Bueno,
esta vez no toca el gran acueducto, como el año pasado, que las fiestas del 6 y el 8 de diciembre cayeron en martes y jueves, lo que propició una semana de
largarse fuera, o bien trabajar un día sí, otro no; un día sí, otro no y un día
sí, otro no, pasito a pasito, suave-suavesito, nos vamos pasando el curre por el
pito, etc. Este año caen en miércoles y viernes, que tampoco está mal, pero a mí
me toca trabajar hoy y mañana. El miércoles tengo un día de descanso, para preparar
la salida del día siguiente, con mi grupo de senderistas hasta el domingo. Nos concentraremos en
Estella (Navarra), salvo que el temporal que se anuncia nos obligue a
suspenderlo. A mí lo único que me preocupa es poder llegar al hotel con mi coche
y poder salir de allí el último día de vuelta a casa. El resto del tiempo doy
por hecho que vamos a pasar un frío de carallo y nos tocará pisar nieve en
abundancia. En pleno recrudecimiento del calentamiento global, es un alivio pasear por
la montaña con temperaturas bajo cero.
Lo
primero que he hecho para preparar el viaje es solucionar mis problemas de pareja con el teléfono móvil.
Es que, desde hace unos cuantos meses, estaba enfadado conmigo y no me hablaba.
Y yo no tengo GPS en el coche, porque era un extra que me cobraban aparte y pensé que con el móvil y el Google Maps me las arreglaría. Nunca imaginé que el
aparato se ofendiera conmigo hasta el punto de dejar de hablarme. ¿Pero qué le habré
hecho yo? –pensaba para mis adentros. Que tu propio móvil te haga luz de gas es
algo muy desagradable. Por ejemplo, en mi anterior salida senderista al parque
de Redes, allá por el mes de octubre, yo le puse el hotel de destino y el punto
de salida y le di a INICIAR. Pues nada. Ni una palabra. Así que llegué a Campo de Caso de noche y me perdí buscando la
Casa Rural. Pregunté a un paisano, que me
metió por la madeja de callejuelas con una indicación precisa: siempre a la
izquierda. Siguiendo dicha recomendación, aparecí al otro lado del pueblo, entre las leiras salvajes, sobre
un estrecho camino de tierra con drenajes longitudinales muy hondos a los dos lados y sin luz alguna. Aun
no sé cómo conseguí dar la vuelta.
Cuento esto, por si a algún lector le está sucediendo lo mismo, en cuyo caso me pongo a su disposición para montar ambos una Asociación de Afectados por acoso de sus propios aparatos de intercomunicación digital. Por mi parte, esta mañana he tirado de un delineante que tiene un teléfono idéntico al
mío. No se creía lo que yo le decía (ya está el Emilio con otro de sus
delirios –pensaba, seguramente), pero hemos puesto ambos teléfonos juntos, hemos ido dando los mismos
pasos y el suyo se ha puesto a hablar como un loro adulto, mientras el mío seguía apretando los labios digitales con
su tozudez habitual. Mi colega ha entrado en los Ajustes para intentar averiguar
qué le pasaba, pero no había forma de saberlo. Lo hemos reiniciado, y nada. Entonces hemos
recurrido a la heroica: le hemos quitado la batería, lo hemos tenido un rato sin ella y hemos vuelto a montarlo.
Repitiendo
la maniobra de hacer lo mismo con los dos aparatos, al principio se ha resistido un poco,
pero al ratito se ha arrancado a hablarme en danés (se lo juro). Y me ha dado
tal alegría que lo he cubierto de besos húmedos. Es algo así como el llamado síndrome de Estocolomo: tu acosador te hace sentirte tan poquita cosa que, de pronto, se pone a hablar en búlgaro y se lo agradeces con lágrimas en los ojos. El resto era fácil: buscar
el idioma predeterminado y cambiarlo al español. ¿Por qué estaba en danés? Pues
miren: ni idea. Yo ni sabía que se podía poner en danés. Espero que el jueves
haga bien su papel de copiloto. Como me vuelva a fallar, no sé que puedo hacer. Tal
vez amenazarle: ¡Cagüendios! ¿A que te quito la batería, payaso? A mí no me
tocas tú los cojones, que yo por las buenas lo que quieras, pero por las malas… ¡Mmm! En estas cosas a veces es mejor venirse arriba y atacar. Es la forma de que te respeten. Ya
les contaré cómo me resulta el viaje.
