martes, 27 de febrero de 2018

708. Túneles y festejos

Bueno, aquí me tienen de nuevo, superado el gran evento internacional Meet Up Reinventing Cities, celebrado ayer a lo largo de todo el día. Este asunto del Reinventing Cities está en plena ebullición y no me parece muy pertinente hablar demasiado de ello en el blog, donde no conviene mezclar las cosas de trabajo. Ya habrá tiempo de hablar del tema en esta tribuna, cuando las cosas se definan un poco más y no haya riesgo de joderlas por hablar más de la cuenta en un foro creado para otros temas bien diferentes. Mi amigo Tito asistió a buena parte de la jornada y por la tarde me llamó para felicitarme. Sus palabras: –Emilio, enhorabuena, el mejor piropo que te puedo echar es este: ¡no parecía una cosa del Ayuntamiento! Tiene razón, tal vez esto de Reinventing es más del blog que del Ayuntamiento, pero ya lo desarrollaremos en detalle cuando corresponda.

Hoy les quiero contar un asunto que entra claramente en el mundo de la autoficción, a la que este blog se dedica con fruición casi pecaminosa. Hace unos días llegó a la concejalía donde trabajo, un correo suscrito por una señora llamada Sarah van Lindt, que se identificó como ciudadana belga que vive en Madrid desde hace 20 años y que quiere preparar una visita a Madrid de una asociación de técnicos de diferentes ayuntamientos de la zona de Flandes Occidental, para lo que solicitaba una persona que les pudiera contar el desarrollo urbanístico de Madrid y les acompañara a ver Madrid Río y otros proyectos de interés. Ya saben donde terminó ese correo. El viernes le escribí y le dije que me podía llamar por teléfono cuando quisiera. Esta tarde recibí su llamada, después de levantarme de una merecida siesta, durante la cual, por cierto, había puesto el teléfono en modo avión. 

La señora van Lindt habla un correcto castellano, en el que se ha dejado unos restos de acento extranjero, tal vez por pura coquetería. Después de presentarnos y hablar un poco (me dijo que la visita será en mayo, así que hay tiempo de prepararla), me contó que los de la citada asociación ya me conocen, que en Flandes soy una verdadera referencia en relación con Madrid Río y que estaban seguros de que les atendería yo, pero habían escrito a la concejalía por hacer las cosas correctamente. Ella no sabía a qué se debe esta fama y se lo expliqué, lo mismo que se lo voy a explicar a ustedes a continuación. ¿Autoficción? Quien piense que fantaseo o exagero mi papel en esta historia, es libre de creerse lo que quiera. Pero lo que voy a contarles es verdadero y además hay constancia en el blog.

En septiembre de 2009, yo era el jefe de información del proyecto Madrid Río, en ese momento en plena obra de ajardinamiento. Mi cargo exacto era Subdirector General de Información y Participación Ciudadana de Proyectos Singulares. Nada menos. Por ese tiempo, en la ciudad de Amberes concibieron la idea de hacer un proyecto similar, el llamado Groene Singel (Anillo Verde). Amberes es la capital de la región autónoma de Flandes y está muy cerca de la frontera con Holanda. Por ella pasa todo el tráfico pesado que parte del puerto de Rotterdam hacia el sur. Una hilera interminable de camiones circula por una autopista de muchos carriles que se construyó rodeando la ciudad antigua de Amberes por el Este (al Oeste está el mar). Luego, la ciudad continuó creciendo al otro lado de la carretera, y ahora, la vía transcurre prácticamente por el centro de la zona urbanizada, partiendo la ciudad en dos.

Ya les he contado cómo actuó aquí el señor Gallardón. Pero en Flandes, región que participa de las culturas y las tradiciones nórdicas, las cosas se hacen de otra manera. El Ayuntamiento de Antwerpe (así se llama en flamenco), lo primero que hizo fue contratar a un equipo de arquitectos para hacer un anteproyecto de enterramiento de la carretera, y construcción de un jardín encima (aquí no hay río, pero el concepto es el mismo que el de Madrid Río). Lo segundo que hizo fue pagárselo, cosa poco habitual entre los arquitectos españoles, por desgracia. Y lo tercero, montar un congreso internacional para lanzar la idea. Ese congreso se celebró entre los días 22 y 24 de septiembre de 2009 y allí acudí yo a contar el ejemplo del proyecto de Madrid. El congreso fue en la sede central del Ayuntamiento, en un salón de actos monumental y muy concurrido, con asistencia del propio alcalde los tres días. Me tocó hablar en inglés durante 45 minutos y participar después en un taller con los distintos participantes.

Después de eso, en pocos meses, hube de recibir en Madrid a cuatro delegaciones diferentes de Flandes: dos formadas por parlamentarios de los dos principales partidos políticos del Flemish Parliement, y otras dos de técnicos afines a ambos partidos. Todos querían ver Madrid Río, para saber a qué atenerse. La región autónoma de Flandes tiene una Delegación en Madrid, que se relaciona educadamente con la Embajada de Bélgica, pero es autónoma, algo así como lo que ha organizado la Generalitat por todas las grandes ciudades europeas. Y el Delegado de Flandes en Madrid por esas fechas era un tipo súper simpático, que se llamaba Yves Wantens. Su principal ayudante, el agregado para asuntos económicos, se llamaba Dirk Verlee y era también encantador. Con ambos hice bastante amistad, hasta el punto que tomaron por costumbre invitarme a la fiesta de la comunidad flamenca en Madrid, que cada verano se celebraba en un salón del Hotel Palace.

Estas fiestas eran divértidísimas, había un cátering muy generoso y todos los años contrataban al grupo de jazz que encabeza el saxo Juan Muro y que cuenta con un guitarrista argentino muy veterano que toca sentado. El ambiente de estas fiestas lo reflejé en uno de mis mejores textos, que pueden leer si no lo conocen, o repasar en caso contrario, el Post #151, La fiesta flamenca. Los comentarios de los seguidores y mis respuestas son también interesantes. Lamentablemente, en la fiesta del año siguiente, 2014, Yves y Dirk se despidieron de Madrid en unos discursos muy emotivos, y de mí con grandes abrazos. Los trasladaban a Riga, donde iban a encargarse de abrir una nueva Delegación que extendiera la cultura flamenca por las tres Repúblicas Bálticas. El sustituto de Yves Wantens es un soso, que terminó con las celebraciones decadentes y fastuosas de su antecesor, sustituyéndolas por un aburrido acto institucional que incluye una visita cultural. En 2015, la visita fue a la Real Casa de Tapices y no nos dieron ni una cerveza. Desde ese año no he vuelto a ninguna de sus celebraciones.

Todo eso le he contado esta tarde a Sarah van Lindt. Ella me ha revelado que trabaja en la Embajada de Bélgica, aunque la visita que está organizando, la hace a título particular. Y que, como buena flamenca, solía acudir a las fiestas del Palace. A lo mejor hemos coincidido. No tengo idea de qué edad, tamaño y aspecto tiene esta señora, cuando me encuentre con ella veré si me suena. En cualquier caso, yo con quien intentaba siempre ligar era con la chica de la embajada croata, que estaba como un yogur de fresa con arándanos salvajes. Espero que no se trate de la señora que se tiró el chocolate de la fondue por la pechera. Una cosa ha cambiado desde mi animada fiesta de 2013. El principal partido secesionista de Flandes, declaró con gran pena, que renunciaban a la independencia porque todos sus objetivos estaban cubiertos por la ultima enmienda a la Constitución belga, que les daba plena autonomía financiera y política. Algo que podría haber servido de lección a los que ustedes están pensando, como también se reseñó en el blog. Por cierto, ya saben que estos señores son los que albergan a Puigdemont, por ahora. Ya se hartarán de semejante personaje.

