domingo, 12 de enero de 2014

220. Yo quiero ser uruguayo

En el post #206, “Un voto al optimismo”, les mostraba una imagen del mapa de la corrupción 2012, de acuerdo con los datos que recopila la ONG Transparency International. Allí pudieron ustedes constatar que Uruguay, junto con Canadá, eran los únicos países de América que alcanzaban el color verde correspondiente al máximo nivel de transparencia, a la altura de Australia y los países nórdicos, que suelen tenerse por modelos de civismo, progreso y sociedades avanzadas. No es una casualidad que Uruguay aparezca en esta posición privilegiada. La calidad democrática de este pequeño país de 3,3 millones de habitantes, la mitad de los cuales vive en Montevideo, es algo que viene de antiguo y se evidencia día a día. Sin ir más lejos, en 2013, Uruguay ha aprobado la ley que autoriza los matrimonios homosexuales (pionera en Latinoamérica), ha legalizado el consumo recreativo de la marihuana (primer país del mundo, según creo) y ha sometido a referéndum la progresista Ley del Aborto que aprobó el año anterior. Resultado: menos de un 10% de votos en contra.

Por esta serie de hitos, que revelan la buena salud democrática de una sociedad culta y avanzada, la revista británica The Economist ha designado a Uruguay país del año que termina. Si a esto añadimos que todo el territorio uruguayo está incluido en la zona climática templada (único caso en Latinoamérica), que se trata de uno de los diez países más verdes del mundo, sólo superado por Noruega, Islandia y similares, que su temperatura media anual es de 17ºC y que tiene más de 500 kilómetros de costas fluviales y marítimas, pues qué quieren que les diga: que estamos hablando del paraíso. Acá les pongo el link del excelente artículo que, a punto de terminar 2013, le dedicó Mario Vargas Llosa. Léanlo antes de continuar.

El 90% de los uruguayos es de origen europeo, el resto tiene parte de sangre charrúa o guaraní, las dos etnias que había en la zona antes de la llegada del hombre blanco. Abundan los descendientes de italianos y franceses, y también los gallegos, que emigraron en masa en sucesivas oleadas desde finales del XIX, en busca de la prosperidad de la llamada Suiza Americana. Un lugar cuyo clima es idéntico al de Galicia, y con una orografía bastante similar, pero si cabe aún más amables (clima y paisaje): el punto más alto del país es el Cerro Catedral, de sólo 514 metros sobre el nivel del mar. El Centro Gallego de Montevideo se fundó en 1879 y fue lugar de acogida del exilio durante la postguerra española, por donde pasaron Alberti o  Gregorio Marañón, además de gallegos ilustres como Castelao y Otero Pedrayo.

El civismo de la sociedad uruguaya es antiguo y consolidado. El sistema de educación pública, laica y gratuita data de 1877, el segundo más antiguo del mundo. La ley que autorizaba y regulaba el divorcio se aprobó en 1917. Las mujeres votan desde 1927 (recuerden que en la otra Suiza, la europea, las mujeres fueron autorizadas a votar en 1971). Todo es urbano y cívico en Uruguay, y todo fluye con suavidad. No sé si es influencia del clima y el paisaje, o por el ascendiente gallego, pero todo parece ir por cauces leves, tranquilos y educados, sin sobresaltos. La crisis económica de los 70 derivó en malestar social, disturbios y brotes de insurgencia, con el movimiento tupamaro al frente. Ese malestar provocó el advenimiento de una dictadura militar similar a las de Argentina y Chile, pero las cosas no llegaron nunca al nivel de brutalidad de estos países vecinos.

Uno de los puntos fuertes del momento de gloria que vive Uruguay es el actual presidente, Pepe Mújica, el mandatario más pintoresco del mundo, del que habla Vargas Llosa en su artículo. En su juventud, Pepe Mújica fue uno de los dirigentes de la guerrilla urbana de Los Tupamaros. Como tal, fue encarcelado y torturado reiteradamente por los militares. Cuando salió de la cárcel muchos años después, lo hizo sin un gramo de rencor en su ánimo, como un antecedente de Mandela. Ahora es el presidente del país, elegido democráticamente al frente de una coalición que podemos considerar socialdemócrata, y que se denomina Frente Amplio. Continua viviendo en su medio-chabola, con su señora, y cada día acude al Palacio de Gobierno conduciendo personalmente su viejo wolkswagen escarabajo. En esta foto pueden ver su forma habitual de vestir, incluso cuando ha de participar en actos públicos.


