miércoles, 29 de enero de 2020

905. Arranca la carrera en USA

Pedazo post les he preparado; me ha salido un poco largo, pero no lo suficiente como para dividirlo en dos partes. Tampoco hace falta que se lo lean de un tirón, tal vez pueden tenerlo como una guía para saber quién es quien en esta carrera que empieza. El día 3 de febrero tendrá lugar el caucus de Iowa y el día 11 las primarias de New Hampshire, las dos primeras citas del proceso para elegir al candidato del Partido Demócrata que se presentará a las elecciones presidenciales a celebrar el primer martes después del primer lunes de noviembre, competición en la que deberá enfrentarse a un Donald Trump que marcha viento en popa hacia la reelección, si nadie lo remedia. Por mi parte, se trata de elegir a alguien que pueda ganarle a Trump, aunque no sea el más guapo ni el mejor presidente de los USA. 

Tener a Trump otros cuatro años en la Casa Blanca es un peligro adicional para el mundo, a añadir a los riesgos climáticos, sociales, financieros o laborales que nos acechan, por no hablar del coronavirus de Wuhan, la ameba comecerebros de los nacionalismos varios y hasta el entontecimiento de los humanos, inducido a partir de delegar en las maquinitas determinadas responsabilidades que antes confiábamos a nuestros cerebros, como, por poner un ejemplo, la de recordar los números de teléfono de los amigos. O hacer una raíz cuadrada (no digamos una derivada o una integral). ¿O es que usted, querido lector, se sabe algún número de teléfono que no sea el suyo? Yo no. Ni siquiera los de mis hijos. Para qué, si los puedo buscar en el móvil... ¿Y ni por un momento ha pensado usted que esta falta de ejercicio cerebral puede ser muy perjudicial para su salud mental? Desarrollaré este asunto en un post específico un día de estos, porque ahora quiero centrarme en el tema de los aspirantes demócratas. 

En el caucus de Iowa es posible que algunos de los candidatos queden tan descabalgados que abandonen la carrera. Pero de momento quedan en liza cuatro o cinco que parecen tener posibilidades serias. Hace cuatro años, yo me pronuncié de forma entusiasta y esperanzada por Bernie Sanders, un personaje que goza de todas mis simpatías, Pero en estos momentos suceden dos cosas que matizan ese entusiasmo. Por un lado, su edad. Sanders tendrá en el momento de las elecciones 79 años y recientemente ha tenido un episodio cardíaco serio. Esto es un cierto lastre, a pesar del entusiasmo imbatible que lo caracteriza y el cariño que le tienen sus seguidores. El segundo factor es el hecho de que sus propuestas, que hace cuatro años eran innovadoras, incluso revolucionarias, no han cambiado apenas, siguen siendo prácticamente las mismas y además han sido en parte incorporadas por algunos de los otros aspirantes, en especial por la senadora Elisabeth Warren, otro personaje atractivo, progresista y un poco más joven (no mucho, como veremos). Y, en cuanto a las posibilidades de ganarle a Trump, tal vez Sanders no sea el candidato más adecuado, característica que comparte con Warren. Es dudoso que la sociedad norteamericana este ya preparada para tener un presidente de tendencia socialista o socialdemócrata. Aquí una imagen reciente de este caballero.

No obstante esas matizaciones, Sanders sigue siendo mi favorito, lo que se ha reforzado a partir del apoyo explícito de la congresista neoyorkina Alexandria Ocasio-Cortez, uno de los personajes más refrescantes de la escena política americana en los últimos años. Ocasio ha brindado a Sanders su apoyo incondicional, hasta el punto de que se está encargando personalmente de dirigir su campaña en Iowa, dado que Sanders (como Warren) es senador y está por tanto centrado en el examen de las pruebas y declaraciones del impeachment a Trump, lo que le supone estar encerrado las 24 horas del día y no poderse comunicar con nadie para no contaminar su imparcialidad en el juicio, como se hace en USA con los jurados de cualquier procedimiento, supongo que han visto ustedes las suficientes películas o series yanquis de temática judicial como para saberlo. Normalmente, esta situación no se resolverá hasta una fecha muy próxima al caucus de Iowa (y, salvo sorpresa, culminará con la absolución del presidente). 

Ocasio es una mujer muy guapa y muy potente intelectualmente, cuyo trabajo en el Congreso reconoce ya todo el mundo. Dos anécdotas la definen. En cuanto fue elegida, los de la derecha se pusieron compulsivamente a buscar mierda en su pasado, como hacen siempre. Y encontraron un vídeo de cuando era universitaria en Boston, bailando una danza bastante inocente con sus compañeros de carrera, que enseguida colgaron en las redes. Su respuesta: entró bailando en su despacho de congresista y encargó a un amigo que la filmara desde el pasillo. Al poco rato, las redes ardían con un baile actualizado más sexy que el anterior y con una leyenda: He oído que algunos republicanos consideran que una mujer bailando es algo escandaloso; pues esperen a que descubran que las congresistas también bailan. La otra anécdota. En una entrevista en directo, el periodista empezó una de sus preguntas con una introducción retórica: Para una persona como usted, que viene de la izquierda... Ocasio le interrumpió categórica: Oiga, no se confunda usted, yo no vengo de la izquierda, yo vengo de abajo, que no es lo mismo. Una imagen de esta atractiva mujer.

Sanders y Ocasio-Cortez representan lo que podemos considerar el ala izquierda del Partido Demócrata. Un poco más hacia el centro encontramos a la también senadora Elizabeth Warren, una mujer a punto de cumplir los 71, muy respetada en su país, que ha llegado a la política después de largos años de actividad como catedrática universitaria y como defensora de los derechos de los consumidores. Warren ha incorporado a su programa muchos de los puntos de Sanders, pero exhibe una naturalidad y un pragmatismo muy alejados de requerimientos ideológicos, que le pueden dar una cierta ventaja frente a Bernie, un político asentado en unas bases ideológicas firmes que le hacen ser más rígido en sus planteamientos. Elisabeth Warren fue la protagonista involuntaria de una polémica sonada con Trump. Antes de apuntarse a la carrera presidencial, afirmó en un coloquio tener bastantes certezas de tener parte de sangre india, según lo que le habían contado sus padres y abuelos. Con su típica zafiedad chabacana, Trump se mofó de ella en Twitter, creyó que estaba diciendo eso para sacar alguna ventaja política, la rebautizó como la senadora Pocahontas y la retó a hacerse un examen de ADN. En un momento de euforia twittera, se vino arriba y añadió que estaba dispuesto a donarle un millón de dólares si se hacía la prueba de ADN y esta resultaba positiva.

El caso es que Warren se hizo la prueba de ADN y recibió un informe científico que certificaba que, aunque la mayor parte de su sangre es de origen europeo, en su ADN hay presencia indudable de sangre india. Warren se lo comunicó a Trump a través de Twitter, y le reclamó el dinero prometido para donárselo a una organización de defensa de las mujeres indias. Pero el presidente se hizo el sueco. Dijo que no lo había dicho en serio y que ningún documento firmado le obligaba a darle ese dinero a su contrincante política. Quedó como lo que es. Todo esto es agua pasada, pero lo cierto es que Elisabeth Warren y Bernie Sanders están compitiendo por lograr el apoyo del mismo sector de población dentro de la ciudadanía norteamericana y, al final, sólo uno de los dos puede ser el candidato. Parece lógico pensar que el primero que se retire de la carrera recomendará a sus seguidores que apoyen al otro. 

Las encuestas prenavideñas situaban a Sanders segundo y a Warren tercera, con porcentajes parejos, cercanos al 15% y bastante alejados del que marchaba en cabeza, el ex vicepresidente de Obama Joe Biden instalado en un 22%. Sin embargo ahora Sanders parece haberse despegado de Warren y amenaza seriamente a Biden. Entre ambos está la victoria en Iowa, un estado que no aporta demasiados delegados, pero es el primero en dilucidarse, lo que le otorga un alto contenido simbólico. Biden representa la parte más moderada y centrista del partido y parte con la ventaja de una larga carrera política a sus 77 años, ya ven que esto va de abuelos. Cuenta con el apoyo de la maquinaria del partido y ha sido el objeto directo de los ataques de Trump en el asunto de Ucrania que ha desencadenado el impeachment, lo que sugiere que tal vez Trump lo considera como su enemigo más serio. Si Sanders ha recibido la ayuda decisiva de Ocasio, Biden ha encontrado también un apoyo no menos importante: el del alcalde de Los Ángeles Eric Garcetti.

