De sastre, que no desastre, aunque hablaremos de pasada de unos cuantos desastres. La última noticia que nos ha llegado sobre Clarence Seedorf es que acaba de ser contratado como seleccionador de fútbol del Camerún, aventura a la que se lleva como ayudante al gran Patrick Kluivert. Mi más sincera enhorabuena. Ambos son negros así que no resultarán muy llamativos en ese misterioso país africano, y perdón por el chiste (ligeramente) racista. Seedorf llegó el año pasado al Deportivo de la Coruña envuelto en una nube de
glamour, y como tal fue saludado en el blog, bajo la idea de que los
coruñeses somos gente con un punto dandy y que era el entrenador ideal para
nosotros. Al Dépor le quedaban por entonces 16 partidos hasta el final de la Liga de Primera División. Muy pronto se aclimató al lugar, se integró en la vida coruñesa y se volvió un adicto a los percebes, los camarones y el caldo gallego. El problema era que no ganaba apenas partidos y que el equipo terminó en el hoyo de la Segunda División, en el que está en estos momentos.
Seedorf no pudo hacer lo que ahora
se ha hecho: una limpia drástica de vestuario, echando a la mayor parte de los
jugadores. Este año, el club no es que haya hecho una limpia, es
que ha perpetrado una verdadera escabechina. No ha quedado ni el apuntador. Por
ahora no nos va mal, aunque es muy deprimente llegar al fin de semana y ver al
equipo enfrentarse al Reus, al Nástic o al Extremadura. En estas condiciones, la Liga de Primera División no tiene para mí otra expectativa que ver si pierde el Barcelona,
la única alegría potencial que me puede dar la competición este año (lo siento,
pero esto del PRRRU-sés no es gratis y tiene sus facturas). Hombre,
también me llevo alegrías cuando pierde Mourinho y se habla ya de que lo echen de su club actual, el Manchester United. Ya saben que mi sueño es ver a ese siniestro sujeto entrenando al Río Ave, o al
Gil Vicente Futebol Clube, por citar a dos equipos de la parte baja de la Liga de su tierra.
Pero volvamos a Seedorf. Su trabajo al frente del Dépor fue un completo desastre, pero la gente lo quería mucho porque es un tipo con clase, aunque finalmente el club lo despidió. Y este verano se lo ha pasado en el paro, sin saber si alguien le contrataría después. Un día colgó en su perfil de Instagram una foto suya entrenándose en la playa, bajo la atenta mirada de un niño, imagen que les pongo abajo y que dejó estupefacto a todo el mundo del fútbol. Porque Seedorf lleva años retirado como futbolista y tiene exactamente 42 años. Y, sin embargo, mantiene una forma física envidiable, como se ve.
Pero volvamos a Seedorf. Su trabajo al frente del Dépor fue un completo desastre, pero la gente lo quería mucho porque es un tipo con clase, aunque finalmente el club lo despidió. Y este verano se lo ha pasado en el paro, sin saber si alguien le contrataría después. Un día colgó en su perfil de Instagram una foto suya entrenándose en la playa, bajo la atenta mirada de un niño, imagen que les pongo abajo y que dejó estupefacto a todo el mundo del fútbol. Porque Seedorf lleva años retirado como futbolista y tiene exactamente 42 años. Y, sin embargo, mantiene una forma física envidiable, como se ve.
La foto iba acompañada de un mensaje que me gusta. Se lo pongo en inglés para que practiquen un poco y abajo les obsequio con una de mis traducciones conceptuales, no literales.
Dice
Clarence: Esta es la época del año en que
los jugadores entrenan duro y se preparan para mantenerse a un alto nivel
durante la temporada. Que yo ya no esté en activo, no es excusa para saltarme el
entrenamiento e, incluso aunque a veces me resulte difícil encontrar la
motivación, yo nunca dejo de practicar deporte para mantener mi bienestar y mi
tono, tanto físico, como mental. En fin, qué quieren que les diga, Seedorf
es otro de mis ídolos y ya ven que no les engaño cuando les digo que, si uno quiere hacer deporte, ha de empezar a entrenar en verano. Por mi parte, este año como los anteriores, he empezado la temporada a
mitad de agosto y ya estoy completando mi tercera semana de entrenamiento
(no al nivel de Seedorf, por supuesto). Y, por primera vez en mi vida, estoy
saliendo a correr antes de ir al trabajo, porque es la única hora fresca del
día. Salgo tres veces por semana: martes, jueves y sábado.