Por lo demás, la vida sigue, desde el viernes pasado tengo plaza de garaje en la oficina y llego a mi trabajo como un señor, sigo sin encontrar la versión primigenia de Blade Runner y, entre estas y otras minucias, resulta que ya tenemos encima las putas Navidades. Otra vez a parar el tiempo tres semanas. Llegados a este punto, me preguntan algunos lectores que cómo hago para enterarme de las cosas curiosas que cuento en mis textos. Que ellos abren el periódico y no suelen encontrar noticias tan surrealistas como las que yo acostumbro a traer a este foro. ¡Hombre! No esperarán que les revele mis fuentes. Un bloguero que se precie no puede hacer eso jamás. Además, ya les he dicho que son las noticias las que me buscan a mí y no al revés. Yo sigo mi camino y las noticias más estrambóticas me salen al paso, como perrillos que vienen a ladrarte. Así que, en estas fechas previas al puente (y antes de que el mundo se pare otra vez tres semanas) vamos a comentar algunas de ellas.
Por lo demás, la vida sigue, desde el viernes pasado tengo plaza de garaje en la oficina y llego a mi trabajo como un señor, sigo sin encontrar la versión primigenia de Blade Runner y, entre estas y otras minucias, resulta que ya tenemos encima las putas Navidades. Otra vez a parar el tiempo tres semanas. Llegados a este punto, me preguntan algunos lectores que cómo hago para enterarme de las cosas curiosas que cuento en mis textos. Que ellos abren el periódico y no suelen encontrar noticias tan surrealistas como las que yo acostumbro a traer a este foro. ¡Hombre! No esperarán que les revele mis fuentes. Un bloguero que se precie no puede hacer eso jamás. Además, ya les he dicho que son las noticias las que me buscan a mí y no al revés. Yo sigo mi camino y las noticias más estrambóticas me salen al paso, como perrillos que vienen a ladrarte. Así que, en estas fechas previas al puente (y antes de que el mundo se pare otra vez tres semanas) vamos a comentar algunas de ellas.
Empezaremos,
cómo no, con el Benevento Calcio Club de Fútbol. Han de saber que, en la última jornada de noviembre,
el equipo volvió a perder, esta vez con el Atalanta, redondeando un récord insólito
de 14 derrotas seguidas. Ningún equipo de fútbol de primera división de las
ligas europeas ha sufrido nunca una racha como esta. Ayer domingo, el equipo recibía
al poderoso Milán de Berlusconi. Y he de confesarles que durante toda la semana
estuve yo elevando sentidas y fervientes rogativas a San Benitiño de Lérez, a ver si echaba
una mano, sumándome a las que muchos napolitanos de bien habrán implorado seguramente a San Gennaro
y otros santos caritativos. A pesar de ello, el partido llegó al final del
tiempo reglamentario con el resultado previsible: 1-2 para los del Milán. Y fue entonces cuando se
produjo el milagro, porque sólo como un milagro puede explicarse semejante cambio
de sentido en la veleta del destino. Y, como es habitual en el sur de Italia, la cosa se escenificó con los tintes épicos propios de este tipo de portentos.
Era
el minuto 94 y el árbitro pitó una falta a favor de los locales. Una última ocasión de al menos empatar. El
equipo al completo subió al área, para intentar rematar el saque de la falta, incluso el portero, de
perdidos al río. Toda Italia contuvo el aliento, esperando que las rogativas hicieran su efecto. Sacaron por fin la falta y el portero voló por encima de contrarios y compañeros para rematar con la coronilla hacia atrás, directo a las redes de la portería contraria.
Ni el guionista más afamado de Hollywood hubiera imaginado un final de racha
como este. El portero se volvió loco, sus compañeros se volvieron locos, el público
se volvió loco. Les traigo aquí un par de vídeos, uno sobre la jugada y otro
que muestra cómo se vivió la escena desde la grada sur. Son cortitos y merece la pena verlos. El primero, por cuestiones de derechos de autor, han de verlo en Youtube, pinchando en el enlace y poniéndolo en grande. El segundo está tomado con un móvil.