Tampoco les sorprenderá saber que, a día de hoy, el proyecto del Groene Singel sigue en un cajón. Nunca empezaron las obras. Han hecho al menos dos referéndums y no ha resultado de ellos un apoyo mayoritario al proyecto. Tampoco saben cómo financiarlo: la Comunidad Europea no da un solo euro para construir túneles (sólo financia carriles bici y similares). El Flemish Parliament no ha conseguido llegar a un acuerdo claro y meridiano al respecto, que permita aprobar una financiación.  Y el Ayuntamiento no tiene dinero ni quiere endeudarse. Así que los camiones siguen pasando en hilera por el centro del caserío de esta civilizada comunidad. Me disculparán que termine con una moraleja obvia: estas cosas sólo salen adelante si se hacen por el método Gallardón, a lo bruto y pasándose la participación ciudadana por las regiones inguinales. Como empieces a preguntar a la gente, no llegas ni a poner la primera piedra. Sean buenos.

miércoles, 21 de febrero de 2018

707. A ver quién le pone título a esto

Decíamos en el post anterior que la situación mundial mejora, al menos en las grandes cifras de la economía global, aunque eso no garantice un reparto igualitario de la riqueza. Eso es bueno a nivel nacional, pero no se engañen: la economía de nuestro país no es ningún modelo. Se crea trabajo, sí, pero en condiciones chinas o eslovacas: precariedad total y sueldos de mierda. Y, si las cosas están mejorando finalmente, no se lo podemos atribuir al señor Rajoy que, como sabemos, no hace nada. La economía mejora o empeora debido a variables supranacionales que no tienen nada que ver con la actividad presidencial. Desde que el actual titular se encontró sin mayoría absoluta, esa actividad tiende a cero. Qué se puede esperar de un presidente que no lee nada, salvo el Marca, que abre cada noche en la cama, para conjurar el sueño. 

La vagancia de este sujeto está alcanzando niveles nunca vistos. Ahora han nombrado a Guindos para la vicepresidencia del Banco Europeo, y hay que cesarlo como ministro, pero le han preguntado que cuándo y ha dicho que tranquilos, que ya se hará, que no hay prisa por nombrar un sustituto, que su padre le enseñó a proceder despacito y con buena letra, que no por mucho madrugar amanece más temprano y que ya nombrará al sustituto cuando convenga. Así que en este, como en otros asuntos, pasito a pasito, suave-suavesito. Uno puede imaginárselo en la cama, con el puro apagado en la mesita de noche, el pijama apestando a humo del cigarro, el Marca desplegado y mascullando entre dientes: y mañana el coñazo del nombramiento.

Y, ya que estamos con Guindos, la suya me parece una elección muy acertada. Yo creo que este caballero es consciente de lo costoso que es conseguir un nombramiento para un organismo internacional, aunque sea, como en este caso, por abandono del contrincante. Ese fue el error con Rodrigo Rato, que se fue al FMI y se llevó a su flamante novia, 22 años más joven, y a los tres años va y dimite, porque (sic) a su novia no le iba bien el clima de Washington. Pero: ¡¡ALMA DE CÁNTARO!! ¿Sabes tú el esfuerzo que nos costó como país el conseguirte ese puesto? ¿Sabes cuantos abdominales tuvo que hacer Aznar para poder alcanzar con los zapatos la mesa de despacho de Bush sin deslomarse?

Y vas tú y te deprimes a los dos días. Y te dejas barba y dices que a tu chica la perjudica la humedad de Washington. Que va de sinusitis en sinusitis. Que así no hay quien viva. Joder, a Strauss-Khan le tuvieron que urdir una trampa saducea, porque no lo despegaban del sillón ni con agua caliente. Y a su sucesora Lagarde la están atacando por todos los flancos (aquí al lado tienen una imagen que sintetiza toda la maldad de esta señora). Y va el pánfilo de Rato y dimite él, sin que lo eche nadie, dizque por motivos personales. Lo nunca visto. Con Guindos al menos sabemos que eso no va a pasar. Es un tío muy feo, con una calva reluciente y no parece muy proclive a enamorarse de periodistas y becarias. Y encima dicen que es del OPUS, así que miel sobre hojuelas. Por cierto, nos quejamos de Rajoy pero, viendo los nombres de la terna que tenía Aznar en el famoso cuaderno azul, uno se echa a temblar. Rato, Rajoy y Mayor Oreja. Al menos por comparación, hemos de pensar que, por una vez, el dedo de Dios acertó.

Disculpen que use una imagen que ya ha salido en el blog, pero es que me parece cojonuda. La cosa es que echo un ojo a la prensa de estos días y descubro una serie de síntomas inequívocos de que estamos todos como cabras. Las portadas vienen llenas de noticias que parecen sacadas de El Mundo Today, pero son reales. Ya contábamos con que el prusés siguiera dando titulares, pero no hasta estos extremos. Vean la última novedad: dada la imposibilidad de encontrar una solución a la investidura de Puigdemont, la cupaire Anna Gabriel ha adoptado dos decisiones. La primera, tomar las de Villadiego, renombrado cantón suizo donde supongo que habrá llegado bien provista de salchichón de Vich y butifarra para cocinar las mungetas, aunque no me extrañaría que fuera vegetariana. La segunda y más trascendente, cambiarse de imagen, desterrando definitivamente el corte de pelo a tazón, para peinarse hacia atrás, en una solución estética que la favorece bastante, como ven en esta imagen comparativa.



El juez ha decidido no reclamar su extradición a Suiza y me parece muy bien, aparte de que tampoco se la iban a conceder. Yo prefiero que viva feliz en Suiza y se gaste su dinero en un país tan caro, que no que la metamos entre rejas y haya que pagarle la comida entre todos los contribuyentes. Quita, quita. Comida carcelaria que fue calificada como muy flatulenta por Rull/Turull, una dupla cuyo nombre suena a estribillo de Lou Reed, formada por dos tipos tan compenetrados que los nombran consellers a la vez, entran al trullo de la mano y los liberan al unísono. Esta pareja, que ha dejado pequeña a la de Hernández y Fernández (Dupont y Dupond), está tan coordinada que no me extrañaría que hayan entretenido sus largas horas carcelarias tirándose pedos armónicos; quiero decir, que si Rull se tira uno en Do mayor, su compañero puede desde su celda hacerle terceras con un Mi, o terceras menores con un Mi bemol. Combinaciones ambas muy vistosas, salvo que terciara Prometeo Junqueras con su bordón de sonoridades legendarias y rompiera la construcción armónica.

En cambio, Puigdemont puede tirarse todos los pedos que quiera en su nueva casa de Waterloo, 550 metros cuadrados, donde está divinamente, a pesar de que sólo tiene tres baños, y no catorce como Isabel Preysler. A él le llega con uno. Lo necesita para recolocarse el pelucón por las mañanas, mirarse al espejo y pensar: cómo molo, nen. La prensa de estos días se ha hecho eco de que este buen hombre ha pixelado la imagen de la casa en el Google Maps. Una precaución innecesaria: los cazurros del Ampurdán que le siguen no creo que sepan ni encender el ordenador. Y además eso se ha hecho cuando la foto de la mansión ya ha circulado urbi et orbi. Aquí la tienen, sin ir más lejos.



