Cuando yo era pequeñito y le pillaba los periódicos
del día a mi padre (que, por cierto, los dejaba completamente desordenados, arrugados y
desparejados y yo me pasaba un rato ordenando y alisando las hojas y doblándolas
correctamente, para poderlos leer bien), de vez en cuando había un punto álgido
en la información, un hecho reseñado muy destacado, una noticia bomba. Luego, en
los días sucesivos, los titulares se dedicaban en exclusiva a las repercusiones internacionales de la
súper noticia, hasta que se iba perdiendo poco a poco su nivel de actualidad. No
cabe duda de que mi encuentro con Samantha Fish en Jerez de la Frontera es, al
nivel de este blog, una noticia destacada y un punto de inflexión en la deriva
narrativa de este foro. Al menos, así lo viví yo, que me vi sumergido en una
sensación similar, imagino, a la que experimentan los ciclistas cuando coronan
el Alpe d’Huez.
Ahora viene la bajada de la cumbre, que hay que
negociar con cabeza para no escorromoñarse contra el arcén, y en eso ando yo en
estos días súper calurosos de encierro casi total en mi casa madrileña. Inicialmente
pensaba titular así este post: repercusiones internacionales, pero a última
hora he cambiado de opinión. Lo cierto es que, encontrarme con Sam en la
trasera del escenario, en mitad de la oscura noche jerezana, mientras esperaba con sus colegas de grupo a que
terminara el concierto de A Contra Blues, fue un momento realmente mágico, Dani me
avisó de que estaba detrás de mí, me volví y la vi primero de espaldas, antes de que se diera la vuelta y viniera hacia nosotros con su
sonrisa más deliciosa.
Por cierto, una precisión colateral. Según las páginas
web que indican la estatura física de los diferentes artistas y famosos, Sam
mide 1,70 metros. Y yo, desde que me tallaron para la mili, he medido siempre
1,75. Si Sam llevaba un medio tacón de unos tres centímetros, más lo que
pudiera subir el cardado de su pelo rubio, ¿cómo es que era más alta que yo? Les aseguro que la línea de sus ojos estaba ligeramente por encima de la mía. Sólo se me
ocurre una explicación científica de este fenómeno paranormal: mi estatura se
está reduciendo. Algo que no sería de extrañar con 71 años. Mi madre solía
decirlo cuando observaba que ya no llegaba a las baldas superiores de la cocina
para alcanzar las fuentes que allí guardaba: me estoy reviniendo. Tal vez yo también me estoy reviniendo.
La cosa es que Sam no estuvo más de dos minutos con
nosotros antes de subir al escenario, apenas el tiempo para presentarme como su
fan más viejo en España. Pero fue suficiente para advertir que esta mujer tiene
una especie de aura, un magnetismo, una presencia que genera buen rollo a su
alrededor, porque es una persona que ha logrado ganarse la vida haciendo lo que
más le gusta y eso hace que esté siempre muy contenta. Hace poco en una
entrevista le preguntaron cómo había empezado en la música y volvió a contar lo
que ya se ha reseñado en el blog, que en una fiesta del cole le dijeron que
trajera su guitarra por si acaso, pero ella no pensaba actuar porque era muy tímida. Entonces,
alguien le dio un empujón, se encontró en el centro del corro y tuvo que
improvisar unas canciones que no había ni siquiera preparado.
Pero ese día recibió una ovación general y, lo más importante, decidió que eso era lo que más le gustaba en el mundo, que iba a dedicar el resto de su vida al rock. Ese día enterró para siempre su timidez, aunque ella dice que sigue siendo tímida, lo que pasa es que, cuando se ve en un escenario ante el público entregado, se transfigura y se convierte en otra persona, igual que me pasa a mí cuando oficio de conferenciante. Y, en la entrevista citada, añade que para ella fue muy bueno tener esa visión a los 15 años, porque los chavales se ven obligados a escoger por dónde van a encaminar sus vidas a unas edades en las que no se está preparado para ello, mientras que ella tuvo la suerte de saberlo en ese momento. En Jerez, el grupo al completo salió a comerse el mundo, porque ya estaban rodados de tocar por toda Europa y sabían cómo se las gasta el público español. Y, como de costumbre, les hicieron cientos de fotos. En una de ellas, desde atrás, pueden descubrirnos a Dani y a mí en las filas de delante siguiendo su música con la máxima atención.
