viernes, 29 de enero de 2016

470. A mandar

Que sí, que bueno, que vale, que de acuerdo, que estoy un poco pesadito con el Bowie, no hace falta que me lo repitan tantas veces, ya les pongo abajo a Elvis, hala, con Dios.

Por si alguien pensaba que exageraba con eso de El País, El Buda Feliz y la brunete mediática, ¡toma ya primera página de ayer! Esto sí que es poner las cartas boca arriba. Fuera caretas. El Buda a cuatro columnas atronando desde su Olimpo, Hades enfurecido clamando por la Grosse Coalition, el gran contubernio que salve el statu quo, de forma que nadie les toque los privilegios y las sinecuras a los que han cortado el bacalao en la finiquitada era del bipartidismo. Su discurso está lleno de diatribas contra Podemos, partido al que acusa nada menos que de “querer liquidar el marco democrático de convivencia”. Tal vez se refiere al marco que ha permitido, por ejemplo, que Rodrigo Rato se forre estafando a los pequeños inversores que confiaron en él cuando todavía se afeitaba y tocaba la campana con una sonrisa de oreja a oreja.

Anoche me crucé por la Gran Vía con una patética manifestación de afectados de Bankia. Eran unos veinte, todos ancianos resguardados bajo sus paraguas negros y vigilados por no más de dos policías, de puro inofensivos que resultaban. Marchaban bajo la lluvia, como muertos vivientes, arrastrando los pies por los charcos y cantando sin mucha convicción este estribillo: Nosán-qui-tao, nues-tro-dinero (bis). Y también este otro: No somos inversores, somos ahorradores (bis). Que les hablen a éstos del peligro de que venga alguien a liquidar el marco democrático. Por otro lado, con lo gordo que está El Buda Feliz, lo raro es que no se haya quedado atorado en alguna de las puertas giratorias que con tanto énfasis quiere proteger de podemitas y chavistas. Y aquí estamos los sufridos españolitos, espectadores atónitos del circo político, ya en 2016 y con enero vencido. Dentro de nada, otra vez Navidad.  

Hace tiempo que no les cuento nada de mi vida y milagros y tal vez sea momento para ello. Por un lado, a finales del año pasado hice un viaje relámpago a Galicia, con baricentro en una notaría de Noya, donde debía firmar unos documentos de los que no les he dado muchas precisiones, pero que me han supuesto un ingreso de dinero extra, tras desbloquearse un asunto enquistado durante décadas. No es una cantidad como para volverme loco y cambiar de vida, pero sí para darme algún lujo. Digamos un premio menor de la lotería de la vida. Ante eso, y también inducido por el cambio de año, he adoptado unas cuantas decisiones que les detallo.

1.- Adquirir acciones del Deportivo de La Coruña, aprovechando la ampliación de capital que Hacienda le ha obligado a completar antes de fin de año. No les voy a decir la cantidad, pero creo que es proporcionada a mi situación y la del club.
2.- Hacerme socio de ACNUR, la organización de la ONU que ayuda a los refugiados que deben abandonar su tierra y malvivir en campamentos provisionales. Como les he dicho más de una vez, 2.000 millones de personas, de los 7.500 que habitan la Tierra, carecen de alojamiento estable. Un concepto que no incluye okupas ni edificios de autoconstrucción bien aislados y acondicionados. Sólo gente que vive en chabolas infames, campamentos, cuevas, en la selva o en la calle. Cualquier ayuda es poca, para este desastre.
3.- Hacer unas obras en mi casa, renovar la cocina y el baño y mejorar el aislamiento general para no pasar tanto calor en verano ni frío en invierno (suponiendo que hubiera invierno, cosa que todavía está por ver este año). Aún no he empezado con esto pero ya he hecho los primeros contactos.

Planeo un número 4 y un número 5, pero no se los voy a contar todavía. Aquí sólo se reseñan los proyectos ciertos y confirmados, porque, por un lado, ya saben que trae mala suerte vender la piel del oso antes de cazarlo y, por otro, en las ocasiones en que he proclamado que haría una cosa y luego no la he hecho, ustedes queridos lectores, me han machacado conveniente y justificadamente a cuenta del incumplimiento. Por ejemplo, cuando viajé a Escocia y prometí comprarme un kilt, la típica falda, y subir al blog una foto vestido con ella. Así que aquí ya no se promete nada que no esté asegurado y certificado.

Otro asunto. Les conté que había presentado la instancia para pedir el reenganche o, dicho con propiedad, la prórroga de mi actividad laboral para otros cinco años (Five years, that's all I got). Por error les dije que esa instancia iniciaba tres vías administrativas paralelas, que terminaban en tres documentos, a la vista de los cuales el responsable municipal de recursos humanos adoptaba una resolución oficial al respecto. La cosa no es exactamente así. En realidad, hay uno de estos procedimientos que va por delante: ese en que tus jefes directos firman un papel diciendo que eres todavía útil y necesario. Si este procedimiento no prospera, se ahorran los otros dos. No ha sido así en mi caso: ya tengo el papel firmado y cursado. Ahora estoy a la espera de que me convoquen para un nuevo reconocimiento médico (tengo los resultados del que me hicieron en noviembre, aparentemente sin ninguna novedad a destacar). Y, en paralelo, alguien debe de estar haciendo el informe sobre mi trayectoria laboral de más de 33 años en el Ayuntamiento.

Si nada se tuerce y me conceden el reenganche, entraré en un período nuevo, caracterizado por la facultad de largarme cuando más me apetezca, una cierta forma de libertad. Es una situación que me da bastante tranquilidad. Tendré tiempo para pensar con calma qué es lo que más me conviene. Depende de la deriva que tome el Ayuntamiento de mis penares y de mi posición en estos tiempos nuevos. Yo ya no espero que me reclamen para puestos de responsabilidad como los que ostenté hasta 2011. Pero estoy en una posición cómoda, nadie me presiona excesivamente y tengo muchos días de vacaciones, una vez que nos han devuelto los canosos que nos habían birlado (me encanta esta palabra) los del equipo anterior.  Lo de que los tiempos han cambiado, es una realidad, y no hay que quedarse con cuestiones superficiales, como la entrada de un tipo con rastas en el Congreso. En el mundo de la empresa ya se han dado cuenta y, por ejemplo, aquí les traigo una imagen muy expresiva, que ha repartido entre sus empleados una empresa puntera. Véanla con atención.



Supongo que se han fijado en eso de la Redarquía y la Adhocracia Distribuida. Nuevos palabros que habrá que aprenderse. Lo que pasa es que yo tengo mucho adelantado, porque llevo algo más de tres años trabajando en régimen de adhocracia, no sólo distribuida, sino encima clandestina. Lo hacía así, porque por los canales jerárquicos no me llegaba el suficiente trabajo como para llenar las interminables horas de encierro que me obligaban a cumplir. Fue una de mis formas de no volverme loco (junto con esta de escribir un blog) y ahora me muevo como pez en el agua por estas redes transversales. En este momento represento al Ayuntamiento en la red ONU-Habitat, y al Área de Desarrollo Sostenible (antes Urbanismo) en dos comisiones, una que se ocupa de aplicar la nueva Ley de Transparencia y otra que tiene por objetivo mejorar la posición de la ciudad en los rankings internacionales. Además sigo atendiendo a todos los grupos de extranjeros que vienen a Madrid y, de vez en cuando, esto tiene una correspondencia con algún viaje al exterior. Ahora mismo tengo uno de estos viajes en proyecto, que no les especifico, porque todavía no es seguro al 100%.

Así que no me puedo quejar. Estoy entretenido, nadie me gruñe, ayudo en cosas que son de utilidad, y encima estoy a punto de ingresar en un estatus que me permitirá largarme cuando me dé la gana. Porque no se crean que no me tira también la vida de jubilado. La posibilidad de tomarme un vermú en las Bodegas Rosell en día de diario, sin que esté petao. O de ver la exposición de Kandinsky en Cibeles sin tener que hacer una cola interminable. Pero he de reconocer que, a día de hoy, la mía es una situación envidiable. Sería hasta antiestético que me quejara. Cierto que en el Ayuntamiento hay un poco de caos y una cierta parálisis. Queramos o no, el municipio está también afectado por el caos y la parálisis del Estado. Ahora que parecía que PP y Ciudadanos estaban a punto de lograr un acuerdo, les ha explotado el grano de pus de la corrupción valenciana. Realmente, el señor Rajoy debería de quitarse de en medio. Siempre va a tener sobre su cabeza una cruz: su nombre en los renglones amarillos de Bárcenas (aguanta Luis), ahora empeorada por su declaración de amor eterno al impresentable de Rus. Como en el caso de Rato, espero que un día todos estos tipos que se han hecho de oro por el procedimiento de birlarnos nuestros ahorros, acaben bailando el Jailhouse Rock. Les dejo con el vídeo prometido. Comprueben por qué le llamaban a este hombre Elvis the Pelvis. Buen finde.   


miércoles, 27 de enero de 2016

469. Bienvenidos al mundo real

Después de una semana de inmersión bowistica, regresamos al día a día, para encontrarnos en un país sin gobierno y con pocas perspectivas de que lo haya a corto plazo. Lo que yo no sé decirles es si es necesario que haya gobierno, o si maldita la falta que nos hace. Para lo que hace Rajoy, a mí me da igual que no haya nadie. Es un nuevo modelo de gobernar por omisión. Yo no hago nada, a ver si los problemas se arreglan ellos solos. Se dejan pudrir las situaciones, hasta que la gente se olvida o se aburre. Y, si no queda más remedio, se sale a la palestra y se medio balbucea alguna cosa ininteligible, como la que les pongo AQUÍ.

