Vaya, mira que son retorcidos algunos
de mis seguidores, más de uno ha unido mi mensaje final del último post, en el
que les pedía que no olviden llevar unas rosas a mi tumba, con el hecho cierto de
que me acabo de hacer una analítica de cuyo resultado no he contado nada en el
blog a pesar de que, obviamente, lo conozco desde hace días. De ambas
circunstancias deducen estos desconfiados que me pasa algo grave, o no tan
grave, por lo que se preocupan y me mandan mensajes indagatorios. A ver: la
analítica ha dado buen resultado, pero esto es sólo una primera parte del
chequeo que me estoy haciendo y que no pienso contar minuciosamente, porque
aquí, se lo crean o no, sólo se cuentan cosas que tengan algún aspecto o matiz por
el que merezcan ser contadas en el blog. Por eso relaté mi salida nocturna a
buscar una farmacia de guardia para que me dieran un recipiente para la orina.
En los tiempos que corren, con 70 años
uno puede seguir estando muy bien y pasárselo pipa. En el post anterior,
hablábamos de Keith Richards. Con 77 años se mantiene en forma, con su sentido
del humor de siempre. Hace pocos días nos regaló otra de sus típicas muestras
de humor negro, cuando le dijo a un periodista que le entrevistaba que le sigue
encantando el sexo, que a su edad le resulta todavía más excitante, porque no
sabe si va a terminar con un orgasmo o con un infarto. Genio y figura. Los
Stones están preparando gira por los Estados Unidos, pendientes de cómo vaya la
pandemia, pero ya han anunciado que tendrán que buscar un suplente para la
batería, porque Charlie Watts acaba de pasar una operación quirúrgica para
solucionar un problema leve que le fue detectado en un chequeo como el que yo
me estoy haciendo, operación de la que se está recuperando satisfactoriamente.
Por si no lo saben, el gran Charlie Watts tiene nada menos que 80 años.
No hace mucho les hablé de Clint Eastwood que, con 91 años, está a punto de estrenar su nueva película que se llama Cry Macho, de la que es director y protagonista. Ya saben cuál es el secreto de este hombre, que no ha dejado de trabajar ni en pandemia: Don’t let the old man in, no dejen entrar al viejo en su alma. Sigan teniendo el ánimo de un joven. Eso es lo que yo pretendo, convertirme como estos personajes que son mis referentes en un insigne carcamal, al que sus propios hijos le dicen que funciona como un quinceañero (sic). Otro de mis referentes es, como ya he contado, Arnold Swarzenegger, que en estos días se ha cansado de llamar idiotas a los que no se vacunan o no quieren llevar mascarilla. ¡A la mierda vuestra libertad! les ha dicho. Aquí abajo les pongo el vídeo. Por cierto, el Papa Francisco, otro ilustre carcamal, ha pedido a los católicos que se vacunen como un acto de amor. Como ven, todos los carcamales estamos en línea, cada uno a su manera.
Tiene razón Schwarzenegger, es
cabreante que haya gente que no le haga caso a los expertos, a los sabios en
cada materia, y en cambio se traguen toda la bazofia que les llega por las
redes o lo que les cuenta el cuñao de turno en un bar cualquiera. Pero de esto ya
se ha hablado bastante en posts anteriores y yo hoy quiero centrarme en esto de
los carcamales que siguen dando guerra a su edad, en vez de estar todo el día
tristes y hundirse en la autocompasión, como hacen algunos. La clave de todo
está en la cabeza. No puede uno desanimarse, porque entonces se las dan todas
en el mismo papo. Desde luego, lo de Afganistán es un desastre de unas
dimensiones que aun no acabamos de ver (ya hablaremos otro día de esto, menos
en caliente) y el terremoto de Haití y todo lo demás, sin olvidar el puto virus
que sigue chuleándonos desde hace año y medio, sin que se vea todavía el fin.
