Pues sí, yo también me lo tragué.
Supongo que saben de qué hablo. Como algunos seguidores de este blog están, con
perdón, en la inopia, explicaré a qué me refiero. Anoche, el habitual programa
de Jordi Évole en la Sexta, la noche de los domingos, se salió de su formato
habitual y se centró en un documental que se llamaba Operación Palace. Según ese film, el golpe del 23-F fue un falso
golpe, ideado por Gutiérrez Mellado y Suarez, con la complicidad de Felipe
González, Carrillo, Fraga y el Sursum
Corda, para que el Rey apareciera de salvador y reforzara su papel al
frente de la España democrática. Los conspiradores contaban con un director de
escena en la persona de José Luis Garci, e incluso hicieron un ensayo general
el día anterior.
Soy un seguidor intermitente del
programa de Évole. No lo veo siempre, porque a veces me deprime un montón. Y
tengo que confesar que ayer encendí el televisor como segunda opción. Primero,
me había puesto el partido del Atlético de Madrid en el ordenador, dispuesto a
ver cómo el David del Manzanares proseguía su reto a los Goliats futboleros.
Pero al cuarto de hora de partido ya le habían calzado dos goles al Aleti, así
que dije: a la mierda, me pongo la tele y
a ver qué dice el bueno de Évole. Así que ya lo pillé empezado. Pero
enseguida me atrapó: ¿sería posible ese engaño monumental?
Lo cierto es que algunas cosas me
olían mal. Por ejemplo, el tono del locutor, idéntico al del que lee los
programas de Telemadrid en los que siguen insistiendo en que lo del 11-M no
está claro, y se pasan una hora dando vueltas al asunto de la mochila (¡qué
cansinos con la mochila de los cojones!). Tampoco invitaba a la credibilidad la
presencia de algunos sujetos no muy de fiar, como Verstryngetorix, el viejo
secretario general al que el dios tronante Fraga echó fuera del Olimpo (para
sustituirlo por Gallardón, anda que vaya ojo tuvo el paisano de Rouco). Desde
su expulsión, Verstryngetorix ha llamado a las puertas del PSOE de todas las
formas posibles, pero le dicen que no lo quieren, que se vuelva con los suyos. Y
eso que el tipo hace hasta escraches
y todo, a ver si convence a los socialistas de que ya no es un facha. Hay quien
dice que se ha dado al alcohol o algún otro producto euforizante.
También estaba Leguina, a quien tuve
por buen presidente y tipo razonable, hasta que se dio a la literatura, que sin
duda es también un producto euforizante. El propio Garci y alguno de los periodistas
que salieron me resultan también muy poco de fiar. Pero: ¡joder! Estaba
Gabilondo y estaba Mayor Zaragoza y eso son palabras mayores. Todos actuaban
con seriedad absoluta. Vendían como natural y necesario algo que era un
auténtico disparate. Hacia el final, hubo una pausa para la publicidad y yo
aproveché para llamar por teléfono: ¿Estáis viendo lo mismo que yo? Algunos más
listos que yo me dijeron que esperase hasta el final, que tenía que ser todo falso.
Pero yo estaba indignado. Si el documental era cierto, era como para salir a la
calle y empezar a romper las vidrieras de los bancos, las farolas y los
chirimbolos de Manzano. Muy poco antes del final, ya comprendí de qué iba la
cosa, sobre todo cuando sacan la misteriosa caja blanca superpuesta con fotoshop en diversas fotos del rey.
Mi sensación posterior fue de
alivio, y de cabreo. ¡Qué tonto había sido! Luego, al ver la que se armó en Twitter
y escuchar a personas como Inés Sabanés diciendo que se lo habían tragado como yo,
pues me sentí algo menos tonto. Ahora, con 24 horas por medio, el asunto me
parece bastante inquietante. Porque, adornos estrambóticos aparte, la historia
era creíble, y eso es lo tremendo. Ahora es más difícil manipular la realidad,
pero antes, este tipo de trampas debían de estar a la orden del día.
Jordi Évole es un tipo que me cae
bien. Un enredica. Para empezar es de Cornellá, la tierra de los hermanos
Estopa, actuales reyes del rock charnego, que bebe de las fuentes de la rumba
catalana. El tipo se dio a conocer montando números en el programa de Andreu Buenafuente,
otro catalán universal, en donde salía de entre el público y le ponía el punto
al debate. Ahí le pusieron el mote de El
Follonero. Al hilo de ello escribió un libro llamado Yo, Follo, hizo un cameo
(lo siento, se dice así) en la excelente película Tapas, en donde hace de policía municipal, y empezó a dirigir el programa
Salvados, donde ahora mismo desarrolla
el mejor periodismo de investigación de España, reconocido con varios premios
nacionales.
