jueves, 20 de agosto de 2015

415. El pique de Piqué

Vamos a hacer un inciso en medio de tanta densidad y trascendencia a cuenta de Polonia, los judíos y todo lo demás, para recuperar por un día la coña y el tono superficial que ha caracterizado este foro en sus mejores momentos. Para desengrasar, nada mejor que el mundo del furgol, a un día de empezar la Liga, en la que espero que este año mi Depor no pase tantos apuros como en la temporada pasada. Por cierto, para los resentidos que sostienen que el Barça se dejó empatar con el Depor a dos goles en el último partido del curso anterior y que la salvación fue un tongo, pues aquí tienen un dato incontestable: en los tres primeros partidos oficiales que ha jugado el Barça este año, le han metido exactamente nueve goles, a tres por partido. Ya no resulta, pues, tan raro que el Depor del año pasado, un equipo muy malo pero que se estaba jugando la vida, le metiera dos a esa defensa calamitosa. De todas formas, en este blog se dio explicación cumplida de mi interpretación de ese día venturoso, en clave de San Benitiño de Lérez y tal.

En el primero de estos tres partidos del Barça, aunque el Sevilla le metió cuatro goles, consiguió ganar 5-4 en la prórroga. Tras recibir la Supercopa europea, Gerard Piqué animó a sus compañeros (se oyó en la tele) con estas palabras: “Hala, vamos a dar la vuelta al campo, para que se jodan los de Madrid, que nos están viendo”. No dijo “los del Madrid”, sino “los de Madrid”, lo que me legitima para contestarle. A mí no me jode que el Barça gane un partido, tengo otros problemas de más calado como para preocuparme de eso. Sin embargo, he de confesar que, cada vez que el Barça pierde con otro equipo español, me llevo una alegría. Lo mismo me pasa con el Real Madrid: cada vez que otro equipo español consigue ganarle, disfruto de cojones. No sé si Piqué será capaz de entender esto, pero es bastante fácil.

Madrid y Barça han establecido una tiranía en nuestra Liga que resulta hasta obscena. El dinero de las televisiones y los patrocinios que se reparten entre estos dos mastodontes, les sitúa a tanta distancia económica y deportiva de los demás equipos, que la Liga es un tostón, en el que el único entretenimiento potencial es la posibilidad de que uno cualquiera de los otros 18 equipos que completan la Primera División, consiga mojarles la oreja, o al menos hacerles pasar un mal rato. Ya imaginan que en cualquier enfrentamiento entre un David y un Goliat, yo me pongo siempre de parte del primero. Tengo que aclarar que, sin embargo, cuando estos dos abusones juegan contra equipos extranjeros, estoy de su lado. ¡Ojo! No quiero decir que todo esto esté bien o mal, sólo describo mis sentimientos.

Es curioso, porque yo difícilmente me alegro del mal ajeno. A mí me da pena hasta Rodrigo Rato. No me alegro de que le metan en un coche a cogotazo. También me dio pena el pobre Bárcenas, cuando le castigaron sin salir al patio, por preguntarle a uno de sus guardias si sabía a quién estaba empujando. Así de soso soy. Aparte del Madrid y el Barça, sólo me alegro de las desgracias de otro sujeto: el señor Mourinho. He disfrutado como un enano viendo cómo no conseguía ganar ninguno de los dos primeros partidos de la Premier, en el segundo, encima, cayendo claramente derrotado por el equipo que dirige Pelegrini, a quien él sucedió en el Madrid y a quien tanto despreció. Para mí sería una alegría que este impresentable no se comiera el turrón y que eso iniciara una caída que le llevase a terminar sus días como entrenador del Pazos Ferreira o del Río Ave, lo que le corresponde por su valía como técnico.

Pero volvamos a Piqué. En el último de los tres partidos que comentamos, tras una jugada intrascendente que acabó con el balón en manos de su portero, Piqué se dirigió corriendo hasta un linier y le gritó desaforadamente delante de la nariz. Cuando se dio la vuelta, el árbitro tenía en alto una tarjeta roja. A la calle. El locutor de la tele decía que cómo era posible que el árbitro trajera ya la tarjeta roja levantada, antes de hablar con el linier y enterarse de lo que había pasado. Pues es muy sencillo: porque ambos jueces están interconectados por pinganillos y el árbitro escuchó perfectamente lo que Piqué le vociferaba al linier. Después, lo reflejó así en el acta arbitral: “En el minuto 55, el jugador (3) Piqué Bernabeu, Gerard fue expulsado por dirigirse gritando a un árbitro asistente en los siguientes términos: me cago en tu puta madre”. Eso es lo que dice el acta, al parecer (yo no la he leído). Lo mejor de todo es que el Barça ha hecho un escrito de alegaciones para evitar un castigo más amplio al jugador, en el que dice que Piqué “utilizó una expresión muy típica catalana (sic), que suele usarse para dar más énfasis a una frase anterior de disconformidad o enfado”. Ante esto no me cabe más que exclamar: ¡Axó’s collonut, nen!