Tras el concierto, Dani y yo fuimos los únicos que
pudimos entrar al backstage, gracias a los buenos oficios de Jóse Peinado, el organizador
del festival. He encontrado una reseña de prensa previa de un periódico de
Cádiz, en la que se informa del acto de presentación del festival en la Diputación
provincial, que lo subvencionaba en parte. En el acto hablaron el presidente de
la Diputación y el propio Peinado, que dijo que la presencia de Samantha Fish suponía un salto de calidad importante y le daba al festival una altura que no había tenido hasta ahora, en el ánimo de escalar
posiciones dentro de los festivales de blues de España. Este hombre, que
conocía a Dani y supo que yo había viajado desde Madrid para ver a Sam, nos
facilitó el acceso al backstage por amistad, pero también de forma interesada,
porque él quiere que el festival tenga cada vez más repercusión y sea conocido fuera de Cádiz.
Pero volvamos al punto anterior. He dicho que a los
músicos les hicieron cientos de fotos, igual que en Cazorla, y no exagero. Eso
se debe a que Sam, además de todas las cualidades que hemos destacado en
este blog, tiene una característica más: es súper fotogénica. Es que sus gestos
y sus movimientos piden cámara sin parar. Y otra cosa sorprendente: su
fotogenia es contagiosa. Los de su grupo
salen muy bien en las fotos, por estar al lado de Sam. Incluso yo me beneficié
de esa cualidad y creo que pocas veces he salido tan guapo como en LA FOTO,
como la llama Paco Couto, que incluso llegó a creer que era un montaje del Photoshop (les confesaré que es un programa que ni siquiera sé cómo se utiliza). Vean un par de
fotos recientes de promoción del grupo,
para que comprueben lo que les digo.
La baterista Sarah Tomek es muy vistosa, pero por ejemplo el bajo Ron Johnson
era antes un tipo medio taciturno, siempre vestido de negro y muy en segundo plano, que
desempeñaba su trabajo con eficiencia y sobriedad en la Allman Betts Band. Desde que está
en la banda de Samantha Fish, es como si lo hubieran regado o lo hubieran
tocado con una varita mágica. En el rato que pasamos con ellos, hablé bastante
con Sam; tenía interés en que le dijera cuál es el disco suyo que más me gusta
y qué canciones en especial prefiero entre las suyas y se sorprendió de lo bien
que conocía su repertorio y su carrera en general. Luego, cuando se puso a firmar los
discos de mi amigo, me preguntó cómo se escribía su nombre. Es fácil ꟷle dije: Dani. Sí, pero cómo se deletrea ¿Di-en-ei-ai, o
Di-en-ei-uai? Le dije que con i latina. Esta mujer es perfeccionista hasta para
eso. Véanla en plena faena firmante.
Podría haber contado muchas más cosas en el post
anterior, pero entonces hubiera salido aún más largo. Y no quería dividirlo en
dos, porque LA FOTO había que mostrarla ya, no podía esperar. En realidad, he de
insistirles una vez más en que este blog es para mí un trabajo eminentemente literario, como ya
les he dicho tantas veces. Por recordar, yo empecé a escribir relatos cuando me
quedé solo después de romper mi situación familiar anterior. Y empecé a
presentarlos a concursos, con buenos resultados; fui finalista en más de uno
antes de ganar el Encina de Plata de novela corta en 2009. Entonces, algunos de mis lectores
más fieles me soplaron a la oreja que por qué no escribía de una vez una novela
larga. Recogí el reto y estuve como tres años elaborando esa novela, que me salió larguísima y no conseguí publicar.