Garcetti es uno de esos nuevos políticos que por juventud parecen estar destinados a alcanzar un día la presidencia del país, y les pido que se queden con su nombre. Su curriculum es amplio y variado. Es politólogo, experto en planeamiento urbanístico y en relaciones internacionales, ha sido militar y profesor y, para colmo, es un reputado actor, que aparece en muchas de las series televisivas de éxito en USA. Garcetti es en estos momentos el presidente del grupo C40 y durante años ha sido el jefe directo de mi amiga Shannon Ryan, que hasta le escribía sus discursos y que ahora ha dejado su puesto para volver al Departamento de Planeamiento de LA, por motivos que tal vez un día me explique. Tanto Shannon como los demás miembros de C40 hablan maravillas de este señor, cuyo apoyo a Biden es significativo. Vean aquí un par de imágenes de ambos caballeros, Biden a la izquierda. Salvando la diferencia de edad, no cabe duda de que ambos tienen una imagen presidenciable clásica.


En la misma zona moderada del Partido Demócrata se sitúa una mujer, la abogada y senadora por Minnesota Amy Klobuchar, de ascendencia eslovena y suiza. Klobuchar marcha bastante descolgada en las encuestas, pero hace una semana recibió un impulso importante, nada menos que del New York Times, que publicó un artículo de opinión en el que distribuía su apoyo entre Warren y ella. El motivo de este insólito e infrecuente pronunciamiento parece partir de un planteamiento tan pintoresco como absurdo: el próximo presidente debería ser una mujer y el periódico se decanta por una competición entre el ala más izquierdista, personificada por Warren y la rama más moderada que encarna Klobuchar. Aparte de los calificativos ya dichos, me parece una propuesta ventajista: como el feminismo es un movimiento imparable, el NY Times se apunta al carro, entre otras cosas, para ganar más lectores desde el lado femenino. Una verdadera mierda: el movimiento feminista es suficientemente sólido como para no necesitar apoyos impostados.

A la izquierda tienen una imagen oficial de esta señora, que en principio parece abocada a terminar su carrera presidencial en Iowa, pero nunca se sabe. Estas cosas dan sorpresas y el New York Times lo lee mucha gente. En su lado más oscuro, las denuncias que le hicieron varios de los colaboradores de su despacho de abogados, que declararon que esta señora los machacaba, los exprimía y los acosaba laboralmente. Una auténtica negrera. Y nos queda todavía hablar del quinto jinete de este apocalipsis presidencial. Entre la moderación que representan Biden y Klobuchar, y la izquierda de Warren y Sanders hay un amplio espacio ideológico. Y por allí se mueve un personaje inclasificable: el ínclito Pete Buttigieg, el candidato millennial.

Para empezar, yo en su lugar me cambiaría de apellido. Eso de Buttigieg suena a escupitajo, con perdón. Como Agag. Este señor es el más joven de la partida (38) y parece ser un organizador y un líder natural. Desde pequeño ha sido siempre el delegado de sus cursos de bachiller y luego en la Universidad de Harvard, donde se graduó en Historia y Literatura. Habla muy bien y se dice que, de todos los candidatos, es el que tiene un relato en positivo de lo que quiere hacer, sin dedicarse a criticar a los demás. Además, participó en la guerra de Afganistán durante siete meses como marine de reserva en un submarino de la Sexta Flota. Por si eso fuera poco, toca el piano bastante bien y habla siete idiomas, entre ellos el español. Y en 2015 salió del armario. Es el primer candidato abiertamente gay que opta a la presidencia, está casado y, con su marido, ha salido nada menos que en la portada del Time. Aquí pueden ver la imagen (Pete es el de la derecha).


¿Están preparados los yanquis para tener instalado en la Casa Blanca a un presidente gay con marido? Pues ustedes me dirán. Pero la sociedad está cambiando y este es un personaje muy peculiar, porque paradójicamente es muy religioso y declara aquí y allá que salir del armario y casarse le ha permitido acercarse más a Dios. Su marido se ha convertido también en un tipo muy popular, con miles de seguidores en su cuenta de Twitter, en donde ha contado que Pete le desveló su intención de optar a la presidencia mientras hacían la colada. Además tienen dos perros rescatados, llamados Truman y Buddy, que hasta tienen cuenta propia en Twitter y en Instagram. En cuanto a su proyecto político, es de ribetes kennedyanos, algo muy valorado en su tierra. Sería sin duda un presidente muy popular y apreciado, que acercaría la administración a los ciudadanos, con los que le encanta mezclarse y debatir. En los últimos sondeos ha crecido bastante, hasta emparejarse con Elisabeth Warren. Y se apunta que en Iowa podría obtener un resultado sorprendente, porque es muy conocido allí y se está fajando en la campaña. En resumen, los cinco que compiten en este primer caucus son Biden y Sanders (más de un 20% en los sondeos), Warren y Buttigieg (en torno a un 15%) y Klobuchar claramente descolgada, pero que aun no ha tirado la toalla.

Pero, miren ustedes por dónde, además de estos cinco candidatos, la campaña tiene un tapado, que no competirá en Iowa ni en New Hampshire, porque se ha apuntado el último y fía todas sus esperanzas a aparecer directamente en el supermartes del 3 de marzo. ¡Y qué tapado! Nada menos que Michael Bloomberg. Me van a disculpar, pero no puedo disimular la fascinación que me produce este caballero, cuya fortuna se estima en 53.000 millones de dólares, unas trece veces la atesorada por Donald Trump. Ya he contado en el blog que tuve la oportunidad de saludarlo personalmente y que me dio muy buen pálpito, algo que no me ha pasado con otros personajes, como Gallardón, por ejemplo. También he contado su historia, que no me importa repetir. Porque este señor es hijo de un obrero judío de Boston y consiguió matricularse en una universidad de grado medio para hacer un curso de perito eléctrico, mediante una beca, que completaba trabajando de aparcacoches en la propia universidad. Con su título de perito se puso a trabajar en el mantenimiento de la red eléctrica de la universidad de Harvard, en donde se matriculó en Empresariales. Y cuando acabó esta segunda carrera, ya lo estaban esperando los cazatalentos de Wall Street.

Fichó entonces como empleado de la firma bursátil Salomon & Brothers, en donde vieron que era tan bueno que pronto le ofrecieron hacerse socio de la empresa. Y cuando, años después, Salomon fue absorbida por otra marca más grande y tuvo que reducir personal, recibió una indemnización por despido de 10 millones de dólares. Y a partir de ese dinero edificó su imperio. Ahora mismo, la página www.bloomberg.org es la Web de información financiera que recibe más visitas del mundo. Pero este señor no olvida sus orígenes y dona cada año millones de su fortuna para construir polideportivos y equipamientos para los sectores sociales más desfavorecidos de Nueva York y otras ciudades. Además, es uno de los fundadores del grupo C40 y es la persona que coordinó, firmó en primer lugar y entregó en la sede de la ONU el documento suscrito por los alcaldes y gobernadores de todas las grandes ciudades y estados de la Unión comprometiéndose a seguir aplicando las directrices del Acuerdo de París por el Clima, después de que Trump sacara a su país de dicho acuerdo.

En política, ya saben que ha sido alcalde de Nueva York, dos veces, la primera como republicano y la segunda como independiente, dejando la ciudad guapa, creando carriles bici por todos lados y desarrollando el proyecto High Line, que ya se ha explicado en este blog. Ahora lleva unos años en el Partido Demócrata, porque el corsé del sistema de partidos yanqui se le queda pequeño. En las últimas elecciones generales estuvo valorando presentarse como independiente para competir con Trump y Hillary, pero se retiró a tiempo, cuando se dio cuenta de que su presencia sólo serviría para hacerle un sanchezmato a Clinton. Esta vez ha decidido entrar en liza desde dentro del Partido Demócrata y no descarten ustedes que consiga la nominación, porque es una encarnación viviente del self made man, el hombre hecho a sí mismo, el prototipo del sueño americano, algo que gusta mucho a sus paisanos. Además tiene dinero para aburrir y me cuentan que ya ha inundado de anuncios de su candidatura las principales cadenas de televisión del país. 

¿Y qué política haría este señor? Pues no me cabe duda que una muy distinta de la de Trump, porque es un hombre con grandes inquietudes medioambientales y sociales, que apoya el aborto, las políticas de integración LGTBI, el matrimonio homosexual y la regulación de la venta de armas. Él mismo está separado de su primera mujer, con la que tiene dos hijas súper brillantes, y convive desde hace 20 años con su novia Diana Taylor, una reputada financiera de Wall Street, que ya ejerció como discreta primera dama neoyorkina, y con la que no ha mostrado especial interés en casarse. Abajo pueden ver la foto del acto en el que formalizó su candidatura a la presidencia, al que acudió con su novia y sus dos hijas, todas vestidas para la ocasión. En fin, que no hace falta que siga hablando de este señor, que en un par de semanas cumple 78 años, para que ustedes deduzcan que es mi ídolo. En todos los sentidos.

