Ya casi en capilla, como suele decirse, en relación con las elecciones USA, qué nervios. Leo que ya han votado 80 millones de americanos, más de la mitad de los que lo hicieron en total en 2016. O sea que, en realidad, lo que vaya a pasar el martes 3 de noviembre, ya ha pasado, sólo que aún no lo conocemos. Se habla de una participación récord, en torno a un 65% del censo. Eso sería bueno para Biden. Dice una de las páginas que sigo al respecto, que Trump tiene algo más de posibilidades de ganar que la probabilidad de que llueva en el centro de Los Ángeles. Pero en el centro de Los Ángeles llueve. En torno a 35 días al año. No le demos más vueltas. Estos días hay que relajarse, respirar hondo y pensar en otras cosas. Yo sigo a lo mío y uno de los temas recurrentes de este blog, que me sigue maravillando, es la comprobación de cómo las mujeres se van haciendo con un lugar preeminente en terrenos tradicionalmente masculinos, con mucho esfuerzo, pero con brillantez y sin perder un ápice de su esencia femenina y su sex-appeal.
Siempre me ha fascinado la idiosincrasia y la mentalidad femenina, algo que tiene para mí una especie de halo mágico. Han de recordar que yo no tuve hermanas, que en mi casa predominaba una mentalidad eminentemente masculina, a la que se sumaba mi madre, que siempre defendía nuestros puntos de vista frente a cualquier conflicto con mujeres por medio. Y para colmo, fui al colegio en una educación segregada por sexos, rodeado de mangallones presumiendo de bíceps. Cuando, después de clase, algunos nos acercábamos a la salida del colegio femenino de Las Esclavas, a mí me parecía un espectáculo maravilloso, todas aquellas niñas con aire de hadas uniformadas, el revuelo de faldas, el griterío de la bandada, todas hablando a la vez y mirándonos de través. Con casi 70 primaveras, mantengo esa fascinación.
En todos los posts anteriores he hablado de Samantha Fish, pero hace mucho que no les pongo un vídeo suyo. Además, tengo nuevos seguidores muy recientes que no saben realmente de qué hablo cuando hablo de esta chica. Empezaré, pues, con ella este repaso por una serie de mujeres brillantes en sus terrenos respectivos, auténticas Leghorn women, o mujeres diez. El vídeo que les propongo ver, corresponde a un concierto en Dortmund, en 2017. Samantha gusta de cortar el ritmo de sus conciertos con una parte suave, que afronta ella sola con su guitarra acústica, lo que sirve para que sus músicos descansen y el personal recobre un poco el aliento tras la cascada de sonido eléctrico que les acaba de caer. Samantha está muy guapa y se encuentra muy a gusto en Alemania, donde se la aprecia mucho. El vídeo tiene cuatro canciones, pero no se asusten, que les explico algo al respecto.
Los músicos se han retirado, Samantha coge su acústica y se da ánimos diciendo here we go, vamos allá, como haría Rafa Nadal. Ataca entonces una de sus composiciones más sentimentales, Need you more than you ever know, te necesito más de lo que nunca sabrás, una canción preciosa. Canta las primeras estrofas con su sentimiento y concentración habituales y afronta un pequeño punteo. Aquí le va a fallar la conexión eléctrica; ella no lo sabe, pero ustedes sí y les pido que observen su reacción. No se enfada, no busca culpables, le da la risa y mira al público incrédula. Y tiene recursos: con un tirón del mástil hacia arriba, recupera el sonido, comenta oh shit, oh mierda, y continúa impertérrita con su canción.
En la primera pausa saluda a los chicos del bar que está a su derecha arriba y de los que dice que son sus paisanos. Anuncia que va a cantar una canción bluesy-bluesy-bluesy y se puede ver como sus músicos se reincorporan discretamente y se suman a este blues rescatado de los años 20, obra de Charlie Patton, a quien se considera el padre del blues del Delta. Samantha empieza y vemos que el batería se pone a tocar con los nudillos en el tambor, al bajo apenas se le oye y casi sin enterarnos se incorpora el pianista y de pronto el blues se ha convertido en un slow fox de libro. El piano se hace con el primer plano, con un sonido de cafetín de jazz y Samantha lo señala y pide el aplauso para él, antes de cantar las últimas estrofas. Todos van subiendo un poco la intensidad, hasta el cierre final de la trompeta: un slow fox que se precie sólo puede acabar con una buena trompeta.
