viernes, 7 de julio de 2017

649. Hemorroides

Me preguntan algunos seguidores por qué no digo nada de lo que pasa en Cataluña. ¡Joder! pero si ya he dicho todo lo que tenía que decir. Y antes que nadie. Ahora todo el mundo entiende que los nacionalismos son ideologías retrógradas, que van en sentido inverso de la Historia y que son muy peligrosas porque disgregan los Estados, máxima expresión del poder político, y dejan a la gente en manos del poder económico, cada vez más multinacional. Yo empecé a decir esas cosas nada más inaugurar este blog, hace cerca de cinco años, cuando todavía había mucha gente que veía el nacionalismo como algo moderno y progresista, o les resultaba indiferente porque no les parecía peligroso. Por una vez, siento haber acertado.

Aquí a la derecha pueden ver entre mis etiquetas una que dice “Nacionalismo”. Pues ahí están todas mis ideas al respecto, para quien quiera repasarlas. Mi primer post sobre el tema es de octubre de 2012, hace casi cinco años. Se titulaba El virus del nacionalismo I, y no me resisto a reproducir sus tres primeros párrafos, descargados de algunos chistes y acotaciones:

Dejemos clara una cosa: cada persona es libre de pensar lo que le dé la gana, faltaría más. Cada persona es libre de ser nacionalista, si quiere, como es libre de ser racista o fascista. Mientras no vulnere la ley, lo que tenga dentro de su mente es cosa suya. Cada persona es libre de dejarse convencer, y hasta engañar, por tendencias o criterios ideológicos. Desde ese mismo respeto por las opiniones de cada uno, yo soy antinacionalista. Y en ese convencimiento opino que el nacionalismo es el virus de la sociedad actual.

Un virus en el sentido informático… …pero un virus al fin y al cabo. Un virus que destruye la conciencia individual del ciudadano, impidiéndole continuar el camino por el que deberíamos transitar todos, siempre en mi opinión: el de la desaparición de las fronteras, el de la mezcla, el mestizaje, el que todos seamos ciudadanos del mundo, en esta época en que la tecnología ha abierto nuevos horizontes de comunicación entre los pueblos.

El nacionalismo camina hacia atrás en ese devenir hacia la ciudadanía universal. El nacionalismo es la vuelta a la caverna, a la sacralización de las señas de identidad propias y el desprecio de las ajenas. Y además es la utilización fraudulenta de los sentimientos legítimos de amor al terruño, por unos políticos que manipulan esos sentimientos para lograr mayores cuotas de poder y, en el fondo, mangonear al ciudadano.

En ese mismo texto ya hablaba yo de Hitler y de Sabino Arana. Más adelante, a lo largo de estos años les he contado cosas de Yugoslavia, de Sri Lanka y de muchos otros lugares donde prendieron ese tipo de ideas con resultados nefastos. También he hablado de Cataluña y ya no tengo mucho más que decir. Es un tema aburrido y cansino, que contamina este blog que no es de análisis político, sino que trata de otras cosas mucho más interesantes. Para España, ahora mismo, el problema catalán no es ni siquiera un virus: es una almorrana. Y los políticos de Madrid no aciertan con el Hemoal que suavice el asunto.

Siempre he sostenido que se podía hacer una crítica al nacionalismo desde la izquierda, algo que hace cinco años resultaba llamativo, pero ahora no lo es tanto y les traigo un par de ejemplos recientes. El primero es del diario deverdad.digital, en donde las cosas se dicen muy claras, desde la típica retórica leninista del grupo que publica ese diario. Véanlo AQUÍ. El otro acaba por tener mayor fundamento y apareció un día de estos en El País. Pueden leerlo pinchando AQUÍ.

Cataluña es hoy en día una sociedad fraccionada, partida en dos mitades y condenada a que una de las dos entre en depresión colectiva. Todos sus habitantes se sienten catalanes, pero la mitad se han tragado el cuento de que no pueden sentirse a la vez españoles y se han convertido en antiespañoles, que todo movimiento nacionalista que se precie ha de tener un contramodelo, un enemigo real o inventado. La otra mitad, sencillamente piensa que este no es un asunto relevante, ni se sienten ni se dejan de sentir españoles, les preocupan otros asuntos. Si se llega a celebrar el referéndum, los catalanes no ejercerán el derecho a decidir; ejercerán el derecho a aceptar lo que han decidido de antemano unos cuantos facinerosos.

