Como yo pronostiqué, los
resultados de las elecciones catalanas han dejado un Parlament prácticamente igual que el anterior. No ha habido
trasvase de votos entre los dos bloques enfrentados. Simplemente, la
distribución de escaños se ha reconfigurado en el interior de cada bloque, pero
esto se debe sobre todo a las personalidades de los candidatos. Frente a la pasión vibrante de
la bella Arrimadas nada tienen que hacer la cara de queso fresco del ambiguo y patético
Iceta, o el rostro estólido del gigante/cabezudo del PP, al que menos mal que
fue Rajoy a apoyarle in person que, si no,
se queda hasta sin escaño, qué drama. En el otro lado de la acera, una persona
tan pavisosa como Rovira no podría nunca hacerle sombra al ex-unurabla Puigdemont, que a su lado parece un bailarín de claqué sobre los adoquines de Bruselas. Entre ambos bloques, el
grupo de Colau/Domenech, que esperaba convertirse en la piedra clave del arco,
ha pagado sus ambigüedades quedándose en pedrusco o en astilla de esas que se ponen para que no se caiga el tenderete. Y a
los de las CUP parece que el exceso de mambo
también les ha pasado factura.
Esto tiene relación con algo que
también dije en su día y hoy apuntan algunos: que Rajoy se precipitó convocando
las elecciones tan rápido. Rajoy, el campeón de la impasibilidad, el tipo que
ha hecho un arte de la política de no hacer absolutamente nada, sólo
esperar hasta que las cosas se pudran o se arreglen solas, por una vez fue
menos Rajoy que nunca y actuó. Lo que yo dije en su día es que estratégicamente era mejor dejar que la situación se siguiera pudriendo un poco más. Una boutade, desde luego, pero con cierto
sentido. Algo que yo puedo decir porque, ni soy político, ni siquiera puedo
presumir de comentarista experto en el tema (lo mío es el rock’roll y la
literatura).
No se hizo así, se convocaron
elecciones deprisa y corriendo y aquí está el resultado. Dos millones de
votantes seducidos por una idea (aunque sea imposible) no van a desaparecer de
la noche a la mañana. Abajo explico por qué pienso que es imposible. Pero de
momento, ilustrémonos y sepamos lo que dice ese preclaro comentarista político y
periodista superlativo que es Jaume Reixach. Si quieren saber por qué se
suscitó todo esto, este señor lo explica paso a paso con precisión meridiana. Él
estaba ahí. Y cuenta lo que vio. Y nadie le puede acusar de españolista. Les
pido que lean el siguiente artículo, escrito poco antes de estas últimas elecciones
(es largo, pero resulta apasionante. Y demoledor). Deben pinchar AQUÍ.
Y aquí estamos de nuevo. Una
carrera vertiginosa de dos meses para volver exactamente al punto de
partida. Aunque hay modificaciones y no menores. Pero antes he dicho que la
secesión es un empeño imposible y tengo que explicarlo antes de seguir
adelante. ¿Por qué estoy tan convencido? Lo cuento. Vivimos en un mundo en el
que la economía predomina sobre la política. Hubo tiempos en que no era así, pero ahora
la economía manda. Es el capitalismo, estúpidos (disculpen, no va por ustedes).
Los grandes poderes económicos multinacionales lo dominan todo. Estamos en manos de prestamistas y las deudas se pagan. Que se lo pregunten a
los griegos. ¿Y cuál es la situación económica de la Comunidad Autónoma Catalana
(no otra cosa es, por el momento, esa región)? Los datos están al alcance de cualquiera que
los sepa buscar.
En este momento, mientras ustedes
leen estas líneas, la deuda de la Comunidad Catalana asciende a 70.000 millones
de euros. Recuerden que el pródigo y manirroto Gallardón llevó al Ayuntamiento
de Madrid a una deuda de 7.500 millones y todos decían que era algo horroroso, inenarrable.
Cataluña debe, en grandes cifras, 50.000 millones al Estado español y otros
20.000 a diversos acreedores externos. Pero eso no es lo peor. Porque el Estado
español tiene una deuda exterior estimada en un billón de
euros. Tomando como modelo las negociaciones del Brexit, Cataluña, si se llegara a separar, debería
hacerse cargo de una parte proporcional de esta deuda en función de su porcentaje
del PIB español, que podemos estimar en un 20% (la población catalana es un 18%
de la española). O sea, 200.000 millones. En total, 270.000 millones de euros. Se lo pondré en cifras, para que lo entiendan en toda su magnitud: 270.000.000.000€. Ya ven qué cantidad de ceros. No se creerán los independentistas
que van a conseguir salirse de rositas y dejarnos a nosotros el marrón.
