martes, 17 de diciembre de 2019

893. Climática

Digamos que es un palabro que me acabo de inventar, que significa filípica, pero relacionada con el clima. O sea que le voy a regañar a más de uno y, al que le pique, evidenciará que ajos come. Así que, para dejar claras las cosas voy a empezar por lanzar tres hurras por Greta Thunberg, como estos: ¡¡¡HIP-HIP-HIP!!! ¡¡¡HURRA!!!  ¡¡¡HIP-HIP-HIP!!! ¡¡¡HURRA!!! ¡¡¡HIP-HIP-HIP!!! ¡¡¡HURRA!!! Y a todos los que estos días han hecho chistes groseros, han escrito o leído burdas mentiras (y se las han creído), o han delirado a cuenta de lo que se ha gastado en gasoil en su travesía en velero por el Atlántico, les deseo con todas mis fuerzas que el próximo hijo, sobrino o nieto que nazca en su familia venga con síndrome de Asperger. Ahí queda dicho. Después hablaremos de Greta, porque primero vamos a volver a contar (¡otra vez!) en qué consiste esto del cambio climático. Porque se empieza por negar el calentamiento global y se acaba votando a Vox. O viceversa.

Vamos a ver. Que el clima está cambiando lo sabe todo el mundo. Hace mucho más calor ahora que hace 20 o 30 años. Eso es algo que no hace falta explicar más. Los llamados negacionistas, como Trump, lo que dicen es que ese calentamiento no se debe a la acción humana, sino que es consecuencia de un fenómeno pendular que cada tanto calienta o enfría el planeta alternativamente. Es una explicación a considerar. Después de las últimas grandes glaciaciones hay testimonios de que se produjeron enfriamientos y calentamientos sucesivos, de forma cíclica, y es muy posible que ahora estemos iniciando uno de esos períodos de recalentamiento. Pero lo que no sirve de nada es negarlo. Es como si el pollo de la foto de abajo proclama a voces que él no tiene un flemón de caballo. Aunque, tal como tiene la boca, es posible que no se entendiese nada de lo que dijera.


Volvamos a la historia. Recientemente se ha publicado un trabajo de investigación que ha revelado que, ya antes del pepinazo del asteroide sobre el Yucatán, se produjo una sobrecarga de CO2 en la atmósfera, probablemente debida a una actividad volcánica desacostumbrada. El CO2 no es un gas tóxico para el ser humano (dicho esto con la debida cautela). Hace falta una concentración muy alta para matar a una persona. Si usted se mete en un garaje, enciende el motor de su coche y sella todas las rendijas, se acabará muriendo pero, en cuanto haya algún escape para el gas, lo va a tener usted muy difícil para suicidarse. Y, en tal caso, la muerte se produce por asfixia, es decir, por falta de oxígeno, no porque el CO2 sea venenoso. Ustedes, como yo, están hartos de respirar CO2 por la calle o, por ejemplo, cuando entran en un garaje del que acaba de salir un vehículo. Y no pasa nada. El problema de los coches en la ciudad son los demás contaminantes que emiten los motores, el CO y, especialmente, el NO2 y las partículas en suspensión, como ya expliqué en su día en el  Post #660, que pueden repasar si quieren un mayor grado de detalle en lo que les estoy tratando de explicar.

El CO2 se extiende por la atmósfera libremente, por erupciones volcánicas, industrias o cualquier otra fuente y, poco a poco, lo van absorbiendo las plantas y los árboles, que lo necesitan para hacer su fotosíntesis. El problema es que, si en la atmósfera hay más CO2 del que pueden procesar las plantas del planeta, el excedente se va a los océanos y eso genera una acidificación muy perniciosa para los diferentes animales marinos. Y, por supuesto, para los amantes como yo del marisco. Si seguimos largando cada vez más CO2 a la atmósfera, nos vamos a quedar sin calamares, ni gambas ni percebes. Los bivalvos son más resistentes y lo que hacen es incrementar el grosor de su concha. Eso es lo que han constatado los investigadores de los que les he hablado al principio: que en los restos de almejas y similares datados antes del pepinazo, ya se evidencia un grosor anormal, que delata una acidificación del agua del mar, producida por un exceso de CO2 en la atmósfera, obviamente generado por causas ajenas al hombre.