Para esto no necesitamos que haya un gobierno formalmente constituido. Los belgas estuvieron año y medio sin gobierno y no pasó nada fuera de lo común: siguieron siendo igual de bolos que de costumbre. Y los italianos llevan en esa tesitura muchos años. Hace un par de legislaturas votaron masivamente al cómico Beppe Grillo (versión vernácula de Chiquito de la Calzada). Ahora, este caballero ha proclamado solemnemente que se retira de la política para no volverse loco. La política es una enfermedad mental –ha dicho–: se sustenta sobre la nada. Y él quiere volver a hacer reír desde los escenarios, que al menos es algo real, te das cuen. Sin irse tan lejos, los catalanes llevan tres años sin un gobierno efectivo, porque los unurablas que les dirigen no tienen tiempo de gobernar, con el trabajo que les da el prusés.

Tal vez creen que exagero con esto último, pero no puedes hacer dos cosas a la vez, si tu mente se ve absorbida de forma obsesiva por un objetivo que has de alcanzar a toda costa, hasta el extremo de convertirte en un elemento mesiánico que no puede dejar de pensar en su meta ni siquiera en sueños. Cuando yo estaba en primero de carrera, un compañero de curso fue llamado a filas y decidió objetar. Esto era algo serio y arriesgado en aquellos tiempos de franquismo. Mi amigo se convirtió en militante de la causa y llegó a ser una especie de líder del movimiento. Y recuerdo que un día le llamé para avisarle de que teníamos un examen pronto. Le propuse que quedásemos algún día a estudiar juntos, como habíamos hecho tantas veces. Le ofrecí compartir mis apuntes, que yo había tenido más tiempo de elaborar. Su respuesta fue inequívoca: Emilio, yo es que ya no tengo tiempo para dedicar a la carrera; a mí con esto de la objeción no me queda margen mental para pensar en temas diferentes. Como lo oyen. A este chaval le perdí la pista y no les puedo decir qué fue de él. Me temo que algún día se cayó del guindo y aterrizó de nuevo en el mundo real. A lo mejor acabó de aparejador (con perdón).

Volviendo a lo del desgobierno, digo yo que podríamos seguir así indefinidamente, con el país funcionando a espaldas de los políticos todo el tiempo que se pueda y, ya si eso, convocar nuevas elecciones, a ver si vuelve a salir lo mismo y podemos seguir otra temporada sin gobierno. Cierto que el espectáculo es bastante penoso. Por un lado, creo que nadie quiere que siga Rajoy, ni siquiera los votantes habituales del PP, que estarían encantados de que les liderara alguien un poco menos sieso, más expresivo y dicharachero. Los más carcas añoran a Aznar y a Esperanza. Los más modernos estarían encantados con Soraya, que al menos sabe bailar (incluso con el más feo), o con Cifuentes que va en moto y tiene un tatuaje étnico en el culo. Lo que pasa es que a Mariano no hay quien lo despegue del asiento. Y tal vez hace bien. Una cosa es que no nos guste y otra pensar que sea tonto, aunque algunas de las cosas que dice pudieran hacer pensar lo contrario. Hasta ahora le ha dado buen resultado su táctica: sentarse y esperar, a ver si pasa por delante el cadáver de sus sucesivos enemigos.

Al paso que vamos, creo que habrá nuevas elecciones. En tal caso, imagino que el PP mejorará su resultado. Algunos votantes de Ciudadanos están decepcionados y tal vez vuelvan al voto de toda la vida. Además de alguna buena gente que se abstuvo y ahora se movilizarán, asustados por el de las rastas, la que le daba la teta al niño en el escaño y otros despropósitos. El PSOE, en cambio, tiene pinta de que perderá votantes, después del circo de tres pistas que está protagonizando. Las tensiones en este partido son diáfanas. Por un lado, los barones, con El Buda Feliz animándoles desde la sombra. Esa panda quiere ir a una Grosse Coalition, como la alemana, para no perder cacho. Empujan con todo: utilizan a la brunete mediática, con El País a la cabeza. No se olviden que El País, en manos del Tito Cebrián, está en una condición financiera endeble: cada vez menos gente compra el diario en papel, a pesar de que, por hacerlo, te ofrecen toda clase de sartenes, cacerolas y centros de plancha a buenos precios.

Se dice incluso que fue la propia Soraya la que dio las instrucciones oportunas para salvar a PRISA de la quiebra. Y El Buda Feliz es miembro del consejo editorial. Hasta han sacado del congelador a Alfonso Guerra, para que haga unas declaraciones a favor del gran pacto. El otro grupo, en conflicto con los primeros, está formado por los militantes, que verían muy mal la alianza con el PP, entendida como un suicidio a medio plazo. A estos es a los que trata de contentar Sánchez, que pretende ser una especie de aglutinador de las izquierdas. Y luego está Susana, que les debe mucho a los barones y por eso le aprieta el cuello a Sánchez, relajando a ratos la presión, no sea que se le asfixie antes de tiempo. El País ha llegado al delirio de formular una propuesta netamente marxista (de Groucho): si el problema es por los dos líderes, sus respectivos partidos deberían quitarlos de en medio. Se iría así a un escenario, sin Rajoy ni Sánchez, en el que sería posible el entendimiento entre los dos partidos. Lo que hace la penuria económica.

Y qué podemos decir de idem. Pues que en el Ayuntamiento llevan ya ocho meses y no acaban de mostrar una línea de actuación clara. Es cierto que ha habido cambios notables hacia adentro, todos para bien por lo que a mí respecta (mi situación laboral es como del día a la noche, respecto a la inmediatamente anterior). Pero, de cara al exterior, yo empiezo a echar de menos alguna propuesta más agresiva, que empiece a organizar la ciudad del futuro con criterios actuales, diferentes de los que sirvieron para diseñar una ciudad para el coche, cuyo concepto no se ha llegado a poner nunca en cuestión. Ese futuro ha llegado ya. Por ejemplo, yo me he dado de alta en el sistema Car2go, que tiene todo el centro de Madrid sembrado de pequeños coches eléctricos Smart, de usar y tirar.  

Me explico. Yo quiero ir, por ejemplo, desde mi óptico, que está en Chamberí, hasta mi casa en Atocha. Abro la aplicación que tengo en mi nuevo móvil inteligente y me sale un plano de Madrid, que me indica dónde hay coches libres. Dejo el dedo apoyado en el más cercano y me lo reserva por media hora. Camino hasta el coche, vuelvo a abrir la aplicación y selecciono alquilar ahora. Un poco después, el coche se abre solo. Me siento, me pongo el cinturón, marco mi contraseña individual en un teclado del coche y ya puedo extraer la llave de contacto de su soporte y arrancar. Cuando llego a destino, busco una plaza del sistema SER, de color azul o verde, aparco, confirmo que quiero finalizar el servicio, devuelvo la llave a su soporte y me bajo. He de esperar 15 segundos a que el coche se cierre completamente. Un rato después, mi teléfono recibe un mensaje en el que se me precisa el monto de la factura que cargarán a mi Visa, a razón de 19 céntimos de euro el minuto.

