En esta tribuna se habla de
Haruki Murakami, de Bruce Springsteen, de David Bowie, de José Ovejero, de Clarence
Seedorf y otros personajes de los que no suele hablar la prensa generalista.
También se pone verde al nacionalismo en general, a los independentistas catalanes en particular, a los
taxistas, a Mourinho y a Mircea Cartarescu, entre otros. A veces tengo la
sensación de que siempre escribo sobre los mismos temas, especialmente sobre mí
mismo, pero nadie me puede negar que mis filias y mis fobias están claras y son
duraderas. Entre las primeras, ha aparecido recientemente Sheryl Crow, una
mujer de la que, cuanto más cosas averiguo, más atractiva me parece. El pasado
día 5 de septiembre, Sheryl acudió como estrella invitada al Tonight Show de
Jimmy Fallon, el programa de la NBC que atrae a más seguidores de la América menos
inculta. Allí cantó su última canción publicada, de la que hablaremos más
abajo, y, al terminar, se abrió la chaqueta para mostrar el mensaje de su camiseta, mirando
retadora a la cámara. Aquí pueden verla.
Un mensaje muy claro. USA está ya
en precampaña para renovar el Congreso completo y un tercio del Senado y la única forma
de que los Demócratas alcancen la mayoría en ambos y le puedan hacer el impeachment a Trump,
es acabar con el alto abstencionismo de elecciones anteriores. Sheryl lo
sabe y sabe también que sus opiniones son respetadas por mucha gente, y aprovecha esa
posición para aportar su granito de arena. Por cierto, Sheryl se cruzó por los
pasillos de la cadena NBC con el mismísimo Paul McCartney, que estaba por allí
grabando un especial de lanzamiento de su último y esperado disco, y, con la
ilusión de una quinceañera, esta mujer espléndida de 56 años no dudó en hacerse
un selfie con él, y publicarlo enseguida alborozada en su página de Facebook, de la que
soy seguidor. Aquí lo tienen.
Musicalmente, Sheryl me fascina
por tres motivos, como ya he contado. 1, es una buena compositora, con letras críticas, irónicas y originales, de las que se responsabiliza en solitario, si bien la
parte musical le gusta compartirla con algún compañero o amigo. 2, es capaz de
tocar muy bien cualquier instrumento; se la ha visto en sus conciertos tocando
guitarra, bajo, cualquier teclado, acordeón, armónica. Y 3, es un portento en el
directo, donde mejora cualquiera de sus composiciones. Da la impresión de que el
estudio de grabación la intimida y que, sólo cuando se sube a un escenario y le
dan un micrófono, se libera, se viene arriba y lo da todo. La entiendo muy bien, porque a mí me pasa lo mismo, cuando tengo la oportunidad de dirigirme a un público, saco mi vena de showman. Como estamos hablando de
alguien que hace música, vamos a ir poniendo algunos de sus vídeos, que tiene
cuidadosamente archivados y cuelga seleccionados en Youtube. En este caso se
trata de un concierto de 1999. Al comienzo se ve como cambia la guitarra por
un bajo y afronta una canción de corte tenebrista, gótico, más
próxima a la estética de P.J. Harvey, con acompañamiento de cuerda. Pero, al terminar la
canción, se queda con el bajo y afronta sin transición un rock ortodoxo a toda velocidad. Acaba sudando como pollo baldeado.
Ya ven cómo toca el bajo esta
señora. Sheryl es de un pueblo de Missouri, hija de una pareja de músicos que,
desde niña, le inculcaron el gusto por la música y el deporte. A los 5 años
tocaba el piano y era majorette en el cole. En la Universidad de Missouri formó
su primer grupo, mientras participaba en las competiciones de 100 metros
vallas, que no es cualquier cosa. Después se fue a buscarse la vida a LA, en
donde empezó a hacer audiciones para todo tipo de trabajos musicales,
consiguiendo apenas salir en algunos anuncios de la tele. Le hubiera gustado ser modelo pero le faltaban bastantes centímetros. Hasta que Michael Jackson
la contrató como corista para una gira en 1987. Sí, estamos hablando de hace más
de 30 años. A la vuelta de esa gira, entró en una depresión severa. Tuvo que
ser ingresada y fue la música el pilar al que se agarró para salir del agujero,
puesto que no paró de componer canciones, que otros artistas como Celine Dion
incorporaban a su repertorio. Logró vencer esa enfermedad y salió de ella
galvanizada, indestructible, dispuesta a comerse el mundo. En 1993
grabó su primer álbum, premiado con tres Grammys. Había alcanzado el estrellato.
