sábado, 22 de diciembre de 2018

795. At home, pero atento al mundanal ruido

Les hablaba el otro día de mis familias, la biológica y la literaria y de cómo cada una honraba a sus muertos respectivos (por cierto he empezado a leer los relatos de la Micropedia de Ignacio Padilla y estoy alucinado: hace tiempo que no leía una prosa tan cervantina como esta). Hasta un tipo tan cosmopolita, asfáltico y descastado como yo necesita de vez en cuando arroparse en un grupo, disfrutar del sentimiento de pertenencia, sentirse miembro de una comunidad, familiar o de cualquier otro tipo, para protegerse de la intemperie infinita del mundo. Es entonces cuando uno se refugia en sus raíces. Mi admirada Sheryl Crow sintetiza todo esto en su exitosa canción Home, en cuyo vídeo promocional se la puede ver rodeada de la gente más rural de los USA, ese personal inculto, hirsuto, devastado, depauperado, extenuado y sin esperanzas al que canta a menudo Bruce Springsteen. Por eso he puesto la mitad del título en inglés, frivolidad de políglota por la que me disculpo debidamente. Vean el vídeo y seguimos. Para ello han de pinchar AQUÍ.

La canción es de hace 20 años; Sheryl estaba en su plenitud física y quiso participar en este vídeo en el que se rodea de gente muy fea, porque la pobreza y la miseria no son bonitas. A este personal hay que cuidarlo porque es vulnerable y tienen un límite, al otro lado del cual está la ira y la violencia. Refugiado en mi hogar, en contacto con mi familia y mis amigos del mundo de la literatura, escucho los ruidos del mundo. Ayer terminé mi desempeño laboral del año del Señor de 2018, con una actividad a la altura de una singladura anual tan divertida y brillante como ha sido esta: recibiendo a una delegación de la ciudad surcoreana de Ulsan, encabezada por el Director General de Planificación, Dr. Sangchan Lee, y el Director de la agencia UDI, Ulsan Development Institute. Me habían contactado a través de la traductora Mónica Kim, que es ciertamente un encanto. La ciudad de Ulsan, un millón y pico de habitantes, es conocida por albergar la sede de Hyundai. Estuve toda la mañana con ellos, charlando primero en una sala que había reservado para nuestro encuentro y luego de visita por el Madrid Río, a donde nos desplazamos en Metro. Aquí una foto del grupo.



Desde mi retiro escucho el ruido del mundo, digo, y no me refiero al falso ruido catalonio que se ha orquestado estos días. Esa gente no está depauperada, ni devastada, ni exhausta, esa gente se han montado un falso agravio y en cuanto llegan a la hora de la verdad, se arrugan y montan esperpentos bufos, como la huelga de dieta y otros similares. Yo me refiero, por ejemplo, al ruido de los gilets jaunes, una revuelta de verdad con cientos de detenidos, heridos, barricadas, hogueras, tiendas destrozadas, sostenida por un movimiento que ha puesto en jaque al Estado francés. Una guerra con fuego real. Es interesante analizar este conflicto, del que no he hablado todavía en el blog por esperar a tener una perspectiva más completa. Empezaré por decir que, como saben, mi hijo Kike vive en París y, en alguno de los momentos álgidos, las imágenes de la revuelta que veía en la TV me llegaron a inquietar y le pregunté si estaba bien. Respuesta: no te preocupes, papá, que eso sólo afecta a los barrios de los ricos. En mi barrio estamos como siempre.

Es decir, que en la zona de Republique/Bastille, la gente seguía yendo al trabajo, se tomaba sus vermús o sus perriers, fumaban como cosacos, compraban flores a sus amantes y comentaban la revuelta cómodamente instalados en las terrazas de los cafés. Este es un barrio de clase media alta urbana, hipsters y profesionales cualificados, pero en el entorno hay mucha infravivienda, gente más modesta y población inmigrante. Todos estaban tranquilos. ¿De dónde venían entonces los airados que unos cientos de metros más allá destrozaban los escaparates de las exclusivas tiendas de la Avenue Montagne y el llamado Triangle d’Or? Recapitulemos. El origen de la protesta viene de la medida de Macron de aumentar los impuestos a los combustibles, especialmente el diesel. Este señor, que empezó su mandato de forma incluso brillante, corre el riesgo de llegar a las cotas de tontuna de Hollande, probablemente el gobernante más estólido de todos los que han estado al frente de un país europeo en los últimos años, por delante de Cameron y Zapatero. En este caso, Macron se las quiso dar de moderno, quiso ser un campeón de les ecoló y le ha salido el tiro por la culata.

¿Quiénes son los gilets jaunes? Pues gente que vive en el exterior del Grand Paris, en la corona que rodea la gran metrópolis, industriales y transportistas que han de desplazarse cada día en sus vehículos, porque allí no llega el Metro y los transportes públicos han sido severamente recortados por la crisis. Toda esta gente depende de su automóvil, camioneta o camión, que se han comprado con esfuerzo y que en muchos casos ni siquiera han terminado de pagar a plazos. Una subida de los impuestos al combustible literalmente los estrangula. Sin olvidar que hasta hace cuatro días el diesel se vendía como el producto más ecológico y se subvencionaba para que fuera más barato que la gasolina. A esta gente, les ecoló directamente le da por le cul. La revuelta fue espontánea, se convocó por las redes sociales y se fue al centro de París no por casualidad. Es una reacción contra el mundo de los elegantes, los hipsters, los ecologistas y los dandis que viven a todo lujo en la Ciudad de la Luz, a la que todo el Estado francés apoya y sostiene, mientras ellos pasan penurias sin cuento.

