Brrrrrrooooooooooooooooommm… bum
bum bum brrrrrrooooooooooooooooommm… arrancamos
el año a toda pastilla. Ayer fue día de descanso de las celebraciones del finiquito de 2019 y
ya estamos calentando motores para salir pitando. Como saben, hasta el día 8 no
empiezo a trabajar y aparentemente estoy estos días tranquilo y descansando,
pero mi mente ya ha empezado a hervir, centrada en lo que me viene. El 17 de enero presentaremos a la ciudad el proyecto El
Bosque Metropolitano, iniciativa estrella de la mitad del gobierno municipal
que lidera Ciudadanos. El 26 de febrero tenemos fecha cerrada para celebrar el Meet Up
de Reinventing Cities 2. Y a mediados de marzo tendremos que participar de
nuevo en el MIPIM de Cannes, para vender estas y otras líneas estratégicas municipales. Así que agárrense que vienen curvas.
Hace dos años montamos un
Meet Up similar, pero nos ayudó a organizarlo una empresa externa contratada ad hoc.
Ahora, ya sabemos hacerlo nosotros, pero es un curre importante. En Cannes,
hace dos años, el stand de Madrid lo financiaba y organizaba la Comunidad de
Madrid y mi compañera M. y yo acudimos allí como invitados incidentales. Este
año parece que lo vamos a montar nosotros (ya tenemos un presupuesto reservado para ello), otro reto al que nos hemos
comprometido. En fin, que a mi jefa no hay quien la detenga en su ascenso al
estrellato y nos va a poner firmes a todos, como el sargento que instruía a los
reclutas en La Chaqueta Metálica. Así que, como les digo, el 2020 asoma ya montado
en el vértigo. Viene a cuento escuchar este tema de U2, que habla del New Year’s Day, una
composición cortante como un cuchillo jamonero. No se la pongan
en grande, la mirada del chico de la foto fija ya es difícil de soportar en
pequeño. Mejor déjensela como fondo sonoro.
Todo está tranquilo en el Día de
Año Nuevo, un mundo en blanco está surgiendo. Así arranca este tema inquietante
muy bien interpretado, que luego habla de cosas tremendas que van a pasar, aunque
termina proclamando que nada cambia en el Día de Año Nuevo. La canción es de 1983 y lo cierto es que el
mundo ha cambiado un montón en estos años y estamos en una deriva no
exenta de riesgos. Lo del clima y la contaminación generalizada del planeta es preocupante,
aunque algunos paletos no lo quieran ver, como el señor Trump y otros. El ser
humano es una especie tóxica para la Tierra, que se defiende como puede. Estos
días, los noticiarios nos informan de las inundaciones que asolan Indonesia.
Son ya un fenómeno crónico, debido a la climatología extrema que afecta a ese
país, como a otras áreas tropicales. Sin ir más lejos, en Madagascar, empiezan
ahora una estación de huracanes y tornados, que se extiende hasta finales de
abril.
Países como estos en los que el
nivel económico-social es bajo, están en inferioridad de condiciones para
afrontar estas catástrofes. La construcción es de muy baja calidad y los
ciclones se llevan los tejados, mientras los ríos se desbordan y arrastran
lo que queda. En lugares donde se construye mejor, como en Japón, o en
Singapur, la incidencia de los fenómenos climáticos extremos es menor. Es fácil
pensar: es que la gente ha construido sus chabolas en lugares inundables, totalmente
inadecuados para implantarse. Pero durante décadas esos poblados han
sobrevivido sin tanto problema, porque el clima era más benigno. Veamos unas
imágenes de las inundaciones de este fin de semana, que han causado en torno a
30 muertos en Indonesia.
En particular, la capital Yakarta,
sufre un fenómeno adicional tremendo: la ciudad se está hundiendo gradualmente.
Tenía debajo un acuífero valioso, pero la gente lo ha agotado construyendo pozos y ahora está básicamente hueco, de modo que los grandes edificios urbanos, que pesan mucho, están venciendo la resistencia de las rocas que lo cubren. Así que las inundaciones son
cada año peores. Y el gobierno se ha hartado de esta situación que todos los
años se repite agravada y ha decidido construir una capital administrativa
nueva, en una zona ambientalmente más segura de la isla de Borneo (Yakarta está
en Java). Esto es algo que ya han hecho antes tantos países: Brasil, Corea del
Sur, Birmania, Sri Lanka, Maldivas, Nigeria. La antigua capital sigue conservando el carácter
de principal centro financiero y capital comercial del país. Pero el gobierno se marcha
a un lugar mejor construido, más seguro, más moderno y sin congestión ni contaminación.
Aquí tienen una imagen de uno de los suburbios de Yakarta, cuya sola visión
explica por qué esta es una ciudad en riesgo cíclico de graves inundaciones.
