Se dice pronto, pero ya llevamos
cinco años de blog. El 19 de septiembre de 2012 abrí esta tribuna con el Post #1
Hágase la luz. Lo releo ahora y no
veo que mi punto de vista haya cambiado sustancialmente. Suscribo lo que decía
entonces, en los años tenebrosos de la crisis, cuando nos tenían asustados
con la prima de riesgo y otros parientes amenazantes. El escenario es ahora
diferente, ya no tenemos tanto miedo, el cielo no amenaza con caérsenos encima
de la cabeza y sin embargo algunas cosas no han cambiado en esencia. Lo
básico permanece y, a la vez, la actualidad va a toda hostia; estamos en un
mundo dinámico, que evoluciona mediante flujos siempre cambiantes, lo que hace
muy difícil averiguar lo que está por venir, o hacer pronósticos.
Mi posición ante esta realidad
líquida acelerada es la del observador atónito, que procura entrar a los temas sin el
lastre de prejuicios ideológicos o políticos y que intenta contar de forma
más o menos amena o humorística el resultado de esta observación con pretensiones
de imparcial, aunque siempre apasionada. Intento cumplir los requerimientos
autoimpuestos de formato de mis textos, pero nunca sucede que se me queden
cortos; en general tengo que cortarlos yo, al superar el tamaño crítico.
Intento no repetirme demasiado, aunque a veces es inevitable. Hay temas que son
tan cíclicos que parecen sacados de la película El día de la marmota. Por ejemplo, el Deportivo de la Coruña vuelve
a arrancar en los puestos de cola y empieza su travesía de la Liga con el agua
al cuello. Pero hay asuntos impensables, como que el Atlético de Madrid haya
estrenado un estadio puntero.
Quién me iba a decir a mí que me
iba a romper un brazo, que me lo iba a pasar de puta madre durante los seis
meses de baja, que iba a reengancharme y recuperar la ilusión por el día a día
laboral, que iba a mantener mis actividades viajeras al nivel que he
desarrollado en el último año. Mi periplo por Portland, Vancouver y Seattle, último, por ahora, de mis viajes, ha colmado todas mis expectativas vitales. Tampoco imaginaba que iría al Bernabeu a ver a Bruce Springsteen en compañía de mi amigo X, por citar un hito bloguero de importancia. Cinco años después, aquí sigo al pie del cañón, corriendo por el Retiro,
bebiendo cerveza a litros y escuchando rock and roll. Lo fundamental no cambia.
Pero el mundo evoluciona. Ya les hablé en profundidad del tema del cambio
climático. Y les precisé que nadie niega que la temperatura del planeta está
subiendo; lo que dicen los negacionistas es que eso no se debe a la acción del
hombre y, por tanto, no tenemos que cambiar nada en nuestras vidas.
No creo que tengan ustedes dudas
de que la ferocidad de los huracanes de estos días pasados está directamente
ligada al cambio climático. La razón es clara: el agua del Caribe estaba este
verano a cerca de 30 grados. Eso, frente a los primeros aires fríos del otoño
es una bomba. Esperemos que nuestras regiones de Levante no sufran demasiado. Los
que han estado este verano por esas costas me cuentan que nunca en su vida se
habían bañado en un mar tan caliente. A mi amiga J. le pilló el Irma en el
interior de Cuba, viajando con su compañero. Les aconsejaron refugiarse en La
Habana y allí se alojaron en el hotel Nacional, un lugar caro, pero que tenía
grupos electrógenos propios, lo que garantizaba que hubiera luz (toda la isla
estuvo sin luz cuatro días). Allí sobrevivieron sin poder salir a la calle los
dos primeros días (el ejército lo impedía) y luego sin ascensor (estaban en la
octava planta) porque el ascensor no era prioritario frente a las cocinas, por
ejemplo, necesarias para alimentar a la gente, por cierto a base de frijoles y
arroz.
Pasado el huracán hubieron de
quedarse una semana más por la incompetencia de la administración cubana, en un
hotel más barato, que los roñas de Iberia no les pagaron, por considerar que
se trata de un desastre natural, del que la compañía no tiene la culpa. Si me
llega a pasar a mí algo parecido, tengo para escribir un año. El mundo afronta
grandes retos y hay que estar preparados. Y seguir cuidando el pequeño reducto
de la vieja Europa, tan frágil frente al oleaje cósmico. Para ello es
importante que sigamos unidos. El Brexit es una calamidad, tal como yo lo veo. Y
lo mismo el independentismo catalán. Esperen un momento.
