Windows accusing the door of abusing the wall
Sí señor, las ventanas acusan a la puerta de abusar de la pared. No es un verso incluido en el poema de ningún premio Nobel de Literatura, sino una frase de la canción de Norah Jones que cerraba mi post anterior. Una expresión del absurdo del mundo en el que vivimos. En fin, que aquí me tienen pasando unos pocos días en casa de mi sobrino Marcos, en el centro del barrio coruñés de Monte Alto. He de decirles que me he dejado el ordenador en mi casa de Madrid, síntoma inequívoco de un principio de Alzheimer, o tal vez fue el subconsciente el que nubló una parte de mi consciencia para que me lo dejara olvidado y de esta forma consiguiera descansar de verdad la mente, sin estar todo el rato conectado con el mundo, salvo a través de mi fastuoso móvil Huawei.
Pero yo no quiero desconectar del todo, así que voy a darles algunas mínimas informaciones de mis pasos, en unos textos significativamente más cortos, porque no estoy muy acostumbrado a escribir en el teclado enano del móvil. El viernes me despedí de mis compañeros de trabajo hasta dentro de una semana, me fui a casa y descansé un rato, antes de irme al teatro La Abadía, en donde asistí a una obra extraordinaria: Nekrasov, que les recomiendo sin dudarlo, si viven en Madrid y tienen ocasión de verla (le queda una semana, creo) o, si viven en provincias, cuando la compañía haga la habitual gira. Es un montaje basado en una obra delirante de Jean Paul Sartre, que era un serio y un matiti, pero el director y los actores la convierten en un espectáculo surrealista digno de los hermanos Marx. Pasé un rato estupendo, culminado después con unas cervezas con mi amigo X en una bar cercano, que se llama El Imperio, donde dan unas setas estupendas, además de flores de calabacín y otras delicatessen de procedencia mundial diversa.
El sábado salí en medio del temporal de lluvia y niebla, que me acompañó hasta la entrada del túnel del Guadarrama. Al otro lado estaba la cosa mejor, porque, por una vez en la historia, el temporal ha entrado por el sureste. Después, tiempo vario, rachas de viento y poco tráfico. Hasta coronar el puerto del Manzanal. Allí se desató un diluvio, similar al que ocurre en el centro de la película Parásitos, pero esta vez por suerte sin incidencia significativa en el guión de mi viaje. Nada más empeorar el tiempo, la carretera se empezó a llenar de camiones que iban al noroeste, como si detrás de todo esto hubiera un Guionista (lo pongo con mayúscula para que sepan de quién hablo). De acuerdo con el programa que llevaba, llegué a La Coruña antes de que se hiciera de noche, lo que hubiera hecho aún más difícil el trayecto. Y esa noche dormí feliz en Monte Alto, con la Torre de Hércules a la vista desde la ventana de mi cuarto. Abajo la vista que digo.
El sábado salí en medio del temporal de lluvia y niebla, que me acompañó hasta la entrada del túnel del Guadarrama. Al otro lado estaba la cosa mejor, porque, por una vez en la historia, el temporal ha entrado por el sureste. Después, tiempo vario, rachas de viento y poco tráfico. Hasta coronar el puerto del Manzanal. Allí se desató un diluvio, similar al que ocurre en el centro de la película Parásitos, pero esta vez por suerte sin incidencia significativa en el guión de mi viaje. Nada más empeorar el tiempo, la carretera se empezó a llenar de camiones que iban al noroeste, como si detrás de todo esto hubiera un Guionista (lo pongo con mayúscula para que sepan de quién hablo). De acuerdo con el programa que llevaba, llegué a La Coruña antes de que se hiciera de noche, lo que hubiera hecho aún más difícil el trayecto. Y esa noche dormí feliz en Monte Alto, con la Torre de Hércules a la vista desde la ventana de mi cuarto. Abajo la vista que digo.
Tal vez ustedes lo ignoren, pero Monte Alto está reconocido como uno de los barrios más hipsters de España. Como de costumbre, no se lo creen. Pues les pido que consulten una página al respecto. Para ello han de pinchar AQUÍ. Ya se lo van creyendo, supongo. El propio periódico inglés The Times lo ha reconocido como tal. Hace dos años y medio estuve alojado en este mismo lugar, cómo pasa el tiempo. Y ya entonces capté el potencial de este lugar, que describí en un par de posts, en donde se explicaba este barrio fastuoso. Ahora las cosas han cambiado un poco. Cuando un lugar como este se pone de moda, acuden los hipsters pedorros como moscas a la mierda y el resultado es que suben los precios inmobiliarios. Está pasando en Lavapiés, en Madrid, y también en Monte Alto. Por ejemplo, saben que uno de los lugares emblemáticos de Lavapiés era el restaurante senegalés Baobab donde se degustaba cocina africana auténtica, acompañada por zumo de baobab o tamarindo, porque eran musulmanes y no servían alcohol. Era el lugar de reunión de todos los africanos del barrio, situado en la plaza de Nelson Mandela. Hablo en pasado porque el restaurante ha tenido que cerrar (el domingo pasado), porque una cadena de hoteles ha comprado el edificio entero.