¿Estoy diciendo que se deben abandonar las medidas contra el cambio climático? No, desde luego. Es el viejo dilema. Para quien lo desconozca, en los años 70 se empezó a poner en cuestión el modelo de crecimiento económico continuado e indefinido. Se entendió que era imposible mantener ese modelo para siempre, porque nos cargaríamos el planeta, y se le contrapuso una idea muy atractiva: el crecimiento cero. Yo recuerdo un artículo a toda plana en el Triunfo (lo que leía yo en aquellos tiempos) glosando las bondades que traería al mundo una política de crecimiento cero. Lo firmaba Luis Racionero, más tarde famoso porque le pillaron plagiando descaradamente y se defendió diciendo que él no plagiaba, él intertextualizaba. La idea se consideró y se estudió en la ONU y la OCDE, pero fueron precisamente los países pobres o en vías de desarrollo los que dijeron que el crecimiento cero pa’ los ricos, que a ellos les dejaran seguir creciendo hasta ponerse a la par que los grandes, y luego ya verían. Entonces se llegó a una solución de compromiso, que se dio en llamar desarrollo sostenible.

Es decir, las medidas para luchar contra el cambio climático han de subordinarse, o al menos compatibilizarse con la lucha contra la desigualdad del mundo, que, en mi opinión, ha de ser prioritaria. ¿Y cómo se hace eso? Pues con imaginación y valentía. Eso es lo que hace, por ejemplo Justin Trudeau al frente del Canadá. Este joven e innovador gobernante ha aprobado una tasa de 20$ por tonelada de CO2 producida, que irá subiendo progresivamente hasta alcanzar los 50$ en 2022. Pero el 90% de lo que se recaude por ese impuesto se devolverá a los ciudadanos canadienses. Se estima que una familia de Ontario podría pagar 564 dólares más al año, pero recibiría a cambio una devolución fiscal de 697. Cojonudo. Por eso a este señor lo adoran sus ciudadanos y no le forman revueltas de gilets jaunes (por cierto, supongo que habrán leído la noticia de que, en Egipto, el dictador militar Al Sisi ha prohibido la venta de chalecos amarillos en todo el país. Just in case, que dicen los gringos, o por si es caso, que decimos en Galicia).

Vale. Ahora querrán ustedes saber de dónde he sacado esos datos tan concretos. Pues les pongo la fuente, pero, por favor, no hace falta que se lo lean si no quieren, ya les he resumido lo principal, es un artículo muy largo y sesudo y no quiero que les pase como a mi amigo X que usa mi blog para echar la siesta, se fuerza a leer todos los links que les pongo aunque sean un tostón y se queda frito antes de volver al post. Mi fuente la tienen AQUÍ. En fin, con esto hemos contado cómo empezó la revuelta de París. Pero luego, la cosa se ha salido de madre, se ha desvirtuado y ha virado de forma peligrosa. Los revoltosos han recibido el apoyo decidido de los fachas de la señora Le Pene, que suelen acudir al lío como moscas a la mierda. Y ahora, ya puede hacer Macron lo que quiera, que el ambiente va a seguir siendo explosivo, porque estos sectores quieren otra cosa y han visto el poder de la revuelta. Y ya se habla de que Le Pene estaría por delante de Macron en todos los sondeos. Los movimientos populistas de la extrema derecha están teniendo un crecimiento imparable en todo el mundo. Eso explica la elección de Trump, el Brexit y muchos otros hechos lamentables.

En este sentido, la reciente aprobación del Pacto Mundial sobre la Inmigración, auspiciado por la ONU, ha tenido la virtud de retratar a los países gobernados por movimientos de ese tipo. La lista de los no firmantes es bien significativa: USA, Italia, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Estonia, Bulgaria y otros. Al gobierno belga le ha costado su disolución, porque los independentistas flamencos del N-VA le han retirado su apoyo, sólo por firmar ese acuerdo. Estos del N-VA han sido en estos años el principal apoyo exterior de Puigdemont y los secesionistas catalanes, de los que hace tiempo que vengo proclamando que comparten costado ideológico con Trump, Le Pene, Farage, Salvini, etc. Y con Vox, por supuesto. Tal vez piensen que es una manía mía, pero ya lo dice hasta gente tan bien informada como el gran Jaume Reixach, en el artículo que, este sí, les pido que lean y que pueden encontrar AQUÍ.

Extraordinario como siempre este hombre. Me hace gracia que los catalanes estén convencidos de que lo suyo es diferente. Escolti tú, esos otros son feixistas, un respeto ¿eh? que nosaltres somos pacíficos, nosaltres somos demócratas, no compares. Es cierto que los independentistas catalanes comparten retórica y métodos de una cierta izquierda, pero los movimientos se califican por sus fines, no por sus métodos. Su mecanismo mental es el mismo por el que a mí me repugnan los viejos verdes, pero escolti, lo mío es diferente, yo busco la amistad de las chicas jóvenes, el amor platónico, el feeling compartido, el cariño y la conexión mental. Y yo tampoco soy violento ¿eh? Creo que está bien claro.

Les voy a dejar de regalo una música navideña que ya he usado en el blog, pero es que no encuentro otra mejor. Nadie como el gordo Fats Domino para extraer un groove imparable de algo tan soso como el Jingle Bells. Y las imágenes del vídeo son diferentes. Esta vez son todo un catálogo de la parafernalia navideña del american way of life. Buenas fiestas, que les toque hoy el otro gordo y que pasen unos días felices los que puedan.




2 comentarios:

  1. Al Sisi no ha reparado en que existen chubasqueros, bufandas, corras con orejas....Feliz mogollón

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    1. Incluso matasuegras amarillos. Feliz año nuevo, querido Mariano.

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