A día del Señor de 20 de marzo, continúo sano
y asintomático, a Dios gracias, locución adverbial valorativa que, viniendo de
un agnóstico como yo, no deja de tener su mérito. Doy por cumplido el período
de seguridad de 14 días en relación tanto con el Meet Up, como con la visita a
la fábrica CLESA. A partir de dicha visita, dejé de saludar efusivamente a los
amigos y amigas que me iba encontrando, lo que me deja por asegurar únicamente
mi ocurrencia de cortarme el pelo el día 13, respecto de la cual tampoco tengo
por ahora noticia de que mi amigo Jurgen esté afectado por el bicho ese que no
me da la gana de nombrar, coño, que ya está bien de putearnos y acosarnos de
esta manera, hombre, que no hay derecho. Lo cierto es que, estuve dudando si cortarme el pelo o no,
como les dije, y al final creo que me decidió la idea de que, si tiene que
venir la bruja de la guadaña, por lo menos que me pille bien peinado. Sigo, pues, tocando madera y encomendado a los sanbenitiños ya reseñados.
Diríase que, como Humanidad,
hemos pisado mierda, o nos ha cagao el cigüeño, que de ambas maneras se puede
expresar esta calamidad colectiva que sufrimos. Y no lo digo por mí, que estoy
en una casa agradable, no tengo frío, tengo comida, televisión, WiFi, las 7
temporadas de Los Soprano, libros en abundancia y sobre todo: papel higiénico. No
creo que deba quejarme de mi situación de encierro, sino al contrario. Así que,
según lo prometido, hoy voy a tirar de stock y dedicar este tercer Cuaderno de
la Cuarentena a un asunto que no tiene nada que ver con nuestra circunstancia
presente, para ayudarles a pasar estas interminables horas de clausura, brindándoles
un simple entretenimiento y un poco de información sobre una historia realmente
singular y única, de la que les supongo bastante in albis; no me irán a decir ahora que habían oído hablar antes
de la Ciudad Amurallada de Kowloon. ¡Anda ya! que diría mi amiga África.
Empiezo por decirles que Kowloon
es una parte de la región autónoma china de Hong Kong, un territorio organizado
bajo el lema one country, two systems.
Un país (China), dos sistemas: el
autoritario que rige la casi totalidad del inmenso estado chino y el
democrático por el que se gobierna Hong Kong, herencia de los años de dominio
británico, finalizados en tiempos de la señora Thatcher, que acordó con el
Partido Comunista Chino la devolución de esta colonia a condición de que se les
respetaran a sus ciudadanos sus derechos y su sistema de vida. Desde entonces,
China les observa con desconfianza y trata de reducir su libertad con recortes solapados, que son rápidamente contestados en las calles por la llamada revolución de los
paraguas. Esa región autónoma china se compone de tres partes: la isla de
Hong Kong, la península de Kowloon y los llamados Nuevos Territorios, que
circundan Kowloon, constituyendo con ella la parte continental de esta ex-colonia,
a la que fueron incorporados a partir de 1860, unos 20 años después de que el Imperio
Británico se quedara con la isla como resultado de su victoria en la primera Guerra del Opio.
Fue esta una zona convulsa
durante años, por las guerras del opio y los conflictos chino-japoneses. El
ejército imperial nipón tomó Hong Kong el mismo día del ataque de Pearl Harbour
y lo mantuvo bajo su dominio hasta el final de la Guerra Mundial, momento en
que los ingleses se apresuraron a recuperarlo. Por entonces ya era un centro
financiero de primer orden con una prestigiosa universidad y una Bolsa de Valores
de las más potentes del mundo. Hoy en día Hong Kong es una urbe pujante de siete millones y
medio de habitantes, distribuidos entre la isla, donde los precios
inmobiliarios están por las nubes, y la ciudad continental de Kowloon, donde la
vivienda es más asequible y hay excelentes conexiones de transporte público con
el centro financiero que sigue estando en la isla. Los Nuevos Territorios tienen
una densidad baja, con bastante espacio libre, que sirve de colchón con la gran
urbe de Shenzhen (12 millones de habitantes) que los chinos promocionan y
cuidan para que sea un escaparate en el que los hongkoneses vean la maravilla de
mundo que el Partido ha logrado construir. Estas urbes-escaparate frente a
mundos diferentes, son frecuentes en la historia y en la idiosincrasia del ser humano: Berlín
occidental, frente al oriental, San Diego frente a Tijuana, Nador frente a
Melilla.
