Esta mañana he participado en una
entrevista que nos han venido a hacer a nuestra Área de Desarrollo Urbano
Sostenible (cómo me cuesta no llamarla Urbanismo, como toda la vida), en
relación con la Marca Madrid y cómo hacer para mejorarla. Resulta que los del
equipo de relaciones internacionales de Cibeles han contratado a un consulting para que haga una serie de
entrevistas a personas más o menos destacadas que trabajan para la ciudad y
saque unas conclusiones que nos permitan mejorar esa marca y venderla mejor. Ya
era hora, digo yo, después de 26 años de gobiernos de la derecha que no
gastaron un duro en eso. El contrato ha recaído en una empresa de branding (váyanse a la wikipedia y
averigüen lo que quiere decir la palabreja), que envía a dos empleadas
guapísimas y súper eficientes, que te graban lo que dices y, además, lo van
transcribiendo en su ordenador mientras hablas.
En nuestra Área, el encargado de
asumir la entrevista era el Coordinador, en teoría la segunda autoridad después
del Concejal, y este señor quiso que yo estuviera a su lado para que los dos
opináramos libremente frente a las entrevistadoras, lo que no deja de ser un
indicativo de que el nuevo equipo sabe
que existo, me considera y me tiene en cuenta para este tipo de asuntos en los
que durante años peleé de forma anónima, e incluso clandestina (ya he contado
en el blog que, cuando el Concejal aterrizó y pasó saludando a todos sus nuevos
empleados, yo no estuve presente: estaba en Alemania contando el proyecto Madrid Río en tres
universidades –defendiendo la Marca Madrid, en suma– en un viaje que me
subvencioné yo mismo, vuelos, hoteles y gastos). Los tiempos han cambiado para
mí, por fortuna, y por eso no me jubilo todavía, porque me vuelvo a sentir útil
y me estoy divirtiendo en el trabajo.
La entrevista estaba centrada en
destacar las fortalezas y las debilidades de nuestra ciudad, para
potenciar las primeras y combatir las segundas. A mí me costó encontrar
debilidades de las que hablar, aunque alguna salió, y sin embargo hablé por los
codos de las maravillas y las bondades de Madrid, una ciudad con la que tengo
una historia de amor que dura ya casi 50 años. En efecto, a los 17, yo
estaba bastante harto de La Coruña, una ciudad que me resultaba asfixiante, provinciana, paleta y a
la vez elitista, en la que yo no encontraba mi sitio (después he vuelto a
recuperar la valoración positiva y ahora me parece un lugar estupendo para
vivir, que se ha renovado y ha cambiado un montón). Yo anhelaba una dimensión
mayor, en todos los sentidos, y Madrid me ofreció desde el primer día todo lo
que yo buscaba. Esta ciudad me fascinó de entrada y sigo aun bajo el efecto de esa
fascinación inicial.
Años después, acabada la carrera
y clausurado el franquismo, yo tenía muy claro que quería seguir viviendo aquí y,
cuando el Ayuntamiento del señor Tierno Galván creó un par de plazas de
arquitecto para la entonces Gerencia de Urbanismo, allá que me fui yo con mi
currículum misérrimo, metido en una subcarpeta de cartón de color verde. Tuve
una entrevista con el Gerente en persona y le expresé todo mi entusiasmo por
Madrid y lo feliz que me haría trabajar para la ciudad. El Gerente me escuchó,
valoró mi vehemencia y también el hecho de que estuviera en posesión del máster de
urbanismo del IEAL, cogió mi carpeta y la puso sobre un montoncito en el que
debía de haber unas treinta o cuarenta. Cierto que había sabido de la
existencia de esas nuevas plazas por un conocido que tenía dentro, pero en ese
momento pensé que a los otros cuarenta les sucedía lo mismo, por
lo que no esperaba que me llamaran. Pero me llamaron y hasta ahora.
Esta ciudad es realmente
maravillosa. Tiene una climatología envidiable, es una pena que no llueva más.
