Bajo
un clima revuelto, con lluvias y tormentas generalizadas, ha empezado este
septiembre que pronto me llevará a mi primer otoño de jubilado. Es curioso cómo
pasa el tiempo. Hace un año yo era un ciudadano activo que acudía a las
oficinas del edificio APOT, llamado en el blog La Isla de Alcatraz, al menos un par de veces por semana,
dedicando el resto de las mañanas lectivas a teletrabajar desde mi casa. No
era una situación muy diferente a la que tengo ahora; por ejemplo,
esta mañana he ido a una reunión de trabajo en dichas oficinas y tal vez la
semana próxima me acerque otra vez. Sin embargo, tengo la sensación de estar asistiendo por primera vez al espectáculo de cómo la trayectoria del sol
sobre mi terraza va cayendo un poco cada día, dejando en sombra territorios
cada vez más extensos en su deriva cósmica cotidiana.
¿Cómo
dicen? ¿Que la que se mueve es la tierra? Desde luego, pero eso es así desde que
lo determinó Galileo, y yo tuve la suerte (no caeré en la cursilería al uso de la inmensa suerte) de que un profesor de
matemáticas de la Academia Galicia donde hice el Bachiller, me enseñara la
astronomía anterior a Galileo, la de Ptolomeo y compañía. Era un trimestre
optativo, que no contaba para la nota final, pero al que me apunté de manera
entusiasta. Estudiar la trayectoria del sol imaginando que es la Tierra la que
está inmóvil en el centro del mundo, aporta un conocimiento que a mí me fue luego
muy útil en la Escuela de Arquitectura, para aprender a orientar correctamente
los edificios en función del mayor o menor soleamiento. Cómo las galerías han
de orientarse al sur, los dormitorios al este, por qué el Poniente es una
orientación nefasta en Madrid y sin embargo es valorada en Galicia, o en
Noruega.
Divagaciones
varias en un post del que no sé siquiera de qué voy a hablar. He publicado
últimamente una serie de textos centrados en temas únicos, personales o de
actualidad, y creo que merece la pena darles una última vuelta a todos ellos.
Empezando por el asunto de los antivacunas y el debate sobre si la vacuna
obligatoria (que no forzosa) es una merma de la libertad-libertad-libertad, esa
de la que presumen algunos de los que se niegan a vacunarse (otros lo hacen
simplemente por miedo o por haberse tragado parte de la bazofia alarmista que
circula por las redes). Yo creo que dejé clara mi postura: como ciudadano, es
decir, como individuo que vive en una comunidad urbana, en mi caso grande, creo que
mis derechos individuales están por detrás de mis obligaciones sociales como
miembro de esa comunidad.
Pero sobre este tema he encontrado dos documentos que quiero que vean. El primero es un artículo al respecto del prestigioso jurista José Antonio Martín Pallín, que les voy a pedir que lean. Los que estén suscritos a El País pueden abrirlo sin problemas, los que no lean habitualmente El País imagino que tienen cinco artículos gratuitos de lectura libre al mes (y estamos a 3 de septiembre), y mi hijo Lucas me ha explicado un truco para que te sigan abriendo otros cinco cuando termines los primeros, pero se me ha olvidado cómo era. Este artículo me parece muy interesante aunque es un poco largo. Y creo que pone negro sobre blanco las implicaciones jurídicas del asunto. Para leerlo han de pinchar AQUÍ.
El
otro documente es tremendo. Un reportero del New York Times viaja a una zona de
Arkansas en donde (como en Louisiana) se está produciendo un brote espantoso de
la variante Delta, justo en una zona en la que el porcentaje de vacunación es
del 36%. Se entrevista a diferentes tipos de antivacunas y se escucha lo que
dicen. Siempre que pienso en la América profunda, me vienen a la mente los garrulos
de Arkansas, aunque es un lugar que nunca he visitado. Viendo este vídeo, se
confirma mi opinión. Por cierto, imagino que saben cómo ponerle subtítulos en
español, aunque las cosas que farfulla un enfermo a través de la máscara de
oxígeno tienen ya sobreimpreso un subtitulado en inglés más grande y ahí no
salen los subtítulos en español, pero se entiende lo que viene a decir. Les pido que lo vean.
Es
terrible escuchar a este hombre que se está muriendo, pero dice que no se
vacuna porque es un libertario y nadie le tiene que decir lo que ha de hacer,
para acabar cerrando el bucle mental acusando a los que no piensan como él de
intentar crearle un sentimiento de culpabilidad. Poco más se puede contar de este
problema. Tanto en Francia como en Italia se empieza a pedir ya el código QR, que demuestra que estás vacunado, para entrar en restaurantes, bares, museos, cines y teatros.
Creo que por aquí esa costumbre llegará antes o después y me gustaría que este
fuera un tema que se quedara fuera de la bronca política, pero no sé si será
posible, dado el talante de los que encabezan los partidos mayores del país.
El
16 de agosto publiqué mi post Dead Flowers, dedicado mayormente a los Stones,
sin saber que ocho días más tarde fallecería el gran batería Charlie Watts.
Tenía 80 años como se dijo, pero algunos nos habíamos hecho la idea de que
estos tipos eran inmortales. En estos días se han subido a Youtube diversos
vídeos de homenaje a este señor. El que más me gusta es el que les pongo abajo,
sobre la música de la canción Time waits for no one, que suele traducirse por El
tiempo no espera a nadie, aunque a mí me gusta más traducirla literalmente, de la forma en que se suele decir en Galicia: El tiempo no espera por nadie.
