Bueno, qué hartura de pandemia esta ya, coñe, es que
no hay quien lo aguante. Vale, hacemos como si no hubiera por ahí un virus
cagándose cotidianamente en nuestros muertos, pero al final aparece y te
fastidia todo lo que planeas hacer. El concierto de Samantha Fish en el
Bataclan de París no se ha suspendido todavía, pero tiene todas las papeletas
para ser reprogramado. Todos los conciertos que tenía previsto dar en el estado
de Texas en enero se han aplazado a una fecha por confirmar, por el
recrudecimiento del número de contagios en los USA, donde la tormenta arrecia y no acaba de aflojar. Y los que tenía
previstos en el UK entre el 30 de enero y el 8 de febrero han sido pospuestos a
octubre, en la esperanza de que para entonces las cosas hayan mejorado. El
siguiente es el del día 10 en París, del que lo más previsible es que pronto se anuncie
su suspensión.
Como a mí me encanta ir a París a ver a mis hijos, he
estado valorando la posibilidad de sacarme los billetes de avión y viajar de
todas formas, aunque no haya concierto. Finalmente no lo he hecho. Pienso que
tampoco es la mejor fecha para visitar París, en pleno invierno y con el Covid a todo trapo. En este
presente incierto y líquido en el que nos movemos, hay que ir moviendo el
volante en función de las curvas que nos vaya presentando el camino. El que controla la página de Facebook Samantha Fish España (en la que ya somos 233
miembros) y que responde al nombre de Daniel BA, tenía ya sus entradas para el
concierto y dos billetes de avión a París, que va a tener que
tirar a la basura. Yo he estado a un tris de comprarlos también en varios
momentos, pero he resistido mis ansias y no tengo que lamentar ahora perder ese dinero.
Cuando uno pasa a tener en su cuenta bancaria unas
entradas mensuales como de la mitad de las que tenía antes de la jubilación,
hay que aquilatar bien los gastos y ser un poco prudente. En ese sentido, a mí
ya me han ingresado la llamada paguilla, que es bienvenida, pero a la vez me
han comunicado cual va a ser el incremento de mi pensión para el año entrante.
Después de múltiples y complejos cálculos que se me detallan en el escrito
recibido, la conclusión es que el Estado ha decidido subirme la pensión para
este año la sustanciosa cantidad de (TATA TACHÁN): 3 euros. Como lo oyen. Uno, dos, tres y ya. Además
se anuncia que al año que viene no habrá paguilla, porque la subida de este
año no se va a someter a correcciones ulteriores como hasta ahora. Ya ven, hasta este año te subían una miseria, pero al final te corregían un poco la cosa con la paguilla. A partir de ahora ya ni eso.
El papel que me mandan deja claro que la decisión no
es apelable. Menos mal, porque, si pudiera contestarles, les recomendaría muy
educadamente que envolvieran los tres euros, que tan generosamente me regalan,
en un preservativo, para introducírselos por el ojete al responsable de dicha
decisión, con mucho cuidado de no dañarle las paredes internas del recto, una membrana muy
delicada que no conviene forzar. Esto de las subidas anuales de la pensión es
algo de lo que escuchaba indignarse cada año a los jubilados que conocía, pero
es la primera vez que lo sufro en carne propia. Así que aquí me tienen, yo que
me las prometía tan felices con mi plan de ir a Paris a ver a la bella Sam al
Bataclan y me encuentro con que la actualidad del mundo me ha dado una sonora bofetada y me ha traído
de vuelta al mundo de las miserias cotidianas.
Y Dios me libre de quejarme, que las cosas aun pueden
ir peor y ahí tenemos la posibilidad de una guerra con motivo del problema de
Ucrania, del que les hablé hace un par de posts, cuando detallé los retos a los que se enfrentaba el mundo en este año. Ya les conté hace unos
años una anécdota que les narro de nuevo, telegráficamente. Mi hermano mayor y
su mujer participan en un viaje del INSERSO por los llamados Países Bálticos. Mi cuñada, que es alemana y muy observadora, se fija en que el conductor del
autobús se entiende perfectamente con todos los guardias fronterizos cada vez
que cambian de país, y le pregunta si es que sabe los tres idiomas (estonio,
letón y lituano). Respuesta: no, es que entre nosotros nos entendemos en ruso.