Sin necesidad de irse tan atrás, hay huellas ciertas de ese fenómeno cíclico calentamiento-enfriamiento, bastante cercanas. Es lo que se conoce como el Óptimo Climático Medieval (700-1350) y su continuación, la Pequeña Edad del Hielo (1350-1850). El primero de ellos produjo unas temperaturas muy agradables en toda Europa y América del Norte, lo que puede relacionarse con el auge de la agricultura y la ganadería y una cierta prosperidad de los humanos. De esa época es la llegada de los vikingos a una tierra que bautizaron como Groenlandia (tierra verde) porque estaba de ese color y no blanca como se puso después. Si sigue el calentamiento actual, tal vez Groenlandia recupere un color acorde con su nombre.

Ese calor está también relacionado con el surgimiento de las ciudades-estado en Italia, o las de la Liga Hanseática en el norte de Europa, así como el inicio del Renacimiento. Pero todo este florecimiento propiciado por el clima benigno se acaba cuando llegan las ratas (atraídas por el calor) y difunden la peste. La población se ve diezmada, se abandonan los cultivos y se producen incendios y tal vez también erupciones volcánicas. Ese conjunto de desgracias alumbra la Pequeña Edad del Hielo, que se extiende hasta mediados del siglo XIX. Y las temperaturas no empiezan a templarse de verdad hasta bien entrado el Siglo XX. Hace dos días. Algunos investigadores dicen ahora que no está acreditado que eso sucediera también en el hemisferio sur (pueden leerlo AQUÍ). Pero a mí eso me la bufa, yo creo que fue un fenómeno global. Y, por cierto, la mejor información sobre este asunto tan poco conocido la pueden encontrar, cómo no, en mi blog, más en concreto en el Post #270. Hace cinco años y medio ya le explicaba yo esto a mis lectores. ¡A ver qué se han creído!

Así que no es ninguna tontería pensar que estamos en medio de un fenómeno de este tipo. Lo que pasa es que ahora tenemos unos instrumentos de medición muy precisos, que nos permiten elaborar series históricas. Y los datos de estas series evidencian una subida continua del CO2 en la atmósfera, resultado de la proliferación de industrias, los pedos de las vacas y la deforestación galopante, y otra serie correlativa: la que demuestra que el ph de los océanos se está acidificando al mismo ritmo. Sinceramente, yo creo que el cambio climático que estamos sufriendo, es el resultado de ambos factores: calentamiento cíclico y actividad humana. Y comprendo que se hagan campañas de concienciación entre la gente, para ver si nos volvemos un poco más cuidadosos en nuestros hábitos y logramos suavizar las consecuencias de este calentamiento que nos aflige. No sólo utilizando menos el coche, sino usando menos envoltorios de plástico de usar y tirar, por ejemplo. O gastando menos agua. O comiendo menos carne.

Otra gilipollez que se dice por ahí es eso de que el ser humano se está cargando el planeta. El planeta Tierra es indestructible y tiene buena salud. Lo que pasa es que, si se le agrede, se defiende y monta huracanes, terremotos y similares. Lo que sí es posible es que esos estornudos y toses de la Tierra comprometan seriamente el futuro de la Humanidad, o al menos el de algunas zonas, como las afectadas por las sequías, por ejemplo. Pero yo creo que el hombre se adaptará a lo que venga, como ha hecho ya en otras ocasiones similares. He asistido a un par de charlas en el entorno de la Cumbre del Clima COP25, que se celebraba al lado de mi curre. Sólo tenía que cruzar la calle. Me interesó especialmente una que daba mi amigo César Fernández, miembro de la ONG Arriba las Ramas, que se dedican a plantar árboles por todas partes. Por supuesto, no desdeñan todas las campañas y medidas que se están organizando para que se contamine menos, pero dicen que la sociedad occidental es muy reacia a cambiar de hábitos y que, para cuando se empiecen a notar esas medidas, ya será demasiado tarde. Por eso proponen plantar muchos árboles, bosques enteros, para que haya más sumideros para ese CO2 que vamos a seguir produciendo. En suma, es atacar el problema desde el otro lado. Una idea estupenda.

Y vamos con Greta. Estuve, cómo no, en la manifestación por el clima que se celebró en Madrid el día 6 de diciembre por la tarde. Pasé un buen rato en la zona de los activistas chilenos que gritaban repetidamente –El que no salte es paco, proclama colectiva a la que ponía contrapunto sonoro a contrarritmo y en falsete, un tipo con poncho que añadía: CULIAO En algún momento me pareció que iban demasiado despacio, así que me salí por un lateral y caminé más vivo. Superé la cabecera de la mani y pillé un sitio preferente frente al escenario en el que unos mimos ejecutaban una performance bastante sosa. En el móvil acababa de leer que Greta Thunberg abandonaba la manifestación por motivos de seguridad. Pero yo sabía que iba a hacer lo mismo que yo: adelantar por fuera para decir algo desde el escenario. Alguien tan cabezota como ella no iba a abandonar por tan poco. No me defraudó: apareció puntual y pronunció un breve parlamento, apenas a diez metros de mí.

