viernes, 3 de marzo de 2023

1.210. En tiempo de espera

En la semana de ínterin antes de que desembarquen en Madrid Alain y sus alumnos del máster, apuro estos últimos días de tranquilidad haciendo también bastantes cosas. Es, pues, una tranquilidad relativa. Hoy es jueves por la mañana y, como les vengo contando, esta tarde me voy a Baeza después de la clase de yoga y subsiguiente comida en el Ricla. Tengo allí reserva para dos noches en el Baeza Monumental, hotel de tres estrellas muy céntrico y al lado del local del concierto de Ghalia Volt. El viernes espero dedicarlo a visitar esta interesante ciudad cuajada de arquitecturas renacentistas y barrocas, incluso he reservado un tour turístico gratuito por la tarde, con intención de hacer tiempo hasta el concierto, que es a las diez de la noche en el Café Teatro Central. El sábado cogeré el coche temprano y trataré de estar pronto en Madrid donde tengo cita con mis amigos floristas para ver si remodelo un poco la terraza.

El domingo he quedado a segunda hora de la mañana con mi amiga Sonia de la ETSAM para ver una exposición sobre los realojos de Palomeras que se clausura ese día en el centro cultural Paco Rabal de Entrevías, cita que seguramente culminaremos picando algo por el propio barrio. A mediodía llega Alain Sinou, junto con una profesora que le acompaña y que se llama Pauline Villain. He quedado con ellos para tomar algo por la noche en el entorno de la plaza de Santa Ana, para ir preparando la semana de sus alumnos, que llegan al día siguiente. Entraré así en un ciclo de tres semanas, digamos, temáticas: la del 6 de marzo dedicada a los franchutes, la del 13 consagrada a recibir a mi ansiado Tarik Marcelino Martínez y la del 20 centrada en el grupo de Brazzaville, a quienes aún no han recibido en la embajada española en Kinshasa, pero están convencidos de que esta vez sí que conseguirán el visado.

Aprovechando este tiempo de espera, voy a darles mi opinión en relación con las próximas elecciones locales, fijadas para el 28 de mayo, domingo. Por cierto, el 31 de ese mes tengo el concierto de Samantha Fish en París, así que tal vez deba usar alguna forma de ejercer mi voto anticipadamente, o bien me marche el lunes para estar por ahí una semana. Samantha terminó anteayer su exitosa gira por Australia y ahora viene a Europa, donde abre su gira en el Melkweg de Ámsterdam. Había pensado en aprovechar esta cita para enhebrar a su alrededor otro de mis viajes, pero ya lo descarté antes de contraer mis compromisos de estas tres próximas semanas, básicamente por dos razones. Una porque en el Melkweg te exigen hacerte socio todo un año para poder asistir a sus conciertos y a mí es algo que no me interesa. La otra es que Sam viene en su fórmula menos atractiva para mí: a dúo con Jess Dayton. A mí lo que me gusta es verla con su grupo: Sarah Tomeck, Matt Wade y Ron Johnson. Vean qué tres fotos han publicado a guisa de despedida de las tierras australianas.


No les insisto sobre el hecho constatable de que, también en Australia, la mayor parte del público que la aclama en ese teatro está formada por gente más bien mayor, que abundan las canas, las calvas y las barbas entrecanas. Dice Sam en una entrevista que le hicieron en Australia, que fue ella quien buscó a Jess Dayton, que lo había visto tocar cuando era una adolescente, en el Knuckleheads Saloon de Kansas City, donde ella entraba a servir pizzas al público, y que se quedó fascinada con la forma de tocar de este señor. Ahora, al ver que compartía distribuidora con él, lo llamó y le propuso colaborar. Y el tipo aceptó encantado. Quién diría que no a una mujer como Samantha Fish. Vean abajo una foto de promoción de la gira que hacen ambos. En París me tocará verla en esta fórmula, aunque yo saqué entradas para escucharla con su grupo y me han dado gato por liebre después de dos aplazamientos.

Pero habíamos quedado en que diría algo sobre las próximas elecciones. Por un lado, están las regionales a la Comunidad Autónoma. Ahí no tengo dudas sobre a quién votar; lo haré por Mónica García. No es que me parezca una candidata súper, pero me resulta bastante auténtica y acredita amplios conocimientos en política sanitaria, más bien pocos en las restantes materias, pero es de suponer que en el improbable caso de que llegara a gobernar, se rodearía de expertos que sepan lo que hacer. He llegado a mi decisión por exclusión: no voy a votar a Vox, no voy a votar a la señora Ayuso, ni me hablen de votar a Podemos, de cuyo candidato ni siquiera sé cómo se llama, tampoco al PSOE, que presenta a un tal Lobato (en La Coruña, cuando yo era niño había unas Bodegas Lobato y eso es todo lo que me inspira ese apellido). De Ciudadanos hasta me había olvidado, de la pura irrelevancia que está alcanzando su grupo a fuerza de pelearse entre ellos los pocos que quedan.

