miércoles, 29 de noviembre de 2017

687. Madrid es cojonudo

Esta mañana he participado en una entrevista que nos han venido a hacer a nuestra Área de Desarrollo Urbano Sostenible (cómo me cuesta no llamarla Urbanismo, como toda la vida), en relación con la Marca Madrid y cómo hacer para mejorarla. Resulta que los del equipo de relaciones internacionales de Cibeles han contratado a un consulting para que haga una serie de entrevistas a personas más o menos destacadas que trabajan para la ciudad y saque unas conclusiones que nos permitan mejorar esa marca y venderla mejor. Ya era hora, digo yo, después de 26 años de gobiernos de la derecha que no gastaron un duro en eso. El contrato ha recaído en una empresa de branding (váyanse a la wikipedia y averigüen lo que quiere decir la palabreja), que envía a dos empleadas guapísimas y súper eficientes, que te graban lo que dices y, además, lo van transcribiendo en su ordenador mientras hablas.

En nuestra Área, el encargado de asumir la entrevista era el Coordinador, en teoría la segunda autoridad después del Concejal, y este señor quiso que yo estuviera a su lado para que los dos opináramos libremente frente a las entrevistadoras, lo que no deja de ser un indicativo de que el nuevo equipo sabe que existo, me considera y me tiene en cuenta para este tipo de asuntos en los que durante años peleé de forma anónima, e incluso clandestina (ya he contado en el blog que, cuando el Concejal aterrizó y pasó saludando a todos sus nuevos empleados, yo no estuve presente: estaba en Alemania contando el proyecto Madrid Río en tres universidades –defendiendo la Marca Madrid, en suma– en un viaje que me subvencioné yo mismo, vuelos, hoteles y gastos). Los tiempos han cambiado para mí, por fortuna, y por eso no me jubilo todavía, porque me vuelvo a sentir útil y me estoy divirtiendo en el trabajo.

La entrevista estaba centrada en destacar las fortalezas y las debilidades de nuestra ciudad, para potenciar las primeras y combatir las segundas. A mí me costó encontrar debilidades de las que hablar, aunque alguna salió, y sin embargo hablé por los codos de las maravillas y las bondades de Madrid, una ciudad con la que tengo una historia de amor que dura ya casi 50 años. En efecto, a los 17, yo estaba bastante harto de La Coruña, una ciudad que me resultaba asfixiante, provinciana, paleta y a la vez elitista, en la que yo no encontraba mi sitio (después he vuelto a recuperar la valoración positiva y ahora me parece un lugar estupendo para vivir, que se ha renovado y ha cambiado un montón). Yo anhelaba una dimensión mayor, en todos los sentidos, y Madrid me ofreció desde el primer día todo lo que yo buscaba. Esta ciudad me fascinó de entrada y sigo aun bajo el efecto de esa fascinación inicial.

Años después, acabada la carrera y clausurado el franquismo, yo tenía muy claro que quería seguir viviendo aquí y, cuando el Ayuntamiento del señor Tierno Galván creó un par de plazas de arquitecto para la entonces Gerencia de Urbanismo, allá que me fui yo con mi currículum misérrimo, metido en una subcarpeta de cartón de color verde. Tuve una entrevista con el Gerente en persona y le expresé todo mi entusiasmo por Madrid y lo feliz que me haría trabajar para la ciudad. El Gerente me escuchó, valoró mi vehemencia y también el hecho de que estuviera en posesión del máster de urbanismo del IEAL, cogió mi carpeta y la puso sobre un montoncito en el que debía de haber unas treinta o cuarenta. Cierto que había sabido de la existencia de esas nuevas plazas por un conocido que tenía dentro, pero en ese momento pensé que a los otros cuarenta les sucedía lo mismo, por lo que no esperaba que me llamaran. Pero me llamaron y hasta ahora.

