Bueno, pues aquí me tienen otra
vez dispuesto a seguir dando caña, al acecho del 40 de mayo, celebrando que
hasta ahora no nos hayamos tenido que quitar el sayo, porque estamos teniendo
una primavera preciosa, mientras se prepara el cambio de rey, el Depor ha
vuelto a Primera, y en las calles de la ciudad de pronto han florecido cientos
de obras, que tienen de los nervios a los automovilistas en la línea de los
mejores tiempos de Álvarez del Manzano. Tras dos años sin Operación Asfalto,
este sarpullido de zanjas parece sugerir que la señá Alcaldesa ha decidido por
fin abrir los paquetitos de monedas de dos euros y la hucha de los centimitos que
tan diligentemente ha ido juntando desde su nombramiento, para hacerle un peeling a nuestras castigadas calzadas
llenas de agujeros de tamaño al borde de lo peligroso. A lo mejor es para que
no se escorromoñen los usuarios de
las nuevas bicicletas de alquiler que, por ahora, brillan por su ausencia,
aunque se anunciaban para el mes pasado.
¿Cómo? ¿Qué? ¿Que si ya se ha
terminado mi punta de trabajo mañanero? ¡Pero mira que tenéis ustedes mala
leche, joé! ¿Y en qué lo han notao, zi ze pué zaber? Ustedes lo que sois es
unos malpenzao’, hombre. Sí, sí, ya sé que “piensa mal y acertarás”, pero es
que no sabe uno a qué atenerse: si escribo poco, me echan de menos y me
preguntan todo el rato si me pasa algo y, si escribo mucho, me vienen a tocar
los cataplines con que si ya se ha terminado la punta de trabajo. Bueno, pues
sí, se ha terminado, qué pasa. Hasta que venga la próxima. Mi trabajo en el
último mes no es que haya sido muy enriquecedor a nivel personal, pero al menos
era útil y necesario, me mantenía entretenido y me libraba del bucle de la
autocompasión, un sentimiento negativo muy poco fructífero.
Hoy toca poner verde a la prensa.
Dentro del deterioro que están sufriendo determinadas instituciones en nuestro
país, la prensa es uno de los estamentos que más se ha degradado con la crisis.
Digo “en nuestro país”, porque uno pilla el New
York Times, o Le Figaro, y la
cosa no tiene nada que ver. Artículos de fondo bien expuestos y bien
estructurados, con su planteamiento, nudo y desenlace como mandan los cánones, su
redacción exquisita, sus fuentes contrastadas y su prioridad y oportunidad
debidamente aquilatadas. En los países más prósperos de occidente hay unos
periódicos extraordinarios, desde el Frankfurter
Allgemeinen Zeitung a Il Corriere
della Sera. En España, siento decirlo, pero el único que se ha acercado a
esos niveles de calidad ha sido El País en su época inicial, hasta que Cebrián desplazó
de la primera línea a la familia Polanco.
Tengo varias cosas que echarle en
cara a la prensa actual. En primer lugar, no se informa, se jalea. Es difícil
encontrar informaciones imparciales. Todo tiene una intencionalidad. Por
ejemplo, el otro día se juntan 20.000 personas en la Puerta del Sol a pedir un referéndum
sobre la disyuntiva monarquía-república. Bueno, pues El inMundo magnifica la
protesta, la lleva al primer lugar de sus portadas y hasta la retransmite en
directo (un verdadero coñazo; entré un par de veces con un intervalo de más de
una hora: imagen y sonido eran idénticos). Ese periodicucho está estos días en
plena campaña de dar miedo mostrando a los izquierdistas con cuernos y rabo, en
hordas dispuestas a la quema de conventos al mando del señor Pablo Iglesias y
otros coletudos. Por una simetría previsible, El País pasa de puntillas sobre el
tema, como si en la plaza no hubiera habido 20.000 personas, sino cuatro viejos
engañados. Han decidido apoyar la monarquía y están dispuestos a usar la
sordina cuanto haga falta.
Ya he dado mi opinión sobre este
tema: a mí que tengamos una monarquía o una república me la bufa, no creo que
sea el momento de plantearlo; por motivos pragmáticos me declaro monárquico,
porque eso es lo que tenemos y para qué perder el tiempo en cambiarlo y además
me cae mejor el príncipe que cualquiera de los políticos de ahora. Lo del referéndum
me parece algo antiguo, superado y casposo, no me sorprende que lo promuevan
Cayo Lara y sus huestes y me decepciona que se sumen a la onda Podemos, Equo y
otros movimientos, que yo creía que incluían a Izquierda Unida entre la casta a
la que critican. Sin embargo no he encontrado este tipo de opiniones, que
comparte mucha gente, en la prensa cotidiana.
Otra cosa que me molesta de los
periódicos es que sólo sacan una noticia cuando les parece que apoya una línea
determinada. No les sorprenderá saber que varias veces a lo largo de mis más de
40 años de circular por Madrid he llamado a la prensa con primicias del estilo:
están talando los árboles centenarios de la plaza X, o están empezando a
demoler un edificio con la máxima protección en el número tal de la calle cual,
mandad un fotógrafo, pero daros prisa que dentro de media hora no quedan ni los
cimientos. Pues no he logrado que salga una sola noticia, ni siquiera en las
páginas de contactos eróticos. Alguien del periódico ha decidido que la tal
noticia no servía para su campaña contra el alcalde o alcaldesa X, por lo que
no era digna de ocupar espacio. Para que se pongan con un tema, alguien tiene
que darles la salida.