¿O sea que la influencia rusa continúa por estas tierras, décadas después de la
independencia? Respuesta: señora, cuando los rusos se hacen con un territorio
ya nunca se van del todo.
A esto hay que añadirle que la idiosincrasia y la identidad cultural rusa, bielorrusa y ucraniana son idénticas y provienen de un origen común, el llamado Rus de Kiev, fundado por diversos pueblos eslavos en el Siglo IX y madre de estos tres estados. Kiev, que está en Ucrania, es el alma de la historia de Rusia. Además, tras la caída del mundo soviético en 1989, la OTAN se apresuró a integrar en su estructura a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria, aprovechando el momento de debilidad del poder ruso. Y tampoco hay que olvidar que Putin es un ex-agente del KGB, que desarrolló la mayor parte de su carrera como jefe de esa policía política en Dresde (Alemania Oriental). Y que su política de reconstruir el imperio soviético cuenta con muchos apoyos internos, sobre todo entre gente mayor, nostálgica de otras épocas, como la doña de la foto de abajo, que cada año celebra el cumpleaños de Lenin llevando flores a su mausoleo en la Plaza Roja.
La prensa occidental pone a Putin a caer de un burro,
como un tipo que practica el matonismo y que tiene laminada a toda la oposición
para perpetuarse indefinidamente en el poder, como hacen todos los autócratas.
Pero no hay que olvidar que, en cuanto a matonismo, la parte occidental a la
que pertenecemos (desde que Felipe González decidió que OTAN, de entrada no,
pero de salida menos) tampoco se anda con chiquitas y basta con observar un
simple mapa de los países que integran ahora mismo la OTAN para entenderlo
plenamente.
En esta década, tanto Ucrania como Bielorrusia
han alumbrado movimientos populares en cuyo trasfondo latía el convencimiento de
que sus problemas sociales y económicos no se van a solucionar nunca mientras
se mantengan en la órbita de Moscú. En Bielorrusia fueron aplastados por la
oligarquía post-soviética dominante, como ha vuelto a suceder recientemente en
Kazajistán. Pero en Ucrania el problema es diferente, porque en el lado
oriental de este inmenso territorio, los sentimientos pro-rusos son dominantes,
mientras que en la zona Oeste miran con ansia a Europa. Hablo de esto con
conocimiento, porque conozco dos familias amigas aquí en Madrid que tienen de asistentas a sendas ucranianas fanáticas de estos dos sentimientos simétricos
excluyentes. Ninguna de las dos duda un milímetro de su posición.
La cosa tiene difícil solución y, así de primeras y
fiándonos sólo de la gimnasia gestual de los líderes de ambos bloques, parece
evidente que Putin es más despiadado, más sólido y con mayor cuajo que Biden,
que no deja de ofrecer a menudo un aire compungido, como si lo que pasa en el mundo fuera una pena y él no pudiera hacer nada por evitarlo. Y hablando de gimnasia gestual, abajo tienen una
foto impagable del final de las conversaciones que han mantenido en Ginebra un representante de USA y otro de Rusia, para evitar la guerra. En esta cumbre, se han cruzado documentos con las condiciones
de cada uno, que ahora han de estudiar sus equipos. La verdad es que el cámara que ha captado ese instante mágico, es
un genio de la fotografía.
¿Qué les dice la gestualidad global de estos dos
señores? Pues el americano ofrece su mano y parece decir: Venga, tío, pelillos
a la mar, choca esas cinco que esto lo vamos a arreglar entre tú y yo. En
cambio, el gesto del ruso parece decir: ¿Te kir-i ya de aquí, tío, tanta mano y
tanta polla? Que a ver si me vas a contagiar del Covid con la tontuna esta del apretón. Mira
que, como me calientes, te arreo semejante vatrushka, asín del revés, que te
mando p’allá pa la Normandía esa vuestra. Creo que no había traído al blog una instantánea tan cojonuda desde la que representaba a Sánchez con Albert Rivera tirándose un pedo al unísono.
