Al
final del puente de Todos los Santos, abro un huequecito para hablarles de un
tema que me parece clave. Vivimos en un país en el que se practica la
desmemoria histórica y no sólo en cuanto a la Guerra Civil (por qué habrá que
ponerle mayúsculas a los mayúsculos horrores), sino respecto a temas como el
esclavismo, que está detrás de la forja de algunas de las fortunas personales de
las actúales familias más pudientes de Cataluña y Andalucía (demostrado) o el
País Vasco (presumible). El esclavismo, la Inquisición, los horrores de la
Guerra Civil, parece que nunca hubieran sucedido. De eso no se habla, es tabú. Y,
de esa forma, resulta que algunos temas no están resueltos de verdad. Como en
el clásico chiste, no están muertos, sino mal enterrados. Un tema muy propio
de las festividades de estos días.
Un
ejemplo claro y meridiano se da en relación con otro fenómeno histórico
terrible, en este caso mucho más cercano, puesto que hace poco se cumplió el
décimo aniversario de su final. Y, respecto de este asunto concreto, hace unos
días se publicó en El País un artículo que me parece buenísimo, porque es
preciso, sintético, tiene la dosis de sarcasmo justa, pone los puntos sobre las íes en relación con un personaje
muy concreto y ya iba siendo hora de que alguien dijera lo que en dicho
artículo se dice de él. Como sé que muchos de mis seguidores no están suscritos
a El País (por motivos ideológicos o por un reparo o escrúpulo previo de tipo ético, que les impide pagar por leer la prensa), pues en vez de ponerles el link, esta
vez se lo voy a transcribir. No sé si me busco algún lío con esto, a cuenta del
copyright, pero cito el medio de origen, el autor y la fecha y lo transcribo
tal cual. Tal vez incumpla alguna ley y hasta me haga merecedor de una sanción,
pero en el contexto ético de mi conciencia no creo estar haciendo nada
incorrecto.
Ya
saben que, al menos en inglés, no es lo mismo la ética que la moral, y yo
siempre me he guiado por principios éticos y no morales; por eso cruzo por los
pasos de peatones con el semáforo en rojo cuando no viene ningún coche (ya he
explicado esto en el blog hasta la saciedad). Les diré que yo entro en El País
directamente a leer los artículos de opinión de unas cuantas firmas: David Trueba, Manuel Jabois, Enric González. Huyo en cambio de otros que no se me
ocurre ni empezar a leer: Cebrián, Rosa Montero, Leila Guerriero (en este
último caso es porque no la entiendo, no sé qué me quiere decir). Bueno, pues
entre los primeros hay uno que me encanta especialmente. Se llama Íñigo Domínguez
y lo descubrí cuando escribió uno tras otro unos diarios del confinamiento que
salían publicados todos los días y que me parecieron fabulosos; algunos incluso
puse el enlace en el blog para que los leyeran ustedes. Bien, pues este caballero
publicó hace unos días el artículo que les transcribo a continuación, y que
creo que pasó bastante desapercibido, aunque me parece extraordinario. Léanlo,
please.
Ese pueblo narcotizado
Íñigo Domínguez, El País 26 de octubre de
2021
El 8 de
abril de 2018, ETA divulgó un comunicado sobre “el daño causado” que,
entre otras cosas, decía: “ETA reconoce la responsabilidad directa que ha
adquirido en ese dolor, y desea manifestar que nada de todo ello debió
producirse jamás o que no debió prolongarse tanto en el tiempo”. Otegi
dijo este martes frases con palabras idénticas, y
parecía algo, porque las otras ya se nos habían olvidado. A él seguro que no,
tendrá apuntadas estas cosas, pero las hace pasar por nuevas. Un aniversario
del fin del horror sin que él aparezca por ahí sería demasiado bonito para ser
cierto. Sigue haciendo copia y pega de parrafitos de ETA porque cree que a los
suyos les da legitimidad seguir el hilo de la gloriosa tradición, pero es al
revés, se la quita. Debería poder existir un partido independentista y de
izquierda normal en el País Vasco, que no tuviera nada que ver, ni remotamente,
con el horror. Pero Otegi se cree imprescindible, cuando solo es insoportable.
A ver si algún amigo se lo dice.