Tiene un sistema de transporte público de los mejores de Europa. Ofrece
oportunidades universitarias, de trabajo, de aprendizaje y desarrollo cultural. Tiene una vida en la
calle a la altura de la mejor cultura mediterránea. Y, por encima de
todo, es una ciudad acogedora y solidaria, en la que la gente es hospitalaria y te ayuda
por la calle si te ven en apuros. Es un lugar seguro, donde te puedes perder y
no te pasa nada, no te atracan ni te asaltan. La atención médica es bastante
buena, aunque ha empeorado en los últimos tiempos. Tiene una oferta cultural y
de ocio de primer nivel. Y la gente es tolerante, te permite seguir siendo tú
y mantener tus señas de identidad y nunca te miran mal. Se esfuerzan por entenderte, por hablar tu lengua y si no por señas. Esta es una ciudad mestiza, cruce de todas las culturas. Un
lugar donde los foráneos que vienen y le pillan el punto, ya no se quieren ir.
¿La parte negativa? Pues también
la tiene. La contaminación, contra la que se está luchando. Lo caro que es
encontrar una vivienda en condiciones, tanto en compra como en alquiler. Los
paletos, los que ensucian las calles, tirando envoltorios usados, meando en las
esquinas o perpetrando graffitis inmundos, el vandalismo callejero. En el lado
positivo hay que incluir las políticas municipales de reequilibrio
territorial, que nacen en los primeros 80. Esta es una ciudad en la que hay
desigualdades, pero se trabaja por que los barrios más deprimidos no se queden
atrás, porque vayamos todos a la vez. Un modelo opuesto, por ejemplo, al de París, donde al interior del
peripherique encontramos una ciudad maravillosa, la ciudad soñada de todos
nosotros. Pero basta cruzar al otro lado para encontrarte en África.
Y, esto ya es opinión personal,
la estructura administrativa que tenemos es bastante penosa. La Comunidad de Madrid es una
desgracia. Yo la aboliría y crearía un Área Metropolitana, un Distrito Federal.
Y el resto, pa’ Castilla. La Comunidad es una institución que sólo sirve para
joder al Ayuntamiento y lo dice alguien que tiene amigos que trabajan o han
trabajado para ella. Esta mañana, cuando nos han preguntado qué otras ciudades
podrían servirnos como modelo para mejorar, yo no he dudado en citar a Berlín,
en primer lugar, como modelo global, y a Barcelona, en cuanto a su estructura administrativa, con
un Área Metropolitana potente, que ejerce como tal. Pero, entre todos los
defectos que tenemos, hay uno que me interesa destacar y que, al parecer, es una apreciación unánime entre los entrevistados hasta ahora.
Me refiero, al pesimismo, a los
complejos, a la falta de orgullo por nuestra ciudad, al convencimiento de que
esto es una mierda. Es algo que me pone negro. Si en Barcelona se hubiera hecho
una operación la mitad de vistosa que Madrid Río, todo el mundo estaría
enterado y en todas partes se diría: –Hala la hostia, lo que han hecho los de
Barcelona. ¿Por qué sucede eso? Pues porque ellos lo hacen bien y nosotros no.
Nosotros no sabemos vender el producto y eso es lo que tenemos que aprender a
hacer. Y, para ello, lo primero es quitarse los complejos y convencerse de que este es un lugar de privilegio. Y, por favor, los cenizos, los tristes, los negativos, los que no están
a gusto aquí, QUE SE VAYAN. Aquí lo que sobra es gente. Si se fueran todos los
protestones, los verdaderos amantes de Madrid nos quedaríamos mucho más anchos y no
sufriríamos colas ni atascos. Así que: que se vayan los acomplejados. Y que nos quiten la Comunidad.
Como saben soy una persona
viajada, sobre todo en los últimos años, y tengo criterios comparativos. Y les
puedo asegurar que como aquí no se vive en ninguna parte. Desde luego, partiendo del hecho de vivir en una ciudad grande, que es lo que a mí me gusta; respeto al que ama el campo, los pueblos o las ciudades pequeñas, lugares todos donde se vive muy bien y se tienen muchas ventajas. Pero, si hablamos de ciudades grandes, de urbes, como Madrid, ninguna, para mí. En los últimos
tiempos, ha surgido un nuevo sistema de medir las bondades y las ventajas de
las ciudades: los rankings. También hay rankings de otras cosas, pero yo me refiero a los que comparan las ciudades grandes, las megalópolis. Detrás de cada ranking hay un equipo que lo
elabora, generalmente fijando unos indicadores, que se van midiendo año a año. Algunos rankings tienen detrás a la ONU, la UNESCO, la OCDE y otros
organismos similares. Pero también hay rankings elaborados por empresas
privadas, por revistas o por divisiones especializadas de las grandes compañías.