Como les he dicho, Blomberg es un personaje clave del C40, en donde tiene un cargo honorífico. Como tal, acudió al congreso de la red en Copenhague el pasado mes de octubre, al que yo no pude ir porque estaba en Madagascar y no tengo el don de la ubicuidad. Sí estuvieron mi jefa y mi compañera M. que me han contado que Bloomberg pronunció uno de los discursos más brillantes de todo el congreso. Este señor tiene un relato sólido y habla muy bien. También estuvo, como no podía ser menos, en la COP25 celebrada a primeros de diciembre en Madrid, donde habló con la claridad que le caracteriza. Les dejo de propina un vídeo con un extracto de su intervención. Sean buenos. Y prepárense para esta larga carrera contra Trump, que muy posiblemente nadie gane. Si alguien consiguiera echarlo de la presidencia, sería un puntazo.


domingo, 26 de enero de 2020

904. Patrias queridas

Vale, ya estoy de vuelta en Madrid después de un provechoso viaje al norte, a mi patria chica La Coruña y a mi segunda patria, Asturias. El domingo pasado acudí al estadio de Riazor para ver en directo la resurrección de mi equipo del alma que, ahora mismo, encadena ya cinco victorias seguidas y ha salido de los puestos de descenso. Como saben, suelo organizar mis viajes a partir de alguna cita que me sirve de disculpa para moverme. El Dépor llevaba sin ganar un partido desde finales de agosto, todo un record europeo, y estaba de último, a nueve puntos de la salvación. El 20 de diciembre consiguió por fin ganar de nuevo con un gol en el descuento. Pero por entonces ya había huido la directiva en pleno, con el presidente a la cabeza. Se hizo cargo del club Fernando Vidal (que no es primo mío) y que disponía de dos semanas para cambiar la dinámica del club. Vidal llegó con un acuerdo de apoyo económico con Abanca, la entidad heredera de Caixa Galicia, y se puso manos a la obra.

Para cuando el equipo volvió de vacaciones navideñas, ya teníamos un nuevo entrenador, Fernandiño Vázquez, de la tierra y profesor de inglés. El 5 de enero, el Dépor jugó en Soria con el Numancia y ganó 0-1, primera victoria de la temporada fuera de casa y primera de Fernandiño. Aún seguíamos de colistas, pero algo más cerca de la salvación. A continuación venían dos partidos seguidos en Riazor, los días 16 y 19 de enero. Y en ese momento yo imaginé lo que podía suceder y me conjuré con mi sobrino Marcos. El 19 estaríamos en Riazor y, si antes ganábamos el partido del 16 contra el Racing de Santander, el campo estaría a rebosar. Mi sobrino sacó tres entradas, una tercera para su padre, a quien le contaríamos el plan un día antes, para no darle margen a poner excusas. Todo salió como esperábamos. El Dépor ganó el jueves 16. El 18 me agarré mi Toyota y me planté en Monte Alto. Esa noche se lo contamos a mi hermano. Y el domingo estábamos los tres en Riazor. Asistieron al partido 25.000 personas, la mayor entrada de la temporada y la quinta mayor de ese domingo entre Primera y Segunda División. Y el estadio lleno a rebosar empujó al equipo a su cuarta victoria seguida. Y fue ciertamente emocionante escuchar a los 25.000 seareiros coreando al final el SÍ SE PUEDE, que se debió de oír en toda la ciudad. Abajo tienen la foto que nos hicimos en el campo.




Pero las excusas para este viaje no eran sólo las relativas al partido del Dépor. Además, hay un punto de partida que es que todavía me quedaban cinco días de mi abundante reserva de vacaciones, moscosos, canosos y similares, que debía de gastar antes del 1 de febrero, día en que se hace borrón y cuenta nueva y lo que no se haya disfrutado se pierde para siempre. Podría haberme cogido la última semana, pero justo era la penúltima la que me permitía casar un mayor número de requerimientos para completar una semana cojonuda. El lunes anduve toda la mañana con mi hermano, ayudándole en una serie de historias y negocios que no voy a detallar aquí. Comí con él y con mi cuñada en el restaurante La Dehesa, donde se degusta un pescado y un marisco de primera. Después tenía la tarde libre y aproveché para escribir un post para ustedes centrado en el barrio de Monte Alto. 

Como les dije, me había dejado el ordenador en Madrid y ya había probado a intentar cargar algo en el blog con el móvil y comprobado que es un coñazo. Es como intentar hacerlo con los guantes de boxeo puestos. Así que busqué en el Google Maps ciber-cafés en La Coruña y encontré uno que no se apartaba mucho de mi ruta hacia Monte Alto. Me prestaron un ordenador que funcionaba fenomenal y así escribí mi post anterior. Y me cobraron exactamente dos euros. El martes tenía también una cita, una comida con mi buen amigo Berto, uno de mis seguidores coruñeses del blog (el otro, Alfred, estaba fuera de Coruña). Tomamos un aperitivo en el Alameda, comimos una parrillada en un lugar enxebre cercano a la Avenida de Finisterre y hasta nos acercamos a la playa de Santa Cristina a tomarnos un gin-tonic para recordar los viejos tiempos. Aquí una imagen para la posteridad. Observen las tazas del café de pota y la botella de aguardiente local para cargarlo.


Pero el miércoles cogí el coche y enfilé la carretera en dirección a Asturias, para la segunda parte de mi viaje. Como ya he contado en alguna ocasión, las dos veces en que me he visto inmerso en una convivencia multirregional (el colegio mayor y la mili), mis mejores compañeros y amigos han sido los asturianos y tengo por esa tierra un aprecio especial, tanto por sus gentes, como por sus paisajes y su gastronomía inigualable. Pero esta vez, mi anfitrión no era asturiano sino suizo: mi amigo Werner, del que ya he hablado muchas veces en el blog. Werner se dedica a traer grupos de extranjeros interesados por la arquitectura, a los que les organiza todo el viaje, que muchas veces incluye una charla mía. Pasado mañana martes ha de estar en Madrid para esperar a una delegación de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Xiamén (China), con permiso del coronavirus, y esta es otra de las razones que me llevaron a adelantar mi viaje a la penúltima semana.

Werner me había dicho muchas veces que fuera a visitarlo a Pravia, donde vive, pero hasta ahora no había encontrado el momento. Así que me he pasado estos días en su casa, con su familia y visitando algunas de las cosas interesantes del entorno, como el Cabo de Peñas, el casco antiguo de Avilés, o la propia iglesia parroquial de Pravia, que Werner está restaurando y que tiene una historia antigua muy interesante. Pravia fue lugar de regreso de indianos, cuyas casas se pueden distinguir en el paisaje, con su arquitectura colonial, sus galerías, sus palmeras y su grandilocuencia constructiva. He pasado unos días estupendos en un entorno privilegiado, disfrutando de la vida tranquila de esta villa de antigua alcurnia, actualmente en decadencia, tomando sidra y comiendo queso de Cabrales y de Afuega’l pitu. Y, entre las visitas que hemos hecho, una muy especial a la presa de Grandas de Salime.

Se trata de la primera presa que construyó Franco, ya entonces obsesionado con el agua, después de sufrir la pertinaz sequía de la postguerra. Fue en aquellos momentos la presa más grande de Europa y se movilizó para construirla a más de 3.500 obreros, en parte represaliados o que buscaban redimirse en un trabajo donde no les mirasen mal. Las obras empezaron en 1946, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, según el proyecto del arquitecto Joaquín Vaquero Palacios, la gran referencia de la arquitectura industrial asturiana y una figura de talla internacional. Como el lugar estaba muy retirado de cualquier ciudad o puerto, hubo que construir un poblado para los obreros, con todos los servicios y con un teleférico que traía los materiales desde la costa para la elaboración del cemento a pie de obra, además de los principales suministros para los obreros.

Para llegar a este recóndito lugar, pegado a la provincia de Lugo, hay que hacer dos horas y media de trayecto por una carretera de las antiguas, que sube a la montaña por curvas interminables. Nos levantamos a las 8 para llegar a la hora de la visita que teníamos concertada. Yo iba de copiloto y llegué medio mareado, algo que hacía tiempo que no me pasaba. En el pueblo de Grandas de Salime hacía un grado sobre cero y una niebla terrible. Nada más llegar, entramos en un bar y nos tomamos un caldito de cocido, con picatostes y un toque de tabasco para resistir el frío. Y nos hicimos la foto que ven abajo, al pie de la iglesia del pueblo.   



Las obras tardaron nueve años en completarse, todo un record, hasta que en 1955 vino Franco a decir su frase favorita: queda inaugurado este pantano. La presa tiene un interés enorme como obra de ingeniería, pero es que encima, el arquitecto y su hijo el conocido artista Joaquín Vaquero Turcios se empeñaron en la aventura de decorar la parte interior de la bóveda de la presa, donde están las salas de turbinas, y estos murales son impresionantes. Lo mejor es que vean algunas de las fotos que tomé en el lugar, un espacio inmenso, con algo de catedral y una decoración figurativa que remite al cine expresionista alemán de entreguerras. Vean algunas de las imágenes.








