Esto del sinvivir cursa en grumos, como mi memoria, de
forma que, sin saber por qué, de vez en cuando me veo sumido en una sucesión
vertiginosa de citas y eventos que aceleran e intensifican mi tranquila vida de
jubilado. Ya me sucedió antes del verano, cuando tuve que dar tres charlas
sucesivas, luego irme a La Coruña con mi hijo Kike, ponerme a hacer cajas,
trasladarme a casa de África, dar una conferencia más en el Ateneo, someterme a
una colonoscopia, rehacer mi casa después de las obras y terminar recorriendo
la geografía patria como un verdadero groupie
de Samantha Fish. Sin llegar a tanto, algo así me ha pasado en estos primeros
días del otoño, en los que he experimentado un frenesí de actividades de todo
tipo, algo que cualquier idiota tildaría de una
intensa vida social y que me
dispongo a contarles en formato diario, para disfrute de mis seguidores más
cotillas.
21.09.2022. Primer día del otoño. Como
todos los miércoles, hoy salí a correr temprano por el Retiro, aprovechando
el fresquito otoñal que hace tan gratas estas salidas mañaneras. Después de
desayunar y ducharme, me puse al teclado y rematé el post titulado Acerca del wishful thinking, que había
escrito en su mayor parte en la tarde anterior. Lo publiqué, me preparé la
comida, me la zampé con una Milnueve y me eché una pequeña siesta. A las 18.15
bajé a coger el Metro a Palomeras para mi reencuentro con Henry Guitar tras el parón veraniego, que les relaté en el post anterior.
He de decirles que, por si no tuviera bastante con mis
actividades diurnas, estoy viendo la excelente serie danesa Borgen, de la que
voy ya por la mitad de la tercera temporada. La serie cuenta la hipotética
llegada al poder de una mujer, elegida como Primera Ministra de Dinamarca, y es
real como la vida misma: su partido, de centro izquierda moderado se esfuerza
en implementar políticas sociales, frente al bloqueo que le intenta hacer la
derecha sin otro programa sólido más que la murga de bajar impuestos, parece
que no se les ocurre otra cosa. La serie se empezó a rodar y emitir en 2010,
así que ya ven que las cosas no cambian mucho entre los países ni en el tiempo.
Cada noche, aunque esté muy cansado, me pongo el episodio siguiente, me
engancho y me despejo, de forma que acabo acostándome a las tantas.
22.09.2022. Hoy me he conectado con Ed a las 9.30 y hemos tenido una hora de inglés B2 bastante
agotadora. He pasado el resto de la mañana leyendo mi libro para el próximo
Billar de Letras, que llevo un poco atrasado y a las 14.00 estaba en la puerta
de la academia de yoga. Les diré que hace ya casi un mes que me caí
corriendo por el Retiro y todavía tengo molestias en el costado izquierdo. Una de las características de la vejez es
precisamente lo que tarda uno en recuperarse completamente de los golpes y
lesiones. El brazo lo tengo bastante bien y atribuyo eso justo al yoga.
Al fin y al cabo, los músculos son elementos formados por miles de fibras,
somos un 65% de agua y ejercicios de estiramiento como los que comportan las
sesiones de yoga ayudan a reparar las fibras dañadas.
Sin embargo, lo que más me molesta ahora es la zona intercostal izquierda, que no acaba de arreglarse del todo. Tiempo al tiempo. Como de costumbre, recalé luego en el Ricla a comerme unas lentejas extraordinarias. Algunos puristas fanáticos de la vida sana me dicen: todo lo que haces bien con una hora y media de yoga, lo estropeas después comiendo con dos dobles de cerveza. Están completamente errados. La cerveza es una bebida saludable, que ayuda a reponer el agua sudada en el ejercicio y además alimenta. Tras la suma del yoga más una buena comida bien regada, vuelvo a casa suave, encantado de que mi madre me pariera. Además, con los dos hermanos que regentan el bar, hablamos de muchas cosas y paso unos ratos estupendos.
23.09.2022. Es viernes y hoy tenía una
cita para desayunar con África y otras ex-compañeras en una terraza de
Diego de León, a donde me he desplazado en Metro. Ha sido una reunión grata
como siempre, he encontrado a la gente muy bien, con los ánimos intactos a
pesar de las pandemias y las guerras y dispuestas a seguir peleando por una
mejor calidad de vida. Creo que lo mejor es que les ponga una foto, espero que
a las chicas no les moleste semejante exposición mediática.