Este es el mundo en que vivimos los ciudadanos, más próximo a las canciones futuristas de Bowie, que al añejo circo mediático de estos políticos, persiguiéndose unos a otros en círculos, como burros en la noria. Por mí, que sigan indefinidamente buscando gamusinos y bailando el corro de la patata. Podemos tirar sin problemas con el gobierno provisional de Rajoy. Todo eso de los economistas pronosticando catástrofes y debacle económica por no tener gobierno, forma parte de la campaña mediática. Para presionar a Rajoy, Sánchez y los demás. Rajoy es inmune a toda clase de presión. Sánchez lo tiene más crudo. Recuerden la cuarteta de mi amigo Gonzalo Hidalgo Bayal. Benítez ya ha caído. Ahora es el turno de Sánchez. En cualquier caso, qué mundo este más casposo y aburrido. Casi mejor nos volvemos a Bowie. Como propina o estrambote de mi trilogía, les dejo uno de mis temas favoritos, para que vean qué letras hacía este hombre. Yo también me estoy hundiendo en las arenas movedizas de mi mente. Y, desde luego, ya no tengo el poder. Nunca más…       




sábado, 23 de enero de 2016

468. Bowie III. La persona

Cierro aquí mi trilogía de Bowie, que no quiero ponerme pesado. En el primer texto, dejé clara mi admiración por este personaje ciertamente genial. En el segundo, precisé que, desde el punto de vista musical, su prolífica época comprendida entre 1970 y 1975 es mi preferida. El otro día coloqué juntos mis vinilos recién recuperados, para hacerles una foto destinada a mis lectores más incrédulos. Aquí la tienen (faltan algunos).





La producción de Bowie posterior a 1980 no es que sea mala, es que se concreta en unos discos no tan redondos, aunque casi todos tienen alguna canción extraordinaria. Pero lo producido por este señor en esos 5 años de hiperactividad es algo pocas veces visto en un artista de rock. Y eso que sólo les he citado los álbumes de estudio. Además están los directos. Especialmente uno: David Live (1974) un doble álbum grabado en directo en un concierto en Filadelfia. Aquí les dejo un regalo: la larga, espectacular y variada versión de su tema Sweet Thing. Pueden dejarla de fondo mientras siguen leyendo.


Después de esta maravilla, no creo que les queden dudas de cuánto había crecido musicalmente este señor, que tenía en el momento de ese concierto, 27 años. Hay que decir que el directo era la especialidad de Bowie. En los conciertos se vaciaba y reflejaba su perfeccionismo, arropándose con unos músicos muy buenos a los que dejaba que se lucieran, como hemos escuchado en el tema anterior. También era el escenario más apropiado para sus temas más dramáticos, esos que te encogían el corazón. En este sentido hay uno especialmente emotivo: Rock’n’roll suicide, la canción que cerraba el disco sobre el ascenso y caída de Ziggie Stardust. Es un poema en segunda persona del singular. Bowie se dirige a un joven a punto de suicidarse, le hace ver que lo entiende, que tiene razón, que comprende cómo se siente pero, al final, encuentra cómo ayudarle y termina con unos gritos sobrecogedores: YOU’RE NOT ALONE. GIVE ME YOUR HANDS. YOU’RE WONDERFUL (no estás solo, dame la mano, eres maravilloso). Bowie solía interpretar esta canción en todos sus conciertos. Aquí tienen la versión en Tokyo-1990. Con 47 años (por cierto, ya se había arreglado la dentadura).

  
Tan guapo como siempre. Y tan solidario. Porque Bowie fue toda su vida un tipo de barrio. Y los de barrio son (somos) muy de ayudar. Esto me lleva al debate suscitado en los comentarios al Bowie I: ¿era David tan buena persona como yo sostengo? Bueno, un santo supongo que no sería (sólo Bruce Springsteen lo es). El asunto de la bondad se mide, para mí, con dos indicadores: cómo tratas a tu familia, y cómo tratas a los demás. Y creo que el decisivo es el segundo. Me explico. A su familia (casi) todo el mundo la quiere. Yo tengo conocidos que son unos auténticos fachas, insolidarios, racistas, sexistas, abusones y todo lo que se quieran imaginar. Pues no vean con que cariño tratan a sus hijos y a sus familias en general. Todo el mundo trata a los suyos con cariño y delicadeza. Pero eso no es suficiente. También hay que ser bueno con los demás: los amigos, los colegas, los jefes, los subordinados, los clientes, los conocidos. Hasta con los extraños. En el caso de Bowie, dejaremos para el final el tema familiar y nos centraremos en este aspecto.

A partir de su eclosión a comienzos de los 70, Bowie se convierte en una máquina de hacer dinero. Todo lo que toca, se convierte en oro. Pero él sigue pensando en los demás, apoyando cualquier iniciativa sindical o solidaria del gremio de los músicos y ayudando individualmente a muchos. Algo que se ha llegado a saber por ellos, David nunca presumía o hacía alarde de estas ayudas. Veamos algunos ejemplos. Mott the Hopple era una banda británica de provincias, creada en 1969, que había empezado haciendo rhythm’blues, había pillado un contrato discográfico, luego había pasado a una versión más blandita, de éxito nulo, y finalmente intentaban hacer una especie de música ecléctica. Seamos sinceros: eran malos de cojones. En 1972, su discográfica literalmente los despidió y se llevaron un disgusto tremendo. Se vinieron abajo y hasta pensaron dejar la música. Pero ahí estaba nuestro amigo.

A Bowie le gustaban (hay que joderse). Bowie estaba en la cresta de la ola y le sobraban composiciones. Así que ofreció cederles Suffragette City, un rock poderoso, que luego integraría en su disco de Ziggy Stardust. Pero el líder del grupo, Ian Hunter, estaba muy deprimido y dijo que no se veía con fuerzas para cantar una canción tan potente y acelerada. Entonces, Bowie fue a la casa de Hunter, en Regent Street, y se encerró con él a componer. Unas horas después tenían una canción que se llamó All the Young Dudes. Bowie produjo el nuevo disco del grupo, los disfrazó y peinó un poco en su propia línea y salió al mercado. El disco no sólo fue un éxito de ventas, sino que la canción se convirtió en el himno del Glam Rock, lo que todos los gays bailaban en sus fiestas. Y con un verso histórico: para qué queremos TV si tenemos a T-Rex. Años después, el propio Bowie la grabó, acompañado de Lou Reed y parte del grupo Mott the Hopple, con el resultado que tienen abajo. Por cierto, el grupo sigue todavía dando conciertos.


Hemos hablado de Lou Reed. Bowie produjo también su mejor disco de todos los tiempos: Transformer. No sólo eso, sino que en la presentación en Inglaterra, proclamó con toda seriedad que él era un simple discípulo de Reed, que el que realmente era un genio era su amigo, al que había conocido en Nueva York. Además se ocupó de todo el sonido, contrató a los músicos de apoyo, participó en los coros y se implicó en el diseño de portada y la difusión del disco. Fue Bowie el que puso en el mercado a Lou Reed, hasta entonces un semidesconocido que acababa de disolver su banda, la Velvet Underground. Lo que pasa es que Reed no siguió por esa senda, porque él no quería ser una superstar. Reed era un hombre complejo, huraño, que se sentía sobre todo un escritor que tocaba la guitarra por hobby. Este disco contiene temas como Perfect Day, o el sensacional Walk on the Wild Side. Y otras pequeñas joyas como ésta que les traigo. Escúchenla con atención a ver si identifican la voz que hace esos coritos: bon, bon, bon... 


Con la frenética actividad que llevaba Bowie en 1972 con su banda The Spiders of Mars, yo no puedo entender de dónde sacaba tiempo para estas otras actividades. En 1972, San Bruce Springsteen era un auténtico desconocido, aunque había publicado ya dos discos, que prácticamente sólo se habían vendido en su barrio de New Jersey. Pues Bowie los escuchó y supo ver algo que nadie había visto hasta entonces. Así que incorporó a sus giras dos versiones de canciones de esos discos. Cada vez que las cantaba lo decía: un tema de Bruce Springsteen, de New York. El Boss siempre ha mostrado públicamente su reconocimiento por este gesto y cómo esta circunstancia le sirvió de palanca para lanzar su carrera. El otro día, Springsteen, en su primer concierto tras la muerte de Bowie, tuvo unas palabras emocionadas sobre él y puso a todo el público a cantar el Rebel, Rebel.

De la calidad humana de este señor habla también el hecho de que tuviera muy buena relación con otros grandes de la música, como Mick Jagger y John Lennon. En el caso de Lennon, incluso le hizo participar en la canción Fame, de su disco Young Americans, y lo añadió en los créditos como compositor a medias con él. Lennon estaba terminando su disco Rock'n'roll y a punto de hundirse en una crisis personal y creativa que le llevaría a cinco años de silencio, separación temporal de Yoko incluida. Yo creo que Bowie lo hizo por echar una mano a alguien que se estaba hundiendo. Porque, escuchando la canción, que les pongo abajo, maldita la falta que le hacía a Bowie la ayuda de Lennon para componer eso. Este es el tipo de temas que a mí ya me empezaban a gustar bastante menos. Una sugerencia: no hace falta que la escuchen entera, es un coñazo.


