Bueno, empiezo por ponerles el
vídeo de 5 segundos que me pretendía enviar mi amiga Inmaculada, a cuenta del
texto introductorio de mi post anterior, para que lo vean y luego seguimos.
Va pasando el verano y, como les decía, estoy bastante
desentendido de esta edición de las Olimpiadas (y de Rajoy, y sus tres
contrincantes, sin prisas por sentarse a hablar y negociar, todos ellos al sol
de agosto, que las vacaciones de verano son sagradas). En El Escorial vi alguno
de los partidos de Nadal, por acompañar a mis hermanos, que estaban más al
tanto que yo. Pero no me estoy enterando de mucho. En realidad, a mí lo que me
interesa es el Deportivo de La Coruña, del que prácticamente no he vuelto a
hablar desde poco antes de Navidad, cuando le vi jugar en el estadio del
Getafe. En ese momento, el equipo era sexto en la Liga y su entrenador Víctor
Sánchez del Amo fue elegido por todos los entrenadores de Primera División como
el mejor de la primera vuelta. Los seareiros
lo apodaban por entonces Víctor Sánchez el
Amo.
Todo se torció a partir del
cambio de año. Empezaron a perder partidos, a bajar en la clasificación y, lo
que es peor, a pelearse entre ellos y generar grupitos en la plantilla que no
se hablaban entre sí. El vestuario se fracturó, como mi húmero, cosas del año
bisiesto. Al entrenador, el asunto se le fue de las manos completamente. De
hecho, en toda la segunda vuelta, sólo ganaron dos partidos. Uno contra el
Levante, gracias a que un jugador de dicho equipo, a poco del final del partido, se metió un gol en propia
puerta con el culo, tal como se contó en el blog. El otro, a domicilio, en el
campo del Villarreal, equipo que ya no se jugaba nada porque, hiciera lo que
hiciera, iba a quedar el cuarto. Ese partido, penúltimo de la temporada, supuso
que el Dépor evitara el descenso a Segunda División. El Villarreal, por si no
lo saben, es propiedad de Fernando Roig, creador de la cadena Mercadona, un tipo
que no da puntada sin hilo, como Amancio Ortega (nunca mejor dicho lo de la
puntada sin hilo) y otros magnates de esta España del siglo XXI.
Este mes de agosto, el Villarreal
ha sido invitado a jugar el Trofeo Teresa Herrera, el torneo coruñés decano de
todos los que se juegan en España en verano. Los jugadores del Villarreal,
equipo que no había participado nunca en el torneo, llegaron, se supone que les
dieron bien de percebes, nécoras y camarones, jugaron el partido (que volvieron
a perder) y se volvieron con viento fresco. ¿Cómo dicen? No, no. Yo no estoy
sugiriendo nada. Son ustedes los que son unos malpensados, yo me he limitado a
contar los hechos sucedidos, en su orden cronológico. Sea como fuere, este verano
tocaba hacer una limpia importante. Y el Dépor la ha hecho. Primero: fuera con
el entrenador. En Coruña había pasado a ser apodado Víctor Sánchez del Ano. Incluso
se hacía un juego de palabras con el diferente significado de ano en español y en gallego (año).
Pasamos do adestrador do ano al
entrenador del ano. Por cierto que, poco después, fichó por el Olimpiakos de El
Pireo, de donde ya lo han echado también, sin darle ni tiempo de empezar la
Liga griega: sus jugadores habían empezado a darse bofetadas entre ellos.
Segundo (importantísimo): fuera
con el psicólogo del club, Macario me parece que se llamaba. Está claro que,
igual que el entrenador, no había hecho bien su trabajo. Es más, en vez de
controlar la salud mental del grupo, parece que fue al revés, que los jugadores
lo volvieron a él majareta. Bueno, además de todo eso, se han hecho fichajes, se ha
conseguido un equipillo muy aseado y yo tengo serias esperanzas de que sean una
de las sorpresas de la Liga que está a punto de empezar. En los partidos amigables que ha jugado este verano ha
dado bastante buena imagen. Como cuenta John Carlin en el suplemento de El País
de este domingo (mis hermanos siguen fieles al ejemplar en
papel), todos sabemos que el mundo del fútbol es un nido de la mayor de las
corrupciones (cómo es posible que le hayan adjudicado un próximo Mundial a
Qatar), pero hacemos como que no lo sabemos porque esto de ser hincha de un
equipo es una forma de pertenencia a un grupo en el que te reconoces y te
sientes arropado, lo que no es poco en los tiempos que corren. Este año, en el
Dépor, vamos todos a una: directiva,
entrenador, jugadores, afición, peñas.
Pero esta unidad, que nos hace
ser un equipo con simpatías por toda España, estuvo a punto de saltar por los
aires hace año y medio, con la violenta pelea que se armó en Madrid Río con
los asesinos del Frente Atlético, que acabó con un ultra del Dépor, apodado
Jimmy, muerto después de tener que ser rescatado del río. Yo escribí un texto en caliente al respecto, el Post #317
“Hostias en el Manzanares” que mi amigo X dice que es uno de los más agrios y
menos divertidos de mi Blog. Y lo malo es que la afición del equipo se dividió
en dos bandos irreconciliables. De un lado, los que estaban convencidos
de que ambos grupos de ultras se habían retado y citado por Whatsapp. En este bando
estábamos la directiva, los estamentos técnicos del club y parte de los
seguidores, entre ellos yo, que partí de esa tesis para escribir mi post. La tesis de este bando repartía entre ambos grupos de contrincantes la responsabilidad de lo ocurrido.