Hemos estirado la cosa casi hasta la hora de comer,
con su cervecita correspondiente, pero yo me he tenido que despedir
apresuradamente, porque tenía otra cita a las 15.00 en la Puerta de Alcalá,
hasta donde quería llegar andando. Había quedado allí con mi amiga Cr. y otros
compañeros que se están ocupando del estudio previo para la necesaria rehabilitación
de ese monumento emblemático, de cuyas esculturas superiores se cayó un ala
gigante de un ángel con motivo de la Filomena. Desde entonces está rodeado de
andamios y yo tenía la oferta de mi amiga de visitar la obra y disfrutar de las panorámicas desde arriba. Con casco, por
supuesto. Por otro lado, aprovechando los andamios, el lugar está abierto a
visitas libres y gratuitas de cualquiera que lo desee, en horarios de mañana y tarde. El problema es que hay una larga lista de espera, como en cualquier actividad gratis.
La puerta en sí es de granito, pero arriba tiene unas esculturas de piedra caliza muy blanca, que son las que hay que restaurar. Los autores de esas estatuas, seguramente escultores del taller de Sabatini, hicieron un trabajo excelso, pero las figuras son enormes, como las que coronan el Ministerio de Agricultura en Atocha, para que puedan ser observadas desde abajo sin que parezcan enanas. Y subir y verlas al natural es algo que impresiona. Abajo les pongo una imagen para que se hagan idea de la escala de las figuras y otra de parte del grupo arriba de la puerta. Después de la visita nos quedamos algunos a tomar una cerveza más con algo de picar en una terraza cercana, que nos habíamos saltado la comida. Y me fui a casa a descansar, que me esperaba un sábado movido.
24.09.2022. Hoy, sábado, me he puesto
el despertador después de meses de no utilizarlo. Tenía que madrugar para estar
a las 8.30 en punto en la puerta de la Facultad de Ciencias Ambientales de la
Universidad de Alcalá de Henares, adonde me he desplazado en coche mientras amanecía.
Allí me he encontrado con mi grupo de senderistas habituales, para una
excursión de un solo día. Nos hemos juntado 30 personas, que nos hemos
desplazado en autobús hasta el pueblo de La Bodera, en la Serranía Alta de
Guadalajara. Allí dejamos el bus y nos tomamos un café con unas pastitas que
llevábamos, para coger fuerzas para el camino. Echamos a andar y caminamos cerca
de diez kilómetros por el valle del río Cañamares, para terminar en Robledo de
Corpes, en donde nos esperaban con un cocido castellano completo en el restaurante del pueblo.
Por el camino, pudimos observar diversos fenómenos geológicos, como por ejemplo, trozos grandes del llamado gneis precámbrico, que constituye la corteza primigenia de la península y que se reconoce por los afloramientos redondeados de feldespato, conocidos como ollos de sapo, por ser especialmente frecuentes en Galicia. El cocido no estaba mal, pero no era extraordinario. Sin embargo, después de diez kilómetros de andar y con el acompañamiento de varias cervezas de presión, cualquier plato te resulta buenísimo. Por la tarde, el bus nos llevó a Hiendelaencina para ver unas antiguas minas de plata abandonadas, lo que nos supuso andar todavía otro poco más. Y volvimos en bus hasta Alcalá, donde me despedí de mis compañeros y cogí el coche para volver a casa. Llegué como a las 20.00, reventado y sin ganas ni siquiera de ver nuevos capítulos de Borgen. Aquí unas imágenes.
La de arriba es antes de empezar a andar, durante la
explicación del recorrido que íbamos a emprender y las cosas en las que
debíamos fijarnos. La segunda es la foto final del grupo en Hiendelaencina. Les
pido que observen mi postura en cuclillas, como los futbolistas en la foto de equipo.
Esa postura tiene su mérito entre personas mayores como yo, y se la debo
a la flexibilidad que me proporciona el yoga. Si se fijan en el lado de la
izquierda, verán a un colega que intenta agacharse de la misma forma pero se
queda a la mitad. Por cosas como esta sigo corriendo y haciendo yoga, además de
que ambos asuntos me ayudan a no volverme loco.
25.09.2022. Domingo en el que he amanecido bastante cansado, aunque he dormido bien. Hoy me tocaba publicar un post nuevo, que he escrito por la mañana, porque ayer me fue imposible. He hablado de la ventana de Overton y otras historias y lo he conseguido publicar antes del mediodía. Menos mal, porque luego tenía un sarao nuevo. Hoy cumple años mi amigo Joe, mi hermano mexicano, y ofrecía una carnita a la brasa en su casa, en el Sector 3 de Getafe. Así que, aunque me apetecía mucho quedarme en casa, he cogido el coche y he puesto rumbo al sur. La comida ha sido fantástica y, por primera vez en mi vida he comido zarajos de Cuenca. Los ha traído José, el hijo de Joe, que es un gran gastrónomo, como saben.
