lunes, 22 de agosto de 2022

1.160. Rory Gallagher y otros guitarristas fabulosos

En el reciente festival de blues de Cazorla al que asistí y del que les hice una crónica detallada, el honor de abrir el programa, justo antes de la actuación de Samantha Fish, correspondió a un grupo llamado Los Amigos de Rory Gallagher. Este tipo de grupos suelen estar formados por admiradores y discípulos de algún rockero ilustre, que se dedican a hacer versiones de sus éxitos más conocidos. En este caso, resultaba un poco raro, si tenemos en cuenta que el gran Rory murió prematuramente hace casi 30 años. Tal vez recuerden que escribí que el grupo había estado muy bien, e incluí un pequeño clip que grabé con mi móvil y que les repito aquí para que se fijen en la cara del tipo que está en el centro, tocando el bajo y dirigiendo la banda. Véanlo.

Bueno, pues este señor, con pinta de cargador del muelle de Dublin, es nada menos que Gerry McAvoy, el bajo que acompañó a Rory Gallagher durante más de 20 años de carrera. Y el batería, al que apenas se ve detrás, es Ted McKenna, el músico que durante un tiempo completó el grupo de Rory en el formato power trío, en el que desarrolló la mayor parte de su carrera, si bien al final incorporó a un teclista. Es decir que no son unos amigos cualquiera tratando de sacarse unos duros haciendo versiones de un músico de otro tiempo. Son sus colegas de grupo ganándose la vida, desde luego, pero manteniendo vivo el legado de su jefe y amigo durante los años dorados, el inigualable Rory Gallagher. Y ahora les voy a poner un vídeo de 1979 (ya ha llovido) en el que aparecen los tres. El bajo luce un pelucón a la moda del momento, pero ven que es la misma persona, cuarenta años antes.

Rory murió en 1995, en un hospital de Londres, en el que se le había practicado un trasplante de hígado, operación aparentemente exitosa que requirió varias semanas en cuidados intensivos, porque esta no es una intervención cualquiera. Se estaban ya planteando trasladarlo a una clínica para que hiciera reposo y continuara su recuperación, cuando hizo su aparición el maldito estafilococo que se lo llevó por delante y nos privó de seguir disfrutando de su arte. Un caso de mala suerte. Sólo tenía 47 años. Rory Gallagher es ciertamente uno de los guitarristas electrificados mejores de la historia, un portento técnico y un prodigio de energía en directo. Realmente es una vergüenza que este blog no le haya dedicado ya un post en exclusiva, cuando ya llevamos más de 1.100 entradas publicadas.

Este caballero de aire angelical que tienen a la izquierda era irlandés, hijo de un militar amante de la música y desde pequeño fue una especie de niño prodigio, primero con las guitarras acústicas, las únicas que existían en Irlanda en los 50, con las que aprendió a tocar y se reveló ya como un virtuoso. Aquí tengo que hacer un inciso histórico. La electrificación de las guitarras es un invento que surge al final de la Segunda Guerra Mundial y tiene una incidencia directa en la posterior explosión del rock and roll. Yo recuerdo todavía cuando a las guitarras españolas se les adaptaba una pastilla, que se enchufaba y amplificaba un poco el sonido, pero con una calidad bastante mala. Recuerdo incluso haber tocado en las fiestas anuales del Colegio Mayor en el que viví mis primeros años en Madrid, con uno de estos artilugios.

En realidad, el paso de esos tiempos arcaicos a las guitarras eléctricas, como las que usaban los Shadows o los Beatles, se debe a dos personas concretas: Les Paul y Leo Fender. Ambos en paralelo llegaron a la invención de las primeras guitarras eléctricas con sus amplificadores, fundando las primeras compañías fabricantes: la Gibson y la Fender. Les Paul era al menos músico, se trataba de un cantante de country que llegó a ser bastante famoso. Pero Leo Fender era un simple mecánico aficionado y autodidacta, que se ganaba la vida como contable y en sus ratos libres arreglaba radios a los vecinos y empezó a idear sistemas de amplificación de sonido para las fiestas que se organizaban en su pueblo. El crecimiento del invento fue exponencial y ese tipo de sistemas se usaba ya, por ejemplo, en las verbenas que se organizaban en El Seijal, en La Coruña, en los años 60.

Pero volvamos a nuestro héroe irlandés. Desde muy joven, Rory se interesó de manera obsesiva por dos temas: el blues que venía de América y el mundo de la electrificación. A los 12 años ya había ganado un concurso local de jóvenes talentos en Cork, donde vivió toda su vida y donde está enterrado. A los 15 se compró su primera guitarra eléctrica, una Fender Stratocaster. Y pasó a pertenecer al universo Fender, al contrario de los que integraron el universo Gibson, como John Lennon y Paul McCartney. Poco después entró como miembro de un grupo que hacía versiones de temas exitosos, pero lo dejó pronto para formar su propio grupo, un trío que se llamó Taste.