Hoy quiero llamar su atención sobre un ranking concreto: el que elabora
anualmente la revista británica Monocle y que determina las 25 grandes ciudades
del mundo con mejor calidad de vida.
Los indicadores que utiliza
Monocle se los relaciono a continuación. La seguridad urbana, las bajas cifras de
crímenes y hechos violentos. La buena conectividad internacional. La
climatología benigna. La calidad de la arquitectura y la protección del
patrimonio edificado. La eficiencia de la red de transporte público. La
tolerancia de la gente. La calidad ambiental. El diseño urbano. El acceso
cercano a parajes naturales de interés. La existencia de políticas proactivas a
favor del emprendimiento. Las facilidades para la implantación de comercios.
Una buena red de atención médica. Cruzando esas variables, Monocle elabora la
lista de las 25 ciudades más atractivas para vivir. Este ranking empezó a
publicarse en 2007. Es curioso el hecho de que, siendo una revista inglesa, no
haya ninguna ciudad británica, ni casi norteamericanas. Tampoco, por supuesto, hay ninguna ciudad latinoamericana ni africana.
En la lista de este año, Portland
es la única ciudad yanqui que aparece, en el puesto 24, no creo que les
sorprenda, después de lo que he contado de mi viaje veraniego. En pasadas
ediciones aparecían también Seattle, Honolulu y otras. En los últimos años, la
lista está casi copada por ciudades del norte de Europa, Australia y Japón
(también aparecen Hong Kong y Singapur). Para este ranking, Tokyo es la mejor
ciudad para vivir del mundo, posición que ha repetido en los últimos tres años. Un
hecho que demuestra que la calidad de vida no está relacionada con el tamaño de
la urbe. Estoy bastante de acuerdo, Tokyo me pareció un lugar extraordinario. París solía ser un invitado fijo en esta fiesta, pero desapareció bruscamente tras la masacre del Bataclán
y la posterior reacción social xenófoba.
Pues bien, Madrid y Barcelona han
estado en esta lista desde el primer año, Madrid siempre un poco por delante. Al
principio, figuraban en torno al puesto 15. Después de la crisis, bajaron por
debajo del 20. En 2102, Madrid ocupaba el lugar 20 y Barcelona el 21. Desde
entonces Madrid ha ido subiendo de forma constante y este año, por primera vez ha entrado en el
Top Ten, como verán en el vídeo correspondiente al ranking de 2017. Barcelona,
en cambio permanece en puestos similares. En los videos de los años sucesivos
se ha relacionado este estancamiento con la existencia de un movimiento identitario
excluyente. Si los independentistas hubieran estado atentos a este tipo de
estudios, que son de dominio público, no se habrían llevado tanta sorpresa con la falta de apoyos
internacionales. Para ver el vídeo han de pinchar AQUÍ. Y ponérselo en pantalla grande.
Si los paletos madrileños que nos
bajan la media vieran este vídeo, tal vez se les
quitasen algunos de sus malditos complejos de inferioridad. Aunque, como no
suelen saber inglés, seguramente no se enterarían de nada. Por cierto, este
ranking se viene publicando en los primeros meses del año. Pronto se conocerá
el de 2018. Veremos cómo quedamos situados. Sean buenos y abríguense bien. Llega el invierno.
Emilio, este artículo tuyo me ha parecido especialmente interesante (los demás también lo son, claro está) y me ha servido para conocer la existencia de esa revista inglesa de nombre Monocle que parece excelente. Me sorprende gratamente que Madrid y Barcelona se hallen entre las veinticinco mejores ciudades del mundo para vivir, nunca lo habría imaginado.
ResponderEliminarComo nos vamos a ver dentro de unos días, ya lo comentaremos con más detalle.
Un abrazo.
Gracias por seguirme todavía. Nos vemos en Navarra.
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