Escribir novelas es un trabajo arduo en el que se sufre mucho. Los autores de
novela se pasan dos o tres años escribiendo con esfuerzo y luego la industria editorial
tarda otro año más en publicarlo. Yo no sabía lo difícil que era, no pensé que fuera muy distinto de escribir relatos cortos, algo que no se me daba mal.
Intentando averiguar qué hacer con el mamotreto que acababa de producir,
conecté con Ronaldo Menéndez. Me hablaron de él y me dijeron que era un tipo
muy bueno corrigiendo textos, por supuesto cobrando y no poco. Le pasé el tocho
y prácticamente me lo destrozó. Y así se ha quedado. Alguno de mis amigos y
colegas de empeños literarios, sostiene que Ronaldo tuvo un papel castrador de
mi vocación de escritor. Yo no lo veo así, es más, ahora mismo es uno de mis mejores
amigos y creo que soy el miembro más antiguo de su taller de lecturas
Billar de Letras.
En realidad, de esta experiencia surgió el blog y es algo que ustedes y yo tenemos que agradecerle al bueno de Ronaldo. Si yo
era hábil escribiendo textos cortos y no tenía ni la calidad ni las ganas de
ponerme a escribir una novela larga, la solución era pasarme a escribir textos aún
más cortos. Además, con los medios modernos, yo he encontrado el sistema que me permite saltarme todo el coñazo
de la industria editorial y escribir directamente para los que quieran leerme. Porque no otra cosa es la literatura: alguien escribe algo y alguien diferente lo lee y lo disfruta. Con el blog, mis seguidores leen lo que yo escribo el mismo día o al día siguiente de salir de mi ordenador.
Es decir, que he descubierto un nuevo tipo de literatura: la literatura
instantánea. De acuerdo, el café hecho a la manera tradicional está mucho más
rico, pero el café instantáneo (como el nescafé) tiene también un nicho
comercial y un papel en el mundo. Lo que yo hago en este blog, digamos, es nesliteratura.
Les cuento todo esto porque, detrás de mi último post,
hay unos cuantos trucos de manual. Se trataba de enhebrar un texto alrededor de
LA FOTO y no es casual que la narración del viaje de ida sea larga y minuciosa, mientras
que el de vuelta se solventa en dos renglones, mediante una de las llamadas
elipsis, apoyada en un dato tan secundario como las temperaturas exteriores del coche. El viaje de ida debía ser una especie de vía-crucis que precediera a la gloria del encuentro con Sam. Pero en el
viaje de vuelta también me sucedieron cosas, por ejemplo, tuve que hacer una
tercera parada porque detecté esos mínimos aleteos de párpado que anuncian las
subsiguientes cabezadas, algo muy peligroso en carretera, que me decidió a salirme en
una gasolinera, aparcar debajo de un sombrajo, recostar el respaldo y tratar de
dormir un rato. Es algo que sucedió de verdad, pero que yo no quise contar,
porque, una vez mostrado el momento del éxtasis, lo suyo era abreviar con el
resto.
Otro truco que me gusta utilizar es citar las cosas
colaterales dos veces (no más). Por ejemplo, se habla dos veces de González
Byass, se habla dos veces del Tío Pepe, se menciona dos veces que suelo tomar
unas cuantas pastillas con el desayuno. Pequeños aderezos para dejar niquelao
un texto que yo quería cuidar especialmente. No es cierto que el propio domingo
estuviera cansado del viaje. Lo estaba, ciertamente, pero era mayor mi ansiedad por contar lo vivido en el fin de semana. Lo que pasa es que empecé a escribir pero se me hizo de
noche antes de que el post estuviera al nivel que yo quería que tuviera. Y el
giro final hablando de Athenea está también estudiado y tiene el objeto de
cortar con el monotema de Samantha, como cuando se hace la merluza a la gallega
y se corta la cocción con un vaso grande de agua fría.
