En este mes de agosto que no se está portando mal en cuanto a temperaturas, no les extrañará saber que mis ocupaciones varias que les he contado y requetecontado en el blog, no me impiden seguir algunos de los momentos estelares de estas Olimpiadas previstas para 2020, pero que la mierda de la pandemia primero aplazó al año siguiente y luego ha obligado a celebrar sin público. Me he encontrado con momentos geniales y también momentos soporíferos. Empezaré por los segundos. El futbol se ha convertido en un verdadero coñazo. La mayor parte de los partidos acaban con cero-cero, prórroga y penaltys. Y eso no hay cuerpo que lo soporte. Yo creo que la FIFA tendrá que inventarse algo para evitar ese muermo. Si no, el público acabará desertando de ese espectáculo insufrible, como sucedió finalmente con los toros (porque no lo duden: los toros se están yendo a la mierda porque son un coñazo, no porque sean un espectáculo cruel y haya grupos antitaurinos minoritarios)
Ayer, sin ir más lejos, me puse la tele para ver el España Japón, toda una semifinal olímpica, un espectáculo a priori muy apetecible. Les juro que vi la primera parte con interés inicial, que poco a poco iba disminuyendo. España juega todo el rato igual, pases y pases horizontales, a ver si sucede un milagro y se puede lanzar un chut. En toda la primera parte ninguno de los dos porteros hizo una sola parada. Ante ello, decidí dejar puesto el volumen y dedicarme mientras a otras ocupaciones: recoger la colada, regar mi jardín y cocinarme unas lentejas con zanahoria, chorizo, curry y un par de chiltepines molidos.
Mientras cocinaba, escuchaba el soniquete de los locutores, tan somníferos como los que después de comer te contaban en La2 las aburridas andanzas del macho alfa de la manada de leones o la no menos aburrida vida del perezoso de tres dedos. Se acabó el partido, apagué el guiso, lo tapé y lo dejé reposando mientras me daba una ducha. Todo eso durante la primera parte de la prórroga. Y me puse a comer tranquilamente al tiempo de la segunda parte de la prórroga, en la que España marcó un gol, algo que cada vez resulta más prodigioso. Yo creo que algo tendrán que hacer al respecto. En balonmano, ese pasarse y repasarse el balón en la parte de atrás del campo constituye lo que se llama un pasivo, infracción que inmediatamente se castiga dándole la pelota al equipo contrario.
Pero, en cuanto a los momentos estelares, ninguno como la final del triple salto femenino. Con la gallega Ana Peleteiro, que se puso de tercera batiendo su propia marca y récord de España, para luego verse relegada al cuarto puesto por una atleta brasileña, lo que la obligó a hacer un penúltimo salto prodigioso. 14,87, nuevo récord de España. En la última tanda, la brasileña no consiguió superar esa marca, lo que le daba la medalla de bronce a Peleteiro. Quedaba sin embargo el plato fuerte: la saltadora venezolana Yulimar Rojas, que ya tenía el oro en el bolsillo, hizo un último salto estratosférico en el que batió el record del mundo. Por si no han tenido ocasión de verlo, aquí tienen un video de breve resumen de esos momentos únicos.
Impresionante. ¿Y quién es esta Ana Peleteiro de rasgos mestizos, piel color chocolate y fuerte acento gallego? Pues estamos ante el personaje ahora mismo más mediático del atletismo patrio y uno de los más destacados de todo el deporte nacional. Ana Peleteiro nació hace veinticinco años y medio en Ribeira (Coruña) y se crio en una familia local de clase media, culta, de universitarios. Desde bastante pequeña supo que era adoptada, cómo ocultárselo con ese color de piel. Es algo que ella asume con naturalidad; confiesa siempre que no sabe quiénes son sus padres biológicos, pero de alguna manera sabe que su padre era africano y su madre gallega.
No es difícil fantasear una historia al respecto, en Galicia hay bastantes emigrantes negros que son aceptados sin problemas y se adaptan enseguida, les encanta el pulpo, el caldo gallego y la muiñeira, cualquier cosa con tal de tener un techo y una ocupación a la que dedicarse. No es difícil imaginar una noche loca de una adolescente local con uno de estos negros, establecidos o de paso, el embarazo no deseado, la oposición a abortar por convicción religiosa o por presión familiar y la decisión de darla en adopción. Lo cierto es que, desde muy pequeña, esta niña mulata de Ribeira mostró un carácter indomable y unas condiciones privilegiadas para el deporte, por la genética mezclada y sus pies magníficos, que una profesora suya de gimnasia en el colegio de secundaria definió como pies de lagartija.
Estaría por jurar que en este blog se ha hablado ya de Peleteiro en más de una ocasión, pero no me acuerdo y desde luego no me voy a poner a rastrear cuándo fue. Pero no les extrañará que en un foro en el que se adora a Samantha Fish, a Athenea del Castillo, a Jacinda Ardern o a Sheryl Crow, seamos proclives a enamorarnos de mujeres como la jovencísima subcampeona de taekwondo que consiguió la primera medalla para España en estos juegos, o esta espléndida mujer que es Ana Peleteiro. Todas ellas comparten una serie de características comunes: personalidad, esfuerzo, inteligencia, obstinación. Ana practicó antes otras disciplinas, pero pronto se decantó por el triple salto. Y empezó a asombrar en los campeonatos nacionales.
