Pues
sí, podríamos si quisiéramos, pero tal parece que no queramos. Lo que le está
pasando a la llamada formación morada
es algo que yo anuncié no hace mucho, en un post que se llamó Podemos cagarla. La verdad es que el
nombre Podemos se presta a estas coñas,
algo de lo que no sé si el entorno de Iglesias es consciente. Estos últimos
años, las chirigotas de Cádiz han hecho el agosto en febrero a cuenta del
nombrecito. Porque, encima, para más inri, en su día se sumaron a otra
formación llamada Izquierda Unida,
que era tradicionalmente una jaula de grillos totalmente desunida. O sea, que
los desunidos autodenominados unidos, a su vez se unieron con Podemos y pasaron
a llamarse Unidos Podemos. Tal vez
debieran haberse puesto Unidos al
Cuadrado o Dos-Veces-Unidos. Ahora, para colmo, se han sometido a un cambio de sexo para pasar
a ser la entidad transgénero Unidas
Podemos. Un giro pretendidamente sublime que se convierte en una completa
cursilería. Entre lo sublime y lo cursi hay a veces una línea muy delgada. Yo
ya he pedido que se rebauticen como Uniditas
Podemos, para no discriminar a los niños, pero se me ocurren algunos
nombres más, a añadir a los que aparecen en cursiva en este párrafo:
–Podemos pero no Queremos
– Queremos y no Podemos
–No
Podemos porque no estamos Unidos
–Se
va Pudiendo
–Podemos hacer el ridículo
Ahora
mismo, el espectáculo que está dando la izquierda trans-PSOE en el entorno madrileño es penoso. Por ahí andan en
danza Podemos, la plataforma Más Madrid de
Carmena-Errejón, los Anticapitalistas de Rommy Arce, Izquierda Unida, la formación de Gaspar Llamazares y
no sé si me dejo alguna otra. En Madrid ciudad, el carisma de Carmena hace que
no se presenten en su contra ni Podemos ni Llamazares. Pero en la Comunidad
Autónoma el guirigay es completo. Ahí están todos al lío, montando tremendo
pollo. En la ciudad, Izquierda Unida apoya a Anticapitalistas, pero en la
región duda si ir con ellos o con Podemos como en el Estado. El resultado de esta cacofonía es
que el votante de izquierda más o menos moderado está huyendo de vuelta a la
casa madre del PSOE, que vuelve a subir en las encuestas, tanto en Madrid como
a nivel nacional. Con Rivera dejándole un caladero de votos enorme por el otro
lado, lo normal es que vuelva a gobernar, con o sin apoyo de los catalanes de
Esquerra, ahora que el efecto Torra se está revelando tan tóxico para la
otra parte de los independentistas.
He
dicho que soy carmenista por convicción y errejonista, o errejonudo por
conveniencia. Otro día les cuento cuál ha sido mi deriva mental para llegar a
esa doble certeza. Mi voto en las autonómicas y locales está decidido. Y, en
las generales, votaré a Sánchez, en parte también por conveniencia, porque, si
lograse formar gobierno, sería una inyección de moral para las deprimidas
huestes locales del PSOE, no muy boyantes últimamente ante una figura tan sosa y mortecina como la de Pepu. Y
eso le podría venir bien a Carmena para tener una mayoría de gobierno cómoda y continuar
con las medidas que se han puesto en marcha en estos cuatro años. Faltan casi
dos meses para las elecciones locales y ya habrá tiempo de hablar de todo ello.
Respecto a las generales, yo me mantengo en la recomendación de que Sánchez siga
callado y no haga ni siquiera debates con los otros. Que se faje Iglesias con la derecha; que se insulten y se peguen los demás.
