Tal vez ustedes recuerden aquel
momento mágico en que el profesor nos sorprendía con la frase que titula este
post, en medio de la ardua resolución de un difícil ejercicio en el que nos
afanábamos sobre el pupitre de madera, sacando la punta de la lengua por el
esfuerzo. Estábamos enfrascados en nuestro afán y, de pronto, el profesor
pronunciaba la frase mágica –¡Niños, al recreo! La reacción era instantánea:
tirábamos el bolígrafo y echábamos a correr dándonos empujones y gritando a
coro un eeeeeeeeh ensordecedor que se
prolongaba en la bajada de la escalera (siempre había una escalera en estos
casos). El profesor toleraba benévolo esa expansión colectiva y animaba a los dos
ordenaditos de la clase (que se sentían obligados a colocar primero sus cosas
en orden, guardar el bolígrafo en el plumier y cerrar la cremallera completa) a
salir también detrás de la marabunta.
Bien, pues yo soy en este caso el
profesor y les aviso, así, por sorpresa, de que cierro el quiosco por una
semana, y van a tener recreo de blog. Así que ya pueden apagar el ordenador
(una vez que lean este texto) y bajar corriendo las escaleras de sus casas
respectivas, gritando: –bieeeeeeeeen,
porque van a tener ustedes unos cuantos días de asueto, de suelta de blog. ¿Y el motivo? Pues es muy sencillo: me voy de viaje
y lo hago acompañado y ya saben que ésta es una norma del blog; cuando viajo
solo, puedo dedicar unas horas nocturnas a tenerles al día de mis andanzas, pero
hacer eso cuando tengo compañía me parecería una intolerable falta de
educación. Ya sucedió en anteriores viajes a Japón, Polonia, Rumanía y otros
lugares y estos lapsus vienen bien para recargar las pilas literarias. En esos
viajes no solía llevarme ni el ordenador. Eran los tiempos de mi viejo y pesado
portátil de toda la vida. De viaje me llevaba sólo la táblet y el móvil, para seguir conectado al mundo. Esta vez creo
que me llevaré el Lenovo, que es un poco más grande que la táblet, pero mi intención es no escribir nada en el blog. Tomaré
notas escritas y mentales, para contarles luego mis aventuras.
¿Y a dónde voy? Pues a la región
italiana de La Toscana. De sábado a sábado. En los días pasados no he tenido
apenas un rato para escribir, porque, como saben, sigo en activo y, cuando uno
está en una estructura laboral-administrativa y anuncia que se va una semana,
lo fríen a nuevas tareas, para que las deje todas terminadas antes de irse; esa
es una ley universal. Mañana viernes tendré que rematar todos los temas
pendientes y vendré a casa a hacer la maleta. Me tengo que acostar pronto,
porque he de estar en la Terminal 1 de Barajas a las 5 de la mañana, para coger
el vuelo de Ryan Air a Roma-Ciampino. Desde allí iremos en autobús a Perugia,
donde dormiremos la primera noche. El plan es visitar Perugia, Arezzo, Siena,
San Gimignano, Orvieto y otros lugares. Y, por supuesto, Florencia, en donde
tenemos reservadas tres noches en el Grand Hotel Adriático, para intentar ver
las maravillas de la ciudad en unos días no demasiado atestados de turistas.
Es un viaje organizado por la
empresa cultural Aularte, los mismos con los que fui a Japón, y también nos
acompaña el profesor de Arte Luis Santamaría, que conoce bien lo que vamos ver.
Creo que seremos 14 personas en el grupo. Regresaremos el sábado, día 27 de
mayo e inmediatamente me incorporaré a la vorágine de mi vida: el mismo domingo
28 tengo un bolo matutino,
consistente en hacer de guía en una visita de inscripción libre al parque
Madrid Río, dentro de los actos y visitas organizados en el marco de la Semana
de la Ingeniería, que cada año organiza el Colegio de Caminos y en la que ya he
colaborado varias veces, incluso alguna en bicicleta. Ya ven, no deja de mandar
carallo que me llamen para estas cosas los ingenieros de caminos y no los
arquitectos. Mi desafección con el mundillo de los arquitectos es mutua y ya se
la explicaré algún día, tal vez cuando esté jubilado. Otra cosa es el mundo de
los urbanistas, de donde me llaman con regularidad para colaborar en másters y
otras actividades.
En cuanto a lo de la jubilación,
de momento mantengo mi idea de largarme el 19 de febrero, cuando cumpla 67.
Para ello tendría que mandar a Personal el escrito correspondiente el 19 de
noviembre próximo. Hasta entonces tengo para pensármelo. Ahora mismo estoy un
poco más enganchado y entretenido en el trabajo, pero no lo suficiente como
para plantearme seguir un año más. De aquí a noviembre veremos lo que pasa. El
1 de junio (dentro de nada), me quedo sin plaza de garaje en el curre,
probablemente para siempre, porque las solicitudes son más del doble de las
plazas existentes que se van sorteando, así que lo más probable es que tampoco
tenga plaza después del 1 de diciembre. Este es un punto a tener en cuenta
también porque, desde que nos trasladaron a la isla de Alcatraz, el seguir
trabajando me supone invertir en ello 9 horas diarias, sumando los trayectos de
ida y vuelta. Y el año pasado tuve seis meses de baja en los que pude ponderar
lo que cunden esas 9 horas cada día.