Un detalle. Para decorar los cabezales que rematan las vigas que sustentan la presa, los Vaquero, padre e hijo, habían pensado reproducir unos retratos de Einstein, Max Plank, Freud y Picasso, grandes figuras de la ciencia, la filosofía y el arte del momento. Pero la censura franquista se lo prohibió. En revancha, los artistas reprodujeron en los murales algunos caballos y animales directamente sacados del Guernica de Picasso, que se les colaron a los censores. Y en 2001, cuando hubo que restaurar esos murales con motivo de unas humedades procedentes de filtraciones que los habían estropeado, Vaquero Turcios recuperó su vieja idea y allí están ahora los cuatro retratos. Otra de las ideas de los Vaquero fue construir frente a la presa un mirador, solamente para observarla, y le dieron forma de boca de ballena. Abajo tienen las imágenes correspondientes.





Vaquero Palacios desarrolló una actividad incansable, construyendo centrales hidroeléctricas y edificios industriales en el entorno de Avilés. Hace unos años, el Ministerio de Fomento organizó una exposición de su obra en la sala del ICO, que era súper interesante. En fin, he de decirles que durante esta semana no he escrito en el blog, no por falta de ordenador (mis anfitriones me prestaron uno cuando lo necesité para consultar el correo y hacer alguna operación bancaria menor, que no sé hacer con el móvil) sino precisamente por deferencia hacia esos amigos que me han tenido alojado en su casa y se han desvivido por atenderme. Esta mañana he cogido el coche de vuelta, he llegado a Madrid a mediodía y he dispuesto de un rato en mi casa por la tarde para escribir este post, por supuesto, después de seguir por la radio la narración del partido del Dépor en Albacete, quinta victoria consecutiva, que ya nos saca de los puestos de descenso a Segunda B, en donde llevábamos cuatro meses. Sean buenos. Y no dejen de confiar. Cualquier situación se puede revertir.

lunes, 20 de enero de 2020

903. Monte Alto blues again

Windows accusing the door of abusing the wall

Sí señor, las ventanas acusan a la puerta de abusar de la pared. No es un verso incluido en el poema de ningún premio Nobel de Literatura, sino una frase de la canción de Norah Jones que cerraba mi post anterior. Una expresión del absurdo del mundo en el que vivimos. En fin, que aquí me tienen pasando unos pocos días en casa de mi sobrino Marcos, en el centro del barrio coruñés de Monte Alto. He de decirles que me he dejado el ordenador en mi casa de Madrid, síntoma inequívoco de un principio de Alzheimer, o tal vez fue el subconsciente el que nubló una parte de mi consciencia para que me lo dejara olvidado y de esta forma consiguiera descansar de verdad la mente, sin estar todo el rato conectado con el mundo, salvo a través de mi fastuoso móvil Huawei.

Pero yo no quiero desconectar del todo, así que voy a darles algunas mínimas informaciones de mis pasos, en unos textos significativamente más cortos, porque no estoy muy acostumbrado a escribir en el teclado enano del móvil. El viernes me despedí de mis compañeros de trabajo hasta dentro de una semana, me fui a casa y descansé un rato, antes de irme al teatro La Abadía, en donde asistí a una obra extraordinaria: Nekrasov, que les recomiendo sin dudarlo, si viven en Madrid y tienen ocasión de verla (le queda una semana, creo) o, si viven en provincias, cuando la compañía haga la habitual gira. Es un montaje basado en una obra delirante de Jean Paul Sartre, que era un serio y un matiti, pero el director y los actores la convierten en un espectáculo surrealista digno de los hermanos Marx. Pasé un rato estupendo, culminado después con unas cervezas con mi amigo X en una bar cercano, que se llama El Imperio, donde dan unas setas estupendas, además de flores de calabacín y otras delicatessen de procedencia mundial diversa.

El sábado salí en medio del temporal de lluvia y niebla, que me acompañó hasta la entrada del túnel del Guadarrama. Al otro lado estaba la cosa mejor, porque, por una vez en la historia, el temporal ha entrado por el sureste. Después, tiempo vario, rachas de viento y poco tráfico. Hasta coronar el puerto del Manzanal. Allí se desató un diluvio, similar al que ocurre en el centro de la película Parásitos, pero esta vez por suerte sin incidencia significativa en el guión de mi viaje. Nada más empeorar el tiempo, la carretera se empezó a llenar de camiones que iban al noroeste, como si detrás de todo esto hubiera un Guionista (lo pongo con mayúscula para que sepan de quién hablo). De acuerdo con el programa que llevaba, llegué a La Coruña antes de que se hiciera de noche, lo que hubiera hecho aún más difícil el trayecto. Y esa noche dormí feliz en Monte Alto, con la Torre de Hércules a la vista desde la ventana de mi cuarto. Abajo la vista que digo.


Tal vez ustedes lo ignoren, pero Monte Alto está reconocido como uno de los barrios más hipsters de España. Como de costumbre, no se lo creen. Pues les pido que consulten una página al respecto. Para ello han de pinchar AQUÍ. Ya se lo van creyendo, supongo. El propio periódico inglés The Times lo ha reconocido como tal. Hace dos años y medio estuve alojado en este mismo lugar, cómo pasa el tiempo. Y ya entonces capté el potencial de este lugar, que describí en un par de posts, en donde se explicaba este barrio fastuoso. Ahora las cosas han cambiado un poco. Cuando un lugar como este se pone de moda, acuden los hipsters pedorros como moscas a la mierda y el resultado es que suben los precios inmobiliarios. Está pasando en Lavapiés, en Madrid, y también en Monte Alto. Por ejemplo, saben que uno de los lugares emblemáticos de Lavapiés era el restaurante senegalés Baobab donde se degustaba cocina africana auténtica, acompañada por zumo de baobab o tamarindo, porque eran musulmanes y no servían alcohol. Era el lugar de reunión de todos los africanos del barrio, situado en la plaza de Nelson Mandela. Hablo en pasado porque el restaurante ha tenido que cerrar (el domingo pasado), porque una cadena de hoteles ha comprado el edificio entero.

En Monte Alto perviven las esencias. Pero se observan algunos cambios. Hay un personal más mezclado. Hay muchos bajos convertidos en viviendas, se les reconoce por las cortinas (nadie pone semejantes cortinas en un comercio), Proliferan también comercios alternativos, fruterías ecológicas, bares veganos, centros de tatuaje, barberías guay (ya saben que el aspecto externo es básico para el hipster). A mí este es un personal que no me molesta, lo que me jode es que suban los precios de las viviendas. Si han visto, como les recomendé, el documental Push, sabrán de qué les hablo. Por lo demás, el punto hipster es perfectamente compatible con el rollo coruñés extremo, con la vida de barrio, con el clima perro, con las calles azotadas por los vientos del norte y los temporales marinos. Los pescaderos recios y los currantes de la construcción, que se comunican entre ellos en Koruño, pueden llegar a tener un aspecto como el del prototipo hipster que ven abajo.


El domingo amanecí en el lugar, después de haber dormido de puta madre, como me suele suceder cuando lo hago al lado del mar. Pasé la mañana por el barrio con mi sobrino y su familia y nos recogimos pronto a comernos una lubina salvaje, de las que se pescan con caña en las zonas de mar batido, que mis anfitriones habían comprado un día antes en la pescadería Marc del Norte (de la que les hablé en uno de mis posts de hace dos años y medio), con la clara intención de agasajarme. Tras tan exquisito almuerzo, nos enfundamos mi sobrino y yo con las correspondientes bufandas del Deportivo y nos dirigimos andando al Estadio de Riazor, no sin antes recoger a mi hermano Pepe. Los tres disfrutamos de una tarde histórica, asistiendo a la cuarta victoria consecutiva de nuestro equipo del alma, de la que no les voy a dar más detalles, para no espantar a mis followers, sobre todo del género femenino, que me han confiado que, en cuanto empiezo a hablar de fútbol, dejan de leerme. Permítanme sólo una foto para inmortalizar la escena.