Cambia entonces Samantha de guitarra y se pone a afinarla. Escucha las palmas rítmicas del público jaleándola y se pone muy contenta: lo estáis haciendo fantástico, dice, antes de repetirlo en alemán. Un encanto de chica. Continúa: yo sé que el blues está bien, os quiero chicos, pero habéis venido a escuchar rock and roll así que aquí os traigo un old school vintage 2015 rock’n roll. Entonces arranca con el tercer tema, este ya más en la línea de los que les he ido trayendo al blog desde que descubrí a esta mujer estupenda, que lo da todo en cada actuación. Al final del tema dice thank you sin ruido, como para sordos, y enlaza directamente con el cuarto tema del vídeo, que se lo pueden ahorrar si están cansados, o dejárselo de fondo sonoro, yo quiero que vean los tres primeros (por supuesto, pueden seguir hasta el final si lo desean).
Una mujer infiltrada en un sector tradicionalmente masculino como es el blues, que busca la excelencia y se implica en ello con pasión. Podríamos decir algo parecido de Jacinda Ardern, a la que traemos a menudo al blog. Después de su triunfo apoteósico en las elecciones de su país, Nueva Zelanda, queda un tema por resolver, que no se desvelará hasta primeros de noviembre. A la vez que votaban a quién querían que fuera su primera ministra, los neozelandeses tenían otras dos papeletas, correspondientes a dos referéndums simultáneos. En uno se pronunciaban sobre la posibilidad de una ley de la eutanasia. En el otro sobre la legalización de la marihuana para uso recreativo.
Ambos referéndums son consultivos, no vinculantes. Como debe ser. ¿Qué mierda es esa de un brexit o una consulta catalana, consistente en que una victoria por un 51-49 ya es totalmente vinculante y no se puede tocar? Aquí los neozelandeses opinan y luego los políticos hacen lo que tengan que hacer. Los referéndums tiene el valor de que, si hay una opinión de un 80% en un sentido, más o menos hay una obligación moral de hacerle caso. Así se ha hecho con la consulta sobre la derogación de la Constitución de Pinochet, con un resultado abrumador, del que me alegro mucho. Ahora, el gobierno chileno tiene que iniciar el proceso. En Nueva Zelanda se desconoce el resultado de estas dos consultas; ya antes de las elecciones se anunció que, no siendo temas urgentes, el recuento se dejaría para después, para procesar bien el voto por correo. Cuando se sepa, se comentará en el blog.
Pero volvamos a Jacinda Ardern. Seguramente no saben una cosa de ella. En el debate final antes de las elecciones, el moderador le pregunto por quiénes eran los líderes extranjeros que más admiraba por su forma de gobernar y citó a la primera ministra de Dinamarca y ¿saben a quién más? Pues a Pedro Sánchez. Como lo oyen. Ya sé que no se lo creen, así que pinchen AQUÍ. ¿Mira que si no es tan malo este señor como nos han inducido a creer aquí desde el inMundo y la orquesta de corifeos de la reacción? A veces tiene que venir alguien de fuera, con más perspectiva, para poner en cuestión nuestras opiniones. Jacinda es muy lista y sólo tienen que ver cuáles han sido sus pronunciamientos públicos sobre los dos temas a consulta. Respecto a la eutanasia, se muestra a favor de una ley justa, lo ha incluido en su programa y ha hecho campaña por ello. En cambio, respecto a la marihuana, no se pronuncia. Ningún periodista ha conseguido que diga si está a favor o en contra. Con lo lista que es esta mujer, no la van a pillar en un renuncio. En cuanto dijera que un día de joven se fumó un porro, sería titular y trending topic durante una larga y desagradable temporada. La prensa carroñera está al acecho de cosas como esa.