Es
esta una de las últimas canciones que grabó con el grupo el guitarrista Mick
Taylor, que aporta un solo verdaderamente fabuloso y de quien se dice que se
marchó del grupo, entre otras cosas, porque no le reconocieron como coautor de
esta maravilla. La canción empieza y acaba con Charlie imitando el ritmo del
tic-tac de un reloj. Y es curioso constatar que las imágenes que van saliendo en este vídeo corresponden tanto a la primera fase de los Stones con Brian Jones, como a la
última con Ron Wood. Mick Taylor, que se luce en esta canción, no sale en el
vídeo ni una sola vez. Pues eso, que descanse en paz Charlie Watts, gran músico
y gran tipo.
El
tiempo no espera por nadie, nunca sabe uno por donde le va a venir el bajonazo
y en ese sentido yo intento disfrutar del momento, mantenerme lo mejor que pueda
y diversificar mis actividades, para tratar de ser un carcamal insigne como
Clint Eastwood. Por cierto, ya se ha publicado el tráiler de la última película
de este señor que se estrenará este mes en todo el mundo y que, como les he
contado, se titula Cry Macho y está tanto dirigida como interpretada en su
papel protagonista por el gran Clint. ¿Quieren verlo? Sin problemas.
El
tema de Afganistán es el que menos visitas ha suscitado entre mis últimos
textos, algo que no me sorprende, porque ya me pasó lo mismo cuando hablé de la
situación humanitaria del Yemen. Hay temas sobre los que mi opinión no parece
suscitar grandes entusiasmos. Sin embargo, las cosas que contaba en ese post no
son fáciles de encontrar en la prensa y ayudan a entender el desastre que se ha
producido en el país. Las disculpas de Biden son como las excusas de esos
entrenadores de fútbol que acostumbran a echar la culpa al empedrado. Este es
un tema que seguirá generando información, sorprendente en una tierra que no
tiene ni petróleo ni nada, pero parece estar en una encrucijada que todos
querrían controlar.
Y llegamos
así al caso Spiderman, el que parece haber gustado más de todos los textos
recientes del blog. Hay algunos detalles que se me pasó añadir y que hubieran
reforzado el tempo de la historia. Por ejemplo: yo visualicé primero lo que íbamos
a hacer, se lo conté al portero suplente y le pregunté si lo veía posible. Su
respuesta: Ay sí, sí, sí, señor, con la ayuda de Dios, yo creo que lo
lograremos. También debería haber precisado que el tubo sobre el que me
encaramé, es metálico, llevaba todo el día al sol y quemaba como un demonio.
Queda añadido. En cualquier caso, yo pretendía contar una historia y me
congratula comprobar que nadie ha contemplado la posibilidad de que todo sea
inventado: todo el mundo se lo ha creído, ha sufrido con el relato y me han
hecho reconvenciones preocupadas sobre mi desvarío. Eso indica que el tema
estaba bien contado, que es lo que yo pretendía.
En
cuanto a lo de El fraCasado, no tengo nada que añadir. A mí no me gusta Sánchez
nada, pero me aterroriza la posibilidad de que este caballerete llegue un día a
presidente, como ya casi dan por hecho los medios de la derecha. Hace un tiempo
les conté que había encontrado la descripción perfecta de este señor en mi
querido Diccionario de Insultos de Pancracio Celdrán, en la definición del
vocablo en desuso pitongo: “Pollopera,
niñato, joven redicho y remilgado de familia bien, hijo de papá, presuntuoso y
un tanto gilipollas”.
Por
lo demás, estamos a menos de una semana de la publicación del nuevo disco de
Samantha Fish, que tengo ya encargado desde hace como un mes o dos. Esta señora
estupenda, auténtica musa del blog, no podía menos que conmoverse con la muerte
de Charlie Watts, colega de su más claro referente guitarrero Keith Richards. Unos
días después de su muerte, el 28 de agosto, Sam tocó en el el Lincoln
Amphitheatre de Lincoln City (Indiana). Y, llegados a la pausa intermedia en la
que acostumbra a dejar descansar a sus músicos y al público cogiendo la
acústica y marcándose algunas baladas, quiso hacerle un sentido homenaje. ¿Y
qué canción creen ustedes que eligió? Sí señor, con la ayuda de Dios, han
acertado: Dead Flowers.
Sam
no cantaba este tema desde hace muchos años, pero no se le ha olvidado. Un
espectador se dio cuenta de lo especial del momento y se puso a filmar con su
teléfono desde su posición. Pilla la canción ya empezada y se oyen mucho los
gritos del público, especialmente estentóreos cuando se menciona el Derby de
Kentucky. Pero esta filmación, que ya está colgada en Youtube, nos permite ver lo
hermosa que se ha puesto esta chica durante el confinamiento y lo en forma que
está, tanto en el terreno vocal, como en el guitarrero. Y lo contenta que se
pone al final cuando ve que la canción le ha salido aceptablemente. Con ella
les dejo. Que pasen un buen finde. Si acaban de volver de la playa, resignación.
Y, en cualquier caso: sean buenos.
Muy emotiva la interpretación de Sam. Al final, se escucha claramente como dice "para Charles".
ResponderEliminarYo también pensaba que los Rollings (así los he llamado yo siempre) no se iban a morir nunca. Ahora, esa máquina de hacer dinero tiene ya un nuevo batería, un negro jovencito. Pero nada volverá a ser igual.
Me congratula muchísimo que considere usted jovencito a un señor de 64 años. Me da mucha moral...
EliminarPues me encanta que mis comentaristas se contesten entre ellos. La verdad es que yo también pensé que el batería que han contratado para la gira era más joven, por la foto y sobre todo al lado de la pinta de carcamales gloriosos que tienen los tres componentes supervivientes de los Stones. Además, con los negros, como con los chinos, a veces es difícil determinar la edad que tienen. Un abrazo a ambos.
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