Y también mi única bandera. Mi pertenencia
a esa patria me permite entrar solo en un bar nocturno de Vancouver, custodiado por dos
tipos de negro en la puerta, y pasármelo de puta madre escuchando a un grupo
que hace versiones de los clásicos y charlando con un compatriota de Iowa,
recién casado, que comparte conmigo la bandera de la Creedence Clearwater Revival.
Por eso estoy muy triste esta semana, porque lo que ha sucedido en Las Vegas es
un ataque directo a mi mundo, a mi gente, a esa pacífica multitud que asistía
al Route 91 Harvest, un festival de country music al aire libre. Había
22.000 personas disfrutando de este festival, que se celebraba por cuarta vez.
Se disponían a cerrar la fiesta con el concierto de Jason Aldean, el cabeza de
cartel. Entonces, desde el piso 32 de un hotel cercano, un malnacido empezó a
disparar ráfagas de ametralladora sobre la gente, según un testigo, “como peces
atrapados en un cubo de plástico”. El ataque duró diez minutos, mató a cerca de
60 personas e hirió a 500.
Se trata del tiroteo más letal de
la historia de los USA, que manda carallo, con la de incidentes que han tenido.
El desgraciado que lo hizo no tenía ningún móvil conocido. Simplemente se le
cruzaron los cables. Le dio un barrunto, como a Pascual Duarte. Maldita sea su
memoria. Los americanos tendrían que hacerse mirar eso de la libertad de armas.
No sé a qué esperan para prohibir su venta libre de una vez. Es esta una semana
triste, porque encima se ha muerto Tom Petty, el rockero más famoso de Florida,
que tenía mi edad y estaba en plena forma, de hecho acababa de cerrar una gira
por todo el país. Un ataque al corazón lo dejó frito este domingo. Les pongo un
vídeo suyo, a modo de homenaje. Con este tema cerraba un concierto en su ciudad
natal Gainesville, hace siete años. O sea que ya tenía unos sesenta. En los
coros, Stevie Nicks, la que fuera cantante de Fleetwood Mac, a la que se ve
también bastante mayorcita.
Al lado de esto, el desafío
catalán no deja de ser una historia menor, una tragedia bufa que mueve a la
burla. Pero hay que seguir hablando de ello, porque la almorrana está en plena
supuración, los impulsores siguen dando pasos hacia el abismo, Rajoy está
demostrando una ineptitud clamorosa para su puesto, y Pedro Sánchez no da el
paso adelante que le llevo semanas reclamando desde este blog y que despejaría
de una vez la incógnita de si estamos ante un verdadero estadista, o sólo es un
tipo guapo, sin mucho más que serrín dentro del cráneo. Antes del malhadado
1-O, las cosas estaban donde estaban. Todo el mundo había visto las trampas que
se habían hecho en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre, el prusés había mostrado por fin la patita
y se le habían visto las costuras a nivel planetario. Estaba claro que no se
iba a poder hacer un referéndum en condiciones. Se trataba pues de montar la
revuelta callejera y poner mejillas al viento a ver quién se llevaba las
primeras hostias (yo avisé en el blog de que ese detalle, quién recibiera las
hostias, iba a ser decisivo para el relato final).
¿Y qué pasó? Pues que el señor
Rajoy pico el anzuelo, como un pancho de los que pescaba yo de niño en El
Portiño. Hay que ser muy tonto para hacerlo tan mal. Hasta ahora sabíamos que
Rajoy era un vago y un absentista, y podíamos imaginarlo la víspera murmurando
entre dientes: y mañana el coñazo del
referendum. Ahora además sabemos que es tonto y que es un inepto. Cuando
digo tonto, no pienso que no sea
inteligente. Más bien me refiero a una doble acepción de la palabra. Por un
lado, estoy pensando en la definición de la madre de Forrest Gump. Supongo que
conocen la escena. El niño Forrest está preocupado porque se siente diferente y
todos se ríen de él. Entonces le pregunta a su madre: –Mamá ¿yo soy tonto? Y la
madre, con paciencia infinita, se lo aclara: –Ya te lo he dicho, Forrest, tonto-es-el-que-hace-tonterías.
Hablo también de cómo usan la
palabra los niños, cuando se sienten muy ofendidos o indignados. Se encaran con
el ofensor, aprietan los puños, se empinan si son más bajos y le gritan frente a la nariz: –¿TÚ
ERES TONTO? Pues, en este momento, una de las cosas que más me apetecería hacer
es darme de bruces con el señor Rajoy para poner mi nariz a un milímetro de la
suya (venciendo la repugnancia imaginada de la barba rancia) y gritarle muy
alto: –¿TÚ ERES TONTO? Así de indignado me siento, coño. Porque es imposible
hacerlo peor. Ha habido la semana pasada una imagen de este sujeto que ha
pasado bastante desapercibida, pero es una foto cojonuda. Abajo pueden verla. Rajoy habla con Trump
y se tapa la boca, como hacen los futbolistas, cuando les filman en directo.