Pero
al final, estas historias, que uno lee en la prensa y que le parecen tan
lejanas y como en mundos remotos, acaban por influir en nuestra cotidianeidad y
nos amargan la vida. Porque lo que está detrás de este conflicto es el
suministro de gas natural que viene de Rusia por diferentes gaseoductos, de los
que Putin puede cerrar la llave de paso en cuanto quiera. Y esto está
incidiendo en el cachondeo de los precios de la luz, de los que, como ya apunté
hace un tiempo, soy uno de los eventuales damnificados, como les voy a recordar,
en una historia de estas que a mi amigo Berto le gusta que cuente porque le
remiten a los problemas cotidianos que él, como yo, sufre, mientras que, cuando hablo
de otros asuntos más míticos y grandiosos, él me ve libre de los primeros, cuando en realidad
estoy tan expuesto como cualquier otro.
Por
partes. Hasta el verano pasado, yo pagaba la luz como cada hijo de vecino, de
acuerdo con mi contrato con Naturgy, antes Unión Fenosa, y mucho antes Unión
Eléctrica Madrileña. Es más, ni siquiera me enteré de que dejaban de cobrarme
mensualmente hasta que recibí un sms cutre que me decía textualmente:
C.Regulada: Debido a una incidencia puntual, es posible que tus facturas de luz
se retrasen. Una vez se emitan, puedes fraccionar el pago llamando al
XXXXXXXXX. Así como lo ven. En un sistema que ninguna empresa seria usa y
tratándome de tú. Llegué a pensar que se trataba de alguno de esos timos que se prodigan
por el mundo virtual, pero entrando en mi página del Banco comprobé que ya no
me cobraban un solo recibo. Hasta hoy.
En
paralelo, empezaron a menudear las noticias sobre la volatilidad de los precios
de la luz, que cada día pegaban subidas espectaculares, que no sólo batían
récords, sino que los pulverizaban (sic). Entre récord y récord pulverizados, esa fantasmal compañía regulada, me atacó de nuevo en septiembre, esta vez con
una carta más formal y en papel, en la que venían a decirme que mi contrato con ellos vencía en noviembre (algo que
yo ignoraba); que si yo no decía nada, se renovaría automáticamente, en las
mismas condiciones; que, con la que estaba cayendo, esas condiciones me hacían estar expuesto a subidas
estratosféricas a capricho del incierto mercado. Pero que ellos, en un alarde
de generosidad, me ofrecían cambiar a una tarifa fija, ya para siempre,
que me libraría definitivamente de ese sinvivir.
Ya
les digo que nunca contesté a esta carta, por una razón muy sencilla, de orden
general: cuando una gran compañía como esa, te ofrece algo de ese tipo, es por
su propio beneficio, no por el tuyo. Pero el caso es que yo seguía sin pagar la luz
y la deuda incrementándose, supongo. Conté mi caso por ahí a amigos y me
enteré de que no era el único, que era algo que estaba sucediendo precisamente
desde el verano, cuando el sistema de precios empezó a portarse como un niño
hiperactivo sobre una cama elástica. Tocaba esperar. Pero la cosa tuvo un
movimiento por fin a primeros de este mes de enero. Un día me llama una señora
muy amable en nombre de Naturgy. Mi respuesta fue inmediata: no sabe usted lo
que me alegra que me llamen, porque los voy a poner finos y me va a oír usted, señora.
Hablamos
cerca de tres cuartos de hora, porque Naturgy tenía una oferta para mí y yo les
dije que no pensaba entrar a ningún trapo, hasta que no me explicaran qué
estaba pasando, como me gusta a mí que me expliquen las cosas, es decir, como
para tontos. La señora tenía mucha paciencia y era una buena vendedora (al final, me colocó su producto). Según sus explicaciones, Naturgy es una de
las grandes compañías distribuidoras de energía que se encargan de facilitarnos
la luz que tan necesaria nos es en este mundo electrificado. Como suelen hacer estas grandes compañías,
Naturgy tiene externalizado el servicio de cobro de recibos en otras dos
compañías subcontratadas: Naturgy-Tirulirulirulí, que opera en el mercado
regulado y Naturgy-Tirulirulirulá, que lo hace en el libre. Los clientes de
Naturgy pueden elegir una u otra libremente, de acuerdo con la Ley.
