Pedazo post les he preparado; me ha salido un poco largo, pero no lo suficiente como para dividirlo en dos partes. Tampoco hace falta que se lo lean de un tirón, tal vez pueden tenerlo como una guía para saber quién es quien en esta carrera que empieza. El día 3 de febrero tendrá lugar el caucus de Iowa y el día 11 las primarias de New Hampshire, las dos primeras citas del proceso para elegir al candidato del Partido Demócrata que se presentará a las elecciones presidenciales a celebrar el primer martes después del primer lunes de noviembre, competición en la que deberá enfrentarse a un Donald Trump que marcha viento en popa hacia la reelección, si nadie lo remedia. Por mi parte, se trata de elegir a alguien que pueda ganarle a Trump, aunque no sea el más guapo ni el mejor presidente de los USA.
Tener a Trump otros cuatro años en la Casa Blanca es un peligro adicional para el mundo, a añadir a los riesgos climáticos, sociales, financieros o laborales que nos acechan, por no hablar del coronavirus de Wuhan, la ameba comecerebros de los nacionalismos varios y hasta el entontecimiento de los humanos, inducido a partir de delegar en las maquinitas determinadas responsabilidades que antes confiábamos a nuestros cerebros, como, por poner un ejemplo, la de recordar los números de teléfono de los amigos. O hacer una raíz cuadrada (no digamos una derivada o una integral). ¿O es que usted, querido lector, se sabe algún número de teléfono que no sea el suyo? Yo no. Ni siquiera los de mis hijos. Para qué, si los puedo buscar en el móvil... ¿Y ni por un momento ha pensado usted que esta falta de ejercicio cerebral puede ser muy perjudicial para su salud mental? Desarrollaré este asunto en un post específico un día de estos, porque ahora quiero centrarme en el tema de los aspirantes demócratas.
En el caucus de Iowa es posible que algunos de los candidatos queden tan descabalgados que abandonen la carrera. Pero de momento quedan en liza cuatro o cinco que parecen tener posibilidades serias. Hace cuatro años, yo me pronuncié de forma entusiasta y esperanzada por Bernie Sanders, un personaje que goza de todas mis simpatías, Pero en estos momentos suceden dos cosas que matizan ese entusiasmo. Por un lado, su edad. Sanders tendrá en el momento de las elecciones 79 años y recientemente ha tenido un episodio cardíaco serio. Esto es un cierto lastre, a pesar del entusiasmo imbatible que lo caracteriza y el cariño que le tienen sus seguidores. El segundo factor es el hecho de que sus propuestas, que hace cuatro años eran innovadoras, incluso revolucionarias, no han cambiado apenas, siguen siendo prácticamente las mismas y además han sido en parte incorporadas por algunos de los otros aspirantes, en especial por la senadora Elisabeth Warren, otro personaje atractivo, progresista y un poco más joven (no mucho, como veremos). Y, en cuanto a las posibilidades de ganarle a Trump, tal vez Sanders no sea el candidato más adecuado, característica que comparte con Warren. Es dudoso que la sociedad norteamericana este ya preparada para tener un presidente de tendencia socialista o socialdemócrata. Aquí una imagen reciente de este caballero.
No obstante esas matizaciones, Sanders sigue siendo mi favorito, lo que se ha reforzado a partir del apoyo explícito de la congresista neoyorkina Alexandria Ocasio-Cortez, uno de los personajes más refrescantes de la escena política americana en los últimos años. Ocasio ha brindado a Sanders su apoyo incondicional, hasta el punto de que se está encargando personalmente de dirigir su campaña en Iowa, dado que Sanders (como Warren) es senador y está por tanto centrado en el examen de las pruebas y declaraciones del impeachment a Trump, lo que le supone estar encerrado las 24 horas del día y no poderse comunicar con nadie para no contaminar su imparcialidad en el juicio, como se hace en USA con los jurados de cualquier procedimiento, supongo que han visto ustedes las suficientes películas o series yanquis de temática judicial como para saberlo. Normalmente, esta situación no se resolverá hasta una fecha muy próxima al caucus de Iowa (y, salvo sorpresa, culminará con la absolución del presidente).
