sábado, 24 de marzo de 2018

715. Això fa figa

Para los que no la conozcan, la frase que encabeza este post es una expresión del slang callejero de Barcelona y otros lugares de Cataluña, que viene a significar algo así como vamos de culo, esto se hunde o se acabó el pastel. Lo que pasa es que, por desgracia y contra lo que ustedes mis lectores esperarían, mi comentario no se refiere tanto al prusés como a nosotros, España en su conjunto. Ya saben que, a lo largo de cinco años, he mantenido una posición contraria frontalmente al independentismo. Es una cuestión de principios: cualquier propuesta que vuelva a las banderas, las patrias, las fronteras, la subdivisión del territorio para que en cada trocito gobiernen a su antojo políticos sin talla, dispuestos a sentirse importantes al frente de sus reinos de taifas, me tendrá siempre en contra. En ese sentido ya les he expuesto alguna vez mi propuesta: no sólo Cataluña no debería separarse, sino que deberíamos unirnos con Portugal, para formar una poderosa Iberia, el sueño de Saramago. Un país heterogéneo y luminoso, cuya capital natural sería, por supuesto, Lisboa, la ciudad más adecuada para ostentar ese rango. Así, de paso, acabaríamos con la fastidiosa y estomagante pugna entre Madrid y Barcelona, que quedaría reducida a un pique futbolístico.

Pero las pulsiones disgregadoras seguirán amenazándonos, hasta que la Humanidad se tome en serio que los nacionalismos son sentimientos y movimientos que van en contra del progreso, que van hacia atrás, que son tan perversos como el machismo, el tabaco o los coches en las ciudades. Mientras eso no esté claro, seguirán sucediendo cosas como el Bréxit, la elección de Trump, o la deriva catalana que, para mí, comparte sesgo ideológico con ambas. Esa es la postura que yo llevo sosteniendo desde hace cinco años en mi blog, primero como una voz en el desierto, luego algo más apoyado. No hace falta que aclare que esta postura, que mantengo al 100%, no tiene nada que ver con esa otra tendencia nacionalista española, no menos cazurra y cerril que la catalana, que podríamos simbolizar en la profusión de banderas nacionales en las ventanas de todas las ciudades (provocada precisamente por el miedo que suscitaba el prusés, cuando parecía algo serio y peligroso). Por cierto, no sé a qué esperan para quitarlas de una vez, la derrota del prusés es meridiana y las banderas ya no pintan nada en los balcones de nuestras calles.

Ya dejé escrito que mi única patria es el rock and roll. Y, desde esta posición, yo creo que sería hora de ir buscando puntos de encuentro y soluciones de futuro, un futuro en el que estamos condenados a seguir conviviendo todos, los catalanes y los demás, porque ya les dejé demostrado también que el capital multinacional que gobierna nuestro mundo no va a dejar que se alteren las fronteras españolas, y por eso se han ido las empresas de Cataluña, lo mismo que se fueron del Quebecq y se están fugando, más discretamente, de Gran Bretaña. Políticamente, también es una locura separarse: el día que nos ataquen los chinos o los rusos (no con misiles, sino económicamente), nos defenderemos mejor juntos. Buscar puntos de encuentro, digo. ¿Cuáles? Pues ni idea. No soy un analista político y la situación ha llegado a un punto bastante difícil.

Haciendo uno de estos ejemplos que tanto aparecen en mis escritos, los catalanes se han comportado como esos niños que tratan de llamar la atención del padre diciendo: a partir de ahora no respiro. O cualquier otra autolesión o autoamenaza. Enfrente han encontrado la nada por respuesta. La ineptitud y la vagancia extrema de Rajoy de Moncloa. Y han profundizado en sus amenazas hasta que han llegado a un punto en que ya no han podido retroceder, porque habían abierto la caja de Pandora de los sentimientos excluyentes, y habían conseguido ilusionar a dos millones de gentes confiadas en que lo imposible era posible. Incluso habían llegado a creerse su propia fábula. Por cierto, los impulsores de ese desatino, como Pujol, Mas o Carles Viver Pi-Sunyer, no están en la cárcel, que yo sepa. ¡Ah! Que no saben quién es el tercero de ellos. Pues les recomiendo que lean el retrato suyo que mostraba hace un mes mi admirado Jaume Reixach en El Triangle, que pueden consultar AQUÍ.

