Este blog acaba de tener un momento de
esplendor y ahora es preciso seguir adelante, continuar con nuestra rutina. Los siete magníficos, galardonados
con el Premio al Seguidor Distinguido, han reaccionado al post anterior y la
distribución de obsequios esta casi rematada. Pero uno tira una piedra en un
lago y las ondas generadas alumbran nuevos temas colaterales. Ayer por la tarde tomé un té
con mi amigo G., empezamos por una casualidad a hablar de Blade Runner y
resultó ser un experto en el tema, más erudito que yo e igualmente apasionado
por la película. Me reveló algunos detalles que yo desconocía y que les cuento
más abajo. Y, al final, no tuve más remedio que regalarle el octavo obsequio,
que llevaba en el bolsillo desde por la mañana, por si acaso me encontraba con
alguno de los premiados a lo largo del día.
Con este post me propongo cerrar
el tema de Blade Runner, para que este foro no se convierta en monográfico. Pero,
en cierta forma, este es un texto postcoital, con perdón, y creo que debe ser
amenizado con músicas suaves. Así que empezaremos por un grupo que hace una
música muy relajante y que tiene un nombre muy significativo: Cigarettes After Sex. Mi amiga Svetlana
de San Petersburgo, con la que me sigo comunicando por Facebook, me lo
descubrió hace unos meses. Pueden dejarlo como fondo sonoro mientras continúan
leyendo.
Mi amigo G., de quien nunca se ha
hablado en el blog, como de tantos otros, estudia, como hobby, en una escuela
de doblaje de películas. Acude allí de anochecida, cuando sale de su trabajo. El doblaje español está considerado como uno de los
mejores del mundo. Es un viejo arte que arrastra una larga tradición, como el
arte de colorear a mano las fotos en blanco y negro, otra faceta en la que los
españoles siempre hemos sido maestros. Pues bien, en la escuela de doblaje de
la que hablo, el auténtico referente es Constantino Romero, también conocido
como locutor calvo y con bigote. A lo
largo de su carrera, Constantino Romero (fallecido en 2013), dobló más de un
centenar de películas y el sonido de su voz se incorporó a nuestro acervo
sonoro como una referencia obligada y entrañable. Él era el que doblaba, por ejemplo,a Darth Vader en la Guerra de las Galaxias, el que le anunciaba a Luke Skywalker:Yo soy tu padre. Aquí tienen una imagen de este caballero.
Pues es precisamente Constantino
Romero quien dobla en Blade Runner al replicante en jefe Roy y, por tanto, el
que declama el impactante monólogo final, ese que dice: Yo, he vistos cosas, que vosotros no creeríais… A este monólogo se refería el chiste de Forges del último
post. Se dice que, en la versión original, este monólogo surgió de una
improvisación del actor Rutger Hauer (por cierto, ¿alguien ha visto otra
interpretación suya a la altura de este sufriente robot?), pero dice mi amigo
que no hay constancia de ello y que probablemente sea una leyenda. Lo que sí me
consta es que la productora, que impuso a Ridley Scott la voz en off para que
el espectador entienda algo de la película, reconoció la calidad de la voz en
off española y admitió que era mejor que la inglesa. Pero vamos a renovar la música y para este apoyo, digamos, chill-out, con el que les estoy obsequiando, nada mejor que la sensual Sade.
Otra historia colateral. La
guerra entre director y productora fue cruenta. Scott se negaba a cambiar el
final. El pretendía acabar la película tal como se puede ver en la versión The
Director Cut, que cualquiera puede ahora comprarse en DVD o descargarse en la
red. Es decir, Deckard encuentra el muñequito de papel confeccionado con la
técnica japonesa origami, que le ha dejado su compañero Gaff. Lo recoge del
suelo, sonríe al comprender que Gaff ha estado allí, ha podido matar a Rachel y
no lo ha hecho. Estruja el muñequito, se da la vuelta y sale del piso. Entonces
la imagen funde a negro, salen los títulos de crédito y arranca la música que luego se utilizó durante años
como sintonía del programa de TV Informe Semanal. En la versión que impuso la productora, hay
una escena posterior. Scott se avino a rodar un par de imágenes de la pareja
protagonista, relajados a bordo del coche, pero no era suficiente: la
productora quería unas imágenes de paisajes, que subrayaran la huida de la
ciudad y ayudaran a relajarse al espectador, después de casi dos horas de
escenarios apocalípticos, en los que llueve todo el rato y siempre es de noche.
Harto de la batalla y de la
presión que estaba recibiendo, Scott llamó a su amigo Stanley Kubrick (otro auténtico personaje),
que acababa de rodar El Resplandor, película
que transcurre en un hotel en medio de un parque natural canadiense o
americano. Y le preguntó si no tenía por ahí alguna secuencia de exteriores que
le sobrara. Kubrick le dio unos restos y Scott le coló a la productora esas
imágenes de recuelo. Para más inri, resulta que esas escenas, como todos los
exteriores de El Resplandor, fueron rodadas desde un helicóptero por un
ayudante de Kubrick en el Parque Nacional de los Glaciares, en Montana (USA), puesto que el estrambótico director de la película no salió de Gran Bretaña en ningún
momento de su rodaje. Esta y otras cosas me contó mi amigo G., de quien me despedí anticipadamente porque tenía el plan de asistir a una lectura de poemas de José Ovejero, de su último libro Mujer Lenta, del que ya les hablaré otro día si viene a cuento.