En el otro lado estaban los que
sostenían que Los Riazor Blues habían llegado ingenua y pacíficamente a ver un
partido de fútbol de su equipo y habían sufrido una emboscada premeditada y
alevosa por parte de unos nazis (se borraron concienzudamente todas las huellas
informáticas de ese intercambio previo de citas). En esta teoría estaban los propios
Riazor Blues, La Federación de Peñas y los sectores más nacionalistas gallegos,
que encontraban una excusa más para echarles la culpa de todo a los
centralistas de Madrid. A mí me entró un comentario en ese sentido y les juro
que me hubiera encantado estar equivocado y verme obligado a disculparme por mi texto
(algunos seguidores me recriminaron que pusiera verde al muerto, algo muy
infrecuente en este blog, en donde se tiende a comprender y disculpar a todo el
mundo). Año y medio después, sigo convencido de que el incidente se inició a
partir de una quedada y así se ha establecido en las sucesivas sentencias y autos judiciales. Y, a partir de ello, reitero que no sé qué hacía un tipo de 43 años, con pareja y un niño
pequeño, en semejantes andanzas.
Por fortuna, la fractura
del deportivismo se curó, para lo que fue clave el cese de los dirigentes
de la Federación de Peñas, sustituidos por una candidatura de consenso liderada
por mi admirada Tania Gómez. Lo lamentable es que, a día de hoy, no hay nadie
en la cárcel por su participación en el crimen. Los hubo, pero hay un juez que
decretó la libertad de todos ellos por falta de pruebas. Esta deriva judicial
alimenta las teorías antiespañolas que sostienen que nuestra Justicia es una
mierda y que sería todo mucho mejor si Galicia tuviera una Justicia propia, por
supuesto, con las sentencias dictadas en gallego. Yo confío en que algún día se
identifique y castigue a los culpables; el sistema es lento, pero no se detiene
nunca. Y hay una familia que sigue reclamando la revisión de un caso que sigue
abierto.
Sea como sea, tengo claro que los
hooligans de todos los equipos forman una infracultura, centrada en la provocación y la violencia, que
ensucia el mundo del fútbol y en la que los maestros ya no son los británicos,
sino los rusos, como se vio en los incidentes de Marsella, durante el
Campeonato Europeo. Estuvieron incluso a punto de echar a Rusia del torneo. Lo
que pasa es que este asunto tiene una derivación que requiere un post específico.
Los violentos rusos son el resultado de la decepción de una sociedad cuyo
sistema (el soviético) colapsó y se vino abajo. Yo he leído un libro que ya he
citado varias veces de pasada, escrito desde el interior más sórdido de ese
mundo violento, agresivo y machista. Se llama Exodo y su autor se esconde tras el seudónimo DJ Stalingrad. Contaré algo más sobre él en sucesivos textos.
Va pasando el
verano y seguimos a la espera de lo que nos depare el nuevo curso. El mundo cambia a velocidad de vértigo. Hay gente que se
gana la vida con profesiones que hace nada eran impensables. Por ejemplo, existe
la profesión de especialista en la higiene dental de los hipopótamos de los
zoos. Para que vean que les digo la verdad y compensarles de un post que no me
ha salido demasiado divertido, les dejo un video. Han de pinchar AQUÍ
y ponérselo en pantalla grande. Merece la pena. Abrazos y besos. Y que sigan disfrutando del dolce far niente.
Se ve que los gallegos no creen en la magia de los nombres. Víctor es latino y significa "vencedor". Macario es griego y significa "feliz". Pues han resultado ser un perdedor y un infeliz el adiestrador y el psicopompo, vaya fiasco. Muchos triunfos para el Depor en la próxima temporada, eres un encanto cuando eres víctor y macario. (y cuando no, también).
ResponderEliminarGracias, amiga, tus aportaciones etimológicas son siempre enriquecedoras. Me gusta lo del psicopompo y tus buenos deseos para el Dépor. Y la parte final es el porcentaje pelota, por el que también te doy las gracias, aunque no comparta tu entusiasmo. Besos, querida amiga.
Eliminar¿Y para qué te voy yo a dar coba, me lo quieres decir? Lo de tu encanto es opinión universal, que incluso me lo ha dicho Boni, el único hombre que vino a este mundo para llevarme la contraria.
EliminarY dale con la pelota. Tú y Boni sí que sois un cielo.
EliminarNo soy precisamente futbolera, pero leo tus textos, incluso los de fútbol, porque creo que de lo que menos hablas es de fútbol, por fortuna. Y casi siempre hay alguna joya escondida entre la hojarasca. Esta vez, sin duda, está en el vídeo del hipopótamo. Qué expresión la suya más humana, qué paciencia, qué inteligencia. Se da un aire a un profesor de Física que tuve en el bachiller y que ponía más o menos esa misma cara cuando le íbamos a reclamar las notas.
ResponderEliminarSí, lo del hipopótamo es cojonudo. A mí me recuerda más bien la expresión del actor Charles Laughton. Y el higienista es un auténtico profesional.
Eliminar¿Está sugiriendo que las sentencias judiciales en gallego son menos justas que en castellano?
ResponderEliminarAl contrario, lo que le puedo asegurar es que hay gente firmemente convencida de que una Justicia en gallego (o en catalán, o en euskera) sería mucho más ecuánime y eficaz por el solo hecho del cambio de lengua. Para mí sería exactamente igual.
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