Ocasio es una mujer muy guapa y muy potente intelectualmente, cuyo trabajo en el Congreso reconoce ya todo el mundo. Dos anécdotas la definen. En cuanto fue elegida, los de la derecha se pusieron compulsivamente a buscar mierda en su pasado, como hacen siempre. Y encontraron un vídeo de cuando era universitaria en Boston, bailando una danza bastante inocente con sus compañeros de carrera, que enseguida colgaron en las redes. Su respuesta: entró bailando en su despacho de congresista y encargó a un amigo que la filmara desde el pasillo. Al poco rato, las redes ardían con un baile actualizado más sexy que el anterior y con una leyenda: He oído que algunos republicanos consideran que una mujer bailando es algo escandaloso; pues esperen a que descubran que las congresistas también bailan. La otra anécdota. En una entrevista en directo, el periodista empezó una de sus preguntas con una introducción retórica: –Para una persona como usted, que viene de la izquierda... Ocasio le interrumpió categórica: –Oiga, no se confunda usted, yo no vengo de la izquierda, yo vengo de abajo, que no es lo mismo. Una imagen de esta atractiva mujer.
Sanders y Ocasio-Cortez representan lo que podemos considerar el ala izquierda del Partido Demócrata. Un poco más hacia el centro encontramos a la también senadora Elizabeth Warren, una mujer a punto de cumplir los 71, muy respetada en su país, que ha llegado a la política después de largos años de actividad como catedrática universitaria y como defensora de los derechos de los consumidores. Warren ha incorporado a su programa muchos de los puntos de Sanders, pero exhibe una naturalidad y un pragmatismo muy alejados de requerimientos ideológicos, que le pueden dar una cierta ventaja frente a Bernie, un político asentado en unas bases ideológicas firmes que le hacen ser más rígido en sus planteamientos. Elisabeth Warren fue la protagonista involuntaria de una polémica sonada con Trump. Antes de apuntarse a la carrera presidencial, afirmó en un coloquio tener bastantes certezas de tener parte de sangre india, según lo que le habían contado sus padres y abuelos. Con su típica zafiedad chabacana, Trump se mofó de ella en Twitter, creyó que estaba diciendo eso para sacar alguna ventaja política, la rebautizó como la senadora Pocahontas y la retó a hacerse un examen de ADN. En un momento de euforia twittera, se vino arriba y añadió que estaba dispuesto a donarle un millón de dólares si se hacía la prueba de ADN y esta resultaba positiva.
El caso es que Warren se hizo la prueba de ADN y recibió un informe científico que certificaba que, aunque la mayor parte de su sangre es de origen europeo, en su ADN hay presencia indudable de sangre india. Warren se lo comunicó a Trump a través de Twitter, y le reclamó el dinero prometido para donárselo a una organización de defensa de las mujeres indias. Pero el presidente se hizo el sueco. Dijo que no lo había dicho en serio y que ningún documento firmado le obligaba a darle ese dinero a su contrincante política. Quedó como lo que es. Todo esto es agua pasada, pero lo cierto es que Elisabeth Warren y Bernie Sanders están compitiendo por lograr el apoyo del mismo sector de población dentro de la ciudadanía norteamericana y, al final, sólo uno de los dos puede ser el candidato. Parece lógico pensar que el primero que se retire de la carrera recomendará a sus seguidores que apoyen al otro.
Las encuestas prenavideñas situaban a Sanders segundo y a Warren tercera, con porcentajes parejos, cercanos al 15% y bastante alejados del que marchaba en cabeza, el ex vicepresidente de Obama Joe Biden instalado en un 22%. Sin embargo ahora Sanders parece haberse despegado de Warren y amenaza seriamente a Biden. Entre ambos está la victoria en Iowa, un estado que no aporta demasiados delegados, pero es el primero en dilucidarse, lo que le otorga un alto contenido simbólico. Biden representa la parte más moderada y centrista del partido y parte con la ventaja de una larga carrera política a sus 77 años, ya ven que esto va de abuelos. Cuenta con el apoyo de la maquinaria del partido y ha sido el objeto directo de los ataques de Trump en el asunto de Ucrania que ha desencadenado el impeachment, lo que sugiere que tal vez Trump lo considera como su enemigo más serio. Si Sanders ha recibido la ayuda decisiva de Ocasio, Biden ha encontrado también un apoyo no menos importante: el del alcalde de Los Ángeles Eric Garcetti.