La nueva capital, que aún no tiene nombre, no estará lista hasta 2024. Yakarta tiene 10 millones de
habitantes en la ciudad y 30 en el conjunto metropolitano. Precisamente para
esos 10 millones que viven en la propia ciudad, trabaja mi querida amiga
Tantri, a quien conocí en el workshop de
C40 en Portland (Oregón) en julio de 2017. Ya ha pasado una eternidad, pero
mantengo con ella un contacto permanente. Es una pena que esté tan lejos,
porque en aquel workshop establecí con ella lazos afectivos sólidos, igual que
con Clare Haley, de Londres y Shannon Ryan de LA. Con Shannon ya me he encontrado
otras dos veces, en LA y en Chicago. Clare estuvo en Madrid seis meses, yo la
conocí nada más llegar y ahora está tan cerca que no la he ido a ver por la misma
razón que no visito el Museo del Prado, que está a cincuenta metros de mi casa
(estuve con Barbara hace una semana). Uno de los objetivos evidentes de mi
proyecto de viaje alrededor del mundo, era precisamente visitar a estas tres
amigas (y a otras y otros de mis contactos foráneos). Pero Tantri era una
especie de leyenda para mí, por lo lejos que está. Aquí pueden ver una de las fotos que
nos hicimos en Portland.
Cherchez
la femme, que decimos los políglotas. Pero, miren ustedes por donde,
resulta que no voy a tener que esperar a hacer mi viaje de vuelta al mundo, pospuesto hasta después de mi jubilación, para encontrarme con Tantri. Porque mi amiga se ha conseguido una beca de dos meses y
medio en Rotterdam para una especie de máster exprés/residencia. Ante mi ansiedad por verla, ya me ha hecho saber que estará muy ocupada en los días
lectivos, pero que podríamos encontrarnos algún fin de semana, en Rotterdam, en
Madrid o en alguna ciudad intermedia para visitarla juntos. En fin, que
esta es otra historia que se me va a mezclar en estos vertiginosos cuatro meses
que empezaron ayer. Porque, además, mi amigo Alain Sinou prometió invitarme a
dar una nueva clase en la Universidad Paris Huit, más o menos en las mismas
fechas, así que no sé cómo voy a compatibilizar todos mis compromisos.
A finales de abril, se cierra el
plazo para presentar propuestas en Reinventing Cities 2, y mucho me temo que
esta vez va a haber una avalancha de expresiones de interés, con lo que el
Jurado será algo mucho más complicado que el que organizamos hace dos años,
cuando logramos con mucho esfuerzo que se presentasen 20 proyectos. Y
probablemente con mucha mayor interferencia de intereses inmobiliarios y
gremiales de los arquitectos, que tendremos que intentar controlar para que no nos distorsionen
la limpieza del procedimiento. Total, que voy a estar súper liado hasta casi el
verano, pero para eso me he quedado en el Ayuntamiento, para vivir ese año
apasionante que me espera. En 37 años que llevo en mi puesto, ni una sola vez
me he quejado de exceso de presión. No sé si me sucederá que, a la vejez,
viruelas.
El caso es que me siento en estos
días de calma chicha como el guerrero que vela sus armas. Desde aquí al día 8
tengo casi una semana de relax, con algunas celebraciones retrasadas y eventos
lúdico-festivos que me están sirviendo para cargar las pilas. Por ejemplo, esta
mañana he tenido un grato recorrido por un tramo de Madrid Río, con mi querido
amigo X y un tercer elemento, mi ya también amigo Pedro, que tiene 90 años
cumplidos y es el que mejor está de los tres (físicamente y de cabeza). Hemos
rodeado las obras del Calderón y nos hemos despedido con una caña en el bar El
Alegre. La amable dueña del lugar nos ha hecho la foto que les dejo de cierre.
En la que, por cierto, si se fijan bien, verán al fondo que la televisión está
dando un telediario en el que se informa de las inundaciones de Yakarta. Visto así en la tele, desde un bar en una ciudad magnífica y segura como es Madrid en estos momentos, todo eso resulta muy ajeno y remoto, pero está sucediendo ahora mismo. Listo para la batalla, les reitero mi mensaje habitual: sean
felices. Y una vez más: Feliz Año Nuevo.
Me mareo solo de pensar en tantas actividades y retos para el año que empieza. Porque además supongo que piensas seguir corriendo y escribiendo en el blog. Te deseo suerte y energia. A mí no me daría con las 24 horas del día. Yo me he propuesto leer algo más sobre historia y hacer un poquito de pilates y ya estoy agobiado. Lo dicho, a por ello. Y que nos lo sigas contando.
ResponderEliminarGracias, hombre. Tú podrías hacer lo mismo que yo. Sólo es ponerse
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