Me preguntan algunos seguidores
por qué no digo nada de lo que pasa en Cataluña. ¡Joder! pero si ya he dicho
todo lo que tenía que decir. Y antes que nadie. Ahora todo el mundo entiende
que los nacionalismos son ideologías retrógradas, que van en sentido inverso de
la Historia y que son muy peligrosas porque disgregan los Estados, máxima
expresión del poder político, y dejan a la gente en manos del poder económico,
cada vez más multinacional. Yo empecé a decir esas cosas nada más inaugurar
este blog, hace cerca de cinco años, cuando todavía había mucha gente que veía
el nacionalismo como algo moderno y progresista, o les resultaba indiferente
porque no les parecía peligroso. Por una vez, siento haber acertado.
Aquí a la derecha pueden ver
entre mis etiquetas una que dice “Nacionalismo”. Pues ahí están todas mis ideas
al respecto, para quien quiera repasarlas. Mi primer post sobre el tema es de
octubre de 2012, hace casi cinco años. Se titulaba El virus del nacionalismo I, y no me resisto a reproducir sus tres
primeros párrafos, descargados de algunos chistes y acotaciones:
Dejemos clara una cosa: cada
persona es libre de pensar lo que le dé la gana, faltaría más. Cada persona es
libre de ser nacionalista, si quiere, como es libre de ser racista o fascista.
Mientras no vulnere la ley, lo que tenga dentro de su mente es cosa suya. Cada
persona es libre de dejarse convencer, y hasta engañar, por tendencias o
criterios ideológicos. Desde ese mismo respeto por las opiniones de cada uno,
yo soy antinacionalista. Y en ese convencimiento opino que el nacionalismo es
el virus de la sociedad actual.
Un virus en el sentido informático…
…pero un virus al fin y al cabo. Un virus que destruye la conciencia individual
del ciudadano, impidiéndole continuar el camino por el que deberíamos transitar
todos, siempre en mi opinión: el de la desaparición de las fronteras, el de la
mezcla, el mestizaje, el que todos seamos ciudadanos del mundo, en esta época
en que la tecnología ha abierto nuevos horizontes de comunicación entre los
pueblos.
El nacionalismo camina hacia atrás
en ese devenir hacia la ciudadanía universal. El nacionalismo es la vuelta a la
caverna, a la sacralización de las señas de identidad propias y el desprecio de
las ajenas. Y además es la utilización fraudulenta de los sentimientos
legítimos de amor al terruño, por unos políticos que manipulan esos
sentimientos para lograr mayores cuotas de poder y, en el fondo, mangonear al
ciudadano.
En ese mismo texto ya hablaba yo
de Hitler y de Sabino Arana. Más adelante, a lo largo de estos años les he contado
cosas de Yugoslavia, de Sri Lanka y de muchos otros lugares donde prendieron
ese tipo de ideas con resultados nefastos. También he hablado de Cataluña y ya
no tengo mucho más que decir. Es un tema aburrido y cansino, que contamina este
blog que no es de análisis político, sino que trata de otras cosas mucho más
interesantes. Para España, ahora mismo, el problema catalán no es ni siquiera
un virus: es una almorrana. Y los políticos de Madrid no aciertan con el Hemoal que suavice el asunto.
Siempre he sostenido que se podía
hacer una crítica al nacionalismo desde la izquierda, algo que hace cinco años
resultaba llamativo, pero ahora no lo es tanto y les traigo un par de ejemplos
recientes. El primero es del diario deverdad.digital,
en donde las cosas se dicen muy claras, desde la típica retórica leninista del
grupo que publica ese diario. Véanlo AQUÍ.
El otro acaba por tener mayor fundamento y apareció un día de estos en El País.
Pueden leerlo pinchando AQUÍ.
Cataluña es hoy en día una
sociedad fraccionada, partida en dos mitades y condenada a que una de las dos
entre en depresión colectiva. Todos sus habitantes se sienten catalanes, pero la
mitad se han tragado el cuento de que no pueden sentirse a la vez españoles y
se han convertido en antiespañoles, que todo movimiento nacionalista que se
precie ha de tener un contramodelo, un enemigo real o inventado. La otra mitad,
sencillamente piensa que este no es un asunto relevante, ni se sienten ni se
dejan de sentir españoles, les preocupan otros asuntos. Si se llega a celebrar
el referéndum, los catalanes no ejercerán el derecho a decidir; ejercerán el
derecho a aceptar lo que han decidido de antemano unos cuantos facinerosos.