Otro
tema no menos sorprendente. Sotillo de la
Ribera , es un pueblo burgalés de unos 500 habitantes, cercano
a Aranda de Duero y parte de la comarca vitivinícola de la Ribera del Duero. Con la
riqueza tradicional de las viñas, no les extrañará saber que este pueblo tiene
una iglesia barroca de buen porte, la Parroquial de Santa Águeda, patrona del lugar. Entre las tallas que en ella se guardan destaca una por encima de todas: el llamado
Cristo del Miserere, que cada Semana Santa se saca en procesión por el
pueblo. Después de tantos años de procesionarlo, el cristo estaba bastante
deteriorado, por lo que la parroquia decidió mandarlo a Madrid a restaurar. Y
allí, las restauradoras de la empresa Da Vinci Restauro, dos chicas que han salido sonrientes en la tele local,
descubrieron que el paño que ocultaba púdicamente las partes pudendas de la
figura, por la parte de atrás contenía un portillo secreto que daba acceso a una cavidad interior. Allí dentro, encontraron dos folios amarillentos, escritos con caligrafía impecable, en los que se contaba
cómo era la vida en el momento en que se esculpió la figura, durante el reinado de Carlos III. Es decir, una auténtica cápsula del tiempo, escondida en el culo del Mesías que suplica el perdón de nuestros pecados.
Como
ya sé que no se creen estas cosas, pues AQUÍ
pueden confirmar la información. Las chicas han hecho lo correcto con un descubrimiento como ese: hacer una fotocopia del documento, enviar el original a los archivos de la Iglesia y volver a meterle
por el culo, con perdón, a la estatua la fotocopia, junto con un par de folios
mecanografiados en los que se cuenta cómo es ahora la vida en el mundo, por si en un futuro lejano la encuentra un grupo de replicantes. Tal vez hayan contado que, en estos tiempos, la
gente se vuelve loca por el fútbol, se afana en viajar a ver cosas que no entiende en rebaños de turismo masificado y dedica buena parte del día a mirar el móvil y a enviarse mutuamente mensajes estúpidos
por el Whatsapp. Dentro de unos pocos días, la estupidez colectiva se elevará al cubo con
la llegada de la Navidad. No
sé si han visto el vídeo que les dejo de cierre. Es una manifestación callejera
contra la Navidad ,
que protagoniza un rebaño de pavos, en protesta por su próxima conversión en cena de Nochebuena. Son unos pavos muy bien entrenados. Igual que los
manifestantes callejeros de cualquier ciudad siguen al maestro de ceremonias que
grita las consignas por el megáfono, estos animales obedecen al silbido del conducator, y hacen gurugurugurú agachando la cabeza para ponerle más énfasis. Totalmente
identificado con ellos, me despido proclamando: YO TAMBIÉN SOY UN PAVO.
Hablando de goles de porteros se acordará usted que en el año 2000 le anularon un gol (perfectamente legal) al risueño y querido Songo'o contra el Numancia. Por culpa de esta desfachatez arbitral (Pérez Lasa) estuvimos a punto de perder la liga.Le adjunto enlace del golazo.
ResponderEliminarUn abrazo.
https://1.bp.blogspot.com/-CRf5c85Kx3g/WFNn0MnD5sI/AAAAAAAAILY/yGoNEEL_0Zw_skgVUZvrnWT4GN808ZJ8wCLcB/s1600/Songoo%2BNumancia%2BGol%2BAnulado.gif
¡Por Dios! Cómo olvidarlo. Lo contento que se puso Songo'o y cómo se le agrió su sonrisa eterna. Gran tipo.
EliminarLos árbitros entonces ya empezaban a quitarnos puntos. Hacían presagiar la situación actual, en la que tenemos a los peores árbitros de Europa y somos el único país que no usa el VAR.
Buenas Navidades, amigo. Ya sabe que sus comentarios son siempre bienvenidos y celebrados. Apertas.