En el reciente festival de blues de Cazorla al que
asistí y del que les hice una crónica detallada, el honor de abrir el programa,
justo antes de la actuación de Samantha Fish, correspondió a un grupo llamado Los Amigos de Rory Gallagher. Este tipo de grupos suelen estar formados por
admiradores y discípulos de algún rockero ilustre, que se dedican a hacer
versiones de sus éxitos más conocidos. En este caso, resultaba un poco raro, si
tenemos en cuenta que el gran Rory murió prematuramente hace casi 30 años. Tal
vez recuerden que escribí que el grupo había estado muy bien, e incluí un
pequeño clip que grabé con mi móvil y que les repito aquí para que se fijen en
la cara del tipo que está en el centro, tocando el bajo y dirigiendo la banda.
Véanlo.
Bueno, pues este señor, con pinta de cargador del
muelle de Dublin, es nada menos que Gerry McAvoy, el bajo que acompañó a Rory
Gallagher durante más de 20 años de carrera. Y el batería, al que apenas se ve
detrás, es Ted McKenna, el músico que durante un tiempo completó el grupo de
Rory en el formato power trío, en el que desarrolló la mayor parte de su
carrera, si bien al final incorporó a un teclista. Es decir que no son unos
amigos cualquiera tratando de sacarse unos duros haciendo versiones de un
músico de otro tiempo. Son sus colegas de grupo ganándose la vida, desde luego,
pero manteniendo vivo el legado de su jefe y amigo durante los años dorados, el
inigualable Rory Gallagher. Y ahora les voy a poner un vídeo de 1979 (ya ha
llovido) en el que aparecen los tres. El bajo luce un pelucón a la moda del
momento, pero ven que es la misma persona, cuarenta años antes.
Rory murió en 1995, en un hospital de Londres, en el que se le había practicado un trasplante de hígado, operación aparentemente exitosa que requirió varias semanas en cuidados intensivos, porque esta no es una intervención cualquiera. Se estaban ya planteando trasladarlo a una clínica para que hiciera reposo y continuara su recuperación, cuando hizo su aparición el maldito estafilococo que se lo llevó por delante y nos privó de seguir disfrutando de su arte. Un caso de mala suerte. Sólo tenía 47 años. Rory Gallagher es ciertamente uno de los guitarristas electrificados mejores de la historia, un portento técnico y un prodigio de energía en directo. Realmente es una vergüenza que este blog no le haya dedicado ya un post en exclusiva, cuando ya llevamos más de 1.100 entradas publicadas.
Este caballero de aire angelical que tienen a la
izquierda era irlandés, hijo de un militar amante de la música y desde pequeño
fue una especie de niño prodigio, primero con las guitarras acústicas, las
únicas que existían en Irlanda en los 50, con las que aprendió a tocar y se
reveló ya como un virtuoso. Aquí tengo que hacer un inciso histórico. La
electrificación de las guitarras es un invento que surge al final de la Segunda
Guerra Mundial y tiene una incidencia directa en la posterior explosión del
rock and roll. Yo recuerdo todavía cuando a las guitarras españolas se les
adaptaba una pastilla, que se enchufaba y amplificaba un poco el sonido, pero
con una calidad bastante mala. Recuerdo incluso haber tocado en las fiestas
anuales del Colegio Mayor en el que viví mis primeros años en Madrid, con uno
de estos artilugios.
En realidad, el paso de esos tiempos arcaicos a las
guitarras eléctricas, como las que usaban los Shadows o los Beatles, se debe a
dos personas concretas: Les Paul y Leo Fender. Ambos en paralelo llegaron a la
invención de las primeras guitarras eléctricas con sus amplificadores, fundando las primeras compañías
fabricantes: la Gibson y la Fender. Les Paul era al menos músico, se trataba de
un cantante de country que llegó a ser bastante famoso. Pero Leo Fender era un
simple mecánico aficionado y autodidacta, que se ganaba la vida como contable y
en sus ratos libres arreglaba radios a los vecinos y empezó a idear sistemas de amplificación de sonido para las
fiestas que se organizaban en su pueblo. El crecimiento del invento fue exponencial
y ese tipo de sistemas se usaba ya, por ejemplo, en las verbenas que se
organizaban en El Seijal, en La Coruña, en los años 60.
Pero volvamos a nuestro héroe irlandés. Desde muy
joven, Rory se interesó de manera obsesiva por dos temas: el blues que venía de
América y el mundo de la electrificación. A los 12 años ya había ganado un
concurso local de jóvenes talentos en Cork, donde vivió toda su vida y donde
está enterrado. A los 15 se compró su primera guitarra eléctrica, una
Fender Stratocaster. Y pasó a pertenecer al universo Fender, al contrario de los que integraron el universo Gibson, como John Lennon y Paul
McCartney. Poco después entró como miembro de un grupo que hacía versiones de
temas exitosos, pero lo dejó pronto para formar su propio grupo, un trío que se
llamó Taste.