Hoy he pasado un día tranquilo, bajo un viento helado, en el que he dedicado la mañana a diversos recados con mi hermano, tras de lo cual hemos comido en un bar de la zona de Juan Flórez (yo, un rape a la gallega para chuparse los dedos) y rematado la jugada con una pequeña siesta. Luego me he centrado en escribir algo para ustedes, mientras mi hermano se iba a un club de lectura del que forma parte hace años. Mañana mi plan es encontrarme con el gran Berto, seguidor del blog. Ya les iré contando. Por esta vez no voy a ver al bueno de Alfred. otra de mis referencias blogueras, al que he pillado fuera de Coruña. Y el miércoles me cogeré el coche y me desplazaré al segundo de mis destinos en esta semana de vacaciones, que todavía no he desvelado en el blog. Paciencia. De momento, he regresado al escenario de mi post Monte Alto blues. De ahí el título, una referencia al clásico de Dylan que les dejo como referencia. Pórtense bien.


jueves, 16 de enero de 2020

902. A ver cómo coño titulo esto

¿Qué? ¿Ya han visto Push? ¿No? ¡Me cago en la leche! No sé para que les pongo deberes si no me hacen ni puto caso. ¡Joder! que ya se han terminado las navidades. Que ya toca ponerse a currar, que es momento de dejar de vaguear. Que ya está bien de practicar el edredoning. Que, como dicen en mi tierra, camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Que eso del edredoning es muy malo, sobre todo el edredonig mental. Bueeeeeno. Aquí les traigo un tráiler, para ver si se motivan un poco.


La verdad es que en el párrafo anterior hago una afirmación cuando menos discutible: se han terminado las navidades. Cierto que los ayuntamientos han retirado ya las luces y los árboles de Navidad de las calles. Aunque, por ejemplo, en el arranque de Gran Vía subsiste todavía el esqueleto del gran bolondrio que suscitaba la atención embobada de todos los paletos de los alrededores. Esos que viajan cada año desde las ciudades cercanas, a la capital a ver las luces. Planazo. Ayer crucé por allí de camino a la sesión de apertura de Billar de Letras, en Malasaña. Nos reunimos en el lugar todo el grupo, y me encontré con mi colega Pepe Savater, que hacía mucho que no venía. Pepe tiene 83 años y es el veterano del grupo (en su ausencia soy yo el que ostenta tan dudoso honor). Le felicité las pascuas y una chica de esas que van de listillas, me dijo que estaba un poco retrasado, que la Navidad ya se había terminado. A lo que le respondí con un refrán oportuno: hasta San Antón, Pascuas son.


Sí, queridos followers (porque este blog no tiene seguidores, tiene followers, un respeto), hasta mañana, 17 de enero, San Antón, pueden seguir ustedes felicitando las pascuas, de acuerdo con el refranero popular, sin que nadie se lo pueda recriminar. En tal día, alrededor de la iglesia dedicada al santo, anexa a la sede del Colegio de Arquitectos, se celebra la primera fiesta popular del año en Madrid, cuyo cartel anunciador pueden ver arriba. Es la fiesta conocida como Las Vueltas de San Antón, donde la gente lleva a sus perros, gatos y otras mascotas y les da unas vueltas por las calles circundantes, antes de acercarse a la iglesia a que el cura bendiga a los animales. También hay oportunidad de hacerse con los tradicionales panecillos bendecidos del santo, que han de pagarse religiosamente, nunca mejor dicho. Antiguamente era tradicional dar tres vueltas con los animales, pero ahora, a pesar de la denominación plural, la gente da una y gracias. Abajo una imagen de la bendición de los animales.



La iglesia de San Antón es una muestra de mérito del barroco madrileño, obra de Pedro de Ribera, y en ella el famoso Padre Ángel reparte vituallas a los indigentes sin hogar de la ciudad, los homeless locales que hacen cola a las diferentes horas en que se reparte el condumio. Por las mañanas se da un desayuno de ocho a diez, luego un café bebido a las doce y por la tarde una merienda con pastas a las seis. Los sin techo toman asiento en el comedor que se instala en la iglesia cada día y son servidos por voluntarios de la organización Mensajeros de la Paz, liderada por el citado Padre Ángel. Yo he coincidido más de una vez con esas colas, visitando la sede del COAM, y les puedo jurar que he visto gente decentemente vestida y aseada, como podría ser cualquiera de nuestros primos o madres. Los efectos de la crisis. A lo largo y ancho de Madrid hay numerosos lugares donde se da una sopa o se reparten bocadillos, como ya conté hace tiempo en el blog, y también hay organizaciones que distribuyen comida solidaria a domicilio a personas mayores que viven solas o no tienen otra forma de alimentarse. 

Las historias que se reflejan en el documental Push, revelan cómo esta crisis que empezó en 2007 y que yo no considero terminada, no ha afectado a los ricos, sino al contrario. Los caminos del capital son insondables y parece claro que las respuestas que dio el gobierno de Rajoy a la crisis han acrecentado la polarización social de nuestro país: los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. No ha sucedido lo mismo en Portugal, donde un gobierno de izquierda moderada, con apoyos puntuales por su izquierda y por su derecha según convenga, ha conseguido remontar la crisis aplicando justo las recetas opuestas a las que recomendaba la Trilateral europea, con un resultado de mucha menor polarización social. Hace ya unos meses que Portugal tiene una prima de riesgo menor que la de España, noticia a la que apenas se ha dado relevancia en la prensa de nuestro país, no así en la lusa que ha celebrado el dato con alborozo.

En fin, imagino que esta es otra de esas noticias que ustedes encuentran en el blog antes que en ninguna otra parte, asunto que saben que me satisface especialmente (ayer me reconoció un amigo que se enteró por esta página de la existencia del succionador de clítoris Satisfyer, del que ahora habla todo el mundo). Ayer le dieron el premio Cálamo al Libro del Año a la novela El año en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac, de la que hace ya unos cuantos posts les anticipé sus impactantes primeros dos párrafos. La verdad es que yo procuro anticiparme a la prensa generalista, pero hay veces en que voy a la zaga. Por ejemplo, imagino que muchos de ustedes han visto ya la película coreana Parásitos. ¿No la han visto? Pues no sé a qué esperan. Creo que es lo mejor que he visto en el cine en los últimos años.

Parásitos tiene un guión sorprendente, que se va encabronando de forma exponencial y que explica con imágenes muy gráficas lo que es la polarización social post-crisis, puesto que nos muestra a los ricos más ricos de Seúl (que, por cierto, son unos inútiles, incapaces de hacerse un huevo frito) y en paralelo a los de la clase más baja, que han de ingeniárselas para sobrevivir, sólo con su destreza, su imaginación y su talento. También basta una sola escena para enseñarte lo que es el cambio climático y la diferente forma en que afecta a unos y a otros. El diluvio que se desata a mitad de película es un hecho que se convierte en crucial en un guión prácticamente perfecto, incidiendo en el desarrollo de la acción de forma decisiva. El título de la película es también genial, puesto que al final uno sale con la duda de quiénes son en realidad los parásitos.

Nos acercamos ya a la concesión de los Óscar y Parásitos está nominada a la mejor película extranjera y a otras seis o siete categorías, entre ellas la de mejor película absoluta. En cuanto a la película extranjera, lo siento por Pedro Almodóvar, pero Parásitos está a años luz de la suya y de todas las demás en liza. La única esperanza española es que le den a Parásitos el Óscar a la película absoluta y la retiren de la extranjera. Pero parece algo muy improbable. Y, ya que estamos en el terreno del cine, yo les recomendaría sin dudarlo la nueva película de Polansky, sobre el caso Dreyfus, cine clásico impecable firmado por un maestro. No me ha gustado, en cambio, 1917, película totalmente condicionada por la virguería técnica de estar filmada en un solo plano-secuencia, lo que impide utilizar elipsis, flash-backs y otros recursos habituales del cine actual. Y, a nivel de argumento y guión, me parece que no aporta nada en relación con Salvar al soldado Ryan, con cuya historia tiene similitudes importantes.

Como este es otro texto en el que he empezado a escribir sin saber adónde quería llegar, pues voy a aprovechar para hablar del Deportivo de La Coruña, que hace mucho que no digo nada de él. Mi equipo del alma, empezó la Liga de Segunda División como uno de los candidatos al ascenso a Primera (el año pasado estuvo a punto de lograrlo). De acuerdo con su condición de gallito del corral, ganó su primer partido a finales de agosto. Pero entonces empezó una racha nefasta, como nunca se ha visto en La Coruña. Es que se convirtió en el peor equipo de Europa. Es que completó una serie nunca vista en ninguna Liga importante. No volvió a ganar un partido hasta el 20 de diciembre. Ese día, el equipo salió al campo como colista, a 9 puntos de la salvación. Ganó pero, para entonces ya el presidente había dimitido, la directiva había huido, el entrenador estaba en el alero y casi sólo quedaban los utileros. Llegó un equipo directivo nuevo, cesaron al malísimo entrenador, y lo sustituyeron por Fernandiño Vázquez que es de la tierra y que enseguida ganó su primer partido. Ahora, tras dos victorias seguidas, el equipo está a cuatro puntos de la salvación, todavía colista y esta noche intentará ganar al Racing de Santander para abandonar el farolillo rojo.

