población no crece, pues tenemos ante nuestras narices la solución: pongamos la maquinaria de la construcción al servicio de obras en los edificios existentes, que renueven sus instalaciones, actualicen sus conceptos y los conviertan en edificios eficientes, desde el punto de vista ambiental.

Ya les contaré mi visita a un edificio regenerado con esos conceptos en Friburgo (tengo pendiente una reseña sobre lo que pude aprender en ese viaje). Pero volviendo a mis dos amigas de Múnich, estas chicas pensaron que en su tierra las condiciones climáticas no son muy extremas y que, para que sus alumnos pudieran hacer un trabajo más formativo, era mejor que se centrasen en una plaza de una zona con temperaturas más cálidas en verano. Así surgió la idea de buscar un lugar en Madrid. El trabajo, a desarrollar a lo largo del curso que viene, incluirá al menos un viaje con todos los alumnos, para una visita de campo. Lo del otro día era un viaje preparatorio, una primera toma de contacto con el escenario del trabajo.

Hablando con ellas, me enteré de que en Alemania se está notando el cambio climático de manera bastante contundente en los últimos cinco o diez años. Cada vez hace menos frío y están desapareciendo especies arbóreas tradicionales, por lo que hay interés en saber qué otras especies sobreviven en países como el nuestro. Lo cierto es que en el entorno de Friburgo vimos campos bastante amarillos y se nos dijo que hacía más de dos meses que no llovía. Yo creo que el proceso lleva años de desarrollo. Piensen por ejemplo en cómo han evolucionado las estaciones de esquí. Aquí al lado en La Pinilla sobrevivieron proyectando nieve artificial, pero ya han tirado la toalla y han reconvertido la estación en centro de veraneo. Por el contrario, estaciones pirenaicas como la de Boí-Taüll, antes casi inaccesibles en invierno por su altura, han experimentado un florecimiento derivado del hecho de ser las que aseguran un mayor número de kilómetros esquiables. Sin ir tan lejos, en Madrid ciudad es cada vez más raro que nieve.

Cuando yo era niño, al llegar la época estival, íbamos a la playa de Riazor. Por esas fechas nadie usaba cremas protectoras del sol. El primer día nos quemábamos moderadamente y volvíamos a casa un poquito rojos. En días sucesivos, “pelábamos”, es decir, perdíamos la piel a tiras, de manera incruenta, lo que constituía también una forma de socializar. Se hablaba de ello y nos quitábamos los pellejos unos a otros. Si una chica te dejaba que la ayudaras a pelarse, era un indicativo de que “andaba por ti”. Después de esos primeros días, uno ya estaba moreno y no tenía más problemas en todo el verano. ¡Qué tiempos! Yo ahora me pongo diez minutos al sol sin crema protectora del 20 y me tienen que llevar al hospital. Y no es que esté más viejo o más acojonado (que lo estoy). Es que el sol quema mucho más.
  
Negar el proceso de calentamiento global y su ligazón con las actividades contaminantes del ser humano, es una estupidez. Aun así, existen los llamados negacionistas, especialmente recalcitrantes en Estados Unidos, que dicen que no hay evidencia de esa ligazón y que podemos seguir contaminando y malgastando energías, que no pasa nada, que a la Madre Tierra no le hacemos ni cosquillas. No soy yo partidario de esas teorías, aunque sí creo que la Tierra sobrevivirá y que, precisamente, el calentamiento global es su forma de defenderse de las agresiones de estos pequeños e incómodos inquilinos que se han extendido por su superficie de forma infecciosa, llenándola de ciudades y otras creaciones no menos tóxicas. Cuando los dinosaurios se pusieron farrucos y llegaron a dominar el mundo, la Tierra reaccionó y propició su extinción en pocos años. Así que habremos de tener cuidado porque, si no nos moderamos, puede que nos extingamos también a medio plazo (nosotros, no la Tierra).

De hecho, episodios similares de calentamiento de la Tierra han tenido lugar en épocas relativamente recientes (de las más antiguas no tenemos evidencias) y de ahí los dos fenómenos a que alude el título de este texto, ambos bastante poco conocidos, excepto por los meteorólogos y otros científicos. El llamado Óptimo Medieval Climático tuvo lugar entre los años 800 y 1300 de nuestro calendario, es decir, buena parte de la Edad Media. Está perfectamente documentado en el conjunto de la actual Europa, no en el resto del mundo, aunque es difícil creer que un fenómeno como ese no fuera de ámbito terráqueo global. Las temperaturas subieron mucho en esos 500 años, por causas no determinadas, aunque desde luego naturales. Es cuando los vikingos conquistaron Groenlandia, cuyo nombre (Tierra Verde) resulta difícil de imaginar ahora, con su superficie íntegramente helada.

La bonanza indujo una mejora en la agricultura, el comercio y el florecimiento de las ciudades, una prosperidad generalizada cuyos efectos no es muy descabellado relacionar con movimientos como el Renacimiento. Tampoco resulta aventurado ligar estas temperaturas excepcionalmente altas con el auge de las ratas y la llegada de la llamada peste negra, que precisamente a partir de 1300 diezmó a la población europea. El caso es que este óptimo climático, tras una época de transición, se ve seguido de unos siglos de frío intenso, en lo que se ha dado en llamar la Pequeña Edad del Hielo, datada entre 1500 y 1850 (hace dos días, como quien dice).