Dentro de la suavidad con se desempeña este maravilloso país, en 2001 la economía se vio sacudida por la grave crisis económica de su vecino argentino, aquella que dio en llamarse del corralito. Uruguay sufrió diversas convulsiones, pero pronto logró estabilizarse y salir de problemas. El desastre de Argentina proviene precisamente de su falta de civismo, con la clase alta financiera robando y llevándose el dinero al extranjero a dos manos. Mi amigo G., argentino de larga residencia en Madrid, dice que Uruguay es para ellos, los argentinos, una especie de remanso de tranquilidad y horizontes amplios. G. vivió su juventud en La Plata, un lugar no tan ruidoso y estresado como Buenos Aires, pero igualmente lleno de tensiones. En aquellos años solía cruzar a menudo a Uruguay. Para él, se trata de un país similar a Portugal, en su relación con España. Una tierra de gente tranquila, educada, un poco melancólica mirando al océano infinito y dando la espalda a su vecino más poderoso, con el que le une una relación ambivalente.

Uruguay es un ejemplo de que, con diálogo, pausa, educación y cultura, se puede organizar la sociedad de forma que todo el mundo viva fenomenalmente. En Uruguay florece el talento en todas las ramas de la cultura, como la literatura, donde cuenta con gigantes como Benedetti o Eduardo Galeano. Tiene también una industria cinematográfica incipiente y modesta, pero llena de imaginación. Así de memoria les cito El último tren. Entre sus títulos recientes más premiados encontramos Whisky. Creo que es una de las películas más fascinantemente tristes que he visto nunca. Cuenta las cuitas y penurias de un fotógrafo callejero, ya mayor, que vive solo y subsiste de lo que saca haciendo retratos. Antes de disparar su máquina le grita al retratado: ¡Whisky!, para forzar su sonrisa y son estas las únicas sonrisas que aparecen en la película. Whisky se rodo en 2004 y obtuvo el Goya a la mejor película extranjera en lengua castellana en 2005. Fue la segunda y última película de la pareja de directores que la firman. Uno de ellos se suicidó en 2006, a los 31 años de edad.

Tal vez no lo sepan, pero Uruguay es el segundo país del mundo en consumo de whisky, por detrás de Escocia. Yo creo que Uruguay aparece en lugares altos en todas las clasificaciones internacionales que tienen que ver con el buen rollo y la calidad de vida. Y esto es algo que perciben jóvenes y mayores. Aquí les pongo el link de la Web juvenil norteamericana BuzzFeed, en donde enumera las 21 razones por las que hay que ir a Uruguay en 2014.

Desde esta España entristecida por el látigo del PP y vigilada por la torva mirada de Monseñor Rouco, no podemos dejar de observar con envidia lo que sucede en Uruguay. La legalización de la marihuana ha abierto un nuevo sector de negocio internacional para el país, en donde las condiciones climáticas para su cultivo son ideales. Les están lloviendo los pedidos desde muchos países donde se autoriza su uso médico. No creo que las condiciones de Galicia o Asturias fueran peores. Pero aquí estamos atenazados por unos dirigentes arcaicos y cutres, que están endureciendo las penas por consumo de drogas blandas, mientras  se reducen las ayudas a la enseñanza y la investigación, y se gasta el dinero en comprar camiones botijo, como los que tenían los grises, para que disuelvan las manifestaciones a manguerazos.

