miércoles, 27 de enero de 2016

469. Bienvenidos al mundo real

Después de una semana de inmersión bowistica, regresamos al día a día, para encontrarnos en un país sin gobierno y con pocas perspectivas de que lo haya a corto plazo. Lo que yo no sé decirles es si es necesario que haya gobierno, o si maldita la falta que nos hace. Para lo que hace Rajoy, a mí me da igual que no haya nadie. Es un nuevo modelo de gobernar por omisión. Yo no hago nada, a ver si los problemas se arreglan ellos solos. Se dejan pudrir las situaciones, hasta que la gente se olvida o se aburre. Y, si no queda más remedio, se sale a la palestra y se medio balbucea alguna cosa ininteligible, como la que les pongo AQUÍ.

Para esto no necesitamos que haya un gobierno formalmente constituido. Los belgas estuvieron año y medio sin gobierno y no pasó nada fuera de lo común: siguieron siendo igual de bolos que de costumbre. Y los italianos llevan en esa tesitura muchos años. Hace un par de legislaturas votaron masivamente al cómico Beppe Grillo (versión vernácula de Chiquito de la Calzada). Ahora, este caballero ha proclamado solemnemente que se retira de la política para no volverse loco. La política es una enfermedad mental –ha dicho–: se sustenta sobre la nada. Y él quiere volver a hacer reír desde los escenarios, que al menos es algo real, te das cuen. Sin irse tan lejos, los catalanes llevan tres años sin un gobierno efectivo, porque los unurablas que les dirigen no tienen tiempo de gobernar, con el trabajo que les da el prusés.

Tal vez creen que exagero con esto último, pero no puedes hacer dos cosas a la vez, si tu mente se ve absorbida de forma obsesiva por un objetivo que has de alcanzar a toda costa, hasta el extremo de convertirte en un elemento mesiánico que no puede dejar de pensar en su meta ni siquiera en sueños. Cuando yo estaba en primero de carrera, un compañero de curso fue llamado a filas y decidió objetar. Esto era algo serio y arriesgado en aquellos tiempos de franquismo. Mi amigo se convirtió en militante de la causa y llegó a ser una especie de líder del movimiento. Y recuerdo que un día le llamé para avisarle de que teníamos un examen pronto. Le propuse que quedásemos algún día a estudiar juntos, como habíamos hecho tantas veces. Le ofrecí compartir mis apuntes, que yo había tenido más tiempo de elaborar. Su respuesta fue inequívoca: Emilio, yo es que ya no tengo tiempo para dedicar a la carrera; a mí con esto de la objeción no me queda margen mental para pensar en temas diferentes. Como lo oyen. A este chaval le perdí la pista y no les puedo decir qué fue de él. Me temo que algún día se cayó del guindo y aterrizó de nuevo en el mundo real. A lo mejor acabó de aparejador (con perdón).

Volviendo a lo del desgobierno, digo yo que podríamos seguir así indefinidamente, con el país funcionando a espaldas de los políticos todo el tiempo que se pueda y, ya si eso, convocar nuevas elecciones, a ver si vuelve a salir lo mismo y podemos seguir otra temporada sin gobierno. Cierto que el espectáculo es bastante penoso. Por un lado, creo que nadie quiere que siga Rajoy, ni siquiera los votantes habituales del PP, que estarían encantados de que les liderara alguien un poco menos sieso, más expresivo y dicharachero. Los más carcas añoran a Aznar y a Esperanza. Los más modernos estarían encantados con Soraya, que al menos sabe bailar (incluso con el más feo), o con Cifuentes que va en moto y tiene un tatuaje étnico en el culo. Lo que pasa es que a Mariano no hay quien lo despegue del asiento. Y tal vez hace bien. Una cosa es que no nos guste y otra pensar que sea tonto, aunque algunas de las cosas que dice pudieran hacer pensar lo contrario. Hasta ahora le ha dado buen resultado su táctica: sentarse y esperar, a ver si pasa por delante el cadáver de sus sucesivos enemigos.

Al paso que vamos, creo que habrá nuevas elecciones. En tal caso, imagino que el PP mejorará su resultado. Algunos votantes de Ciudadanos están decepcionados y tal vez vuelvan al voto de toda la vida. Además de alguna buena gente que se abstuvo y ahora se movilizarán, asustados por el de las rastas, la que le daba la teta al niño en el escaño y otros despropósitos. El PSOE, en cambio, tiene pinta de que perderá votantes, después del circo de tres pistas que está protagonizando. Las tensiones en este partido son diáfanas. Por un lado, los barones, con El Buda Feliz animándoles desde la sombra. Esa panda quiere ir a una Grosse Coalition, como la alemana, para no perder cacho. Empujan con todo: utilizan a la brunete mediática, con El País a la cabeza. No se olviden que El País, en manos del Tito Cebrián, está en una condición financiera endeble: cada vez menos gente compra el diario en papel, a pesar de que, por hacerlo, te ofrecen toda clase de sartenes, cacerolas y centros de plancha a buenos precios.