Y, desde ese enfoque general, ¿cuál es mi opinión sobre la entrada en prisión de otros cinco prusesistas decretada ayer por el juez Llarena? Pues la voy a explicar. En primer lugar, es algo que me entristece; no me alegra para nada (hay gentes que sí se alegran, pero no es mi caso). Yo no puedo alegrarme de que alguien vaya a la cárcel; me puede resultar indiferente, o parecerme merecido o adecuado. Pensemos en el próximo trance del señor Urdangarín: a mí su entrada en el trullo no me proporcionará ninguna satisfacción añadida. Aunque piense que es un castigo necesario y merecido. En segundo lugar, si vamos a lo práctico, es decir a la antedicha necesidad de tender puentes y buscar lugares de entendimiento entre las partes enfrentadas, pues me parece que es bastante poco útil, que va en el sentido contrario de una solución final justa y admitida por todos. Veremos si no tiene la virtud de encender de nuevo los sentimientos antiespañoles, que se estaban debilitando por puro hartazgo. Toquemos madera.

Así que UNO, no me alegra; DOS, no me parece útil ni práctica. Pero hay otros dos matices por los que me desagrada y estos son más de fondo. TRES, no me parece una decisión proporcionada. Con los debidos respetos, Rull/Turull, o Dolors Bassa no son sino secundarios de lujo en esta película. ¿Dónde se van a parar los jueces? Ya puestos, ¿por qué no encarcelar también a los que escondieron las urnas en sus casas, o a los ujieres que abrieron de madrugada las puertas de colegios y dispensarios para instalar los puntos de votación? Un poquito de mesura, por favor. Y CUATRO. Yo no me he leído el acto del juez Llarena, pero parece claro que adolece de un empecinamiento de partida en decantarse por el delito de rebelión, frente al de sedición, que comportaría unas penas más o menos de la mitad. ¿Cuál es la diferencia entre ambos? Pues, según se dice, que las cosas se hayan hecho con violencia.

Este es un punto controvertido. Parece que el juez se basa para dictaminar que hubo violencia, en el hecho de que los mossos advirtieron a Puigdemont y Junqueras de que, si seguían adelante con su referéndum, muy probablemente se producirían disturbios graves en las calles con víctimas potenciales. Y que ambos desoyeron esta advertencia y siguieron adelante. Es decir, que esto hay que considerarlo rebelión, no porque haya habido violencia, sino porque podría haberla habido. Porque lo cierto es que, el día de la votación, la única violencia que hubo fue la que protagonizaron los antidisturbios, atizando porrazos a ancianos y jóvenes que sólo pretendían votar en una consulta convocada por su gobierno regional.

Duplicar la petición de condena por un argumento en condicional, parece un poco cogido por los pelos. Un tipo al que detienen borracho al volante, suelen condenarlo por un delito de imprudencia y contra la seguridad de los peatones. No le acusan de asesinato alevoso porque “hubiera podido atropellar a alguien”. El hubiera no ha sucedido y, por tanto, no existe, como dice mi amigo Diego, desde Tijuana. Yo confío en la justicia y espero que en el juicio a esta gente se adopten decisiones justas y proporcionadas. No pretendo hacer críticas a la Justicia (Dios me libre) pero, si el auto del juez contiene argumentos cogidos por los pelos, es muy posible que a lo largo del juicio se vengan abajo. Que la cosa faci figa també. Algo que no conviene para nada.


Queda el lado humano. La cara desolada de Turull, apenas conteniendo el llanto, me parece conmovedora. Es algo que no me ha suscitado nunca el abatido Urdangarín. No nos han explicado cómo era la parafernalia del trámite de ayer, parece que entran en el tribunal dos veces, la primera a declarar y la segunda a escuchar la resolución (de esta segunda no salen ya). ¿Qué hicieron entre ambas? ¿Tomarse un café? La foto que ven arriba es la de Rull/Turull, el viejo estribillo de Lou Reed, y corresponde a la primera entrada en el tribunal. Yo los tenía por dos tipos clónicos, hasta que contemplé esta foto, donde se ve claramente la diferencia. Rull mantiene la entereza, hasta un cierto buen humor. Recuerden que este señor fue el que dijo al salir del trullo que la comida era un poco flatulenta, un rasgo de humor muy catalán. Pero Turull está realmente devastado, a pesar de los gestos de ánimo de su compañero.