Yo esto de los zarajos lo asociaba a unos bares
infectos de Vallecas y Villaverde, en donde ofrecían dos delicias de la
casquería nacional: los zarajos y las gallinejas. Ambas delicatessen se ofrecían fritas
y sólo el olor que había en la calle en el entorno del bar era tan asqueroso
que a mí se me revolvían las tripas. Pero estos zarajos, además de estar bien
escogidos, los ha cocinado José a la brasa, partidos por la mitad y con un
chorrito de limón por encima. Y estaban exquisitos. Yo me he comido dos medios,
además de numerosos tacos de entraña y vacío, con tortillas de trigo, frijol refrito y
salsas picantes diversas. La mejor comida de la semana. No obstante, a media
tarde he decidido volverme a casa porque estaba exhausto. Y esta vez no me han
puesto ninguna multa. Al menos eso espero.
26.09.2022. Hoy he debido madrugar
otra vez para atender a una amiga que me había pedido un favor. Estaba apuntada
a una actividad lectiva de la Escuela Técnica en la que cursa sus estudios, que
consistía en un recorrido por la sierra de Madrid de todo el día. Pero tenía
una consulta médica vital a primera hora, se iba a perder el autobús y
necesitaba que alguien la recogiera y la llevara a la sierra a encontrarse con su curso. Le había ofrecido llevarla en mi coche y así lo hicimos. Salimos por la
carretera de Burgos y averiguamos que podíamos alcanzar al grupo en el pueblo
de Canencia, donde harían una parada a media mañana. Canencia está a unos 90
kilómetros de Madrid, pero me pareció oportuno ayudar a esta chica, que forma
parte de esa zona de mi vida que no se cuenta en el blog.
Dejé a la chica en Canencia y regresé a Madrid. Pero
no me fui a casa, sino a mi antigua oficina en el edificio APOT, donde había
quedado con mi compañera R. para que me diera otros dos libros del Bosque
Metropolitano. Resulta que en mi anterior visita me habían dado dos, uno para
mí y uno de más. Pero yo mañana tengo una comida con mi amigo X y nuestros
antiguos jefes de la Oficina del Plan. Y quería llevarles de regalo uno para
cada uno. Con los libros a cuestas he vuelto a casa, con el tiempo justo de
coger la mochila y echar a andar a mi habitual sesión de yoga de los lunes,
seguida de la grata colación en el Ricla. Por la tarde estaba cansado, pero resulta
que la chica de por la mañana se ha dejado el cargador del móvil en mi coche. Y
me ha dicho que no tenía otro y que se iba a quedar sin carga. Así que he
cogido el coche de nuevo, he subido a su Escuela, he esperado a que llegara el
autobús a las 20.30 y luego la he llevado en coche a su casa. Servicio completo.
27.09.2022. Hoy martes ha sido también
un día intenso. Empecé por mi clase de inglés on line. A las 13.30 cogí el
Metro hasta Nuevos Ministerios, en donde tenía mi cita para comer con mis
queridos colegas en el restaurante Jai Alai, donde nos hemos obsequiado con
diversas recetas de bacalao, una de ellas al pil pil, esta vez con un vino
tinto de marca. Me gustan mucho estas comidas en las que repasamos la
actualidad del urbanismo y recordamos los viejos tiempos. Los regalos que les
llevaba a mis amigos les han encantado, realmente el libro ha quedado muy bien.
Y he regresado a casa en bus con el tiempo justo para una siestecita.
Porque a las 19.30 me he conectado para la primera sesión de la temporada de
Billar de Letras.
Hemos hablado durante dos horas sobre el libro El mar
alrededor, de la escritora neozelandesa Keri Hulme, ganador de un Booker ya
hace años. Esta Keri Hulme, fallecida el año pasado, era pintora y poeta, de
ascendencia mixta, blanca y maorí. El mar alrededor es la única novela que
escribió (le llevó doce años hacerlo) y es fabulosa. Me costó encontrarla en
las librerías, me decían en todos los sitios que estaba descatalogada. Pero al
final la localicé en la Librería de Mujeres, cerca de la plaza Mayor,
especializada en libros de pluma femenina. Es un libro muy grueso, que Ronaldo
había pensado para que nos lo leyéramos en verano, pero yo no lo encontré hasta primeros de este mes y aun así me lo he terminado a pesar del sinvivir.
