jueves, 16 de septiembre de 2021

1.084. Hagas lo que hagas...

Les hablaba el otro día de diversos temas mezclados y transversales, enhebrados mínimamente alrededor del disco recién publicado por Samantha Fish, en parte a modo de aperitivo de este nuevo curso que empieza y que por primera vez en mi vida afronto como pensionista y a mucha honra. Algún amigo me ha dicho que estoy en la fase eufórica del que se acaba de jubilar y se lo toma bien (que los hay que se hunden en el desánimo) y por eso me dedico a tantas actividades, porque además, en el momento de entrar en el mundo de las llamadas clases pasivas, uno tiene un cierto miedo de aburrirse y se apunta a todos los bombardeos habidos y por haber. Y me recomiendan estos amigos bienintencionados que, una vez superada esta fase de exuberancia y subidón, recorte un poco mis actividades para entrar en un ritmo más pausado y relajado.

No tengo la menor intención de seguir ese consejo. Yo creo que no son tantas las actividades que vengo desarrollando en la semana y que ya les he contado, el día es muy largo, tiene muchas horas y mis citas a horario fijo me permiten pautar un poco el tiempo y tener margen para quedar con la gente, ver a mis amigos, leer, escuchar música, etcétera. Veamos como es mi agenda. Dos días a la semana salgo a correr al Retiro y me hago mis 6,5 kilómetros de rigor. Otros dos hago mi sesión de yoga. Esto es simplemente deporte y actividad física, a mi edad un seguro de vida que, junto con la costumbre de comer en casa muchos días (no todos), está en el origen de los buenos resultados que ha mostrado la analítica que me hice dentro del chequeo al que me estoy sometiendo. Esta analítica no ha hecho sino confirmar mis sensaciones en el terreno físico (tocaré madera).

Además, dos días a la semana también, tengo una hora con mi grupo de conversación inglesa del nivel B1 alto, a primera hora de la mañana, que ya me deja con un masaje cerebral importante para el resto del día. Los miércoles, mi clase presencial de guitarra de blues, cuyo curso reanudé ayer precisamente. Tras lo aprendido en el curso pasado en tres meses (abril, mayo y junio), le he dicho a mi amigo Henry Guitar que mi objetivo es la guitarra eléctrica y le ha parecido bien, de hecho, ayer estuvimos practicando todo el tiempo con púa. De mis avances en la interpretación ya han tenido ustedes información en el blog, al menos en un par de vídeos subidos oportunamente. Además de esto tengo el Billar de Letras, que es una sesión al mes. Así que tampoco son tantas ocupaciones. Yo no estoy estresado para nada y muchas de estas cosas ya las empezaba a simultanear con mi trabajo normal de los últimos años.

Así que tengo margen para otras actividades. Por ejemplo, me he apuntado a un nuevo curso exprés de novela, con mi querido amigo y maestro Ronaldo Menéndez, que será la semana que viene justo los cinco días laborables de 19.00 a 22.00. Es un poco continuación del que hice el año pasado por estas fechas, cuando aun trabajaba, pero centrado en el arte de crear personajes. Es esta una parte de la creación literaria que a mí siempre me han alabado (tío, es que en dos trazos ya tienes definido al personaje), pero en la que creo que tengo margen de mejora y me apetece mucho hacerlo, porque el del año pasado fue genial. Además, estoy haciéndome el chequeo al que he aludido más arriba, del que tendré la consulta final el miércoles que viene. Hoy me han hecho un TAC de la parte de la garganta, prueba que es desagradable porque has de estar en ayunas seis horas, te cogen una vía para el contraste y has de ponerte la bata esa abierta por el culo que resulta tan ridícula. Todo por cumplir con las directrices de la medicina preventiva.

Para los ratos libres tengo una tarea manual emprendida, consistente en reparar los desperfectos que la Filomena me causó en la mesa y las sillas de la terraza, donde la nieve acumulada durante una semana se comió el revestimiento y las dejó bastante estropeadas. Me he asesorado con una amiga que restaura muebles antiguos y me ha explicado paso a paso lo que tengo que hacer, que es bastante laborioso. Para empezar, fregar las zonas estropeadas con una esponja de esas verdes de los fregaderos y un poco de Fairy Ultra. Dejar secar. A continuación lijar con una lija de 120. En ese punto estoy ahora, como van a ver en las imágenes. Para llegar hasta aquí tuve que ir a Leroy Merlin a comprarme una lijadora pequeña, con su batería y su cargador, porque no la quería de enchufar. Les pongo unas imágenes.


Aquí una imagen general de cómo se quedaron los muebles con el Filomena y un detalle de las sillas.


Aquí pueden ver la tarea de lijado empezada y la maquinita de marras.


Y aquí el momento actual, con el primer lijado terminado.

En este punto tuve que parar porque hubo un par de días de lluvia. Pero ahora tengo que pasarle la lija de 180. A continuación, he de dar una capa de lasur, que es lo que le da el color, para homogeneizar el tono con las zonas no deterioradas. Y, una vez igualado, darle una o dos manos de aceite de teca a todo. El día que fui a Leroy Merlín compré todos los tarros, más las brochas y el disolvente. Así que tengo un entretenimiento manual para los próximos meses, que complete mis ocupaciones mentales y deportivas. Por cierta, fue en esa mesa donde aterricé cuando me descolgué desde la azotea. Es una buena mesa, que no se partió ni nada cuando caí sobre ella como un gato. Así que tengo que cuidarla.