¿Y cómo se resuelve una situación
como esa? Sólo hay un camino. Si no les ayuda el Estado español, como hasta ahora,
tendrían que refinanciar la deuda, para irla pagando por tramos. Al final,
acabarían pagando más, pero es técnicamente posible. ¿O no? Pues, parece que tampoco. A
día de hoy, el valor del bono catalán deja pequeñita la definición
de bono basura (que, no lo olvidemos, es un eufemismo de bono mierda). Está, euro arriba, euro abajo, a la altura del de
Zimbawe. Para semejante situación habría que inventar un nombre nuevo, el bono lixiviado o algo así, no sé. Eso significa que nadie les va a
prestar un duro. Y se seguirán hundiendo, si persisten en su empeño. Tal vez
podría salvarles la entrada de capital ruso o chino, pero es dudoso que la
Unión Europea tolere algo así en un lugar tan central. Por eso se han ido las empresas (más de 3.000 ya) y se seguirán yendo.
Tal vez si hubiera un 80 o 90% de independentistas, algunas se animaran a
quedarse. Pero, desde luego, en la situación actual de empate técnico entre los
bloques, es un suicidio seguir en Cataluña. El peligro al que más teme
cualquier empresario es la inseguridad jurídica. Ya han empezado a
largarse las Pymes y, si la cosa
sigue por los mismos derroteros, los primeros EREs no se harán esperar.
Pero hay dos millones de empecinados que insisten, seducidos por el discurso de la posverdad, pensando que la independencia
es una alternativa viable (dice Tomás García Morán, comentarista de La Voz de Galicia,
que lo de Cataluña no es posverdad, sino que se trata de un caso de burremia colectiva, pueden buscar el artículo en
Google con estos datos). Yo creo que tal vez podrían crear un Estado virtual. Una
plataforma on-line. Así podría dirigirlo Puigdemont desde Bruselas, asistido
por Junqueras desde Estremera. En los tiempos actuales esto es algo posible. Una sencilla aplicación informática permitiría crear una Generalitat digital a distancia (como cierta universidad), dirigida por un unurabla virtual, que presidiría los consejos de gobierno por pantalla de plasma, mientras se come unas croquetas de quisquillas en cualquier bistrot gourmet bruselense. Como esta gente parece que tiene bastante dinero guardado, de vez en cuando pueden pagarles un viaje a Bruselas a los 200 alcaldes, para que
le hagan a Puigdemont su coreografía de majorettes con los bastones en alto, coordinados por el bardo Lluis Llach.
Lo de la burremia es, sin duda, un hallazgo lingüístico para designar este vodevil. Pero yo hace mucho que comparé el prusés con el berrinche de un
niño pequeño, que en Cataluña tiene una denominación precisa: batistot. Lo de los catalanes es un batistot colectivo y les contaré un
recuerdo mío que viene al pelo. Hace miles de años, fui un día al Corte Inglés a ver juguetes para Reyes,
con mis hijos pequeños de la mano y en compañía de mi amiga M., que llevaba a su vez al suyo, un poquito mayor que los míos. Bien, pues el crío se encaprichó con un
coche eléctrico en el que se había subido (la independencia) y quiso que se lo compraran allí mismo. Su madre le
razonó: mira hijo, es imposible que te compre eso, es un juguete desaconsejado para
tu edad porque es peligroso, lo dice en las instrucciones. Aparte, es muy caro y yo no quiero gastarme tanto dinero por un capricho. No tengo ese dinero y además no te lo quiero comprar. Pero el chico hacía pucheros y repetía una y otra vez: ¡¡Pero yo lo quiero!! ¡¡Pero yo lo quiero!! (elecciones
sucesivas).
En un momento dado, el chaval ejerció
su derecho a decidir, tumbándose en el piso boca arriba, y poniéndose a patalear y manotear
contra el suelo, mientras berreaba a un volumen insoportable con los ojos bien cerrados: un batistot en
toda regla. Mis hijos me apretaban la mano aterrorizados y los demás clientes (los europeos) no nos quitaban ojo. Con mucha sangre fría, M. llamó a un
vigilante de seguridad (intervención de las porras) y le dijo: −Por favor,
ayúdeme usted, agárrelo por ese brazo que yo lo cojo por este otro; vamos a
sacarlo a la calle. Es decir, que mi amiga M. le aplicó al chico el artículo 155. Y se acabó
el problema. Ese niño berreante no volvió a dar un ruido y hoy es un ingeniero
de Caminos eminente, padre de tres criaturas. Me imagino que mis hijos también
sacaron alguna enseñanza del suceso.
Lo dicho. Era pronto para hacer
unas elecciones. Es fácil decirlo a posteriori, pero esa es mi opinión. Sin
embargo, algunas cosas han cambiado. Arrimadas ha cogido peso específico. Y los que formen gobierno saben que tendrán que
quedarse en los márgenes que fija la Ley, porque, si no lo hacen, les volverán a aplicar
el 155. Unos márgenes en los que no cabe esa independencia que han prometido y que
esperan dos millones de seguidores. Arreglar este entuerto es como encontrar la cuadratura
del círculo. Así que continuará la matraca. Varias veces he intentado declarar
mi blog Espacio Libre de Humos y Matracas Catalonias, pero nunca lo consigo. No sé si esta vez se dará.