Pero Puigdemont ha construido su reino imaginario sobre su dominio de las redes sociales, en donde se camuflaba como @KRLS. Y debe cuidar ese entorno. Aunque los que le rodean son un poco descuidados, como se evidenció cuando le sacaron fotos a los whatsapps bíblicos en que se quejaba de que todos le habían abandonado. Le faltó añadir: ¿Tú también, Toni? El que es un verdadero chapuzas es el becario que se encarga del Photoshop. Supongo que conocen la historia, pero por si no. Resulta que, antes de la desbandada, dejó el grupo la última rata sensata, que se apresuró a abandonar el barco a la deriva del independentismo: el consejero Santi Vila. Llegado a Bruselas, Puigdemont quiso colgar en Twitter una foto de su gobierno, con el letrero de El guvern legitim. Pero había que eliminar a Santi Vila. Es algo sencillo y mucho más antiguo que el Photoshop.  Por ejemplo, Stalin, cada vez que se cargaba a un miembro del Politburó, lo eliminaba enseguida de las fotos.

Pero se lo encargaron al becario y le quedó como ven abajo. Primero vean la foto original. Debajo está la retocada, la que colgó @KRLS en Bruselas. Como pueden ver, se han olvidado de quitar la pierna izquierda de Vila, que asoma ominosamente entre Puigdemont y Junqueras, lo mismo que la punta de su zapato derecho, que amaga con mostrarse entre las piernas rotundas del Prometeo catalán.







Pero la noticia más inquietante de todas nos llega desde la Semana de la Moda en Nueva York, recién clausurada. En fin, disculpen este inesperado giro argumental, pero supongo que no ignoran que la moda de rasurarse las mujeres por todas partes, está convirtiendo a las féminas más deseadas en seres de piel bruñida y reluciente, cual huevo duro recién pelado. Tradicionalmente se hacía en los sobacos, el bigote (la que lo tiene), las piernas. Aunque las nórdicas gustan de dejarse su pelusa pelirroja por las pantorrillas, lo que las hace aun más deseadas. También supongo que conocen la jota tradicional: como los melocotones/ tienes el culo, mañica/ como los melocotones/ redondico y colorao/ y también con pelusica.

A lo que íbamos. Esa moda de erradicación de todos los pelos corporales, esa especie de deforestación lamentable, ese genocidio piloso masivo, alcanza, como no podía ser de otra manera, a la zona púbica. Me dice una amiga que en las duchas del gimnasio al que acude con regularidad, las chicas van cada vez más rasuradas. Que llevan el pubis liso y brillante, como la calva de Guindos. Y que es bastante frecuente que se dejen la llamada corbatilla, especie de pasapiollos vertical, que es a la vez vestigio de selvas frondosas definitivamente arruinadas y flecha que señaliza la posición exacta de las deseadas regiones meridionales, para la mano del amante desorientado o inexperto. O tal vez es que se ven con la rasuradora asesina en la mano y les da pena perpetrar una tala completa, como me pasó a mí el día que decidí afeitarme la barba: que me dio pena, indulté al bigote y hasta ahora.

Pues en esa deriva del asunto no es de extrañar que haya aparecido un corolario absolutamente lógico: las pelucas de coños. Un adminículo que haría las delicias del Marqués de Leguineche, el inefable personaje de La Escopeta Nacional, que interpretaba Luis Escobar, actor que, por cierto, era también marqués, en este caso, nada menos que de las Marismas del Guadalquivir. Leguineche coleccionaba pelos de coño y, ahora, la firma coreana de moda Kaimin ha presentado su gran invento en la pasarela neoyorkina. Dicen los de la marca que, con esta colección, pretenden lanzar un mensaje de diversidad y tolerancia. Para mí es más bien una nueva muestra de la locura en la que estamos instalados: las mujeres se afeitan sus partes, para luego ponerse una peluca. Y se desnudan, para luego tapar su desnudez. Les dejo un par de fotos del desfile. Y el encargo de que le asignen un título a este post. En realidad este es un ejemplo de algo que me sucede a veces: que empiezo a escribir sin rumbo y dejo que mi barca arribe a las playas más inesperadas. Sean felices.



sábado, 17 de febrero de 2018

706. El mundo en 2018

Abducido como estoy por el Reinventing Cities, no tengo ya mucho tiempo para asistir a conferencias de las que antes frecuentaba, pero tengo amigos que lo hacen por mí y me resumen su contenido. Hace poco, en el marco de la IESE Business School, acudió desde Londres el coordinador del informe anual que cada año hace la revista The Economist sobre las perspectivas macroeconómicas mundiales. El informe de este año acaba de publicarse y contiene algunas señales que apoyan mi optimismo fundamental frente a los agoreros de todo tipo. El futuro puede ser bueno pero, desde luego, hay que peleárselo, hay que seguir luchando, si no queremos que las cosas vayan a peor. AQUÍ pueden ver el informe. ¿Lo han abierto? ¡Ja! ¡Qué ingenuos! Habrán comprobado que lo único que ofrece la revista de gratis es la portada y el índice. Para todo lo demás hay que pagar. Lo cual no deja de ser otro indicativo claro de los tiempos que vienen.

Pero vayamos con las tendencias que observa el informe, que es de lo más fiable entre los estudios de este tipo. En primer lugar, por primera vez en la Historia, todas las grandes regiones económicas están en cifras de crecimiento positivo del PIB. Nunca había pasado esto y parece ser una consecuencia, por una vez positiva, de la globalización. De qué regiones estamos hablando. Pues se lo voy a detallar. Asía, excepto Japón y la Rusia asiática, tiene la previsión de crecimiento más alta, como en años anteriores, el 5,1%. Lo novedoso aquí es que el crecimiento chino se está ralentizando, como consecuencia de su entrada en el universo del capitalismo, de la población saliendo masivamente de la pobreza, del aumento del nivel cultural y la mejora de las condiciones laborales. Es un fenómeno inevitable. Pero esta desaceleración china, se compensa sobradamente con el impulso formidable del gigante indio.

A continuación vienen las dos mitades de África, la situada al norte del Sahara, con una previsión de crecimiento del PIB de un 3,3% y la subsahariana con un 3,0%. África lleva ya un tiempo en cifras similares, sobre lo mísero y depauperado de su situación de partida. La explotación masiva de sus minerales, las guerras endémicas y las tiranías postcoloniales lastran su despegue, pero poco a poco el continente negro empieza a emerger de las tinieblas. La Europa del Este, que incluye a toda Rusia, sus países satélites asiáticos, algunos de los antiguos regímenes soviéticos europeos y Turquía, le sigue con una previsión de crecimiento del PIB del 2,5%. En números parecidos están Australia/Nueva Zelanda (2,4), Norteamérica (2,2) y Sudamérica (2,0). Los patitos feos somos la Europa del Oeste (1,9) y Japón (1,0). Pero, les repito lo más importante: es la primera vez en la historia que todo el PIB mundial crecerá.

Un segundo dato muy significativo. Por primera vez, el número de nacimientos está decreciendo. Las personas que nacen aun superan a las que se mueren y por eso la población mundial absoluta sigue creciendo. Pero en unos años empezará a decrecer y dejaremos de estar aterrorizados por el fenómeno de la superpoblación. Y las sectas antinatalistas, como el VHEMT, Movimiento por la Extinción Voluntaria de la Humanidad sobre el que pueden leer AQUÍ, habrán hecho el ridículo. Por supuesto, cada uno es libre de esterilizarse voluntariamente si eso es lo que le apetece, pero yo también soy libre de decirles que han hecho el gilipollas y se han creído un cuento.