Otra tarea que tengo pendiente es hacerme con un buen equipo de alta fidelidad para recuperar mi colección de discos de vinilo, que es ciertamente extraordinaria. Además, el nuevo disco de Sam lo he encargado en vinilo, de acuerdo con mi proyecto. Y, miren ustedes por dónde, resulta que mi colega X, gran amigo y seguidor del blog, tenía un plato y un amplificador de los que se iba a deshacer, a través de Wallapop. Así que ya me los he traído a casa. Son un plato Dual y un ampli Telefunken, de los de toda la vida, con un aspecto estupendo. Estos aparatos eran mejores que los que se fabrican ahora. Tengo pendiente ir a la calle Barquillo a mirar bafles y he de encontrar también las conexiones adecuadas.

También tengo que ocuparme de mi jardín. En cuanto se caigan las últimas flores tengo que dar una poda generalizada a todas las plantas de la terraza, preparándolas para recibir el invierno que viene. ¿Habrá más Filomenas? Quién lo sabe. En el interior de la casa tengo también muchos tiestos, entre ellos el de mi querida oxalis triangularis, que les recuerdo que entró en mi casa de polizón en un paquete de tierra, sacó uno de sus maravillosos tallos, luego la trasplanté para que estuviera sola en un tiesto y se secó completamente. Pero yo la seguí regando hasta que brotó de nuevo, como les mostré en el blog. Ahora mismo, parece estar contenta. Tan es así que ha sacado ya un segundo tallo, como ven en la foto que le acabo de hacer. Esta planta recoge sus tréboles por la noche para echarse a dormir.

Hasta hace unos días he tenido por casa a mis hijos que me han ayudado en algunas de estas ocupaciones y que ya se han vuelto para sus ciudades francesas. Y ya tengo una cita para repetir mi clase sobre el proceso de desmantelamiento de las chabolas de Madrid para el lunes 27, inauguración de la temporada. El año pasado di unas cuantas de estas clases a partir de enero, que espero que este año se puedan mantener. Tengo ya en cartera una más que puede ser muy interesante, pero, como de costumbre, no se la voy a revelar hasta que esté confirmada, que las cosas no hay que anunciarlas antes de tiempo, que trae mala suerte.  

Lo cierto es que las casas llevan aparejada una continua tarea de mantenimiento, que finalmente es bastante grata de hacer. Para cuando se me acaben estas tareas, ya tengo en cola otras. A este respecto, hay cosas que es mejor no meterse a arreglar, por ejemplo de fontanería. Yo confío bastante en los especialistas. Pero hay otras que se pueden intentar afrontar por nuestros propios medios. Para estas, a mí lo que me gusta es preguntar a los que saben del asunto. Y luego seguir sus instrucciones. Es importante tener herramientas adecuadas. Y también has de tener guantes y accesorios para hacer tu trabajo con seguridad. Me viene a la memoria un viejo aforismo de nuestras abuelas: hagas lo que hagas, ponte bragas. Nuestras mayores tenían la buena costumbre de ponerse bragas limpias cada vez que salían a la calle o a un recado, por si se diera el caso de que tuvieran algún percance o accidente, que los que la ayudaran no las encontraran con la ropa interior llena de zurrapas.

Esto de zurrapas es un término puramente castellano. En la zona catalano-levantina son conocidas como palominos. En el País Vasco se suele utilizar la denominación pedo pintor, y los franceses lo denominan traces de freins, huellas de frenada, estos franchutes siempre tan finolis. Todo esto ha venido por la conveniencia de vestirse adecuadamente para cada ocasión u ocupación. Por ejemplo, la actriz Megan Fox acudió la otra noche a la gala de los MTV con el espectacular vestido que ven abajo. Imaginen la que se hubiera montado si se verifica que esta chica no había seguido el sagaz consejo de nuestras abuelas. Lo dicho. Que sean felices.

2 comentarios:

  1. "Hagas lo que hagas... PONTE bragas" es un descacharrante anuncio de bragas "Ponte", una creación de Pepi, el personaje de Carmen Maura en la película de Almodóvar "Pepi, Luci, Bom..." Las bragas en cuestión transformaban el olor de los pedos en un perfume increíble, absorbían el pis y se quedaban como nuevas... Y lo más interesante, "conveniente enrolladas", adquirían una consistencia que las hacía aptas para sustituir al más apasionado compañero.

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    1. Pues se agradece el apunte. Yo no tengo una memoria prodigiosa como la tuya y no me acuerdo de esta la primera película de Almodóvar, yo lo empecé a admirar a partir de Laberinto de Pasiones, la segunda, que recuerdo mucho mejor. Escuché por ahí el dicho, me hizo gracia, busqué su origen en Internet y leí que era una frase típica de nuestras abuelas. Así que ahí quedan las dos versiones, para que el lector elija la que más le guste, o las dos, que no son excluyentes.

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