La
verdad es que, además del calor sofocante de las tardes, saben ustedes que no
duermo mucho, así que me encontraba con que a las 6 ya estaba despierto y me
pasaba una hora dando vueltas en la cama o leyendo. Y luego al anochecer tenía que sufrir un calor enorme para salir a correr. Y un día me vino a la cabeza la idea de entrenar de madrugada y solucionar los dos temas a la vez. Algo así como el huevo de Colón. Los sábados no tengo que
madrugar tanto, pero los martes y jueves me levanto a las 6.00 y estoy abajo
corriendo a las 6.35. Necesito ese lapsus para terminar de despejarme,
desentumecer músculos, vestirme, calzarme y beberme algo más de medio litro de
agua de la nevera. Salgo, caliento, hago estiramientos, completo los 5 kilómetros del
circuito del Retiro, subo a casa, hago un rato de pesas, me ducho, desayuno y
bajo a coger el coche al trabajo. Eso es lo que hice, por ejemplo, ayer y repetiré mañana.
A
las 6.35 es noche cerrada y las sensaciones son espectaculares. Hay bastante
gente entrenando (no tanta como a otras horas), no hay peatones ni ciclistas,
hace fresquito y se atraviesan tramos prácticamente a ciegas, en completa
oscuridad. Hay muchas mujeres corredoras, solas, en parejas
o con un compañero. Algunas van vestidas de cualquier manera, pero otras salen
como un cromo: top mínimo, ombligo al aire con piercing, pantaloncitos
ajustados, tatuajes diversos, medidores de pasos, ritmo y pulso en el brazo, cinta de colores sujetando el pelo, auriculares para ir escuchando música. Es un estereotipo, pero he visto a
varias en estos días y no deja de ser significativo que, en mi ciudad, una
mujer pueda salir en plena noche de esa guisa, a correr sola por un parque, sin miedo
a que la asalten o la molesten. Por desgracia, no es algo muy frecuente en la mayoría de los
países del globo terráqueo. Pero esta es la sociedad que hemos construido entre todos, bajo la tutela del Estado democrático español,
ese que Puch Dem-un compara con Kazajistan. Me viene a la memoria lo que dijo El Roto en la entrevista a la que les puse un enlace no hace mucho. Que la primera vez que vio a Puch Dem-un creyó ver el rostro de un payaso. Realmente, esta pareja tiene algo de Pompoff y Thedy.
Pero esto es sólo una parte de la actualidad. La economía mundial sigue sin levantar cabeza y parece ya claro que los tiempos de bonanza, que algunos hemos vivido prácticamente a lo largo de todas nuestras vidas, no van a volver. En España tenemos un grave problema con el sistema de pensiones; si no se toman medidas, vamos a ir a un pinchazo dramático de la burbuja. Por eso Bruselas le ha regañado al Gobierno (aún el de Rajoy) por acordar con el PNV el aplazamiento de la entrada en vigor del factor de sostenibilidad. A mí me vino bien, a nivel individual, pero el sistema ha de revisarse, si no queremos que termine en un desastre total. Es una más de las certezas de nuestro viejo mundo que se están yendo al carajo. Ya no se puede confiar ni siquiera en ir circulando por la carretera sin que el firme se venga abajo. Que se empiecen a caer los puentes, como el de Génova, es algo muy serio. Esto sí que ha sido un absoluto desastre. Puentes como ese son una reminiscencia de unos tiempos en que el hombre se creyó capaz de dominarlo todo, hasta la orografía endiablada del norte de Italia. Aquí tienen la portada del Corriere della Sera, donde se anunciaba la inauguración del puente ahora siniestrado, con un titular significativo: Génova resuelve el problema del tráfico.