Estas otras fotos corresponden a la segunda entrada en el Supremo. Aquí, todos saben que ya no van a salir, y Turull, arropado ahora por su familia, se derrumba. Se le viene el mundo encima. Este señor no está fingiendo ni haciendo teatro. Seguro que en su cabeza maldice el momento en que se dejó engañar y se metió en una aventura por la que va a pagar un precio muy alto (el ya sabe lo que es estar un mes en la cárcel) y por la que nada le va a compensar, ni siquiera se lo agradecerán debidamente. Con esta imagen, repito el resumen de mis sentimientos: un día triste, una decisión nada útil y (siempre en mi modesta opinión respetuosa con las leyes), desproporcionada y tal vez cogida por los pelos.

Pero, como este es un blog siempre positifo/nunca negatifo, no puedo despedirme con este sentimiento devastado, así que les añadiré el análisis certero de un comentarista italiano, que me han enviado por Facebook: hasta ahora, dice este señor, todas las revoluciones se habían montado proclamando que su objetivo era hacerse con el poder. Pero los que han montado el quilombo catalán ya estaban en el poder. Han hecho una revolución para perderlo.

Asombroso. Y continuará. Ahora mismo la situación camina hacia unas nuevas elecciones, que serían a final de mayo, según he leído. ¿Qué pasará entonces? ¿Volverá a haber dos millones de votantes a favor de seguir al lío? Cosas veredes, amigo Sancho, como nunca dijo El Quijote. Sean buenos.

5 comentarios:

  1. Pues ciertamente un giro inesperado en su argumentario habitual sobre el tema. Rectificar es de sabios.

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  2. Hola Emilio, te felicito por tu artículo de ayer y con tu permiso te envío algunos comentarios al mismo. En primer lugar que ojalá hubiese por los madriles y por el resto de España mucha gente que considere como tu desproporcionadas las medidas de prisión dictadas por la justicia contra los líderes del independentismo catalán. Ello es especialmente valioso cuando lo dice alguien que se manifiesta radicalmente contrario a ese movimiento político. Pero me temo (y me gustaría equivocarme) que, hoy por hoy, los del ¡a por ellos! son amplia mayoría en la sociedad española.

    Seguramente compartes conmigo que las cargas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional contra gente en actitud de resistencia pacífica aquel uno de octubre de 2017 pueden también ser calificadas de desproporcionadas. Unas cargas que el Gobierno decidió interrumpir al mediodía, cuando todavía quedaba por delante media jornada electoral, ante la evidencia bochornosa de que esas imágenes estaban siendo contempladas en directo en todo el planeta.

    Posiblemente ya conozcas que el magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín ha manifestado públicamente que la acusación de rebelión contra los políticos independentistas “no tiene pies ni cabeza” y lo ha razonado impecablemente. Por otra parte, el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo ha calificado de prevaricador al juez Pablo Llarena en relación con su negativa a autorizar que comparezca Jordi Sànchez como candidato a la presidencia de la Generalidad.

    Tu idea de que deberíamos unirnos con Portugal para formar una poderosa Iberia, el sueño de Saramago, es estupenda, muy atractiva sin duda, pero seguro que eres consciente de las dificultades que ese proyecto afrontaría. Por ejemplo, ¿Cuál sería el idioma oficial de ese nuevo estado, el español, el portugués, ambos? ¿Y por qué no también el vasco, el gallego y el catalán? Otra cosa, cuesta imaginar que eso que se denomina (muy acertadamente por cierto) el establishment político, mediático y económico madrileño llegue algún día a aceptar el “traslado” a Lisboa. Pero a lo mejor resulta que ese sueño de unidad con Portugal tiene más posibilidades de realizarse a través de nuestra común pertenencia, desde hace ya nada menos que 32 años, a la Unión Europea.

    Finalmente, te sugiero que, a modo de contraste con las opiniones expresadas por el periodista de El Triangle Jaume Reixach, leas también las de Ramón Cotarelo, un profesor de Ciencias Políticas, madrileño y descendiente de gallegos. Aunque seguramente ya lo has hecho, pero en todo caso me gustaría conocer qué te parecen las cosas que este señor dice sobre Cataluña y España.