A lo que voy. Una racha negativa como esa no puede deberse a causas naturales. Aquí hay algún tipo de intervención sobrenatural, un hechizo maligno, un encantamiento cruel perpetrado por el famoso dios travieso que de vez en cuando echa los dados que dirigen nuestros destinos. No es normal que un club se pase cuatro meses seguidos sin ganar un partido. Es cierto que el equipo de este año se confeccionó con fichajes del feirón, pero aun así. Tiene que haber algo más. Una de las razones que se esgrimen es el cambio de la camiseta de toda la vida, de rayas blancas y azules verticales, por otra de los mismos colores a rayas horizontales. Mi amigo el Coronel Groucho ya advirtió hace una eternidad que esa camiseta nos traería un mal fario y acertó. Y yo tengo otra teoría. Hace un año justo, viajé a La Coruña a visitar a mi familia y aproveche para ver un partido del Dépor, contra el Albacete, que ganó y que es recordado por los seareiros como el último partido en el que el equipo jugó bien. A partir de ahí empezó el descenso a los infiernos. Así que, para remediarlo, voy a viajar este sábado de nuevo y ya tengo entrada para ver el partido del domingo contra el Cádiz, a ver si consigo deshacer el meigallo. Cualquier cosa con tal de salvar, no al soldado Ryan, sino al club de mis amores.

El sábado por la mañana saldré, pues, con mi coche por la N-VI, y les tendré informados de mis movimientos posteriores. Pero he empezado hablando de Billar de Letras y de mi amigo Pepe Savater, con la intención de contarles una cosa más sobre esa noche de reencuentros, lo que pasa es que se me ha ido el texto por peteneras. Resulta que, al final de la sesión de dos horas del club, Pepe y yo salimos a la calle y estuvimos charlando un rato en la acera, como solemos, con el resto de los colegas, casi todos mujeres. Y algunas chicas nos echaron los típicos piropos, que qué bien se os ve, que cuál es vuestro secreto para conservaros así. Me disponía yo a contarles lo de mis entrenamientos por el Retiro y enseñarles la foto de mi carrera más reciente, cuando Pepe se me adelantó, diciendo: –Que no os engañen con otras milongas; hay un factor que influye como ningún otro y a su lado, los demás no tienen ninguna incidencia real.

Hizo una larga pausa dramática, para cebar la expectación del grupo, la ansiedad de saber cuál es ese factor que influye más que ningún otro en nuestra trayectoria vital. Entonces, en tono terminante, añadió: –La suerte. Ahí queda dicho. Desde luego que la suerte hay que trabajársela. Si no te la trabajas, vas de culo. Pero, además de trabajártela, has de tenerla y ese es el componente que no se puede planificar. La ciencia moderna, desde la física cuántica, se esfuerza en entender, controlar y prever el factor aleatorio, hasta ahora sin unos resultados convincentes. La suerte es un factor que no se puede controlar, así que, para qué se van ustedes a comer el tarro. Hagan como yo, sigan adelante, vivan el presente, aprovechen mientras puedan y sean felices, como siempre les recomiendo. Les voy a dejar de propina una de las deliciosas melodías de Norah Jones, esa pequeña mujer neoyorkina guapísima, hija del músico indio Ravi Shankar, que toca el piano y canta como los mismos ángeles. Que tengan una buena tarde.


domingo, 12 de enero de 2020

901. La vivienda, un problema mundial

Como ya se ha contado en este blog, el porcentaje de población mundial que vive en las ciudades es en este momento del 55% y se espera que para 2050 sea del 66,6%. En Europa y en España los porcentajes son ya mayores, nadie quiere vivir en el campo y todo el mundo abandona el medio rural para irse a vivir a las ciudades. Los hay que prefieren las urbes muy grandes, como yo, y los hay que buscan la vida más sencilla y de mayor calidad ambiental de las ciudades pequeñas y medianas, en donde ahora mismo se vive muy bien. Siempre he pensado que, hasta los 15 o 16 años, donde mejor se está es en el campo, donde uno se puede formar en las cuestiones básicas. Pero luego hay que largarse, si no se quiere acabar embrutecido y medio alcohólico. No obstante, este es un tema en el que no puedo ser imparcial: yo siempre he vivido en la ciudad, todavía no me he recuperado de la impresión que me produjo Madrid cuando llegué hace más de 50 años y, si no me he ido a una urbe más grande, como París, Londres o Nueva York, es porque no he tenido ocasión de hacerlo.

El caso es que la falta de oportunidades vitales para la gente joven medianamente instruida o inquieta lleva a muchos a irse a las ciudades, algo que sucede en todos los continentes. A esto hay que añadir los emigrantes económicos, las familias que se desplazan para huir de la miseria, el hambre o las guerras, más los que ven su medio natural arruinado por el cambio climático. Todo el mundo se va a las ciudades y los grandes poderes no parecen tener alternativa a este movimiento global. Si no se remedia, nos encaminamos a un modelo territorial basado en un sistema de ciudades de distintos tamaños, separadas por una especie de desierto y unidas por los modernos medios de comunicación: las autopistas y los trenes de alta velocidad, por no citar a los aviones. La población urbana va a sufrir un incremento exponencial en los años venideros. Y el problema es que las ciudades no están preparadas para acoger esa avalancha que se pronostica y proporcionarle un alojamiento digno, seguro y con unas condiciones mínimas de confort.

La ONU está muy preocupada por este fenómeno. En la pasada conferencia Habitat III, celebrada en Quito en 2016, se diseñó una Agenda Urbana Mundial, a la que las ciudades pueden adherirse para orientar sus políticas hacia el objetivo de conseguir un medio urbano inclusivo, seguro, resiliente y sostenible (los cuatro adjetivos mágicos, que definen el modelo al que queremos llegar). Hemos usado ya dos veces la palabra seguro y les aclaro que en el lenguaje de la ONU esto no tiene nada que ver con la seguridad frente a catástrofes naturales, que se engloba en el concepto resiliente. Se da por hecho que va a haber huracanes, sequías, inundaciones, incendios, etc.  y el concepto de resiliencia define precisamente la capacidad de las ciudades para resistir esos problemas y levantarse después. La ciudad segura a la que debemos tender es una ciudad en la que puedas vivir de forma tranquila sin que te maten, te atraquen o te violen. Y eso afecta en primer lugar al interior de la vivienda, hemos visto como en estos días han asesinado a un chef español en su domicilio en la ciudad de Tijuana y a un surfista coruñés en su propio bar en una isla filipina. En el tercer mundo hay un nivel de inseguridad tremendo (piensen solamente en Honduras, por ejemplo).

Pero la seguridad ha de extenderse también al espacio público, escenario de la vida urbana, por donde la gente ha de poder pasear sin que le asalte nadie. La percepción del espacio urbano es muy diferente en el hombre y la mujer. La mujer es mucho más prudente y percibe antes las señales de peligro. Es falso que sea más miedosa. Lo que pasa es que en el papel social que tiene grabado a fuego en su carácter desde tiempos inmemoriales, la mujer es la que tiene la preocupación por la seguridad del grupo, de los niños, de la familia entera, mientras que el hombre tiene igualmente grabado a fuego el hacer alarde de valor, la emulación, la chulería, el mostrarse despreocupado y minimizar los peligros potenciales. Seguro que usted, querido lector/lectora, ha vivido alguna vez la situación de tener que pasar por un espacio que la parte femenina de la pareja se niega a atravesar, mientras la parte contraria anima a seguir: vamos, hombre, que no pasa nada. Un buen diseño del espacio público es aquel en el que ni las mujeres ni los niños deban verse obligados a pasar miedo.

Pero la ONU tiene otra preocupación básica. Las ciudades deben de ofrecer a esa avalancha presunta de nuevos pobladores urbanos una vivienda asequible (el otro adjetivo clave: affordable housing). Esto quiere decir una vivienda a precios de compra o alquiler al alcance de los bolsillos de estos nuevos urbanitas. Lo que es algo muy difícil de conseguir mientras la vivienda sea un producto considerado como inversión económica y no como un servicio básico para la población. La vieja disyuntiva marxista entre el valor de uso y el valor de cambio. ¿Cómo hacer para que las ciudades de todos los continentes puedan alojar a sus nuevos pobladores? Difícil cuestión. La ONU está tan preocupada que ha nombrado un relator para que estudie el problema y proponga soluciones. La persona elegida se llama Leilani Farha y era hasta entonces una activista anti-desahucios de Toronto, una especie de versión canadiense de la señora Ada Colau antes de que se metiera en política. Aquí pueden ver su imagen.




