Poco a poco vamos limpiando en nuestras mentes las telarañas del miedo y la tristeza acumulados en este terrible período que ya parece ir tocando a su fin, marcado por encierros, cautelas, recelos y desconfianzas, bajo una auténtica lluvia ácida de informaciones y desinformaciones sobre un virus del que se sigue sabiendo poco, o lo que se averigua no se dice. La semana pasada acudí a una fiesta de cumpleaños, la primera desde que nos cayó encima la pandemia, en una casa particular, eso sí, bien ventilada y aireada. Mayoría de participantes médicos y de al menos 60 años, es decir, vacunados y con conocimiento de causa. Allí, los que iban llegando se quitaban la mascarilla, se la guardaban en un bolsillo y se sumaban a la conversación, el bebestible y la música, con los ánimos reforzados tras la larga hambruna de sensaciones gratas que hemos padecido. Ahora sí parece que estamos en la puerta de salida del túnel.
Anteayer por la tarde quedé en la Plaza de Santa Ana con un grupo de amigos que no nos veíamos desde hace año y medio y la sensación fue mayoritariamente de gozo y de alivio por esta especie de normalidad que estamos recuperando a pulso desde la desolación de unos meses que no olvidaremos. Entre los contertulios, estaba el querido amigo y lector que se camufla bajo el seudónimo de Ateo Piadoso e, inevitablemente, hablamos un poco del blog. Este señor, que me honra con su atención y su fidelidad a esta página, en donde a veces nos hace llegar algún que otro comentario dictado siempre desde la sabiduría y la experiencia de su larga y fructífera trayectoria, me confesó que hasta le estaba empezando a gustar Samantha Fish, algo que también me comentó Berto en La Coruña. Yo creo que una de las cosas que hacen especial este blog es la calidad humana de algunos de sus seguidores más constantes. Vaya, no tuve más remedio que pedirle a mi amigo que nos hiciéramos algunas fotos juntos, para la posteridad. Aquí una de las más vistosas.
A partir del respeto que tengo a la autoridad moral de mi amigo, por motivos de edad, dignidad y gobierno, le pregunté qué le había parecido lo del calvo que les dediqué a los participantes en la mani de Colón, bastante comentado entre mis lectores más tradicionales e impresionables, que me dicen que qué valor tengo, que he superado una raya roja (yo creo que es una raya, o cordón sanitario, que tienen ellos en su mente). El querido Ateo Piadoso me miró tranquilamente a los ojos y me dijo que para él lo que de verdad tiene importancia es que muestre la cara en un foro al que puede entrar cualquiera. Que una vez que he sacado la cara (y yo la muestro en casi todos los posts) el culo es sólo otra parte más del cuerpo que no pasa nada por enseñar. Sabiduría a toneladas. Y, añadió, que si me preocupaba el que alguien pudiera haberse molestado, tenía fácil aportar una disculpa, para lo que me sugirió un viejo dicho, al parecer de la zona de Murcia, que yo no había oído jamás: si con meterla ofendí, con sacarla cumplo. Tal cual queda reseñado.
Como no podía ser de otra manera,
se habló en la tertulia largo y tendido del tema del día: los indultos. Algo
habré de decir al respecto, aunque no pretendo sentar cátedra. Empezaré por
decir que ayer me levanté, me vestí de corredor y salí al Retiro. Y que lo encontré
como siempre. La gente que deambulaba por allí, con sus perros, sus bicis,
corriendo o paseando, no parecían abrumados por ninguna tragedia, cataclismo o
paso irreversible hacia el abismo de la Historia, como los que pronosticaban el
fraCasado y su cohorte de seguidores.
Por la tarde fui a mi clase de blues en Palomeras con la misma sensación. No
quiero abusar de la prototípica frase de los marihuaneros principiantes, pero
es que vuelve a venir como anillo al dedo: ¡Pues
yo no noto nada!
Es este un tema del que he procurado no decir mucho (con lo del famoso calvo ya dejé clara mi postura al respecto y nunca mejor dicho lo de postura), pero entiendo que mis lectores quieren que entre en mayores análisis. Empezaré diciendo que este tema de los catalanes atañe más a los sentimientos que a la razón, que está gobernado a nivel de intestinos, más que de cerebro: cerebralmente no se sostiene el afán por segregarse de España, cuando sólo con hacer un amago las empresas principales de la zona entraron en desbandada. Pues en ese terreno de los sentimientos, en donde habitan también las empatías y las afinidades, he de decir que a mí, que estos señores hayan estado casi cuatro años en el trullo, no me genera ninguna sensación de pena, conmiseración o siquiera proximidad. Debo de ser un poco bruto y bastante insensible, pero mis intestinos lo que me susurran es un que se jodan.