Antes de la pandemia, mi mayor ilusión
era viajar por el mundo adelante, visitando a mis amigos y amigas de todas las
ciudades en donde tengo algún contacto. ¿Que no puedo viajar? Pues a joderse y
a viajar por dentro de mi casa, como el autor de un famoso libro ya comentado
en el blog. Juan Carlos Onetti no solo no salía de casa, sino que ni siquiera
se levantaba de la cama. Habla Keith Richards del sexo a los 77. Hombre, uno no
tiene las mismas energías ni las mismas ansiedades, pero hay un margen para
disfrutar. Ya saben que el gran Compay Segundo, en una entrevista que le
hicieron en el año 2000, cuando contaba 92 años, declaró que él tenía ya cinco
hijos, pero que estaba intentando esforzadamente tener un sexto con su última
esposa, de 40 años. No lo logró, finalmente, pero seguro que disfrutó de
intentarlo. Compay murió a los 95, después de más de 80 años fumando como un
carretero.
Otro al que parece que no le va mal es
mi también admirado Richard Gere, cuyos andares en American Gigolo he tratado de copiar toda mi vida, como expliqué en
el blog y le confesé también al podólogo que me vio hace poco, quien basó su
diagnóstico en ese dato decisivo. Gere tiene 71 años y se ha buscado una esposa
jovencita, para más datos originaria de Oleiros (La Coruña). Han vivido en Madrid
bastantes años, discretamente radicados en la colonia Fuente del Berro, lo sé
porque tengo al menos dos amigos que viven en esa colonia. Y este verano se han
ido a pasar unos días a la casa de sus suegros junto a la playa de Bastiagueiro,
estancia de la que se ha hecho eco toda la prensa local. Muy bien, pues este
señor tiene con mi paisana dos hijos de tres y un año. No es de extrañar que se
le vea tan feliz en las escasas fotos que se deja tomar la pareja, muy celosa
de su privacidad. Vean un par de ellas.
Más o menos la misma cara tiene de
costumbre mi amigo José Félix, arquitecto unos años mayor que yo, que tiene el
estudio por aquí por el Reina Sofía y del que ya he contado que me lo encontré
con una pareja bastante joven y un par de críos muy pequeños, que me presentó:
este es mi nieto, de 3 años, y este es mi hijo, de 2. Al ver mi cara de
asombro, la pareja mostró una sonrisa al unísono prácticamente calcada de la de
Gere y su señora. ¿Adónde quiero llegar con todo esto? Pues a que disfruten, coño.
Cada día que uno se despierta en su cama, sin demasiados dolores ni grandes
preocupaciones, es un regalo del cielo. Aprovechémoslo, que esto no es para
siempre.
Miren, esta semana en que no he tenido
inglés, ni yoga el lunes, he aprovechado para intensificar mi entrenamiento,
recuperando mi ritmo de una salida cada tres días. Eso me llevó a correr el
lunes, después de haberlo hecho el viernes anterior. La siguiente carrera me
tocaba hoy jueves, pero hoy volvía de sus cortas vacaciones mi profesora de
yoga, así que se me juntaban las dos cosas. Además de la obligación de hacer un
post para ustedes. Pues ningún problema. He madrugado para salir a hacer mis
6,5 kilómetros de carrera por el Retiro, luego he desayunado bien, me he
duchado y me he tumbado en el sofá a empezar a escribir este post. A las 13.40
he echado a andar hacia la plaza del Conde de Barajas, he hecho mi hora y
cuarto de yoga y he salido a comerme unas tapas en el Ricla, un bar mítico, que
ya ha abierto también después de sus vacaciones. Luego otros veinte minutos de
camino de vuelta bajo el sol, una merecida siesta y a terminar el post. Y luego
cenaré moderadamente. La edad no es un obstáculo para seguir haciendo una vida activa, y si no me creen, vean esta imagen de una corredora yanqui de 103 años llegando a la meta tan contenta.
Estos días me ha llegado al Whatsapp un resumen de las recomendaciones que daba para la vejez el filósofo chino Lin Yutang. Nacido en 1895 en el suroeste de China, estudió en Shanghai y luego se consiguió una beca para estudiar en el extranjero. Vivió primero en Francia, luego en Leipzig, donde se doctoró, y finalmente en Estados Unidos, en donde sus libros se hicieron muy populares, además de desarrollar una amplia tarea como traductor de grandes obras de la literatura china al inglés. Durante muchos años vivió en Nueva York y, lógicamente, era más apreciado en Taiwan que en la China comunista. En Taiwan es precisamente donde murió, durante un viaje, y donde tiene una estatua. Podemos decir que los libros de Lin Yutang son un antecedente de los actuales manuales de autoayuda, el más famoso La importancia de vivir (1937). Las recomendaciones de Lin se basan en el sentido común y en el placer de las cosas sencillas. En concreto, estas para los mayores, es como si las hubiera escrito yo mismo, o las conociera de antes. Son la fórmula perfecta para conseguir ser un carcamal insigne. Con ellas les dejo. Disfruten de la vida.