En fin, nos queda contar algo sobre la vida privada de David Bowie. En los primeros setenta, todo el mundo lo identificó como homosexual y abanderado del Glam, el Glitter y el mundo del cuero y el glamour más equívoco. Cierto que él mismo fomentó esta historia, se aprovechó de ello y no lo desmintió. Por eso, sus seguidores se quedaron a cuadros cuando se descubrió que no sólo estaba casado con Angie desde 1970, sino que además tenía un hijo, Duncan, nacido en 1971. Nuestro hombre salió del aprieto con indirectas, diciendo que era bisexual. Pero está claro que lo que le volvía loco eran las mujeres y por eso a veces se vestía, peinaba y maquillaba como ellas, con las artes aprendidas en la compañía de mimo de Lindsay Kemp. Desde mediados de los 70, su imagen se fue volviendo cada vez más masculina. Poco a poco se convirtió en el Duque Blanco, un verdadero gentleman. Preguntado años después por estas historias, respondió haciendo gala de su humor más british: Yo, finalmente, era un hetero al que le costó salir de su propio armario. Por si a alguien le queda alguna duda al respecto, aquí tienen una muestra de su nuevo rol: China Girl (1983). Caprichos del Youtube: para escucharla han de pinchar AQUÍ.

Angie es un personaje al que no puedo evitar tenerle bastante manía. Era una groupie a la que le gustaba la vida frenética y que se proclamaba promiscua y bisexual. Supongo que su compañía era muy divertida, en caso contrario David no habría conectado con ella. Cuando Bowie decidió cortar con esa vida que le había convertido en un adicto a la cocaina y recluirse en Berlín junto al muro, su relación con su mujer estaba prácticamente rota. Su matrimonio había durado formalmente ocho años. Angie ha seguido desde entonces viviendo de su nombre y del dinero que le sacó a su ex. Es lo que se llama una it-girl, para entendernos, alguien que nunca ha hecho nada y, sin embargo, está todo el rato en la telebasura. Y con el nombre de Angie Bowie. ¡Oiggg, soy Angie Bowie, oyes! Salvando las distancias, algo así como Belen Esteban. Encima se inventó el rollo de que la canción de los Stones estaba dedicada a ella, algo que Mick Jagger se ha aburrido de desmentir. En realidad, habría que decir que es una it-lady, porque la doña tiene ya 66 años. Cuando David murió, esta señora estaba encerrada en la casa de Gran Hermano VIPS, versión británica. Le dieron la noticia y le ofrecieron retirarse. Su respuesta: nada, nada, yo sigo. Un detalle definitivo y definitorio.

David Bowie se quedó con su hijo de 7 años y jamás se desentendió de él. Le llevó a los mejores colegios y, sobre todo, estaba con él. Cuando no se iba de gira, le obligaba a leer dos horas cada día y poco a poco le introdujo en el mundo de la ciencia ficción. Duncan Jones es hoy un director reputado que hace un cine de ciencia ficción bastante valorado. En la foto que les pongo ven que tiene un aire muy normal. Ser hijo de alguien tan especial y famoso como Bowie no es fácil (que se lo pregunten, por ejemplo a los hijos de Lola Flores y otros). Duncan ha buscado siempre un cierto anonimato, para saber exactamente quién es. Tras acabar el bachiller se fue a una universidad de Ohio, en donde nadie sabía quién era su padre y donde se graduó en Filosofía. No se habla con su madre. Y sin embargo siempre ha estado muy unido a su padre. Cada vez que estrenaba una película y recibía el aplauso de la crítica, su padre era el primero en felicitarle vía Twitter. Y fue él quien se encargó de dar al mundo la noticia de su muerte. 

En 1991, David Bowie conoció a la modelo de origen somalí Iman. Alguien se la presentó en una fiesta en New York. Y sobrevino el flechazo. Él ha contado que esa primera noche ya estuvieron pensando en que nombres pondrían a los hijos que iban a tener. Se casaron, se instalaron allí y formaron una familia que ha durado más de veinte años hasta su muerte. Finalmente tuvieron sólo una hija, Alexandria, de 15 años. Bowie siguió dando conciertos hasta 2004. Ese año tuvo un ataque al corazón y se retiró de los escenarios, aunque siguió sacando discos esporádicos muy dignos, mejores que los de la época intermedia. El final supongo que ya lo saben, ha salido en la prensa. Cuando supo hace año y medio que padecía un cáncer de hígado irreversible, puso sus asuntos en orden e hizo un viaje a Inglaterra para enseñarle a sus dos mujeres los barrios de la periferia de Londres en los que había nacido y crecido.

Al regreso, se puso a trabajar. Lo que más le gustaba. Escribió un musical que llamó Lazarus, que se ha estrenado en Broadway con el éxito que se imaginan, y sacó un último disco con las canciones de la obra. Estuvo encima de los ensayos, aunque tenía que sentarse frecuentemente, debido a la quimioterapia y a su deterioro progresivo. Y dejó un vídeo sobrecogedor, que es su testamento artístico y que vio la luz unos días antes de su muerte. Se lo dejo de propina. Hay que tener mucha clase y mucha entereza para hacer algo así. Cuando se publicó, nadie entendió su mensaje. Ahora todo el mundo se las da de listillo, haciendo como si supiera desde siempre que en la antigua Grecia se enterraba a los muertos con unas monedas sobre los ojos, para pagar al barquero Caronte que les atravesaba la laguna Estigia en dirección a las puertas de Hades, que daban acceso a la Eternidad. Siguiendo sus instrucciones, sus restos fueron incinerados en la más estricta intimidad. El portavoz de la familia publicó un comunicado en el que pide respeto a su dolor, agradece todos los actos y conciertos de homenaje que se quieran organizar y deja claro que ninguno de ellos estará patrocinado por el entorno familiar. Descanse, pues, en paz.

P.D. Otra vez me machaca el Youtube. Gracias a un comentarista he averiguado que lo que salía en el vídeo final que les había puesto era una serie de fotos sobre la música ambiental de la obra Lazarus. Para ver el video han de pinchar AQUÍ

jueves, 21 de enero de 2016

467. Bowie II. La década prodigiosa

El éxito de Space Oddity abrió una racha espectacular en la vida de David Bowie. Se fue de casa de sus padres, a una pensión regentada por una viuda con dos hijos, a la que al parecer pagaba en especie, por decirlo de forma educada. Al menos hasta que apareció Angie y se instaló en su cuarto y en su vida. Angie era una groupie que simultaneaba su relación con Bowie con la que mantenía con diversos amantes, entre ellos algunos productores y managers que le resultaron de bastante utilidad a nuestro héroe (recuerden: sólo por un día). Y David se puso a trabajar. Su vena creativa estalló de manera desbordada. Pero también su perfeccionismo y exigencia. Sus discos en la primera mitad de los 70 son una pasada. Por entonces era muy frecuente la publicación de discos LP con un par de canciones buenas para los singles y el resto de relleno. Las canciones de los discos de Bowie de esta época son todas buenas. Es difícil elegir alguna por encima de las demás. Y además están ordenadas, de forma que cada disco cuenta una historia conjunta, como una especie de ópera.

Discos míticos: The man who sold the world (1970), Hunky Dory (1971), The Rise and Fall of Ziggie Stardust and the Spiders from Mars (1972). Este último le catapultó a la fama. Era ya una estrella aplaudida por la crítica y con un número creciente de fans. Y ganaba dinero con el invento. Y gastaba mucho también. Veamos algunas de sus canciones de esta época. Empezamos con El hombre que vendió el mundo. Cuarenta y cinco años más tarde, esta canción aun suena inquietante, enigmática, mágica. Vean también la pinta de Bowie con el pelucón. Fue la última vez que apareció con esas pintas. Angie tomo cartas en el asunto, le cortó el pelo y se lo tiñó de rojo. Lo que nos lleva al aspecto con el que grabó la versión de Space Oddity que les puse en el post anterior, registrada después de la publicación y el éxito de su nuevo disco.


Bowie se había convertido en una estrella del show-business, término inglés que podríamos traducir como la farándula. Hacía lo que quería. Su creatividad no tenía límites. Vean esta interpretación en directo de uno de sus temas de ese tiempo, con esa forma de tocar el piano sentado de medio lado.