Todas estas cosas y muchos más detalles, las pueden
encontrar en las Wikipedias y similares, si tienen interés en saber algo más del personaje. Pero
yo quiero contarles algunos datos más personales y anécdotas menos conocidas,
que revelan el respeto y el cariño que le tenían a Rory los demás guitarristas.
Porque Rory, además de un artista estratosférico, era un buen tipo. En realidad,
Rory descubrió de niño la guitarra y se dedicó a ella en cuerpo y alma. La
guitarra era su vida y toda su vida siguió siendo un niño que disfrutaba como
un enano tocando y cantando en directo y grabando sus discos. No se le
conocieron novias ni relación de ningún tipo, no tuvo esposa ni hijos, no tenía
tiempo para ello, la música absorbía todas sus energías y llenaba todas sus
aspiraciones. Tampoco se sabe que usara ninguna droga, salvo el alcohol, que
utilizaba a mansalva como buen irlandés. Realmente un tipo muy peculiar.
Fijémonos ahora en otro portento musical: el gran
Jimmy Hendrix. Jimmy era el reverso de Rory, se dedicaba en cuerpo y alma a la
música, pero era un ligón, solía tener varias novias a la vez y se apuntaba a
cualquier exceso en ese terreno. Y de las drogas, qué quieren que les diga.
Jimmy era negro, como saben, y los negros tienen un especial sentido del humor
(por algo se cantaba aquello de ya viene el negro zumbón). El sentido del humor
de Jimmy explica la anécdota que les voy a contar. En los últimos 60, la
opinión unánime de los críticos era que existían tres grupos en formato power
trío, liderados por guitarristas fabulosos, que estaban varios cuerpos por
delante de todos los demás. Estos grupos eran Cream (con Eric Clapton), Taste
(con Rory) y la Jimmy Hendrix Experience, cuya imagen tienen aquí al lado.
Jimmy, después de muchos años de operar de músico de
sesión, al que contrataban personajes como Wilson Picket, decidió irse a
Inglaterra, donde estaba la innovación, y unirse a dos músicos británicos, con
los que formó su Experience que dejó a todo el mundo boquiabierto. Lo que hacía
Jimmy estaba al alcance de muy pocos y empezó a ser un personaje súper famoso,
al que todo el mundo agasajaba. Un día, un par de esos periodistas pedorros que
circulan alrededor de los músicos del rock, le hicieron una entrevista. Y la
primera pregunta fue: Jimmy, qué se siente siendo el mejor guitarrista de rock
del mundo. Respuesta de Jimmy, con su proverbial sonrisa de oreja a oreja:
¡Ah! Ni puta idea, eso pregúntenselo a Rory Gallagher. La anécdota es
auténtica.
Eric Clapton era por entonces un músico súper
valorado, hasta el punto que sus seguidores llevaban chapitas en la solapa que
rezaban Clapton is God. Pues a pesar de ello, en 1970 la revista Melody Maker
eligió a Rory Gallagher como músico internacional del año. Estas distinciones
no molestaban a nadie, porque Rory era un buenazo, no era nada competitivo, él
hacía sus giras, disfrutaba como un niño y lo que hicieran los demás le
importaba un rábano. Aunque estaba siempre de gira, vivió toda su vida en Cork,
muy unido a su único hermano, casado y con hijos, que siempre lo apoyó y que
ahora es el albacea de su legado. En Youtube hay varios documentales recientes
en los que hablan su hermano, Gerry McAvoy y otros músicos. Quizá sea momento
de ver otro vídeo. También del año 79 y también con los dos músicos que yo vi en Cazorla. Es un poco largo, no están obligados a verlo entero, pero da una idea de la energía que este señor desarrollaba en directo. Por cierto, se trata de la misma canción del clip que les puse al principio del post.
Shadow play, canción compuesta,
arreglada e interpretada por Rory Gallagher, como todas las que tocaba en
público, él no hacía versiones. Pero pasemos ahora a hablar de otro músico
insigne: el gran Rosendo. Realmente yo creo que nadie en España ha igualado como él el
sonido de Gallagher, de Keith Richards o de Malcolm Young de AC/DC, los grandes
popes del guitarreo eléctrico. Rosendo es de Carabanchel, donde ha vivido
siempre hasta que, ya retirado de las giras, se ha ido a la sierra. En
Carabanchel era muy normal encontrártelo por los bares, siempre con su pantalón
y chamarra vaqueros. Rosendo empezó a estudiar una ingeniería por presión de su
padre, pero dejó la carrera en el primer año, para dedicarse a su pasión: el
rock. Cuando se le pregunta al respecto, suele decir que un tipo con una nariz
como la suya no podría haber sido nunca ingeniero.