Tú ya no tienes muchos años para vivir,
y además no podrás llevarte nada cuando te vayas, por lo cual debes ser
ahorrativo pero sin sacrificar tu bienestar.
Gasta el dinero que deba ser gastado, disfruta
lo que deba ser disfrutado, y dona lo que te sea posible.
No te preocupes por lo que pasará cuando
te hayas ido, porque cuando te vuelvas polvo, no notarás si te alaban o te critican,
si te visitan al cementerio o te olvidan.
El tiempo para disfrutar la vida es este
momento, y los bienes que tan difícilmente ganaste debes gozarlos.
No te preocupes mucho por tus hijos,
porque ellos tendrán su propio destino y encontrarán su propio camino.
Cuida en especial a tus nietos, ámalos,
consiéntelos, y también trata de disfrutarlos mientras puedas.
La vida debe tener más cosas que
trabajar desde la cuna hasta la tumba.
Despiértate diariamente a disfrutar un
día más de vida sin peleas con nadie ni rencores.
No esperes mucho de tus hijos.
Los hijos aunque se preocupen por sus
padres, también estarán continuamente ocupados con sus trabajos, sus
compromisos y con su propia vida.
Muchos hijos que no se han preocupado de
sus padres, luego pelean por sus bienes aún cuando todavía estén vivos, y
desearán que pronto dejes esta vida para poder heredar sus propiedades y
riqueza.
Si ya tienes 65 años ó más, no
intercambies tu salud por riqueza trabajando en exceso, ya que
estarás cavando tu temprana sepultura.
De mil hectáreas sembradas de
arroz, sólo puedes consumir 1/2 taza diaria, y de mil mansiones, sólo
necesitas un espacio de 8 metros cuadrados para descansar en las noches,
así que si tienes alimento y algo de dinero para tus necesidades, no necesitas
más.
Trata de vivir feliz, pues solo tienes
una vida.
No te compares con otros midiendo tu
fama, tu dinero o tu status social, o ufanándote por ver los hijos de
quiénes tienen más éxito y, en lugar de eso, reta a tus hijos a que logren
felicidad, salud, gozo, y calidad de vida.
Acepta las cosas que no puedes cambiar,
pues si te preocupas demasiado, puedes estropear tu salud.
Crea tu propio bienestar y encuentra tu
propia felicidad, haciendo cosas que te diviertan y alegren diariamente.
Un día sin felicidad, es un día que
pierdes.
Teniendo buen ánimo, la enfermedad se
curará, pero teniendo un espíritu alegre, la enfermedad se curará más rápido, o
nunca se acercará.
Con buen carácter, adecuado
ejercicio, alimentos sanos, y un consumo razonable de vitaminas y minerales,
tendrás vida saludable y placentera.
Pero sobre todo, aprende a apreciar la
bondad en todo, en la familia y amigos, pues ellos te harán sentir joven,
reviviendo los buenos momentos, y los pasajes interesantes de tu vida.
Dicen que, en la vida quien pierde el
techo, gana las estrellas y así es.
El tiempo y las oportunidades son
como el agua de un río, que nunca podrás tocarla dos veces, porque ya pasó
y nunca pasará de nuevo.
Aprovecha cada minuto de tu vida y no
rechaces las oportunidades de conocer el mundo y disfrutar las cosas buenas de
la vida, pues es posible que nunca se te vuelvan a presentar.
Nunca te fijes en la apariencia, porque
ésta cambia con el tiempo.
No busques a la persona perfecta,
porque ésta no existe.
Busca si lo deseas, a alguien que
te valore como persona y, si no la hallas, disfruta tu soledad que es
mucho mejor que una mala compañía.
Trata de gozar la vida que es muy corta,
disfrutando la familia y los amigos, pues te irás tarde ó temprano de este
mundo, y nadie te dará las gracias.
Que la salud y el bienestar te
acompañen siempre.
Yo creo que el viejo nunca entra en la mente, pero es una putada que a partir de cierta edad aparezcan dolores corporales.
ResponderEliminarClaro que entra en tu mente. Y ni te enteras. Hay que estar vigilante como Clint Eastwood.
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