Pero yo quiero destacar una canción, tal vez menos conocida, pero que tiene todo lo que diferencia a Bowie de los demás. Se llama Cinco años y cuenta una historia estremecedora. A la Tierra le quedan sólo cinco años. Lo ha dicho un locutor de televisión entre lágrimas. Y la gente se porta de la forma que uno puede imaginar en sus peores pesadillas. Aglomeraciones, empujones. La música dramatiza la historia, del modo en que Bowie sabía hacerlo mejor que nadie. Uno intuye las multitudes caminando aterrorizadas a ninguna parte. Algo así sucedió muchos años después, el 11-S, cuando las masas caminaron atónitas cruzando sobre el puente de Brooklyn. El crescendo de la melodía es hipnótico e imparable y, de pronto, entre la gente que camina, aparece la chica, el amor a primera vista, el punto de apoyo para defenderse del horror en compañía de la persona amada. La batería solitaria subraya el principio y el final del tema, marcando el paso inexorable del tiempo. Les pongo un vídeo con una imagen estática de la portada de Ziggie Stardust, para que no tengan que ponerlo en grande y puedan seguir la letra que he traducido para ustedes. Bowie se merece mi trabajo, en este pequeño homenaje.


Five years                                                       Cinco años

Pushing through the market square,                                  Empujándose a través del supermercado,
So many mothers sighing                                                     muchas madres llorando
News had just come over,                                                    Las noticias acababan de llegar,
we had five years left to cry in                                              nos quedaban cinco años para llorar
News guy wept and told us                                                  El tipo de las noticias sollozó y nos dijo
Earth was really dying                                                           que la Tierra se estaba realmente muriendo
Cried so much his face was wet                                          Lloró tanto que su cara estaba mojada
Then I knew he was not lying                                               entonces supe que no estaba mintiendo
I heard telephones, opera house, favorite melodies      Oí teléfonos, óperas, canciones favoritas
I saw boys, toys, electric irons and TV’s                             vi niños, juguetes, planchas eléctricas y TV’s
My brain hurt like a warehouse                                           Mi cerebro me dolía como un almacén
It had no room to spare                                                         en el que no quedase espacio de sobra,
I had to cram so many things                                               tenía que acumular tantas cosas
to store everythings in there                                                 para guardarlo todo ahí
And all the fat-skinny people,                                              Y toda la gente gorda-flaca,
and all the tall-short people                                                 y toda la gente alta-baja
And all the nobody people,                                                  Y toda la gente que no es nadie,
And all the somebody people                                              y toda la gente que es alguien
I never thought I’d need so many people                          Nunca pensé que necesitaría a tanta gente

A girl my age went off her head                                          Una chica de mi edad se volvió loca,
Hit some tiny children                                                           golpeó a unos niños pequeños
If the black hadn’t a-pulled her off                                      Si el negro no la hubiera detenido
I think she would have killed them                                     creo que los habría matado
A soldier with the broken arm                                             Un soldado con un brazo roto
fixed his stare to the wheels of a Cadillac                         miraba fijamente las ruedas de un Cadillac
A cop knelt and kisses the feet of a priest                         Un policía se arrodilló y le besó los pies a un cura
And a queer threw up at the sight of that                           y un maricón vomitó al ver eso
I think I saw you in an ice-cream parlor                             Creo que te vi en una tienda de helados
drinking milk shakes cold and long                                     bebiendo un largo y frío batido
smiling and waving and looking so fine                             sonriendo y moviéndote y luciendo tan guapa
don’t think you knew you were in this song                       no creo que supieras que estabas en mi canción
And it was cold and it rained, so I felt like an actor           Y hacía frío y llovía y me sentí como un actor
And I thought of Ma and I wanted to get back there         Y pensé en mi mamá y quise volver con ella
Your face, your race, the way that you talk                        Tu cara, tu carrera, la forma en que hablas
I kiss you, you’re beautiful, I want you to walk                   te beso, eres hermosa, quiero caminar a tu lado

We’ve got five years, stuck on my eyes                              Tenemos cinco años, míralo en mis ojos
We’ve got five years, what a surprise                                 Tenemos cinco años, menuda sorpresa
We’ve got five years, my brains hurts a lot                         Tenemos cinco años, me duele mucho el cerebro
We’ve got five years, that’s all we’ve got                           Tenemos cinco años, es todo lo que nos queda

Años después, sucedió nuestro 23-F y yo escribí un relato, en el que ahora veo la clara influencia de esta canción. Es el 23 de febrero por la tarde, llegan las noticias de lo que está pasando en el Congreso. Hay nervios, aglomeraciones, la gente entra en los supermercados y sale cargada de provisiones para lo que pueda venir. El narrador, que habla en primera persona, vuelve de regreso a casa con un montón de bolsas y se topa con una chica con mochila que parece desconcertada. Corren juntos, ella tiene miedo de cruzar las líneas de la policía que la separan de su destino, él le ofrece alojarla en su casa. Suben, hacen el amor, se prometen fidelidad eterna. Juntos se apoyarán para sobrevivir en la nueva situación, se apuntarán a la resistencia. Desconectan de todo. Por la mañana, desayunan, escuchan la radio. El golpe ha fracasado. La chica se disculpa y se va en busca de la amiga a la que buscaba. La normalidad ha vuelto. El narrador termina solo, como empezó. Acude a la masiva manifestación de repulsa de la intentona. Y termina con una frase demoledora: Nadie se sintió nunca más solo que yo, ese día, en medio de una multitud de un millón de personas, que protestaba por un golpe cuyo fracaso había sido también el mío. Me creerán o no, pero en aquellos años no había ordenadores y he perdido el texto de ese relato, que no creo sea capaz de reconstruir. 

Volvamos a Bowie. En medio de tanta explosión de creatividad, David guarda un lugar para las canciones más comerciales. Por ejemplo Starman, otro éxito de ventas. Esta vez les voy a poner una versión en directo, para que vean lo contento que estaba este hombre con su éxito. Observen que, por debajo de su maquillaje, Bowie sigue siendo un tipo de barrio, un colega, que toca con sus amigos, que muestra mucha complicidad con los músicos de su grupo, que tiene una pupila dilatada por un puñetazo y los dientes rotos de mil batallas callejeras. Pero él hace de la necesidad virtud: sus colmillos rotos le dan un aire de vampiro, y la gente llega a creerse que tiene un ojo de cada color, cuando todo se debía a una hostia que le habían dado, que le había dejado una minusvalía visual que le dificultaba, por ejemplo, la conducción de coches. 


El disco de Ziggie Stardust le proyecta a otra dimensión. La gira posterior es un hito en el rock and roll. Hay una película grabada de estos conciertos que da idea de lo que era este señor en el escenario. Yo la he visto varias veces (tengo que confesar que nunca lo vi en directo). Viaja a Estados Unidos, se empieza a mover entre Los Ángeles y Nueva York, conoce a Warhol, a Lou Reed, a Iggy Pop. Mucha gente le impulsa a seguir con el personaje de Ziggie Stardust, a exprimir el limon para forrarse. Pero él lo tiene muy claro: Ziggie es sólo un disco (de hecho, se titula ascenso y caída de Ziggie Stardust). Como el actor que representa una obra de teatro durante un tiempo, ahora debe de cambiar de registro. América le reclama, pero aun sacará dos discos extraordinarios en Inglaterra, antes de marcharse: Aladin Sane y Pin-ups, ambos de 1973, el primero de canciones propias, el segundo de versiones de las canciones que le gustaban de adolescente. De este último les he seleccionado la que se convirtió en su último single superventas en Gran Bretaña: Sorrow, donde toca el saxo con elegante soltura.


Por cierto, la chica que aparece en la portada del Pin-ups es la cotizada modelo Twiggy. A Bowie ya no hay quien lo pare. Se va a América y allí saca todavía un disco extraordinario: Diamond Dogs, la más rockera y stoniana de sus produciones. Este disco es de 1974. Han pasado sólo cuatro años de la eclosión del fenómeno Bowie y hay que ver la cantidad de discos maravillosos que ha producido. Aquí tienen la canción que da nombre a este disco, cuyas historias transcurren en el 1984 de Orwell. La canción, que podría haber sido firmada por los Stones, empieza con un alarido sobrecogedor: esto no es rock and roll, esto es genocidio.