Mientras tanto en la Tierra, la vida sigue con normalidad, a pesar
del ciberataque masivo y lo que pueden suponer nuevos hechos en esta línea.
Algunos piensan que detrás del ataque está el gordo Kim Jong-un (una amiga mía
le llama King Kong-un). A mí me extraña bastante que un tipo que se dedica a
lanzar misiles caducados que le estallan a los cien metros sea capaz de
organizar ese quilombo. Yo lo veo tan incapaz como a Maduro. Ambos son del tipo
bravucón pero no tienen demasiados medios. En paralelo, vuelven a subir las
apuestas sobre un posible impeachment
que haga que Trump no complete la legislatura. Incluso hay apuestas a que no
llega al primer año. El nuevo presidente francés Macron va a aprovechar su victoria
para calzarles a sus compatriotas una política de derecha liberal rabiosa, que
encontrará respuesta en los potentes sindicatos galos. A este también le van a
tirar los tomates a la carretera. Se va a enterar de lo que son los melenchonitas y similares.
La verdad es que, ahora que hemos
pasado el susto de la posible victoria de la señora Le Pene, yo creo que eso
hubiera generado un escenario más divertido, incluyendo el espectáculo de ver
como dicha señora se agarraba del moño con la bruja May. Pero ganó Macron y,
entre él y Merkel se van a encargar de que los bancos y los grandes empresarios
se sigan forrando sin obstáculos. En ese contexto, hay quien piensa que la
crisis económica se va a cronificar en Europa y otros que creen que lo peor ha
pasado y los grandes números no van a parar ya de mejorar. Ya saben que yo
tiendo a escorarme del lado más optimista, pero esta vez no sé qué pensar,
porque escucho voces autorizadas en ambos sentidos. Hablaremos de ello a mi
vuelta.
Y en nuestro querido país, ¿qué
está pasando? Pues los principales partidos, uno a uno, están desenterrando el
cainismo secular de estas tierras. Al PP le sube la corrupción, cual gangrena
piernas arriba. A este paso le va a quedar sólo la cabeza, es decir, Rajoy, que
hace como si con él no fuera la cosa. Pero el ruido de sables ha empezado y no
tienen más que ver la declaración de Cifuentes, que dice que ve “fuego amigo”
detrás de su involucración en las diversas corruptelas que se investigan. Pero
Rajoy puede seguir tranquilo, porque sus contrincantes políticos se esfuerzan
en pelearse a garrotazos, como en el cuadro de Goya. Y encima lo escenifican
ante las cámaras de TV. Para el PSOE, yo no sé qué será peor. Si gana Díaz, se
van a la mierda. Si gana Sánchez, ídem. Y, en el supuesto imposible de que
ganara López, la cosa no sería mucho mejor. Por cierto, ¿se han fijado qué
apellidos más corrientes tienen los aspirantes. Sólo les falta García y
Rodríguez. Bueno, y Martínez.
Y qué decir de Iglesias el humano. Pues que, después de
fulminar a Errejón y anular a Izquierda Unida, se sigue equivocando
clamorosamente. La moción de censura que prepara es un puro postureo. Como las
niñas que jugaban a “yo era”, Iglesias recita: –yo hacía una moción de censura
y todo el mundo me apoyaba y yo-zolito
me cargaba al dragón Rajoy. El día de la representación llevará a la puerta de
Las Cortes a las masas vociferantes, con el Tramabús
en el centro dando bocinazos rítmicos. Y enhebrará su discurso con los
suficientes tacos como para que veamos lo chulo que es: a Rajoy se la sudan los
españoles, se la trae al pairo la corrupción y se pasa por los cojones la
justicia. Luego, se procederá a votar y el sueño del asalto a los cielos se
desvanecerá. Como mucho, tal vez concite el apoyo de Bildu. Y a lo mejor hasta
el de ERC. Este último sería sólo por joder, porque ya se sabe que a estos
señores los problemas de España, nación vecina de la suya, no les conciernen en
absoluto.
Cada grupo tiene su relato (esta
palabra está de moda) y ningún político consiente que la realidad le estropee
su relato particular. Seguiremos a la vuelta. Pórtense bien mientras estoy
fuera, que ya saben que los creyentes (que también tienen su relato) dicen que
Dios les observa desde arriba. Que pasen una buena semana.
El 19.05.17, Anónimo escribió:
ResponderEliminarQuerido amigo: la Toscana merece que vayas sin ordenador, sin Lenovo, sin tablet y sin móvil y que desconectes tú también. Lleva sólo un lapiz y un cuaderno pequeño, cuadriculado o a rayas, para tomar esas notas que luego nos contarás o sorprendernos con un dibujo de cualquier lugar de Florencia o Siena, por ejemplo. Cuando yo la conocí por primera vez en uno de mis primeros viajes al extranjero no llevaba nada, apenas dinero para unos espaguetis,aunque de eso hace mucho tiempo Que lo disfrutes mucho y nos lo cuentes luego. Un abrazo. Alfred.
Mi respuesta, el 19.05.17:
EliminarMuchas gracias, haré lo que pueda, pero por las noches me gusta conectarme un rato y enterarme de lo que ha pasado en el mundo. Hasta en Birmania lo hacía. Vicios de estos tiempos. Un abrazo.