Garcetti es uno de esos nuevos políticos que por juventud parecen estar destinados a alcanzar un día la presidencia del país, y les pido que se queden con su nombre. Su curriculum es amplio y variado. Es politólogo, experto en planeamiento urbanístico y en relaciones internacionales, ha sido militar y profesor y, para colmo, es un reputado actor, que aparece en muchas de las series televisivas de éxito en USA. Garcetti es en estos momentos el presidente del grupo C40 y durante años ha sido el jefe directo de mi amiga Shannon Ryan, que hasta le escribía sus discursos y que ahora ha dejado su puesto para volver al Departamento de Planeamiento de LA, por motivos que tal vez un día me explique. Tanto Shannon como los demás miembros de C40 hablan maravillas de este señor, cuyo apoyo a Biden es significativo. Vean aquí un par de imágenes de ambos caballeros, Biden a la izquierda. Salvando la diferencia de edad, no cabe duda de que ambos tienen una imagen presidenciable clásica.
En la misma zona moderada del Partido Demócrata se sitúa una mujer, la abogada y senadora por Minnesota Amy Klobuchar, de ascendencia eslovena y suiza. Klobuchar marcha bastante descolgada en las encuestas, pero hace una semana recibió un impulso importante, nada menos que del New York Times, que publicó un artículo de opinión en el que distribuía su apoyo entre Warren y ella. El motivo de este insólito e infrecuente pronunciamiento parece partir de un planteamiento tan pintoresco como absurdo: el próximo presidente debería ser una mujer y el periódico se decanta por una competición entre el ala más izquierdista, personificada por Warren y la rama más moderada que encarna Klobuchar. Aparte de los calificativos ya dichos, me parece una propuesta ventajista: como el feminismo es un movimiento imparable, el NY Times se apunta al carro, entre otras cosas, para ganar más lectores desde el lado femenino. Una verdadera mierda: el movimiento feminista es suficientemente sólido como para no necesitar apoyos impostados.
A la izquierda tienen una imagen oficial de esta señora, que en principio parece abocada a terminar su carrera presidencial en Iowa, pero nunca se sabe. Estas cosas dan sorpresas y el New York Times lo lee mucha gente. En su lado más oscuro, las denuncias que le hicieron varios de los colaboradores de su despacho de abogados, que declararon que esta señora los machacaba, los exprimía y los acosaba laboralmente. Una auténtica negrera. Y nos queda todavía hablar del quinto jinete de este apocalipsis presidencial. Entre la moderación que representan Biden y Klobuchar, y la izquierda de Warren y Sanders hay un amplio espacio ideológico. Y por allí se mueve un personaje inclasificable: el ínclito Pete Buttigieg, el candidato millennial.
Para empezar, yo en su lugar me cambiaría de apellido. Eso de Buttigieg suena a escupitajo, con perdón. Como Agag. Este señor es el más joven de la partida (38) y parece ser un organizador y un líder natural. Desde pequeño ha sido siempre el delegado de sus cursos de bachiller y luego en la Universidad de Harvard, donde se graduó en Historia y Literatura. Habla muy bien y se dice que, de todos los candidatos, es el que tiene un relato en positivo de lo que quiere hacer, sin dedicarse a criticar a los demás. Además, participó en la guerra de Afganistán durante siete meses como marine de reserva en un submarino de la Sexta Flota. Por si eso fuera poco, toca el piano bastante bien y habla siete idiomas, entre ellos el español. Y en 2015 salió del armario. Es el primer candidato abiertamente gay que opta a la presidencia, está casado y, con su marido, ha salido nada menos que en la portada del Time. Aquí pueden ver la imagen (Pete es el de la derecha).
