Cierro aquí mi ciclo de textos
sobre Escocia, y no puedo hacerlo sin rendir mi homenaje a una ciudad que me ha
encantado, y a un arquitecto y artista extraordinario. Lo primero no les
sorprenderá. Mi pasión por las ciudades ha quedado clara a lo largo de todo
este blog que se encamina a su primer aniversario. Soy un animal urbano. En
cuanto entro en una ciudad grande, me encuentro en mi salsa, me siento como en
casa. Sé cómo orientarme, aunque sea la primera vez que la visito, sé cómo
organizarme y mis pasos me llevan solos a los lugares de interés. Esas fueron
mis sensaciones al llegar a Glasgow, fin de mi viaje por Escocia.
Lo segundo es más raro, porque,
igual que no quiero que este sea un blog político, tampoco quiero que se
convierta en ningún otro tipo de foro monográfico. Los arquitectos tendemos a
pensar que lo que a nosotros nos apasiona le interesa a todo el mundo y no es así. Eso nos
hace sentirnos como en una burbuja, en parte superiores al pueblo llano, y en
parte incomprendidos por ese mismo pueblo llano al que miramos desde arriba.
Sin embargo, creo que la obra de Charles Rennie McKintosh trasciende de ese ámbito
gremial y se convierte en algo que puede maravillar a cualquiera. Como la de Gaudí
y otros. Sólo que, como me dijo un compañero que me advirtió antes del viaje,
Gaudí es un elemento más exuberante, con un punto a veces casi fallero, con
perdón, y Mckintosh es, por así decirlo, más fino.
Vamos por partes. Glasgow es una
ciudad industrial que alcanzó su esplendor a finales del XIX, a partir de una
industria manufacturera que exportaba sus productos a todo el mundo. Centro
neurálgico de la actividad comercial de Escocia, alcanzó en los años 30 una
población de más de dos millones, más o menos la misma que vive ahora en su
área metropolitana, que concentra el 40% de la población escocesa y constituye
la segunda concentración urbana de Gran Bretaña, después del Great London. Con estas características,
se imaginan que se trata de una urbe cosmopolita y bulliciosa, de las que a mí me
gustan.
Su auge comenzó a mediados del
XIX cuando el río Clyde, que la atraviesa, se hizo navegable y abrió la ruta del
nuevo mundo. Glasgow exportaba productos manufacturados a los países americanos
y cobraba en tabaco, azúcar o cacao, productos que luego revendía a toda
Europa. Algo similar a lo que les contaba de Nantes (posts
#17 al #21), pero a lo grande y sin el componente esclavista. Además construyó
un astillero del que salieron los principales barcos británicos de la época,
como el Queen Mary o el Queen Elisabeth. Los magnates del tabaco fueron los que
primero acumularon grandes fortunas y tuvieron el ojo de reinvertir en la
ciudad (en vez de llevárselo a Suiza). De entonces son los grandes edificios
victorianos, que luego se exportarían a Nueva York y otras plazas.
Para quien no lo sepa, el adjetivo “victoriano” no designa tanto un
estilo arquitectónico, como una época, la de la reina Victoria. Para que vean
de que les hablo, les pongo el link a una serie de fotos de las más de 600 que
he tomado en este viaje (es otro de mis vicios). Si conocen ciertas zonas de
Nueva York, como el SoHo, tal vez reconozcan el parecido.
Glasgow es un lugar lleno de
buenas tabernas, restaurantes, museos, hoteles, bibliotecas y monumentos que
visitar, en donde tradicionalmente se ha hecho muy buena arquitectura, y en la
actualidad se sigue haciendo. No he incluido las fotos de los nuevos edificios.
Hay enormes centros comerciales y vías urbanas peatonales flanqueadas de tiendas
de las mejores marcas. Por allí circulan las multitudes de ciudadanos atareados
en dirección a la Central Station, en donde cogerán el tren que les llevará a
su residencia, fuera del centro. Hay también una única línea de Metro,
circular, muy popular y con vagones modernos de color naranja.
En cuanto a McKintosh, es un
auténtico artista global, que pintaba, diseñaba muebles y objetos y proyectaba
edificios enteros, hasta las cortinas. Nacido en 1868, se interesó desde
siempre por la jardinería y estudió Bellas Artes mientras trabajaba de aprendiz
en un estudio de arquitectura. Esta era su ocupación cuando, con 26 años, ganó
el concurso del proyecto y obra de la nueva Escuela de Bellas Artes, de la que
había sido alumno, que debía abandonar su vieja sede. Este fue el primer
proyecto que le encargaron y el último que se acabó de construir.
Con el renombre alcanzado, se estableció
por su cuenta, con su mujer y también gran diseñadora Margaret McDonald, además
de la hermana de ésta y su marido, en lo que se dio en llamar el Grupo de los
Cuatro. Este equipo es uno de los más destacados del movimiento Arts
&Crafts y su influencia es clara en otros como el Art Deco o el Art
Nouveau. Arquitectos de nombre como Franck Lloyd Wright beben directamente de
Mckintosh a la hora de diseñar, por ejemplo, sus muebles. Los Cuatro
construyeron casi toda su obra en Glasgow, sobre todo salones de té en los que
diseñaban todos los elementos de la decoración.
