Sí señor, mañana cerramos década
y entramos en los felices 20, como dice un anuncio de Movistar. Esperemos que
sean tan felices como los de hace 100 años, para ustedes mis fieles lectores.
Bueno, fieles en general, porque en navidades como en agosto la afluencia cae
bastante, de lo cual se puede deducir que están ustedes muy ocupados cantando villancicos, tocando la zambomba, zumba-zumba-zumba, aguantando a sus parientes más coñazos, con perdón, me refiero a los típicos cuñaaaos o
sobrinos impertinentes, comprando regalos para todo el mundo y poniendo cara de
arrobo máximo, aunque en su fuero interno estén como yo deseando que se acabe
el peñazo. Qué quieren que les diga, yo voy cumpliendo con mis diferentes deudos y amigos,
he hecho los regalos correspondientes, me he mostrado paciente con los pesados
e indulgente con los intolerantes, en vez de darles dos bofetadas, y he puesto la correspondiente
cara de felicidad que se espera de uno en Navidad.
Eso sí, no he cantado villancicos
(me lo prohíbe mi religión) y mi respuesta a los grandes retos del consumismo
ha sido la siguiente. Gastos en el Black Friday: 0€. Gastos en el Ciber Monday:
0€. Pero bueno, la verdad es que me lo estoy pasando aceptablemente, he
disfrutado de mis hijos (Kike se ha marchado ya), he entrenado duro y no me he
pasado demasiado con la bebida y la comida. Mi amiga francesa Barbara ha estado
por aquí y me ha gustado mucho conocer a su marido y sobre todo a su
maravillosa hija de 8 años, con los que he estado por ahí dos días completos.
Aquí pueden ver una de las fotos que nos hicimos.
Por lo demás esto es sólo un
ensayo de mi futura vida de jubilado que finalmente, como saben, he decidido posponer un año
más, lo máximo que puedo. El frío ha llegado por fin, y es una delicia salir a
correr por el Retiro a las 8 de la mañana, aun de noche y ver cómo va clareando
sobre las praderas escarchadas. La temperatura esta mañana era de 2 grados. Tal vez sepan que el llamado Paseo de México,
que parte de la entrada de la Puerta de Alcalá, está en obras de mejora de los
jardines, en las que han encontrado unos restos arqueológicos, que las pueden
hacer eternas. No es de extrañar, porque el parque está construido sobre los
restos que dejó Napoleón del anterior Palacio Real del Buen Retiro. El caso es
que esas obras cortan mi recorrido habitual de runner, que he tenido que modificar.
Ahora, desde la puerta llamada de
España, corto en diagonal para salvar las obras, pasando junto a una esquina
del gran lago para seguir la diagonal hasta la montaña de los gatos, que
contorneo por el exterior, para volver por el borde oriental del parque hasta la magnífica
biblioteca instalada en el edificio de la antigua Casa de Fieras, por cierto,
una iniciativa de la denostada señora Botella, donde salgo al Paseo de Coches
para retomar mi circuito habitual. El recorrido es incluso más bonito que el
anterior y está menos petao de corredores pedorros, por lo que creo que lo seguiré
manteniendo aunque abran de nuevo el paseo de México. Me falta medirlo sobre
plano para saber si es más largo o no, pero de todas formas me encuentro
bastante bien y estoy valorando estirar el trayecto incluso un poco más.
Pero, vamos a lo que vamos.
Mañana termina el año y es día de salir por ahí a bailar, o quedarse en
familia, pero también para bailar algo en casa. Así que voy a obsequiarles con
unas cuantas músicas, que hoy voy a concentrar en un artista que tal vez es el
que más escucho últimamente. Hablo de Tim Armstrong, el líder del grupo punk
Rancid, que mantiene en vigor, aunque sus miembros tienen ya las crestas
recortadas y los tatuajes un poco desteñidos. Les he puesto mucha de la música
que este señor hace por libre: My
bucket’s got a hole, She’s drunk all
the time, Let’s get moving into
action, Telegraph Avenue y
algunas otras. Hoy les voy traer algunas muestras de lo que podríamos llamar el
post-punk o el ska-punk, que este señor practica con sus amigos. Empezando por
este Oh la la. Pónganlo alto y: a bailar.
