Aquí me tienen, en un bonito
ático en la novena planta de una torre de viviendas al final de la Avenida de
Hércules, tecleando en mi ordenador Lenovo frente a una cristalera por la que
se ve una vista espectacular: el Atlántico infinito en todo su esplendor. Por
las noches se ven las luces de las pequeñas lanchas motoras de los pescadores,
que regresan de recoger el calamar a su ritmo pausado, sin prisas ni agobios en
un mar inmóvil, ese mismo que en ocasiones se encabrita y rompe la calma del
escenario, para albergar una auténtica película de acción, con los helicópteros
rescatando a los apurados marineros, en escenas que rememoran las filmadas en
la película El Niño, un thriller de
acción desenfrenada, muy entretenido y testimonio del nivel de calidad de producción
que ha alcanzado el cine español en los últimos tiempos.
Me acompaña una gata no menos
espectacular que la vista que tengo al frente. Es una gata de raza siberiana,
de pelo largo, que le sobresale hasta por la planta de las patas, para poder
pisar sobre la nieve congelada a varios grados bajo cero. Se llama Tutti, tiene
unos nueve años y es una auténtica aristócrata, que me trae al recuerdo a la
protagonista de la novela Helada Sangre
Azul, del escritor ruso Yuri Buida, una de las que leímos el año pasado en
Billar de Letras. Tutti me ha acogido en su casa, con el afecto que reserva a
los huéspedes masculinos, muy diferente a la indiferencia calculada que
despliega ante las femeninas. No me resisto a ponerles unas cuantas imágenes de
esta auténtica señora, sin duda el habitante más distinguido del barrio.
Tutti y yo hemos hecho migas con
facilidad, después de unos primeros contactos, que incluyeron un viaje que me
soltó a la mano con que la estaba acariciando, para dejar claro que se trata de
un felino, un animal salvaje al fin y al cabo. Si un gato quiere de verdad
hacerte daño, te puede hacer una avería seria en segundos. Pero hay un nivel
mitigado de ataque, que sólo tiene por objeto establecer los límites de la
relación contigo, comprobar tu reacción al embate y constatar así tu
conocimiento del mundo felino. Si te asustas o te enfadas mucho, entonces no
eres un candidato a la amistad preferente de un ser tan exclusivo como una gata
siberiana de nueve años. Podría deducir de su comportamiento algunas
consideraciones en torno al “eterno femenino”, pero me van a permitir que me
las reserve, que tengo mucho público femenino y no están los tiempos para
determinado rango de comentarios.
A mi derecha, en dirección
noroeste, la elegante silueta de la Torre de Hércules, asoma apenas su
coronación por encima del mar de edificios de viviendas construidos al final
del siglo pasado y con un volumen edificado considerable para lo que se
acostumbra en las ciudades españolas (que ya es bastante alto). Hay que tener
en cuenta que La Coruña ha sido siempre una ciudad emplazada en una península y
constreñida entre dos bahías, la del puerto y la de la playa de Riazor, que
dejan entre ambas un istmo muy estrecho. En una situación tan constreñida y
ante la escasez de suelo, la construcción ha buscado siempre soluciones de
edificación en altura. Este barrio en el que ahora estoy escribiendo es un
crecimiento que se planificó para los terrenos vacantes que quedaban entre el
tejido histórico del barrio de Monte Alto y el emplazamiento de la Torre de
Hércules. Aquí pueden ver el resultado.
El miércoles pasado acudí como
siempre a mi trabajo, después del puente. Salí en coche en torno a las cuatro
de la tarde y cogí carretera, puesto que ya traía el equipaje hecho. Llegué aquí
poco después de las diez de la noche. Ayer me pasé el día callejeando por la
ciudad, excepto una estación para comer con mi hermano y familia en un
restaurante indio cercano a su casa. Hoy, sin embargo, ha amanecido lluvioso y
por eso estoy aquí escribiendo este post, mientras hago tiempo hasta mi cita a
mediodía con el bueno de Alfred, seguidor irredento de este blog y amigo de los
de verdad, con quien luego iremos a comer seguramente un caldo gallego o
delicia similar de la gastronomía local. El objeto principal de este viaje (o,
si quieren, la excusa) es asistir este domingo al partido del Deportivo en el
campo de Riazor. El equipo de mis amores se juega la Liga en los tres partidos
que quedan y es momento de venir a aportar un poco de energía mental para
apoyar a los jugadores.
En los tiempos del Superdepor, yo
solía acudir al campo con mi sobrino Marcos, que tenía un par de abonos en la
zona de los Riazor Blues. Era algo muy divertido, aunque solíamos situarnos en
zonas donde había una pequeña valla, para poder agarrarnos en las avalanchas
que se organizaban cada vez que el equipo local metía un gol. Eran los tiempos
en que los estadios tenían localidades de pie, que eran las más baratas. Yo he
ido muchas veces al Bernabeu a ese tipo de localidades, que desaparecieron
cuando se empezaron a dictar nuevas normas de seguridad en los estadios. El
caso es que este año yo llevo tiempo en contacto con Marcos para que me saque
una entrada para cualquiera de los partidos del Dépor en casa. Pero por hache o
por be, nunca conseguíamos ponernos de acuerdo. Al final, nos ha quedado
únicamente el partido del próximo domingo.