Rosendo empezó a tocar la guitarra en el grupo Ñu en
los 70, momento en que surgieron una serie de grupos de rock duro por los
barrios madrileños, bastante antes de que apareciera la llamada Movida, de
músicos menos cañeros, de buena familia, aunque para nada desdeñables. Tuvo que
hacer la mili porque, al no estar ya en la universidad, no le daban más
prórrogas. Y allí empezó a componer algunas cosas. Después de terminar la mili y
participar en la grabación del siguiente disco de Ñu, fue a ver al líder de la
banda y le mostró sus composiciones, para ver si las podía incluir en el
siguiente disco. Y cuenta la leyenda que el tipo las escuchó con evidente
desagrado y le dijo: dónde vas con eso, tío, esas canciones son un leño. Y
Rosendo dejó la banda, montó un grupo en formato power trío, que
llamó Leño, y llegó a ser mucho más famoso que Ñu, de quienes ya nadie se
acuerda.
En 1975, poca gente conocía a Rory Gallagher en
España, pero para Rosendo era una de sus referencias musicales. Y, en eso, echándole
un vistazo al periódico, se enteró de que Rory había incluido en su gira una
actuación en Madrid. Era el 7 de marzo en el Monumental. El periódico anunciaba
que las entradas se pondrían a la venta unos días antes, por la mañana. La
víspera de la fecha indicada, Rosendo se plantó en la puerta del Monumental,
aquí al lado de mi casa en Antón Martín, y pasó toda la noche sentado en el
suelo bien abrigado al lado de la taquilla. Por la mañana, cuando abrieron,
había ya una pequeña cola, pero Rosendo adquirió la primera entrada que se
vendió, y me imagino que la sigue conservando (no sé si es tan mitómano como
Paco Couto, que las guarda todas). Y luego entró pronto al concierto, para
estar en la primera fila, como hago yo con Samantha Fish.
Rory Gallagher tuvo una vida vertiginosa y acelerada
como sus actuaciones en vivo, pero se cuidaba, hacía deporte y podría haber
vivido muchos años si no se le cruza la mala suerte. Bebía mucho, como
cualquier irlandés, y era feliz con lo que hacía. Pero, a fines de los 80,
desarrolló esa patología mental que los médicos llaman aerofobia y las personas
normales miedo a volar. Era una dolencia fatal para una persona que vivía de
gira permanente. La cosa se fue agravando, hasta el punto que acudió a un
doctor. Y ese matasanos le recetó un sedante potentísimo, como única solución a
su problema. Aquí hay varias versiones. UNO, el matasanos no le avisó de que el
medicamento no se podía mezclar con alcohol. DOS, se lo dijo, pero con la boca
pequeña. TRES, le avisó del peligro, pero Rory no se lo tomó muy en serio, o el
alcohol era algo que formaba parte de su personalidad y no lo pudo dejar.
Elijan ustedes la que quieran. Yo no descarto ninguna.
Yo pienso, por ejemplo, que si ahora mismo los médicos
me prohibieran continuar utilizando el ordenador, porque me voy a
hacer polvo la vista, probablemente no seguiría su consejo. Por hache o por be,
Rory tuvo que tomarse ese sedante para seguir trabajando y no dejó de beber. Y
la mezcla le hizo polvo el hígado. Cuando acudió al hospital de Londres, la cirrosis estaba tan avanzada que la única solución era el trasplante. Estuvo esperando al donante,
que finalmente llegó, fue operado de forma exitosa, estuvo unas semanas en la
UCI. Y allí apareció el estafilococo asesino. Rory Gallagher será siempre unos
de los mejores guitarristas de la historia. Su tumba es lugar de peregrinaje y
en su tierra menudean los monumentos en su memoria y las calles con su nombre.
Creo que, para terminar este post, nada mejor que escuchar una de sus
composiciones más tranquilas, directamente de uno de sus discos y con el fondo
de una imagen suya. Cuídense.
Al McAvoy ese no le debía de llegar el sueldo de bajista para mucho: lleva la misma camisa en los dos vídeos. Es una broma, la verdad es que la historia de Rory es conmovedora, no tenía ni idea, cuando yo me empecé a interesar por el rock, este hombre ya no estaba en candelero. Gracias por el perfil.
ResponderEliminarDe nada. Gerry McAvoy parece que ya se ha podido comprar alguna camisa más. En cualquier caso, él y McKenna tienen una misión el el mundo: mantener vivo el legado de su jefe y amigo, honrando el privilegio de haberlo conocido y compartido sus aventuras.
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