La población china está también ralentizando su crecimiento y muy pronto será superada por la india. En estos momentos, China tiene cerca de 1.400 millones de habitantes. La India algo más de 1.300. Se prevé que la población india pase al primer lugar en torno a 2022. Esto tiene una incidencia crucial en la economía. La India es un estado mucho menos hermético que China; allí no hay un Partido Único que controle todas las facetas de la vida cotidiana de sus habitantes. A medio plazo, la India puede disputar el primer lugar en la economía mundial que China ya casi tiene en su mano. China basa su potencial en el comercio, pero la India lo hará en los servicios. Y esa superpoblación hará que empiece a haber tantos indios como chinos por todas partes. No en los supermercados, sino en la informática y la industria tecnológica avanzada.

El conferenciante citó una tercera tendencia novedosa. Por primera vez, examinando las previsiones de crecimiento del PIB por países, no hay ninguna cifra de dos dígitos. En los últimos tiempos, siempre había algún país saliendo de la miseria con previsiones de crecimiento del 12% o del 15%. Para este año, la cifra mayor de crecimiento previsto es la de Buthan, que anda en torno al 9%. Por cierto, entre los diez países con cifras más altas, sólo hay uno grande: precisamente la India. Otro indicativo de que la economía mundial está ya definitivamente interconectada. Es imposible aislarse del entorno. Todo va acompasado y hay que estar vigilantes sobre el desarrollo de ese proceso global. La ONU dedica ingentes capitales a la lucha contra la pobreza, el hambre, los refugiados y otras lacras mundiales. Líneas que van dando resultados tangibles.

Pero a la vez, se acrecienta la desigualdad dentro de los países más desarrollados y ese es el siguiente reto, la lucha contra la desigualdad. Es un asunto íntimamente ligado al fenómeno urbano, cada vez más gente se va a las ciudades, pronto el 75% de la población mundial vivirá en grandes aglomeraciones urbanas y es necesario un impulso decidido para acabar con la exclusión y la marginalidad. Y, disculpen que sea tan pesado, pero los problemas globales requieren soluciones globales. Es absurdo pensar que aislándonos, metiéndonos dentro de nosotros mismos vayamos a arreglar nada. Esto va tanto por la República Catalana, como por el Brexit. Me cuentan que los bancos japoneses más grandes han abandonado sus sedes en Londres a primeros de año, para trasladarse a Frankfurt y otros centros de mercado.

Y algo que yo no sabía: parece que en los momentos álgidos del separatismo quebecquoise, hubo una salida masiva de empresas de Montreal, que trasladaron sus sedes a Vancouver, Toronto y otras ciudades. Ahora, ese separatismo está en horas bajas. Pero las empresas no han vuelto. Me cuenta mi amigo que el conferenciante de The Economist admitió que existían posibilidades de reversión del Brexit. Es complicado, las negociaciones con Europa habrán de cerrarse en 2019. Pero luego, el acuerdo, si se alcanza, deberá ser ratificado por los parlamentos europeo y británico. Y, si el británico no lo aprueba, habría nuevas elecciones, que desembocarían en un parlamento distinto y podrían dar pie a un nuevo referéndum. Que un conferenciante inglés hable de esa posibilidad, ya es bastante significativo.

Pero la fuga de población a las ciudades tiene un corolario inevitable: el abandono del campo. Ya sé que a veces les pongo demasiados deberes, pero les voy a pedir que lean el último artículo del extraordinario Jaume Reixach. Incide sobre este tema: la despoblación del medio rural y cómo las ideas nacionalistas prenden precisamente en ese entorno. Lo que este señor hace es periodismo de primer nivel: él observa su entorno con mirada crítica y cuenta exactamente lo que ve. Ojo también a los comentarios al pie, como ese que dice que es imposible razonar con los cazurros del entorno rural de Vic. AQUÍ el enlace.

Ya saben que yo soy urbano hasta la médula, mi medio es el asfalto y no me extraña que todo el mundo se quiera venir a las ciudades, a pesar de las penurias y la contaminación. A mí me gustaría ser tan ecuánime y comprensivo como Reixach, de quien todo lo que leo me parece extraordinario. Pero yo soy carne de futbolín y de taberna y no estoy cualificado para hablar del medio rural. Así que les dejaré con un vídeo que retrata muy bien esos ambientes. Hace más de quince años que murió repentinamente Joe Strummer, el líder del grupo punk The Clash. Hacía tiempo que había dejado esa línea musical y exploraba otros caminos, con su grupo The Mezcaleros. Sus amigos dejaron en la red este hermoso homenaje en recuerdo de su trayectoria de luchador urbano, sobre las notas de su interpretación de una canción emblemática: el Redemption Song, que mucho antes escribiera el gran Bob Marley. Pónganselo en pantalla grande. Merece la pena. Han de pinchar AQUÍ para verlo. Sean buenos.


martes, 13 de febrero de 2018

705. El día del amor

Bueno, ya saben que, dentro de esta autoficción en la que me transmuto de autor del blog a personaje central de muchos de mis posts, he terminado por crear un personaje de mí mismo, que no es exactamente lo que yo soy, sino la forma en que me proyecto, o lo que aspiro a ser, o lo que me gustaría ser y no he sido, vaya por Dios. Esa tergiversación fundacional está en el origen de mi perfil de blogger, que escribí antes de mi Post #1, y que no he vuelto a tocar, aunque he estado a un tris de hacerlo varias veces. Allí me defino como escritor novel, corredor veterano, viajero recalcitrante, vividor irredento y funcionario menguante. 

Tal vez por una mezcla de pudor y coquetería, no menciono nada de mi formación profesional, como arquitecto, ni de mi especialización como urbanista. Sin embargo, en este blog se han escrito muchos textos sobre urbanismo, una materia que me apasiona y sobre la que creo tener opiniones bien fundamentadas. Por eso la etiqueta Urbanismo que ven aquí a la derecha es de cierto tamaño, aunque está claro que hablo más de rock, de mí mismo (About me) y de la actualidad cotidiana del mundo, temática que agrupé bajo la denominación La Situación, por entender que los temas tratados, al poco tiempo dejan de estar de actualidad. Pero, ¿qué pasa con la arquitectura? Pues que ni me interesa demasiado ni creo tener una opinión docta que merezca su inclusión en el blog.

Sin embargo, hoy voy a hablarles de arquitectura y he rastreado mis textos anteriores en busca de posts que justificaran crear una nueva etiqueta. He encontrado cuatro. En uno se habla de la figura de Charles Rennie McKintosh y de una de sus obras más emblemáticas: The House of an Art Lover, la casa de un amante del arte. Un segundo cuenta mi excursión por los nuevos desarrollos de Ámsterdam, con multitud de fotos de edificios. El tercero habla de la Casa Rietveld, de Utrecht, construida según los principios del movimiento De Stijl. Por último, hay un post dedicado al edificio Market Place, de Rotterdam, obra del grupo MVRDV. Hoy, en vísperas del día de los enamorados, les voy a hablar de un edificio singular: la Casa del Amor. Para ambientarles, les propongo una música ad hoc, la monumental A Love Supreme, con la que John Coltrane revolucionó el mundo del jazz. Pueden dejársela de fondo y seguir leyendo.

La Casa del Amor es uno de los referentes de la innovación arquitectónica en Madrid, cuyos planos y fotografías han aparecido en todas las revistas de arquitectura. Está situada en una parcela de una hectárea en la lujosa urbanización La Moraleja. Su autor es el arquitecto madrileño Carlos Arroyo, al que el cliente le encargó una casa sólo para dos personas muy enamoradas, un auténtico nido de amor, que dicho cliente concibió como regalo de bodas para su adorada novia. La casa se terminó en 2004 y se da la paradoja de que no fue nunca usada, porque su dueño, vivía ya por entonces fuera de Madrid con su flamante esposa. Pero ya les he dicho que no soy un articulista experto en este tema, por lo que lo mejor es que dejemos paso a los especialistas. Les ruego que lean la reseña y vean las imágenes de esta obra singular, que pueden consultar AQUÍ.