Con quince años, en 2011, fue elegida ya la mejor atleta junior de España, título que revalidó en 2012 y 2013, dejando luego de ser junior. En 2012 ya consiguió el trofeo de campeona mundial junior de triple salto. Esta trayectoria inicial le valió para ser reconocida con el premio Princesa de Asturias de 2013. Pero justo con la mayoría de edad entró en una especie de crisis de crecimiento que interrumpió su progresión y la relegó de las noticias de deportes. Vivía por entonces todavía en Ribeira, con sus padres y le tocó ver las anteriores Olimpiadas, las de 2016 en Río, en la tele de su casa familiar, completamente hundida en el desánimo. Pero ahí surgió su carácter indomable. Tomó una decisión que sería clave en su vida: apuntarse a la escuela de triplistas que tiene en Guadalajara el legendario saltador cubano Iván Pedroso.
La decisión comportaba salir de su entorno familiar, irse a vivir a Guadalajara y empezar a entrenar a diario, enfocada a las mayores metas. Allí conoció al saltador portugués Nelson Évora, campeón olímpico en Pekín, que se convirtió en su pareja y con el que vive ahora en Guadalajara, en compañía de un perro y un par de gatos. El cambio de vida surtió pronto frutos: en 2018 empezó a acumular títulos y medallas internacionales en la categoría absoluta, en una carrera fulgurante que le ha llevado a ostentar el récord de España, que ha batido ya varias veces, y finalmente a colgarse la ansiada medalla de bronce en Tokio.
Ana es una mujer madura y muy segura de sus convicciones, a pesar de que sólo tiene 25 años. Veamos cuáles son esas convicciones. Para empezar es feminista, no militante, pero profundamente implicada en ayudar a otras mujeres y a apoyar cualquier iniciativa contra la violencia de género. Es también una convencida ecologista, que ha prestado su imagen a varias campañas relacionadas con la lucha contra el cambio climático, incluyendo una carrera a favor de la conservación de los océanos. Además ejerce de gallega y es forofa del Celta, en alguno de cuyos partidos en Vigo ha hecho el saque de honor. Es también una viajera incansable, que ha colgado en su perfil de Instagram fotos en lugares como Nueva York, San Francisco, Egipto o Bali. En cuanto a su tendencia política, estos días ha salido a la luz su respuesta a Abascal de hace unos años, traducción del tradicional dicho gallego: a mi casa non quero que veñas.
Para completar este perfil, digamos que es una mujer a la que le encanta hablar de sí misma y de sus opiniones sobre cualquier asunto, que es invitada a tertulias y encuentros en la seguridad de que no rehuirá ningún tema y de que tiene un sólido relato de sí misma. Por ejemplo, se define como creyente no practicante, muy partidaria de la línea del actual Papa, al que ha visitado en el Vaticano. Pero toda esta larga serie de actividades y tendencias se superpone a una coquetería, al punto femenino de una persona que ama profundamente su cuerpo, que le encanta ponerse guapa y que es una apasionada del mundo de la moda. En la red hay numerosas fotos en las que se ve a esta mujer espléndida posando con diferentes atuendos y atendiendo a revistas tanto de moda como de la línea del Hola. He seleccionado para ustedes unas cuantas que les pongo a continuación.
Todo esto que les cuento es anterior a su medalla olímpica del otro día. Es decir, que resulta muy previsible que en los próximos tiempos tengamos este rostro y este cuerpo hasta en la sopa. Se trata de un prototipo de la nueva mujer gallega, española y del mundo. Ella es el resultado de una mezcla genética explosiva, se mueve por todo el mundo sin problemas de adaptación, es empática y solidaria, es una ciudadana universal, sin dejar por eso de ser gallega y del Celta. Y tiene un potencial en el mundo de la moda, para cuando decline su carrera deportiva, que ya han sabido valorar determinadas revistas, como Cosmopolitan, cuyo número de marzo pasado ya la mostró en esta espectacular portada.
Maravillosa mujer esta Ana Peleteiro, a la que entrevistaron en directo unas horas después de cumplir su gran sueño de una medalla olímpica en una disciplina tan exigente como el triple salto. Ahí desarrolló naturalidad, emotividad, acento gallego y lenguaje de la calle: realmente lo que ha conseguido esta chica es la hostia.
Podrían escribirse ríos de tinta de esta mujer que lleva la imagen de una leona tatuada en su antebrazo, que no ha alcanzado todavía su techo, que va ahora a por los 15 metros. Este post es un homenaje sobradamente merecido a una persona del Siglo XXI, que ha dejado atrás toda la mierda del pasado sin renunciar a sus raíces. ¿Cómo no estar enamorado de una persona como ella? Pero no quiero extenderme demasiado. Para los que quieran saber un poco más de Ana Peleteiro, les pongo un link a la entrevista que le hace la revista digital Runner’s World, el magazine de los corredores, a la que estoy suscrito. La entrevista fue hecha antes de la medalla y se ajusta a temas más específicamente atléticos, pero es interesante. Para leerla han de pinchar AQUÍ. Que sigan disfrutando de sus veranos, cada uno a su aire.
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