Sí he de decir que no me satisface mucho una Justicia que, tras condenar a estos señores a 13 años en algún caso, sentencia al llamado Rey del Cachopo a 15 años de cárcel. Ha quedado probado que este señor mató a su joven novia latina, la descuartizó para que pudiera caber en una maleta grande que tenía y luego llevó la maleta a una nave de su propiedad, la roció con gasolina y le prendió fuego. No le salió bien la jugada porque unos vecinos de la nave sintieron el humo, llamaron a los bomberos y llegaron estos pronto a apagar el fuego, salvando los restos chamuscados para que pudieran ser identificados. Pregunto ¿es la condena de este señor equilibrada frente a la de Junqueras? Obviamente no. Pero yo creo que la que está bien es la de Junqueras; al otro tendrían que haberlo colgado por los huevos en la plaza pública (figuradamente).
Si yo, y me imagino que mucha gente, no tenemos empatía alguna por estos señores, es fácil conjeturar que Sánchez tampoco siente nada similar. ¿Por qué los indulta entonces? Pues para buscar una utilidad: resolver el embrollo del conflict y pasar a la historia como un desfacedor de entuertos irresolubles (y, de paso, optar a la reelección, con esa baza ganadora en la mano). Sabemos que Sánchez es un maniobrero efectivo, que domina el regate en corto. Pero, ¿llegará con esta jugada a progresar en la senda de la distensión? Pues es una apuesta bastante arriesgada, pero puede salir. Lo que desde luego no sirve para nada es ponerse de perfil, no hacer nada, judicializar el asunto y dejar que se vaya pudriendo. En otras palabras: hacer un Rajoy.
Hay una cosa clara: el prusés ha sido catastrófico para Cataluña. Y seguir porfiando en esa línea, seguirá siendo una ruina para la economía de la zona. El gesto de Sánchez es una mano tendida que podría ser un primer paso en la dirección correcta. Pero yo desconfío bastante de los del otro lado y ya se ha visto en las escenas y en las actitudes de los que salían de la cárcel. Como siempre, el mejor análisis es el del gran Jaume Reixach, de hace tres días, que pueden leer AQUÍ. Es muy aleccionador leer a este señor. Yo he estado siempre a favor de estos indultos, además exactamente en la forma en que se han concedido: condicionados a que se porten bien y sin afectar a la inhabilitación. Los medios controlados por la derecha hablaron de una encuesta nacional que evidenciaba una mayoría abrumadora en contra, pero entre la gente con la que yo hablo o me comunico, casi todo el mundo estaba a favor, siempre pienso que vivo en una burbuja de gente culta y ecuánime. Y a saber cómo hicieron la pregunta. Tal vez: ¿es usted tan gilipollas que está a favor de los indultos?
Pero lo que ya me ha confirmado definitivamente que estamos en la línea de opinión más pertinente es la oposición frontal explícita de Puigdemont y sus seguidores. Recuerden que, cuando Sánchez fue a contar sus propuestas al Liceu, los puigdemoníacos convocaron una manifestación en contra a la misma puerta, y que los tipos insultaban y llamaban traidores a los que iban acudiendo a escuchar al presidente, en un pronunciamiento exactamente simétrico al de la astracanada de Colón. En fin, seguramente ya lo han olvidado, pero yo tengo una receta para arreglar el conflict, que detallé en el blog hace tiempo. Además, cuando estuve en el congreso en Lyon de la red Metrópolis, conviví los tres días con una amplia delegación catalana, toda independentista, encabezada por Maite Aymerich, la mujer que sustituyó a Junqueras en la alcaldía de Sant Vicenç dels Horts, cuando ascendió a vicepresidente de Puigdemont.
Era esta una mujer agradable, educada y proactiva con la que hablé mucho y le conté mi propuesta, haciéndola al menos dudar, una vez que me escuchó (por cierto, ya no es alcaldesa de Sant Vicenç, en las últimas elecciones locales le quitó el puesto el PSC). Mi propuesta es sencilla y a la vez imposible, por la premisa de base. Se necesitarían dos presidentes (en España y en Cataluña) que hablaran con las cartas boca arriba, sin dobleces ni traiciones bajo la mesa. Con lealtad. Eso es lo difícil. A partir de ahí, diseñarían entre ambos un paso a paso. Como diría un moderno: una hoja de ruta. Como diría un informático: un texto programado. Como diría yo: un guiaburros. Ese paso a paso o guiaburros se elaboraría por consenso y se anunciaría a la ciudadanía para ver qué les parece. Esto último no en forma de consulta formal, sino como se ha hecho con los indultos.
Y ese paso a paso empezaría por organizar un Referéndum No Vinculante. ¡Toma ya! En cuanto alguien de la derecha oye referéndum, se pone ya totalmente en contra. Y en cuanto un separatista oye no vinculante, lo mismo; Maite se puso inmediatamente tensa y me soltó: eso es considerar a los catalanes menores de edad. Creo que en parte es un problema de nomenclatura, habría que buscar un nombre que no ofendiera a nadie. Se me ocurren algunos. Consulta exploratoria vinculante ma non troppo. Plebiscito de opinión previa coadyuvante. Diagnóstico primigenio de intenciones profundas y abstractas. No lo sé, doctores tiene la política como para buscar nombres inocuos pero significativos. Pero el nombre sería lo de menos. Lo principal es el concepto.