Desde su debut, Sheryl sólo ha
grabado ocho álbumes, porque ella no depende de la industria: cuando está
inspirada y le apetece, saca un disco. Es una mujer de carácter fuerte, que
tiene mando en plaza y a la que nadie rechista. Vamos a ver ahora un vídeo
curioso, porque se percibe perfectamente que nuestra heroína está de bastante
mal café. No sé si le dolía la cabeza o simplemente estaba cansada. Empieza
presentando uno a uno a sus músicos: bajo, batería, percusión, guitarra
solista, segundo guitarra. Uno espera que presente a continuación al pianista, al que se le
está oyendo en primer plano. Pero no lo presenta, porque es ella misma la que toca el
piano y muy bien, incluyendo esos vistosos arrastres por el teclado que se
hacen con la uña del pulgar de derecha a izquierda. Sheryl está cabreada, pero
es una profesional, por lo que cumple con su trabajo. Eso sí: al final dice “esto
es todo, buenas noches” y se larga con su gente. Apostaría a que no salió más. La grabación es de 1996 y la canción se llama Superstar.
Su carrera es un rosario de éxitos. Ha vendido más de 50 millones de discos en todo el mundo. Además ha
participado como actriz en diversas series de televisión, ha escrito varios
libros, incluido uno de cocina y es una mujer concienciada a la que invitan a
participar en debates políticos o medioambientales. Su historial médico es
terrorífico: sobrevivió a un cáncer de mama en 2002 y a un tumor cerebral
benigno que le tuvieron que extirpar en 2012. También ha tenido una vida
amorosa nutrida, en donde habría que incluir al actor Owen Wilson, a algunos
músicos, una aventura con Eric Clapton, ese viejo seductor con el que sigue en
buenas relaciones, y la mediática pareja que formó durante tres años con el
ciclista Lance Armstrong, justo hasta que se descubrió el tomate de su larga
historia de doping. Preguntada por ello, declaró que ella no sabía nada, pero
que ahora le encajaban como un puzzle una serie de detalles raros que había
observado en su tóxica pareja y que ya la tenían en guardia. Y la gente la
creyó. Esta mujer se gana al personal con su sinceridad.
Para compensar del vídeo
anterior, vamos a poner ahora una grabación en la que Sheryl está muy contenta, rodeada de sus amigos. Entre
1999 y 2013, Eric Clapton organizó una serie de festivales denominados Crossroads
en los que reunía a los mejores guitarristas del mundo. Por allí pasaron
J.J.Cale, Keith Richards, Buddy Gay, Robbie Robertson y otros. El vídeo
corresponde a 2007. Sheryl participa y reúne a Clapton con otros dos
guitarristas muy buenos: Albert Lee, pelo corto, camiseta azul oscuro y Vince
Gill, camisa blanca y cierto aire de pirracas. Todos ellos se conjuran para cantar el
clásico del country Tulsa Times. Sheryl dirige el cotarro como siempre, intenta
que Clapton haga bien los coros, pero el otro parece decirle no se me oye ni
hostia, la hace reír y casi pierde el compás. Finalmente es ella la que se ocupa
de que le dejen un turno al pirracas, al que casi no le dejaban respirar. Y, naturalmente, las intervenciones de Clapton son las que el público más ovaciona. Al
final, se ve llegar al gran pope del country, el ya anciano Willy
Nelson, que va a tocar a continuación. Incluso se le ve hablando tranquilamente con Sheryl y con el actor Bill Murray que no solía perderse el Crossroads.
Tras una vida tan intensa, Sheryl
decidió formar una familia monoparental. No es difícil deducir que ninguno de los
hombres de su vida ha estado a la altura. Así que en 2008 adoptó a un niño de
semanas y en 2011 repitió la jugada. La maternidad la ha dotado de una
estabilidad personal que le ha permitido retomar su carrera con ánimos
renovados. Ahora es una madre muy volcada en sus niños que, para criarlos, se ha
mudado a Nashville, una ciudad pequeña y muy musiquera. Es una decisión
acertada: la niñez y la adolescencia es mejor pasarlas en el medio rural. Abajo
ven la felicidad que destila el grupo (en Estados Unidos no está prohibido
publicar fotos de niños y Sheryl ha colgado esta en Facebook). Hace poco en
una entrevista, contó que su hijo mayor estaba fascinado con Ariana Grande, lo que la
tenía muy descolocada (ya saben que eso no es rock). Ella trata de guiar los gustos musicales de sus hijos, dijo, pero procurando no caer en la censura.