De todas formas, va a dar igual, yo tengo muy claro que va a ganar la señora Ayuso, por mayor o menor amplitud. ¿Y saben por qué va a ganar? Pues por falta de enemigos o, como se dice en el fútbol, por incomparecencia del contrario. Quitando a Mónica, los demás son patéticos. El único enemigo que tiene Ayuso es ella misma: que se exceda en alguna de las barbaridades que suele decir y eso le pase factura. Pero MAR y el partido en general lo están haciendo bastante bien con ella, la mantienen calladita y además, tras cuatro años de presidenta, algo habrá aprendido. En las anteriores elecciones, realmente arrasó y eso se debe a varios factores. El primero, que en Madrid hay sobredosis de fachas, en especial de franquistas, que temen que se escarbe en sus historiales particulares y se descubra cómo hicieron su fortuna algunos. Por eso no quieren oír hablar de memoria histórica y similares. Ellos tienen su poder bien amarrado, atado y bien atado, y no quieren perderlo de ninguna forma.

Este sector garantiza un monto de votos fieles, que no es suficiente para ganar por mayoría casi absoluta, como hizo esta señora. Pero hay otros grupos, como esa especie de clase obrera recrecida, los chapuzas que han hecho un dinerillo trabajando en sectores de la construcción, pero no han elevado en paralelo su nivel cultural y cívico. Son estos la gente del adosado, del todoterreno y la piscina en las afueras de las ciudades, en general obreros no cualificados, que con esfuerzo han logrado dar el salto al adosado y se han vuelto conservadores. Si leen ustedes el libro La España de las piscinas, cuya cubierta tienen aquí al lado, encontrarán una descripción precisa de esta clase social aspiracional, compuesta por parejas jóvenes con hijos, que han saltado del mundo rural al periurbano y votan ahora al PP, cuando no a Vox.  

En este grupo hay también oficinistas y burócratas, que han llegado al mundo de la piscina y el adosado trabajando a destajo en sectores como el comercio o la moda, agrupando dos sueldos por familia y apuntándose a una hipoteca de largo recorrido. El libro que les he mostrado arriba radiografía con precisión ese universo, y cito textualmente: Un mundo hecho de chalés, urbanizaciones, hipotecas, alarmas, colegios concertados, múltiples coches por unidad familiar, centros comerciales, consumo on line, seguro médico privado. No se puede dar mejor caracterización. Yo he vivido en ese mundo unos años hasta que me volví aterrorizado a la ciudad. Este tejido periurbano, que surge de un urbanismo expansivo, favorece el individualismo y la desconexión social. Y toda la corona alrededor de Madrid está llena de esas urbanizaciones, donde la gente se vuelve conservadora y vota a la derecha.

También hay gente que se gana la vida como taxistas, currantes, autónomos, que no han conseguido llegar a la ciudad de las piscinas, pero entienden que la izquierda les sube los impuestos y los machaca. Yo tengo algunos amigos que se dedican a la micro promoción urbanística, que sobreviven del estudio de detalle, la reforma y el modificao, y todos ellos me dicen que votarán a Feijoo en las generales. Son un tercer grupo a considerar, que han hecho un cierto dinero, se han vuelto más conservadores y su educación cívica no les da para entender que los impuestos permiten tener una enseñanza y una sanidad pública muy buenas y llevan a una versión más solidaria del llamado estado de bienestar. Algunos son tan cortos que se creen que los impuestos sirven para que Sánchez viaje en el Falcon a asuntos privados, como les intoxica minuciosa y diariamente la prensa canallesca en manos de la derechona.

El tema de los medios de comunicación es decisivo también, pero sumando todos estos factores no alcanza para explicar la mayoría cuasi absoluta que obtuvo la señora Ayuso en las elecciones que ella misma adelantó con buen ojo. En ese momento se concitó una circunstancia que ya se nos ha olvidado. Con la pandemia, esta señora decidió mantener abiertos los bares, restaurantes, hoteles, museos y centros culturales diversos. Podemos pensar que fue una muestra de atrevimiento suicida o de ignorancia política, o que tuvo mucha suerte, o lo que queramos pensar. Pero a mí no me cabe duda de que fue un acierto. Y eso le generó un volumen insospechado de votantes adicionales entre la gente de la hostelería y el sector terciario. Que le votaron masivamente, lo que inclinó la balanza aún más.