Sobre las causas de este segundo fenómeno, más próximo y, por tanto, más estudiado, los expertos no se ponen de acuerdo. Unos hablan de un descenso de la radiación solar, por la reducción temporal de las manchas solares, que parecen ser las partes del sol que más calientan. Otros lo atribuyen a la alta actividad volcánica en distintas zonas de la Tierra, que llenó el cielo de nubes, lo que ayudo también a disminuir la radiación solar. No faltan quienes culpan a la propia peste y la despoblación que generó durante años. Y lo que nadie niega es que se trata de una respuesta de tipo pendular, que compensaría de alguna manera el calentamiento anterior.

Algunos científicos creen que ahora estamos entrando en otra fase de óptimo climático, esta vez inducida claramente por la actividad humana. Y tal vez lleguen luego el frío y el crujir de dientes. Por si es caso (que decimos en mi tierra), harán ustedes bien en adoptar comportamientos medioambientales responsables, para ayudar a mitigar el asunto. Y no dejen de comprarse un sombrero. Yo tengo varios, entre ellos el que les muestro en la imagen de abajo. Como habrán adivinado, es un Stetson. De los que usaba John Wayne. Sean buenos.




lunes, 21 de julio de 2014

269. Acerca del obediente Lionel

En la resaca del Mundial, me ha llegado el texto que les transcribo más abajo. Lo firma Ernesto Morales Licea y me parece extraordinario. Tan extraordinario como para entrar en la red y averiguar algo de la persona capaz de escribir algo así. No me sorprende lo que he encontrado. Ernesto es cubano, nacido en Bayamo, capital de la provincia de Granma, sureste de Cuba. Tiene 30 años y el aspecto que ven en la imagen. Ernesto estudió periodismo y entró a trabajar en Radio Bayamo, en donde hacía programas y reportajes de todo tipo. Además escribía con su pluma privilegiada, lo que le llevó a ganar varios premios literarios.

En febrero de 2010, el disidente político Orlando Zapata, encarcelado y en huelga de hambre, muere en la cárcel. Los periodistas de todos los medios cubanos son alistados a una campaña mediática para emborronar la figura del muerto, a base de entrevistar a personas que dicen haberlo conocido y aseguran que era un delincuente, pederasta y mafioso (el inefable Willy Toledo se sumó a esa campaña con unas declaraciones en su línea). Ernesto se niega a participar y es inmediatamente despedido de Radio Bayamo. Tras entrevistarse con Yoani Sánchez en La Habana, decide abrir un blog que se llamará El Pequeño Hermano, nombre lleno de referencias (ya imaginan a qué Gran Hermano se contrapone).

Mientras duró, el blog se convirtió en una referencia para toda la disidencia cubana. Ernesto Morales siguió viviendo en Bayamo, donde todo el tiempo se le acercaban paisanos por la calle a darle las gracias de forma discreta y anónima por sus textos. Aguantó hasta diciembre de ese año de 2010. En ese tiempo le hicieron la vida imposible. Piratearon su correo, entraron en su ordenador y, desde él, enviaron falsos correos que lo relacionaban con redes de prostitución y contactos homosexuales y pedófilos, correos que se publicaron en toda la prensa nacional, para desacreditarlo ante sus conciudadanos. A final de año tiró la toalla. Su novia, de la que estaba enamorado desde chico (eran del mismo barrio) se había ido a Miami y tenía regularizada su situación allí. Ernesto obtuvo un visado norteamericano para casarse con ella y se fue legalmente de Cuba. Tenía 26 años.

Desde entonces vive en Miami. Mantuvo el blog abierto hasta el 29 de abril de 2012, momento en que lo cerró con una sentida despedida, en la que afirmaba estar cansado de escribir febrilmente cuatro posts semanales sobre la situación cubana. Él es un escritor y quiere escribir de Cuba y de muchas otras cosas. AQUÍ tienen la dirección del blog, por si quieren consultarlo.  Ahora Ernesto sigue escribiendo y, de vez en cuando, cuelga en la red alguno de sus textos prodigiosos. Es el caso del que les transcribo aquí abajo, que ha levantado ampollas entre los futboleros de medio mundo. El 13 de julio pasado, Ernesto Morales vio la final del Mundial con su hijo de seis meses en los brazos. Tras acostar al niño, se puso al teclado y escribió de corrido un texto demasiado largo para la prensa escrita. Decidió entonces colgarlo en Internet tal cual estaba.

Enseguida cientos de internautas cabreados incendiaron la red poniéndolo verde. El asunto escoció especialmente a los argentinos, que dicen que todo es falso. Yo me lo creo en general, aunque a mí lo que menos me importa es que sea o no cierto. Literariamente es un texto admirable, que disecciona no sólo el universo del fútbol, sino este absurdo mundo feliz en el que nos movemos, que deja pequeño el ideado por Aldous Huxley. Es un honor para mí traer a este blog el último producto del Pequeño Hermano. Léanlo. Ya sé que es largo pero, si empiezan, no van a poder dejarlo. Después, decidan ustedes mismos si se lo creen, o no, o se la suda la veracidad como a mí. Y duerman bien, si pueden. Mañana hay que seguir peleando.

EL OBEDIENTE LIONEL MESSI Y SU AUTISMO ASPERGER
Ernesto Morales, 15 de julio de 2014

La única vez que vi a Lionel Messi en persona, delante de mí, dos cosas me llamaron poderosamente la atención. Primero: era mucho más frágil de lo que imaginaba. Exceptuando sus piernas, desde luego, todo en él me recordaba a un niño. Si su estatura es 8 centímetros más baja que la mía, su torso es la mitad de estrecho que el de un adulto promedio, como si se tratara de un adolescente cuyo tórax no se terminó de desarrollar.

