Ahora me llueven las críticas por
manifestar públicamente mi intención de seguir en el curre más allá del
prometido 1 de enero, después de llevar meses proclamando a los cuatro vientos
que esa y no otra sería la fecha elegida para mi jubilación. Que si soy un
veleta, que no tengo palabra, que si soy móbile cual piuma al
vento. Los más displicentes tuercen el gesto antes de decir: –no, si ya lo
sabía yo… Pues sabías tú más que yo, so listo. Porque yo tenía la decisión
tomada y hace tiempo que se lo había comunicado a mi jefa. Por dos motivos: me
aburría en el trabajo y me iban a dar un bajón en la pensión si continuaba. Desaparecido
el primer factor a cuenta del Reinventing Cities, me entraron las dudas, aunque todavía
subsistía la razón segunda. Pero, si se confirma que esta razón también desaparece,
pues, como les dije: blanco y en botella. Yo, como no soy río, puedo dar la
vuelta y ponerme a fluir para el otro lado. Conocen la canción: Tú
que puedes, vuélvete, me dijo el río llorando. Los cerros que tanto quieres, me
dijo, allá te están esperando. Bien es cierto que, como sostiene José Ovejero, difícilmente
puede pensar en regresar, aquel que no sabe de dónde viene.
Así que déjenme en paz. Ya dije que no
quería hablar mucho de este tema, al menos hasta que sea seguro.
Los Presupuestos 2018 aún tienen un largo recorrido parlamentario y todavía se puede torcer la cosa. Así que no cantemos victoria, que ya saben que
hasta el rabo todo es Seedorf. Anteayer, por cierto, se consumó el descenso
matemático del Dépor, aunque todavía le faltan tres partidos por jugar. En
cuanto se confirme el ascenso del Rayo, ratificaré mi cambio de chaqueta.
Porque, como no soy río, también puedo cambiar de equipo cuando me pete. Pero siempre adelante. La incertidumbre sobre la aprobación de los presupuestos se va a mantener todavía un mes, por lo menos. El PNV ha dicho que sólo votará a favor, si antes el Gobierno ha levantado el artículo 155 en Cataluña. Y Puigdemont va a hacer todo lo que esté en su mano para que no se levante y así poder jugar al victimismo que tantos réditos le da y de paso aprovechar para joder un poco, tarea esta segunda a la que se dedica con fruición desde que se largó de España, tal como lo retrata el caricaturista de El Triangle.
Yo más bien diría que es un grano
en el culo, aunque comprendo que eso sería indibujable. Pero sigamos con las
peticiones del oyente. Vuelve a decirme una amiga que hay poco rock and roll últimamente en
este foro. Es verdad. En realidad llevamos sólo cuatro posts sin música, pero
entiendo que mis seguidores la echen de menos. Así que, aprovechando ese
recordatorio, hoy vamos a hablar de Sheryl Crow, una de las mujeres más
queridas del rock norteamericano, siempre lista para acudir a cualquier causa solidaria y dispuesta a intervenir en cualquier debate, con opiniones fundamentadas que le han ganado el merecido respeto de todo su país. Sheryl tiene ahora mismo 56
años y arrastra una historia de superación continua de problemas y putadas de
un calibre que, ante una sola, ustedes y yo nos vendríamos abajo. Esta mujer sufrió una depresión demoledora de muchos meses en torno a los 25 años, de la que salió
convertida en una luchadora invencible. Más adelante, ya siendo un icono del rock,
un cáncer de mama del que fue operada y tratada y está totalmente recuperada.
Y, para remate, un tumor cerebral, que descubrió porque tenía problemas de
visión y pérdida de memoria.
Y algo aun peor (discúlpenme
la frivolidad): tres años siendo la pareja del ciclista Lance Armstrong, el
deportista más tramposo de la historia. Demoledor. De todos estos asuntos ha
salido hablando en público, con entereza y naturalidad, diciendo la verdad, como siempre hace. De
Armstrong, cuando se descubrió el
pastel, dijo que ella no sabía nada, pero que no le extrañaba, porque desde el
primer momento había observado conductas y detalles muy raros que ahora encajaban
como un puzzle. Y la gente la creyó. Cuando el tumor cerebral, salió a contarlo en la tele y, ante el horror
de su entrevistadora, reaccionó con estupefacción: –Qué pasa, pero si es benigno…
Como les digo, esta señora, que tiene dos hijos, creo que adoptados, a los que
cuida ella sola, está en una forma fantástica y además, guapísima, como verán
en el último de los vídeos que les traigo. Ella sigue, también, siempre adelante. Disculpen el entusiasmo, pero es que es mi ídolo.