Sólo hay que ver lo que ha pasado con otra mujer admirable, la primera ministra de Finlandia, también joven y también socialdemócrata como Jacinda: Sanna Marin. Esta mujer, sin duda muy inteligente, es también muy guapa y sucumbió a la tentación de un reportaje en una revista del corazón en el que enseñan su casa y responde a preguntas personales (como lo hicieron aquí Lollipop Ayuso y hasta Irene Montero). El problema es que la chica posó en varias fotos y en una de ellas se aprecia perfectamente que no lleva suje. Tienen a la izquierda la imagen de la polémica, ya ven qué pose más discreta y recatada. Pues ya se ha montado el pollo en las redes antisociales, ya se han puesto a insultarla por golfa y descocada. Menos mal que ese ataque ha desencadenado una ola de apoyos de otras mujeres y también de muchos hombres como yo, que desde este blog le envío todo mi cariño y mi admiración. Sanna tiene 34 años, sólo lleva diez meses en el cargo, y no tiene la experiencia de Jacinda Ardern.
En el ámbito de la música clásica hay también una figura, en parte similar a Samantha Fish, por su calidad como instrumentista y su sensibilidad exquisita, por la pasión que pone en sus interpretaciones, por su gusto por actuar con atuendos sexis, con los que se siente a gusto y porque también se le cae el pelo sobre la cara en sus arrebatos interpretativos. Hablo de la pianista georgiana afincada en París Khatia Buniatishvili. Ha tocado con los mejores directores de orquesta, y aquí la pueden ver nada menos que con Zubin Metha, en un fragmento del Concierto de Piano en Do menor, de Schumann. Escúchenla y seguimos.
¿Cómo dicen? ¿Que no se han fijado en el pelo? ¿Entonces a dónde miraban? ¡Ah! Bueno, qué quieren que haga yo, si son ustedes unos salidos... Hombre, cuando una es poderosa de la parte de arriba es un poco arriesgado utilizar el llamado escote palabra de honor. Pero la chica lo sabe perfectamente, ha salido así porque ha querido, se la ve feliz y radiante y también tiene todo mi apoyo. Al fin y al cabo, yo el otro día tuve que llamar a un fontanero porque se me salía el fregadero y apareció por allí un chaval con un pantalón de estos de cintura baja, también conocidos como pantalones cagaos y, claro, al agacharse bajo la pila, resultó llevar un auténtico escote palabra de honor trasero y me estuvo todo el rato enseñando lo que se suele llamar la hucha. Y me tuve que aguantar y pagarle, porque era muy amable y me lo arregló enseguida, que es lo que cuenta.
Les hablo ahora de otra mujer espléndida. Como saben, el Deportivo de la Coruña creó hace tres años una sección de fútbol femenino, que ya está jugando en Primera División. La estrella del equipo se llama Athenea del Castillo, tiene 20 años, es santanderina y maneja una técnica exquisita también. Es rápida, potente y tiene gol, como decimos los entendidos. Y esta mujer ha sido noticia estos días por haber recibido la llamada de la selección nacional de fútbol femenino, donde ha tenido la oportunidad de debutar, haciendo historia, porque es la primera mujer del Dépor en jugar con España. Les pongo en este caso tres fotos: cuando fichó por el Depor (pueden ver que es prácticamente una niña, con sus brackets), enfundada en la camiseta nacional (ya la ven más mujer y con esa determinación en la mirada que la acerca a Samantha y a Khatia la pianista) Y una tercera para que aprecien la técnica perfecta con la que chuta a gol. Vamos, digna de Di Stéfano.
Podría seguir poniéndoles ejemplos de mujeres que están descollando en sus respectivas disciplinas a base de calidad, esfuerzo y determinación. Al fin y al cabo, únicamente pretendo distraer su atención de este tiempo maldito, para que no piensen en nuestras miserias cotidianas, en cómo Lollipop Ayuso nos está haciendo la picha un lío y otras desgracias. Por cierto, un solo inciso. Respecto a lo que dijimos del verdadero talante de Casado, veamos cómo ha sido la secuencia. Sánchez propone seis meses de confinamiento, porque el virus está desbocado. BIEEEEEN. Entonces, Casado propone ocho semanas, dos meses, por intentar salvar la Navidad. BIEEEEEN también. Nadie le está pidiendo que acepte todo lo que le propongan, sino que aporte sus posiciones justificadamente y negocie. Entonces Sánchez dice: ni pa’ ti ni pa’ mí: Cuatro meses. También BIEEEEEN, eso es una negociación. Si uno dice seis y el otro contrapone dos, el siguiente movimiento es cuatro. ¿Qué era lo siguiente? Pues que Casado hubiera dicho que tres meses. El otro lo habría aceptado.