Y al frente de todos ellos, el señor Rajoy. Este señor no calza sandalias ni conduce un escarabajo. Por el contrario, su imagen más reveladora nos lo muestra fumándose un puro por la Quinta Avenida, y pasando de todo. O hablando a sus ciudadanos por una pantalla de plasma. Su pasotismo le impide poner coto a las retrógradas leyes que, una tras otra, van perpetrando sus ministros más ineptos, como Wert, Gallardón o Mato. Qué papelón internacional el nuestro, por Dios. ¿Nos elegirá The Economist el año que viene como el peor país del Primer Mundo? Méritos no nos faltan. Mientras en Uruguay legalizan el matrimonio gay y la marihuana, aquí nos disponemos a tramitar la Ley del Aborto de Gallardón. Sí, sí, lo he escrito bien, no me he comido ninguna coma, no he dicho: la Ley del Aborto, de Gallardón.

12 comentarios:

  1. Sí, Emilio, el clima y el paisaje de Galicia no pueden ser tan amables como los de Uruguay, sencillamente porque los uruguayos no se dedican a quemar sus bosques sistemáticamente.

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  2. el otro día fui a ver "Llewyn Davis, a propósito de", siguiendo una urgente recomendación tuya al Coronel, y gustome mucho, mira tú, puritita poesía. La de whisky me la voy a pensar una miaja; no sé si quiero ver una peli fascinantemente triste

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    1. Pues si te ha gustado Llewyn Davies, te encantará Whisky, no lo dudes. A mí la de los Cohen no me entusiasmó, finalmente. Es muy "de ellos", pero el personaje es un tipo demasiado gris y borde como para empatizar con él. Y un artista regular; coincido con el personaje que interpreta Murray Abraham: no se ve dinero en su arte. La actuación final en la que se entrevé a Bob Dylan es diez veces mejor.
      Por otro lado, la ambientación, el frío, el humo de los lugares, la miseria, el personaje femenino y la forma en que le grita al protagonista son muy buenos. Y el tramo en que intervine el gordo John Goodman es extraordinario. Y su frase para la posteridad: "¿Quién es tan gilipollas como para suicidarse tirándose del George Washington Bridge? ¡La gente se tira del Brooklin Bridge, hombre!".
      Mi recomendación al Coronel, fue tras ver un trailer en que sale esa escena.

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    2. Calentando el blog, eh? Pues no pienso entrar en ese trapo.

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    3. ¿Quién lo calienta? Te metes con los gallegos a ver si entro al engaño, y, como no te sale, insistes de nuevo. Has vuelto muy traviesa de las vacaciones, querida. Y se dice "entrar al trapo", no "entrar en el trapo"

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    4. Yo soy quien te califica de "gallina", que, por cierto, tiene la misma raíz que "gallego" (María Pita seguro que era navarra). Y sabes perfectamente que nunca diría "entrar en el trapo", que también domino la terminología de la tauromaquia y sus metáforas en la vida...

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    5. Ya me extrañaba a mí que dijeras una cosa tan requetemal dicha. Disculpa. Pero, entonces, ¿quién coño es el que me acusa de calentar el blog? Si estoy todo el día de apagafuegos, desde que has vuelto de tus vacaciones y te has puesto a chincharme desde todos los ángulos, a ver si caigo en alguna trampa... Si no eres tú, sólo me queda pensar que se trata del troll pronacionalista que me ataca de vez en cuando. Lo de la mala redacción se explicaría entonces: en Cataluña, cada vez se enseña peor el castellano, y la gente joven lo habla cada vez peor. Desde aquí le conmino a que se manifieste y dé la cara.

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    6. Yo soy el que fui a ver Llewyn Davis, entre otras razones, por tu recomendación ya que doy cierto crédito a tu criterio. Al leer que en realidad no te gustó y que la recomendaste viendo un trailer, cosa que no me creo, me quedé un poco descolocado. Es más, me pareció un poco borde de tu parte. De ahí mi comentario. Me da mucha pereza todo este rollo de los comentarios subidos de tono. Y lo del rigor gramatical, no te digo.

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    7. No me extraña que te parezcan bordes mis comentarios, alguien capaz de entrar dentro de un trapo y, tras semejante frase, entender que se le acusa de falta de rigor gramatical, pues es normal que ande descolocado en un foro tan exquisito como este. Yo que tú, me lo haría mirar.
      Venga, hombre, como decía el oso Baloo en El Libro de la Selva: DESENRÉDATE.

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