Realmente una maravilla. Hay que destacar la figura del arquitecto, un profesional de mucho prestigio en el gremio, y cómo consiguió plasmar en unas formas el programa y las características que quería el cliente. Pero aquí el que es un verdadero monstruo es el cliente en cuestión. No abundan en el mundo actual este tipo de clientes de la arquitectura, un verdadero chollo para los de la profesión. Hace falta ser un tipo muy exquisito, un auténtico dandy, para imaginar semejante regalo de bodas. ¿Saben ustedes de quién estamos hablando? Se lo revelaré. El tipo se llama Clarence Clyde Seedorf y es el actual entrenador del Deportivo de la Coruña, ex jugador del Real Madrid y otros equipos de primer rango. Ya sé que no se lo creen, pero en este blog las cosas más increíbles son ciertas. Seedorf encargó esa casa en 2002 y la recibió en 2004, más de cuatro años después de abandonar el Real Madrid en el mercado de invierno de la temporada 1999/2000, con dirección a Milán. Aquí una foto actual de Clarence, flamante entrenador del Dépor.



Ya que estamos con el personaje, AQUÍ pueden consultar lo que decía El País sobre las razones por las que el futbolista decidió abandonar el Real Madrid, con sólo 23 años. En el artículo se cuenta su origen, descendiente de esclavos, nacido en Paramaribo, Guyana holandesa, un lugar donde es práctica común el vudú. También se revelan algunos detalles sobre su personalidad, carácter dominante y humor variable, que hacía que sus compañeros dijeran: hay que pasársela al negro, que, si no, se cabrea (por cierto un comentario que hoy, con la tontuna imperante, ningún periodista recogería en su reportaje). En Madrid, Seedorf era un hombre muy joven. Pero he de contarles que en Milán se matriculó en una prestigiosa Escuela de Negocios, donde consiguió graduarse. En el Milan, los compañeros le llamaban el profesor. Hoy Clarence es un tipo elegante, culto, sereno y con una fortuna considerable que, atención: habla con fluidez seis idiomas: holandés, inglés, español, portugués e italiano, además del idioma de Surinam. En su país natal es todo un símbolo; está muy vinculado a su tierra, la visita con frecuencia, está al frente de numerosas iniciativas solidarias y hasta ha financiado el Estadio Clarence Seedorf de Paramaribo.

Por cerrar el tema de la casa, Seedorf no la llegó a estrenar y, años después la puso en venta. La firma que se encargó de venderla tuvo muchas dificultades, no es fácil encontrar un comprador para un inmueble tan singular. Pero finalmente, la pudo colocar por tres millones. Sucedió en 2015 y la prensa económica dio cuenta de la buena nueva, como pueden verificar AQUÍ, y de paso comprueban que lo que les estoy contando es verdad. No sé si han reparado en ello, pero el autor de este artículo se llama significativamente Jorge Salido.

Seedorf es un hombre apuesto (las chicas de La Coruña están revolucionadas por su llegada) y siempre se le ha tenido por un tipo con gancho para el sexo contrario, al que se le han atribuido toda clase de romances y aventuras. Pero lo cierto es que su vida privada no tiene nada de escabroso. Como cualquier tipo fuerte y guapo de veintypocos, seguramente tuvo muchas historias amorosas. Hasta que conoció a su mujer, Luviana, una guapísima brasileña que ejercía como bailarina de samba y era tan buena en su desempeño que hacía giras internacionales. Seedorf la conoció en Italia, en una de sus giras. El flechazo fue instantáneo y hasta ahora. Tienen cuatro hijos, tres chicas: Jaysyley, Darjaene y Jusy, y el pequeño Denzel. A pesar de que he buceado en las páginas de cotilleos, parece que a Clarence no se le ha podido probar una sola infidelidad. Aquí la feliz pareja y la familia al completo.



















¿Qué hace este hombre en el Deportivo? Bueno, ha sido una sorpresa para todos. Pero, bien pensado, hay una razón. El Dépor es, como les dije, el peor equipo de Primera División y el primer candidato al descenso, opinión de la que no he variado un milímetro desde que la escribí hace unos cuantos posts. Al presidente ya no le quedan muchos recursos que emplear. Los jugadores siguen siendo los mismos. Pero esto no es una cosa racional, sino de orden mágico. Dado que las rogativas a San Benitiño de Lérez no parecen suficientes, se recurre a traer a un tipo que algo ha de conservar del vudú que vivió de niño. En paralelo, un dandy como él conecta con la raíz profunda de la esencia del coruñés, que ya les he dicho que somos unos tipos bastante exquisitos.

Clarence no se ha traído a su familia, que tiene su vida hecha en Brasil, una medida prudente, porque en Coruña puede durar un par de telediarios, vista la inestabilidad del club. Imagino que está viviendo en un hotel. Pero no duden que va a ser feliz allí, que se va a poner bien de marisco y de caldo gallego, que va a ser un personaje muy querido por la gente y que dentro de dos días está diciendo arre carallo, con su voz profunda de resonancias caribeñas.

En cuanto a ustedes, no me sean pánfilos y no se crean nada de lo que les cuento: prometí no hablar más del Dépor y ya han visto cómo cumplo mis promesas. Les he engañado también con eso de que me interesaba la arquitectura y he acabado hablándoles de fútbol y de cotilleos. Les llevo a donde yo quiero, como el flautista de Hamelín. Y hoy, víspera de San Valentín, quiero que se centren en el amor: el concepto clave. Sean felices y déjense querer. Lo demás es ruido.

viernes, 9 de febrero de 2018

704. En defensa de la autoficción

Ahora resulta que el asunto de la autoficción está en pleno debate en el mundo de los escritores, y yo que no sabía nada. ¡Madre mía, el gremio de los escritores! Se lo juro, estos son peor que los arquitectos, que ya es decir. Yo llevo más de cinco años practicando esta forma de autoficción que es el blog Reflexiones a la carrera, una tarea que asumo con naturalidad, simplemente escribiendo lo que me viene a la mente. Yo escribo, le doy una vuelta para mejorar la redacción y corregir erratas y lo cuelgo. No tenía ni puta idea de que a esto se le llama autoficción. Para ser precisos, se le tacha de autoficción. Y hay todo un colectivo escandalizado con el auge y la proliferación de la autoficción, parece que considerada como algo muy pernicioso para la literatura. 

¿No me creen? Pues AQUÍ tienen todo un manifiesto contra la autoficción, firmado por el escritor vasco Iban Zaldua. ¡OJO! no hace falta que se lo lean. Sólo les pido abrirlo para que vean que no les engaño. Si quieren, pueden leer un poquito, la puntita nada más, Don Juan, que soy doncella. Bueno, por supuesto, si les parece de interés, léanlo hasta donde les dé la gana, pero luego no digan que se lo he recomendado yo. A mí me parece un coñazo. Por resumir: lo que este señor viene a decir (originalmente en euskera, se lo han traducido al castellano, lo cual ya es una caracterización bastante precisa de que el tipo pertenece a un contexto muy concreto), es que los escritores de éxito (éxito del que él no disfruta, supongo, fuera del minúsculo universo de los lectores en euskera) que practican la autoficción, nos están dando gato por liebre al presentar como novelas lo que no son sino relatos idealizados sobre sí mismos.