Las
otras palabras de Otegi, horas después ante sus congéneres, han causado mucho
revuelo, pero han quedado eclipsadas las menos estridentes. Es normal, la
chorrada más grande se lleva el protagonismo. Pero había otras que, bien
miradas, son de notables proporciones: “Me alegro no tanto por lo que hemos
dicho, que también, sino porque hemos vuelto a colocarnos en el centro del
tablero, porque en este pueblo narcotizado hemos vuelto a hacer plas y a darle
una patada al hormiguero”. Qué dos expresiones tan curiosas: un pueblo
narcotizado y unos individuos que hacen plas.
Revelan
un complejo de superioridad del hablante que resulta esclarecedor, no solo
familiar. Es un salvador, un profeta, en el ejercicio de su comprensible
vanidad. En cambio, esta gente que solo piensa en vivir tranquila, tener un
trabajo, una familia, está amodorrada. Malditos pequeñoburgueses. Mira que
olvidarse de las prioridades, de la lucha, de la utopía. Todo culpa de
Netflix, del satisfyer. Menos mal que sobrevolando la ciudad, como Batman,
tenemos a unos tipos que hacen plas. Unos individuos que tutelan a esta masa de
borregos para despertarlos, ponerlos en la recta vía, recordarles lo
importante. Es un pueblo que se resiste a ser liberado por esta élite de
listos, que creen dirigir el mundo, o el Gobierno de Madrid, desde su guarida
secreta.
Por
razones de trabajo tuve relación durante un tiempo con exterroristas italianos.
A pesar de los años, había dos frases que a algunos les costaba mucho decir,
una cuestión de soberbia revolucionaria. Una: “Hemos perdido”. Dos: “No
teníamos razón”. La primera se enmarca en una concepción de lo ocurrido como una
guerra, y aunque era precisamente la suya, no asumen el resultado. Es un
cálculo completamente majara, pero es que suponían que tenían que vencer.
Porque el pueblo, creían, estaba de su parte, pero estaba como narcotizado, no
les seguía. La segunda frase es más puñetera, porque supone admitir que todo
fue un gigantesco error. No un error político, que tienes que dimitir y tal,
sino un error moral monstruoso, y es que entonces te tienes que encerrar en
casa y callarte para siempre. Abres un estanco, intentas pasar inadvertido. No
tienes autoridad ni para dirigir un orfeón. Da igual lo privilegiado que sea tu
cerebro o tu sagaz olfato político, son tesoros que la humanidad se perderá. No
sé si Otegi alguna vez condenará a ETA, pero creo que será más fácil que oírle
decir una de estas dos cosas. Quiere seguir haciendo plas.
Creo
que, como les decía, es un artículo necesario, para poner en su justo sitio a
un personaje al que no le tengo ninguna simpatía, aunque reconozco que fue clave
en el proceso de reflexión interna que llevó a ETA a disolverse, aunque no a
abjurar de todo lo hecho en 50 años de actos violentos. Estos días se han hecho
encuestas entre los niños de la ESO de la Comunidad Navarra y resulta que sólo
el 57% sabe lo que fue ETA y apenas a un 0,5% les suena el nombre de Miguel
Ángel Blanco. Es bastante significativo y no creo que en la propia Euskadi las cifras sean más altas. Sin embargo, cuando en un territorio se produce algo
tan tremendo como lo de ETA, es necesario que la población haga una especie de
examen de conciencia colectivo, de acto de contrición conjunto que sirva entre
otras cosas para evitar que el fenómeno rebrote.
Pero
eso no se ha producido en el País Vasco, si bien libros como Patria de Aramburu
o películas como Maixabel de Itziar Bollaín pueden cumplir esa función. Especialmente si, como en
el caso del libro que les digo, se convierten en un auténtico best seller. Todo
el mundo en el País Vasco leyó Patria y fue como una especie de catarsis. Nadie
quiere que el terror vuelva, están todos encantados de no tener que llevar
escolta. A este respecto les recomiendo que vean el documental Impuros, producido por RTVE, que
pueden encontrar en el link https://www.rtve.es/play/videos/impuros.