Lo que yo propongo es una consulta a todos los ciudadanos de Cataluña en la que se les pregunte si quieren segregarse de España o seguir dentro. Y con unas condiciones pactadas previamente entre las dos partes. La primera, un compromiso de gestión posterior conjunta y leal del resultado, sea el que sea. Quiero decir que, si los catalanes se pronuncian en un 80% a favor de separarse, el Estado español estaría comprometido a ayudar a las instituciones catalanas en el proceso de desconexión. Una segunda condición clave: la necesidad de una mayoría cualificada suficiente: una decisión como esa no se puede tomar a partir de un 51% de votos, como el desdichado Brexit. El porcentaje sería otro dato a consensuar. Cuando le expliqué a Maite Aymerich estas condiciones, se destensó visiblemente y se quedó pensativa, mirando al infinito, como soñando en un mundo en el que la política estuviera en manos de gente tan razonable como yo.
Y por supuesto, yo añadiría una tercera condición: ese referéndum se haría sólo una vez, como dictaminó la Clarity Act de Canadá. Lo que resulte de ese referéndum ya no se toca, sería definitivo, no se pueden seguir repitiendo estas consultas ad infinitum, hasta que una de ellas salga en positivo para ellos, momento en que se separarían y decretarían inmediatamente el final del derecho a decidir. Este guiaburros me lo he parido yo solito y me imagino que tendría cuarenta dificultades procedimentales, jurídicas y burocráticas, pero es la forma de no olvidarse en esta guerra de la mayoría (por ahora) de catalanes que no se quieren separar, a los que representa por ejemplo mi admirado Javier Cercas, que también se ha pronunciado a favor de los indultos, en el artículo que pueden leer pinchando AQUÍ.
Vaya, mira que siempre les juro y perjuro que no quiero opinar de política, pero acabo cayendo en este error una y otra vez. Yo de lo que quiero hablar es de Samantha Fish, cuyo nuevo disco se retrasa y nos tiene a todos en ascuas. Y de blues y de yoga y de mis andanzas por la ciudad postcovid. Otra vez he caído en el error y tengo que pedirles disculpas por ello. Entre las mil formas de disculparse hay algunas muy pedestres como se me ha escapao. He dicho pedestres porque es la que se suele utilizar cuando te pillan tirándote un pedo. Pero sin duda la mejor es la que se sugiere en el título del post: si con meterla ofendí, con sacarla cumplo. Cumpliré, pues, en la medida de lo posible, hablándoles de otros temas en los posts sucesivos.
Aunque no viene mal empezar por el
final de este. Un vídeo cortito y suave de Samantha siempre es una buena forma
de cerrar un post. Hoy les traigo una canción de su vena más country,
tocada con una guitarra acústica y el único acompañamiento del violín
de su amiga Rebecca Crainshaw. Es una canción que Sam no canta nunca en sus
conciertos, de hecho no hay ninguna otra versión en Youtube. Yo creo que es porque se trata de una canción muy triste, que habla de una chica que se fue
de su Arkansas natal en pos de un amor juvenil y que luego ha tenido una vida
desgraciada que la ha convertido en esa señora soñadora, esa Belle of the West que viaja en un barco
por el Mississippi, tal vez bajo una sombrilla de colores, y que nunca piensa
en volver derrotada a su tierra, sino en alejarse más y más hacia el sur. El vídeo está grabado en unas bodegas de New York. Disfrútenla
en paz, cuídense del virus y de las nostalgias diversas y miren adelante.
Siempre.
Su fórmula para arreglar el problema catalán es ingeniosa y podría funcionar, si no hubiera políticos por medio. Pero, como dice Reixach en su excelente artículo, se ha esparcido mucho odio y va a ser difícil salir del bucle.
ResponderEliminarLa jugada de Sánchez es perfecta para él, que queda de hombre bueno y les pone a los de enfrente un cierto listón ético. Pero para una gente que son fanáticos, no hay listones éticos que valgan y ya se ha visto la respuesta. Estrictamente con el decreto en la mano, cuando salieron de la cárcel y desplegaron una bandera que decía Freedom for Catalonia, ya había que haberlos metido para dentro otra vez. Veremos por donde sigue el culebrón.
Gracias por sus elogios, un lector amigo me ha sugerido que abra una petición en Change.org con esa fórmula, pero de momento no tengo intención de hacerlo: mi idea es una ensoñación, supongo que bastante de Perogrullo, y basada en un desconocimiento de la realidad catalana sobre el terreno. Aunque a veces se ven mejor las cosas desde una cierta distancia. Simplemente es una idea de sentido común: sepamos de una vez lo que piensan los catalanes sin sesgos ni presiones y trabajemos juntos sobre el resultado. Es algo obvio, como lo del huevo de Colón, que no deja de ser otra fórmula de Perogrullo.
EliminarYo tampoco tengo mucha fe en el comportamiento deportivo de los independentistas (ni, con todas las cautelas, en el de Sánchez), pero veremos como evoluciona el tema.