Muy bien, el otro día les adelanté
que tenía en perspectiva un nuevo viaje de conferenciante del que no daba mayores
detalles, porque no estaba todavía confirmado y saben que trae mala suerte
anunciar estas cosas antes de tiempo. Ahora ya puedo contarles de qué va la
vaina, puesto que tengo los billetes de avión en el bolsillo y la reserva de
hotel cerrada. Será una sola noche en Londres, pero a cambio voy a gastos pagos, que decimos los
gallegos. Les llamo la atención sobre esto, porque no deja de ser un indicativo
del cambio de los tiempos. Me refiero al cambio de mi situación profesional
desde que ha entrado el nuevo equipo de gobierno municipal. En junio pasado, yo
hice un viaje a Leipzig, Dresde y Erfurt para hablar en sus tres universidades.
Para ello hube de pagarme todos los gastos y utilizar parte de mis días de
vacaciones (entonces demediados, por los recortes del señor Rajoy). Como ésas
eran las condiciones, hice de la necesidad virtud y me tomé realmente unas
vacaciones en las que aproveché para visitar a mi hijo Lucas y hacer turismo, no sólo en esas
tres ciudades, sino también en Weimar y Berlín.
La culpa de esa situación penosa
la tenía una concejala a la que he dedicado el mayor surtido de insultos que se
ha proferido en este blog a lo largo de sus más de tres años de recorrido. No
voy a insultarla más, bastará que repita que me congratulo de que ahora sea ama
de casa, una ocupación más acorde con su preparación profesional y política.
Las cosas empezaron a cambiar después: cuando viajé a Hamburgo en octubre, me
pagué yo todos los gastos, pero no tuve mayores problemas para que me reconocieran
como días de trabajo las jornadas empleadas en este asunto. Ahora me pagan los
gastos los de Londres, ultima transición a ese ideal soñado de viajar a cuenta
de los contribuyentes madrileños, algo de lo que no disfruto desde hace unos
cuantos lustros. Things have changed,
que canta el viejo Bob. Y más que tienen que cambiar todavía. Les cuento ya las
coordenadas de mi nueva aventura.
La ciudad de Londres es muy
extensa y ha crecido a base de barrios de vivienda de muy baja densidad.
Su estructura viaria es bastante similar a la de Madrid: hay una ring road (autovía urbana circular), que
se llama la M-25, y funciona más o menos como la M-30, o el peripherique de París. Y hay un manojo
de vías radiales que conectan la capital con las mayores ciudades británicas
del norte y del sur. Estas carreteras atraviesan la M-25 hacia el centro urbano
y constituyen cortes tremendos en ese tejido urbano poco denso. En algunos
casos transcurren elevadas (lo que aquí se llamó escalextrics), de modo que las calles transversales cruzan por
debajo. Estos tramos elevados no suponen barreras funcionales tan rotundas, pero
tienen un impacto ambiental, sonoro y estético terrible para los barrios
contiguos.
La gestión y mantenimiento de
estas auténticas carreteras que se adentran en el llamado Great London (área metropolitana), corresponde a un organismo
consorciado entre las diferentes administraciones londinenses, que se llama el
TfL (Transport for London). Es decir, algo muy similar al Consorcio de
Transportes de Madrid. El TfL administra el Metro, el cercanías, los autobuses
y las carreteras. Bien, pues el TfL ha decidido cambiar el diseño de estas
infraestructuras viarias tan agresivas, construidas en los años de todo para el
coche. Meter el tráfico en subterráneo y destinar la superficie recuperada para
la ciudad a ejes peatonales floridos y hermosos, como ciertos meses de mayo. Tienen
ya las tuneladoras preparadas. Para organizar un obrón de este calibre en una ciudad como Londres, hacen falta tres
cosas: UNO, decisión y liderazgo político, DOS, capacidad de gestión acreditada
para un reto como ese y TRES, el dinero. Mucho dinero. De mi experiencia en
este tipo de empeños, les puedo decir que el factor más difícil de obtener es
el primero. No es fácil encontrar un político que quiera meterse en semejante merdé. Parece que en el TfL han tenido
en cuenta estos tres factores a los que hay que añadir, desde luego, una
dificultad técnica notable aunque, con dinero, en ingeniería todo es posible.