A este gran disco le siguen Young Americans (1975) y Station to Station (1976) Son unos discos muy buenos, para la media de lo que se publíca, con una producción exquisita, un sonido soberbio y un Bowie muy seguro de lo que hace. Pero he de decir que a mí me empiezan a gustar algo menos. Hay que contar algo respecto a esta época americana enloquecida. Bowie ha empezado a utilizar la cocaina para mantener su ritmo frenético y se ha convertido de hecho en un adicto. David sabe perfectamente el peligro que tienen determinadas sustancias y mantiene el miedo a sucumbir a la locura y a la maldición de su familia materna (ver artículo del ABC, linkado en el post anterior). Pero él es más fuerte y se siente capaz de vencer su adicción. Lo único que necesita es salir de los USA

Es así como se recluye en el Berlín occidental de la época y se desintoxica. Su siguiente disco Low (1977) desconcierta a sus admiradores. Música instrumental, intimista, relacionada con los compositores de música clásica del momento. Le ayuda Brian Eno, un colega de inquietudes que también ha pasado lo suyo. Y allí, al pie del muro que separa del mundo soviético, graba su gran himno: Heroes, canción incluida en el disco del mismo nombre, que publica a finales del mismo año de 1977, un disco en el que el resto de las canciones es bastante prescindible. Se la dejo de despedida. quedan emplazados a una tercera entrega, más centrada en los aspectos personales de David Bowie y en la época posterior a los maravillosos 70. Sean felices. Pueden ser héroes, aunque sea sólo por un día.






lunes, 18 de enero de 2016

466. Bowie I. Los comienzos

Pongo un palito al lado del nombre de Bowie, porque le voy a dedicar al menos dos posts, sino más. Los que me dé la gana. Este es mi blog y tengo derecho a expresar mi consternación por la muerte de un personaje al que tenía mucho cariño, alguien que alegró y enriqueció una década muy importante de mi vida, los 70. Fueron los años en que tuve una vida más loca, estudiaba, viajaba, trabajaba de delineante para pagarme los viajes y otros caprichos. Vivía de noche, escribía relatos, leía compulsivamente a Cortázar y a Vargas Llosa, no me perdía un concierto de rock. Acabé la carrera, hice la mili y, nada más acabarla, me volví a dejar la melena hasta los hombros. Y además estaba la lucha por la democracia, las carreras delante de los grises, el asesinato de Carrero, el final del franquismo, las discusiones sobre la Constitución, los abogados de Atocha y tantas cosas. Empecé esa década prodigiosa con 19 años y la terminé con 29. Unas edades en las que uno se cree capaz de comerse el mundo. Y allí estaba David Bowie, el tipo que te trataba de convencer de que tú podías ser un héroe, sólo por un día. El otro día se murió y con el se va una parte de mis referencias.

He de hacerles una confesión íntima. En aquellos años yo escuchaba música a todas horas y me compraba muchos discos de vinilo. Luego, mi vida se asentó. Encontré pareja, trabajo, nacieron mis hijos. Los vinilos desaparecieron con la llegada del CD. Hace ahora cerca de diez años, mi vida acomodada se fue a la mierda, huí de mí mismo y lo arrojé todo por la borda. I threw it all away, que dice Dylan. Me fui de mi casa con una mano delante y otra detrás, dejé allí la mayor parte de mis anteriores señas de identidad y, entre ellas, mi colección de discos de vinilo. A lo largo de estos casi diez años he resistido los mensajes periódicos que me conminaban a llevarme mis cosas. Sólo en el año que acaba de terminar, sucumbí a la presión, ante una amenaza cierta: mis discos estaban empaquetados y preparados para ser transportados al punto limpio. He desempaquetado mis cajas de vinilos y ahí estoy yo. Ese era yo. Y ¿saben de quién hay más discos? No les resultará difícil imaginarlo. Toda la discografía de Bowie de los 70 y alguno suelto de después. No conozco a nadie que tenga tantos discos de Bowie como yo.
   
He de puntualizar un tema. A varios de mis mejores amigos, entre ellos más de un seguidor del blog, no les gusta la producción musical de Bowie. Es lógico, este señor no hacía una música muy enraizada en el blues y el buen rock’n roll, que aprecian mayoritariamente mis colegas. Por el contrario, el mejor Bowie bebía de las fuentes del pop británico, al que dotaba de arreglos un tanto grandilocuentes para arropar sus excelentes letras. Luego, ya convertido en una estrella, derivó a un cierto soul con apoyo orquestal y, últimamente, se adentró en el jazz. Con este texto y los siguientes no aspiro a cambiar los gustos musicales de mis amigos, cada uno es libre de tener sus propias afinidades. Lo que sí pretendo es que entiendan por qué me gustaba a mí, algo que excede del simple aspecto musical y entra de lleno en la fascinación personal por un tipo con una curiosidad cultural y artística infinita, que nunca se acomodó, que todo el rato estuvo cambiando sus registros y del que nadie puede dudar que era un tipo muy listo, muy brillante y muy buena persona, como veremos.

Siempre he tenido una gran fascinación por el personaje: es mi ídolo. ¿Cómo no serlo? David Bowie nació en una barriada obrera de Londres, se empeñó en triunfar en el mundo del rock, consiguió un éxito estratosférico, logró vivir haciendo lo que le gustaba, invirtió acertadamente sus ganancias, se hizo millonario, conquistó a la modelo más guapa y se fue a vivir con ella a Nueva York, en donde se ha dedicado a cuidar de su familia desde 1992 hasta el día de su muerte. Como para no envidiarle. Buscando textos de estos días sobre el personaje, he encontrado ESTE, nada menos que del ABC. Contiene muchas claves sobre la infancia de David Jones, en los suburbios de Brixton, Beckenham y Bromley, en los que sucesivamente vivieron sus padres. Es un texto emotivo y bonito, que no me veo capaz de superar y que les recomiendo que lean. Ya se nos habla de un tipo inquieto, que se interesa por las materias más insospechadas, que vive la vida a toda velocidad, en el despertar del color y la libertad en Inglaterra, tras los grises años de postguerra y racionamiento.

Pero, para bien o para mal, David Bowie era un músico y en este pequeño homenaje debemos poner alguna de sus músicas. Apenas con quince años, ya sabemos que no le interesaba demasiado el colegio, que su vida estaba focalizada hacia las chicas y la música (tocaba prácticamente todos los instrumentos: saxos, guitarras, pianos, teclados, percusiones). Y al fin consiguió grabar algunos temas, a la manera de los Beatles, Stones, Animals y tantos otros que despuntaban a finales de los 60. Les voy a poner dos grabaciones de Bowie con 17 años. Su grupo se llamaba entonces Davie Jones and the King Bees. Un juego de palabras muy de la época: Davidcito Jones y las Abejas Reyes. Estas dos grabaciones fueron las caras del single que logró editar y que no se vendió una mierda.



Mientras tanto, David leía ciencia ficción como un poseso, se interesaba por el budismo y se apuntó a la escuela de mimos de Lindsay Kemp. He de decirles que he visto cuatro o cinco representaciones de Lindsay Kemp en Madrid, donde tenía por costumbre recalar cada año en sus giras teatrales y creo que pocas veces he presenciado unos espectáculos tan demoledores: uno salía agotado ante tanta belleza y tanta intensidad. En la escuela de Kemp, Bowie se aprovisionó de armas interpretativas, descubrió el maquillaje y supo que su propia imagen y su cuerpo se incorporarían a su arte como algo esencial. Intentó lanzarse como cantante melódico con unos atuendos mod muy cuidados, pero su música no llegaba. Sus letras parecían querer decir algo, pero sus grabaciones de ese período no dejan de producir un cierto sonrojo. Como no vendía ni un ejemplar de sus discos, tuvo que hacer de actor en anuncios de helados y similares. Seguía viviendo por entonces en casa de sus padres.

Necesitaba cambiar de registro. Necesitaba un tema que llegara al exigente público británico. Necesitaba un éxito que le diera repercusión y le permitiera desarrollar su talento. Y lo encontró con la espectacular Space Oddity. Fue un golpe de suerte, la canción se publicó cinco días antes de la llegada del hombre a la luna. Era una buena idea, un golpe de timón de esos que le salían tan bien a este hombre. Pero es que musicalmente se superó. Esta es realmente su primera composición de mérito, todo lo que había hecho anteriormente era bastante malo. Estamos en 1969 y esta canción ya tiene todas las características del mejor Bowie. La ciencia ficción, las situaciones inesperadas (casi 40 años más tarde nos seguimos emocionando con la película Gravity, excelente por cierto, si no la han visto, que cuenta prácticamente la misma historia). Su voz sin intentar imitar a nadie. La producción cuidada. La imagen de alienígena. Y sobre todo, el dramatismo. Bowie buscaba siempre dramatizar. Hacer teatro y tocarte la fibra sentimental. Les dejo con ella. Continuará.



viernes, 15 de enero de 2016

465. Balance del blog

No se alarmen: que haga balance del blog no significa que vaya a cerrarlo. Simplemente que he echado un vistazo a las estadísticas que aparecen en la página desde la que se gestiona y he encontrado algunas cosas de interés, al menos para mí. Este es el post #465. Con excepción del anterior (y, lógicamente, de éste), el resto, o sea los 463 primeros, superan las 40 visitas. De ellos, 402 han recibido entre 40 y 100 visitas, el intervalo más habitual. Un resultado modesto, lejos de las cifras que hubiera alcanzado este foro si me hubiera conectado a Twitter, como me sugería Lisardo, o me publicitara en las redes de forma más agresiva, mediante una red de contactos y algún sistema que avisara a todos ellos cada vez que colgase un nuevo texto. Entiendo que la cosa no está mal. Se mantiene una cierta regularidad, que viene a demostrar que tengo en torno a 40 seguidores más o menos fieles, que entran en el blog de forma cotidiana.