El programa de anoche es lo que
se llama un fake, y tiene precedentes
ilustres. El más famoso es el remake
de Orson Wells de la novela de su tocayo H.G.Wells La guerra de los mundos en un programa de radio. Aunque Wells
(Orson) avisó al principio de que todo era una simulación, algunos radio-oyentes
sintonizaron con el programa empezado y se llevaron el susto de su vida. Más
relación con el programa de anoche tuvo ese otro más reciente que pretendía que
la llegada del hombre a la Luna era mentira, que todo era una película filmada
por Stanley Kubrick en un desierto de Arizona. La gente ve un programa de estos y se lo cree, como yo me
lo creí, hasta que le desvelan que es falso. El mayor problema es cuando sucede al revés, cuando al personal le
venden como ciertas explicaciones delirantes, y se las tragan.
En el post #139 “Paranoias” se
hablaba de varios de estos casos. El actor Alberto Sanjuán en su monólogo “Autorretrato
de un joven capitalista”, daba como cierto que Felipe González era un protegido
de Franco, que el rey estaba detrás del 23-F y que se grabaron dos versiones de
su mensaje de medianoche, uno a favor del golpe y otro en contra, por lo que
pudiera pasar. Es frecuente encontrar a gente que se cree que detrás del 11-M
estaban los vascos, o que la CIA está detrás del 11-S, es decir, que los
americanos se tiraron las torres gemelas ellos mismos. Una persona muy querida por
mí, se creía esto último, y se ponía muy tensa cuando los demás mostrábamos
nuestra incredulidad. Yo soy libre de creerme lo que quiera –decía indignado.
Complicado problema, nada es
verdad, todo es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. El
punto de vista del observador y su grado de credulidad influyen en lo que ve. Los trucos de rodaje tienen
la capacidad de hacernos ver a tipos volando o subiendo por las paredes. Sabemos
que es falso pero vemos esas películas con gusto. Nos dan unas gafas y vemos en
tres dimensiones. Realidad virtual, la llaman. ¿Es que hay otra? Cada uno es
libre de creerse lo que le dé la gana, como decía mi amigo. Los catalanes creen
que la culpa de la crisis económica no la tienen los banqueros y financieros, sino
Madrid. Los españoles nos creímos (yo también) que la culpa era de Zapatero. Y Rajoy está convencido de que ya hemos salido de la
crisis. Se lo ha dicho su cuñado.
Para terminar, le voy a dar caña
a los que dicen que incluyo muchas palabras en inglés. El día 21 de febrero el
Fabril, filial del Deportivo, celebró su centenario. En realidad, el club
existía desde antes, pero la primera constancia por escrito de su existencia es
el 21 de febrero de 1914, en esta noticia de la Voz de Galicia, que les pongo
aquí abajo. Ya ven que en Galicia se intercalan palabras foráneas desde siempre con toda
naturalidad. Duerman bien.
Echo de menos alguna valoración sobre el tema. ¿Le parece a usted bien o mal? Su opinión sobre Évole tras este programa ha variado en relación con la que tenía de él antes? Gracias
ResponderEliminarBueno, a mí no me parece mal. Como ha dicho algún periodista, Évole ha vuelto a ser por un día El Follonero. Este hombre ha sido siempre un agitador. Lo sorprendente es que, con esos orígenes, haya llegado a hacer un programa tan bueno como "Salvados". Yo espero que ahora continúe la línea y, desde luego, mi opinión sobre él no ha cambiado un milímetro.
EliminarTampoco la que tenía acerca de Verstrynge o Leguina. Con tal de volver a salir en la tele, estos personajes harían el pino desnudos. Tampoco me he llevado ninguna sorpresa con Garci, Onega o Ansón.
Realmente lo que me sorprendió y me hizo tragar el anzuelo fue la participación en el asunto de Mayor Zaragoza y Gabilondo. Mi opinión sobre ellos ha mejorado. Demuestran un sentido del humor un poco gamberro o transgresor, que no les conocía.
A mí, decididamente, me parece que no se debe bromear con un tema tan serio. Nos jugamos nuestro futuro en aquella noche terrible y decisiva, y no es cosa de andar frivolizando al respecto. También me parece una falta de respeto a la memoria de Gutiérrez Mellado y a la dramática desmemoria de Suárez. No sé cómo se han prestado a esa patochada los políticos que intervienen. Para mí es patético. No puedo seguir viendo a Évole con los mismos ojos.
ResponderEliminarEs su opinión, que yo respeto. Para mí, el tema es similar al de algunas inocentadas. El que la sufre puede experimentar un cabreo instantáneo, como el que yo tuve. Pero luego hay que saber relajarse y verle el punto positivo. Creo que sólo son criticables las de mal gusto, que no es el caso de esta. Tampoco viene mal una mirada menos dramática sobre el 23-F, después de tantos años. No descarte la posibilidad de que Mellado y el Suárez en plena forma mental se partieran el culo de risa, si hubiesen podido verlo. Su talla de estadistas no tiene por qué ser incompatible con un sentido del humor diferente del que usted demuestra, dicho esto último sin la más mínima acritú. Saludos afectuosos.
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