De todas maneras, encontrarme con mi musa y poder estar
un rato tranquilamente con ella hablando de temas diversos, es algo que no soñaba conseguir y puede abrir una nueva línea
en mi vida. Cuando vaya a verla a París intentaré compartir un rato también con ella,
aunque soy consciente de que es posible que no lo consiga, en cuyo caso, esa
línea se cortará. Pero una vez que el covid parece vencido, tengo el proyecto
de retomar mis viajes por el mundo, simplemente apoyados en alguna
circunstancia casual, como visitar a mis amigos around the world o, por qué no, ver
otros conciertos de Samantha. El otro día me entró un Whatsapp de mi amiga
Shannon Ryan, de Los Ángeles. Únicamente quería decirme hola y recordarme que
hacía justo cinco años desde que nos conocimos, en el maravilloso workshop del grupo
C40 en Portland (Oregon). Le contesté que con esto del covid, el tiempo pasa
despacio y deprisa a la vez. Es una frase que le encantó, si bien no le dije que su autora real es mi amiga indonesia Tantri, a quien también conocí en Portland.
A Shannon la fui a ver a LA en el verano de 2018 y luego volvimos a
coincidir en Chicago. No me importaría acercarme otra vez a la costa Oeste para
hacerle otra visita y bajarme luego a visitar a Diego Moreno en Tijuana.
Únicamente tendría que conseguir un billete barato de ida y vuelta a LA. Esto son
sueños, pero los sueños a veces se hacen realidad. Sin ir más lejos, anteanoche yo soñé que se ponía a llover y por la tarde cayó una pequeña
tormenta. En estos momentos Samantha descansa en su casa de Nueva
Orleans, a la espera de reanudar su gira americana, según su página web, el
próximo 12 de agosto en Austin (Texas). Y ya ha empezado a anunciar su tour europeo más largo, que
la llevará por tierras británicas y alemanas sobre todo, y también a París. Para
anunciarlo, usa una foto de su última visita al UK, antes de la pandemia, hace
ya tres años. El texto que acompaña a la foto reza: ¡Pero bueno! ¿Así que usted todavía no
tiene entradas para los conciertos de Samantha Fish en el UK?
Algunos de ustedes piensan que chocheo con Samantha, o
que estoy fascinado por su figura y su apariencia física. Eso es cierto, pero a
la vez estoy convencido de que ahora mismo es la figura emergente del mundo del
rock y que nadie toca la guitarra, canta y monta espectáculos como ella.
En la entrevista de la que les he hablado antes, el presentador dice que en la
última clasificación mundial de guitarristas, un ranking que elabora la revista
Guitar World Magazine, Sam aparece en el número 7, desde luego la primera
mujer. No confío mucho en este tipo de clasificaciones y no puedo imaginar
quiénes son los seis que la superan. Me parecería bien si apareciera ahí Eric
Clapton y alguno de los históricos con vida (entre los nuevos, el único que
podría superarla, en mi opinión, es el gordo Christone Kingfish Ingram).
Pero hay más datos. La página Web Samantha Fish Fans Official/Fish Army, a
la que estoy suscrito, cuenta con 95.700 seguidores. Hace un par de años, mi
amigo Dani montó la web Samantha Fish España, a la que yo me sumé como socio
número setenta y tantos. Estuvimos un tiempo atascados en la cifra de 99, problema que
resolvió Paco Couto apuntándose como socio número 100. Ahora mismo la página
cuenta con 487 seguidores y aumenta bastante rápidamente después de los cinco conciertos
de Sam en España. Por cierto, tras el
concierto de cierre de gira en Pontevedra, un admirador local, llamado Santiago
Nosecuantos (no me quedé con el nombre), colgó un comentario y una foto del meets&greets, que les transcribo
abajo.