Se dice incluso que fue la propia Soraya la que dio las instrucciones oportunas para salvar a PRISA de la quiebra. Y El Buda Feliz es miembro del consejo editorial. Hasta han sacado del congelador a Alfonso Guerra, para que haga unas declaraciones a favor del gran pacto. El otro grupo, en conflicto con los primeros, está formado por los militantes, que verían muy mal la alianza con el PP, entendida como un suicidio a medio plazo. A estos es a los que trata de contentar Sánchez, que pretende ser una especie de aglutinador de las izquierdas. Y luego está Susana, que les debe mucho a los barones y por eso le aprieta el cuello a Sánchez, relajando a ratos la presión, no sea que se le asfixie antes de tiempo. El País ha llegado al delirio de formular una propuesta netamente marxista (de Groucho): si el problema es por los dos líderes, sus respectivos partidos deberían quitarlos de en medio. Se iría así a un escenario, sin Rajoy ni Sánchez, en el que sería posible el entendimiento entre los dos partidos. Lo que hace la penuria económica.

Y qué podemos decir de idem. Pues que en el Ayuntamiento llevan ya ocho meses y no acaban de mostrar una línea de actuación clara. Es cierto que ha habido cambios notables hacia adentro, todos para bien por lo que a mí respecta (mi situación laboral es como del día a la noche, respecto a la inmediatamente anterior). Pero, de cara al exterior, yo empiezo a echar de menos alguna propuesta más agresiva, que empiece a organizar la ciudad del futuro con criterios actuales, diferentes de los que sirvieron para diseñar una ciudad para el coche, cuyo concepto no se ha llegado a poner nunca en cuestión. Ese futuro ha llegado ya. Por ejemplo, yo me he dado de alta en el sistema Car2go, que tiene todo el centro de Madrid sembrado de pequeños coches eléctricos Smart, de usar y tirar.  

Me explico. Yo quiero ir, por ejemplo, desde mi óptico, que está en Chamberí, hasta mi casa en Atocha. Abro la aplicación que tengo en mi nuevo móvil inteligente y me sale un plano de Madrid, que me indica dónde hay coches libres. Dejo el dedo apoyado en el más cercano y me lo reserva por media hora. Camino hasta el coche, vuelvo a abrir la aplicación y selecciono alquilar ahora. Un poco después, el coche se abre solo. Me siento, me pongo el cinturón, marco mi contraseña individual en un teclado del coche y ya puedo extraer la llave de contacto de su soporte y arrancar. Cuando llego a destino, busco una plaza del sistema SER, de color azul o verde, aparco, confirmo que quiero finalizar el servicio, devuelvo la llave a su soporte y me bajo. He de esperar 15 segundos a que el coche se cierre completamente. Un rato después, mi teléfono recibe un mensaje en el que se me precisa el monto de la factura que cargarán a mi Visa, a razón de 19 céntimos de euro el minuto.

Este es el mundo en que vivimos los ciudadanos, más próximo a las canciones futuristas de Bowie, que al añejo circo mediático de estos políticos, persiguiéndose unos a otros en círculos, como burros en la noria. Por mí, que sigan indefinidamente buscando gamusinos y bailando el corro de la patata. Podemos tirar sin problemas con el gobierno provisional de Rajoy. Todo eso de los economistas pronosticando catástrofes y debacle económica por no tener gobierno, forma parte de la campaña mediática. Para presionar a Rajoy, Sánchez y los demás. Rajoy es inmune a toda clase de presión. Sánchez lo tiene más crudo. Recuerden la cuarteta de mi amigo Gonzalo Hidalgo Bayal. Benítez ya ha caído. Ahora es el turno de Sánchez. En cualquier caso, qué mundo este más casposo y aburrido. Casi mejor nos volvemos a Bowie. Como propina o estrambote de mi trilogía, les dejo uno de mis temas favoritos, para que vean qué letras hacía este hombre. Yo también me estoy hundiendo en las arenas movedizas de mi mente. Y, desde luego, ya no tengo el poder. Nunca más…       




2 comentarios:

  1. He visto los cochecitos por la ciudad, pero no conocía sus entresijos. ¿Realmente cree que es un medio de transporte urbano competitivo? Un poco de pupa sí debe hacerle al negocio del taxi, a cuyos miembros atribuye todo el mundo los ataques vandálicos que han sufrido los Smart.

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    1. El precio por minuto es más caro que en taxi, pero no tienes bajada de bandera. Es decir, que compensan para trayectos cortos. Ejemplos. Veinte minutos: 3,80€. Treinta minutos: 5,70€. Es difícil que un taxi te cobre tan poco. Cuarenta minutos: 7,60€. Aquí empieza a igualarse. Tienes que tener cuidado de que no te pille un atasco. El tiempo de estar parado cuenta igual. A mí me resultan gratos, no me gustan en general los taxis y los taxistas. Y conduciendo uno de estos pequeños módulos uno se siente como en unos coches de choque.

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