Ya
sé que todo esto es un coñazo y que muchos de ustedes entran en mi blog en busca de otros
temas más estimulantes. Pero tengo que hablar de este plúmbeo asunto, porque
del resultado de las elecciones locales dependen mis posibilidades de seguir
haciendo surf sobre una ola desbocada. A este respecto les diré que, a veces,
para coger carrerilla hay que hacer un esfuerzo grande en el impulso inicial.
Pero luego, ya en velocidad, las ocasiones te van saliendo al camino por pura
inercia. Así fueron mis recientes viajes a California, Chicago y París; no el
de Chile que estaba planificado con tiempo. Ahora mismo tengo tres nuevas
aventuras viajeras en perspectiva para lo que queda de año, pero sólo puedo hablarles de
una, de la que ya tengo los billetes. Las otras aun no se las voy a contar, de
acuerdo con la máxima de mi amiga rosarina Valeria Correa: si lo que se nombra
antes de tiempo, luego no sucede, mejor que no nombremos estos dos viajes
potenciales, para que luego sucedan. Les prometo que, si se frustran, también les
daré noticia.
¿Y
cuál es el viaje que está ya cerrado? Pues les cuento. Estas semanas próximas
las tengo muy apretadas de trabajo, estudiando las propuestas presentadas en el
concurso Reinventing Cities. Son nueve propuestas en total. Nuestro trabajo
actual tiene por objeto desbrozar estas propuestas para dárselas predigeridas al Jurado que debe elegir a los ganadores y que se reunirá los días 6 y 8 de mayo. A continuación
vendrá un período en el que hemos de mantener en secreto los resultados de este proceso.
Porque la organización C40 ha decidido hacer públicos los resultados de todas las ciudades europeas en un
acto común a celebrar en Oslo (Noruega), en el transcurso del mayor congreso europeo
sobre el cambio climático, conocido como Urban
Future Global Conference que este año se celebra en esa ciudad nórdica los días 22 al 24
de mayo. La primera idea de C40 era que nuestros resultados los proclamara la Alcaldesa
Carmena, pero es la semana de las elecciones locales. Eso imposibilita que
viaje ella o cualquiera de sus concejales y altos cargos.
Ante
ello, los tres mosqueteros del proyecto, mi jefa, mi compañera M. y yo hemos decidido asumir la responsabilidad de representar a la ciudad de Madrid en ese evento. Viajaremos el día 21
por la tarde, para llegar a cenar y descansar esa noche. El 22 tendremos la
mañana para dar un paseo por Oslo, que no es una ciudad muy grande. A las
16.00, dará comienzo el acto en el que mi jefa tendrá que dar un pequeño discurso y desvelar los resultados del concurso en Madrid. Los otros dos estaremos allí para aplaudir a rabiar, lanzar aturuxos y levantar
la V de la Victoria, que no de Vendetta. Al final del acto estamos invitados a
un cóctel que da C40. El día 23 tendremos la mañana para una segunda visita a
la ciudad y volaremos de regreso por la tarde. Dado que el 23 es jueves, por mi
mente se pasó la idea de quedarme hasta el sábado y llegar a tiempo de
votar. La he desechado, porque de esa forma me arriesgaría a que el
Ayuntamiento no me pague el billete y además parece que Oslo tampoco da
para mucho más que dos días.
Pero
hay otro factor en este asunto, que tal vez alguno de mis seguidores haya captado ya. Si
recuerdan los últimos posts, hace poco hubo en Madrid unas jornadas llamadas To
Gather, en las que me encontré con la señora Ellen S. de Vibe, Jefa del
Departamento de Planeamiento de Oslo, que me recordaba de una anterior visita
en la que le enseñé el proyecto Madrid Río. Y que esta señora me mencionó en su
conferencia en las jornadas, diciendo de mí que era un visionario del urbanismo
y alguna barbaridad más. Como se pueden imaginar, ante una admiración tan
rendida, no me ha quedado más remedio que escribirle y comunicarle que voy a ir
a su ciudad unos días. Lo demás no se lo voy a contar aquí, que uno tiene sus
niveles de privacidad. Sí, sí, ya sé que yo lo cuento todo de mí, pero no de lo
que atañe a otras personas. En cualquier caso, ya saben: cherchez la femme. Una máxima que nunca falla.