Hace unos años me quedé maravillado con el sonido que se gasta esta chica, pregunté a mi amigo Xel sobre sus amplis no convencionales y lo particular de su sonido… ayer nuevamente los pelos de punta, partiendo de un blues y rock and roll clásico, con un sonido crudo y limpio a la vez, con unas bases rítmicas más que contundentes, en algún momento de las canciones, Samantha nos agarraba de la mano ante el delirio de los armónicos que producen las válvulas bien exprimidas, casi rascando, y nos hizo viajar en trance, por la psicodelia y otros parajes, una cosa es tocar bien y agradar y tal… otra cosa es hacer de uno un pandero que babea ante una mujer poseída, con un absoluto control del caos que ella misma genera… Aun por encima y con la profesionalidad que caracteriza al buen gringo, se pasó más de una hora atendiendo a los fans que, como yo tardaron en digerir tan tremendo talento y bajar del viaje y, aunque no soy muy de selfies y autógrafos, dada su cercanía y humildad, me llevo este precioso recuerdo para mí de una verdadera superstar de este bello e infinito universo musical… Y aunque esta vez no haya tocado descalza (muy habitual), quedo gratamente rendido a sus pies (muy bonitos por cierto)…
Ya ven que el entusiasmo que genera esta mujer no es
sólo mío. Por cierto, este mensaje me ha permitido saber que en Pontevedra sí
que hubo meets&greets. En esas situaciones, Sam se sienta con una mesa por
medio ante la cola de fans que van a que les firme algo. Y, para los que le
piden una foto, únicamente acerca un poco la cara y ya (lo mismo me pasó a mí
cuando fui a la presentación de la penúltima novela de Leila Slimani El País de
los Otros: que acercamos un poco las caras para que mi amigo Alfred que me
acompañaba nos sacara la foto que publiqué en el blog). No es lo mismo que
entrar en el backstage y estar un rato con ella hablando de esto y lo otro,
despidiéndonos con un abrazo (Sam es muy de abrazar, como han visto en muchos
de los vídeos de este blog) y posando juntos para LA FOTO.
En fin, que para mí ha sido un subidón y ahora tengo
que reanudar mi vida bajo el calor que no termina de aflojar. Continúo con el
yoga y el inglés y les diré que el miércoles volví a correr por el Retiro. Fui tempranito
por el calor y mi ligamento lesionado se portó bien. Si me preguntan si el tobillo
está igual que antes de la lesión, he de reconocer que no, mentiría si dijera
lo contrario. Pero no me impide correr y la molestia no se agudiza después de
hacerme cinco o seis kilómetros. Sólo me falta un tema en el que debo redoblar
mi esfuerzo: la guitarra. Con mis múltiples trajines de los últimos tiempos, la
tengo un poco abandonada y las clases con Henry no vuelven hasta el 15 de
septiembre. Ese fue el consejo que me dio Dani con el abrazo de despedida: dale
a la guitarra, tío, no lo pierdas, que eso es la vida.
El martes, después del inglés, quedé con Henry Guitar
para dar una vuelta por el centro. Él quería pasar por la tienda de guitarras
de la calle Cedaceros, porque se está fabricando una pedalera o, como la llama
Sam, un pedalboard. Estuvimos allí más de una hora. Luego fuimos a tomar un
vermú con unas croquetas a Casa Manolo, enfrente del Teatro de la Zarzuela y
hablamos largo rato. Me presumo que a Henry le gustaría volver el año que viene
a Cazorla, e incluso a Jerez. Tendremos que ver qué programa nos ofrecen. Pero
en Cazorla nos lo pasamos genial y yo en Jerez ya han visto que también.
Y, por terminar: ayer sábado salí de nuevo a correr,
una vez que el miércoles rompí aguas. Y ¿saben qué me encontré? Pues el Retiro
cerrado por alerta roja. El tema Almeida lo vamos a dejar para el post
siguiente, pero les adelanto dos cosas. Estoy valorando la posibilidad de iniciar
una campaña en change.org para que Almeida deje de cerrar los grandes parques
sin un motivo que pueda explicar después. Y la otra: como ya les dije, dentro
de unos años ya no se hablará del que asó la manteca, o del que se fue a vendimiar y se
llevó uvas de postre; se dirá: eres más tonto que Almeida, que cerraba los
parques por el calor. Un vecino de mi barrio se ha sumado al clamor general
contra este señor, perpetrando la pintada que les dejo de despedida y que me
apresuré a fotografiar antes de que vengan a borrarla. Sean buenos y disfruten todo lo que puedan del verano.