martes, 27 de febrero de 2018

708. Túneles y festejos

Bueno, aquí me tienen de nuevo, superado el gran evento internacional Meet Up Reinventing Cities, celebrado ayer a lo largo de todo el día. Este asunto del Reinventing Cities está en plena ebullición y no me parece muy pertinente hablar demasiado de ello en el blog, donde no conviene mezclar las cosas de trabajo. Ya habrá tiempo de hablar del tema en esta tribuna, cuando las cosas se definan un poco más y no haya riesgo de joderlas por hablar más de la cuenta en un foro creado para otros temas bien diferentes. Mi amigo Tito asistió a buena parte de la jornada y por la tarde me llamó para felicitarme. Sus palabras: –Emilio, enhorabuena, el mejor piropo que te puedo echar es este: ¡no parecía una cosa del Ayuntamiento! Tiene razón, tal vez esto de Reinventing es más del blog que del Ayuntamiento, pero ya lo desarrollaremos en detalle cuando corresponda.

Hoy les quiero contar un asunto que entra claramente en el mundo de la autoficción, a la que este blog se dedica con fruición casi pecaminosa. Hace unos días llegó a la concejalía donde trabajo, un correo suscrito por una señora llamada Sarah van Lindt, que se identificó como ciudadana belga que vive en Madrid desde hace 20 años y que quiere preparar una visita a Madrid de una asociación de técnicos de diferentes ayuntamientos de la zona de Flandes Occidental, para lo que solicitaba una persona que les pudiera contar el desarrollo urbanístico de Madrid y les acompañara a ver Madrid Río y otros proyectos de interés. Ya saben donde terminó ese correo. El viernes le escribí y le dije que me podía llamar por teléfono cuando quisiera. Esta tarde recibí su llamada, después de levantarme de una merecida siesta, durante la cual, por cierto, había puesto el teléfono en modo avión. 

La señora van Lindt habla un correcto castellano, en el que se ha dejado unos restos de acento extranjero, tal vez por pura coquetería. Después de presentarnos y hablar un poco (me dijo que la visita será en mayo, así que hay tiempo de prepararla), me contó que los de la citada asociación ya me conocen, que en Flandes soy una verdadera referencia en relación con Madrid Río y que estaban seguros de que les atendería yo, pero habían escrito a la concejalía por hacer las cosas correctamente. Ella no sabía a qué se debe esta fama y se lo expliqué, lo mismo que se lo voy a explicar a ustedes a continuación. ¿Autoficción? Quien piense que fantaseo o exagero mi papel en esta historia, es libre de creerse lo que quiera. Pero lo que voy a contarles es verdadero y además hay constancia en el blog.

En septiembre de 2009, yo era el jefe de información del proyecto Madrid Río, en ese momento en plena obra de ajardinamiento. Mi cargo exacto era Subdirector General de Información y Participación Ciudadana de Proyectos Singulares. Nada menos. Por ese tiempo, en la ciudad de Amberes concibieron la idea de hacer un proyecto similar, el llamado Groene Singel (Anillo Verde). Amberes es la capital de la región autónoma de Flandes y está muy cerca de la frontera con Holanda. Por ella pasa todo el tráfico pesado que parte del puerto de Rotterdam hacia el sur. Una hilera interminable de camiones circula por una autopista de muchos carriles que se construyó rodeando la ciudad antigua de Amberes por el Este (al Oeste está el mar). Luego, la ciudad continuó creciendo al otro lado de la carretera, y ahora, la vía transcurre prácticamente por el centro de la zona urbanizada, partiendo la ciudad en dos.

Ya les he contado cómo actuó aquí el señor Gallardón. Pero en Flandes, región que participa de las culturas y las tradiciones nórdicas, las cosas se hacen de otra manera. El Ayuntamiento de Antwerpe (así se llama en flamenco), lo primero que hizo fue contratar a un equipo de arquitectos para hacer un anteproyecto de enterramiento de la carretera, y construcción de un jardín encima (aquí no hay río, pero el concepto es el mismo que el de Madrid Río). Lo segundo que hizo fue pagárselo, cosa poco habitual entre los arquitectos españoles, por desgracia. Y lo tercero, montar un congreso internacional para lanzar la idea. Ese congreso se celebró entre los días 22 y 24 de septiembre de 2009 y allí acudí yo a contar el ejemplo del proyecto de Madrid. El congreso fue en la sede central del Ayuntamiento, en un salón de actos monumental y muy concurrido, con asistencia del propio alcalde los tres días. Me tocó hablar en inglés durante 45 minutos y participar después en un taller con los distintos participantes.