Tal vez ustedes piensen que Sheryl Crow hace un pop comercial, si no la conocen. Nada más lejos de la
realidad. Sheryl es una artista monumental, un fenómeno de la naturaleza y lo
van a comprobar en los tres temas que he seleccionado para que los escuchen y vean.
Sheryl compone todos sus temas, aunque en directo a veces hace versiones, y tiene
unas letras muy vívidas y ajustadas a la melodía. El primer vídeo que quiero
que vean corresponde a 1996, o sea que Crow tiene unos 35 años. Entre 1992 y 2003, el tenor Luciano Pavarotti y su
mujer organizaron regularmente unos festivales benéficos en Modena, su tierra natal, en los que
participaban los artistas más destacados del show-bizness mundial, a los que arropaba con una orquesta completa.
El festival se celebraba en el hermoso marco del parque Novi Sad y se llamaba Pavarotti and Friends. Lo recaudado
se destinaba cada año a una ONG diferente. En 1996, el dinero era para War
Child, una organización británica que ayuda a los niños involucrados en las
diferentes guerras. Sheryl quiso colaborar y se preparó a conciencia. Se maquilló, se peinó y se vistió
de forma exquisita. Y salió a cantar una canción, tal vez de tintes autobiográficos, sobre una niña a la que su padre
enseña a correr siempre, para librarse de todo mal. Cuando las cosas vengan mal dadas, corre, nena. La interpretación de Sheryl,
suavemente acompañada por los fraseos de la inigualable guitarra de Eric
Clapton, es fabulosa, apabullante, en un crescendo en el que su voz extraordinaria
alcanza todos los registros que se propone. Disfruten de esta auténtica
maravilla.
Impresionante ¿verdad? ¿A que dan ganas de verla otra vez enseguida? ¡Que pasión, que hondura, cómo se nota que sabe de lo que habla, que lo ha sufrido en sus carnes! Por
cierto, esta mujer no ha dejado de correr por los parques de Los Ángeles y Nueva
York, donde ha vivido largas temporadas (era frecuente verla trotar por Central Park). Por
eso se conserva tan bien. Pero Sheryl no es sólo una mujer guapa que canta
como los ángeles. Y aquí la van a ver en un registro totalmente distinto. Ya con más de 40, con el pelo corto, tal vez debido a algún rapado subsiguiente a la quimioterapia, sin
maquillaje alguno y vestida como si estuviera en su casa poniendo la lavadora (con una vieja camiseta de Bowie medio desteñida).
Eso sí, acompañada por su grupo de siempre y con otro invitado de postín, nada
menos que el gran Prince, que incorpora a la canción sus punteos
característicos, y le hace unos coros que se nota que no han ensayado,
porque los primeros les salen fatal y luego se van armonizando. Aquí puede
apreciarse el lado más gamberro, menos contenido de Crow, así como el ritmo casi funk que tienen algunas de sus composiciones. Esta chica
lleva el groove en la sangre.
Por cierto, Prince, por aquel entonces no se llamaba Prince, sino The AFKAP, acrónimo de The Artist Former Known As Prince, el artista antiguamente conocido como Prince. Por eso Sheryl lo presenta todo el rato como The Artist. Tal vez yo debería llamarme a partir de ahora El BACPE, El Bloguero Antiguamente Conocido Por Emilio. Vayamos con el último de los vídeos del día. Esta vez se trata de una actuación de
hace menos de un año. En 2017, Crow publicó un nuevo álbum de estudio que se tituló
Be myself y con el que salió inmediatamente de gira por todo USA y Canadá. La canción que le da
título insiste en las letras de esta mujer luchadora: si no puedo ser cualquier
otro, sólo me queda una salida: ser yo misma. Pero yo les traigo otra canción del álbum por insistir en el
tema del groove y también en la calidad y la potencia de su directo. Aquí pueden ver que esta gran
artista se mantiene en forma, física y mental, de lo que no podemos menos que congratularnos. Eric Clapton está medio sordo, dicen, y ya casi no toca. Prince lleva algo más de dos años criando malvas. Los propios músicos de su banda, que la acompañan desde sus primeros tiempos, están ya canosos. Pero ella, con 56 años, sigue al pie del cañón con la misma energía, con la misma alegría y con el arte de siempre. Y
ustedes que la disfruten. Buen puente.
Pues la verdad es que no tenía ni idea de que esta señora fuese tan buena. Este blog no deja de darnos sorpresas.
ResponderEliminarGracias. Sheryl es una artista sobresaliente, en mi modesta opinión.
EliminarNo sé cuántas veces he visto el Run, baby, run. He perdido la cuenta. Qué maravilla de canción y de interpretación. Se me eriza el vello de los brazos cada vez que la oigo.
ResponderEliminarTe creo. Ten en cuenta que tipos como Clapton o Prince no hacían duetos con cualquiera.
Eliminar