Y digo yo: ¿qué malicia tiene la cosa? En el fondo, eso es lo que hizo Dante con La Divina Comedia, o Vargas Llosa con La tía Julia y el escribidor, por poner dos ejemplos emblemáticos. Bien, pues según Zaldua, el gran pecado de la autoficción es que se traiciona a la vez el pacto autobiográfico y el pacto novelesco. Nada menos. El primero es una especie de juramento de que se está contando lo que realmente pasó. El segundo, el compromiso contrario: la garantía de que lo que se cuenta es ficción. Fíjense ustedes, qué mentalidad más cuadriculada la de este señor. Aquí hay que ir a blanco o negro. Con lo que me gusta a mí manejar toda la gama de grises. Miren por dónde, a mí lo que me chifla es extender sobre mis textos una nebulosa que impida saber al lector hasta dónde llega lo verdadero y dónde empieza lo inventado.

Hay un aspecto muy interesante aquí, que un tipo tan limitado como Zaldua ni siquiera esboza. Porque cualquiera que dedique al tema unos segundos de reflexión honesta, llegará a la conclusión de que la memoria es una cualidad muy mentirosa, que todos tendemos a estilizar nuestros recuerdos de forma que quedemos siempre como los más listos o los más valientes. Unos héroes. ¿Quién de ustedes, queridos lectores, no ha manipulado nunca una historia, ocultando un matiz que le dejaría en un papel menor o menos lucido en alguna de las historias sobre sí mismo con las que obsequia a sus amigos? Y, una vez escamoteada esa circunstancia, no me digan que, a fuerza de repetir la historia, no se han llegado a creer su propia versión mentirosa, olvidando la verdadera. ¿Cuál es, entonces, la verdad, esa verdad inmaculada que nos libraría del juicio negativo de los Zalduas de turno?

Otro riesgo gravísimo según este señor: el de que la vida del escritor se literaturice. Es decir, que el tipo viva todo el día en busca de experiencias o escenas que puedan ser contadas. Con lo cual, no vive, sólo está pendiente de hacer cosas llamativas u originales, para escribirlas enseguida. En eso tiene razón, es un riesgo cierto, pero no sólo para el que escribe. En el mundo actual, abducido por los avances técnicos, mucha gente se pasa el día haciéndose selfies para colgarlos en Facebook o en Instagram. Y esa obsesión les lleva a no disfrutar de la vida directamente. Sólo disfrutan del placer vicario de difundir lo que acaban de hacer. Algunos hasta se matan por subirse a lugares peligrosos para hacerse el maldito selfie. No es mi caso. ¿Alguien con dos dedos de frente puede pensar que yo el otro día monté el número de salir de madrugada meándome vivo a buscar una farmacia de guardia donde adquirir un botecito para la orina, sólo para tener algo que contar en mi último post?

Les voy a revelar un secreto. Esa historia del bote de orina es rigurosamente cierta. Incluso le falta un matiz, que me callé porque no quería exagerar el tono mísero y un poco sórdido del asunto, y que ahora les cuento. Resulta que yo necesito gafas de lejos, como saben, gafas que no uso dentro de casa. Resulta que me sucede a menudo que salgo de mi casa y sólo al llegar a la calle me doy cuenta de que no me las he puesto y no veo nada. Entonces suelo volver a por ellas: portal, ascensor, abrir cerraduras, buscar las gafas y vuelta a empezar. Ese día, tenía tanto apuro y me estaba meando en tal grado, que decidí seguir adelante. Y les puedo jurar que salir a la calle en Madrid, de noche, con un frío de la leche, con 66 años, en ayunas, sin haber meado en doce horas y sin ver un burro a dos pasos, es una experiencia bastante acongojante. ¿Por qué me callé lo de las gafas? Pues por suavizar el contexto. Porque no me gusta dar pena.

Pero, a lo que íbamos, lo que yo hago es una forma de literatura, en la que relato historias verosímiles (fundamental) al borde de lo increíble y basadas en cosas que me pasan, pero con libertad total para insertar pasajes o matices falsos. A veces una historia se entiende mejor si se exageran un poco las tonalidades, si se subrayan o se cargan las tintas, como hacen los pintores expresionistas. Y, no es por presumir, pero mi vida ya era literatura antes de empezar a hacer este blog y así lo pueden comprobar en los textos en los que cuento anécdotas antiguas. Yo tengo una cierta propensión a caer en escenarios surrealistas, además de una innegable debilidad por ciertos frikis, que se me pegan como si tuviera imán, algo sabido y siempre celebrado en mi grupo senderista. En cuanto aparece en nuestro camino un tipo de aspecto estrambótico o enloquecido, todos saben que antes o después confraternizaré con él. Esto se debe a que soy un observador de las conductas y rutinas del ser humano, y a que muestro una actitud de tolerancia y curiosidad innata. Luego me limito a narrar lo observado.

En fin. No merecería la pena perder mucho más tiempo con lo que dice este señor. Para mí, la literatura es en primer lugar contar algo que resulte atractivo a un tercero, el lector. Lo que yo escribo pretende explorar ese terreno. Hacer algo bonito, divertido o interesante. O las tres cosas a la vez. Que el lector empiece por el primer renglón y ya no lo pueda dejar hasta la última frase. Me da igual que alguien piense que estoy traicionando no sé qué pactos. Mi único pacto con el lector es el de poner a su alcance algo que le enganche, que le interese, de lo que pueda sacar datos o informaciones que no tenía, y que en algún momento de la lectura le provoque la carcajada, o al menos el esbozo de una sonrisa.

Pero ya este sujeto me ha tocado los cataplines, me ha pisado el callo que más me duele y tengo que defenderme (y no hay mejor defensa que un buen ataque). Es que encima, escribiendo sobre alguien que ha perpetrado un artículo aburrido y coñazo, estoy trasladando esa cualidad a mi propia escritura. ¿Quién cojones es este señor Zaldua, que se permite descalificar lo que yo llevo haciendo cinco años? Pues se lo voy a decir. Para empezar, es un tipo que ha alterado los acentos y la ortografía de su propio nombre. Me juego algo a que fue bautizado (no hay ateos en el País Vasco) como Iván Zaldúa. Pero ahora se llama Iban Zaldua. Ni si quiera es consciente de que se ha puesto un nombre de código de identificación bancaria.

Este es un primer dato muy significativo. Es la marca de los que hacen gala de sus señas culturales identitarias. Por eso el encarcelado y presunto sedicioso Jordi Sánchez ya no se llama Sánchez, sino Sànchez. Perdonen, con mucho esfuerzo había logrado mantener mi blog como Espacio libre de Humos y Tontunas Catalonias, pero es difícil. Lo que ha pasado en Cataluña puede suceder en cualquier sitio y hay que estar vigilantes. Hasta en mi querida Asturias están ahora debatiendo la idea de hacer co-oficial el bable, algo que tendría un coste que los propios promotores de la idea han evaluado en 20 millones de euros anuales. ¡Anda que no tiene Asturias sectores más necesitados de ese dinero! Cuando estuve por allí en octubre ya pude captar síntomas de esa tendencia. Prácticamente todas las señales de carretera que indicaban el camino de Oviedo, habían sido chapuceramente tachadas con spray, para escribir encima, de cualquier manera: Uvieu. Sin comentarios.

En segundo lugar, el señor Iván o Iban, resulta que escribe en euskera. El artículo que comentamos está escrito en esa lengua y traducido por alguien para que pueda aparecer en el diario digital Público. Por si no lo han entendido: este señor podría haber escrito su artículo en español (puesto que lo maneja tan bien como usted y como yo), pero lo ha escrito en euskera por la misma razón por la que se ha puesto nombre de código bancario. Y luego ha habido que pagar a alguien que lo traduzca al español, para que pueda difundirse p'allá p'atrás de la montaña, pues.