    Recibe como siempre un cordial saludo,

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  3. Un personaje "bizarro", don Cotarelo, madrileño (quizá, el garbanzo negro de nuestro típico cocidito), descendiente de gallegos, independentista catalán y tan inclinado al insulto. ¡Qué odio visceral hacia Castilla! Un verdadero escanciador de veneno. Debería hacérselo mirar urgentemente.

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  4. Contesto colectivamente a los tres. Este es un foro en el que se habla normalmente de otros temas, lo que pasa es que el coñazo del "prusés" se cuela de rondón de vez en cuando, a pesar de mi cuidado por mantener este sitio como "espacio libre de humos y malos vientos catalinos"
    Desde luego que este post no supone ningún giro argumental. El independentismo catalán suscita en mí el mayor de los desprecios, hasta el punto de que creo que es una de las peores cosas que le ha pasado a mi querida Europa desde los nazismos y fascismos de los años 30 (junto con el movimiento padano, la ultraderecha holandesa y los malos vientos que generaron el Brexit, tendencias con las que comparte espacio ideológico).
    Creo que han perdido su envite por goleada y que no lo reconocen porque ni siquiera saben perder con elegancia. Mi postura de tender una mano viene precisamente de que me gustaría que nosotros supiéramos ganar, y también por un sentido práctico: las victorias no garantizan que los problemas se arreglen; los armisticios basados en la generosidad, a veces sí (véase el final de la Segunda Guerra Mundial, y compárese con el de la Primera, que adoleció de esa falta de generosidad y acabó en un nuevo desastre).
    Mi apreciación de que la acusación es desproporcionada y tal vez cogida por los pelos, no deja de ser una de mis habituales reflexiones a la carrera, basada en la lectura de la prensa. Ahora mismo tengo en mi poder el Auto del juez Llarena (70 pgs) y creo que me lo voy a leer, porque ya he descubierto con sorpresa que está fenomenalmente redactado: se lee solo. Lo que no voy a leer de ninguna forma son las soflamas del señor Cotarelo, gracias por advertírmelo.
    Mi propuesta de unirnos con Portugal, no va más allá de una boutade a la altura de la Tabarnia de Boadella. Los bufones como Boadella y como yo sabemos diferenciar nuestros anhelos poético-satírico-oníricos, de la realidad. Eso es lo que nos diferencia de los independentistas catalanes.
    Lo último que deseo es que este foro se vea monopolizado por este aburrido y enojoso asunto. Por eso, a veces no respondo a algunos de los comentaristas de arriba, siguiendo el consejo de mi asesor áulico de prevención de trolls, que me avisa de ese peligro. He de decir que todavía tengo un recurso más drástico a mi disposición: puedo eliminar comentarios si me da la gana. Un recurso que hasta ahora sólo he usado con gente que me ha hecho comentarios muy maleducados y con otros que me han colado recomendaciones de ingresar en alguna secta, para encontrar el rumbo de mi vida, supuestamente extraviado según ellos.
    Así que no se equivoquen conmigo. Que me produzca una cierta ternura el rostro de Turrull, se debe a que esos pucheros descubren un lado humano, que parece haber llevado a este señor a recapacitar y descubrir que lo que le está pasando ha dejado de ser divertido. Tal vez me sucedería lo mismo con un violador que se derrumbara frente al tribunal que lo condena, con perdón de la comparación.
    Feliz, de vivir en Madriz.

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    1. Muchas gracias por responder pormenorizadamente a mis comentarios, a pesar de que este tema no es de tu agrado. Ayer mismo, lunes 26 de marzo, Almudena Grandes comenzaba su columna semanal en El País con estas palabras “Hace unos meses, cuando el cansancio se convirtió en aburrimiento, dejé de ocuparme del conflicto catalán” para, a continuación, hacer unas consideraciones sobre los últimos acontecimientos que parecen inspiradas en tu artículo del día 24 que yo me he permitido comentar. Autores tan importantes como Fernando Savater, Javier Marías y Félix de Azúa suelen hacer lo mismo periódicamente, o sea comienzan su artículo afirmando que están hartos y aburridos con este asunto, pero que no tienen más remedio que escribir sobre él para, al final, no proponer solución alguna. Curiosamente, los autores que proponen diversas soluciones (todas ellas cuestionables, claro está, incluso quizás inviables) no suelen quejarse de que el tema les aburre. Y así estamos, tal y como tu tan acertadamente señalas, España fa figa…

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