El año pasado, después de más de cuatro
años sin pisar un estudio de grabación, publicó el disco Be Myself (Ser yo misma), para muchos el más redondo de su carrera. Y lleva desde entonces
de gira, tocándolo por todo el mundo anglosajón. La canción que le da título, es
toda una declaración de principios: If I can't be someone else, I might as well be myself (si no puedo ser cualquier otra persona, no me
queda más remedio que ser yo misma). En eso estoy yo también. En este momento, Sheryl ya no se
corta por nada. Le importa un rábano que se le noten las raíces grises del pelo
en la raya (incluso bromea sobre ello en la letra de una canción). Le importa un rábano que se note que
no es muy alta; por eso se hace fotos como la que ven abajo, con la banda al completo. Ha
encontrado un equilibrio vital y artístico con el que está encantada. En su banda hay cuatro músicos que llevan mucho tiempo con ella y dos nuevos: la teclista del pelo rizado y el batería, que está entre el sobrino de Quasimodo y el
eslabón perdido de Darwin. Pero toca la batería de cine. Sheryl lo adora, como
se puede ver en la foto que les pongo aun más abajo.
Es el momento de escuchar Be myself, por supuesto, en directo. Todo un himno vital. Dentro de su descubierta falta de complejos, Sheryl pasa de tacones y sale al escenario con las mismas zapatillas que usa para correr, y hasta se atreve a emular el grito de leona de Tina Turner, aunque en su caso suene más a una gata a la que le han pisado el rabo.
No les extrañará que yo conduzca
por Madrid con este tema a todo volumen. Pero Sheryl sigue generando noticias.
A primeros de julio fue entrevistada por la emisora de radio Lightning 100.
Allí reveló que está preparando un álbum para 2019, en el que colaborarán Keith
Richards y otros amigos suyos. Y que será el último de su carrera. No es que se
vaya a retirar, sino que dice que esto de los álbumes es algo que venía determinado por la
capacidad de los discos grandes de vinilo, por lo que ahora mismo, en la era digital, es un formato obsoleto con el que no tiene sentido seguir. Ella, tras ese último álbum, irá publicando canciones al
ritmo que las componga. Para entrar en ese futuro inmediato, presentó en ese
mismo programa una primicia recién compuesta, llamada I wouldn’t wanna be like you (No quisiera ser como tú). La tocó con todo
su grupo en versión acústica, (aunque sólo se alcanza a ver al hombre de
Cromañón) y se la voy a dejar de regalo final.
Esta canción, en la que muchos
han creído ver un mensaje contra Trump y lo que representa, tiene un estribillo
muy explícito: Dices una mentira, dices
una mentira, dices una mentira, pero no por repetirla se convierte en verdad.
¿O sí? Que se lo pregunten a Puigdemont. Es una vieja técnica, que ya usaba Goebbles entre otros. Franco condenaba a los vencidos por el delito de Auxilio a la Rebelión,
cuando el que se había rebelado era él. El partido ultraderechista sueco que ha
asustado a Europa en estos últimos días, se llama Demócratas Suecos. Por no
mencionar el hecho de que en esta sociedad llamemos Punto Limpio al lugar donde se acumula
la mierda. Pero escuchemos a Sheryl. La entrevistadora le pide que cante la
nueva canción que está presentando. Y ella se pone las gafas de sol para
concentrarse. Vean también cómo se agarra a la esquina del mostrador para tomar
fuerza cuando ha de dar una nota sostenida a buen volumen. Por cierto, esta canción utiliza la técnica del talking blues, una especie de precursor del rap. Sean felices, hombre. Y sobre todo: si no pueden ser cualquier otro, sean ustedes mismos.
A este paso vas a tener que añadir una nueva etiqueta Sheryl Crow... La verdad es que es una mujer muy guapa, con clase, canta muy bien y, según lo que cuentas, parece tener la cabeza bien amueblada.
ResponderEliminarPues no descartes que le abra etiqueta, aunque de momento la tengo en la genérica de "Rock".
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