Segundo: Lionel Messi no disfrutaba aquel espectáculo de luces y flashes y autógrafos pedidos y cámaras de televisión con reporteros que, como yo, intentaban obtener una reveladora entrevista suya. Recuerdo haber pensado: este chico, solo quería jugar. Y lo han traído de la mano a esto.

Era el año 2012, acababa de ganar su tercer Balón de Oro, y estaba en Miami como parte de esa gira esperpéntica llamada “Messi & Friends”, organizada por la fundación que lleva su nombre, donde se desarrollaban partidos entre dos equipos-frankenstein, armados a como diera lugar con jugadores estelares, para exhibición y recaudaciones benéficas.

La lectura del marketing podría ser esta: “El mejor jugador del mundo dedica sus vacaciones a jugar fútbol para recaudar dinero con fines benéficos”. La lectura un poco más profunda sería otra: “Un chico que solo quería jugar al fútbol, debe cumplir también en sus vacaciones con obligaciones, sin descanso, porque la maquinaria de dinero, de publicidad, exige fundaciones como la suya, benéficas, para paliar los impuestos millonarios a sus ingresos”.

De repente debía ganar más dinero para que le quitaran menos de su dinero. Y del dinero de su padre. Y del dinero que le generan Adidas, y Head & Shoulders y Doritos y la retahíla de transnacionales que pagan por su imagen. Y Leo Messi, cuando empezó todo esto, con cinco añitos, solo quería jugar al fútbol. Esa linda y sobrecogedora palabra: jugar.

Cuando Lionel Messi me firmó el tennis que guardo en una vitrina de mi casa, apenas me miró, aquella tarde en los vestuarios del Sun Life Stadium. No miraba a nadie. No podía. Sus pupilas no tenían forma de fijarse en ningún punto concreto: tenía cien flashes encima, ocho cámaras de televisión, y un cordón de guardaespaldas liderado por su tío que no por ser su tío tenía la complexión del sobrino. Es bajo como él, pero es un pequeño Neandertal con brazos de orangután. Tengo el recuerdo grabado en la memoria con espantosa fijación: aquel chico, tres años menor que yo, literalmente no podía dar un paso con libertad. Su cara era una forma de la angustia sobrellevada.

En los vestuarios del stadium de Miami conversaban y se cambiaban esa tarde, con total naturalidad, futbolistas de élite como Radamel Falcao, Didier Drogba, Fabio Cannavaro y Diego Forlán. Ellos podían, aunque fuera a trompicones, tener una vida normal. Se tomaban un par de fotos, hablaban entre ellos, socializaban incluso con nosotros los periodistas. Lionel Messi no. Adidas exigía, como parte de los acuerdos contractuales de esta gira benéfica, seguridad personalizada a toda hora y en todo sitio. Y a toda hora y en todo sitio incluía también las duchas. Messi no podía bañarse y cambiarse en el mismo vestuario que el resto.

Y todo esto había empezado en un barriecito de Rosario, Argentina, veinte años atrás, con un chiquillo que solo quería jugar al fútbol.

Messi no nació normal. Además de la deficiencia hormonal que le obligó a mudarse a Barcelona en su infancia para recibir tratamiento durante años, nació con una forma leve de autismo descubierta por el psiquiatra y pediatra austríaco Hans Asperger.

Cuando en este 2014 Messi dijo que no sabía nada de sus cuentas bancarias y deudas con Hacienda, que todo eso lo llevaba su padre, difícilmente no estuviera diciendo la verdad. No solo porque su genio es para el fútbol, no para la economía y la mercadotecnia, sino porque él solo ponía las piernas. Su síndrome de Asperger da para una concentración extraordinaria en un asunto (en su caso el fútbol), y para nada más. Los cerebros que controlan los hilos de su nombre y su marca y su cotización, empiezan en su padre y terminan, quién sabe, en una red de abogados y firmas donde cada cual saca su apetitosa tajada.

A Messi, su padre le decía: “Tú juega al fútbol. Déjame el resto a mí”. El chico al que ni la escuela, ni otros deportes, ni la televisión ni los viajes le interesaban, el rosarino pequeñito de 10 años, al que solo le interesaba inyectarse los muslos para poder jugar al fútbol, de repente se descubrió debiéndole 35 millones de euros a Hacienda.

Cuando Lionel ganó su primer Balón de Oro, en 2009, el escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que a Messi deslumbraba verlo porque no había dejado de jugar como un chiquilín de barrio. Era verdad. Así jugaba Lionel. Y así no juega ya. Por el camino, en esa línea que debía ser recta entre un deportista fascinantemente talentoso y el deporte que solo quiere practicar, han entrado a jugar otras demasiadas variables que en nada son poéticas ni ingenuas como la palabra jugar.

De repente Messi se vió con un peso sobre sus hombros: ser el sustituto de Maradona. Él no lo pidió. El solo pidió jugar al fútbol. Pero su país y nosotros, los hinchas, le otorgamos esa empresa como quien envuelve el mapa del tesoro en la piel de un animal, y lo pone en manos de un héroe que debe partir.

