sábado, 11 de agosto de 2018

762. El milhojas

Me dicen algunos amigos que si no me da así como envidia o tristeza quedarme en Madrid en agosto, cuando todo el mundo se va al campo o a la playa. Pues, como siempre, una imagen vale más que mil palabras. En este caso tres imágenes. Aquí las tienen. El atasco que hay que pillarse para llegar a un lugar, posiblemente tan atestado de gente como el de la foto intermedia. Mientras en Madrid las calles están como se ve en la última.





Si a esto le añadimos que el tiempo se está comportando aceptablemente, pues créanme, yo me siento en el paraíso. Hemos sufrido una pequeña ola de calor de una semana y ya. Una delicia, sobre todo si lo comparamos con el año pasado, el segundo más caluroso de la historia, desde que se empezaron a registrar las mediciones de las temperaturas medias en los años cuarenta. Por ahora, el año más caluroso de la serie sigue siendo el 2003. En este Madrid dorado al sol, se circula en coche sin retenciones y se vive muy bien. No hay colas en ninguna parte y caminar por las calles es un verdadero placer, a pesar de las obras. Y qué decir del trabajo. La ventaja que tenemos los que nos cogemos las vacaciones a trasmano es que en agosto solemos tener un relax importante, dado que hay mucha gente fuera. Es el momento de planificar el año siguiente, de ordenar un poco los papeles y la mente. Realmente es un mes en que se compensan los sobreesfuerzos de todo el año y se cargan las pilas para el siguiente curso, que en mi caso seguramente sea el último, pero de eso ya hablaremos otro día.

Porque hoy quiero centrarme en otro tema. En los tiempos recientes hemos sufrido una serie de cambios políticos que no han sido debidamente analizados en este foro, enfrascado como estaba yo en el relato de mi viaje soñado a Frisco, LA y Tijuana. El más importante, sin duda, la patada en el culo al señor Rajoy y el advenimiento de Pedro Sánchez, transfigurado en presidente y poniendo en marcha un cambio de estilo que ya se echaba en falta. No cabe duda de que este verano estamos inaugurando una nueva época y así lo ha precisado el propio Sánchez en la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros, en la que hizo una valoración de sus dos primeros meses de presidencia del gobierno, valoración con la que estoy bastante de acuerdo. Por si no escucharon la rueda de prensa, abajo la tienen. Dura hora y cuarto, incluyendo todas las preguntas y respuestas, pero no hace falta que la vean entera, aunque es bastante interesante. Lo que les pido es que vean hasta el minuto 5.30, que es la parte en que hace las valoraciones generales. Véanlo y lo comentamos.

  
Es indudable que estamos en una nueva época y Sánchez la caracteriza por tres aspectos. El tercero que va a sacar a España de la inmovilidad y el letargo a nivel nacional e internacional pues ya se verá. Esa es su apuesta y es pronto para saber si la gana, o si la pierde y vamos para atrás. En lo que sí estoy de acuerdo es en que esa parálisis existía. El punto primero me parece básico y aquí sí que estoy plenamente de acuerdo con este guapo caballero. El mecanismo previsto en la Constitución para las mociones de censura, funcionó como un reloj y eso demuestra la calidad democrática y la buena salud de nuestro régimen, mal que les pese a los independentistas. Y todo transcurrió con tranquilidad, sin un solo incidente callejero. Aquí hay que reconocerle el mérito al señor Rajoy, cuya retirada fue de una educación impecable. Este proceso nos aleja definitivamente de las repúblicas bananeras, del tercer mundo y hasta de algunos países europeos, como Grecia o Rumanía, en donde seguro que una cosa como esta hubiera traído aparejadas revueltas, incendios y hasta muertos. Y, desde luego, es impensable que en la república que sueñan Puch Dem-un y Kim Jong-torra se hicieran las cosas de esa manera. Así que, es como para sacar pecho.

Y nos queda el punto segundo. Pues también aquí estoy de acuerdo con el presidente. Una parte amplia de la sociedad española se reconoce en este Gobierno (por ahora, mientras no la cague). Una parte que el señor Sánchez ha reseñado muy certeramente: la España europeista, ecologista, progresista, la España del talento, de las mujeres, abierta, plural (alejada de discursos únicos), trabajadora, legalista y honrada. Respeto a los que opinen lo contrario y desconfíen de este nuevo gobierno, pero yo, ciertamente, me reconozco en esos conceptos y conozco a bastante gente que coincide básicamente conmigo, personas que admiran el verdadero talento y que no hacen trampas en la declaración de Hacienda. Desde luego, vistas las encuestas del CIS de estos últimos meses, parece que no soy el único (you may say I’m a dreamer, but I’m not the only one). En este cuadro vemos la estadística más reciente y su comparación con el momento de las últimas elecciones. En menos de dos meses el señor Sánchez ha dado la vuelta al dibujo.
Respecto a estos cuadros, me satisface enormemente ver que hay cuatro grandes partidos (no sólo dos, como hasta hace unos años), que cubren la mayor parte del espectro ideológico y político nacional y que, como se ve, fluctúan entre unos y otros tamaños relativos, como corresponde a una sociedad avanzada y dinámica como la nuestra. Es importante que los cuatro estén fuertes y que sus líderes sepan estar a la altura, porque los cuatro son básicos para que progresemos como Estado. Porque ¿saben cual es el gran problema que tenemos en España? Pues el gran problema es ese milhojas invariable que aparece siempre en la parte derecha del arco, esas capas finísimas de merengue nacionalista que se mantienen inmutables, por los siglos de los siglos, amén. Entre todos no suelen pasar del diez por ciento nacional, pero mira que dan por culo... Ya puede haber un cataclismo espacial, que se hunda el mundo, que el cielo se nos caiga sobre la cabeza (como temía el jefe Abraracurcix) o que el nivel del mar suba y nos anegue a todos (como en la película Waterworld), que para estos señores no cambia nada: ellos van a seguir votando a sus opciones provincianas y paletas, sin mirar más allá del suelo que tienen bajo sus narices, como suelen hacer los grandes herbivoros. Pase lo que pase, ERC, PNV y Junts pel Si, o pel No, o pel 3 percent, van a seguir obteniendo el mismo número de votos, porque su electorado es obstinado, intransigente, intolerante, pueblerino, testarudo, empecinado, cerril, tozudo, borrico y contumaz.