Ustedes sigan a lo suyo, que aún nos quedan dos semanas de nuestra particular matraca
navideña universal. Pasito a pasito, amigos.
Extraordinario el artículo de Reixach. Ahí se entiende todo lo que ha pasado. Yo por ejemplo, creía que todo venía del recurso contra el Estatut y la sentencia posterior. Ahora lo entiendo mejor. Lo que pasa es que es muy difícil ahora reparar el daño. A esos dos millones les han vendido una moto y a ver cómo se hace para que se les quite de la cabeza. Es una moto absurda en estos tiempos de mestizaje, pero a la vez está arraigada en sentimientos muy antiguos, en un complejo de inferioridad secular respecto al resto de España. Como usted ha dicho en alguna ocasión, los vascos saben reírse de sí mismos y por eso no les molesta que la gente de fuera les haga bromas, siempre que sean respetuosas. Los catalanes apenas bromean con determinados temas, y se ofenden con poco.
ResponderEliminarAmén. Un personal capaz de tragarse semejantes teorías es difícil que se baje del burro. Son muchos años de adoctrinamiento. Si busca usted las cifras de votantes, resulta que la práctica totalidad de los que se han incorporado a las listas por edad han votado a las opciones independentistas. Creo que vamos dados con este asunto.
EliminarPues yo creo que, con lo que has contado en este artículo, más lo que revela Jaume Reixach, ya no queda más por decir. Aquí está todo. Ya te puedes liberar de la matraca, aunque si lo haces algunos lo echaremos de menos, nos reíamos mucho con tus historias.
ResponderEliminarPor desgracia, esto no ha hecho más que empezar. Tenemos matraca para rato. Otra cosa es que desperdiciemos el espacio de este blog con esta tontuna.
EliminarMuy buenas, como siempre, las sosegadas reflexiones que haces. Con sosegadas no quiero hacer un juego con el título genérico. Aunque estén escritas con rapidez, a la carrera, muestran un poso de reflexión lenta y documentada.
ResponderEliminarTambién me ha parecido muy bueno el artículo de Jaume Reixach con el que enlazas. Lo que narra no solo es verosímil sino que se manifiesta como evidente.
Pero las cosas son siempre complejas e intervienen en ellas muchos factores y hay uno que me parece muy importante y a tener en cuenta, el de la desesperanza de conseguir en España una transformación social. (Ojo, advierto que tampoco me creo que la fueran a conseguir en una Cataluña independiente tal como plantean esa nueva Cataluña). Como para exponerlo haría este comentario muy largo y además no tengo garantías de que lo haría bien, te envío un enlace a un artículo donde se expone. Lo escribe un hijo de Máximo, el que dibujaba viñetas en El País. Es un artículo con el que no estoy de acuerdo en todo lo que expone, pero sí en una parte y esa parte, con la que comulgo, no queda descalificada la otra a la que le pongo bastantes peros. A ver si consigo poner el enlace:
http://ctxt.es/es/20171025/Firmas/15778/15M-155-alberto-san-juan-ctxt-independencia-CIU.htm
Querido Paco, disculpa la tardanza en contestarte, ya sabes que estoy más ocupado últimamente. Ni siquiera sé si llegarás a leer esta respuesta después de tanto tiempo.
EliminarAlberto Sanjuán es un actor del grupo Animalario, al que he visto en diversos monólogos y cuya postura respeto (no como la de Willy Toledo, su ex-compañero de aventuras teatrales, que directamente se ha vuelto loco).
Ya sabes que soy muy crítico con la banda de Puigdemont y cia, no tanto con los de Esquerra, y no voy a abdicar de ello por el hecho de que estemos gobernados por un impresentable gallego y con barba. Tampoco, por el hecho de ser anti-independentistas, tenemos que rebajar ni un grado nuestra exigencia con el PP y toda la corrupción que arrastra. Dicho esto, creo que lo más inteligente sería tender puentes para tratar de llegar a algún tipo de acuerdo que dejara satisfechos a esos dos millones de seguidores inquebrantables del "prusés". Tal vez algún tipo de solución federal.
Sé que no contribuyo mucho a crear esos puentes con mi modesto blog, pero es que creo que no me corresponde. Esta es una tribuna humorística en la que se buscan temas de los que reírse un poco, siempre dentro de una postura respetuosa.
Desde luego que aplaudiré cualquier iniciativa que contribuya a rebajar la tensión, dentro de la idea general de que es mejor que nos asociemos (incluso con Portugal), para ser más fuertes en Europa.
Un abrazo, amigo.