De repente se vio, además, como una industria de hacer euros. Lo mismo posando en calzoncillos, que vistiendo los carnavalescos trajes de Dolce & Gabbanna, que lavándose la cabeza con champú que de seguro ni usa. Pero eso le decían sus asesores, sus familiares, sus abogados, que debía hacer. Un rasgo distintivo de los síndromes de Asperger es su noble capacidad para obedecer. Messi terminó siendo como todos quisieron que fuera.

Y después vinieron los Balones de Oro. No importaba que él solo balbuceara una y otra vez que solo quería jugar al fútbol. Nada de eso. Tenía que ser la estrella del circo. Tenía que exhibirse como el principal gladiador del coliseo romano. Uno tras otro los Balones de Oro que la FIFA le arrebató a una revista francesa, madre de la iniciativa. Toma. Ahí los tienes. Eres el mejor del mundo. No nos basta con tu juego hermoso, divertido, de fantasía. No es suficiente con que hagas más bello este deporte todavía. Tienes que ser nuestra cabeza de turco. Nuestro fantoche. Algo que vender, porque te van a comprar: eres demasiado bueno.

¿Porque él los quería? No, casi de seguro: porque nosotros los queríamos. Nosotros, los consumidores adictos al fútbol. Los que exigimos cada vez más torneos, aunque los futbolistas tengan cada vez menos piernas. Y nosotros pagamos por eso. Pagamos por camisetas, por membresías de clubes, entradas a stadiums, juegos de Playstation, posters. Nosotros pagamos, la industria pone luces, cámaras y acción; los futbolistas, llámense Messi, o Cristiano, que pongan sus muslos y sonrían.

Y uno termina preguntándose si aquel chico se acordará, entre tanta vorágine y tanta podredumbre, de que él solo quería jugar al fútbol. Como otros queríamos ganarnos la vida escribiendo, otros bailando, y otros pintando cuadros. Divertirnos, solo eso.

El primer gran enemigo de la FIFA, casualidad macabra, es el hombre cuya Historia ha atormentado al rosarino Messi, sin ninguno de los dos quererlo. Es un atorrante incontenible, un comunista vomitivo y futbolista sin comparación posible, llamado Diego Armando Maradona.

Maradona se ganó la animosidad de la FIFA por hacer algo impensable, digamos: denunciar a los cuatro vientos que esa banda de rufianes que había organizado al fútbol alrededor de cuatro letras, se comportaba como una mafia sonriente con todo el poder del mundo, sin oposición o control posible.

Muchos se preguntan, de no haber sido Maradona el enemigo declarado de la FIFA si su carrera habría sido truncada de forma tan escandalosa por aquel positivo a la endorfina, en 1994. No era el primero, no sería el último en dar alterado en un test de doping. Con Maradona, el bocón, el bastardo, no hubo atenuante posible. La FIFA sonreía.

Hoy, rebelarse contra la FIFA es prácticamente imposible si quieres patear balones de manera profesional. El organismo tiene impunidad para, por ejemplo, no pagar impuestos y derogar leyes vigentes en los países donde celebra sus torneos si estas afectan sus intereses económicos. Y está dirigida por un señor mayor llamado Joseph Blatter desde hace 16 años. Blatter es solo 10 años más joven que Fidel Castro, y para mí, oriundo de un país donde las entronizaciones del poder han sido cosa de más de medio siglo, me aterra cualquier mandato demasiado extenso. Más, si el organismo dirigido se autodefine como sin fines de lucro y tiene fondos de reserva en bancos suizos (la casa natal de Blatter) por mil millones de dólares.

Y esa es la organización que decide las vidas de chicos como Lionel, como James, como Suárez, como Cristiano. Jóvenes de entre 20 y 28 años que comenzaron viendo el fútbol no como un empleo, no como una forma de hacer dinero, no como mira un lobo de Wall Street los indicadores del Dow Jones: apenas niños que querían divertirse jugando al fútbol.

Las lágrimas de Cristiano Ronaldo al recoger su segundo Balón de Oro, no tienen falla: eran lágrimas de presión. Lágrimas de tensión acumulada. De miedos impuestos por una industria donde todos, sus seguidores y detractores, le exigimos cada vez más, cada vez mejor, cada vez más espectacular. El colmo de lo grotesco: Cristiano Ronaldo debió jugar la final de la Champions League con una orden comercial en su cabeza: “Si marcas un gol, te quitas la camisa, vas hacia el corner, y gritas y sacas músculos, lo más fuertemente que puedas”. ¡Filmaban una película sobre él! ¡Había que lanzar más carne al hambre del espectáculo!

Cristiano, como Messi, solo quería en un principio jugar al fútbol. Hoy, ambos, son los gladiadores que ganan millones despedazándose en medio del coliseo, mientras nosotros decidimos, en las gradas, si con un pulgar arriba o un pulgar abajo, se les perdonan o si se les salvan sus vidas. Nosotros los hemos puesto a pelear entre sí. Probablemente sin nosotros, sin la industria que nos satisface el morbo de la rivalidad malsana, ellos serían amigos o poco menos.

Admitámoslo: esto es grotesco. Esto es una mierda.

Alguien depositó en las neuronas de Lionel Messi una responsabilidad: tienes que ser el mejor de todos los tiempos. No basta con que juegues maravilloso. Tienes que ganar el Mundial, de lo contrario, no serás el mejor de todos los tiempos. Así llegó este chico a Brasil. No como quien viene a una fiesta, lo que debería ser. No como se va a competir con dedicación, pero con disfrute. No. A él se le exigía golear, correr, y ganar.