Pero, como profesional de la
palabra, lo que me pudre la sangre es lo mal que se escribe en todos lados. No
hay correctores y las informaciones que no vienen respaldadas por una firma de
postín, se encomiendan a cuatro becarios a los que pagan una miseria, y de los
que es dudoso que hayan hecho ni la ESO. Les traigo aquí dos ejemplos de la
prensa de hoy, escogidos al azar, y les pido que los lean. Para el primero,
pinchen AQUÍ. Veamos lo que nos cuentan. Según
el primer párrafo, la señora de la foto fue detenida gracias a que un ciudadano
la reconoció en un supermercado de Lavapiés y avisó a dos agentes. Curioso que
un tipo se vaya de compras y reconozca a una delincuente de Barcelona entre los
tanques de detergente y los limpiacristales. Y que avise a unos policías. Y que
vengan a tiempo, con lo que suelen tardar. Luego se cuenta que la doña está
implicada en varios crímenes más o menos sangrientos. Los cometió con un sujeto
que “ahora está en prisión”, aunque a continuación se dice que se fugó en 2011.
¿En qué quedamos? Más abajo se dice que la señora ha sido detenida gracias a un
tipo que la reconoció por la calle hace varios días y se lo dijo a unos
policías que patrullaban por allí. Eso es más creíble, en las calles hay más
mirones y ociosos que en los supermercados, pero se contradice con el párrafo
primero.
Así que parece que hubo tiempo de que vinieran
a Madrid unos mossos de escuadra, por si tenían que reducirla, que ya sabemos
que para esa tarea se dan mucha más maña que los policías de Madrid, unos nenazas que no matan ni a una mosca. Es
decir, que a la doña la tenían vigilada y esperaron a que bajara al
supermercado para echársele encima. Sinceramente: ¿creen que la noticia está
bien contada? Para colmo, en la foto se ve que a la señora la están sacando del Teatro Valle
Inclán, en cuyo hall la debieron de meter para comprobarle las huellas
dactilares. Pero el pie de foto dice “Momento de la detención de Mar Casimiro”. ¿No
sería más exacto decir: Mar Casimiro tras ser identificada? Y qué decir de la
redacción: “cuando ya confirmó la identidad, los agentes contactaron…” Sobra el
ya. Y no hay concordancia verbal. Debería
decir: “cuando se confirmó su identidad”, o “cuando confirmaron su identidad”. El
becario no repasó su texto y nadie se lo revisó. Son los recortes de la crisis.
Les pido ahora que lean esta noticia
del Marca, pinchando AQUÍ. Según el titular, el portero del Las Palmas, Barbosa, no admite que salieron
de farra después de perder su partido en Mallorca. Pero uno lee la noticia y
descubre que el portero dijo justo lo contrario: que sí que salieron (los vio
todo el mundo) si bien aclara que no se pillaron un gran pedo ni cantaron el
Asturias patria querida. Más abajo el becario entrecomilla una frase textual de
Barbosa: “lo que pase fuera del campo hay que dejarlo ahí”. Dudo que el
futbolista haya dicho eso, porque en el futbol la frase proverbial es que lo
que pasa dentro del campo, ha de
quedar ahí. Este debe de ser un becario con una cierta forma de dislexia que le
lleva a escribir lo contrario de lo que quiere decir. Le ha pasado dos veces en
un texto tan pequeño.
Cada vez se escribe y se habla
peor. Les dejo con una imagen que ilustra perfectamente lo que les quiero
decir. Duerman bien.
Un texto bastante ligerito, por debajo de su media, discúlpeme la crítica. Particularmente prefiero que escriba usted menos veces pero con más enjundia. Lo mejor: la foto. ¿De dónde saca usted estas imágenes? Gracias y siga usted con sus reflexiones. Ligeras o densas, siempre son gratas de leer.
ResponderEliminarTiene razón, lo que pasa es que yo quiero primar la cantidad a la calidad. Prefiero publicar con frecuencia, aunque la calidad de los textos sea desigual. Es lo propio de unas reflexiones enhebradas a la carrera. Si he disminuido la frecuencia en estos tiempos recientes ha sido por falta de tiempo libre. Y si eso ha supuesto un aumento de la calidad o la densidad de los textos, pues habrá sido una coincidencia.
EliminarLa foto la he tomado prestada de una campaña relacionada con un tema mucho más serio y grave: la lucha contra la violencia verbal, como un aspecto menos conocido de la discriminación de género.
Gracias por su elogio final. Que tenga una buena tarde.
Aristófanes ya se cachondeaba en sus comedias de lo mal que hablaban los cultísimos atenienses de su tiempo... y eso que manejaban una lengua casi perfecta, una lengua que 25 siglos después se sigue hablando, mientras que el latín ya no lo habla ni el Papa. O sea, que no es muy novedosa la crítica a la baja calidad de lo que se escribe. El Libro de Estilo de El País se lo encargó Polanco (mucho antes de que los mentideros lo rebautizaran como Jesús del Gran Poder) a tu paisano C.J. Cela. Creo que ningún periodista de ahora lo ha leído. Pero incluso en tus idealizados primeros tiempos había faltas gramaticales en la mayor parte de sus ediciones, aunque admito que la calidad del periódico era incomparablemente más alta.
ResponderEliminarSupongo que había faltas de ortografía, pero ahora hay errores de todo tipo: argumentales, de redacción y de lenguaje. Tiene la culpa también el ordenador y el sistema de corta y pega. Por ejemplo, el del crimen que yo he recogido, seguramente empezó creyendo que un tipo en el supermercado había llamado a la policía. Luego se enteró de cómo había sido en realidad la detención, pero se olvidó de borrar el primer párrafo. Estas cosas no sucederían con unos correctores que vigilaran el nivel de calidad. Pero ¿a quién le importa? ¿Cuánta gente crees que ha leído esa noticia? ¿Cuántos han notado que estaba mal escrita?
Eliminar