domingo, 14 de mayo de 2017

634. Zidane y el genio

A punto de irme a Birmania escribí un post sobre la diferencia entre el talento y el genio, que pueden repasar pinchando en Post #605, si no lo leyeron. Algunos lectores me confiaron privadamente que les parecía un texto interesante, un convincente y brillante montaje en torno a una idea que no tenía ninguna base real. En definitiva, una especie de paja mental sin fundamento, que no se creían de ninguna manera. Cada uno puede pensar lo que quiera de mis argumentos, pero les voy a demostrar que no soy el único que cree lo que yo escribí en ese texto. El gran Carlos Boyero, el gurú de la crítica cinematográfica en España, publicó el otro día en El País una crítica sobre la nueva película de Ridley Scott Alien Covenant

He de decir que sigo las críticas de este señor (que escribe muy bien) a pesar de que es un tipo bastante cenizo y entristecido, al que ya no le gusta casi ninguna película (no era así antes). No hago nunca caso de sus críticas negativas, la mayoría, pero sí de las positivas: un film que le guste a este señor, es siempre algo acojonante. Esta vez su crítica no tiene demasiado interés en su conjunto (si quieren leerla entera pueden pinchar AQUÍ), pero me van a permitir trascribir el primer párrafo que, aparte de concordar con mi teoría sobre el talento y el genio, manifiesta una opinión con la que estoy de acuerdo al 100%: que las tres primeras películas de este señor (Los Duelistas, Alien y Blade Runner) son de lo mejor que se ha filmado nunca y que el resto de su producción es bastante flojete e irregular, con aciertos puntuales como Thelma y Louise. Lean dicho párrafo y seguimos.

“Aseguran que cuando el talento es verdadero no tiene extinción, que puede  sufrir crisis pasajeras pero en cualquier momento recobrará su esplendor. No hay duda de que Ridley Scott lo posee, aunque lo lamentable es que comenzó su obra en posesión de genio (no es lo mismo que talento) y que, después de realizar sucesivamente tres obras maestras, ese genio se esfumó. Vean o revisen un prodigio estético con fondo enigmático y desasosegante titulado Los Duelistas, cine aun más poético que negro como Blade Runner, o esa obra maestra, tensa y escalofriante, denominada Alien, el octavo pasajero, y constatarán que no exagero. Este señor figuraría en los altares de la historia del cine si hubiera cerrado su legado con estas tres extraordinarias películas. Después ha hecho cosas muy meritorias, correctas a secas, aparatosas y huecas, ejercicios marcados por el quiero y no puedo, pero el estado de gracia que conceden los caprichosos o sabios dioses se esfumó hace 35 años”.

Ahí lo tienen. Hay mucha gente con talento (hasta yo podría admitir un cierto talento como conferenciante o bloguero), resultado de mucho trabajo, esfuerzo y tenacidad, contrapuesto al genio, aquí descrito como regalo de los dioses. Por supuesto, el genio también hay que trabajarlo, si no se quiere perder. John Lennon lo tuvo hasta que se le desvaneció de un día para otro. Picasso lo recibía intermitentemente, pero siempre le pillaba trabajando, blindando su enorme talento. Pero las facultades creativas no son lo único que te regalan los dioses, a veces también es una característica física que te convierte en único. Nadie ha tenido el duende de Marilyn Monroe. O la sonrisa de Gregory Peck. Y ¿qué decir de la espalda de Robert Mitchum? Tampoco nadie ha caminado nunca como lo hace Richard Gere en American Gigolo (yo trato de imitarlo infructuosamente cada vez que he de ponerme chaqueta y corbata).

Una persona sin duda dotada con el genio, es el actual entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane. Nadie sabe qué tácticas de juego emplea, nadie entiende cómo hace para ganar los partidos, pero ahí lo tienen, con la Liga y la Champions al alcance de su mano. Algo que le garantizaría la renovación y la posibilidad de convertirse en el entrenador más longevo del florentinato, un período siempre convulso y sobresaltado por el dedo fácil del presidente, que tiene a mano el botón nuclear con el que fulmina sucesivamente a sus entrenadores. Zidane tenía ya esa cualidad como jugador, yo he tenido la suerte de verlo en directo en el Bernabeu y compartir con todo el estadio esa expectativa que se generaba cada vez que le pasaban la pelota, la seguridad de que en ese momento estaba a punto de suceder algo grande. Ahora como entrenador, Zidane muestra su sencillez de marsellés y una elegancia de la que nunca se apea, en todas y cada una de sus comparecencias públicas.