En este contexto se sitúa la
ciudad amurallada de la que les hablo. El origen fue un pequeño fuerte
construido en torno al año 1000, para proteger el comercio de la sal de los ataques
de los piratas, bastante frecuentes en esa época. Sobrevivió como tal durante casi un milenio. Era un puesto militar mínimo, alrededor del cual, en 1810 se empieza a construir una muralla para protegerlo. Cuando China
pierde la primera Guerra del Opio, se acentúa la necesidad de completar esa
muralla que separaba el pequeño fuerte de la isla de Hong Kong, que había
pasado a propiedad del Imperio Británico. La muralla se termina en 1847. Pero
siguen desarrollándose guerras y conflictos y, en 1898, el emperador chino de
turno se ve obligado a ceder a Gran Bretaña los territorios continentales de
los que les he hablado: Kowloon y los Nuevos Territorios. ¿Todos? No, señor. Lo
han adivinado. En medio de estos territorios que se incorporan al Imperio,
queda la ciudad amurallada de Kowloon, como un pequeño enclave que se mantiene
bajo dominio chino. Una especie de grano o verruga minúscula en medio del
cuerpo que se cede a la corona británica.
Y aquí empieza la singularidad de
la historia. Estamos a comienzos del siglo XX. Un territorio amurallado de unos 200x100
metros, y con unos 700 habitantes, se convierte en un cuadradito minúsculo de soberanía china, en medio de una colonia británica. La población sigue creciendo
moderadamente, pero entonces llega la Segunda Guerra Mundial (les estoy
haciendo un repaso apresurado de una historia que podría dar para un libro).
Los japoneses están sólo cuatro años, pero ya saben ustedes que son laboriosos
y cabezotas. Entre sus proyectos estaba la construcción de un aeropuerto, erigido
en una especie de espigón ganado al mar. Y, como no tienen otro material a
mano, se dedican a desmontar la muralla de Kowloon para usar sus sillares como base
de su nuevo aeródromo militar que, por cierto, subsiste en la actualidad.
Termina la guerra, los ingleses
recuperan el dominio de su colonia y la antigua ciudad amurallada pasa a encontrarse en un limbo administrativo y físico: los chinos ya no la quieren,
bastante ocupados están en su incipiente guerra civil entre los nacionalistas
del Kuomintang, liderados por Chang-Kai-Shek y los comunistas de Mao. Y los
ingleses no le dan prioridad, porque no es formalmente suya y tienen mucho que
reconstruir en los barrios que les pertenecen según los tratados firmados. Y
todo eso le sucede a este antiguo asentamiento sin su rasgo distintivo: su muralla,
desaparecida para siempre. Es una ciudad amurallada sin muralla. Algo así como un molusco sin concha. En adelante,
a la Ciudad Amurallada de Kowloon la vamos a llamar CAK, por abreviar. Es hora
ya de ver un par de fotos. La primera es
de 1898, cuando no había ni muralla. Es la entrada del pequeño fuerte original, que se
llamaba el Yamen, tomada desde el lado de la isla de Hong Kong.
En esta última pueden ver a un tipo que ha conseguido subir a la azotea a tomar el sol. Este era un mundo en el que uno podía subir o bajar por escaleras de una casa a otra sin salir a las calles circundantes.
La segunda imagen es de 1933. El
Yamen aparece ya rodeado de algunos edificios, y en el centro pueden verse los cañones del fuerte original, inservibles pero convertidos en monumento,
como tantos que hemos visto en diversas ciudades (como La Coruña).
Nos habíamos quedado en que
después de la Segunda Guerra Mundial, la CAK se convierte en realidad en una especie de tierra de nadie. Para quedar bien, Chang Kai Shek la reclama y los
ingleses dicen que no la sueltan, ambos con la boca pequeña. Lo cierto es que
el lugar queda dejado de la mano de Dios, nadie se ocupa de ello y empiezan a
llegar refugiados chinos que huyen de las diferentes desgracias y guerras, con
la esperanza de que un día el estado chino los ampare y los legalice. Es como
un núcleo de chabolas a lo bestia. Este lugar sin ley ni autoridades atrae a las mafias chinas más peligrosas. Se instalan allí dos de las más poderosas triadas: la 14K y la Sun Yee On,
formadas por antiguos combatientes del Kuomintang, desertores, mercenarios, etc.