PLAS, PLAS,
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PLAS.
Me he dado todas esas bofetadas,
porque prometí no hablar más del prusés y no lo he cumplido. Es que, realmente,
el tema es adictivo como el alcohol o la heroína. Lo confieso: soy un yonqui
del asunto. Hoy que estamos de conmemoraciones, rastreo mis textos y descubro que el tema aparece ya
en el Post #24
en el mes de octubre de 2012. En los primeros años de mi blog, la gente se
extrañaba de mi postura, esperaban que yo estuviera a favor del derecho a
decidir, ese eufemismo tramposo que hasta hace poco pretendía camuflar las pretensiones de estos
impresentables. Poco a poco lo fui explicando y me cabe la satisfacción de
haber convencido a más de un lector. Mi tesis ya la saben: desde un punto de
vista progresista o de izquierdas (suponiendo que esa expresión siga
significando algo), no es asumible ningún nacionalismo.
Las cosas que yo llevo
denunciando cinco años han empezado ya a suceder y a mí no me ha pillado de
sorpresa el esperpent del parlament los días 6 y 7 de septiembre,
las sesiones de la vergüenza. Y me llena de alegría el manifiesto de la gente
de izquierda que se ha publicado este domingo y al que yo me he adherido con mi
firma. Pueden ustedes, si lo desean, hacerlo aquí: http://estafaantidemocratica.cat/.
Me encanta ver entre los firmantes a Marsé, a Cercas, a Mariscal, a Rosa María
Sardá y a tantos otros. Hasta Lidia Falcón lo ha firmado. No creo que le queden
ya dudas a nadie respecto al asunto. Sí, ya sé que el apoyo al prusés es grande
y posiblemente se acaben separando de España. Pero el hecho de que una idea sea
apoyada por mucha gente no la convierte en correcta.
Por cierto, ya que estamos, ¿se acuerdan de
cuánto le echábamos en cara a la señora Botella el hecho de que no había sido
elegida por los madrileños? En efecto, iba en el número 2 de la lista de
Gallardón. Ahora digo yo: ¿en qué puesto iba Puigdemont? Respuesta: en el
número 7 de la lista de Girona. Se recurrió a él cuando las CUP se cerraron en
banda y no quisieron investir a Mas, que por cierto, era el número 4 de la lista
de Barcelona. La estafa antidemocrática viene de lejos. Yo ya les he dicho en
algún post que lo que teníamos que hacer, en vez de dividirnos en estados más pequeños, es unirnos con Portugal, el sueño de
la vieja Iberia de Saramago.
Los poderes económicos (que no
elige el pueblo) son cada vez más multinacionales. Sin embargo, los poderes
políticos están cada vez más disgregados y cada vez son más dependientes de los grandes poderes económicos. Un país pequeño es mucho más fácil de
manipular. Yo, como ciudadano individual, me siento mucho más protegido en un
estado grande y poderoso. Es más, si un día se van todos los nacionalistas a
constituir sus estados enanitos, de forma que España se convierta en un país tan débil como Serbia, no descarto pedir la nacionalidad francesa o
norteamericana (esto para los que me tachan de nacionalista español). En fin,
lo de los catalanes, de aquí a unos meses, va a ser un auténtico coñazo. Hoy he
intentado escribir un texto sin hablar del tema, pero no he sido capaz. A ver si en
el próximo lo consigo. Es que es realmente lamentable que nos dediquemos a
estas puñetas, en momentos en que el mundo afronta graves riesgos. No me
extraña que Kim Yong-un se ría de occidente. Les dejo con su imagen, para que
vean cómo se descojona. Dando un click en la foto, la pueden ver en más grande. Pero eso ya lo saben mis lectores más fieles. Sean buenos. Y disfruten del otoño. Es la estación más bonita.
:)
ResponderEliminarEl mejor comentario en cinco años de blog. Y el más lacónico. Un abrazo, amiga mía.
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