Lo que parece claro es que este señor Piqué es un tanto mosqueón y anda últimamente un poco nervioso, como muchos catalanes en este momento del procés en el que se han metido ellos solos (bueno, con la ayuda impagable del señor Rajoy). En octubre pasado ya tuvo otro incidente significativo a las dos de la mañana, cuando una pareja de la Guardia Urbana le llamó la atención por pararse más de quince minutos en el carril bus. Más o menos, como Esperanza Aguirre, sólo que en Barcelona. Según escribieron los guardias en la denuncia, el tipo les espetó las siguientes frases: me tenéis envidia porque soy famoso, me estáis multando porque vais a comisión, porque no tenéis dinero y os tenéis que llevar la comisión,  esta denuncia va a quedar en nada porque llamo a tu capo (sic) y me la quita, voy a hablar con tus jefes y se te va a caer el pelo, esta multa la va a pagar tu padre, sois una vergüenza, me da asco vuestro trabajo y la Guardia Urbana es una puta vergüenza. Fin de la cita.

Como pueden comprobar, todas ellas expresiones típicamente catalanas, usadas comunmente para darle más énfasis a una frase anterior de disconformidad o enfado. Sin embargo, dentro de la miopía que mostramos todos los de Madrid a la hora de tratar los temas de Cataluña (además de robarles, según la campaña de CiU), el Comité de Competición no ha apreciado la singularidad lingüística y cultural de esa región autónoma y le ha impuesto a Piqué cuatro partidos de sanción, exactamente lo mismo que le puso el año pasado a Sergio García, del Español, por decirle al árbitro “eres un sinvergüenza”, a Sergio Ramos del Madrid por gritar: “llevas todo el puto día jodiéndonos” o al uruguayo del Tenerife Diego Ifrán por llamarle al árbitro boludo de mierda. Hace unos años le cayeron también cuatro partidos al portero del Barça Victor Valdés por, según el acta, proferir la expresión “os habéis cagado”, dicho esto además a escasos centímetros de la cara del árbitro, lo que determina que el conjunto de la actuación del jugador deba calificarse de claramente ofensiva.

Yo no sé si los árbitros y los comités son conscientes del lado cómico que tiene la redacción de sus actas y comunicados, por la mera interposición de su lenguaje formal con las expresiones de los futbolistas. En cuanto a éstas últimas, ya ven cuan edificantes y educativas resultan para los chavales, que imitan en todo a sus ídolos futboleros. Además, eso sucede en un contexto en el que se ha suprimido la asignatura de Educación para la Ciudadanía (lo que hay que Wert) y posiblemente muchos de sus padres hablen de esta misma forma destemplada. La educación brilla por su ausencia en todo lo que rodea al mundo del fútbol y es algo que deberían hacerse mirar.

No es por presumir, pero mi Dépor ha aprobado hace unas semanas un código ético por el que se regirá el club en adelante. En aplicación de ese documento, al jugador portugués Luisinho lo han suspendido de empleo y sueldo cuatro días, por algo que le dijo en un entrenamiento a un compañero y que no ha trascendido fuera del club. Algo gordo debió de ser, porque el compañero iba a por él y lo quería matar, como se vio en el vídeo de un aficionado. Este mismo Luisinho, el año pasado fue también expulsado y suspendido cuatro partidos, por decirle a un árbitro “de aquí no sales vivo, cabrón”. En las alegaciones, el Deportivo arguyó que este señor es portugués, no sabe nada de castellano y ni los compañeros le entienden. Una excusa tan sonrojante como la de que “me cago en tu puta madre” es una singularidad lingüística catalana. El bueno de Luisinho sigue sin aprender una gota de castellano pero, por lo visto en este último incidente, los compañeros sí que le entienden. 

Hala, mañana seguimos con los polacos.

4 comentarios:

  1. Sólo te falta meterte un poco con Shakira...

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    1. Nada de eso, este foro tiene más categoría que el Sálvame Deluxe. aquí no se practica el cotilleo malsano.

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  2. Por aquí por Coruña, se dice que el tal Luisinho es un buen chaval, que lo que le pasa es que tiene un ramalazo de locura que le da de vez en cuando. Y cuando le da la toulada, se lleva por delante al que pille. Los compañeros están hasta la coronilla de aguantarlo.

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    1. Pues algo así ha de ser, para que un tipo tan veterano y templado como el capitán Manuel Pablo salga a leer un comunicado contra un jugador de la plantilla suscrito por todos los demás. Esperemos que se pongan todos a jugar y no nos den tantos sobresaltos como el año pasado, que yo creo que parte de mis problemas cardíacos vinieron de ahí.

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