En este contexto cambiante y amenazado desde distintos frentes, yo sigo mi vida como si nada. Ya tengo una móvil nuevecita, de la marca Huawei, que va como Dios. Incluso tiene un sistema de reconocimiento facial que me evita tener que andar con fastidiosas contraseñas para abrirlo. Para activar el sistema, tuve que poner la pantalla a unos centímetros de mi cara y mirarlo con seriedad (no vale reírse). Unos segundos después me informó de que ya había registrado mis rasgos fisonómicos (el careto, en cristiano). La cosa sólo tiene dos inconvenientes. El primero, del que se me advirtió, la remota posibilidad de que me robe el aparato un sujeto que se parezca mucho a mí, algo improbable pero no imposible. La segunda es que con poca luz se confunde y no me reconoce. Por ejemplo, cuando me levanto a las 6.00 para salir a entrenar, abro el teléfono, pongo la jeta delante de la pantalla y, con aire desconfiado, el aparato me espeta: ¿Quién es usted, caballero? Imagino que, en caso de que Seedorf tenga un Huawei, con lo negro que es, el aparato se haga de vez en cuando la picha un lío. Hala, ya lo dejo, que este post es un verdadero desastre.
Los catalanes se siguen empeñando
en que consideremos una especie de epopeya sus minúsculos incidentes de la
guerra de los lazos amarillos, pero en el mundo están sucediendo cosas
verdaderamente importantes a las que hay que prestar atención. No es la menor de ellas la devaluación del bolívar en Venezuela, decretada por Maduro y consistente en quitarle ¡cinco ceros! a su valor nominal. ¿Se imaginan ustedes tener, un suponer, 100.000 euros ahorrados en un fondo de inversión y que, de un día para otro, sus ahorros se reduzcan a 1 euro? Es algo que no había sucedido ni en Zimbabwe. En otro orden de cosas, en noviembre
habrá elecciones en USA para formar el nuevo Congreso y el nuevo Senado. Una
victoria de los Demócratas que les dejara la mayoría en ambas cámaras, podría
sentar las bases de un impeachment contra el presidente. Trump se lo está ganando a
pulso. Pero no descarten que vuelvan a ganar los republicanos. Hay mucha gente
en USA, especialmente en el interior profundo, que están encantados con este
señor, otro que se ganaría la vida sin problemas trabajando de payaso. Vean si no estas imágenes del
fffucking Trump.
Pero esto es sólo una parte de la actualidad. La economía mundial sigue sin levantar cabeza y parece ya claro que los tiempos de bonanza, que algunos hemos vivido prácticamente a lo largo de todas nuestras vidas, no van a volver. En España tenemos un grave problema con el sistema de pensiones; si no se toman medidas, vamos a ir a un pinchazo dramático de la burbuja. Por eso Bruselas le ha regañado al Gobierno (aún el de Rajoy) por acordar con el PNV el aplazamiento de la entrada en vigor del factor de sostenibilidad. A mí me vino bien, a nivel individual, pero el sistema ha de revisarse, si no queremos que termine en un desastre total. Es una más de las certezas de nuestro viejo mundo que se están yendo al carajo. Ya no se puede confiar ni siquiera en ir circulando por la carretera sin que el firme se venga abajo. Que se empiecen a caer los puentes, como el de Génova, es algo muy serio. Esto sí que ha sido un absoluto desastre. Puentes como ese son una reminiscencia de unos tiempos en que el hombre se creyó capaz de dominarlo todo, hasta la orografía endiablada del norte de Italia. Aquí tienen la portada del Corriere della Sera, donde se anunciaba la inauguración del puente ahora siniestrado, con un titular significativo: Génova resuelve el problema del tráfico.
En este contexto cambiante y amenazado desde distintos frentes, yo sigo mi vida como si nada. Ya tengo una móvil nuevecita, de la marca Huawei, que va como Dios. Incluso tiene un sistema de reconocimiento facial que me evita tener que andar con fastidiosas contraseñas para abrirlo. Para activar el sistema, tuve que poner la pantalla a unos centímetros de mi cara y mirarlo con seriedad (no vale reírse). Unos segundos después me informó de que ya había registrado mis rasgos fisonómicos (el careto, en cristiano). La cosa sólo tiene dos inconvenientes. El primero, del que se me advirtió, la remota posibilidad de que me robe el aparato un sujeto que se parezca mucho a mí, algo improbable pero no imposible. La segunda es que con poca luz se confunde y no me reconoce. Por ejemplo, cuando me levanto a las 6.00 para salir a entrenar, abro el teléfono, pongo la jeta delante de la pantalla y, con aire desconfiado, el aparato me espeta: ¿Quién es usted, caballero? Imagino que, en caso de que Seedorf tenga un Huawei, con lo negro que es, el aparato se haga de vez en cuando la picha un lío. Hala, ya lo dejo, que este post es un verdadero desastre.