Leilani es una mujer excepcional y puedo decirlo de primera mano porque tuve la ocasión y el privilegio de verla y escucharla en directo en el congreso al que asistí este verano en Lyon, en donde representé a la ciudad de Madrid en un momento de vacío de poder en el área de urbanismo, como ya se contó en el blog. Fue en un acto con el formato estándar que se ha generalizado para los congresos en los últimos tiempos. Hay un escenario ligeramente elevado respecto al patio de butacas, sobre el cual, una presentadora seguramente profesional, muy mona, súper maquillada y con unos tacones despampanantes, va presentando a los sucesivos oradores, todos sentados en la fila 1 del patio. Uno a uno va diciendo: y ahora tengo el placer de presentar a Fulanito, que es experto en X o director general de Y. La chica lee un breve curriculum del tipo y termina diciendo: Fulanito, por favor, cuando quieras. Sólo entonces, el Fulanito de turno se pone en pié y camina hacia uno de los extremos del escenario, donde ha de subir los escalones correspondientes, todo ello con la prosapia y la parsimonia de los oradores imbuidos de su propia importancia: terno oscuro, corbata azul marino, gesto grave, paso lento, una carpeta con las notas balanceándose en una mano y el aire general de ser consciente de ser una personalidad que se merece de largo estar en ese foro.

Salvo cuando nombraron a Leilani. No había terminado la locutora de leer su curriculum, cuando esta mujer echó literalmente a correr, no a grandes zancadas, sino levantando los pies del suelo lo mínimo, como disimulando, mientras miraba de reojo al público, en una actitud casi cómica, como de dibujo animado, pero que revelaba que no tiene tiempo que perder. Leilani es recia, no muy alta, piernas fuertes de ciclista, verbo encendido, oradora apasionada y convincente que difunde sus denuncias con ardor, con la indignación furiosa de estar explicando asuntos muy graves e insólitos. Su discurso es muy claro: la vivienda es un derecho básico del ser humano y es indecente comerciar con él. Las administraciones deben proteger a los ciudadanos y cuidar de que tengan acceso a una vivienda digna. Y una de sus proclamas más encendidas: nadie está obligado a aceptar lo inaceptable. No les extrañará saber que no se quedó al cóctel posterior, lo que impidió que me acercara a ella y le diera dos besos.

Entre otras actividades, esta mujer ha empleado el dinero de la ONU en hacer un documental, que se llama Push y que les recomiendo vivamente que vean. Toda la investigación de esta mujer está en las imágenes de este film de hora y media, que más abajo les digo cómo encontrar. Leilani se asoció con un director sueco llamado Fredrik Gertten que la fue filmando en todas sus andanzas incansables por diferentes ciudades del mundo. En el documental intervienen entre otros el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y la socióloga urbana Saskia Sassen, una referencia mundial del urbanismo contemporáneo. Ambos explican que el negocio inmobiliario esta financiarizado, que hay grandes inversoras multinacionales que financian la construcción de enormes rascacielos de apartamentos que nunca se ocupan (como los que vi yo en Vancouver, por ejemplo) porque al inversor, que es una sociedad tapadera de Hong Kong o de Singapur, le da igual que las viviendas se lleguen a ocupar o no, el negocio es el mismo para él. El negocio está financiarizado y también deslocalizado.

Grandes edificios de vivienda sin ocupar y miles de personas sin hogar, como las hordas que yo pude ver en las calles de San Francisco y Los Ángeles. Los dos extremos que definen la paradoja de un escenario insoportable. En el documental se empieza hablando de gentrificación, de cómo los habitantes originales de los barrios centrales van siendo expulsados por la subida inmoderada de los precios. Pero gradualmente se llega al meollo del asunto: la financiarización y deslocalización del mercado. Y, hacia el final del documental, aparece también el novelista italiano Roberto Saviano, que ha de ir a todas partes con escolta porque la mafia ha prometido matarlo, tras publicarse su novela Gomorra. Este señor explica con pelos y señales cómo la construcción es el principal instrumento de lavado del dinero de la droga, la prostitución y los demás mercados generadores de dinero negro. El visionado de Push es ciertamente impactante. Leilani y Gertten están promocionando el film por todo el mundo. De momento lo han exhibido en Alemania, Gran Bretaña y todos los países nórdicos. En España se ha proyectado sólo en Barcelona, gracias a Colau. Vean aquí una foto de los dos artífices de la película en alguna de sus actividades de promoción.





Algunos datos adicionales. Según JLL, una de las mayores consultoras del sector, la inversión directa en propiedades inmobiliarias alcanza un monto total de unos 650.000 millones de euros anuales, con cifras que ya han superado las anteriores a la crisis de 2007. La locomotora que guía este potente sector es la economía de los USA, que va como un tiro, lo cual no es contradictorio, sino al contrario, con el hecho incontestable de que cada vez hay más homeless en las ciudades americanas, especialmente en las de la Costa Oeste, donde la economía ha remontado con más fuerza. Otro dato clave: el precio de una vivienda se compone de tres factores: el suelo, la construcción y un tercer sumando de gastos adicionales (impositivos, de gestión, hipotecarios, el beneficio de los diferentes profesionales involucrados, como los arquitectos, etc.) Pues bien, en las últimas décadas, el coste de los apartados dos y tres no se ha incrementado significativamente, incluso ha bajado en términos absolutos. Es el suelo el que sube de manera incontrolada, es el suelo con lo que se especula. 

¿Cómo solucionar esto? Pues no lo sé. Si lo supiera, sería yo el presidente y no Pedro Sánchez. Lo único que puedo decir es que ayudan a controlar el precio del suelo las políticas de incremento del patrimonio público, la creación de parques públicos de vivienda en alquiler y otras medidas como las que adoptan en los países nórdicos, en Holanda y Alemania. Pero esto daría pie a un post específico completo, o varios. Perdón, he dicho Holanda y resulta que desde el 1 de enero ya no se llama así: ahora se llama Los Países Bajos, porque eso contenta a los frisones y otros pueblos integrados en ese estado, además de los holandeses. Qué quieren que les diga, a mí llamarle Los Países Bajos a Holanda me suena como llamar a los calzoncillos La Ropa Interior, dicho esto sin ánimo de ofender a los habitantes de esa noble tierra que adoro y visito siempre que puedo.

En fin, yo creo que lo mejor es que intenten ustedes ver la película Push, les prometo que merece la pena. ¿Y cómo se puede conseguir? Pues en este momento sólo es posible a través de la plataforma digital Filmin. No me gusta hacer propaganda de empresas privadas en este foro, y les juro que no voy a comisión, pero Filmin es una plataforma española, con un catálogo amplio y totalmente segura. Uno se registra, da sus datos, incluido el número de cuenta al que quiere que le pasen los cobros y luego puede pedir la película que quiera y tiene 72 horas para verla las veces que desee. Cada película vale entre 2 y 4 euros. Push se puede contratar por 3,75, pero también pueden ustedes hacer como yo: pagar 15 euros por un vale de cinco películas. Después cada película que se solicita, se va descontando del vale pagado (estos vales no caducan). En fin, ustedes mismos. Si quieren saber lo que hay detrás del negocio inmobiliario y por qué el fondo buitre Blackstone es ahora mismo el primer propietario de vivienda social en Suecia (y el titular de un montón de pisos de la EMV de Madrid, que la señora Botella les vendió con bicho) no tiene más remedio que apuntarse a Filmin y ver con mucha atención esta película. Yo se la recomiendo. Y les dejo con el cartel que la anuncia. Sean buenos.




jueves, 9 de enero de 2020

900. Un actor turco y cuatro monos

Si hay algo que me gusta es adelantarme a las noticias y contarles a ustedes algo antes de que aparezca en la prensa generalista. A lo largo del blog ha sucedido innumerables veces. En este foro se habló, por ejemplo, del óptimo climático medieval y la pequeña edad del hielo unos cinco años antes de que se empezaran a publicar artículos al respecto. El País Semanal dedicó este pasado diciembre un amplio reportaje a la escritora nigeriana Chimamanda Adichie, a la que ustedes ya conocían desde el 2 de agosto de 2018, gracias a mi post alertando de los peligros del discurso único. Y pudieron ver el vídeo de las mujeres chilenas cantando a coro el violador eres tú, en la noche del viernes 29 de noviembre, exactamente a partir de la publicación de mi post a las 21.35 de ese día, antes de que el asunto se viralizara y apareciera en todos los medios al día siguiente. Por los pelos pero también me adelanté esa vez. Son tres ejemplos de noticias adelantadas en el blog previamente a su difusión masiva, permítanme que me congratule, me ufane y me vanaglorie de ello, ya saben que soy presumido dentro de un orden.