¿Están preparados los yanquis para tener instalado en la Casa Blanca a un presidente gay con marido? Pues ustedes me dirán. Pero la sociedad está cambiando y este es un personaje muy peculiar, porque paradójicamente es muy religioso y declara aquí y allá que salir del armario y casarse le ha permitido acercarse más a Dios. Su marido se ha convertido también en un tipo muy popular, con miles de seguidores en su cuenta de Twitter, en donde ha contado que Pete le desveló su intención de optar a la presidencia mientras hacían la colada. Además tienen dos perros rescatados, llamados Truman y Buddy, que hasta tienen cuenta propia en Twitter y en Instagram. En cuanto a su proyecto político, es de ribetes kennedyanos, algo muy valorado en su tierra. Sería sin duda un presidente muy popular y apreciado, que acercaría la administración a los ciudadanos, con los que le encanta mezclarse y debatir. En los últimos sondeos ha crecido bastante, hasta emparejarse con Elisabeth Warren. Y se apunta que en Iowa podría obtener un resultado sorprendente, porque es muy conocido allí y se está fajando en la campaña. En resumen, los cinco que compiten en este primer caucus son Biden y Sanders (más de un 20% en los sondeos), Warren y Buttigieg (en torno a un 15%) y Klobuchar claramente descolgada, pero que aun no ha tirado la toalla.
Pero, miren ustedes por dónde, además de estos cinco candidatos, la campaña tiene un tapado, que no competirá en Iowa ni en New Hampshire, porque se ha apuntado el último y fía todas sus esperanzas a aparecer directamente en el supermartes del 3 de marzo. ¡Y qué tapado! Nada menos que Michael Bloomberg. Me van a disculpar, pero no puedo disimular la fascinación que me produce este caballero, cuya fortuna se estima en 53.000 millones de dólares, unas trece veces la atesorada por Donald Trump. Ya he contado en el blog que tuve la oportunidad de saludarlo personalmente y que me dio muy buen pálpito, algo que no me ha pasado con otros personajes, como Gallardón, por ejemplo. También he contado su historia, que no me importa repetir. Porque este señor es hijo de un obrero judío de Boston y consiguió matricularse en una universidad de grado medio para hacer un curso de perito eléctrico, mediante una beca, que completaba trabajando de aparcacoches en la propia universidad. Con su título de perito se puso a trabajar en el mantenimiento de la red eléctrica de la universidad de Harvard, en donde se matriculó en Empresariales. Y cuando acabó esta segunda carrera, ya lo estaban esperando los cazatalentos de Wall Street.
Fichó entonces como empleado de la firma bursátil Salomon & Brothers, en donde vieron que era tan bueno que pronto le ofrecieron hacerse socio de la empresa. Y cuando, años después, Salomon fue absorbida por otra marca más grande y tuvo que reducir personal, recibió una indemnización por despido de 10 millones de dólares. Y a partir de ese dinero edificó su imperio. Ahora mismo, la página www.bloomberg.org es la Web de información financiera que recibe más visitas del mundo. Pero este señor no olvida sus orígenes y dona cada año millones de su fortuna para construir polideportivos y equipamientos para los sectores sociales más desfavorecidos de Nueva York y otras ciudades. Además, es uno de los fundadores del grupo C40 y es la persona que coordinó, firmó en primer lugar y entregó en la sede de la ONU el documento suscrito por los alcaldes y gobernadores de todas las grandes ciudades y estados de la Unión comprometiéndose a seguir aplicando las directrices del Acuerdo de París por el Clima, después de que Trump sacara a su país de dicho acuerdo.
Para empezar, yo en su lugar me cambiaría de apellido. Eso de Buttigieg suena a escupitajo, con perdón. Como Agag. Este señor es el más joven de la partida (38) y parece ser un organizador y un líder natural. Desde pequeño ha sido siempre el delegado de sus cursos de bachiller y luego en la Universidad de Harvard, donde se graduó en Historia y Literatura. Habla muy bien y se dice que, de todos los candidatos, es el que tiene un relato en positivo de lo que quiere hacer, sin dedicarse a criticar a los demás. Además, participó en la guerra de Afganistán durante siete meses como marine de reserva en un submarino de la Sexta Flota. Por si eso fuera poco, toca el piano bastante bien y habla siete idiomas, entre ellos el español. Y en 2015 salió del armario. Es el primer candidato abiertamente gay que opta a la presidencia, está casado y, con su marido, ha salido nada menos que en la portada del Time. Aquí pueden ver la imagen (Pete es el de la derecha).