Se lo exigía Adidas. Se lo exigía el contrato de mejor pagado del mundo que firmó con Barcelona. Se lo exigía su mercantil padre. Se lo exigía la separatista Catalunya. Se lo exigía una Argentina donde ni siquiera tuvieron a bien ponerle inyecciones de crecimiento cuando chico. Se lo exigía una legión de detractores que, crueles como somos los hinchas futboleros, emplea adjetivos mordaces y destructivos, adjetivos que vendrían bien a asesinos seriales o dictadores de pueblos, no a jóvenes que corren detrás de un balón. Se lo exigía yo. Sí: también se lo exigía yo mientras veía hoy el partido con mi hijo de seis meses sobre mis piernas.

Messi ha fallado. Messi miraba al cielo en el momento de mandar ese tiro libre a las nubes. El mismo que otras veces se clavó en la red, hoy fue a parar al cielo de Río a donde doscientos mil argentinos ponían sus rezos para que el equipo no se fuera así, sin más. Y Messi era el culpable. Era culpable de no estar ya a su mejor y más rutilante nivel, y, oh pecado, era culpable de no ser ya el mejor de la Historia.

De repente lo recordé caminando delante de mí, dos años atrás, firmándome aquel zapato con las pupilas dilatadas por tanto bullicio y luces alrededor de él. Recordé su cara de angustia, de quien quiere desaparecer y tumbarse en el sofá a ser un tipo simplemente normal: la misma cara con la que recogió, en el sopor de la máxima humillación, el último premio que todavía hoy le tenía la FIFA listo, contra toda lógica y toda comprensión.

Yo vi a Messi esta tarde y de repente sentí lástima por él, y por la tragedia silenciosa que es toda esta profesionalización, esta industria de circo, descarnada, indoliente, donde tantos futbolistas se han suicidado y a otros tantos les ha explotado en la cancha el corazón; esta industria donde se coronan a héroes y se desguazan a derrotados; esta cultura despiadada donde miles de periodistas como yo escribirán hoy sus crónicas de la derrota y con un dedo señalarán, señalaremos, todos a Lionel Andrés, un muchachito de un metro sesenta y nueve centímetros, medio autista y medio genio, que no pidió ser el mejor de nada, que no soñaba con Balones de Oro ni cláusulas de 250 millones en Barcelona, y al que solo, en realidad, le interesaba poder divertirse un poco jugando al fútbol.

sábado, 19 de julio de 2014

268. Panegírico del Mundial

Ya saben que panegírico es el texto, generalmente laudatorio, que se dedica a alguien que ha muerto. Y es un alivio que el Mundial de fútbol se haya terminado de una vez y podamos dedicarle un pequeño resumen. Porque yo estaba ya hasta la coroneta de acabar cada noche a las tantas, después de ver en la tele otro interminable y soporífero partido resuelto al final con empate a cero, prórroga y penaltys. Y luego lo de siempre: unos llorando como expulsados del paraíso, y otros exultantes, como si les hubiera tocado el bote del Euromillones. El problema es: ¿y qué vamos a hacer ahora por las noches? Mira que si nos tenemos que poner a leer otra vez…

En medio de este coñazo, al menos he tenido el consuelo de que han ganado los míos: los alemanes. Me explico. A mí el fútbol que me gusta como espectador es el que hacía España en estos últimos años gloriosos. Creo que, por suerte, ya nada será igual en el universo del fútbol, después de que los nuestros hayan demostrado que se puede ser el mejor equipo del mundo durante seis años jugando así, a base de talento, creatividad y juego asociativo. La otra teoría es la que defienden sujetos como Mourinho, Felipao y Sabella, herederos de Bilardo, Dunga, Clemente y otros de infausto recuerdo: todos atrás a defender, dureza al borde del reglamento, mucho músculo, mucha cara de malo y, de vez en cuando, patapum-parriba a ver si la pilla el único delantero, más solo que Robinson Crusoe.


















En el Mundial, yo empecé de seguidor de España, como no podía ser de otra manera. Pero resulta que, a las primeras de cambio, nos cruzamos con Van Gaal, el hombre de la flor en el culo, siemprepositifo-nuncanegatifo, que nos dejó con la cara de tontos que ya saben ustedes. A Van Gaal le pueden ver aquí en uno de sus gestos más característicos, con su sempiterna libreta. Cuando entrenaba en España, se le hacían muchas burlas por su estrambótica pronunciación del español (en los teleñecos subrayaban lo cabezota que es, con la imagen de la derecha). Lo que casi nadie sabe es que este caballero padece una sordera severa desde niño, lo que dificulta su aprendizaje musical o el de cualquier idioma nuevo (como no se oye a sí mismo, no puede corregirse). Su empeño por hablar español era muy meritorio y revela un carácter inasequible a los obstáculos. Que con ese handicap haya llegado a donde ha llegado, indica un cociente intelectual muy superior al de muchos de los que se reían de él.

Volviendo a nuestra selección, este primer resultado dejo a los españoles muy chafados y estropeó múltiples negocios de bares, patrocinios y similares que no se esperaban una debacle tan temprana. ¿Qué les pudo pasar? Pues ya han escuchado las diferentes teorías. Que estaban cascados tras una liga demasiado larga. Que Del Bosque no llevó a los adecuados. Que se creyeron los reyes del mambo y, cuando se quisieron dar cuenta, ya estaban eliminados. Yo creo que no se ha valorado lo suficiente el fallo de la Federación de buscarles un alojamiento fresquito en altura. Como deportista entiendo que es una auténtica cagada. Si estás en un sitio fresco y aireado y de pronto te meten en un autobús y te sacan a jugar al fútbol en un horno, lo más posible es que, como dicen en Ecuador, se te venga el soroche.