Se trata de una larga entrevista con dos políticos que sufrieron en sus carnes
el terror, Eduardo Madina del PSOE y Borja Semper del PP. Ambos abandonaron la
política después y cuentan sus experiencias de los tiempos en que debían ir con
escolta (yo recuerdo ver en el Hipódromo de Lasarte a Fernando Savater con su
escolta, que tiene cojones que Fernando Savater tuviera que llevar escolta).
En
cualquier caso, el paso dado por Otegui el otro día está bien, aunque debería
ser el primero de un camino que les llevara a condenar su pasado de forma
institucional. Es un proceso que requiere su tiempo y en el que se ha avanzado
a paso de tortuga durante estas dos
últimas décadas. Y lo que no comparto para nada es la postura de PP y Vox de que
no hay nada que hablar con Bildu, porque siguen siendo los mismos etarras de
antes disfrazados de pacíficos. Es una teoría falsa de raíz, o más bien
falseada, porque cualquiera puede saber quién es Bildu, un partido que, en sus
estatutos, rechaza expresamente toda violencia. En realidad, Bildu es una
coalición de tres partidos: Eusko Alkartasuna (la escisión del PNV que fundó el
lehendakari Garaikoetxea), el colectivo Aralar y Sortu. Los dos primeros fueron
siempre contrarios a la violencia, desde su fundación. Sortu es el heredero de
Herri Batasuna, que entre otras cosas cambió de nombre para desmarcarse de su
antecesor.
Yo
creo que a Bildu hay que exigirle que se ajusten a las reglas del juego y
animarles a que profundicen en su reflexión interna hasta llegar a la condena
sin matices de toda la violencia anterior. No acosarles ni acorralarles. Me
viene una historia a la cabeza. Los años en que trabajé con el Ayuntamiento de
Colombo (Sri Lanka), comenzaron en plena guerra civil. En aquel momento, en el
estado cingalés había un bipartidismo con una cierta alternancia entre un
partido de la derecha y otro de la izquierda. Pues, miren por dónde, el partido
de la derecha era el más partidario de declarar un alto el fuego y empezar unas
conversaciones de paz con los tamiles separatistas que controlaban el tercio
norte de la isla. Ellos sabían que este tipo de conversaciones se pueden alargar y
alargar con un poco de maña y que la población enseguida se acostumbra a la paz
y luego es muy difícil reanudar las hostilidades. Y que ese marco de tranquilidad favorecería la inversión extranjera, tan necesaria para el país y sus empresas.
En
parte y salvando las distancias, es lo que está haciendo Sánchez con los
catalanes. Esas reuniones entre los dos gobiernos empezaron con una antes del
verano. Se saludaron, se preguntaron por sus cosas, que tal los niños, ¿y la
suegra que estaba delicada? Bueno, como estamos en junio y viene el calor, ya
si eso lo dejamos para septiembre. Ahora mismo, se han vuelto a reunir y lo han
pospuesto de nuevo para después de Navidad (y se han felicitado las Pascuas,
supongo). Marear la perdiz es bueno para enfriar el tema y avanzar un poquito hacia un
futuro menos crispado, porque, entre otras cosas, se van muriendo viejos recalcitrantes
y nacen nuevos niños que serán tan ignorantes del tema como los de Navarra. Si
pasa tiempo suficiente, el día que quieran resucitar el prusés, nadie les apoyará.
Pero
volvamos a Sri Lanka. ¿Qué opinaba el Partido Socialista? Pues que los tamiles
eran unos terroristas y unos cabrones y no había nada que hablar con ellos, que
había que darles leña con el ejército y cero negociaciones. Era algo explicable si
tenemos en cuenta que el liderazgo del Partido Socialista lo ostentaba la
señora Chandrika Bandaranaike a quien los tamiles habían matado a su padre y a
su marido en sendos atentados. En el caso español, no sucede esto. Como se ve
en el documental, ETA golpeó por igual a PP y PSOE. Lo que pasa es que la derecha
se ha embarcado en la política del TODO MAL del fraCasado, diseñada por el
campeón mundial de lanzamiento de güitos de aceituna, y cualquier manipulación que vaya en el sentido que se pretende, es bienvenida.