La CAK se convierte en una ciudad sin ley, como las del Oeste. Y se llega a un
ten-contén: la antigua muralla ha sido sustituida por una calle perimetral.
Cada vez que alguien hace una pequeña construcción o campamento al otro lado de
la calle, vienen los ingleses y la arrasan. Pero al interior no hay policía que
se aventure.
Y el núcleo, que equivale a unos
cuatro o cinco campos de fútbol, empieza a crecer en altura y en densidad. La
gente construye encima de las antiguas edificaciones, sin licencia ni
condiciones de seguridad. Se dice que el tinglado se mantiene en pié porque
unas casas se apoyan en las otras. Pero se llegan a alcanzar alturas de hasta
14 plantas, manteniendo las calles de apenas un metro. Resultado: el lugar se
convierte en la ciudad de la oscuridad, en la que el sol sólo llega a las azoteas.
Allí se instalan bingos y casinos ilegales, fumaderos de opio, puticlubs, casas de apuestas, talleres de falsificación de billetes, venta
de todo tipo de drogas y también de armas. Y bares y restaurantes infectos, donde se sirve carne de perro y otras exquisiteces. Desde 1948 hasta los primeros 70,
esa fue la situación. En las guías de Hong Kong se recomendaba encarecidamente
a los turistas que ni se acercaran por allí. Un reportero de guerra de estos
que se meten en los sitios de más riesgo, entró en su interior, tomó fotos y dijo
que le habían impresionado mucho la oscuridad, la suciedad y la ausencia total
de perros y gatos, que ya saben ustedes lo que significa. Vamos con más fotos.
Para empezar una vista aérea oblicua del lugar, en donde se puede ver el gran
desarrollo urbanístico de la ciudad de Kowloon, que está ya cercando la CAK. El hueco que ven en el medio corresponde al antiguo Yamen.
Y aquí una vista nocturna y una de las fachadas.
En términos urbanísticos, la ciudad
tenía una extensión de unas 2,6 hectáreas, y se dice que llegaron a vivir, o
malvivir, allí en torno a 50.000 personas. Eso supone una densidad cercana a
los 2 millones de habitantes por km2, sin duda el record
mundial de densidad de un asentamiento humano de toda la Historia. Han de tener
en cuenta que el lugar obtenía agua y electricidad de manera ilegal, con ocho
enganches a la red exterior de agua, que de vez en cuando eran cegados por las
autoridades y vueltos a abrir más allá unos días después, y otro tanto con la electricidad, el teléfono,
etc. Todo eso organizaba marañas de tuberías y cables aéreos que ocultaban aun más la luz del sol. Eran frecuentes también los fluorescentes alimentados con generadores individuales de gasoil. En todo el barrio no había un solo contador de agua o luz. Y, por supuesto,
tampoco había alcantarillado ni servicio de limpieza. Los de arriba barrían
hacia abajo, eliminaban la mierda por el sistema ¡Agua va! y seguramente alimentaban a ratas como conejos. Veamos
algunas vistas del interior.
En esta última pueden ver a un tipo que ha conseguido subir a la azotea a tomar el sol. Este era un mundo en el que uno podía subir o bajar por escaleras de una casa a otra sin salir a las calles circundantes.
En los años 70, las autoridades
de Hong Kong deciden intervenir, porque el lugar se ha convertido en el centro de la
delincuencia regional, que luego opera por todo el
distrito financiero y los barrios más acomodados de la isla, lo que asusta al turismo. A partir de 1973
se organiza una ronda de redadas, comandadas por una especie de GEOs, que
realizan más de 3.000 operaciones, logrando que las triadas abandonen el lugar.