Yo
no tenía ni idea de esto y estaba en la compañía regulada, sin saber que hubiera otra alternativa.
Pero esta señora me dijo que, desde que los precios han empezado a sufrir el
baile de San Vito, es mucho más conveniente pasarse a la compañía libre. Que es
lo que ella me ofrecía. Que lo de que no me cobren la luz es algo que le está
pasando a mucha gente y que ya se resolvería. Pero ella me ofrecía pasarme a la
Tirulirulirulá, que es algo que me conviene, para lo que me ofrecía además un bono
regalo de 50€, sólo por apuntarme. Y unas condiciones muy favorables: sin compromiso de permanencia, es decir que, si dentro de un tiempo, me conviene
volverme al mercado regulado, puedo hacerlo cuando quiera. Además, contaba con catorce días para anular ese acuerdo, si me arrepentía del cambio. Le dije que hablaría con asesores expertos en este tema en los
que confío, antes de que pasaran esos catorce días.
Es
lo que hice y todos me confirmaron que había hecho bien, que en este momento es
más conveniente el mercado libre. Porque el truco es que durante esa llamada me
grababan un pequeño audio para confirmar que estaba conforme. En cambio, si yo optaba por decirle a la doña que me lo quería pensar unos días, entonces me perdía lo de los 50€. Tal
vez piensen ustedes que soy un pardillo, pero mis asesores me confirmaron que
había hecho lo correcto. Pero antes de prestarme a grabar el audio, le saqué a
la señora algunas informaciones más. Una, que según mi contrato tengo a mi
disposición un servicio técnico al que puedo llamar para cualquier arreglo. Y
les llamaré pronto para ver si puedo cambiar un par de cosas en mi red
eléctrica particular, que hace tiempo tengo pendientes y que ya se las iré
contando.
La otra es que Naturgy tiene un servicio de atención
presencial al público muy bueno, con oficinas por toda la ciudad, adonde podía
acercarme para aclarar cualquier duda que tuviera. Porque lo de que no me
cobren la luz desde junio es un problema de N-Tirulirulirulí, y la señora del
teléfono era de N-Tirulirulirulá y como es natural no me podía explicar cuál era
el problema. Así que, unos días después, me acerqué a la oficina de Santa María
de la Cabeza, a unos diez minutos de casa. No tuve que hacer cola (claro, si
los abonados no saben que esto existe, allí no va ni el Tato). Otra señora muy
amable, competente y con mucha paciencia. Por resumir. Me dijo que lo de que no
me cobren desde junio no es un problema exclusivo mío. Que hay nada menos que
300.000 abonados en la misma situación, sólo en Naturgy. Que había hecho bien
en no contestar a la carta de los Tirulirulirulí ofreciéndome pasar a una
tarifa fija, porque lo normal es que a mediados de año el mercado se
tranquilice y deje de pulverizar récords y en ese momento la luz bajará.
Esta señora me confirmó que hay dos modalidades de pago, la
del mercado regulado y la del mercado libre. Con el añadido que ella, cada vez
que se refería a la primera, enfatizaba: la del mercado regulado del Gobierno. No sé si sería de Vox
o de Ayuso (del fraCasado yo creo que no queda nadie en su sano juicio). Y también me confirmó que
ahora mismo es mejor estar en la libre que en la regulada del Gobierno; más
adelante no se sabe, pero yo siempre puedo volver a la otra si cambian las
tornas. Además, me dijo que la compañía del mercado libre no me iba a poder
formalizar el nuevo contrato hasta que no tuviera saldada la cuenta pendiente
con la otra. ¿Y eso cuando sería? Pues como solía decir el Hermano Lobo: Uuuuhhh.