Esta ciudad es realmente maravillosa. Tiene una climatología envidiable, es una pena que no llueva más. Tiene un sistema de transporte público de los mejores de Europa. Ofrece oportunidades universitarias, de trabajo, de aprendizaje y desarrollo cultural. Tiene una vida en la calle a la altura de la mejor cultura mediterránea. Y, por encima de todo, es una ciudad acogedora y solidaria, en la que la gente es hospitalaria y te ayuda por la calle si te ven en apuros. Es un lugar seguro, donde te puedes perder y no te pasa nada, no te atracan ni te asaltan. La atención médica es bastante buena, aunque ha empeorado en los últimos tiempos. Tiene una oferta cultural y de ocio de primer nivel. Y la gente es tolerante, te permite seguir siendo tú y mantener tus señas de identidad y nunca te miran mal. Se esfuerzan por entenderte, por hablar tu lengua y si no por señas. Esta es una ciudad mestiza, cruce de todas las culturas. Un lugar donde los foráneos que vienen y le pillan el punto, ya no se quieren ir.

¿La parte negativa? Pues también la tiene. La contaminación, contra la que se está luchando. Lo caro que es encontrar una vivienda en condiciones, tanto en compra como en alquiler. Los paletos, los que ensucian las calles, tirando envoltorios usados, meando en las esquinas o perpetrando graffitis inmundos, el vandalismo callejero. En el lado positivo hay que incluir las políticas municipales de reequilibrio territorial, que nacen en los primeros 80. Esta es una ciudad en la que hay desigualdades, pero se trabaja por que los barrios más deprimidos no se queden atrás, porque vayamos todos a la vez. Un modelo opuesto, por ejemplo, al de París, donde al interior del peripherique encontramos una ciudad maravillosa, la ciudad soñada de todos nosotros. Pero basta cruzar al otro lado para encontrarte en África.

Y, esto ya es opinión personal, la estructura administrativa que tenemos es bastante penosa. La Comunidad de Madrid es una desgracia. Yo la aboliría y crearía un Área Metropolitana, un Distrito Federal. Y el resto, pa’ Castilla. La Comunidad es una institución que sólo sirve para joder al Ayuntamiento y lo dice alguien que tiene amigos que trabajan o han trabajado para ella. Esta mañana, cuando nos han preguntado qué otras ciudades podrían servirnos como modelo para mejorar, yo no he dudado en citar a Berlín, en primer lugar, como modelo global, y a Barcelona, en cuanto a su estructura administrativa, con un Área Metropolitana potente, que ejerce como tal. Pero, entre todos los defectos que tenemos, hay uno que me interesa destacar y que, al parecer, es una apreciación unánime entre los entrevistados hasta ahora.

Me refiero, al pesimismo, a los complejos, a la falta de orgullo por nuestra ciudad, al convencimiento de que esto es una mierda. Es algo que me pone negro. Si en Barcelona se hubiera hecho una operación la mitad de vistosa que Madrid Río, todo el mundo estaría enterado y en todas partes se diría: –Hala la hostia, lo que han hecho los de Barcelona. ¿Por qué sucede eso? Pues porque ellos lo hacen bien y nosotros no. Nosotros no sabemos vender el producto y eso es lo que tenemos que aprender a hacer. Y, para ello, lo primero es quitarse los complejos y convencerse de que este es un lugar de privilegio. Y, por favor, los cenizos, los tristes, los negativos, los que no están a gusto aquí, QUE SE VAYAN. Aquí lo que sobra es gente. Si se fueran todos los protestones, los verdaderos amantes de Madrid nos quedaríamos mucho más anchos y no sufriríamos colas ni atascos. Así que: que se vayan los acomplejados. Y que nos quiten la Comunidad.

Como saben soy una persona viajada, sobre todo en los últimos años, y tengo criterios comparativos. Y les puedo asegurar que como aquí no se vive en ninguna parte. Desde luego, partiendo del hecho de vivir en una ciudad grande, que es lo que a mí me gusta; respeto al que ama el campo, los pueblos o las ciudades pequeñas, lugares todos donde se vive muy bien y se tienen muchas ventajas. Pero, si hablamos de ciudades grandes, de urbes, como Madrid, ninguna, para mí. En los últimos tiempos, ha surgido un nuevo sistema de medir las bondades y las ventajas de las ciudades: los rankings. También hay rankings de otras cosas, pero yo me refiero a los que comparan las ciudades grandes, las megalópolis. Detrás de cada ranking hay un equipo que lo elabora, generalmente fijando unos indicadores, que se van midiendo año a año. Algunos rankings tienen detrás a la ONU, la UNESCO, la OCDE y otros organismos similares. Pero también hay rankings elaborados por empresas privadas, por revistas o por divisiones especializadas de las grandes compañías. Hoy quiero llamar su atención sobre un ranking concreto: el que elabora anualmente la revista británica Monocle y que determina las 25 grandes ciudades del mundo con mejor calidad de vida.