Para apoyar su gran proyecto, han
hecho unos concienzudos estudios estadísticos, cuyas proyecciones a futuro les
llevan a apostar por un crecimiento de población de un millón de personas en
los próximos veinte años, y un aumento del empleo en consonancia. Y para lanzar
su idea al mundo han organizado una jornada que tendrá lugar el día 18 de este
mes. Una jornada para la que han buscado proyectos similares en el mundo
mundial. Y han encontrado otras dos ciudades que también se volvieron locas en
su día: Madrid y Estocolmo. Y allí me tendrán a mí, contando el proyecto M-30/Madrid
Río, con una intervención en inglés de veinte minutos y posterior participación
en una mesa redonda con todos los ponentes.
He de aclarar que los de TfL
contactaron con la empresa Madrid Calle 30 a mediados de enero, cuando no había
consejero delegado, por haberse jubilado el anterior. Los gestores de esta
empresa mixta me conocían de numerosas ocasiones en que he explicado el
proyecto a extranjeros en su sede. Me lo propusieron y ya saben que estas cosas
me gustan como a un niño una piruleta.
Cuando ya teníamos el tema organizado, fue nombrado un nuevo consejero delegado. Es un hombre joven,
agradable y competente, que ha decidido mantenerme como orador y acompañarme al
viaje, algo que me viene muy bien, porque es una persona que ha trabajado en
Londres, maneja un inglés superior al mío y puede mejorar mucho mi papel en la
mesa redonda, en la que nos sentaremos los dos. Viajaremos el 17 por la tarde,
con tiempo apenas para cenar y echarnos a dormir. Tenemos un hotel cercano al
centro de congresos. El 18 desayunaremos y caminaremos hasta el lugar. Y,
después del congreso, comeremos y tendremos tiempo de dar una vuelta por
Londres, porque el vuelo de vuelta es a las 8.
Si hubiera viajado solo, a lo
mejor me había quedado por allí unos días a hacer turismo. Hace tiempo que no
visito Londres y no me hubiera importado rememorar mis viejos recuerdos:
Carnaby Street, el mercadillo de Camden Town, el Hyde Park, los conciertos en
el Hammersmith Odeon, que creo que ya no se llama así. Pero será un viaje
exclusivamente técnico, como el de Hamburgo, una fórmula que también me
encanta: adoro los aeropuertos, los hoteles y las grandes metrópolis. Otro tema
diferente es si este tipo de proyectos molan o no molan. Ya saben que la
crítica principal es que se trata de inversiones muy elevadas y que, en los
tiempos que corren, con ese dinero se pueden hacer muchos carriles bici. Me
parece un argumento bastante demagógico. Cuando se hizo la obra del río en
Madrid, era lícito sacarlo a colación, porque se trataba de un gasto excesivo
para la capacidad de la ciudad. Pero, si en Londres tienen el dinero, ¿por qué
no habrían de hacerlo?
El parque de Madrid Río es
cojonudo y el tráfico en la M-30 ha mejorado mucho. Nos salimos un poco de
nuestras posibilidades, pero la deuda municipal está ahora mismo bajo control.
El pasado día 2 el parque Madrid Río recibió en Harvard el XII Premio Verónica
Rudge, que es el equivalente al Pritzker en arquitectura del paisaje urbano. AQUÍ
pueden consultar la página del premio, con los comentarios particulares de los miembros
del prestigioso jurado y la relación de proyectos premiados en ediciones
anteriores. Es el premio más importante que ha recibido hasta ahora este
proyecto, que todavía mucha gente critica. Tiene cojones que tengan que venir
los de fuera a reconocer nuestros aciertos, porque nosotros no los entendemos
como tales. Esto sólo pasa en España.
Esta mañana he asistido en la
sede central del Ayuntamiento en Cibeles a una jornada en la que se ha hablado
de la posición de Madrid en distintos rankings internacionales y cómo
mejorarla. Y en una de las imágenes que nos han mostrado aparecía Londres como
la ciudad ejemplar en temas de sostenibilidad ambiental para el futuro. No me
he podido sujetar de intervenir, para contar lo del premio y lo de mi próximo viaje
a Londres. Resulta que voy a ir yo en persona a explicarles a los campeones de
la sostenibilidad ambiental cómo se hace un proyecto como Madrid Río. Y por
cierto, el nombre de la jornada es Streets
Ahead (Calles fuera) y el lema que aparece debajo en pequeñito es Digging Deeper (excavando más
profundamente). En fin, ya les iré contando. Me llaman de Londres y les dejo
con esta canción precisamente: London
Calling. Pasen un buen finde. Han de pinchar AQUÍ.
Es una pena que no tengas tiempo de visitar los barrios donde vivió David Bowie, a quien tanto querías...
ResponderEliminarMira que sois requetemalos ustedes-vosotros... Ten cuidado no te muerdas el labio. Bueno, gracias por el mensaje, tío ganso.
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