A muchos de mis lectores no les gustará encontrar este juicio en mi blog. Pero para mí es algo indudable. Ante una pandemia, se puede actuar de dos formas: con miedo y medidas protectoras extremas, como hicieron la mayoría de los estados, o bien dejando que el virus se expanda y nos inmunicemos todos, a costa de numerosas víctimas. Esto segundo lo hicieron solamente la señora Ayuso y los presidentes de Corea del Norte y Turkmenistán (este último niega desde el primer día la existencia del Covid-19 y castiga con la cárcel a quien simplemente lo nombre por la calle y lo escuchen los sicarios de su régimen). También intentaron implementar algo similar en Suecia y en el Reino Unido, donde mandaba por entonces Boris Botejhonson, que es igual de bruto que Ayuso, lo que pasa es que, cuando él mismo se contagió y se vio a las puertas de la UVI, reculó. Vean cómo se caracterizó en esos días a Ayuso desde los medios de la izquierda. 

En el primer año de pandemia, se llegó a dar la situación de que Madrid era la única ciudad de Europa en donde se podía tomar algo en una terraza, lo que llegó a generar un tráfico aéreo de jóvenes que aterrizaban en Barajas, se alojaban en el centro, se tomaban unas birras en la plaza de Santa Ana y se volvían a su tierra. Poco a poco, los demás países y ciudades se fueron abriendo gradualmente a pesar del miedo y ese tipo de actitud se generalizó, salvo en China, donde mantuvieron la política de Covid-cero hasta que no pudieron más. Entonces abrieron la mano, se produjo una cascada de muertos y después la cosa empezó a mejorar. En Europa hace bastante tiempo que no se lleva mascarilla en ninguna parte, medida que en España se mantuvo a título, digamos, cosmético (no valía para nada).

Pero, a lo que vamos: hosteleros y camareros constataron que en Madrid podían seguir trabajando, mientras, por ejemplo en Bilbao o Barcelona estaba todo cerrado. Eso se lo debían a la señora Ayuso y le mostraron su agradecimiento en las elecciones que esta señora convocó a deshora y ganó por esa mayoría aplastante. Desde la izquierda se dice que esa fue una política suicida y que en las demás regiones se cerró la hostelería, pero se compensó a los damnificados con ayudas consistentes. Pero yo tengo muchos amigos en este sector, como saben, y todos me dicen que ellos no quieren ayudas, que lo que quieren y quisieron siempre es no dejar de trabajar. Si tenemos en cuenta que este es un país de camareros y curretas de la construcción, entenderán que Ayuso arramplara con un montón de votos por encima de los que suele sacar la derecha. Este país es una cafetería, como dicen algunos, y se nota en sus elecciones.

Ahora mismo, la construcción va de nuevo a toda pastilla. En el sureste hay planificadas varias ciudades como Cuenca, enhebradas unas con otras, además de la Operación Chamartín, ahora llamada Madrid Nuevo Norte, la mayor operación inmobiliaria de Europa en los próximos años. Nadie se para a pensar en qué demanda de viviendas y oficinas tiene la ciudad, la oferta que va a haber en amplios sectores supera por mucho a la demanda y vamos camino de una nueva burbuja, pero eso es lo que quiere mucha gente, pan para hoy, intentar llegar a tener un adosado o un pisito en los nuevos desarrollos, comprarse el todoterreno y dar el salto social que todo ello comporta. Y mañana ya se verá. Los que pensamos de otra manera somos minoría. Y volveremos a perder en las urnas.

No se crean que en el extranjero las cosas son distintas. En Francia, las grandes ciudades (Paris, Marsella, Lyon) llevan años con gobiernos de izquierdas. Pero el resto del país está en manos de la señora Le Pene, que está a un tris de hacerse con el poder, como Meloni en Italia. En Madrid volveremos a votar por la libertad-libertad-libertad de Ayuso. El estado de bienestar, que iría poco a poco diluyendo las diferencias sociales, ya no mola para mucha gente, la polarización social va en aumento. Pero nosotros seguimos rokeando en el mundo libre, como ya anticipó Neil Young mucho antes que la señora Ayuso ¿lo recuerdan? Hace tiempo que les puse en el blog esta canción que habla de gente sin hogar, de madres que dejan abandonados a sus hijos en la calle para ir a por un chute de heroína, de alumbrado público para que esta gente vea al menos por dónde camina. Mientras nosotros seguimos rocking in a free world