Otro de los temas que comentamos es que toda la película es una distopía, tal como podía imaginarse en 1982 un futuro apocalíptico. La película se desarrolla en Los Ángeles en 2019, o sea el año que viene. Y es muy curioso cómo ese futuro imaginado tiene algunos fallos bastante llamativos, ahora que estamos casi en el año indicado. Por ejemplo, todo el mundo fuma cual carreteros en espacios interiores o exteriores. Era imposible imaginar entonces que el tabaco resultaría proscrito. También es llamativo ver a Deckard leyendo tranquilamente el periódico de papel, algo que está desapareciendo también. Y no sale un solo teléfono móvil, era también inimaginable que llegaran a imponerse como se han impuesto. Estamos así ante una especie de doble distopía inversa o antitética. Sin embargo, la película se adelantó a su tiempo en cuanto a maquillajes,vestuarios, escenarios, encuadres. Es realmente admirable la forma en que están filmadas las maquetas, en un tiempo en que no existían los medios actuales.
Otro de los temas que comentamos es que toda la película es una distopía, tal como podía imaginarse en 1982 un futuro apocalíptico. La película se desarrolla en Los Ángeles en 2019, o sea el año que viene. Y es muy curioso cómo ese futuro imaginado tiene algunos fallos bastante llamativos, ahora que estamos casi en el año indicado. Por ejemplo, todo el mundo fuma cual carreteros en espacios interiores o exteriores. Era imposible imaginar entonces que el tabaco resultaría proscrito. También es llamativo ver a Deckard leyendo tranquilamente el periódico de papel, algo que está desapareciendo también. Y no sale un solo teléfono móvil, era también inimaginable que llegaran a imponerse como se han impuesto. Estamos así ante una especie de doble distopía inversa o antitética. Sin embargo, la película se adelantó a su tiempo en cuanto a maquillajes,vestuarios, escenarios, encuadres. Es realmente admirable la forma en que están filmadas las maquetas, en un tiempo en que no existían los medios actuales.
Queda un tema por dilucidar. Las
dos versiones más conocidas de la película (parece que también existen otras,
ya de coleccionista), son muy parecidas. Sólo se diferencian en dos momentos, el
final ya comentado y la famosa escena del unicornio, que Scott sostiene que le
suprimieron en 1982 y que yo tengo el barrunto de que nunca existió y se grabó
después, para fastidiar, o para completar la
torna de una nueva versión bastante gratuita e innecesaria. La tercera
diferencia está en la voz en off, suprimida en la versión del director. Pero,
en la cinta que se vende ahora en las tiendas de por aquí, si uno elige escucharla en español,
puede disfrutar de esa maravillosa voz en off, algo que no sé si Scott sabe. Porque, un
bloqueo tan absoluto y universal de la
versión de 1982 sugiere que ha habido un proceso judicial que lo ampara.
Así que, finalmente, ambas
versiones son casi idénticas. Y aquí viene la cuestión que les planteo. ¿Está
justificado el pollo que yo he montado al respecto? ¿O es que se me está yendo
la olla pa’ Camboya? Pueden opinar libremente, pero yo voy a justificar mis
motivos. La guerra entre director y productora es habitual y legítima por ambas
partes. Es como la batalla entre autor y editor. José Ovejero y Juan Casamayor
nos contaron hace unas semanas cómo fue esa batalla, de la que salió el libro Mundo
Extraño. Con el tiempo, ambas partes enfrentadas suelen reconocer que el
resultado final mejora las primeras versiones. En el cine es algo mucho más
claro, al ser la producción cinematográfica un empeño industrial colectivo con
mucha gente interviniendo.
En ese contexto, entiendo las
posturas de ambos lados en 1982. Y hasta puedo admitir que Scott se empeñara en
rescatar la versión que él hubiera querido hacer. Lo que ya me jode bastante es
que haya vetado la otra. ¿Por qué? Pues porque Blade Runner se convirtió en una
película de culto en la versión de 1982. Fue esa y no otra, la que se estrenó en los cines, la que
sus forofos de primer momento tenemos en la memoria. Y en esa versión, tanto la
voz en off, como el final, son fundamentales. El final es extraordinario, en mi
opinión, y tiene buena parte de culpa de su éxito, porque hace realidad el
sueño de muchos hombres: escaparse con la mujer ideal, que encima no va a
envejecer; huir con ese portento hacia el norte, fuera de la ciudad.
Scott no
tiene derecho a secuestrar un producto incorporado a nuestras señas de
identidad sólo para contentar a su ego. No es de recibo. Y por eso yo he
luchado hasta recuperar la versión buena, he encontrado a alguien que le ha
dado una calidad siete veces superior (se ven los granos y los defectos de
afeitado de Deckard, se pueden contar uno a uno los pelos de las cejas de
Rachel) y he editado unas copias únicas para mis más fieles seguidores. Es una
forma de darle un corte de mangas a este ególatra lleno de soberbia (encima, me
dicen que el hacker misterioso que ha logrado la hazaña, ha colgado ya su
producto en la red, para que cualquiera se lo descargue libremente). En fin, que es normal que este blog esté en un momento de
exaltación. Les dejo ya. A partir del próximo post, retomaremos otros temas
diferentes. Les dejo un último tema suave,para tranquilizar el patio. Esta vez
es el gran Bruce Springsteen. Pasen un buen finde y sean felices.
El gran Constantino Romero era natural de Albacete. Y esto es para mí lo más grande: que con tanto replicante, tanto Los Ángeles, tanto chill out y tanto futuro imaginado, el elemento clave lo ponga un señor de Albacete.
ResponderEliminarPor lo demás, muy interesante esta serie de textos sobre la película. Sabemos todos más de Blade Runner después de leerle.
Gracias y ¡¡¡Viva Albacete!!!
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