Los indicadores que utiliza Monocle se los relaciono a continuación. La seguridad urbana, las bajas cifras de crímenes y hechos violentos. La buena conectividad internacional. La climatología benigna. La calidad de la arquitectura y la protección del patrimonio edificado. La eficiencia de la red de transporte público. La tolerancia de la gente. La calidad ambiental. El diseño urbano. El acceso cercano a parajes naturales de interés. La existencia de políticas proactivas a favor del emprendimiento. Las facilidades para la implantación de comercios. Una buena red de atención médica. Cruzando esas variables, Monocle elabora la lista de las 25 ciudades más atractivas para vivir. Este ranking empezó a publicarse en 2007. Es curioso el hecho de que, siendo una revista inglesa, no haya ninguna ciudad británica, ni casi norteamericanas. Tampoco, por supuesto, hay ninguna ciudad latinoamericana ni africana.

En la lista de este año, Portland es la única ciudad yanqui que aparece, en el puesto 24, no creo que les sorprenda, después de lo que he contado de mi viaje veraniego. En pasadas ediciones aparecían también Seattle, Honolulu y otras. En los últimos años, la lista está casi copada por ciudades del norte de Europa, Australia y Japón (también aparecen Hong Kong y Singapur). Para este ranking, Tokyo es la mejor ciudad para vivir del mundo, posición que ha repetido en los últimos tres años. Un hecho que demuestra que la calidad de vida no está relacionada con el tamaño de la urbe. Estoy bastante de acuerdo, Tokyo me pareció un lugar extraordinario. París solía ser un invitado fijo en esta fiesta, pero desapareció bruscamente tras la masacre del Bataclán y la posterior reacción social xenófoba. 

Pues bien, Madrid y Barcelona han estado en esta lista desde el primer año, Madrid siempre un poco por delante. Al principio, figuraban en torno al puesto 15. Después de la crisis, bajaron por debajo del 20. En 2102, Madrid ocupaba el lugar 20 y Barcelona el 21. Desde entonces Madrid ha ido subiendo de forma constante y este año, por primera vez ha entrado en el Top Ten, como verán en el vídeo correspondiente al ranking de 2017. Barcelona, en cambio permanece en puestos similares. En los videos de los años sucesivos se ha relacionado este estancamiento con la existencia de un movimiento identitario excluyente. Si los independentistas hubieran estado atentos a este tipo de estudios, que son de dominio público, no se habrían llevado tanta sorpresa con la falta de apoyos internacionales. Para ver el vídeo han de pinchar AQUÍ. Y ponérselo en pantalla grande. 

Si los paletos madrileños que nos bajan la media vieran este vídeo, tal vez se les quitasen algunos de sus malditos complejos de inferioridad. Aunque, como no suelen saber inglés, seguramente no se enterarían de nada. Por cierto, este ranking se viene publicando en los primeros meses del año. Pronto se conocerá el de 2018. Veremos cómo quedamos situados. Sean buenos y abríguense bien. Llega el invierno.

2 comentarios:

  1. Emilio, este artículo tuyo me ha parecido especialmente interesante (los demás también lo son, claro está) y me ha servido para conocer la existencia de esa revista inglesa de nombre Monocle que parece excelente. Me sorprende gratamente que Madrid y Barcelona se hallen entre las veinticinco mejores ciudades del mundo para vivir, nunca lo habría imaginado.
    Como nos vamos a ver dentro de unos días, ya lo comentaremos con más detalle.
    Un abrazo.

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