Y por qué está sucediendo esto. Pues porque, siempre
según esta señora, ante la volatilidad del mercado, el Gobierno ha
decidido que no se cobren las facturas hasta que el tema se haya tranquilizado,
momento en que se aplicará una media de los precios desbocados que se hayan
producido en ese período. O sea, que es por nuestro propio bien. Sin embargo, la
versión del portero negacionista de mi casa (ese que tira la basura toda junta,
porque cree que, aunque la separemos para reciclar, los basureros la mezclan toda después) sostiene la teoría de que lo que quiere el malvado Gobierno de Sánchez es cobrárnosla luego toda al precio más alto que se haya
registrado. En general tiendo a creerme la versión de la señora; la otra no
sería lógica y supongo que las asociaciones de consumidores pondrían
el grito en el cielo.
Así que aquí me tienen, esperando el santo
advenimiento, porque no puedo hacer otra cosa. Según la señora de Santa María
de la Cabeza, lo primero que me va a pasar es que me llegue la información de
cuánto debo desde junio, con diversas ofertas de forma de pago a elegir. Una
vez que tenga esto solucionado, me habré librado de la pérfida compañía
regulada del Gobierno (esa que intentó estafarme con lo de la tarifa fija) para
pasar a depender de la libre. Esta también me estafará como todas, pero al
menos espero que lo haga con cuidado. Uno, a sus años, agradece encarecidamente el uso a
mansalva de vaselina esterilizada. Mientras tanto, un día de estos veré hasta donde llega ese servicio técnico que llevo pagando desde siempre (creo que son unos 3€ al mes, como el aumento de mi pensión) y que ignoraba que tenía.
Y, después de este rollo patatero, me queda
dejarles un vídeo de Samantha, de la época de sus inicios. Ya saben que Sam era
muy tímida de niña y adolescente, y dice que lo sigue siendo, pero que se
siente más protegida cuando tiene una guitarra en la mano. Y la verdad es que en
la casi totalidad de los cientos de vídeos que hay en Youtube de toda su
carrera, siempre aparece con una guitarra en la mano. He encontrado uno
delicioso en el que esto no sucede. Estamos en 2013 y su amigo Devon Allman,
guitarrista y alma de la Allman Betts Band, invita a nuestra Sam a subir al
escenario para acompañarle a cantar el mítico Stop draggin' my heart around,
que crearon Tom Petty y Stevie Nicks. Pero le dice que de la guitarra se ocupa
él. Sam se ajusta a lo que le piden y podemos ver que hay momentos en que no
sabe qué hacer con las manos. Pero igualmente es una delicia de mujer. Disfrútenla.
En pantalla grande, please. Y que tengan un buen finde.
Lo de la jubilación me parece que no lo has entendido bien. Con el sistema Rajoy, que imperaba hasta ahora, se producían esas subidas ridículas como tus 3 euros. A mi madre le subían 60 céntimos y se pillaba unos cabreos monumentales cada mes de enero. Luego, a final de año se comparaba con la subida del IPC y se hacía la corrección correspondiente, en forma de una paga o paguilla única.
ResponderEliminarLo que el Gobierno socialista está preparando es un cambio en el sistema de actualización, que suponga una subida más sustancial. Con ese sistema no habría paguilla, pero la mejora para los pensionistas sería importante. Lo que pasa es que aún no lo tiene aprobado y por eso te ha llegado esa actualización absurda como la de los años anteriores. Cuando se apruebe, imagino que será con efecto retroactivo desde enero.
Pues quiero creer que está usted en lo cierto. Eso supondría que mi pensión subiría algo más que esos ridículos 3 euros. De momento, la de enero ya me la han pagado con ese aumento realmente "diferencial". Aun así, a mí lo de que me dieran una paguilla me hacía ilusión, ya ve usted que simple soy.
EliminarBueno, Emilio, así que ingresas la mitad que antes de jubilarte. Mira qué suerte, yo ingreso un poco más que en activo. Habría sido horrible tener el sueldo de Luis el Cabrón, 21000 yuros al mes, la jubilación te habría dejado reducido a la miseria, diez veces menos. ¡Qué alivio! Y, aunque estés con Naturgy, apaga la luz. Besos, África.
ResponderEliminarSuerte la tuya, querida, si ganas más a cambio de nada. Yo no me quejo, son las cosas de un sistema progresivo, que me parece muy bien, porque las necesidades mínimas de supervivencia de un ordenanza y de un alto ejecutivo, cuando se jubilan, vienen a ser las mismas. Besos.
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