Es una niña muy menudita, no sé cuanto pesará, le calculo unos 35 kilos. Hace ademanes de persona mayor y tiene una voz sorprendentemente potente y nítida. Habla muy bien. Con la pinta que tiene podría esperarse que tuviera una voz de ratita presumida: por ejemplo, Rosa Montero tiene una voz ratonil, coherente con su cara. Greta no. Es una oradora potente y convincente metida en un cuerpo de niña enclenque. Greta es una Asperger de libro y, antes de meterse con ella y hacerle burlas soeces, deberían saber sus críticos lo que es el síndrome de Asperger: una alteración de la personalidad, del espectro del autismo, que se tiene de nacimiento y, atención, de causa desconocida. No se sabe nada de su origen, a pesar de que fue descrito con precisión por el tal Asperger, un médico austriaco. Los que lo sufren, pueden ser listos o tontos, buenas o malas personas, que eso no tiene nada que ver. Y pueden padecer un mayor o menor grado del síndrome.

Los asperger carecen de habilidades sociales. No saben lo que es el miedo, carecen de sentido del humor y de sentido del ridículo, son obstinados, de pensamiento inflexible, no dan nunca un tema por perdido y suelen focalizarse en alguna disciplina o materia de forma obsesiva y excluyente. Los más graves lo pasan mal en el colegio, es frecuente que no soporten que nadie les toque. Algunos articulistas sostienen que Lionel Messi sufre una versión suave del Asperger, lo que explicaría su forma ensimismada de regatear a todos los contrarios que tratan de cerrarle el paso y la seriedad y parquedad de sus celebraciones cuando marca gol. También escribí un post al respecto, pero ya no quiero ponerles más deberes. Por suerte o por desgracia, he conocido de cerca niños con Asperger, hijos de algún conocido y les juro que es un problemón. Y, por lo que yo sé, Greta se está comportando como un Asperger prototípico. 

Si quieren saber algo sobre este tipo de personalidades, les recomiendo que vean la excelente serie de trama policial Bron (El puente). Es una serie sueco-danesa, en torno a una sucesión de crímenes que suceden entre ambos países. La policía que dirige las pesquisas desde el lado sueco se llama Saga Norén, es una Asperger de libro también y uno de los personajes más fascinantes del mundo de las series de TV. Un personaje implacable, capaz de resolver los casos más difíciles, porque es muy lista. Yo creo que Greta también lo es, a pesar de su juventud. Si no sufriera el síndrome de Asperger, me preocuparía su futuro y su capacidad de gestionar la fama súbita que se le ha venido encima. Con su forma de ser, no hay por qué temer que la situación se la coma. Estas personas son inasequibles al desaliento. Les dejo la grabación del breve speech que dio en la cumbre del clima (por cierto, fallida). Aquí pueden ver qué buena oradora es. Para la gente joven es una referencia. Y también para mí, que ya saben que me entiendo mucho mejor con las mujeres y los jóvenes, que con los viejos y los machos que hablan de fútbol en los bares. Sean buenos. Y, al que no le guste mi blog, que deje de entrar.   

8 comentarios:

  1. Bien, estoy totalmente de acuerdo con usted con su disertación sobre el calentamiento global. Como usted bien dice, ahora poseemos instrumentos precisos que permiten elaborar modelos realistas del futuro en función del pasado histórico (que hasta hace unos 150 años no había termómetros fiables). Por otra parte es sabido y demostrado que la cantidad de CO2 es directamente proporcional a la temperatura (y no al revés) y la temperatura depende directamente del Sol. El mayor productor de CO2 (alrededor de un 85% creo recordar) son los océanos y siempre dependiendo de su temperatura. Bueno, pues después de todo este rollo se llega a la conclusión que en 100 años subió la temperatura 0,5º.
    Mi querido amigo, no creo en lo que llaman "antropogénesis". Creo que la acción del hombre sobre el calentamiento es prácticamente nula. Otra cosa es el "enmierde" a que estamos sometiendo el planeta a base de vertidos nefandos, plásticos, emisiones y demás acciones funestas que como no le pongamos fin acabaremos flotando en mierda por los siglos de los siglos amén. En esto sí creo firmemente.
    Hay un gran negocio montado en torno al "cambio climático" (y Greta es una víctima). Habría que investigar a muchos lobbies que tienen intereses espurios pero ese es otro tema.
    Aprovecho esta ocasión para desearle una feliz nabodad y un próspero merimé.
    Cuídeseme brother.