¿Y
qué sucedió en Sri Lanka? Pues algo bastante parecido a lo de ETA. Durante el
tiempo que duró mi trabajo de cooperación, hubo un cambio de gobierno. Los
socialistas perdieron el poder y la derecha, mediante una moción de censura, ganó el gobierno, decretó un alto el fuego inmediato y empezaron las
negociaciones. Y, después de unos años de negociar, los tamiles rompieron la
baraja, perpetraron un atentado que rompía su tregua y el estado dijo a por ellos. Fueron con todo y ganaron
la guerra. Yo creo que aquí también ETA perdió la guerra y eso fue clave para
que prosperara su reflexión interna, que tan orgullosamente se atribuye Otegui.
Pero cada uno puede tener su opinión.
Un
último matiz sobre el tema. No sé si han visto Maixabel, pero en esa película
se escucha con toda claridad la opinión actual de los presos etarras que ya no
propugnan la violencia. Todos dicen: oigan, a nosotros no nos tienen que
condenar, nosotros cumplíamos órdenes, éramos soldados, a los que tienen que
juzgar y castigar es a los dirigentes que nos metieron en este fregado absurdo
y que en muchos casos se han ido de rositas porque ellos no tenían sangre en
las manos. Otro ángulo del problema que conviene saber. Estos movimientos
fueron muy frecuentes en los sesenta, década en que surgieron en Alemania,
Italia y otros lugares (por no hablar de nuestro GRAPPO). Todos se fueron
disolviendo o fueron derrotados, salvo ETA y el IRA que aguantaron más. Lo de
ETA, para mí fue una derrota, lo del IRA no: lo del IRA sí fue una reflexión
interna, que llevó a los Acuerdos del Viernes Santo, cuya validez está ahora en
peligro por el maldito Brexit.
Es
este un tema del que no me gusta mucho hablar. Ya les conté que yo tenía una
peña de amigos vascos, que coseché en la ETSAM, la mili y otros lugares. Todos
eran buena gente, contrarios a la violencia, pero decían compartir los fines de
ETA, no sus métodos. Yo perdí la amistad con todos ellos a fuerza de decirles
que a mí lo que no me gustaba de ETA eran los fines; que con semejantes fines
me parecía muy coherente que usaran tales métodos. No sé lo que opinarán ahora,
todos se desempeñaban en la órbita del PNV, regresaron a su tierra con la
carrera acabada y en algún caso he visto su nombre en la prensa, ligado a corruptelas
políticas de pueblos pequeños. El PNV, como todos estos movimientos, tiene una
red clientelar muy tupida en la que el urbanismo es un tema central.
Yo
tengo muy claro y siempre lo he tenido que ninguna ideología justifica matar a
una persona. Ya que estamos en el día de los muertos, conviene que no perdamos
de vista este principio básico. En todo el mundo anglosajón y en México se celebra este fin de semana el
día de los muertos con disfraces macabros para la Fiesta de Halloween. Es esta una
fiesta que llevaron a USA los emigrantes irlandeses y se dice que incluso
proviene de las tradiciones de los pueblos que vivían en Irlanda antes de la
llegada de los celtas. Y que luego, cuando se cristianizó la isla, los sacerdotes dejaron esta fecha como día de finalización de la cosecha,
diferenciándola de la Navidad y con el nombre de All Hallows Eve (Vigilia de
todos los Santos), de donde viene el nombre actual.
Como,
a estas alturas del post no he puesto ninguna imagen y tampoco les he hablado
de Samantha Fish, pues voy a matar dos pájaros de un tiro: vean como se
disfrazaron los de su grupo para la fiesta de Halloween. En la segunda foto se
comprueba algo que ya estaba yo detectando: Sam está adelgazando otra vez, con
el trajín de uno o dos conciertos diarios. En el vídeo que les puse en el
último post ya me dio la impresión de que el traje púrpura le quedaba un poco
holgado. En esta foto ya no hay duda. Sean felices y pásenlo bien.
De Otegui no sé si es tan tonto que se cree a pies juntillas su propia retórica, o por el contrario es un cínico absoluto. Tiendo a pensar lo primero, pero tampoco es un personaje en el que me haya fijado mucho.
ResponderEliminarYo también tiendo a pensar lo primero, no me parece un tipo tan listo como para ser tan malvado.
Eliminar