Pero yo tengo mi propia teoría: la culpa del fiasco la tienen, como siempre, las mujeres. Ya han advertido algunos de ustedes que, aunque me esfuerce en disimularlo, en realidad soy un machista ajqueroso. Vamos por partes. Casillas. Un señor que, cuando llega a su casa por la noche enfrenta unos ojos como estos, pues qué quieren que les diga: que no puede estar a lo que está. Nuestro emblemático portero falló estrepitosamente en tres de los cinco goles que le hizo Holanda. Uno, el primero por dudar: ni salió, ni no salió. Y no hay cosa peor que quedarse a medias, como advierte el sesudo cartel que ven abajo, fotografiado por mí en Friburgo. Corresponde a una campaña publicitaria que anima precisamente a no dejar las cosas a medio hacer. No hace falta que sepan alemán para entenderlo.
En otro de los goles le centran un corner y sale con la mano blandita. Cierto que le hacen falta y le tiran y el árbitro no la pita. Pero es que el portero no puede salir así a un corner bombeado sobre su área. El portero tiene que salir con una rodilla en alto y darle un puñetazo al balón con toda su alma. Luego está el último fallo, ya de los nervios, cuando le regala la pelota a un delantero rival. Está claro que el bueno de Casillas (bueno en todas las acepciones de la palabra) no estaba a lo que estaba. Y si el portero está como un flan, pues a los demás se les contagia la desgana, y más con un calorazo insufrible. Piqué ya traía la desgana puesta. En el último partido de liga pudimos comprobar que estaba con la mente en otro lado. No sé si lo saben pero, en cuanto terminó ese partido y casi sin tiempo de ducharse, voló a La Vegas, en donde estaba su chica de gira. Y la susodicha le recibió tal como ven en la foto de abajo.







Y qué decir de Diego Costa, al que, tras la derrota de Brasil, le sacaron este meme tan gracioso (ya tienen una palabreja nueva: meme). Pues no sé si recuerdan que este señor estaba lesionado y los médicos no tenían claro que pudiera viajar con la selección. ¿Recuerdan qué fue lo que hizo? Pues visitar a una especie de curandera en Belgrado (manciñeiros, les decimos en mi tierra) que le sometió a un tratamiento nada menos que con placenta de yegua recién parida. La señora se llama Marijana Kovacevic y tal vez ustedes ignoran cuál es el aspecto de esta señora tan proclive a la inducción de milagros. Abajo a la derecha la tienen. ¿No ven ustedes algo conocido en esa mirada? En fin: que los nuestros estaban abducidos por diversos ojos de acero incandescente, promesas de abrazos absolutos y otras delicias del paraíso. No hablaré aquí de la novia de Cesc Fábregas, porque el Míster no le permitió siquiera debutar, y no sabemos qué tal andaba de forma física y de empanamiento mental.

Lo dicho: una vez eliminada España, mis preferencias se decantaron, como ya quedó reseñado en el blog, por las dos selecciones que siguen la línea abierta por los nuestros: Alemania e Italia. Lo que pasa es que a los italianos les duró el rollo un partido (contra Inglaterra) y luego los arrasaron como a España. Quedaba sólo Alemania, que a la propuesta de juego a la española suma su proverbial carácter rocoso y esa cabezonería que les impide rendirse en ninguna circunstancia. Desde los primeros momentos, Alemania fue mi favorita, aunque le costó mucho ganar algunos partidos. A su lado había propuestas muy meritorias como las de Colombia, Chile o Costa Rica, que seguían la línea abierta por Simeone con el Aleti de estos últimos años. Una receta de esfuerzo, humildad y concentración máxima. Partido a partido, estas selecciones llegaron hasta donde las dejaron.

Y luego estaba el antifútbol: lo que practicaban Argentina y Brasil. La FIFA había organizado el asunto para que estas dos selecciones llegaran a la final, en donde ganaría por supuesto Brasil. Pero entonces llegó la semifinal Brasil-Alemania, un partido histórico. Sabíamos que Brasil estaba sostenida con alfileres, que cualquier viento se la podía llevar por delante. Pero nadie se esperaba el tsunami alemán. El 1-7 final determina con precisión la diferencia entre ambas selecciones hoy en día. Los seis minutos en que el marcador pasó de 0-1 a 0-5, fueron para mí lo más parecido a un orgasmo prolongado. Por la derrota de Felipao (un epígono de Mourinho, y encima tonto) y la victoria de mi adorada selección alemana. Porque Alemania se merece ese título, y el fútbol se merece que el Mundial lo gane un equipo que juega de esa manera. Y con un seleccionador que es un auténtico gentleman (como Del Bosque y Prandelli). Y porque cuenta en sus filas con gente tan portentosa como Muller, el tipo que canta los goles como los polluelos de pájaro que piden comida a su madre.