Pero no ha dicho eso. Lo que ha hecho en cambio es dar una patada al tablero tirando todas las fichas al suelo, ha vuelto a su discurso casposo de que Sánchez huele mal, porque huele a la coleta de Iglesias y quiere someternos a una dictadura comunista y bolivariana, tras hundir la economía. Y ha forzado a su grupo a que se abstenga en la votación: un grupo que se abstiene está mandando el mensaje de que le da igual. Se la bufa. En una tesitura como esa, sólo hay tres respuestas posibles: sí, no y me la bufa. Y a un partido con vocación de llegar al gobierno no se la puede bufar un asunto que afecta a la salud de todos. Este señor nos ha tomado por tontos: o sea que dos meses de confinamiento estaban bien y cuatro ya no, cuatro está fatal y Sánchez quiere cargarse la democracia. ¡Vamos, hombre! No sólo eso, sino que encima va a ir a Europa a desacreditarnos otra vez, repitiendo su deslealtad y mostrando su perfil de acuseta. Así que, por mi parte: MAAAAL. La conclusión es que su discurso contra Vox, del que alabamos aquí su estructura y su alta calidad oratoria, finalmente no fue más que una trifulca entre fachas. Consecuentemente, para mí vuelve a ser el fraCasado.
Hecho este inciso, vuelvo al hilo de mi discurso. Podría ponerles muchos más ejemplos de leghorn women, pero ya toca cerrar. Sólo queda aclarar el por qué de ese título del post. Bien, la Leghorn es una raza de gallinas, que se tiene como el máximo en la excelencia de ese animal tan hogareño. Lo que no sé si saben es que leghorn es una denominación que viene de Livorno (Italia), de donde provienen esas gallinas, lo que pasa es que los yanquis eran tan torpes que no conseguían pronunciar Livorno. Un yanqui, precisamente, es quien publicó hace un par de años un blues delicioso con ese nombre: Leghorn women. Se trata de Luke Winslow-King, un auténtico aristócrata del blues, natural de Michigan, pero que ha vivido muchos años en Nueva Orleans. Se le conoce como El Duque Cajun, porque es muy guapo.
Cualquier imbécil podría pensar que es una canción machista, sobre todo si no entiende la letra, pero no lo es. Por el contrario, Luke designa así a ese tipo de mujeres excelentes de las que estamos hablando en este post, y trasluce una fascinación por ellas, como la que yo siento desde que iba a la salida del colegio de Las Esclavas en La Coruña. Dice de las leghorn women que son capaces de hacer ver a un ciego, de hacer correrse a un muerto, de hacer llorar a un hombre adulto. Te harán perder la cabeza, chico, te llevarán a donde quieran, pero también te darán todo lo que no tenías. En fin, el blues es una cultura universal y Luke Winslow-King ha participado en varios vídeos del programa Playing for change, en el que músicos de todo el mundo tocan todos a la vez una canción desde sus ciudades y luego sus imágenes se remezclan con resultados muy vistosos. Allí, Luke hizo amistad con un bluesman italiano, un guitarrista muy bueno que se llama Roberto Luti y al que ya hemos visto en el blog en alguno de esos vídeos colectivos.
En el verano de 2019, antes de que el virus nos jodiera, Roberto invitó a Luke a pasar unas semanas en Italia. Y recalaron en Livorno. En una plaza de esa hermosa ciudad de la Toscana, participaron en una verbena popular que duró toda la noche. Y, ya de madrugada, se subieron al tablao e improvisaron una versión de la canción de las Leghorn women. Es por la mañana, ambos van bastante desaliñados, se ve una botella de vino a medias y por la calle pasa gente que se dirige a sus recados, indiferente a la música, andando, en bici o en coche, parece domingo. Por allí anda un calvo preocupándose de que no se apaguen las candelas del tablao, acompañado por un angelote rubio, al que tal vez su madre se lo ha encasquetado para que lo cuide, mientras ella se iba a casa a descansar de la noche de farra. Cosas de ese mundo maravilloso del que disfrutábamos antes de la pandemia. Ahora nos queda sólo verlo en el ordenador. Es un vídeo delicioso. Se lo dejo de regalo (les pido disculpas por el estridente carnavalito que sale al principio y al final, no tengo forma de eliminarlo). Y aquí está mi deseo: que pasen ustedes un buen y confinado puente.