Desde cualquier análisis dialéctico serio que se haga, está muy claro que el pueblo catalán saldrá perdiendo si se independizan, entre otras cosas, porque no es difícil imaginar que tienen un agujero financiero gigantesco, no tanto por lo que se ha llevado Pujol y compañía, sino por el despilfarro que supone un gobierno regional dedicado monotemáticamente a un tema, el prusés, que no tiene retornos económicos, es un puro gasto. Y, si un día dejan de estar avalados por el Estado español, los prestamistas no tardarán mucho en reclamarles su dinero, como le sucede al chico que se va de casa  y deja de estar respaldado por su papá.

Desde hace años sigo diversos medios catalanes de los que no se han dejado seducir por los cantos de sirena secesionistas y, en consecuencia, no han entrado en la rifa de subvenciones de la que viven los que sí están por la labor. Entre ellos, dolçacatalunya.com, elcatalan.es y sobre todo El Triangle, de donde he sacado muchas de las informaciones y datos que se han traído a este foro. El Triangle representa el seny de un pueblo que no está para mascaradas. Que tiene problemas reales más urgentes de resolver. Esa parte de la sociedad catalana no lo va a pasar muy bien si se separan. Y es lógico que no se sientan tampoco amparados por el  Estado español, cuando a su frente está un personaje como Rajoy. Finalmente han de ser ellos quienes se defiendan del atropello. Si esperan que se les ayude desde el exterior, van dados.

A mí el asunto me tiene muy aburrido. Francamente, creo que es un tema que se ha dejado pudrir hasta un extremo que, de una forma o de otra, habría que escuchar qué quieren los catalanes. Si hay que creer lo que se dice, más o menos la mitad de la población catalana quiere separarse y la otra mitad no. Para mí es un tema lo suficientemente grave como para que se exigiera una mayoría cualificada; no debería valer un 51% (y menos un 47%, que es lo que sacaron en las últimas elecciones). Pero, si lo quieren hacer así, allá ellos. Si gana el no,  dejarán de dar el coñazo una temporada (aunque volverán, no lo duden). Y si gana el sí, pues por mí se pueden ir con viento fresco. España puede salir adelante perfectamente sin ellos.

Su movimiento es un tipo de cabezonería muy similar a la que llevó a los belgas a separarse de la gran Holanda o los eslovacos de Checoslovaquia. Ahora, en todos los países que les rodean se hacen chistes de belgas y de eslovacos, algo que he podido constatar en mis viajes por Europa. Los belgas son tachados de bolos en todos los países de su entorno y en este blog se han contado muchas historias y anécdotas en este sentido. No he querido insistir en el tema, pero hace muy poco se produjo una historia de la que se ríe toda Europa, que pueden ver AQUÍ. No se pierdan la foto, que se convirtió en viral. Tal vez dentro de unos años por Europa se hagan chistes de catalanes. En los carnavales de Cádiz ya llevan años riéndose de ellos (y de todos nosotros). Nada mejor que una chirigota para cerrar este texto. Buenas noches.




4 comentarios:

  1. Anónimo escribió el 11.07.17:
    Muy bueno el vídeo, con los tipos disfrazados de puigdemonts. Los de Cádiz son unos cracks para estas cosas.

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    1. Mi respuesta del 15.07.17:
      Pues mira si soy bolo, que no me había dado cuenta de que los chirigoteros del vídeo van caracterizados de puigdemonts o puigdemontes. En el carnaval de Cádiz llevan años choteándose del prusés.

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  2. Anónimo escribió el 14.07.17:
    No deja de ser curioso el desprecio que te suscita el movimiento soberanista catalán que no deja de ser una expresión de la voluntad (equivocada o no) de un pueblo con hondas raíces en la historia

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    1. Mi respuesta del 15.07.17
      Me dicen amigos de Barcelona que, entre los contrarios al prusés, se conoce a estos fanáticos "los procesionarios". Son realmente infecciosos como orugas. Parafraseando a Rick, inolvidable Humphrey Bogart, en Casablanca, te contesto: Sí, si tuviera tiempo de pensar en estos señores, posiblemente me suscitarían mucho desprecio.

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