No aspiro a más. Incluso les diría que me da un poco de miedo proyectarme a una dimensión superior. Entre esos 40 fieles no he detectado a nadie problemático o estridente. Los comentarios que entran sugieren un cierto nivel cultural, no suele haber insultos, no he tenido que eliminar casi ningún mensaje (alguno sí, sobre todo los ligados a sectas que me aconsejan que me acerque a Cristo para solucionar mis problemas de inadaptación al mundo, mensajes que enseguida elimino). Estoy convencido de que, si forzara de alguna manera la capacidad del blog para alcanzar grandes cifras de visitantes, se me llenaría el foro de trolls, comentarios bordes y asuntos desagradables. No estoy tampoco seguro de no meter la pata en relación con algún asunto candente, algo que me traería problemas si tuviera muchos seguidores. Imaginen el titular: funcionario veterano escribe en su blog lo siguiente: … El gran escándalo.

Así que, tengamos la fiesta en paz. El blog está bien como está. Entre mis seguidores fieles abundan los jubilados, por una obvia sintonía de edad, y también porque tienen más tiempo para perder en cosas como esta. No obstante, para mi satisfacción, también me sigue gente joven. Pero volvamos a las cuestiones numéricas. Hemos citado dos posts (los últimos) que no llegan a las 40 visitas. Y otros 402 que están entre 40 y 100. ¿Qué hay de los otros 61? Pues he de decir que, entre éstos últimos, 51 totalizan un número de visitas entre 100 y 200. Se trata de textos que, por alguna razón, han sido bien acogidos y valorados por mis seguidores habituales, que tal vez le han pasado el link a algunos amigos y éstos a otros. El boca a boca y el mail funcionan muy bien en nuestros días.

No puedo establecer cuál es el motivo por el que unos textos tienen más éxito que otros. A veces es por el título, supongo, o por alguna de las fotos o vídeos que incorporan, que suelen estar conectados con los buscadores de la red. No creo que esta preferencia entre mis posts se deba a casualidad o suerte, sino a que algunos de mis textos resultan más interesantes que otros. Yo tengo mis propias opiniones; en general soy bastante consciente de cuando un texto me sale redondo o, por el contrario, es una reverenda mierda. Pero mis valoraciones no suelen coincidir con las que pudieran deducirse del mayor o menor número de visitantes. Dicho esto, me queda revisar la lista de los otros 10 posts, los más visitados, los únicos que han superado la cifra de 200 consultas. Les transcribo dicha lista, con sus links correspondientes y la cifra de visitas registradas en cada uno. Abajo les comento mis conclusiones.

1.- El chocolate de Matías López (27.04.13)                         Post #119                       2.951
2.- De escoceses y otros estereotipos (21.12.12)                 Post #64                         1.586
3.- Un tributo al bar El Avión (29.04.23)                                Post #120                          810
4.- Los conciertos de rock de 1980, en Madrid (2.04.14)      Post #242                          652
5.- Lucas Pérez, un Ulises coruñés (23.10.14)                     Post #296                          374
6.- Semana de vértigo (11.10.14)                                         Post #292                          343
7.- La Venencia (25.03.13)                                                    Post #106                          332
8.- El nuevo Medialab (16.12.12)                                          Post #59                            283
9.- La deuda de Berlín I. Los datos (13.12.12)                      Post #57                            282
10.- Life and death (2.10.13)                                                 Post #181                          213

Respecto a esto tengo que decir lo siguiente. Los dos primeros tienen un número desmesurado de visitas. Desmesurado y falso. Ninguno de los dos textos tiene el menor motivo para una diferencia tan descomunal con los otros. Lo que sucede es que hay unos cuantos seguidores a los que les dieron en su día mi contacto con esos dos links concretos. En ese momento, supongo que agregaron estos contactos a Favoritos. De modo que, cada vez que quieren mirar a ver si he añadido algún texto nuevo, entran a través del mismo post (uno u otro, según los casos). En el caso del chocolate de Matías López, tengo al menos un seguidor detectado que entra habitualmente desde Alemania, pero no es mi hijo, porque esto ya sucedía cuando Lucas estaba en Francia. Me temo que lo mismo sucede en el caso del clasificado en octavo lugar. Es imposible que el tema del Medialab siga suscitando expectación, tres años después de escrito.

Yo les pediría a estos amables seguidores que corrigieran sus hábitos. La forma correcta de entrar en mi blog es a través de la dirección www.tiomilu.blogspot.com. Basta entrar bien una vez, agregarlo a favoritos y eliminar de dicho lugar el viejo enlace. No es que su forma actual de entrar en mi blog me suponga una faena muy gorda. A mí lo que me interesa es que entre cuanta más gente mejor. Así que háganlo de la forma que les resulte más cómoda. Yo me limito a consignar el hecho de que las cifras de visitantes de los post números 1, 2 y 8 de la lista anterior son irreales. De modo que las entradas de verdad más leídas empiezan por el tributo al bar El Avión. Este es un texto que escribí a petición y sugerencia del amigo Groucho. Creo que es un texto que se merece ese éxito, está bien escrito, es emotivo y sentido y a ello se une el hecho de que es prácticamente imposible encontrar referencias escritas sobre ese viejo bar ya desaparecido. Así que, en este caso, sí que me creo que el tema ha circulado por el boca a boca, hasta superar las 800 visitas.

Lo mismo sucede con los siguientes. El de los conciertos de rock de 1980 se mueve entre los colegas rockeros más jóvenes, que encuentran un testimonio detallado de un asunto del que habían oído hablar a sus hermanos mayores y que, supongo, leen alucinados y luego comentan entre dientes: qué demasiao, tío. En el post biográfico sobre el futbolista Lucas Pérez, me anticipé más de un año al interés que ahora suscita su figura. Y lo que se cuenta allí es cierto. Por ejemplo, ahora hay un vídeo sobre este señor en Youtube, donde dicen que no llegó a debutar en el Dinamo de Kiev, a causa de una grave lesión. Mentira. Sucedió lo que yo cuento. Mi post sobre una de mis semanas de vértigo desconozco por qué se ha leído más que otros. De hecho creo que en este blog hay unos diez o doce todos iguales y sin mayor mérito que el de contar mi vida cotidiana con una cierta distancia irónica. El caso de La Venencia es comparable con el de El Avión, si bien este peculiar lugar continúa abierto al público y es posible encontrar numerosos textos sobre él en Internet. Tal vez el mío tenga más gracia.

Mis reflexiones sobre la deuda de la ciudad de Berlín son interesantes, pero no entiendo por qué han suscitado más expectación que otros textos sobre asuntos similares. Por último, el post titulado Life and death, tiene truco. Cuando murió JJ Cale, se me ocurrió ligar este asunto con el del nacimiento del hijo de mi amiga holandesa R. Le escribí para pedirle permiso para publicar una foto del niño, dado que, tanto ella como su marido son bastante cautelosos al respecto y no muy partidarios de los excesos de las llamadas redes sociales. Me dio su autorización con muchas reservas. Cuando tuve el texto escrito y publicado, le mandé el link. Y lo primero que hizo fue colgar ese link en el Facebook, para que lo leyeran todos sus amigos y amigas all over the world. Comportamiento femenino (con perdón). Por eso tuvo tanta repercusión.
    
En fin, la página de gestión del blog da también estadísticas por países. Descontando España, el país en donde tenía más seguidores era hasta hace poco Estados Unidos. Ahora lo ha rebasado Alemania. Hay también muchas entradas de Rusia, aunque creo que tienen algún tipo de truco, porque aumentan de vez en cuando, así como a saltos. Menos mal que no soy muy paranoico, si no, estaría acojonado, soñando con que me vigila la KGB. A continuación figuran Francia, México, Ucrania, Argentina, Holanda y Polonia. Quiero creer que las visitas que se registran en lugares como Ucrania, corresponden a emigrantes españoles, tal vez gallegos y del Dépor. Ya les he puesto anzuelos en varias ocasiones para que aporten sus comentarios, pero sin éxito. Una expresión que me gusta: han hecho caso omiso de mi petición.