Pero
hasta que esto llegue, tengo que ir por orden y contarles mis vicisitudes preelectorales.
Y en esta tesitura, no podía dejar de referirme al bochinche que hay montado en
la izquierda madrileña más allá del PSOE. A mí me gustaría que Pablo Iglesias,
ya que ha optado por ese modelo caudillista de partido tan alejado del
espíritu del 15-M (que para mí encarnan Errejón y Carmena), diera ahora un
puñetazo encima de la mesa y gritara: –Cagüendios, todo el mundo a votar a
Errejón y a Carmena y a callar. Si tal hiciera, demostraría un liderazgo y una talla de estadista que hasta ahora vienen brillando por su ausencia,
aseguraría el Ayuntamiento, tendría alguna posibilidad de ganar la región y
hasta recuperaría votos para el Estado. Pero mucho me temo que no lo haga. Se
lo impide su ego y su orgullo. Y, mientras las cosas no cambien, yo tengo que referirme a su partido como Unidos Podríamos. Podríamos ganar, desde luego, si estuviéramos unidos, pero lo cierto es que no lo estamos. Y Desunidos no Podemos. Lo dijo el romano Tácito con precisión
meridiana: los que combaten divididos, finalmente son derrotados juntos.
Tengo
que decir que ya he recibido algunas críticas por referirme a estos temas y mojarme
hasta el extremo de revelar mi voto y hacer campaña en un determinado sentido. Vamos a
ver. En ocasiones anteriores yo he sobrenadado por encima de cuestiones
políticas, sin mojarme, diciendo lo que me parecía bueno y malo de cada uno, mostrándome equidistante y
quedándome en un prudente término medio. Y entonces también me ponían verde,
por quedarme por encima. Me decían que si me sentía superior, que si me creía Dios o qué. Y ahora que me mojo,
también me critican. A ver si me va a pasar a mí como al chino del Whatsapp,
que, haga lo que haga, le canean. ¿Cómo? ¿Que si estoy hablando del Negro del
Whatsapp? No, no. De ese es del que querrían ustedes que les trajera aquí una foto ¿verdad
picaronas? Yo les hablo del chino del Whatsapp. Como parece que algunos
de mis seguidores no lo conocen, se lo dejo de propina. Que tengan una buena
semana.
No hay comentarios... mira que me choca que una ciudad o sus alrededores se ventilen en dos mañanas
ResponderEliminarComo es un no-comentario, aquí una no-respuesta: cualquier sitio es interesante; creo que Oslo no da para más de tres días completos, pero a mí no me sobra el dinero. Y para quedarme un día extra me arriesgaría a que los de Asuntos Internos no me paguen los gastos. A menos que tuviera una inscripción para todo el congreso. Estas inscripciones me las ofrecían con rebaja, pero aun así son muy caras y me obligarían a asistir para tener un certificado con el que me pagasen luego los gastos. Un lío, en suma. Si la ciudad me parece atractiva, ya iré por mi cuenta cuando me jubile y me lleve el Inserso.
EliminarMilu debo poner un comentario, claro. Y es que no te olvides que Oslo es donde nació Eva Sannun (creo que se escribe así).
ResponderEliminar¡Coño! Eso se avisa. No tendrás su número de móvil...
EliminarNo soy errejonistas ni harto de wiski pero el artículo está muy bien.
ResponderEliminarGracias por su juicio. Permítame sin embargo que discrepe de usted por partida doble. Yo sí soy errejonista o errejonudo, aunque ya he aclarado que es por motivos de conveniencia. Y este post no es de esos que me dejan totalmente satisfecho, salvo por la colección de nombres alternativos de Podemos, un simple juego que no va más allá de lo ingenioso.
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