¿Están preparados los yanquis para tener instalado en la Casa Blanca a un presidente gay con marido? Pues ustedes me dirán. Pero la sociedad está cambiando y este es un personaje muy peculiar, porque paradójicamente es muy religioso y declara aquí y allá que salir del armario y casarse le ha permitido acercarse más a Dios. Su marido se ha convertido también en un tipo muy popular, con miles de seguidores en su cuenta de Twitter, en donde ha contado que Pete le desveló su intención de optar a la presidencia mientras hacían la colada. Además tienen dos perros rescatados, llamados Truman y Buddy, que hasta tienen cuenta propia en Twitter y en Instagram. En cuanto a su proyecto político, es de ribetes kennedyanos, algo muy valorado en su tierra. Sería sin duda un presidente muy popular y apreciado, que acercaría la administración a los ciudadanos, con los que le encanta mezclarse y debatir. En los últimos sondeos ha crecido bastante, hasta emparejarse con Elisabeth Warren. Y se apunta que en Iowa podría obtener un resultado sorprendente, porque es muy conocido allí y se está fajando en la campaña. En resumen, los cinco que compiten en este primer caucus son Biden y Sanders (más de un 20% en los sondeos), Warren y Buttigieg (en torno a un 15%) y Klobuchar claramente descolgada, pero que aun no ha tirado la toalla.
Pero, miren ustedes por dónde, además de estos cinco candidatos, la campaña tiene un tapado, que no competirá en Iowa ni en New Hampshire, porque se ha apuntado el último y fía todas sus esperanzas a aparecer directamente en el supermartes del 3 de marzo. ¡Y qué tapado! Nada menos que Michael Bloomberg. Me van a disculpar, pero no puedo disimular la fascinación que me produce este caballero, cuya fortuna se estima en 53.000 millones de dólares, unas trece veces la atesorada por Donald Trump. Ya he contado en el blog que tuve la oportunidad de saludarlo personalmente y que me dio muy buen pálpito, algo que no me ha pasado con otros personajes, como Gallardón, por ejemplo. También he contado su historia, que no me importa repetir. Porque este señor es hijo de un obrero judío de Boston y consiguió matricularse en una universidad de grado medio para hacer un curso de perito eléctrico, mediante una beca, que completaba trabajando de aparcacoches en la propia universidad. Con su título de perito se puso a trabajar en el mantenimiento de la red eléctrica de la universidad de Harvard, en donde se matriculó en Empresariales. Y cuando acabó esta segunda carrera, ya lo estaban esperando los cazatalentos de Wall Street.
Fichó entonces como empleado de la firma bursátil Salomon & Brothers, en donde vieron que era tan bueno que pronto le ofrecieron hacerse socio de la empresa. Y cuando, años después, Salomon fue absorbida por otra marca más grande y tuvo que reducir personal, recibió una indemnización por despido de 10 millones de dólares. Y a partir de ese dinero edificó su imperio. Ahora mismo, la página www.bloomberg.org es la Web de información financiera que recibe más visitas del mundo. Pero este señor no olvida sus orígenes y dona cada año millones de su fortuna para construir polideportivos y equipamientos para los sectores sociales más desfavorecidos de Nueva York y otras ciudades. Además, es uno de los fundadores del grupo C40 y es la persona que coordinó, firmó en primer lugar y entregó en la sede de la ONU el documento suscrito por los alcaldes y gobernadores de todas las grandes ciudades y estados de la Unión comprometiéndose a seguir aplicando las directrices del Acuerdo de París por el Clima, después de que Trump sacara a su país de dicho acuerdo.