Para que nadie les lea los labios y averigüe lo que dicen. Qué estaría proclamando
nuestro ínclito presidente, como para adoptar esa precaución de taparse la
boca. Tal vez: Is very dificult todo esto
de Cataluña. O: si no hago nada, ya
estoy haciendo algo. La cara de Trump es un poema.
Vayamos por partes. Mi opinión
sobre los secesionistas la he dejado bien clara en múltiples posts. Y estoy
convencido de que a estos señores hay que darles duro. Hay que golpearles muy
fuerte en la parte más sensible de su cuerpo. Tratándose de catalanes, me estoy
refiriendo, por supuesto, a la cartera. A lo único que responden estos señores
es a las multas. Por tanto, si están incumpliendo las leyes, pues multa que te
crió. Los ciudadanos que salieron el domingo a votar no estaban en cambio
incumpliendo ninguna ley, que yo sepa. Se limitaban a hacer lo que les había
pedido su gobierno regional. No hacía falta molerlos a palos. Tal vez su
conducta no fuera la más correcta o la que se deseaba desde Madrid, pero a un
tipo que cruza un semáforo en rojo no se le disuade a porrazos.
La cosa estaba cantada. Estaba
claro que no se iba a poder organizar una consulta homologable internacionalmente.
Se trataba de otra cosa. Se trataba de escenificar exactamente lo que sucedió.
Estos señores no dan puntada sin hilo. Si se preocupan hasta de cambiar los
acentos de sus nombres (el presidente de la ANC ya no se llama Jordi Sánchez,
sino Jordi Sànchez), no se podía esperar que descuidaran ningún detalle. Las
urnas modelo tupperware gigante de
los chinos estaban a buen recaudo. Los Mossos desactivados (¿para qué cree
Rajoy que se molestaron en cambiar toda la cúpula de la policía autonómica unas
semanas antes?). Y va el pánfilo del coronel ese y se fía del Trapero. Le ordena que clausure los colegios y el otro dice voy, un momento que la están peinando.
Ahora los jueces imputan a
Trapero. Al que habría que castigar es al coronel ese de los Cobos, o de los
Cojones, una auténtica alma de cántaro. Por Dios, ese tío al calabozo ya, a
hacer flexiones en el suelo hasta mañana. Y si el ministro no es capaz de
cesarlo, pues cese inmediato del ministro. Y si Rajoy no quiere cesar a Zoido,
pues que se vaya él. Yo ya he firmado la petición de dimisión inmediata de
Rajoy que está circulando por ahí. Porque el desafío del domingo no admitía más
que dos conductas: o entras, arrasas y no vota ni el Tato, o no haces nada. Yo,
por supuesto, me hubiera decantado por la segunda, creo que a palos no se
consigue nada. Pero lo que no puedes hacer es empezar a repartir, que saquen la
foto de la señora con la frente llena de sangre y la muestren al mundo, y luego
recular y dejar que voten.
Según lo que yo seguí por radio y
TV, los palos se produjeron al principio. Los europeos (y más tarde los americanos) se
desayunaron horrorizados con las imágenes y los vídeos en directo. Después, la
policía y guardia civil, al ver que los medios eran insuficientes, que los
mossos se dedicaban a tocarse las pelotas a dos manos y que la batalla estaba
perdida, optaron por retirarse y dejar hacer, excepto en contados lugares. En
los primeros momentos, un portavoz de la Generalitat dio una cifra de 38
heridos. Luego, en el interior de la noticia se explicaba que sólo habían
mandado al hospital a nueve. El resto lo habían solucionado con tiritas. Y
entonces, al portavoz ese le leyeron la cartilla: –Pero dónde vas tú, pringao,
con 38 heridos. Nada, nada, con el pifostio que hay montado, hay que dar una
cifra mucho mayor, total nadie la va a comprobar. Y de pronto, milagrosamente,
los 38 pasaron a 467, justo cuando ya no se estaba repartiendo leña. Luego, a
alguien le pareció poco y duplicó la cifra. Para qué nos vamos a cortar.
Eso fue tal cual. Y también todas
las otras falsedades que ha desvelado la prensa. La doña que declara con la
mano vendada que la guardia civil le ha roto todos los dedos de la mano UNO A
UNO (sic) y luego tenía medio rasguño. El tipo al que le da un flus antes de
que llegue la pasma y se desmaya al mejor estilo de Luis Suárez, el tramposo
que ejerce de delantero centro del Barça, que hace eso mismo en cuanto pisa el
área. Los que votaron cuatro o cinco veces. Y el tipo que llega a la carrera
con la urna de los chinos, se tropieza y se estontona
contra el suelo, derramando el contenido del tupper, que ya venía lleno de votos antes de
que nadie votara. Por no hablar de los pueblos con más votantes que censados.