No olvidemos a Kroos, a Lamh y a tantos otros. Sin embargo, tengo que confesar que mi debilidad es Bastian Schweinsteiger, el tipo cuyo nombre resulta impronunciable para los penosos locutores que narran los partidos en las televisiones españolas. Este hombre es un auténtico gladiador, que lleva varios años lesionado, pero sigue siendo titular en la selección (en el Bayern no, porque ya saben que allí el que manda es Al Pep, que le pone cuando él quiere, como a Javi Martínez, faltaría más, cullons), porque, medio lisiado y todo, es capaz de pensar más rápido que sus contrarios. La de palos que le dieron impunemente los argentinos en la final, es algo que muy pocos futbolistas aguantarían sin un mal gesto como él. Aquí tienen una imagen de cómo le dejó el pómulo uno de sus contrincantes, su emoción final con el cuerpo lleno de arañazos y su cogote levantando la copa en la puerta de Brandenburgo en Berlín.


Joder, este tío es un superhéroe, un semidiós, un nibelungo, un titán prodigioso. Y ¿saben cuál es su secreto? Pues no es una pócima ni una condición sobrehumana congénita. Su secreto es una novia tan extraordinaria como él. Antes del mundial, esta señora estupenda tuvo la idea de utilizar la técnica del body-painting para imprimir en su cuerpo el uniforme de la selección de su novio. El resultado es el que les dejo abajo, un regalo para que se les alegre la vista en este verano que no acaba de llegar. Al final, ya ven que las mujeres tienen la culpa de todo, de lo malo como de lo bueno. Que disfruten de su weekend.

  

sábado, 12 de julio de 2014

267. Sobre la novela negra y el mundo del crimen

Mañana se clausura en Gijón la edición nº XXVII de la llamada Semana Negra, el mayor evento nacional en torno al interesante mundo de la literatura negra, el cine de ese color y todo lo relacionado con el complejo mundo del crimen, su estudio, su prevención, su persecución, la investigación criminológica y el buceo en la intrincada psicología que puede llevar al ser humano a matar a un congénere (finalmente, no hay otro género que el género humano). Aunque hay toda clase de opiniones al respecto, para mí la novela negra nace con Dashiell Hammet, extraordinario escritor, intelectual comprometido y persona de vida siempre al límite, cuya figura se merece un post exclusivo, al que me comprometo.

Si Hammet sentó las bases del genero (literario, esta vez), fueron Raymond Chandler y Ross MacDonald los que desarrollaron esas bases hasta alcanzar un nivel de madurez que pocos escritores han igualado. Si no son ustedes muy expertos en este tipo de literatura, cualquier novela de estos tres grandes autores es altamente recomendable. Los autores de novela negra acostumbran a crear un personaje protagonista, generalmente un policía o un investigador privado, que, una tras otra, va desentrañando intrigas en sus sucesivas novelas, que constituyen por tanto sagas literarias que conviene leer en su orden, aunque también pueden disfrutarse por separado. Alrededor de este mundo literario, han surgido otros universos paralelos, especialmente el del cine policíaco, aunque también hay que hablar del teatro, el cómic y la ilustración de libros.

En Madrid hay algunas librerías especializadas, entre las que les recomiendo la que para mí es la favorita: Librería Burma, Ave María-18, en Lavapiés. Sus esforzados promotores resisten la crisis con entereza e imaginación y poco a poco van sorteando las estrecheces de estos tiempos de duda en que uno se llega a cuestionar si debe seguir comprando libros. Hace unos días, asistí en esta librería a la presentación de un curioso libro, que todavía no he leído, pero aun así me atrevo a recomendárselo. Les cuento. Resulta que, en el mundo en que vivimos, la mujer se va adentrando de forma creciente e irreversible en territorios hasta hace poco reservados al varón, algo de lo que no puedo menos que congratularme. El problema es que hay varones recalcitrantes que no aceptan esto de buen grado, demostrando con su irritada conducta que se sentían mucho más a gusto tranquilamente instalados en la parte de arriba de la tortilla (con perdón) en que ha consistido nuestro mundo por los siglos de los siglos, amén.

Y, como es natural, la mujer ha entrado también en el mundo de la literatura negra, con calidad, hondura y éxito. En el post #104 “Últimos días en el puesto de Guatemala”, que pueden consultar AQUÍ, les hablaba yo de Cristina Fallarás, estupenda escritora zaragozana, hasta ahora la única mujer que ha ganado el Premio Dasiell Hammet de novela negra que, cada año desde 1987, se falla durante la Semana Negra de Gijón. Cristina Fallarás, como Alicia González Bartlett y otras, cuenta ya con varias novelas negras, con el mismo protagonista como mandan los cánones, aunque con la particularidad de que ese protagonista común es una mujer. Y, también como es natural, existen analistas y críticos del mundo de la novela negra de género. Uno de estos estudiosos (qué casualidad, una mujer también) se llama Inmaculada Pertusa y es la promotora del libro a cuya presentación acudí en la Librería Burma.

Inmaculada ha reunido a nueve autoras de novela negra, que debían reunir dos condiciones, además de la de ser mujeres: ser autoras de novela negra con libros publicados con el mismo protagonista, y que ese protagonista fuera también una mujer. Una a una, ha contactado con las nueve y les ha propuesto un reto: escribir un relato corto protagonizado por la heroína de sus sagas, para reunir todos estos cuentos en una antología. El resultado es el libro Fundido en Negro (Alrevés, 2014). Participan, por supuesto, Fallarás y González Bartlett, las dos grandes damas de la literatura negra femenina, y otras siete a las que no conocía. Cinco de ellas estuvieron en la presentación del libro y aproveché para hablar con todas y que me firmaran el libro, cada una en su relato, como se hace en las antologías.