Zidane es el anti-Mourinho, el tipo que nunca echa la culpa a sus jugadores, al empedrado o al mal tiempo, el tipo que siempre está tranquilo y sonriente, con sus ternos impecables y su tono de voz bajo y conciliador. Es proverbial su respuesta cuando le preguntan ¿qué tal se encuentra Zidane? Abre su sonrisa y responde: –De puta madre. Estoy convencido de que la señora Le Pene perdió muchos votos de última hora cuando criticó a Zidane llamándole rico señorito, en respuesta a su declaración de que iba a votar a Macron y pedía que todos los franceses le imitaran. Zidane reúne la elegancia de Richard Gere y la sonrisa de Gregory Peck con la sabiduría de su origen marsellés y la buena cabeza de haber superado y digerido todos los éxitos imaginables (bueno, la espalda de Robert Mitchum no, eso no lo ha igualado nadie).

Zidane es elegante hasta para darle un cabezazo al contrario y finalizar así su andadura como jugador de la selección francesa. Sucedió en la final del Mundial 2006, va a hacer ahora once años. Italia iba por delante en el marcador y alguna gente interpretó el gesto de Zidane agrediendo al defensa italiano Materazzi, como una muestra de la impotencia del perdedor. Nada de eso. En el vídeo que les pongo abajo, se ve que Materrazzi le dice cosas, le intenta provocar con algo que sus protagonistas se resistieron luego a revelar. Y Zidane es un genio, pero también tiene mal genio. En Marsella muchas controversias se resuelven de esta manera. Y tampoco es casualidad que le atizara en el esternón, en vez de en la cara, donde dejaría huellas visibles. Lo que pasa es que le vio un linier y avisó al árbitro, que enseguida le mostró la tarjeta roja. Y Zinedine, sin un mal gesto de rabia ni de arrepentimiento, enfiló caminando los vestuarios. Vean el vídeo.


El cabezazo de Zidane se convirtió en un hecho histórico de los que se quedan marcados en la mente de las personas, como cuando Camarón (otro genio) se rompió la camisa, o cuando Nicolás Redondo pronunció la frase “estás mintiendo Marcelino y tú lo sabes”. En Francia, un conocido escultor erigió una estatua de cerca de diez metros en homenaje al mítico cabezazo, y la fue rotando por las principales ciudades del país. En la prehistoria de este blog, a finales de 2012 tuve la suerte de verla en París, frente al Centro Pompidou. Me quedé tan impactado que le pedí a un turista japonés que me hiciera una foto con la estatua, para dar la escala, foto que colgué en el blog pero que repito para que la vean los que no me seguían todavía.


Me puse en la foto para dar la escala de la enorme estatua, no porque me guste salir en todas partes, mira que son ustedes mal pensados. Y ese mismo verano, un pseudmúsico especializado en payasadas candidatas a la canción del verano (una especie de Georgie Dan local) lanzó la canción que les pongo abajo, uno de los discos más vendidos de ese año en Francia. Se llamaba Coupe de Boule (Cabezazo) y repetía machaconamente el estribillo Zidane il a tapé, Zidane il a tapé. En francés, tapér quelq’un es darle un golpe intencionadamente a otro, es decir, en manchego sacudirle una hostia y, en koruño de Monte Alto, arrearle semejante galoucazo que lo mandas p’allá pa Labañou. Le pongo el vídeo para que vean que no miento, pero no hace falta que se torturen escuchándolo entero. Por cierto, si les sale un molesto cuadrado amarillo tapándolo todo, han de buscar la equis en el ángulo superior derecho para eliminarlo. Son los peligros de buscar un vídeo tan friky.