McKintosh no recibió ningún
encargo más después de 1913, vaya usted a saber por qué motivo. En 1915 se fue
a Londres con su mujer en donde, a partir de entonces, se dedicó al diseño
editorial y las ilustraciones. En 1923 cumplió uno de sus sueños: el de ser un
pintor francés. Se trasladó con su mujer a Port-Vendres y se dedicó durante
cuatro años a pintar unas acuarelas magníficas. Luego volvió a Londres en donde
murió al poco tiempo, a los sesenta años, casi arruinado. Mientras tanto, en
Glasgow, algunos salones de té por él diseñados eran demolidos y sus muebles
(que ahora valdrían millones) tirados a los vertederos. En el siguiente link
tienen un catálogo on line en donde
pueden admirar toda su obra gráfica. http://www.huntsearch.gla.ac.uk/mackintosh/
Pero aun falta lo más extraordinario.
En 1987, casi sesenta años
después de su muerte, un ingeniero entusiasta de Glasgow, se propuso construir
un proyecto de McKintosh que nunca se había llegado a edificar. Resulta que en
1901, se organizó en Alemania un concurso internacional para el diseño de “La
casa perfecta”. McKintosh realizó aquí su diseño más extraordinario, en
estrecha colaboración con Margaret, con la que estaba recién casado. El jurado
no les dio el premio porque no habían presentado el número de planos que exigían
las bases y ya saben cómo son los alemanes de cabezotas. Pero en su fallo, en
el que declaraban el premio desierto, reconocieron que la propuesta de
McKintosh era la mejor, a años luz de las demás. Luego, el proyecto cayó en el
olvido.
Nuestro ingeniero entusiasta consiguió convencer a diversas instancias
administrativas y culturales de Glasgow para que financiaran y promovieran la construcción
de este proyecto, llamado por sus autores The
house of an art lover. Hubieron de rescatar técnicas de carpintería,
cerrajería y soplado de vidrios, abandonadas hacía mucho, para lograr una
reproducción lo más fiel posible de los dibujos de la pareja. La casa de un
amante del arte existe hoy, en un parquecito en las afueras de Glasgow y se
puede visitar. Yo lo hice y confieso que es una de las cosas más bonitas que he
visto en mi vida. Abajo tienen el link a mi reportaje. ¡Es un proyecto de 1901!
Para terminar, una frase del maestro. Un periodista le pregunta, en
relación con sus proyectos, hasta dónde llega la mano de Margaret y hasta
dónde la suya propia. Su respuesta: “Ella es la parte genial. Ella tiene el genio.
Yo aporto el talento”. ¡Ahí queda eso! Piénsenlo. Que duerman bien, a pesar del
calor.
No entiendo muy bien la diferenciación entre genio y talento. ¿Podría aclararnos algo más respecto a este tema? Si a usted le ha gustado tanto como para citarlo, quiere decir que lo ha entendido.
ResponderEliminar¡No esté tan seguro! Tal como yo lo veo, el genio es algo que te hace abrir nuevas vías, en el arte o el conocimiento, caminos que nadie ha transitado antes. El talento en cambio te lleva a hacer un determinado trabajo muy bien, a un nivel de excelencia, incluso mejor que nadie, pero sin innovar. El genio es innato, el talento se debe a la educación y se mejora con trabajo y esfuerzo. Genios fueron Einstein o Picasso. Personas con talento hay muchas, en todos los ámbitos. El talento se consigue con un nivel alto de autoexigencia. Pero el genio también requiere trabajo, para que no resulte desaprovechado. Ya sabe lo que decía Picasso al respecto: "Yo creo en la inspiración, pero prefiero que, cuando llegue, me pille trabajando".
EliminarLa frase de Mckintosh es un compendio de muchas cosas: humildad, sabiduría, amor, sencillez, conocimiento de sí mismo y de su oficio. Era un tipo cojonudo, no lo dude. La visita a la House of an art lover se merece de sobra un viaje a Glasgow. Hay vuelos directos. Anímese, hombre, quien quiera que sea. Y gracias por seguir mi Blog.
El talento es equivalente a inteligencia, eso sí, en grandes dosis. El genio es algo más: requiere inteligencia, por supuesto, pero con el valor añadido de la intuición, la creatividad, la capacidad de inventiva, en una palabra: el genio es la "chispa". El reconocimiento de McKintosh por la genialidad de su mujer es, realmente, muy valioso, porque proviene de un hombre así mismo genial (y extraordinariamente sensible) y porque se produce en unos tiempos en los que las mujeres vivían en la irrelevancia.
EliminarPues ahí queda perfectamente aclarado. Gracias amigo anónimo.
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