La sesión del club fue muy interesante, participaron el
traductor y el editor del libro, mi amigo Darío Ochoa, socio fundador de la editorial Automática, a quien me alegré
mucho de ver. Ellos dos, más Ronaldo, compensaron un poco el hecho de que el
resto de miembros del club son mujeres. En este club soy el único que mea de
pié, con perdón, lo mismo que en el yoga. Al acabar el club, puse la tele, me tumbé a
ver el España-Portugal de futbol y pude ver la segunda parte con el gol que dio
el triunfo a nuestra selección. Y me fui a dormir.
28.09.2022. Hoy he salido a correr como todos los miércoles. Como el sábado anterior sustituí la carrera por diez kilómetros de caminata, tenía la musculatura un poco agarrotada, pero he corrido muy bien. Después he tenido que subir al centro a comprar café en La Mexicana para mi insaciable máquina De Longhi Magnífica y recoger un cargador para la plancha que había encargado en el Corte Inglés. La Puerta del Sol está levantada entera, lo mismo que muchas otras calles, el Topillo no descansa. He comido en casa por primera vez en varios días y a las 18.15 he salido en Metro para mi clase con Henry Guitar en donde me ha hablado de las anacrusas. A la vuelta tenía dos alternativas para ver futbol: el partido del Depor o el de vuelta del Real Madrid femenino. Por una elemental lealtad he visto el segundo tiempo del Depor, que ha ganado por los pelos. El otro tenía menos emoción, en la ida habían ganado 0-3, pero ya les he puesto el resumen de ese partido en el que Athenea se salió como siempre.
29.09.2022. De nuevo he tenido que
madrugar, esta vez para constituirme a las 8.30 en la Escuela de Arquitectura,
en donde empezaba el ISUF, congreso hispanoamericano de urbanismo, al que estaba
invitado a cambio de llevar a los congresistas a Madrid Río el sábado. Tenía interés en esta primera sesión, sobre todo
por escuchar a Fernando Terán, una de mis referencias en la doctrina
urbanística, a quien a sus 88 años habían
pedido una ponencia y se la había preparado con mucha ilusión, según la
directora del congreso Ester Higueras. Fui en coche, aparqué detrás de la
escuela, me registré y me dieron la acreditación. Abrió la sesión el director
de la escuela, le siguió José María Ezquiaga que estuvo muy bien (es un gran orador)
y luego la propia Ester, que también fue de interés. Ambos hablaron de un tema clave: la adaptación de las ciudades a una población envejecida. Abajo tienen el cartel de este congreso.
Y entonces salió a la palestra Terán. Hacía mucho que
no lo escuchaba hablar y los estragos de la edad eran evidentes, pero mantiene
la cabeza de siempre. Terán, a quien he escuchado muchas lecciones magistrales y con quien tuve mucho contacto en el Ayuntamiento, llegó a ser Director de la Real Academia de Bellas Artes de la que es miembro
hace años. Y tuvo una cierta relevancia mediática cuando emparejó su vida con
Elena Arnedo, prestigiosa ginecóloga y militante socialista, a la que Miguel
Boyer abandonó por causa de la señora Preysler. Fueron pareja hasta la muerte
de ella en 2015, que le dejó bastante tocado anímicamente. Después se ha ido
más o menos apartando de la actividad pública y era una ocasión única de
escucharle de nuevo. Abajo les pongo una foto de 2014. Tenía entonces 80 años, era
director de la Real Academia y tenía esposa.
No voy a contar aquí las reflexiones de Terán, de las
que tomé nota frenéticamente para que no se me perdiera nada. Son demasiado
conceptuales y abstractas para este blog. Sí contaré un par de momentos
entrañables al final de la conferencia, cuando pidieron a los asistentes que
aprovecharan la presencia del maestro para hacerle preguntas. Salió Ramón López
Lucio, otro profesor de la escuela habitualmente enrevesado, con una pregunta
bastante larga y abstrusa. Terán le escuchó y le contestó que está muy sordo,
usa audífonos y con la reverberación del micrófono no había entendido nada de lo que le decía.
Luego salió otro profesor más, Luis Moya, que subió al estrado a hablarle de
cerca. Dijo que el movimiento vecinal está cobrando fuerza otra vez (primera
noticia para mí) y que los arquitectos deberíamos estar al lado de los vecinos
como en los años gloriosos. Con una amplia sonrisa, Terán le dijo: ꟷYo ya estoy mayor para eso, eso os lo dejo a los jóvenes. La
gracia del tema es que Luis Moya tiene 75 años y está jubilado, como Ramón
López Lucio.