Yo, por ejemplo, me he venido aquí a Baeza, a ver otro concierto de Ghalia Volt. Empecé a escribir este post ayer por la mañana, después de mi clase de inglés, pero tuve que dejarlo para ir al yoga, comerme algo en el Ricla y coger el coche para tomar la autovía A4. Llegué al anochecer, dejé el coche aparcado donde pude y me acerqué al hotel Baeza Monumental. Me inscribí y salí a buscar un bar donde ver el partido Madrid-Barça con unas cervezas y unas tapas. Encontré el bar Pedrito, que estaba abarrotado, pero me hice con un rincón en la barra. Allí me comí media de chopitos a la plancha y otra de berenjenas con miel de caña, ambas muy ricas. El cien por cien de la gente era madridista, aullaban cada vez que el Madrid rondaba el gol y se desesperaban al ver que su equipo era incapaz de perforar el autobús que el Barça puso delante de su portería. Regresé luego por la fría noche de este precioso pueblo.

Esta mañana he salido a desayunar a la plaza porticada y me he tomado un par de cafés con media tostada, que ya saben que en Andalucía se llama así al mollete con aceite, sal y tomate. Si se les ocurre pedir una tostada entera, prácticamente ya resuelven la comida de mediodía. Me he vuelto al hotel a terminar mi post, porque además hacía todavía mucho frío para echar a callejear por la vieja Baeza, ocupación a la que me voy a dedicar en cuanto publique este texto. A mediodía buscaré un buen restaurante, a las cinco y media tengo una visita guiada a los principales monumentos y a las diez de la noche el concierto de Ghalia, en un local que está a cinco minutos andando de mi hotel. Para otro día dejo mis opiniones sobre las elecciones en Madrid ciudad, donde creo que también va a revalidar el señor Almeida, conocido en este blog por El Topillo. Pero esa es otra historia bien distinta. Sean buenos.

6 comentarios:

  1. Interesantes reflexiones sobre los motivos por los que gana Ayuso. Yo añadiría también el gusto patrio por ese tipo de personajes descarados, bronquistas, maleducados, faltones. Arrasan en las redes sociales con sus salidas de tono, insultos, zascas, etc. Esta señora no se siente obligada a ser mejor política o mejor persona. Le va bien así y así va a seguir.
    Leyendo su caracterización sociológica de los diferentes grupos que la votan, me viene a la cabeza algo que no recuerdo quién dijo. La derecha miente siempre. Ha de hacerlo por fuerza porque defiende los intereses de un grupo muy reducido de familias, a lo mejor no más de 200. Con esos votos no le llegaría para ganar en una contienda democrática y por eso ha de decir mentiras, para atraer a más gente.

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    1. Gracias por su comentario. No había oído eso de la necesidad permanente de mentir de la derecha, pero parece bastante cierto. Aunque yo he tratado de cerca a algunos políticos y funcionarios de derechas y no siguen ese estereotipo. Son honestos y creen que realmente es mejor para el tejido empresarial la política de la derecha. Es para pensarlo.

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  2. En cambio, no suscribo lo que dice de la respuesta al Covid. De primeras, no se sabía qué hacer, era una situación gravísima, estaba muriendo mucha gente y hubo que recurrir a los encierros severos. Luego se fue abriendo la mano, pero al tiempo que se organizaban campañas masivas de vacunación y otras políticas de prevención. La respuesta de Occidente ha sido ejemplar.
    Abrir la mano al principio, hubiera sido suicida. Mantener los encierros como han hecho los chinos, era una cabezonería. Y, cuando han abierto por fin la mano, la cosa ha fallado porque había mucha gente mayor sin vacunar, las vacunas chinas eran de peor calidad y han empezado a caer como moscas.
    Lo de Ayuso fue una solución intermedia, que le salió bien. Y hay que reconocerle que, salvando el asunto de las residencias de mayores (que está denunciado en Bruselas), los resultados epidemiológicos en la región no fueron mucho peores que en otras donde se prolongaron los encierros.
    Dicho esto con ánimo de precisar un poco más lo que usted dice, en cuyas líneas generales estoy básicamente de acuerdo.

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    1. Creo que su descripción es mucho más fiel a la realidad que la mía y le agradezco sus puntualizaciones, que explican muy bien lo sucedido.

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  3. Sólo una aclaración: El Centro Cultural Paco Rabal no está en Entrevias (28053), está en Palomeras Bajas (28018).
    Esperemos que ni Ayuso ni Almeida repitan.
    Saludos

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    1. Gracias, era un error mío debido a la proximidad del Centro a la zona de Entrevías. De acuerdo con las normas del blog, como no es una errata sino un error, lo mantengo en el texto sin corregir, dejando constancia de su corrección.
      En cuanto al eventual vuelco electoral, ojalá suceda, pero yo no lo veo muy realista. Me temo que nos van a ganar otra vez.

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