En Monte Alto perviven las esencias. Pero se observan algunos cambios. Hay un personal más mezclado. Hay muchos bajos convertidos en viviendas, se les reconoce por las cortinas (nadie pone semejantes cortinas en un comercio), Proliferan también comercios alternativos, fruterías ecológicas, bares veganos, centros de tatuaje, barberías guay (ya saben que el aspecto externo es básico para el hipster). A mí este es un personal que no me molesta, lo que me jode es que suban los precios de las viviendas. Si han visto, como les recomendé, el documental Push, sabrán de qué les hablo. Por lo demás, el punto hipster es perfectamente compatible con el rollo coruñés extremo, con la vida de barrio, con el clima perro, con las calles azotadas por los vientos del norte y los temporales marinos. Los pescaderos recios y los currantes de la construcción, que se comunican entre ellos en Koruño, pueden llegar a tener un aspecto como el del prototipo hipster que ven abajo.
El domingo amanecí en el lugar, después de haber dormido de puta madre, como me suele suceder cuando lo hago al lado del mar. Pasé la mañana por el barrio con mi sobrino y su familia y nos recogimos pronto a comernos una lubina salvaje, de las que se pescan con caña en las zonas de mar batido, que mis anfitriones habían comprado un día antes en la pescadería Marc del Norte (de la que les hablé en uno de mis posts de hace dos años y medio), con la clara intención de agasajarme. Tras tan exquisito almuerzo, nos enfundamos mi sobrino y yo con las correspondientes bufandas del Deportivo y nos dirigimos andando al Estadio de Riazor, no sin antes recoger a mi hermano Pepe. Los tres disfrutamos de una tarde histórica, asistiendo a la cuarta victoria consecutiva de nuestro equipo del alma, de la que no les voy a dar más detalles, para no espantar a mis followers, sobre todo del género femenino, que me han confiado que, en cuanto empiezo a hablar de fútbol, dejan de leerme. Permítanme sólo una foto para inmortalizar la escena.
Hoy he pasado un día tranquilo, bajo un viento helado, en el que he dedicado la mañana a diversos recados con mi hermano, tras de lo cual hemos comido en un bar de la zona de Juan Flórez (yo, un rape a la gallega para chuparse los dedos) y rematado la jugada con una pequeña siesta. Luego me he centrado en escribir algo para ustedes, mientras mi hermano se iba a un club de lectura del que forma parte hace años. Mañana mi plan es encontrarme con el gran Berto, seguidor del blog. Ya les iré contando. Por esta vez no voy a ver al bueno de Alfred. otra de mis referencias blogueras, al que he pillado fuera de Coruña. Y el miércoles me cogeré el coche y me desplazaré al segundo de mis destinos en esta semana de vacaciones, que todavía no he desvelado en el blog. Paciencia. De momento, he regresado al escenario de mi post Monte Alto blues. De ahí el título, una referencia al clásico de Dylan que les dejo como referencia. Pórtense bien.
Siempre es una alegría volver a los ancestros. Hace cuatro años que no lo hago pero es que me da una pereza terrible eso de cambiar los límpidos cielos de Terra de Mouros por los tormentosos y oscuros de nuestra Coruña. Cela contaba que la calle Novoa Santos era la más ventosa y fría de la ciudad y resulta que mi querido hermano vive en ella y allí es donde me alojo cuando voy.
ResponderEliminarEn cuanto al Deportivo ya le dije a usted que en cuanto sustituyeran las nefastas camisetas de rayas horizontales el equipo sería como un cohete hacia el cielo; esperemos que dure la racha...
Salude usted a nuestro común frater Berto, gran libador de Estrella de Galicia, como nosotros; supongo que la cita será en la Cervecería que es uno de los principales templos de nuestra ciudad así que disfruten.
Un fuerte abrazo amigo cuídeseme y tenga usted cuidado con la carretera que en estas fechas es muy traicionera.
Discúlpeme la tardanza en responder, esto de estar fuera de casa y sin ordenador tiene sus servidumbres. Volver a la tierra siempre es agradable y el viento y la humedad son consustanciales.
EliminarEl Dépor va viento en popa, ya era hora. Con un poco de suerte amarramos el play-off (estamos a nueve puntos). Y la cita con Berto fue en el Alameda, donde nos acordamos de usted como corresponde. Para la carretera hay que trabajarse la suerte y luego tenerla. Un fuerte abrazo y cuídese, amigo. Saravá.