Esta vez, en cambio, les voy a contar una historia que ya salió ayer en todos los medios, así que quizá muchos de ustedes la conozcan, pero la traigo aquí porque es cojonuda. Resulta que, como sabrán si son asiduos televidentes, hay toda una línea de telenovelas turcas llenas de amores apasionados, adulterios, traiciones y dramas tremendos, que en los últimos tiempos han desplazado de la parrilla a los tradicionales culebrones latinoamericanos que la ocupaban anteriormente. Todas las jovencitas sin mayores inquietudes intelectuales, las que se compran el Diez Minutos, el Pronto o el Qué me dices! para estar al tanto de las novedades sobre Belén Esteban o Isabel Pantoja, devoran cada tarde esas series turcas que a menudo las hacen llorar o les provocan sueños húmedos con los galanes que las protagonizan. Y entre estos galanes, parece que el que más seguidoras tiene es un actor que se llama Can Yaman, del que pueden ver abajo una foto, que explica por sí sola el entusiasmo de sus seguidoras.




El caso es que este apolíneo y ebúrneo jovenzano fue entrevistado el pasado verano por el programa de cotilleos Cazamariposas, con gran surtido de chillidos histéricos de las adolescentes que asistían en el plató a la entrevista emitida en directo desde Turquía. En esa entrevista, Yaman desveló que a final de año debía cumplir con el servicio militar obligatorio de su país, para lo que tendría que cortarse la barba y la melena (que en la imagen de arriba lleva recogida en una coleta pabloiglésica), asunto del que dijo que no le importaba demasiado, que incluso empezaba a estar un poco harto de su imagen de amable bandolero seductor. Ayer, parece que finalmente pasó por la barbería y, como hacen todos los famosos, se apresuró a colgar en su perfil de Instagram una foto con su nueva imagen. Le acompaña un amigo, o tal vez el propio peluquero, enfundado en una camiseta de Zara. Y el rostro rasurado del guaperas es toda una sorpresa. Véanlo.



No me digan que no es acojonante. Si un día este señor se queda sin trabajo como actor, podría venir a España, donde rápidamente le buscarían un empleo como doble de quien están ustedes pensando. Como se pueden imaginar, la historia se ha viralizado y circula ya por todos los Whatsapps y redes diversas en donde suscita toda clase de comentarios (algunos sugieren que mandemos a Sánchez a Turquía a hacer la mili y nos traigamos al guaperas a España). Así que, aunque no se trate de una primicia y ya la conocieran, estoy seguro de que nadie se lo ha contado tan bien como yo, de lo cual, con su permiso, igualmente me congratulo, me ufano y me vanaglorio. Cambiando de tema (o no), por fin tenemos Gobierno, ya era hora. Volví a ver enteras las intervenciones del último día (no la votación que es un coñazo) y saqué algunas conclusiones adicionales.

Para empezar, la constatación de que Aitor Esteban, del PNV, es de largo el parlamentario más dotado de la cámara. Este señor, que en su día se intercambiaba florilegios verbales y ripios divertidísimos con Rajoy, estuvo sublime, igual que el primer día. Confirmé mi impresión negativa sobre el bufón Calabacillas, que estuvo otra vez penoso. Y la señora Arrimadas me volvió a parecer una joven pizpireta y alocada, un tanto patética, que quedaría muy bien de extra en la película de Almodóvar, frotando sábanas en el río y cantando coplillas de pie quebrado. Abascal me impresionó menos que otras veces y me parece que mostró las limitaciones de su movimiento. Y repito que cada vez me disgusta menos Pablo Iglesias, cuyas lágrimas finales me parecen sinceras y dicen mucho de su lado humano. Errejón, bien también, en su línea, pero ya saben que respecto a este caballero no soy imparcial.

En cuanto a las posibilidades de supervivencia del aun nonato Gobierno, pues siento decirles que soy pesimista. Creo que va a durar dos telediarios. Y mi convencimiento no tiene nada que ver con el tumulto permanente que están dispuestas a orquestar las tres derechas. Con la barahunda apocalíptica, el estruendo horrísono, la bulla atronadora, la batahola cacofónica que han empezado ya a montar (yo los vi, delante de las Cortes, y eran tremebundos, aunque ciertamente pocos). Mi pronóstico inusualmente agorero no tiene nada que ver con ese aquelarre continuado que promete la derecha. Considero a Sánchez, el resistente, el que trabaja mejor bajo presión, muy capaz de aguantar tan estentórea algarabía durante cuatro años de mandato sin que se le altere un solo pelo de su tupé impecable. ¿Por qué entonces pienso que no va a durar? Pues por un único factor: los catalanes. Sigo opinando que los independentistas, una vez que han constatado que su meta es inalcanzable, tienen ahora mismo un solo objetivo: dar por culo. Si los de ERC se han abstenido en la votación es porque, después de sesudos debates internos, han llegado a la conclusión de que de esta forma las posibilidades de dar por culo son superiores y con mayor resonancia internacional.

Pero yo quiero hoy centrar su atención en un aspecto marginal. Les pido que vean cualquier vídeo de las tres sesiones de investidura, da igual, un simple resumen de dos minutos, el que quieran. Verán un orador en primer plano. Pero si miran al fondo, descubrirán a una serie de parlamentarios sentados en sus escaños, TODOS consultando su móvil. Es increíble, pero si no se creen lo que digo, hagan la prueba. El Congreso de los Diputados es una representación de lo que sucede en la sociedad. Y por la calle todo el mundo va ya mirando el móvil. Hace unos años, una película que les he recomendado varias veces: Her (Spike Jonze 2013) nos mostraba un futuro distópico pero que siete años después se ha demostrado premonitorio. En este film, que nos cuenta cómo un extraordinario Joaquin Phoenix se enamora de su sistema operativo (cuya voz es la no menos extraordinaria de Scarlett Johansson), las calles, los pasillos y los bares aparecen todo el tiempo llenos de gente ensimismada mirando sus móviles. Pues ahora no hay más que salir a la calle para ver ese escenario.

La gente no deja de mirar su móvil ni cruzando la calzada, ni bajando las escaleras del Metro, lo que es muy peligroso, además de ralentizar mucho la marcha para los que tienen prisa. Los VTC, que son una plaga en el centro de Madrid, llevan unos conductores que no saben nada de la ciudad y que, cuando no saben por dónde ir, se paran en el medio y consultan el tontón. En cuanto hay una retención, no falla: un VTC que se ha parado en el centro de la calzada sin saber qué hacer. Incluso los médicos alertan de los efectos para la columna vertebral de caminar todo el rato mirando el móvil. Aquí tienen un gráfico con los pesos equivalentes para el cuello que suponen los diferentes ángulos.


En relación con ello también quiero que vean un vídeo que circuló por las redes hace ya al menos dos años. Aquí, a la vista de la situación, se sugiere un nuevo sector laboral, que puede convertirse en el trabajo del futuro: acompañante de mirón de móvil callejero. Está en inglés, pero ¿qué problema es ese para unos seguidores políglotas como ustedes?


Todo esto tiene relación con los tres monos tradicionales que habrán visto docenas de veces y que representan la moderna alienación del ciudadano pasivo, el tipo domesticado por el sistema, que sobrevive apoyando toda su conducta en tres principios: no ver, no oír y callar. Por si lo desconocían, estos tres monos son un símbolo japonés, en cuyos templos aparece representado desde el Siglo XVI, posiblemente relacionado con los códigos de conducta de Confucio, que aun se llevan a rajatabla por todo el Oriente Lejano. Después, esta imagen se incorporó a la idiosincrasia del Siglo XX, donde ha aparecido en innumerables textos, ilustraciones y hasta en comics, como el que ven abajo, sacado de una tira de la genial Mafalda. Es el tipo de alienación por los medios de comunicación que ya profetizó Marshall Mc Luhan, que no vivió lo suficiente para llegar a ver cómo los móviles han colonizado nuestras conciencias.
Pero ahora estamos en el Siglo XXI y hay que estar perfectamente alienado, para poderse tragar por ejemplo el discurso de la derecha, derivado únicamente del berrinche infantil de no haber ganado el poder y tener que ver cómo se lo lleva la izquierda; cómo el PSOE vuelve a sacar más votos que ellos, a pesar de que se han pasado siete meses (de abril a noviembre) proclamando a los cuatro vientos que Sánchez es un felón, un okupa y un pedorro (y encima padece halitosis), utilizando para ello sus potentes altavoces mediáticos. Y llegan las nuevas elecciones y comprueban que la gente no se ha tragado el sapo. Tiene que ser muy frustrante. Así que, para comerle adecuadamente el coco al ciudadano pasivo, ya no basta con no ver, no oír y callar. Falta un cuarto mono: el que mira el móvil todo el rato, el que resume la conducta de los otros tres: no ver, no oír, callar y mirar el móvil. Así lo ha entendido este dibujante francés con el que aprovecho para despedir este post, no sin antes desearles que pasen un buen día y que se relajen, que ya viene el fin de semana. Sean felices. Y no se pillen berrinches, que es muy malo para el corazón.