El asunto trascendió de su categorización como simple incidente deportivo y se convirtió en algo diferente. Los expertos en lectura de labios no estaban seguros, pero se inclinaban por estimar que Materazzi le había dicho a Zidane "me cago en tu madre" o similar. Durante años no se pudo saber nada sobre la frase de Materazzi que había provocado el incidente, porque ambos protagonistas callaban. Pero Materazzi ha revelado que en su Nápoles natal lo paraban por la calle para felicitarlo y darle abrazos y le decían que había hecho muy bien en darle un cabezazo a Zidane, ese gallo francés presuntuoso. Materrazzi les dijo a los primeros que había sido justo al revés, que el agredido era él, pero no le escuchaban ni procesaban lo que les decía. Así que optó por no desengañarles y lo dejó correr. Cuatro años después del incidente, Zidane, recién nombrado por el Real Madrid enlace entre los jugadores y el club, estrenó su cargo acudiendo a San Siro, para un partido con el Milán. Materazzi se presentó en el hotel para saludar a su amigo Mourinho. Y allí, en el hall, se encontraron ambos ex-futbolistas, que no se habían vuelto a ver desde el incidente. No existen imágenes de ese encuentro, pero cuentan los testigos presenciales que ambos se saludaron con frialdad inicial, conversaron un rato tranquilamente y un rato después se despidieron con un abrazo, de lo que puede deducirse que Materazzi se disculpó y el otro aceptó sus disculpas. Asunto cerrado y pelillos a la mar.

Pero Materazzi seguía siendo un héroe en Nápoles, donde le seguían parando por la calle para felicitarle por haberle dado un merecido cabezazo a Zidane. Y optó por zanjar el asunto de una vez por todas, publicando un libro en el que explicaría su versión del incidente, con un tono satírico. Habían pasado ya ocho años del incidente, cuando se publicó en Italia el libro Che cosa ho detto veramente a Zidane (Marco Materazzi-2006), que fue un éxito local de ventas. El libro, cuya portada pueden ver a la izquierda, se vendía a 10€ y Materazzi donó todo el dinero recaudado en sus ventas a la organización UNICEF. En este momento, suponiendo que ustedes lo quisieran comprar, lo tienen en Amazon por 4,10€, por supuesto, en italiano, es un libro que nunca se tradujo a otros idiomas.

Pero vayamos al meollo del asunto. ¿Que fue lo que le dijo Materazzi a Zidane provocando su ira? Pues Materazzi cuenta por fin varias cosas al respecto. Dice, en primer lugar, que no insultó a su madre, sino a su hermana. Que le había dolido mucho que se dijera que se había cagado en la madre del otro; que él había perdido a su madre a los 15 años y jamás insultaría a la madre de nadie, ni siquiera de un enemigo, menos de un rival deportivo. Segundo, que estaba convencido de que había hecho una tontería, insultando a la hermana de Zidane y que si pudiera dar marcha atrás al tiempo, no lo volvería a hacer. Pero que la reacción de su contrincante había sido desmesurada, porque, al fin y al cabo lo que él le soltó es algo mucho menos bestia que las cosas que se dicen cotidianamente en los barrios de Nápoles y de Marsella.

Esto es lo que se puede contar del (mal) genio de Zidane. Una historia que, como les digo, trascendió de lo meramente deportivo. De lo otro, del auténtico carácter genial de Zidane, no vamos a descubrir aquí nada. Es un tipo estupendo y a mí me cae de puta madre.

8 comentarios:

  1. El 15.05.17, el Coronel Groucho escribió:
    Estoy de acuerdo con usted en el genio de Zidane pero hemos de recordar que, antes de entrenar al Real, estuvo en el Castilla (o Real B como quiera) y que si no es por un golpe de fortuna (o de maletín, no se sabe) lo hunde en tercera división. El Real actual tiene un auténtico equipazo, con jugadores que lo dan todo en el campo y con una calidad impresionante y el auténtico genio de Zinedine es dejarles hacer lo que quieran. ¿Se acuerda usted del "Mangas"? ¿Aquel genio del fútbol que fue Luis Molowny que era el encargado de arreglar los entuertos tácticos de entrenadores defenestrados diciéndole a los futbolistas: "salga y haga usted lo que sabe"? Pues nuestro Zinedine es algo parecido y la prueba está que cuando hace los cambios suele cagarla por la pata abajo. De todos modos me cae bien, es educado y buena gente. Nuestro querido Deportivo se ha salvado gracias a nuestros orixás, estoy seguro que si la liga sigue tres partidos más nos vamos al hoyo con el Pepito Mel de gurú.