Ahí queda dicho. Y, ¡OJO! que el virus que da origen a ese milhojas no afecta sólo a catalanes y vascos. También hay túzaros en Galicia y cazurros en los demás pueblos. Vean si no los recientes intentos de hacer cooficial el bable en Asturias y el chapurriau en Aragón (no es coña). Después vendrán el castúo extremeño, el panocho de Murcia, el montañés de Cantabria y hasta, si nos ponemos, el koruño, del que ya hemos traído a este foro algunos ejemplos escritos. A mí me parece estupendo que cada pueblo quiera preservar su lengua, sus coros y danzas, su gastronomía y sus tradiciones varias. Con las excepciones lógicas: la mutilación genital de las mujeres es también una tradición muy arraigada en diversos pueblos africanos, pero estarán conmigo en que debería erradicarse ya, lo mismo que ciertas fiestas ibéricas que conllevan maltrato animal, como la del ganso de Lekeitio. Pero el nacionalismo identitario no se limita a proteger y promover lo propio, sino que además busca un enemigo externo al que hay que combatir, porque es el origen de todos sus males. Y ese enemigo, casualmente, habla español, la lengua que nos permite entendernos entre todos para no convertirnos en una torre de Babel. Y que nos une con toda Latinoamérica. Y que sirve de vehículo a nuestro progreso conjunto.

Digámoslo claro y hagamos por desenmascarar a estos desaprensivos. Son de verdad muy peligrosos y nuestro país corre un serio riesgo de balcanización, es decir, de llegar a una implosión que nos convierta, víctimas civiles por medio, en una colección de países de mierda, como los que resultaron, con perdón, del estallido de la antigua Yugoslavia. Yo la he visitado antes y después y puedo dar fe. Paradójicamente, es muy bueno que los secesionistas catalanes hayan designado a dedo (que no elegido) a un personaje como Kim Jong-torra, cuyo simple rostro resume toda la serie de adjetivos que les he puesto dos párrafos más arriba (más el de túzaro). Al menos no engaña. Algún día, el pueblo catalán tendrá finalmente que elegir entre las dos opciones que se le están presentando. Un tipo como Torra al frente de la línea independentista es cojonudo para que la gente sepa de verdad cómo iba a ser esa república nonata y vote en consecuencia. Yo espero que, en semejante ocasión, se imponga el proverbial seny. Y, desde luego, si ese día eligen la opción de separarse, por una mayoría cualificada (no vale un 51%), pues allá les den. Que me digan dónde tengo que firmar para apoyar su secesión. El famoso derecho a decidir comporta también el derecho a equivocarse y la historia está llena de este tipo de meteduras de pata.

Me queda desearles que sigan ustedes pasando unas buenas vacaciones. Descansen y no se preocupen, que aquí estoy yo vigilante. Y cómanse algún milhojas si les viene al caso.

2 comentarios:

  1. De acuerdo en sus opiniones sobre Sánchez. De los tres aspectos que destaca sobre la moción de censura, el más importante es el primero. Desde los medios de la derecha se intentó vender la moción de censura como "un golpe antidemocrático" (sic), que Sánchez se había vendido a los separatistas y a los amigos de ETA (sic) y que iba a organizar un gobierno Frankenstein (resic). Las encuestas revelan que ese discurso no ha calado. Ahora le echan en cara que se está volviendo atrás de algunas de sus promesas iniciales. Pero la gente sigue con él, porque entiende que las cosas que no puede hacer es porque no le deja su situación de precariedad en el Congreso.
    Es una guerra de imagen que de momento está ganando, aunque es pronto para evaluar la trascendencia del cambio. Pero el tío lo está haciendo con inteligencia: él propone cosas en una dirección y, si no salen, es por culpa de los demás. Veremos qué recorrido tiene finalmente.

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  2. Suscribo su comentario, que podría haber salido de mi pluma. Ya no me acordaba del gobierno Frankenstein, hace mucho que no lo dice nadie. Esperemos que este señor pueda gobernar la nave hasta unas elecciones y luego ganarlas.

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