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    1. Mi querido brother y compañero de fatigas deportivistas, no sabe usted qué alegría me llevo cada vez que entra en el blog un comentario suyo. En este caso es un modelo de respuesta grouchiana: me dice que está de acuerdo, pero a continuación aporta su propia versión contraria a la mía. Todavía lo recuerdo levantando el dedo índice tras escuchar una disertación, para decir muy serio: "efectivamente, sí pero no". La verdad es que yo no me siento nunca en posesión de la verdad, aunque lo parezca. Cualquier teoría sobre lo que está sucediendo con el clima es válida y respetable. Creo que lo que yo digo está más en sintonía con las teorías dominantes entre los científicos y estudiosos del asunto, pero eso no quiere decir que sea más acertado.
      Tal vez, por ponerle un reparo a su disertación, creo que eso de que el mar produce el 85% del CO2 de la atmósfera es incorrecto, pero es sólo una intuición por mi parte, yo no soy especialista del tema.
      En cualquier caso, no quiero iniciar con esto una polémica que focalice el blog en este asunto. Yo lo que quiero es poder seguir contando mis aventuras y hablando de mujeres, de los fenómenos urbanos y de la actualidad, con un punto de vista desenfadado y humorístico.
      Con este post pretendía, en primer lugar, provocar, y en segundo, pedirle a los lectores que se acerquen a los temas con un mínimo enfoque científico y no se dejen comer el tarro por mensajes de whatsapp sin contrastar y lo que dicen los colegas en una barra de bar. Dicho esto tanto en relación con el tema climático como con el conocimiento del síndrome de Asperger.
      Creo que en el post siguiente explicaré el origen del cabreo que se trasluce en mi primer y provocativo párrafo. Y estoy de acuerdo plenamente con su apreciación sobre lo nefasto que es el enmierde derivado del uso excesivo del plástico y la deficiente gestión de los residuos urbanos a lo largo del mundo.
      Dicho esto, le deseo unas felices fiestas y un próspero 2020, en el que espero volverle a ver. Una de las mayores alegrías que me he llevado en el año que concluye fue el feliz encuentro con usted en el Café Berlín y aledaños, encuentro propiciado por el blog en donde se consignó la peripecia de una noche mítica, con su correspondiente foto para la historia.
      Abrazos a puñaos.

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  2. El pollo (así lo llama usted) puede tener un flemón, o a lo mejor es que le han partido la cara por sustentar determinadas teorías sobre el cambio climático.

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    1. Muy agudo. Pero yo me inclino más por el flemón.
      Un abrazo.

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  3. Gracias por otro estimulante post. Solo un par de puntualizaciones. El metano que emiten las vacas lo exhalan por la boca al rumiar, no viene de sus pedos. Y creo que no mencionaste directamente, perdón si me equivoco,que el aumento de temperaturas que vemos actualmente solo puede ser explicado por modelos cuando en ellos se introduce el factor humano de las emisiones de gases de efecto invernadero desde la revolución industrial. Si en el modelo solo se introducen datos naturales (ciclos del sol, emisiones de volcanes, etc), no se explica el aumento de las temperaturas de los últimos años. De todas maneras, por si acaso a alguno no le ha quedado del todo claro, aquí dejo un artículo que lo explica, junto a su gráfica correspondiente (en inglés) con el enlace al artículo científico original.
    https://physicsworld.com/a/energy-balance-points-to-man-made-climate-change/

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    1. Querida Elena, me encanta que sigas entrando en mi blog. Como sabe cualquiera que me siga, yo no soy un especialista de casi nada, sólo me precio de saber algo más de rock y de urbanismo. Lo que pasa es que mi curiosidad es infinita y me aventuro a hablar de temas de los que sólo tengo un conocimiento superficial. En ese sentido, te agradezco mucho tus comentarios, siempre útiles para los lectores del blog, porque tú sí que tienes un conocimiento bien fundamentado de estos temas (como cuando has aportado opiniones sobre Chile mejor fundadas que las mías).
      Me leeré con atención el artículo del enlace que me pones. Un abrazo, feliz Navidad y a ver si nos tomamos una caña algún día, por ejemplo en estas fiestas en que Lucas viene por aquí.

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    2. Bueno, ya me he leído el artículo y me parece muy interesante. Creo que deja las cosas muy claras. Gracias otra vez.

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    3. ¡Me alegro de que te gustara! Pues justamente ahora estoy en Santiago, pero volveré después de Nochevieja. Así que ahí podríamos ver lo de las cañas. Un abrazo y felices fiestas.

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