Finalizada su participación, el maestro bajó trabajosamente del estrado, para lo que necesitó ayuda, y enfiló el pasillo a
cuyo lado me sentaba yo en la fila tres. Y al pasar por mi lado, nos miramos y
vi que me reconocía, estiré la mano y me la apretó muy emocionado antes de seguir su camino. Me hizo
ilusión que se acordara de mí después de tantos años y salí tras él a decírselo. Afuera, le di un abrazo y le
dije mi nombre por si no lo recordaba. Asintió vivamente en silencio y me quedé con
la duda de si me había escuchado con los audífonos. Pero lo que no se le había
olvidado era mi bigote, desde luego.
Regresé a la sala para ver la siguiente ponencia, a
cargo de la arquitecta colombiana de origen griego Doris Tarchopulos, que fue
también interesante. Después venía el break-coffee, que yo aproveché para tomar
las de Villadiego. Eran las doce y yo quería volver con el coche a casa para ir
otra vez al yoga y al Ricla. Tras la siesta me di prisa para escribir mi post
sobre las anacrusas, ciertamente a la carrera, para tener margen de
incorporarme de nuevo al congreso a las 20.30, para la Cena de Gala en el
restaurante del Museo del Traje. Fue una cena en formato coctel, todos de pié mientras unos camareros te iban sirviendo bebidas y pinchos, y yo me lo pasé muy bien, mariposeando por entre mis colegas arquitectos con los que no tengo grandes afinidades, pero con los que me gusta encontrame de vez en cuando.
30.09.2022. Viernes y día de merecido
descanso, sin más detalles.
1.10.2022. Hoy he madrugado una vez
más para poder estar a las 10.00 al pie del mástil de la bandera europea
gigante que hay en la glorieta de San Vicente. Allí me he reunido con los 35
participantes del ISUF que se han apuntado a la visita guiada a Madrid Río. Han
sido cuatro horas y cuarto de paseo en las que he logrado mantener la
atención de todos ellos como el flautista de Hamelín. La gente era de nivel, profesores de
diferentes universidades españolas y extranjeras, con mucha presencia de
paisajistas, geógrafos y sociólogos, el urbanismo es definitivamente un asunto
multidisciplinar. Por la mañana me había levantado y me había tomado un té de ginseng
rojo coreano, mi pócima secreta para estos saraos.
A las 14.30 hemos llegado al Matadero, en cuyo bar,
que se llama La Francachela, nos hemos obsequiado con las cervezas de rigor, en
mi caso con un pincho de tortilla. He hablado bastante con Doris Tarchopulos, que
me ha contado que su abuelo era griego de Estambul, pero se fue a Colombia
huyendo de los turcos, que estaban haciendo una limpieza étnica decidida, en
paralelo al genocidio de Armenia. Vamos, que el famoso Ataturk era el Putin de
la época. Si algún día me decido a viajar otra vez y caigo por Bogotá no dejaré de
llamarla. Me he despedido, he subido a Atocha en Metro, pero tenía un hambre
canina. Así que me he pasado por El Brillante a completar mi comida con medio bocata
calamares. Por la tarde, me he podido sentar a escribir este post, que publicaré mañana.
2.10.2022. Bueno, después de desayunar, me he dedicado a repasar este post hasta dejarlo niquelao. Ahora lo publicaré y trataré de pasar el resto del domingo dedicado a la noble tarea de tocarme las pelotas a dos manos, también llamada por mis hijos samanthing. Mañana empiezo una semana más tranquila. Espero no haberles aburrido con mis aventuras. Hoy se juega el futuro de Brasil y, entre ustedes y yo, que gane o pierda Lula me la trae al pairo, lo que deseo con toda mi alma es que pierda Bolsonaro, que es un animal de pezuña. Les diré que, en tiempos de amenazas planetarias diversas y sucesivas, ponerse unas orejeras y concentrarse en el presente más inmediato es una buena receta para no venirse abajo ni sucumbir a la inquietud. Recuerden: hacer como si. Hagamos como si no estuviera pasando nada ahí afuera, al otro lado de la puerta. Y seamos buenos. Yo el primero.
Ya llevaba tiempo sospechando algo y en este post me lo has dejado claro: llevas una "intensa vida social" y como consecuencia de tildarlo así, me corroboro en lo que sospechaba de mí.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue así, Emilio.
Querido Paco, aprecio tu coña, pero creo que sabes lo que quiero decir. El que dice de sí mismo que lleva "un intensa vida social" y presume de ello, puede ser un idiota. El que lo dice de otro y encima con ironía, como es tu caso, no es un idiota para nada. Más bien es un tío grande. Por lo que respecta a tu persona, yo no tengo la menor duda. Un abrazo fuerte.
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