Se llega entonces a una especie de armisticio, porque en el lugar sigue gente
que no se quiere ir. Hay que decir que las familias vivían en cubículos de unos
20 metros cuadrados, formados por un salón-comedor-cocina y unas cuantas
alcobas minúsculas, un estándar, por otro lado, bastante frecuente en Hong
Kong, incluso hoy. Mi hijo Kike fue a visitar a un amigo que había estado de Erasmus en
Rotterdam con él (o sea, de familia de clase alta) y se tuvo que buscar un
hotel, porque en su casa no cabía ya nadie más.
A partir de 1975, las mafias
abandonan el lugar, pero subsisten las demás fatalidades: la falta de higiene,
la falta de agua, luz y alcantarillado, los edificios que corren un riesgo serio
de ruina, apoyados unos con otros. Más el riesgo que supone que la gente sigue
intentando construir más habitáculos hacia arriba, afectando a la seguridad de
las rutas de vuelos (el aeropuerto está al lado) y aumentando el propio riesgo
de derrumbe. Allí vive una población que tiene pequeñas fábricas y negocios y
además se instalan clínicas abortistas ilegales en condiciones de espanto, y
dentistas sin título, a los que viene gente de las regiones más próximas de
China por sus precios de risa. Pero se les empieza a mejorar el suministro de
agua y luz, al tiempo que entran organizaciones humanitarias, iglesias y ONGs
que trabajan por mejorar sus condiciones. Algunas imágenes más. En la de abajo pueden ver a la izquierda los cañones originales del Yamen, guardados de cualquier manera. Seguramente habría sido imposible sacarlos del lugar, por su peso y por lo angosto de las salidas posibles. Así que mejor ponerles encima los bidones de pintura.
A pesar de esas mejoras, la CAK
es una ruina y un foco de insalubridad en un mundo cada vez más avanzado e
higiénico. En 1984, los gobiernos chino e inglés alcanzan un acuerdo para
eliminar este lugar del mapa. Se aprueba un plan para proveer de
indemnizaciones y nuevas viviendas a los habitantes del asentamiento. Por
primera vez se hace un censo, que recoge a 33.000 habitantes con derecho a realojo, el resto
no se sabe si eran ilegales y salieron pitando, o bien la cifra de 50.000 era
una leyenda. Como suele suceder en estos casos, la mayoría de los censados
aceptó la indemnización y el realojo. Una minoría se negó y hubo que sacarlos a
hostias. La demolición, una vez desalojado el asentamiento, empieza en marzo de
1993 y termina más o menos un año después. Por cierto, antes de empezar la demolición se rodaron en este escenario único dos películas: una de Jean-Claude Van Damme y otra de Jacky Chan. Aquí una imagen de los trabajos de demolición.
En abril de 1994, se da por
finalizada la demolición y se aprovechan parte de los escombros para servir de
base a un parque que, en un alarde de imaginación onomástica, se bautiza como
el Parque de la Ciudad Amurallada de Kowloon. Cuando el 1 de julio de 1997, la
señora Thachter hace entrega de la colonia de Hong Kong a la administración
china, en calidad de región autónoma, la ciudad de Kowloon cuenta con un parque
casi nuevecito. En una esquina, un pequeño monumento muestra la maqueta de la
ciudad que precedió a ese parque y que le da nombre. Si un día viajan a Hong
Kong, no dejen de visitarlo. Les voy a dejar con unas imágenes de despedida. Un trozo del parque, el Yamen reconstruido, con sus cañones recuperados, y el monumento a lo que fue el barrio. Si no sabían nada de esta historia, supongo que les habrá resultado interesante. Y en cualquier caso espero haberles distraido un rato de las cifras de
muertos y contagiados. Cuídense y manténganse sanos. Take care and keep safe, que decimos los políglotas.
Alucinante historia. Si no fuera por las fotos pensaría que era inventada. El ser humano no tiene límites. Como dice una amiga mía, el coronavirus es sólo una forma que tiene la Tierra de defenderse de nosotros. El verdadero patógeno es el hombre.
ResponderEliminarA mí me parece un asunto muy singular, donde se formalizan en unas imágenes tremendas la cutrez y la locura del ser humano, ese especímen que usted califica acertadamente de patógeno (no le impportará que utilice esta reflexión final suya en textos sucesivos)
EliminarAbrazos virtuales y ánimo con el encierro.