Después de eso, en pocos meses, hube de recibir en Madrid a cuatro delegaciones diferentes de Flandes: dos formadas por parlamentarios de los dos principales partidos políticos del Flemish Parliement, y otras dos de técnicos afines a ambos partidos. Todos querían ver Madrid Río, para saber a qué atenerse. La región autónoma de Flandes tiene una Delegación en Madrid, que se relaciona educadamente con la Embajada de Bélgica, pero es autónoma, algo así como lo que ha organizado la Generalitat por todas las grandes ciudades europeas. Y el Delegado de Flandes en Madrid por esas fechas era un tipo súper simpático, que se llamaba Yves Wantens. Su principal ayudante, el agregado para asuntos económicos, se llamaba Dirk Verlee y era también encantador. Con ambos hice bastante amistad, hasta el punto que tomaron por costumbre invitarme a la fiesta de la comunidad flamenca en Madrid, que cada verano se celebraba en un salón del Hotel Palace.

Estas fiestas eran divértidísimas, había un cátering muy generoso y todos los años contrataban al grupo de jazz que encabeza el saxo Juan Muro y que cuenta con un guitarrista argentino muy veterano que toca sentado. El ambiente de estas fiestas lo reflejé en uno de mis mejores textos, que pueden leer si no lo conocen, o repasar en caso contrario, el Post #151, La fiesta flamenca. Los comentarios de los seguidores y mis respuestas son también interesantes. Lamentablemente, en la fiesta del año siguiente, 2014, Yves y Dirk se despidieron de Madrid en unos discursos muy emotivos, y de mí con grandes abrazos. Los trasladaban a Riga, donde iban a encargarse de abrir una nueva Delegación que extendiera la cultura flamenca por las tres Repúblicas Bálticas. El sustituto de Yves Wantens es un soso, que terminó con las celebraciones decadentes y fastuosas de su antecesor, sustituyéndolas por un aburrido acto institucional que incluye una visita cultural. En 2015, la visita fue a la Real Casa de Tapices y no nos dieron ni una cerveza. Desde ese año no he vuelto a ninguna de sus celebraciones.

Todo eso le he contado esta tarde a Sarah van Lindt. Ella me ha revelado que trabaja en la Embajada de Bélgica, aunque la visita que está organizando, la hace a título particular. Y que, como buena flamenca, solía acudir a las fiestas del Palace. A lo mejor hemos coincidido. No tengo idea de qué edad, tamaño y aspecto tiene esta señora, cuando me encuentre con ella veré si me suena. En cualquier caso, yo con quien intentaba siempre ligar era con la chica de la embajada croata, que estaba como un yogur de fresa con arándanos salvajes. Espero que no se trate de la señora que se tiró el chocolate de la fondue por la pechera. Una cosa ha cambiado desde mi animada fiesta de 2013. El principal partido secesionista de Flandes, declaró con gran pena, que renunciaban a la independencia porque todos sus objetivos estaban cubiertos por la ultima enmienda a la Constitución belga, que les daba plena autonomía financiera y política. Algo que podría haber servido de lección a los que ustedes están pensando, como también se reseñó en el blog. Por cierto, ya saben que estos señores son los que albergan a Puigdemont, por ahora. Ya se hartarán de semejante personaje.

Tampoco les sorprenderá saber que, a día de hoy, el proyecto del Groene Singel sigue en un cajón. Nunca empezaron las obras. Han hecho al menos dos referéndums y no ha resultado de ellos un apoyo mayoritario al proyecto. Tampoco saben cómo financiarlo: la Comunidad Europea no da un solo euro para construir túneles (sólo financia carriles bici y similares). El Flemish Parliament no ha conseguido llegar a un acuerdo claro y meridiano al respecto, que permita aprobar una financiación.  Y el Ayuntamiento no tiene dinero ni quiere endeudarse. Así que los camiones siguen pasando en hilera por el centro del caserío de esta civilizada comunidad. Me disculparán que termine con una moraleja obvia: estas cosas sólo salen adelante si se hacen por el método Gallardón, a lo bruto y pasándose la participación ciudadana por las regiones inguinales. Como empieces a preguntar a la gente, no llegas ni a poner la primera piedra. Sean buenos.

2 comentarios:

  1. Ya, Gallardón hacía todas las obras del mundo sin preocuparse por el dinero y así fue.

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    1. Querida Susana, no sabes qué alegría me da leer otro comentario tuyo después de casi dos años (creo). No sé si recuerdo bien, pero me parece que dijiste algo de encerrarte a preparar unas oposiciones. No sé si me lo he inventado. Si era así, espero que que te haya ido todo muy bien.
      Respecto a tu comentario, el tema de M-30/Madrid Río es algo que se convirtió en arma política por parte de unos y de otros. Eso hace que no haya una información fiable en casi ninguna parte. Yo tengo datos sacados de fuentes bastante seguras y creo tener una visión bastante global de este asunto. Tal vez me anime algún día a contarla en detalle. Desde luego Gallardón no es santo de mi devoción.
      Un abrazo. Sabes que tus comentarios más o menos críticos son siempre bien recibidos y valorados en este foro.

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