Cuando vengo últimamente a La
Coruña, suelo recalar en casa de mi hermano, pero en esta ocasión, determinadas
circunstancias, que no voy a contar aquí, me impedían esa solución. Ante ello,
decidí reservar una habitación en el hotel Riazor. Pero cuando Marcos se enteró
de esto, me llamó y me dio instrucciones expeditivas: ahora mismo estás
anulando la reserva, arre coño. Pero ¿cómo carallo te vas a ir tú a un hotel
teniendo tu casa aquí en Monte Alto? Nada, nada, no hay discusión. Tuve que
anular la reserva y aquí estoy como un rey, junto a mi gata maravillosa.
Desconozco si el Deportivo se salvará del descenso definitivamente este domingo,
o habrá que seguir penando con la duda dos semanas más. El Deportivo se ha
guiado en la última parte de esta temporada por el modelo Rajoy: nosotros no
tenemos que hacer nada, que luego hay tres equipos por detrás, que siguen
perdiendo sus partidos y así no nos pueden alcanzar nunca. De hecho ya hay dos
que no pueden matemáticamente adelantarnos. Y un tercero, el Sporting de Gijón,
que tal vez mañana sábado entre en la misma situación, si es incapaz de ganar
su partido, con lo que el domingo podría estar ya todo el pescado vendido,
cuando el Dépor salte al campo. Ya les iré contando.
A Rajoy, el no hacer nada, como
programa político le está dando muy buen resultado. Mucho me temo que tenemos
PP para rato. Este partido tiene un nicho de votantes fieles a los que les
importa un bledo la corrupción. Ellos van a seguir votando al PP, llueva o
granice. Y el panorama de los demás es ciertamente desolador. El PSOE se juega
en unos días el ser o no ser. Los barones y el aparato se han decantado
masivamente por la propuesta de Susana Díaz. Y tal vez sea lo que más le
conviene al partido, de cara a pacificar las aguas y seguir adelante todos a
una. Pero, ¿será esta señora lo suficientemente inteligente como para
comprender que ella no puede ser la candidata a la presidencia del gobierno?
¿Tendrá la suficiente astucia como para buscar un candidato admisible para los
votantes? Digo esto, porque es ilusorio que podamos tener una presidenta que se
desenvuelve en público de la forma que pueden ver AQUÍ.
De Podemos, mejor ni hablamos. El
“humano” Iglesias se sigue equivocando clamorosamente, de la mano de Melenchón,
incapaz de pedir a sus votantes que voten al señor Macron. Como gane la señora
Le Pene (la vuelvo a llamar así a petición de un lector anónimo), vamos a saber
todos lo que es bueno. Hace años que mi amigo Philippe me dice que Francia es
un país en vías de subdesarrollo. Creo que si cae bajo el embrujo de la ultraderecha
racista y xenófoba, será la propia Europa la que se convierta en un continente
en vías de subdesarrollo. Este es el match más decisivo que se ventila este
domingo. Ante los buenos resultados que obtuve un día en una doble ocasión
similar, no me queda más remedio que elevar unas fervientes rogativas a San
Benitiño de Lérez. A ver si nos da buena suerte a todos.
El 5.05.17, Mariano F. Sánchez escribió:
ResponderEliminarSan Benitiño de Lérez merece un especial.
Mi respuesta el 10.05.17:
EliminarTiene que hacer horas extra nuestro santo mais milagreiro.
El 6.05.17, el Coronel Groucho escribió:
ResponderEliminarCorrecto el comentario sobre "La Cachorra de Triana". Aquí la llevamos soportando unos años y es francamente tediosa. Nuestro querido Deportivo creo que ya está salvado excepto apocalipsis general (poco probable). Precioso especímen la gata Tutti. ¿Recuerda usted a nuestro querido e ínclito Venancio?. Tenía largas melenas rubias y mas mala hostia que un psicópata con almorranas. Un abrazo querido Emilio.
P.D. Le aconsejo que visione este enlace: https://youtu.be/X0tzkWKZAjc donde se habla sobre la "saudade" de tiempos pasados. Los Méndez en pleno rendimiento (cantante, guitarrista y bajista). Saravá querido.
Mi respuesta el 10.05.17:
EliminarImaginar a "la cachorra" de presidenta me produce sarpullidos generalizados. Joder, ya no me acuerdo del gato Venancio, estoy mayor... Escuchado lo he, el bonito fragmento con los Méndez en pleno. Enhorabuena y, por supuesto, saravá, amigo.