Con el recuento pasa lo mismo: un ingenuo se adelanta a anunciar que se va a
tardar varios días en terminarlo y al rato se proclama la victoria del sí, por
un noventaymuchos por ciento. Para qué contarlos, si no se trataba de eso.
Todo eso es cierto. Pero también
son ciertas las imágenes de cargas contra una multitud formada por gentes de
todas las edades. Y el vídeo en el que se ve a un policía saltando desde el
escalón superior para tomar impulso y multiplicar el efecto de la patada que le
da a un tipo que está ya caído. Ahí no hay trampa ni manipulación alguna. Y eso
es culpa del señor Rajoy. Frente a un desafío que claramente le viene grande,
no encontró mejor ocurrencia que resucitar a los grises. Una imagen que
retroalimenta el discurso de los indepes,
que sostienen que Franco no ha muerto, que seguimos igual que en sus tiempos.
Ese era el discurso de ETA, que
empezó a matar en serio después del final de la dictadura. Ya les he dicho que
yo viví en primera persona el momento más duro del conflicto vasco, porque
viajaba con mucha frecuencia a Bilbao a visitar a mis amigos. Y recuerdo el día
en que el uniforme de los grises se cambió a marrón. Poco después llegué una
tarde a la vieja estación de ferrocarril del Norte (así se llamaba entonces la
principal estación de Bilbao). Nada más bajar del tren, al lado del restaurante que
regentaban los padres de mi colega Felipe Colavidas, en el ancho muro de piedra
que delimitaba el pincel de las vías, una pintada gigante perpetrada a
brochazos me dio la bienvenida: GRISES O MARRONES, IGUAL DE CABRONES. La coma
la he puesto yo. Es falso que estemos igual que con Franco, pero los
secesionistas lo sostienen y operaciones como la del domingo pasado sirven para
realimentar la creencia.
Por culpa de Rajoy, la situación
está en el peor momento. Pedro Sánchez, hablar no habla, pero se fijaaaaaa… Y
el bueno de Pablo-Pablito-Pablete, pues casi mejor que se estuviera calladito.
Lo mismo que Colau que cada vez que habla sube el pan. Ante la falta de alguien
con talla de estadista, yo pediría que interviniera la Unión Europea, o la ONU.
O que traigan a alguien de la escuela de mediadores noruegos. Como nos dejen
solos vamos a acabar a bofetadas. Pero en serio, no como lo del domingo (el
lunes quedaban cuatro ingresados en hospitales, dos de ellos con pronóstico
leve). No hay más que ver la profusión de banderas españolas por los barrios de
todas las ciudades de fuera de Cataluña. A mí me gustaría que poner una bandera
de tu país en el balcón fuera algo normal. Pero ahora no lo es y por eso no la
pongo yo. Por las connotaciones.
Aunque, bien pensado, si he
empezado por decir que mi única bandera es la del rock, tal vez deba ser
coherente. Tal vez baje a los chinos a comprar una enseña de Los Ramones para colgarla en la fachada de mi casa. Si lo hago, saldrá en el blog, por supuesto. De
momento les dejo con la Creedence. Sean buenos.
Mi querido paisano ¡Somos compatriotas! Lo sabíamos, pero tenía que decírtelo.
ResponderEliminarY mi Iglesia son los Beatles. Y mi panteón está lleno de Dioses (sí, estos con mayúscula, porque son los verdaderos), esos a los cuales le rindes devoción en estas páginas. Les rindo culto y les hago novenas, como la que tengo ahora con el nuevo disco de Van Morrison.
Un abrazo. Soy Paco Couto, lo digo por si no sale mi nombre.
Querido compatriota, nosotros tenemos más Dioses que los hindúes y los sintoistas juntos. Beatles, Stones, Dylan, Springsteen, Neil Young, Lou Reed, Morrison. Todos de otros tiempos, aunque algunos se mantienen bien. De lo que ha salido más recientemente, tal vez sólo Amy Winehouse se acercó algo a los grandes.
EliminarUn abrazo, compañero de fatigas.
La foto de Rajoy es impresionante, por lo que revela del tipo que supuestamente gobierna nuestro país. No sé cómo la has conseguido, yo pongo en los buscadores "foto de Rajoy con Trump" y no me sale.
ResponderEliminarLo de Tom Petty es ciertamente una pena. Y una triste ironía que un tipo cuyo grupo se llamaba The Heartbreakers, o sea, los rompecorazones, haya muerto porque se le ha roto el corazón. A sus seguidores también nos lo ha roto.
Permíteme que no te diga de dónde he sacado la foto de marras. No puedo revelar mis fuentes, pero te aseguro que no es un montaje.
EliminarNo había caído en lo del fallo cardíaco del jefe de los rompecorazones. Una lástima en todo caso.