Todo eso, para mí, remite a un mundo pequeñito, al que respeto, en la medida de lo razonable, pero no más allá. Un mundo que lleva aparejadas subvenciones, ayudas y recursos públicos para mantener artificialmente viva una lengua que no tiene más recorrido que el que se comprime entre esas maravillosas montañas que rodean el País Vasco. En mi reciente viaje a La Coruña, les juro que apenas escuché hablar gallego por las calles. Es cierto que La Coruña no es como el resto de Galicia, pero este dato demuestra que, donde no se decreta una inmersión lingüística radical, las lenguas minoritarias se van perdiendo, algo que, para mí, no es ninguna tragedia, también se perdieron el latín, el sánscrito y el arameo.

La última de las críticas que se hacen a la autoficción es que al parecer, en los últimos tiempos, todo el mundo literario se dedica a ella con fruición (y con éxito de ventas, al parecer). Y a mí qué cojones me importa, yo hago lo que me apetece y me importa una mierda que ciertos críticos literarios no encuentren dónde encasillarme. Yo no hago ni ficción ni autobiografía. Esta es una tribuna en la que se practica una autoficción sana, con las cartas sobre la mesa, sin engañar a nadie (yo no me renombro Hemilio Mártinez Bidal). Y tampoco saco de esto un solo euro de beneficio. Mi objetivo es divertirme yo y divertir a un número creciente de lectores. Y me parece una forma innovadora de practicar la literatura, comunicándome directamente con el lector y eliminando todo el complejo proceso industrial que conlleva la producción de un libro: yo escribo, ustedes me leen y todos nos lo pasamos de puta madre, que diría Zidane.

En fin. Tal vez deba disculparme. Tengamos la fiesta en paz. Iban Zaldua es alguien que vive de escribir y, sólo por eso, se merece todos los respetos. Mi ataque contra él no es nada personal. En el improbable caso de que estas palabras llegaran a sus oídos o a sus ojos y le molestaran (lógicamente), le pido disculpas de todo corazón. Mi ataque es genérico, ya saben que soy un antinacionalista furibundo y convencido, todo lo que huela a nacionalismo identitario me produce alergia. No lo puedo evitar. Estas cosas me sacan de quicio.

Como ya he proclamdo a los cuatro vientos, mi única patria es el rock and roll. Así que les dejaré, como de costumbre, un regalito. Esta vez es un clásico del grupo americano de Georgia REM: Loosing my religión. Una canción muy conocida. Por si no lo saben, esa expresión no significa que alguien esté perdiendo su fe religiosa, sino que está hasta los huevos, al borde de la desesperación, perdiendo sus últimos asideros a la realidad, esos que nos protegen de caer en el abismo de la locura. Una expresión autóctona, que se usa en los estados sureños y que el vídeo subraya de forma explícita. La locura está frecuentemente relacionada con la soledad, pero de esto ya hablaremos en un próximo post. Para ver el vídeo han de pinchar AQUÍ. Buen finde y disculpen la sequía bloguera. El Reinventing Cities me tiene absorbido y no me queda mucho tiempo libre. La autoficción es lo que tiene, que uno corre el riesgo de caer en su propia trampa.

viernes, 2 de febrero de 2018

703. Let’s get moving into action

Let’s get moving into action. O lo que es lo mismo: pasemos a la acción, coño. Esa es la máxima por la que se rige mi vida en estos últimos tiempos, incluso estoy, como saben, un poco acelerado. Lo mismo me da estar de vacaciones que en la oficina. No paro. Esta semana que termina he estado todo el tiempo haciendo cosas y por eso no he podido escribir en el blog.

Como saben, los tres primeros días estuve de vacaciones. El domingo por la noche, después de llegar de La Coruña y escribir mi post anterior, llamé a mi amiga L. para preguntarle cómo conseguir que me hicieran una analítica, sin tener el preceptivo volante para ello. Resulta que, a la vuelta de Portland, me hice unos análisis que revelaron una subida preocupante de las transaminasas, seguramente debida a la ingesta masiva de cerveza IPA y comida basura yanqui. La doctora me sugirió mejorar la dieta y reducir el alcohol. Y me citó de vuelta para el 5 de febrero (este lunes próximo), para una consulta de control a la que debía presentarme con una analítica hecha, para lo que no me dio ningún volante. Mi amiga me citó a primera hora de la mañana siguiente en la cafetería del hospital, para pasarme un volante por debajo de la mesa.

El lunes me levanté a las 7 con un problema. No tenía bote para la orina. Sin ducharme, en ayunas y meándome vivo, me vestí, bajé al Metro y recorrí varios lugares fantasmales de un semivacío centro urbano en busca de una farmacia de guardia. La encontré por fin en la calle Mayor 15. Llamé a un timbre, me vendieron el botecito por un ventanuco cuadrado, regresé a casa, lo llené debidamente y solté el resto en el inodoro, con el alivio que imaginan. Me duché entonces y bajé corriendo al coche para ir a la clínica Virgen de América. Mi amiga me pasó el volante, me pincharon y salí a la calle. Mi primer plan era desayunar enfrente, en el Centro Comercial Arturo Soria. Pero con los líos se me había apretado el programa. Así que cogí el coche y me fui cagando leches a la plaza Conde de Casal, donde tenía cita a las 10.15 para llevar el Toyota Auris a la revisión de los 30.000 kms.

Dejé el coche y caminé hasta una cafetería cercana. Allí me obsequié con un desayuno completo: zumo de naranja natural, café con leche y pincho de tortilla king size. Tomé el bus 32 hasta mi casa y descansé un rato, aprovechando para avanzar en el libro que me toca para el próximo Billar de Letras. A mediodía me llamaron del taller: el coche estaba listo. Fui a por él en el 32, volví a casa y me bajé a comer al Matilda, el agradable local de mi amigo Fernando, a la vuelta de la esquina. Luego dediqué la tarde a terminar la tercera temporada de The Wire, que es sensacional.

El martes, aunque estaba de vacaciones, me vestí con chaqueta y corbata y crucé la Castellana para acceder a la sede del Ayuntamiento. Allí me esperaban para atender al Director de Planeamiento (o, como ellos dicen, de planeasión) del Área Metropolitana de Guadalajara–México). Me vestí de gala pensando que se trataría de un tipo con el engolamiento y la prestancia de un charro (estilo Jorge Negrete), pero me encontré con un chaval con jersey amarillo, listo como el hambre, educado y muy interesado en los modelos de gobernanza de Madrid. Un ejemplo de lo que son los nuevos mexicanos. Se trataba de charlar con él, yo no llevaba ninguna presentación y tampoco las otras personas de Madrid Salud, Marca Madrid y Relaciones Internacionales, que le atendimos. Como se imaginan, no dejé de comentarle que en Madrid echamos de menos una coordinación metropolitana que la Comunidad no asume, entretenida como está en dar por culo con esmero al Ayuntamiento. Ya conocen mi discurso al respecto. Al final, la foto de rigor.