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    1. Mi respuesta el 15.05.17:
      Amigo Groucho, mil gracias por sus comentarios. Obviamente, la forma de entrenar de Zidane es conseguir un ambiente de camaradería en el vestuario, de forma que todo el mundo se sienta bien. Luego, en el campo, los jugadores hacen lo que les da la gana. Pero, se dejan la vida por el equipo y la cosa resulta. Cuando yo fui jefe en el Ayuntamiento y tenía a mi cargo a cuarenta o cincuenta personas, hacía lo mismo. Y la gente trabajaba un huevo y cumplía objetivos. Sin embargo, desde arriba siempre se me acusó de empatizar demasiado con mis subordinados y de ser un jefe blando. Y por eso, entre otras cosas, me cesaron. Incluso cesaron a un jefe que tenía por encima, al que acusaron de empatizar demasiado conmigo. No le extrañe que a Zidane le pase cualquier día lo mismo. El "ser supremo" no se anda con chiquitas y tiene el dedo flojo (el del botón nuclear). Lo del Dépor fue "A simple twist of fate". Hasta seis goles le podían haber caído fácil, pero la suerte, que había sido esquiva en tantas ocasiones, esta vez se puso de nuestro lado. Así que a celebrarlo, amigo.

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  2. El 15.05.17, Anónimo escribió: Yo añadiría "Gladiator" a la lista de aciertos de Ridley Scott.

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    1. Mi respuesta el 15.05.17:
      Desde luego, y "El reino de los cielos" y tantas otras. Hasta la reciente "El marciano". Pero, como las tres primeras ninguna (en mi opinión).

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  3. El 18.05.17, Anónimo escribió:
    Amigo, me extraña que no hayas citado otra expulsión sonada del señor Zidane. No recuerdo el año, pero sí que se trataba de un partido Juventus-Deportivo de La Coruña. Zidane vio la roja directa por darle un plantillazo a destiempo a uno del Dépor que tampoco recuerdo quién era. Cosas de la edad.

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    1. Mi respuesta el 19.05.17:
      Conozco la historia, pero no quería estirar más el post. También hay una cosa curiosa más. Después del mítico incidente entre Zidane y Materazzi, la FIFA les convocó a ambos por separado a su sede en Zurich, para escuchar sus versiones. Allí se reconstruyó el incidente. Parece que, en un lance del juego, Materazzi le agarró al otro de la camiseta, algo normal. Entonces Zidane le dijo en tono desagradable: ¿qué pasa, que quieres mi camiseta? En ese caso pídemela al final. El italiano se sintió minusvalorado y es cuando le mentó a la hermana (y tal vez a la madre). Tras escucharlos, la FIFA impuso a Materazzi una multa de 5.000 francos suizos (3.250€) y dos partidos de suspensión. Y a Zidane, 7.500 francos (4.840€) y tres partidos. El problema es que Zidane se retiraba en ese partido. Así que los tres partidos de suspensión se le conmutaron por la realización de una serie de trabajos comunitarios con niños, de los que organiza la propia FIFA, que nuestro héroe desempeñó sin duda sin poner una mala cara. Se podrían escribir muchas cosas sobre Zidane.

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  4. El 21.05.17, Susana escribió:
    Bueno, tengo que discrepar en lo del cabezazo de Zidane. Es una pena que su último partido fuera así.

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    1. Mi respuesta el 29.05.17:
      Quizá tengas razón. Pero ya pasó hace tiempo, por diversas circunstancias se convirtió en un hecho reseñable y la historia es lo suficientemente lejana como para que nos permitamos bromear un poco al respecto. Eso pienso yo al menos. Un abrazo.

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