Me llamó la atención Isabel Franc, escritora de temática lésbica, como ella misma gusta definirse, que un día se lanzó al género negro de la mano de la inspectora García, una policía madrileña que investiga sus casos en la secesionista Barcelona actual, lesbiana como su autora, pero de carácter inestable, desordenada, visceral: un desastre de sabuesa con una inclinación invencible a empatizar con los delincuentes que persigue y hasta enamorarse de las asesinas más peligrosas. Un paréntesis al respecto: ahora todo el mundo se refiere a este tipo de temática como LGTB, descartando aquella Q tan ridícula que dieron en añadirle durante un tiempo y que les expliqué en mi post #105 “Queer, What’s that?” que pueden repasar AQUÍ.La filosofía queer, como yo intuía, es transversal a la temática LGTB, por lo que es ridículo añadir la Q a las otras siglas.

También me interesó mucho Rosa Ribas, profesora de literatura española en Frankfurt, donde vive desde 1991, casada con un alemán. Está escribiendo su cuarto volumen de las aventuras de la comisaria Cornelia Weber Tejedor, alemana de madre española. Lo curioso es que, antes de empezar a escribir su primera novela, ya tenía decidido que la saga se compondría de cinco libros, cada uno con un caso a resolver, y que su protagonista iría evolucionando desde un perfil de alemana que no quiere saber nada de sus raíces españolas, a través de una curiosidad creciente, hasta recuperar el amor por su orígenes maternos. También contó que aun no ha decidido cómo terminará la saga, aunque tiene claro que no va a hacer caso del consejo de su marido alemán, que sugiere matar a la protagonista. Una de sus preocupaciones a la hora de escribir el relato para la antología fue la de no dar pistas sobre entre qué dos novelas se sitúa. Una dificultad adicional a la de cambiar de formato desde la novela al relato corto, que todas reconocieron.

También me interesaron Berna González Harbour y Carolina Solé, la más joven de todas, que acaba de publicar su primer libro, aunque proyecta que detrás vengan otros. Su novela se llama Ojos de hielo y tiene una pinta estupenda. Al terminar la presentación me compré una revista que desde aquí les recomiendo (ya ven cuántas cosas les aconsejo, para que amenicen este verano que empieza). Se llama Fiat Lux (es decir, Hágase la luz, como mi post #1) y tiene como tema exclusivo el mundo del crimen y la novela negra. Parece que es una iniciativa de algunos de los periodistas despedidos de El País con el ERE del año pasado. Hay que estar un poco loco para sacar una revista en papel con la que está cayendo. Por eso debemos apoyarla. Además es barata: cuesta 6€ y sale cada tres meses. Hasta ahora han publicado la de Otoño 2013, Invierno 2013, Primavera 2014 y Verano 2014, la nº4, que es la que yo me compré.

El número 4 incluye un artículo de mi admirado Enric González titulado La soledad más absoluta, una entrevista con la jefa del Grupo de Localización de Fugitivos Internacionales de la Policía Nacional (otra mujer que abre caminos), un reportaje fotográfico sobre las llamadas “mulas” de Melilla, mujeres, a veces ancianas, que cruzan la frontera una y otra vez cargadas con fardos gigantes de mercancías a vender al otro lado, a cambio de apenas 15€ diarios. También, una larga entrevista con el escritor Elmer Mendoza, el cronista del narcotráfico, un cuento exclusivo de Carlos Castán, un reportaje sobre la delincuencia en las favelas de Salvador de Bahía (donde España perdió 1-5), otro sobre la actualidad del narco en Colombia, y mil cosas más. Todo por seis euros. Venga, hombre, acérquense al kiosco más cercano y cómprenla. No se arrepentirán.

Pero el mundo del crimen es algo real, con un grado de complejidad al que no se acercan ni de lejos las historias imaginadas por la mente de un escritor o un guionista. Vean sino el asesinato de Isabel Carrasco en León. Una historia que involucra a cuatro mujeres: la víctima, jefa del PP local; la asesina que confiesa haberlo hecho para vengarse de lo mal que trataba la otra a su propia hija (la tercera en liza: una meritoria del partido) y por último la policía local que ayuda a las dos implicadas a esconder el arma. Todo mujeres como ven. A su lado, el marido y padre de las dos principales implicadas, un mandiles que no se enteraba de nada de lo que pasaba en su entorno. ¿Recuerdan quién era? Pues nada menos que el Jefe de la Policía local de Astorga. Sintomático.

Otra historia increible: el asunto de Asunta. El extraño caso de la madre que mató a su hija adoptiva china en Santiago de Compostela. El padre, que ahora vende que él era también un simple mandiles, no deja de ser un personaje gris, de aspecto tan neutro como su alma. El juicio está a punto de empezar, casi un año después del crimen que conmocionó a Galicia. No cabe duda de que estamos alcanzando el modelo que hace unos veinte años pronosticó el sociólogo Manuel Castells. Una sociedad de mujeres brillantes y dominantes, hombres indecisos y acomplejados y niños muy bien preparados. Negarlo es del género tonto.

Si abren ustedes hoy la versión digital de El inMundo, encontrarán arriba, entre los temas más destacados del diario, el que denominan Corrupción en Brunete. La mala de esta película es nada menos que La Cabo Corrales, de la policía local. Lo dicho. Sean buenos, que luego les pillan y nadie entenderá por qué han hecho lo que han hecho