En política, ya saben que ha sido alcalde de Nueva York, dos veces, la primera como republicano y la segunda como independiente, dejando la ciudad guapa, creando carriles bici por todos lados y desarrollando el proyecto High Line, que ya se ha explicado en este blog. Ahora lleva unos años en el Partido Demócrata, porque el corsé del sistema de partidos yanqui se le queda pequeño. En las últimas elecciones generales estuvo valorando presentarse como independiente para competir con Trump y Hillary, pero se retiró a tiempo, cuando se dio cuenta de que su presencia sólo serviría para hacerle un sanchezmato a Clinton. Esta vez ha decidido entrar en liza desde dentro del Partido Demócrata y no descarten ustedes que consiga la nominación, porque es una encarnación viviente del self made man, el hombre hecho a sí mismo, el prototipo del sueño americano, algo que gusta mucho a sus paisanos. Además tiene dinero para aburrir y me cuentan que ya ha inundado de anuncios de su candidatura las principales cadenas de televisión del país.
¿Y qué política haría este señor? Pues no me cabe duda que una muy distinta de la de Trump, porque es un hombre con grandes inquietudes medioambientales y sociales, que apoya el aborto, las políticas de integración LGTBI, el matrimonio homosexual y la regulación de la venta de armas. Él mismo está separado de su primera mujer, con la que tiene dos hijas súper brillantes, y convive desde hace 20 años con su novia Diana Taylor, una reputada financiera de Wall Street, que ya ejerció como discreta primera dama neoyorkina, y con la que no ha mostrado especial interés en casarse. Abajo pueden ver la foto del acto en el que formalizó su candidatura a la presidencia, al que acudió con su novia y sus dos hijas, todas vestidas para la ocasión. En fin, que no hace falta que siga hablando de este señor, que en un par de semanas cumple 78 años, para que ustedes deduzcan que es mi ídolo. En todos los sentidos.
Como les he dicho, Blomberg es un personaje clave del C40, en donde tiene un cargo honorífico. Como tal, acudió al congreso de la red en Copenhague el pasado mes de octubre, al que yo no pude ir porque estaba en Madagascar y no tengo el don de la ubicuidad. Sí estuvieron mi jefa y mi compañera M. que me han contado que Bloomberg pronunció uno de los discursos más brillantes de todo el congreso. Este señor tiene un relato sólido y habla muy bien. También estuvo, como no podía ser menos, en la COP25 celebrada a primeros de diciembre en Madrid, donde habló con la claridad que le caracteriza. Les dejo de propina un vídeo con un extracto de su intervención. Sean buenos. Y prepárense para esta larga carrera contra Trump, que muy posiblemente nadie gane. Si alguien consiguiera echarlo de la presidencia, sería un puntazo.
Muy buen texto. En realidad, debería usted haberlo titulado Glosario de Candidatos, o tal vez Dramatis personae, como el gran Don Ramón. Con esto tendremos una guía para seguir esta campaña, que hasta ahora a mí particularmente no me motivaba nada, porque al principio había no seis, sino veintitantos candidatos a la nominación demócrata.
ResponderEliminarPor lo demás, le diré que yo no me sé ni mi propio número de teléfono, cuando tengo que darlo he de mirar en los archivos del móvil, lo que me produce bastante bochorno.
Por lo demás, que usted, con su acreditado progresismo, se incline por Bloomberg el multimillonario, por delante de Sanders, no deja de sorprenderme un tanto. Usted sabrá.
Bueno, llamarle Dramatis Personae sería una falta de humildad terrible por mi parte. Glosario está bien, la verdad es que no se me había ocurrido. Tal vez hubiera suscitado más visitas.
EliminarRespecto a su último comentario, yo soy devoto de Sanders y obviamente de Ocasio-Cortez. Pero Bloomberg me da muy buen rollo y creo que muchos de los que le odian son unos simples envidiosos. La mayor fortuna de Bloomberg es tener una pareja y unas hijas como las que se ven en la foto. No me extraña que sea feliz. Y también me dan buen feeling Buttigieg, a pesar del apellido impronunciable, e incluso Warren. Biden y Klobuchar me resultan en cambio indiferentes. Biden sólo tiene para mí el valor de que Obama lo apreciaba y la eventualidad de que sea el más capacitado para ganarle al pelo'zanahoria.