Todas estas cosas y muchos más detalles, las pueden encontrar en las Wikipedias y similares, si tienen interés en saber algo más del personaje. Pero yo quiero contarles algunos datos más personales y anécdotas menos conocidas, que revelan el respeto y el cariño que le tenían a Rory los demás guitarristas. Porque Rory, además de un artista estratosférico, era un buen tipo. En realidad, Rory descubrió de niño la guitarra y se dedicó a ella en cuerpo y alma. La guitarra era su vida y toda su vida siguió siendo un niño que disfrutaba como un enano tocando y cantando en directo y grabando sus discos. No se le conocieron novias ni relación de ningún tipo, no tuvo esposa ni hijos, no tenía tiempo para ello, la música absorbía todas sus energías y llenaba todas sus aspiraciones. Tampoco se sabe que usara ninguna droga, salvo el alcohol, que utilizaba a mansalva como buen irlandés. Realmente un tipo muy peculiar.

Fijémonos ahora en otro portento musical: el gran Jimmy Hendrix. Jimmy era el reverso de Rory, se dedicaba en cuerpo y alma a la música, pero era un ligón, solía tener varias novias a la vez y se apuntaba a cualquier exceso en ese terreno. Y de las drogas, qué quieren que les diga. Jimmy era negro, como saben, y los negros tienen un especial sentido del humor (por algo se cantaba aquello de ya viene el negro zumbón). El sentido del humor de Jimmy explica la anécdota que les voy a contar. En los últimos 60, la opinión unánime de los críticos era que existían tres grupos en formato power trío, liderados por guitarristas fabulosos, que estaban varios cuerpos por delante de todos los demás. Estos grupos eran Cream (con Eric Clapton), Taste (con Rory) y la Jimmy Hendrix Experience, cuya imagen tienen aquí al lado.

Jimmy, después de muchos años de operar de músico de sesión, al que contrataban personajes como Wilson Picket, decidió irse a Inglaterra, donde estaba la innovación, y unirse a dos músicos británicos, con los que formó su Experience que dejó a todo el mundo boquiabierto. Lo que hacía Jimmy estaba al alcance de muy pocos y empezó a ser un personaje súper famoso, al que todo el mundo agasajaba. Un día, un par de esos periodistas pedorros que circulan alrededor de los músicos del rock, le hicieron una entrevista. Y la primera pregunta fue: Jimmy, qué se siente siendo el mejor guitarrista de rock del mundo. Respuesta de Jimmy, con su proverbial sonrisa de oreja a oreja: ¡Ah! Ni puta idea, eso pregúntenselo a Rory Gallagher. La anécdota es auténtica.

Eric Clapton era por entonces un músico súper valorado, hasta el punto que sus seguidores llevaban chapitas en la solapa que rezaban Clapton is God. Pues a pesar de ello, en 1970 la revista Melody Maker eligió a Rory Gallagher como músico internacional del año. Estas distinciones no molestaban a nadie, porque Rory era un buenazo, no era nada competitivo, él hacía sus giras, disfrutaba como un niño y lo que hicieran los demás le importaba un rábano. Aunque estaba siempre de gira, vivió toda su vida en Cork, muy unido a su único hermano, casado y con hijos, que siempre lo apoyó y que ahora es el albacea de su legado. En Youtube hay varios documentales recientes en los que hablan su hermano, Gerry McAvoy y otros músicos. Quizá sea momento de ver otro vídeo. También del año 79 y también con los dos músicos que yo vi en Cazorla. Es un poco largo, no están obligados a verlo entero, pero da una idea de la energía que este señor desarrollaba en directo. Por cierto, se trata de la misma canción del clip que les puse al principio del post.

Shadow play, canción compuesta, arreglada e interpretada por Rory Gallagher, como todas las que tocaba en público, él no hacía versiones. Pero pasemos ahora a hablar de otro músico insigne: el gran Rosendo. Realmente yo creo que nadie en España ha igualado como él el sonido de Gallagher, de Keith Richards o de Malcolm Young de AC/DC, los grandes popes del guitarreo eléctrico. Rosendo es de Carabanchel, donde ha vivido siempre hasta que, ya retirado de las giras, se ha ido a la sierra. En Carabanchel era muy normal encontrártelo por los bares, siempre con su pantalón y chamarra vaqueros. Rosendo empezó a estudiar una ingeniería por presión de su padre, pero dejó la carrera en el primer año, para dedicarse a su pasión: el rock. Cuando se le pregunta al respecto, suele decir que un tipo con una nariz como la suya no podría haber sido nunca ingeniero.