El miércoles me levanté y fui de nuevo en coche a la clínica, para recoger los resultados. Estaba cagado de miedo. Si las transaminasas no me habían bajado, me vería abocado a dejar la cerveza, creo que ya no puedo reducir más la ingesta de alcohol, salvo dejarlo del todo. Pero me encontré con que mis resultados estaban niquelaos. Esto se explica, entre otras cosas porque desde agosto he vuelto a hacer bastante deporte, en la medida que me lo permite el trabajo. Desde la clínica me fui al Centro Municipal de Salud Fabiola de Mora y Aragón. Estoy citado allí para el Reconocimiento Médico ordinario del Ayuntamiento, el día 6 de febrero. Pero yo tengo una analítica de una semana antes y me parece absurdo repetirla. Tuve la suerte de que no me recibió un burócrata de manguitos. Quedamos en que el día 6 yo me presento con los análisis y me hacen el resto de las pruebas. Y, de esta forma, ya no tengo que ir en ayunas.

Para celebrar que ya no me sube la bilirrubina, ni la transaminasa, ni nada, me fui a comer a La Pitarra, en donde me dieron un plato de moros y cristianos con prueba extremeña, bien regado con cerveza, para chuparse los dedos. Por la tarde me acerqué a pié al final de la calle Barquillo, a la galería de arte donde desempeña sus servicios mi gran amigo Mariano. Habíamos quedado allí con el periodista Carlos Santos, el autor del libro sobre el bar El Avión, que quería conocerme (y yo a él, por supuesto). Me tomé un vinito blanco con ambos en un lugar por el que parece que últimamente viene la creme de la creme del barrio de Salamanca, Albert Rivera incluido. Carlos es un tipo superagradable, con el que pasamos un rato estupendo. Regresé a pie de nuevo, en medio de la noche, y me acosté pronto. Cerraba así otros tres días de anticipo de mi futura vida de jubilado, en la que espero seguir colaborando esporádicamente con el Ayuntamiento y hacer muchas más cosas.

El jueves me incorporé a la oficina y tuve una mañana demoledora. A primera hora una reunión maratoniana con los abogados de Patrimonio del Suelo que han de enhebrar legalmente el Reinventing Cities, un asunto en el que nuestros jurídicos son primerizos (no sé por qué este hermoso calificativo se reserva en exclusiva para las embarazadas), lo que conlleva numerosas dudas y cautelas. Nada más terminar, nos montamos en un coche oficial para recoger en Atocha a una señora del consulting de Valencia que hemos contratado para que nos ayude y desplazarnos con ella hasta La Nave, el centro de innovación municipal creado en la antigua industria Boetticher, Villaverde profundo, en donde estamos preparando el segundo sarao de lanzamiento del programa Reinventing.

Estuvimos por allí hasta que el conductor nos avisó de que se acababa su turno. O nos íbamos ya, o nos dejaba en tierra. Pasamos de nuevo por Atocha para que la señora del consulting cogiera el AVE de vuelta a Valencia, y llegamos a la oficina con la hora justa para la correspondiente call con Hélene Chartier, de Nueva York, la directora mundial de Reinventig Cities. Hablo todo el rato en plural porque todo este tinglado del Reinventing cae sobre mis hombros y los de mi jefa, S. y mi compañera M., los tres que fuimos a París. Si un día se les ocurre entrar en mi blog, no creo que les moleste que suba aquí los selfies que nos hicimos, con un frío que pelaba, en el barrio de Bercy y frente a la torre de la Gare de Lyon, muy cerca de nuestro hotel. Están las dos muy guapas.




Si repasan mi trabajo del jueves, no les extrañará saber que no tuve margen para tomarme un café a media mañana, ni tampoco para comer. Salí de la ofi en coche a las cinco de la tarde, cuando todos los restaurantes que frecuento están cerrados. Aparqué en mi plaza de residente frente al Reina Sofía y salí en dirección a mi casa. Pero mis pasos me llevaron en otra dirección: el Mercado de Antón Martín. Allí me compré un entrecot extra-size con el que regresé a casa para cocinarme una comida-merienda-cena. Aparte de estas cosas que estoy contando, he de decirles que el miércoles recibí un pedido de ocho garrafas de dos litros de aceite virgen extra en rama, del que elaboran en la almazara Samaria, de Linares (Jaén), propiedad de un amigo del grupo senderista, que visitamos en nuestra excursión del año pasado. Desde entonces he aprovechado las tardes para quedar con los amigos que me las habían encargado, lo que ha terminado de llenar mis horas vespertinas.

Esta mañana me he vuelto a trajear y encorbatar para cruzar andando el Retiro y asistir con mi jefa a la reunión del Foro de Empresas, que estaba convocada a las 9.30. Es este un grupo de grandes empresas de la ciudad que colaboran económicamente con el Ayuntamiento ayudando a financiar proyectos sociales municipales. Es algo que creó la señora Botella y que la actual corporación ha ampliado y reforzado. Allí están El Corte Inglés, Mahou, la Mutua, Ferrovial, Sacyr, Telefónica, varios bancos, la Cámara de Comercio, Mercamadrid, Ifema… Nosotros acudíamos para publicitar el Reinventing Cities y ha sido muy productivo: hemos hablado con Luis Cueto, Coordinador General de la Alcaldía, con quien hemos arañado una cita, hemos repartido contactos con los empresarios y hasta la propia Alcaldesa, que ha asistido al comienzo, ha tenido conocimiento de que existimos.

Luego nos hemos ido a la oficina en el coche oficial a completar la mañana. Como ven, una semana bastante nutrida de actividades. Pero aun me falta la guinda. Mañana sábado, a las 6 de la tarde, tengo que estar en Parla, otra vez debidamente maqueado, para asistir a la fiesta del Año Nuevo Chino, que se celebra en la Casa Municipal de la Cultura. Me invita mi amiga Julia Zhang, presidenta de la Fundación Orient de amistad hispano-china. Esta señora me ha traído durante años grupos de chinos a visitar Madrid Río y otros lugares. Dentro de mis contactos para difundir el Reinventing Cities, la llamé y le mandé una breve nota de prensa, que ella tradujo al chino para enviarla a los principales medios de su país. Ahora me ha invitado y me ha pedido que haga un discurso sobre nuestro proyecto, que ya le he mandado. Voy a ver si logro aprenderme algún saludo en chino mandarín.

El año nuevo chino llega esta vez el 16 de febrero, pero las fiestas arrancan mañana. El día 16 despediremos el Año del Gallo Rojo de Fuego y daremos la bienvenida al Año del Perro. Es la primera vez que acudo a este festejo. Hasta hace unos años solían invitarme los de Hong Kong, que hacen la fiesta en el Casino de Madrid, pero el año en que me rompí el brazo no pude acudir y me temo que ya me han borrado del mailing. Pero estos son los otros chinos, los de Mao. Por cierto, he escrito todo esto mientras jugaba el Deportivo. Después de lo que conté el otro día, ya no me interesa ver sus partidos. Compruebo que ha perdido 5-0, lo que no me extraña lo más mínimo, después de lo que me tocó ver el sábado pasado en el campo. Yo ya no voy a sufrir viéndolo.

Les dejo. Que pasen un buen finde. Pero ya saben que soy sensible a lo que me dicen mis lectores. Alguien me comentó por detrás que en el blog había últimamente poco rock and roll. Así que les voy a obsequiar con una pequeña joya, de las que se publican en la marca Hellcat Records a la que estoy suscrito. Es ésta la discográfica que fundó el gran Tim Armstrong, el padre del grupo Rancid, entre otros. Aquí, el propio Tim se marca un ska de libro, apoyado por una bella chica de las que la casa patrocina, que responde al sugerente nombre de Skye Sweetnam. El sonido, la imagen quemada en blanco y negro, el montaje con las escenas que se repiten adelante y atrás, como si un dj las manejara como un vinilo: todo es una exquisitez. Es ésta y no otra la musiquilla que llevo en la cabeza en estos tiempos acelerados. Que la disfruten. ¡Ah! Han de pinchar AQUÍ.