El año que termina, podemos decir
que ha sido bueno en general. Por lo que a mí respecta, no me puedo quejar.
Cierto que mis viajes se han reducido un poco, pero es que era muy difícil
mantener el ritmo de los dos años anteriores: Birmania y
Portland-Seattle-Vancouver en 2017 y Los Ángeles-San Francisco, Chicago y Chile
en 2018. Este año me ha salvado el fastuoso recorrido por Madagascar, uno de
los viajes más interesantes y peculiares que he afrontado en los últimos años, además de otros
muchos de trabajo: París, Oslo, Lyon, otra vez París e Innsbruck. No está mal.
De Madagascar les voy a traer una foto que me han mandado mis compañeros como
felicitación navideña y que ni siquiera recordaba que me hubieran hecho. Está
tomada en una de las aldeas en las que desembarcamos durante el descenso del
Tsiribihina, y por tanto sin otro acceso que el fluvial. Todos los compañeros
se volcaron con los niños, pero a mí me llamó la atención una anciana que se dedicaba
a recoger palitos secos, supongo que para encender el fuego. Hablaba poco
francés y estaba algo desdentada, pero parecía feliz con el mundo. Estuve un rato ayudándola a recoger palitos y al final accedió a fotografiarse conmigo. Al fondo, un par de baobabs.
Por lo demás, el desastre
electoral de la dupla Carmena-Errejón amenazó durante un tiempo con arrasar mi
nicho laboral, pero al final salimos indemnes, incluso reforzados, porque es
un buen mensaje que una unidad técnica sobreviva después de un cambio
ideológico tan extremo. Eso indica que estamos trabajando bien, según directrices
internacionales y que hemos logrado un peso suficiente como para que unos y
otros se pongan medallas a nuestra costa. Es algo que nos ha inducido un
subidón final colectivo, que hemos plasmado celebrando la Navidad por todo lo alto,
como un partido de fútbol que todo el mundo espera perder y al final se
remonta. En esa euforia colectiva hay que enmarcar mi decisión de no jubilarme
todavía. Así que seguimos con Tim Armstrong, que en este nuevo vídeo hace un
homenaje a la familia punk de Japón.
Quedan las cuestiones colectivas,
que tendré tiempo de desarrollar en posts sucesivos. El Brexit se aproxima a
consumarse, lo que yo creo que va a ser una cierta tragedia para los ingleses,
que corren el riesgo de convertirse en el Reino Desunido, si escoceses e irlandeses
optan por largarse. Para mí es una muestra de lo perniciosos que pueden llegar
a ser los referéndums y las consultas. Yo creo que este es un instrumento que
sólo sirve para ratificar decisiones ya tomadas por los políticos, a los que
hemos votado para que decidan, no para que nos pregunten qué hacer. Lo de
Cataluña no parece en vías de arreglarse, pero a mí lo que más me ha preocupado siempre es que
todo el mundo entienda el verdadero signo del movimiento independentista. Y eso
parece bastante claro. Luego, puede ser que logren separarse, como los
británicos, que en este mundo no siempre gana la alternativa más correcta y
ética, como ya se sentenciaba en La Venganza de Don Mendo: Vinieron los
sarracenos/y nos molieron a palos/que Dios ayuda a los malos/cuando son más que
los buenos. No hay más que ver que ver que Trump ganó la presidencia de los
USA.
Ese es otro de los retos de este
2020 que empieza: las Elecciones Generales a celebrar el primer martes después
del primer lunes de noviembre. El proceso de impeachment terminará por
fracasar; está por ver si ayuda a deteriorar la imagen de Trump, o sirve para
lo contrario: para reforzarlo. A nivel nacional, el Gobierno que parece a punto
de constituirse lo va a tener negro. Tener que trabajar sin molestar a ERC es
como sufrir un dolor de huevos prolongado. Veremos lo que dura la cosa. Si hay
algo que tengo claro es que el problema catalán, por la fuerza, no se arregla,
sino que se realimenta. Pero yo no quiero hablar hoy de estas cosas. Mañana se
termina un año que no ha sido malo y les invito a celebrarlo bailando. Tim
Armstrong demuestar mucha cultura musical con esta versión delirante del Brown
Eyed Girl, de Van Morrison. ¡Hala! Que lo pasen pipa. Buena entrada de año.