Rosendo empezó a tocar la guitarra en el grupo Ñu en los 70, momento en que surgieron una serie de grupos de rock duro por los barrios madrileños, bastante antes de que apareciera la llamada Movida, de músicos menos cañeros, de buena familia, aunque para nada desdeñables. Tuvo que hacer la mili porque, al no estar ya en la universidad, no le daban más prórrogas. Y allí empezó a componer algunas cosas. Después de terminar la mili y participar en la grabación del siguiente disco de Ñu, fue a ver al líder de la banda y le mostró sus composiciones, para ver si las podía incluir en el siguiente disco. Y cuenta la leyenda que el tipo las escuchó con evidente desagrado y le dijo: dónde vas con eso, tío, esas canciones son un leño. Y Rosendo dejó la banda, montó un grupo en formato power trío, que llamó Leño, y llegó a ser mucho más famoso que Ñu, de quienes ya nadie se acuerda.

En 1975, poca gente conocía a Rory Gallagher en España, pero para Rosendo era una de sus referencias musicales. Y, en eso, echándole un vistazo al periódico, se enteró de que Rory había incluido en su gira una actuación en Madrid. Era el 7 de marzo en el Monumental. El periódico anunciaba que las entradas se pondrían a la venta unos días antes, por la mañana. La víspera de la fecha indicada, Rosendo se plantó en la puerta del Monumental, aquí al lado de mi casa en Antón Martín, y pasó toda la noche sentado en el suelo bien abrigado al lado de la taquilla. Por la mañana, cuando abrieron, había ya una pequeña cola, pero Rosendo adquirió la primera entrada que se vendió, y me imagino que la sigue conservando (no sé si es tan mitómano como Paco Couto, que las guarda todas). Y luego entró pronto al concierto, para estar en la primera fila, como hago yo con Samantha Fish.

Rory Gallagher tuvo una vida vertiginosa y acelerada como sus actuaciones en vivo, pero se cuidaba, hacía deporte y podría haber vivido muchos años si no se le cruza la mala suerte. Bebía mucho, como cualquier irlandés, y era feliz con lo que hacía. Pero, a fines de los 80, desarrolló esa patología mental que los médicos llaman aerofobia y las personas normales miedo a volar. Era una dolencia fatal para una persona que vivía de gira permanente. La cosa se fue agravando, hasta el punto que acudió a un doctor. Y ese matasanos le recetó un sedante potentísimo, como única solución a su problema. Aquí hay varias versiones. UNO, el matasanos no le avisó de que el medicamento no se podía mezclar con alcohol. DOS, se lo dijo, pero con la boca pequeña. TRES, le avisó del peligro, pero Rory no se lo tomó muy en serio, o el alcohol era algo que formaba parte de su personalidad y no lo pudo dejar. Elijan ustedes la que quieran. Yo no descarto ninguna.

Yo pienso, por ejemplo, que si ahora mismo los médicos me prohibieran continuar utilizando el ordenador, porque me voy a hacer polvo la vista, probablemente no seguiría su consejo. Por hache o por be, Rory tuvo que tomarse ese sedante para seguir trabajando y no dejó de beber. Y la mezcla le hizo polvo el hígado. Cuando acudió al hospital de Londres, la cirrosis estaba tan avanzada que la única solución era el trasplante. Estuvo esperando al donante, que finalmente llegó, fue operado de forma exitosa, estuvo unas semanas en la UCI. Y allí apareció el estafilococo asesino. Rory Gallagher será siempre unos de los mejores guitarristas de la historia. Su tumba es lugar de peregrinaje y en su tierra menudean los monumentos en su memoria y las calles con su nombre. Creo que, para terminar este post, nada mejor que escuchar una de sus composiciones más tranquilas, directamente de uno de sus discos y con el fondo de una imagen suya. Cuídense.  

2 comentarios:

  1. Al McAvoy ese no le debía de llegar el sueldo de bajista para mucho: lleva la misma camisa en los dos vídeos. Es una broma, la verdad es que la historia de Rory es conmovedora, no tenía ni idea, cuando yo me empecé a interesar por el rock, este hombre ya no estaba en candelero. Gracias por el perfil.

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    1. De nada. Gerry McAvoy parece que ya se ha podido comprar alguna camisa más. En cualquier caso, él y McKenna tienen una misión el el mundo: mantener vivo el legado de su jefe y amigo, honrando el privilegio de haberlo conocido y compartido sus aventuras.

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