Bien, no sé si estos recuentos les resultan de algún interés. Hacía mucho que no entraba a mirarme el ombligo bloguero y es algo que conviene hacer de vez en cuando. A lo mejor me ha influido la sobredosis de cuentas que estos días hacen los grupos parlamentarios y los políticos, tan poco duchos ellos en cuestiones matemáticas. O tal vez hacer balance sea una ocupación propia de principios del año, cuando a uno le da por pensar de dónde venimos y a dónde vamos. Tengo varias disyuntivas en el horizonte, sobre las que tendré que tomar decisiones. Ya les contaré. De momento, esto es lo que hay acerca del blog. Si no les ha interesado, pues hagan caso omiso y váyanse a dormir.

miércoles, 13 de enero de 2016

464. Joder, cómo viene el bisiesto

Nos dan por todos lados. El Dépor lleva tres o cuatro semanas haciendo el ridículo, nos caen goles por todas partes, nos echan de la Copa y la única reflexión positiva que se me ocurre es que no es mal momento para una cura de humildad. Menos mal que no fui al Bernabeu, en donde el Mandril jugó a gusto y nos calzó un cinco a cero. Tengo que decir una cosa, en mi calidad de aficionado, deportivista para nada forofo y admirador del buen fútbol: me alegré por Zidane. Es un tipo guapo, elegante, reconcentrado, discreto, estoico, modesto, parco en palabras, al borde de la timidez. Una persona que sabe de dónde viene, de los barrios de emigrantes de Marsella, y es consciente de que tiene que estar agradecido al mundo por haberle permitido salir de aquello, por haber dispuesto de un don natural que ha sabido administrar con inteligencia para poder vivir del invento. Pero, si alguien insulta a su hermana, le mete un cabezazo, como se hace en la banlieue marsellesa. Con clase.

He visto a Zidane tres veces en el Bernabeu. Tenía por entonces un par de amigos madridistas que a veces me invitaban a ir al campo, a donde ellos acudían con el único propósito de ver a Zidane, por si hacía algo fuera de lo común, igual que otros iban a todas las corridas de Curro Romero, por si tenían la suerte de asistir a unos segundos de arte. Por cierto, mis amigos dejaron de ir al campo cuando este señor se retiró, así que ahora no tengo a nadie que me invite. Pero nunca olvidaré la sensación que se extendía por el estadio cada vez que Zidane cogía la pelota y avanzaba con su zancada perfecta. Se hacía un silencio reverencial, porque sobre las cabezas del personal sobrevolaba la expectativa de que algo prodigioso podía suceder y había que estar muy atento. Lo que hacía este señor era diferente de lo que pudiera hacer cualquier otro futbolista que yo haya tenido la oportunidad de ver en directo. Ahora es entrenador y se lo acabará comiendo la máquina de devorar técnicos que es este deplorable Madrís del tito Floren. Pero el otro día fue feliz, haciéndose a un lado y dejando que sus jugadores disfrutaran de un Dépor muy blandito y marcaran un gol tras otro, para celebrar que se habían quitado de encima al coñazo de Benítez.

Por lo demás, el Dépor ha tirado la Copa de forma vergonzosa. El calendario está tan apretado que los clubes han de jugar la Copa con el equipo B, para no agotar a los titulares. Y en los equipos de poco presupuesto, como el Depor, el B es calamitoso. Por hache o por be, el Depor lleva todo lo que hemos cumplido de año sin ganar un partido y jugando cada vez peor. Tiene aun réditos de su primera parte de liga, pero ha de andar con ojo si no quiere que le pillen los apuros de última hora. Ya sé que el Dépor les importa una mierda a ustedes, mis lectores habituales, excepto a algún coruñés, pero es que, durante toda mi vida, los momentos buenos del Dépor han coincidido con las épocas más luminosas de mi trayectoria vital, y es una especie de termómetro anímico, que no suele fallar en sus predicciones. Esperemos que el bisiesto no venga de nalgas, que el Dépor se salve sin apuros y que no nos pase ninguna putada.

Lo del Dépor no me lo esperaba, pero algunas de las otras cosas sí y ahí queda constancia en mis posts anteriores. Por una vez he atinado en mis pronósticos, por ejemplo, en mis reticencias a la hora de celebrar antes de tiempo el fracaso de Artur Mas y mi desconfianza acerca de sus anuncios de que el lunes convocaba elecciones. Este señor ya ha dado todas las muestras posibles de deslealtad, vileza, villanía, etcétera. También de su falta de sentido del ridículo. Yo no sé si es consciente de que acaba de propiciar un auténtico tamayazo, cuadrando su grupo parlamentario con la torna de los dos diputats que les faltaban. Europa asiste estupefacta a la sustitución de Mas por un tipo que pasaba por allí, pero no sé de qué se sorprenden. El tío ya se presentó de número cuatro, detrás de Romeva y dos damas independentistas. Ahora ha recurrido al quinto beatle, para culminar este esperpento, más propio de los Beatles de Cadiz.

Por otro lado, la jugada es maestra. Tal vez han manejado encuestas que les decían que nunca ganarían esas nuevas elecciones de marzo de las que Mas decía que tenía ya el decreto a falta sólo de la firma. Tanto hablar de las urnas y de que hable el pueblo y ya ven: que hable el pueblo, sí, pero sólo si es a nuestro favor. Si es en contra, no. Así actúan estos nazis. Si un día llegan a ser independientes lo primero que harán será prohibir el derecho a decidir, para que no se les vayan los de Tarragona. Si no querían perder la ventaja, sólo tenían una solución: la que han tomado, tan elemental como el huevo de Colón. Ante la insistencia de las CUP en que aceptarían a cualquiera que no fuera Mas, han hecho un sacrificio de dama de libro. De libro de ajedrez. Sabrán ustedes que, tras un sacrificio de dama, es posible avanzar un peón hasta el fondo del tablero y rescatarla. Imagino que esa es la jugada de Mas. Está por ver si el nuevo unurabla resulta un Medvedev de Putin, como espera su mentor, o sale respondón y se queda con el pastel, como ya le sucedió a Zaplana con Paco Camps.

La cosa es bastante divertida, pero empieza a darme miedo. No porque se separen o no, allá ellos. Sino porque va siendo evidente que detrás de este circo hay unos intereses económicos muy poderosos, que no se limitan a tapar el entramado de Pujol. Se habla de la existencia de unas 150 familias, las más poderosas de Cataluña, que sostienen chiringuitos similares. No sé. Algo muy gordo debe de haber para que agarren a los dirigentes anticapitalistas de las CUP, que ya habían demostrado cómo les gusta funcionar (discusiones bizantinas de diez horas), les pillen de la oreja y les pongan a la orden, hasta hacerles aceptar en minutos un acuerdo con el capital puro y duro tan deshonroso para ellos. Y encima, les obligan a pedir disculpas y hacer una autocrítica al más puro estilo del PC chino. Algo hay baixo o rabo y llegaremos a saberlo, supongo. En ese sentido va el análisis siempre preciso del gran Jaume Reixach, que pueden consultar AQUÍ.

Por lo demás, se nos ha ido David Bowie, una referencia de mis años de juventud (hace como treinta años que no hacía discos medio buenos), un tipo tan elegante como Zidane, que se merece un post exclusivo que ya le dedicaremos. Bowie era un genio capaz de hacer negocio con todo lo que tocaba y lo ha hecho también con su muerte, como veremos. Nos vamos quedando sin referencias, empieza a no quedar ni el apuntador. Esta es otra noticia que me ha pillado de sorpresa y ya saben cuánto me gusta hablar de los temas antes de que empiecen a aparecer en los periódicos. Así lo hice en el post de cierre de 2015, con mi texto sobre la nave Rosetta y su hijo Philae. AQUÍ tienen el final de una historia que, como dicen en la noticia, parece sacada de una canción de David Bowie. El tipo que, hace muchos años, nos contó como El hombre que vendió al mundo se encontraba al final muy solo.

Pero no hace falta recurrir a la ciencia ficción para experimentar el terror cósmico. Vean estas dos fotos. En la primera, pueden ver a mi hijo Kike haciéndose un selfie con un amigo en la plaza Sultanahmet de Estambul. La Mezquita Azul al fondo. Día 9 de enero por la mañana. La imagen de abajo es de ayer, día 12, a la misma hora. Supongo que reconocen los parterres, la verja baja trenzada, los bancos de madera. La bomba mató a diez alemanes que se hacían selfies en el mismo sitio, tres días más tarde.




Es imposible protegerse frente a esto. Uno puede optar por quedarse en su casa para evitar riesgos. Pero los yihadistas pueden venir hasta aquí en cualquier momento, hasta tu mismo portal. Tal vez si ustedes viven en Bollulos del Condado estén a salvo de atentados. Por mi parte ya saben que soy un urbanita irredento. Que necesita la ciudad grande y contaminada para sobrevivir. Y acostumbrado, desde el ataque a las Torres Gemelas, a convivir con el miedo. No me asusta mi muerte, como no le asustó a Bowie. Lo que me aterroriza es la de los demás. De los míos. Así que, viene duro el año bisiesto, pero no puedo quejarme. Podría haber sido peor.