Desde cualquier análisis
dialéctico serio que se haga, está muy claro que el pueblo catalán saldrá
perdiendo si se independizan, entre otras cosas, porque no es difícil imaginar
que tienen un agujero financiero gigantesco, no tanto por lo que se ha llevado
Pujol y compañía, sino por el despilfarro que supone un gobierno regional
dedicado monotemáticamente a un tema, el prusés,
que no tiene retornos económicos, es un puro gasto. Y, si un día dejan de estar
avalados por el Estado español, los prestamistas no tardarán mucho en
reclamarles su dinero, como le sucede al chico que se va de casa y deja de estar respaldado por su papá.
Desde hace años sigo diversos
medios catalanes de los que no se han dejado seducir por los cantos de sirena
secesionistas y, en consecuencia, no han entrado en la rifa de subvenciones de
la que viven los que sí están por la labor. Entre ellos, dolçacatalunya.com, elcatalan.es
y sobre todo El Triangle, de donde he sacado muchas de las informaciones y
datos que se han traído a este foro. El Triangle representa el seny de un
pueblo que no está para mascaradas. Que tiene problemas reales más urgentes de
resolver. Esa parte de la sociedad catalana no lo va a pasar muy bien si se
separan. Y es lógico que no se sientan tampoco amparados por el Estado español, cuando a su frente está un
personaje como Rajoy. Finalmente han de ser ellos quienes se defiendan del
atropello. Si esperan que se les ayude desde el exterior, van dados.
A mí el asunto me tiene muy
aburrido. Francamente, creo que es un tema que se ha dejado pudrir hasta un
extremo que, de una forma o de otra, habría que escuchar qué quieren los
catalanes. Si hay que creer lo que se dice, más o menos la mitad de la
población catalana quiere separarse y la otra mitad no. Para mí es un tema lo
suficientemente grave como para que se exigiera una mayoría cualificada; no
debería valer un 51% (y menos un 47%, que es lo que sacaron en las últimas elecciones).
Pero, si lo quieren hacer así, allá ellos. Si gana el no, dejarán de dar el coñazo una temporada
(aunque volverán, no lo duden). Y si gana el sí, pues por mí se pueden ir con
viento fresco. España puede salir adelante perfectamente sin ellos.
Su movimiento es un tipo de
cabezonería muy similar a la que llevó a los belgas a separarse de la gran
Holanda o los eslovacos de Checoslovaquia. Ahora, en todos los países que les
rodean se hacen chistes de belgas y de eslovacos, algo que he podido constatar
en mis viajes por Europa. Los belgas son tachados de bolos en todos los países de su entorno y en este blog se han
contado muchas historias y anécdotas en este sentido. No he querido insistir en
el tema, pero hace muy poco se produjo una historia de la que se ríe toda
Europa, que pueden ver AQUÍ.
No se pierdan la foto, que se convirtió en viral. Tal vez dentro de unos años
por Europa se hagan chistes de catalanes. En los carnavales de Cádiz ya llevan
años riéndose de ellos (y de todos nosotros). Nada mejor que una chirigota para
cerrar este texto. Buenas noches.
Anónimo escribió el 11.07.17:
ResponderEliminarMuy bueno el vídeo, con los tipos disfrazados de puigdemonts. Los de Cádiz son unos cracks para estas cosas.
Mi respuesta del 15.07.17:
EliminarPues mira si soy bolo, que no me había dado cuenta de que los chirigoteros del vídeo van caracterizados de puigdemonts o puigdemontes. En el carnaval de Cádiz llevan años choteándose del prusés.
Anónimo escribió el 14.07.17:
ResponderEliminarNo deja de ser curioso el desprecio que te suscita el movimiento soberanista catalán que no deja de ser una expresión de la voluntad (equivocada o no) de un pueblo con hondas raíces en la historia
Mi respuesta del 15.07.17
EliminarMe dicen amigos de Barcelona que, entre los contrarios al prusés, se conoce a estos fanáticos "los procesionarios". Son realmente infecciosos como orugas. Parafraseando a Rick, inolvidable Humphrey Bogart, en Casablanca, te contesto: Sí, si tuviera tiempo de pensar en estos señores, posiblemente me suscitarían mucho desprecio.